¿Te gusta volar?

La explicación de la chica y su peluche perdido le hizo fruncir bastante el ceño. No le gustaba en absoluto que le desaparecieran cosas. Conocía a Rang lo suficiente como para saber que la muchacha no iba a perder nada, lo mantenía todo ordenado siempre, era raro. Igual preguntaba por ahí e intentaba saber que había sido de su muñeco, si hacía falta le daba igual amenazar un poco para lograr su objetivo, e incluso no le importaría joder a alguien si es que era necesario, para hacer que la chica volviera a dormir bien y tranquila con su peluche.
Por supuesto en ese momento él le dio la opción de usar como acompañante de cada a su nueva mascota, pero sabía que eso no era solución muy válida porque igual se portaba mal mientras dormía y no iba a estar siendo molestada por un animal todo el rato.

Cuando llegaron a la cafetería Adnan pidió un refresco para la chica, el que ella le había estado diciendo por el camino y para él se pidió una bebida energética que estaba hecha a base de frutas, y mezclada con una poción revitalizante, prácticamente un combinado para que los efectos de la poción no fueran tan exagerados pero que a la vez hiciera bien para despertar a quien la tomara.
Se quedaron por un rato allí esperando sus cosas y cuando se las dieron en unos amplios vasos reutilizables se marcharon camino al campo de quidditch, el día comenzaba a apagarse y los terrenos poco a poco iban iluminándose con una tenue luz mágica que surgía de puntos estratégicos, Adnan disfrutaba del aire libre y ni siquiera se molestó aún en encenderse el cigarro que tanto había deseado estando encerrado.

-… y bien –dijo mientras le hablaba y explicaba el tema de la iluminación y a qué hora dejaba de ser así y todo lo demás – ya que llegamos al campo sería cuestión de saberlo… ¿te gusta volar? ¿Sueles jugar o algo? Aquí hay muchos apuntados a quidditch, jugadores casi profesionales, a mi el juego en si no me apasiona… pero volar me encanta.

Se le podía leer en la cara como aquello era cierto, y ya prácticamente estaban en el campo, las altísimas gradas se erguían frente a ellos y las luces se alzaban hasta los aros del juego, para entrenamientos nocturnos o partidos entre amigos, ambos estaban permitidos por el momento.

Escuchó atentamente a la chica. Todas sus explicaciones. Él tampoco veía lógico el juego del quidditch, era tonto y estúpido. Volar por placer producía bastante adrenalina. Le agradaba, le encantaba más bien. Volar y sentirse libre, probablemente tendría algo que ver con que cuando mejor estaba, durante su niñez, fue cuando jugaba con su hipogrifo, se montaba en él y juntos surcaban los cielos ardientes del desierto.

-Seguro que a Eph le encantó que volaras sobre él también. Le caíste muy bien, algún día podríamos ir a verlo juntos - se miró la muñeca, recordando que el traslador que tenía ahí colgado lo llevaría directamente con el animal. También recordó pues, que debería ir a visitar a su hermano, y que se le estaba haciendo tarde… y que si seguía retrasando la visita sería peor, y más peligroso para los habitantes de Berlín – yo creo que aunque se jugara sobre hipogrifos no jugaría, usar a los animales con ese motivo…

No pudo evitar decirlo, reprocharle en cierto sentido a su chica aquello que había dicho, no le agradó en absoluto. No era forma de tratar a un animal, las carreras de hipogrifo, por ejemplo, a él le parecían fatal. Ephráïm era su amigo y compañero, si alguien se atrevía a usarlo para ganar una carrera (porque ganaría) él se las apañaría para que sufriera todo lo imaginable destrozándole los músculos uno a uno.

Él se quedó callado tras aquello, igual había metido un poquito la pata con el reproche o algo, pero se sintió en la obligación de hacer ese comentario, sin más. Cuando la vio separarse un poco de sí, aprovechó para darle un buen trago a su bebida, aún le quedaba un poco. Ella, era tan jodidamente adorable… y al oír sus palabas el gesto se le relajó, un amago de sonrisa se dibujó en el mismo y suspiró medio atontado. Sintió el pequeño beso y, retomando toda la energía que se pensaba no tener, cogió a la chica en brazos y la llevó así por varios metros, notando sus quejas. Notó también como se le caía el vaso que llevaba y eso hizo que se detuviera, dejándola en el suelo.

-Perdón… no quería tirarte tu bebida – aquello era casi como un milagro, él, disculpándose, muy pocas personas habían llegado a ver eso alguna vez – vamos a sentarnos aquí un poquito y si quieres, puedes beber del mío.

Supuso que una bebida energética no le haría mal a ella, y la condujo hasta uno de los palos altísimos donde colaban las pelotas, su base era tan amplia que podrían apoyar ambos la espalda si querían. Adnan se sentó, con las rodillas flexionadas pero las piernas abiertas. Y le hizo un gesto a ella para que se acercara, el lugar estaba tenuemente iluminado y se podía ver como el sol comenzaba a ponerse tras las montañas a lo lejos.

-Ven… si quieres después te compro otra cosa para tomar… – era obvio que los nervios por los que la cogió así y pasó todo aquello fueron causado por sus palabras. ¿Tan bien se sentía si pensaba que estaría con él? Inverosímil…

No esperaba que ella se sentara entre sus piernas, no de ese modo, pero en cuanto lo hizo la dejó sin más, medio abrazándola por la posición. El chico estaba medio embobado, mirando al horizonte, no porque ella no le interesara, o no le pareciera aún más bonita que una puesta de sol… si no porque seguía pensando en varias cosas alejadas de aquello que tenía entre las piernas, por mucho que las personas normales se pensaran que los tíos no tenían más pensamientos que ese él no era así, y en ese momento tenía la cabeza puesta en Berlín y en que allí era… ya era bastante más tarde, dos o tres horas por lo menos, no recordaba muy bien el cambio, para algo tenía su reloj encantado.

Por eso es que le pilló totalmente desprevenido que la chica de pronto comenzara a achucharse con él, a decirle aquello… no se lo había esperado. Y ella parecía tan feliz declarándole su amor. Tan feliz que él se sintió incapaz de romper esa felicidad con algún gesto o palabra poco acorde a la situación, intentando dejar de lado sus pensamientos un tanto funestos y centrarse en ella, abrazándola para empezar, acariciando con mimo su cabeza.
En cuanto notó como la chica metía las manos por dentro de la capa de él y lo abrazaba se preguntó si tendría frío o algo, de modo que, por prevenir, la abrazó contra si mismo, cubriéndola con la capa todo lo que podía.

-El día que quieras ir a verlo lo haremos… sin problemas.

Sonó confiado. Él ya se había peleado con su padre una y mil veces y aunque volviera a intentar algo en su contra había logrado saber hasta qué punto llegaba el control de apariciones en casa, y por lo tanto, sabía hasta donde entrar y hasta donde no, si quería largarse lo podría hacer como en la ocasión anterior.

-Por mi padre no tendrás que preocuparte en absoluto, ya soy una persona adulta… lo de este verano fue, más problema familiar que un intento por alejarme de nadie. Estoy seguro de que sabrás que a mi hermana le resultaste muy simpática…

Habló un poquito más sobre Ban, su hermanastra, la única miembro de su familia que conocía la coreana.

-… y bueno, ahora mismo tengo un traslador para ir a ver a Eph, me lo dieron hace poco, mira… – levantó la muñeca para que viera la pulserita, si era observadora se daría cuenta de que antes no estaba, y bueno, esperaba que no se lo pidiera ni nada, era un regalo de su hermano y le jodería perderlo.

No evitó la sonrisa estúpida cuando le dijo que era cálido y que le gustaba abrazarle. Aquello era una buena noticia, tenía una escusa bien preparada para siempre que ella tuviera frio, podría abrazarle y darle calor. También ella tenía una escusa fácil cuando quisiera ser abrazada.

¬-Pues si te doy calor… ya sabes, cada vez que tengas frío me buscas y yo te abrazo para que me robes calor, bueno, robar no, que yo estoy encantado de dártelo – esa misma sonrisa que había intentado esconder de ella en primera estancia estaba ahora dibujada de manera muy clara en sus labios. Después negó un poquito con la cabeza, no podían ir todos los días, para empezar porque lo sabía, su hermano se encelaría bastante de ella si la veía todos los días con él – estaría muy bien poder ir todos los días, pero tú tienes que estudiar mucho, no quiero que te saquen de ninguna de las dos carreras, debes demostrar que eres la mejor.

Negó suavemente con la cabeza a lo de que fuera un regalo de su hermana, no había ido tan desencaminada como habría sido de esperar pero no era cierto y no le mentiría.

-Fue un regalo de mi hermano. Ayyûb, es quien me lo cuida cuando no estoy yo cerca y me lo dio para que pudiera ir a verlo cuando quisiera… – por un momento se planteó hacer lo que ella le sugirió, el tema de ir a visitarlo antes de cualquier otra cosa. No era mala idea y quizás no estuviera su hermano, o bueno, si estaba, por una vez, no iba a suceder nada por ir con ella, tampoco creía que fuera a ser tan extremista de enfadarse con la coreana sin más – está bien, supongo, mañana podríamos ir… - se mordió un poquito el labio, pero no quería ir antes de hablar con el… - y si no pudiéramos mañana por cualquier cosa el domingo, o la semana que viene, cualquier día. Eph no se va a mover de allí.

Le dio un sonoro beso en la mejilla, atontado por ella, queriendo darle todo el cariño que le profería, y tras aquello suspiró un poquito, a veces las cosas eran un poco más complicadas de lo que parecían a simple vista.

-¿Sigues teniendo frio? Podríamos hacer algo para entrar en calor.

Intentó evitar pensar en que ella quería dormir con él. Eso no, nunca, al menos no tan pronto… Adnan era fuerte, tenía autocontrol, sabía medir lo que hacía y cuando lo hacía… pero por la noche todo es más complicado, en una cama individual como eran esas, aunque fuera más amplia, eso no importaba, estarían muy pegados y él era humano al fin y al cabo.
Intentó no hacer comentarios sobre la naturaleza de su hermano, si era bueno o no lo era, ni nada parecido. No era muy dado a criticar a Ayyûb, pero igual que nunca diría de si mismo que era una buena persona le costaba bastante decirlo de su hermano. Tenían una ética propia, no estaba del todo seguro de cómo funcionaban los valores en la cabeza de su hermano menor, pero a pesar de que para él nada de lo que hacía era malo ni estaba mal, sabía, demasiado bien que al más joven de los Yesenes se le podían ir de las manos las cosas y bueno… por eso mismo prefería no acercarlo mucho a Rang. Sin más.

Se pensó por un segundo aquello que quería hacer. Iba a proponerle, en un principio, quedarse ahí mismo, besándose, la luz del sol comenzaba a desaparecer pero las iluminaciones mágicas del campo eran tenues y agradables, nadie le podría negar que no se estaba bien… pero tenía un plan algo más elaborado, no la había llevado hasta allí para hacer algo que probablemente habrían hecho mucho mejor en un dormitorio o cualquier aula vacía y escondida.

-En realidad… – ya iba a exponerle que pensaba enseñarle como volaba en escoba, como lo hacía él, no le gustaba el juego pero la zona más iluminada así que sería la mejor, e incluso pensaba decirle de coger las escobas un rato juntos y volar a alguna parte, o ver el colegio desde lo alto que ella nunca lo habría visto… pero claro, no todo podía ser como él planeaba, y aquello le jodía. ¿Por qué tenían que ir a interrumpir su momento de paz, su ratito de tranquilidad? Si, ya, llevaba tres días encerrado en su cuarto en paz total, pero estaba seguro de que la molesta chica Greenwood ni se habría percatado de ello, no tenía porque hacerlo.

-¿A otra inocente? Creo que insinúas ser algo que nunca fuiste – si, fue un poco bruto diciendo eso aún sin tener en cuenta que Rang estaba ahí, aún sentada entre sus piernas, cubierta por su propia capa. Frunció el ceño y la miró con mala cara. Acababan de cortarle todo el rollo y probablemente ya no tendría pensamiento ni ganas de ponerse a volar ni de seguir haciendo gilipolleces ahí con la chica. Le incomodaba ser observado y aunque sabía que podría serlo si tonteaba así en mitad del colegio no iba a negarle a la coreana las atenciones mínimas solo por estar en el exterior. Podía ser un poco bruto pero la consideración (por pocas personas) la tenía muy bien desarrollada, ni se había dado cuenta del otro chico que estaba tras de él estaba ahí hasta que oyó su voz, bastante más pausada, llamándolo por su apellido ¿se suponía que se conocían? Así a primera vista no lo recordaba a pesar de que su rostro le resultaba familiar – Yesenes – dijo afirmando, poniéndose en pie, ambos se acercaban y a él no le gustaba estar por debajo de nadie, había que decir que su casi metro noventa le había acostumbrado a mirar hacia abajo para encarar a los demás.

-¿Se puede saber qué coño quieres? Lárgate, molestas – no habló bien ni amable y le soltó un gruñido final , interponiéndose entre Rang y los recién llegados, casi sin darse cuenta, en actitud defensiva, eran costumbres cogidas por muchos años, y aquello tan hostil fue hacía la chica, que había gritado aquello, no le gustó, no delante de la coreana.
Y al otro ni sabía que decirle, supuso que estaba con ella sin más.

Está bien, había que admitir que a primera vista podría resultar raro que alguien interpusiera su cuerpo al de otra persona, pero viendo como había llegado Jet el egipcio ya había dado por sentado que más de una mala palabra saldría volando de la boca del mismo y prefería lanzárselas directamente a ellos dejando a la chica de lado. También, había que decir que no había nadie más posesivo, cuidadoso y… por decirlo de alguna manera, celoso, que Adnan. Con pocas personas, pero así era. Rang estaba ahí con él, sabía que era más “fuerte” de lo que podría parecer a simple vista, en ciertos aspectos, pero aún así no quería meterla en líos ni problemas, ni quería –ni de coña- que se acercara a gente como Jet, no le agradaba, no sería buena influencia, y él, un drogadicto premiun, sabía leer los signos de cuando se iba bien colocado ¿para qué dejar que alguien que iba puesto hasta las cejas (o quizás no tanto, pero igual daba) se acercara a la única persona que podría decirse que le importaba en esa universidad? Para nada.

-No Rang, no es mi amiga – se apartó un poco, solo por consideración a las últimas palabras de Yakov, solo porque comenzaba a notar como se le hinchaba hasta la vena del cuello y con un poquito de suerte el chico era capaz de controlar a Greenwood, porque con lo que dijo de las faldas y las mierdas esa le había tocado la punta de la… Joder, con sus putas presunciones, si le había metido la mano, o no, en alguna parte a la chica no era asunto de ella –y por cierto Greenwood, la única que se deja subir la falda así de fácil eres tú, de modo que no andes hablando sin saber.

Soltó un leve gruñido al terminar, algo más o menos… gutural, él, que llevaba toda la tarde con la coreana intentando pensar en qué momento podría ir a hacer “sus cosas” y así relajarse, pero sin hacerlas, por no dejarla sola… estaba, como poco, nervioso. Y ver a alguien disfrutar del estadio intenso y totalmente relajante al que te inducen los estupefacientes solo empeoraba todo. Pero aún así estaba con Rang, estaba en la universidad, y ni quería meterla a ella en problemas que no tenían motivos reales ni quería él terminar expulsado de allí por cruzarle la cara con una patada a una niñata estúpida que se dedicaba a presuponer todo sobre él.

-Esta malhablada, maleducada y tan feliz – dijo solo por joderla un poco y no dejar de lado a su chica de todo aquello – es Greenwood, Jet. Una… bah, y él no sé quien es, pero debo admitir que su cara me suena – ahora habló del chico, a él no iba a andar insultándolo que muy al contrario que ella había llegado bien y el egipcio solía (si no iba drogado) responder igual a como lo trataban – y ahora si son tan amables y simpáticos de seguir su camino yo me largo por el mío.

Iba un tanto molesto, sentía la urgente necesidad, ahora sí que si, de ir a Berlín, y no voy a especificar para qué, pero la mano izquierda que se cerró en torno a la muñeca de Park comenzaba a temblar de manera un tanto descarada. Puto subconsciente y puta ella, ya podría meterse sus ojos de alterada por la puta entrada trasera y dejar de meter ideas en las cabezas de los demás.

Pensaba irse, no meterse en problemas, conocía su cuerpo demasiado bien, llevaba casi… ¿doce años? Siendo consciente de lo jodidamente mal que estaba cuando no se drogaba, y durante los últimos cinco años había intentado salir de ese agujero como unas mil veces, cayendo siempre de nuevo. Y el porqué estaba ahí delante, ellos lo vería si no se iba. Sin consumir se hacía demasiado difícil controlar sus impulsos. Se volvía depresivo, de pronto le cambiaba el humor, le volvía a cambiar de nuevo y… bueno, la fiebre, los sudores, el puto temblor de la puta mano izquierda, era una inutilidad, y mil síntomas más, dependiendo de donde, cuando y porqué, todo muy bonito. No tenía porque sufrir eso si era capaz de colocarse y a la vez mantener una vida normal gracias a determinadas cosas que había terminado conociendo, desarrollando y haciendo suyas…

En fin, lo único importante es que en ese momento en la mente del egipcio tan solo estaba la visión de su apartamento, donde estaba Ayyûb, donde podría conseguir lo que quería, donde podría drogarse, dormirse y despertar al día siguiente sin todo lo que tenía dentro, que claro, estando sentadito medio dormido y llevado por el efecto de los porros no se notaba, pero si llegaban a joder, todo afloraba, cojones, su cuerpo era una puta bomba de relojería y estallaba en cuanto alguien osaba rozarle.

Por supuesto en los planes del chico NO estaba que su novia, la dulce e inocente Rang, comenzara una pelea. QUE COÑO TENÍA EN LA CABEZA. Él se había largado. Adnan, le había dado la espalda a la puta de Jet para no empezar una jodida pelea, porque no quería, porque sentía que en cualquier momento se le iría de las manos, la rabia en él y el sentimiento de “ellos tienen drogas y si les das la paliza del siglo podrás robársela” eran posiblemente más fuerte que él, más al menos que su conciencia moral. Y lo último que quería era meter en líos a la chica o a sí mismo, puta universidad y putas reglas de convivencia.

Fingió no oír nada de lo que decían, la única muestra de que los escuchaba es que su ceja se estaba arqueando más cada vez, y que por supuesto se giró para mirar que no hicieran nada a Rang, ya después le gritaría él, estaba muy cabreado en ese momento con ella.
Pero lo que ya no fue capaz de ignorar fue a Yakov, para empezar porque se le había puesto delante, y además de eso, porque el muy gilipollas estaba insultando a la única chica a la que ha llegado a tener aprecio sincero. Vale, estaba pasándose.
Cerró los ojos por un segundo, su intención era que, en lugar de sacar la varita y actuar como haría su padre con hechizos que podrían joder al chico más de lo oportuno para una pelea de colegio, pudiera arreglar aquello con los puños, pero… sorpresa, en ese segundo en el que pensó que el otro aún seguía hablando, poniéndole la cabeza como puto bombo por tanta palabrería, el chico dejó las palabras (seguramente porque vio que podría aprovechar el momento) y le dio el cabezazo del siglo, rompiéndole la nariz de un solo golpe.

Se llevó una mano, justo la izquierda, a la nariz, intentando hacer tapón. ¿Dolor? Sí, bueno, Rang acababa de curarle una herida supurante del cuello, no es que no estuviera acostumbrado. Por supuesto abrió los ojos, con el ceño fruncido de manera que los ojos formaban una fina línea por la que ver a su, ahora, oponente. Y sin esperar absolutamente nada más, levantó el puño que no estaba ocupado temblando y lleno de sangre, y le propinó un buen derechazo en el estómago, lo que le venía más a tiro teniendo en cuenta que el golpe del otro había sido apenas unos segundos antes y que aún tenía la posición de haberle dado con la cabeza.

Hizo amago de ir a coger la varita, miró de reojo a Jet, en ese momento sus pensamientos se volvieron difusos, y en realidad ni la llegó a ver, soltó la nariz, se miró la mano, sangraba, mucho, pero aún así cogió la varita si seguía con la hemorragia tendría que parar y lo sabía, pero no quería volver a ser atrapado desprevenido. Magia… puños, le daba igual, el problema es que solo disponía de una mano, maldita mala suerte la suya.

Sintió como se le fue la fuerza en el momento de dar el puñetazo. El golpe a su nariz parecía más grave de como lo sentía, y en es que en cierto modo estaba un poco anestesiado, la cabeza había huido y en su cuerpo solo mandaban los impulsos nerviosos, la adrenalina y por supuesto su testosterona que le impedían sentarse en el suelo, echar la cabeza atrás e intentar que parase la hemorragia antes de perder la mitad de su sangre.

No, aquel modo no iba a terminar bien, si no había sido capaz de dar un puñetazo… ¿Qué si podría hacer? Por mucho que no pensara con claridad si que vinieron mil imágenes en un segundo, todas ellas interrumpidas por Rang, que al parecer intentaba meterse, no, ni de coña. Como ese tipo pusiera una sola mano encima de ella se la cortaría sin pudor, estuviera en la escuela o en cualquier otra parte, pero por suerte se la llevaron de su campo de visión, dejando solo al tipo ahí plantado.
No pensó donde estaría, ni tiempo tenía, vio como él ya iba a volver a hacer algo, todo pasaba demasiado rápido, más que su propia visión, y sus manos se movieron también a la mayor velocidad posible, si bien no podía dar golpes físicos ¿Qué tal un conjuro? ¿Y qué tal si era el mismo que había aprendido de su padre? No lo tenía perfeccionado, aún era un novato en su uso y no era tan dañino como el que su progenitor usaba. Pero ni pensó eso, ni pensó en nada, sus palabras salieron automáticamente y por suerte, la varita estaba ya en su mano pues antes ya la había cogido, y por lo tanto los movimientos de muñeca salieron automáticamente, tal cual surcaron su mente.
Si después de aquello el desangre le hacía caerse de espalda le daba igual, apuntó a sus piernas, las ataduras irían directas a sus tobillos y con ello –más aún si intentaba dar patada como en ese momento – intentaría hacerlo caer.

- Corium Servitutis – lo musitó no muy alto, y tras ello sin saber si había dado o no en el blanco, arriesgándose, tiró de la varita para lograr lo deseado.


……

Corium Servitutis : hechizo inventado, para evitar que tenga que andar buscando [Salen látigos de cuero de la varita y se enrosca en las articulaciones del contrario dependiendo de tirada solo da en las apuntadas[piernas en este caso], en las cuatro o en todas+cuello si es crítico]