Desgnomizando el jardin (libre lo que le sigue)

Se estaban comiendo sus tubérculos, aprovechando que eran igualitos a una papa con piernas y no se notaba la diferencia, se divertían cortando las fresas y les había dado por desenterrar todas las plantas para hacer sus nidos (o cuevitas o lo que sea), por si eso no fuera poco ya ni se dignaban a esconderse cuando ellos estaban en el jardín. Ya era hora de ponerles un hasta aquí.

Los vio desde la ventana de la cocina caminando hacia la puerta que daba al jardín de atrás y después de reírse cuando uno tropezó con sus propios pies, los platos se estaban lavando solos así que Regina se desperezó y subió a su habitación para quitarse la pijama.

La desgnominzación del jardín estaba a cargo de los tres hijos de los Cleeverley, aunque ya hacía algunos años que a Bleeker lo habían jubilado de hacer labores domésticas simples y lo habían ascendido a arreglos como el baño o los hechizos de protección de la casa, Regina solo lo hacía en vacaciones y Dan dos veces a la semana por ser el que pasaba más tiempo en la casa. Ahora que no había estado él y que Regina estaba bajo el castigo de Brigantia, su mamá se había encargado de eso mientras cuidaba el jardín pero únicamente lo había hecho en una o dos ocasiones por que los encontraba adorables y decía que la casa tenía que tener vida o algo así.

Se puso unos jeans y una de las camisetas de su hermano, también un sueter por que hacía frío y unos tenis de lo más sucios. Por último el sombrerito que usaban para protegerse del sol cuando hacían jardinería y regresó a la cocina. Con un movimiento de varita cerró la llave y con otro guardó los platos ya limpios en el estante de arriba, después fue al refrigerador para sacar la jarra de limonada que se había preparado con los limones del limonero de a fuera y sonrió por su “Extraordinario” pegado en el refrigerador. Siempre exponía sus extraordinarios para que todos lo vieran por que no eran muy usuales en ella.

Al salir dejó la varita y la jarra en la mesita, luego se arrepintió y mejor la guardó en su bolsillo de atrás y se dispuso a atrapar al primer gnomo. No era tan difícil por que les daba curiosidad y salían a ver, pero el primero siempre era el que costaba más trabajo por que les gustaba que los corretearan.

Si tuvieramos al perro esto no pasaría –refunfuñó y luego volvió a reírse por que uno se calló en la alberquita inflable.

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Libiriiiiiiiiisimo!!!!! (bueno, si saben dónde está la casa)