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Quien dijo VERGÜENZA?
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Quien dijo VERGÜENZA?
Pronto se cumpliría un mes de su llegada a Brigantia, y Markus no podía decir que le hubiera ido nada mal hasta ese entonces. Había conocido a algunas personas interesantes, recobrado el contacto con otras a quienes casi había olvidado y, aunque sabía que no debía juzgar, también había encontrado a uno que otro que le hacían preguntarse con consternación que clase de sanadores, pocionistas y demás tendría la próxima generación.
Dejando las interacciones sociales de lado, Markus no había pensado ni por un momento que volver a los estudios podría ser tan estresante. Las clases no eran especialmente complicadas y el tema de los cimientos jurídicos que sostenían toda la sociedad mágica era por demás interesante, pero habían pasado años desde que había pisado un salón de clases por última vez. Sin embargo se sentía bien, realmente bien. Todo estaba saliendo como lo había planeado.
Por eso se encontraba de tan buen humor aquella mañana. Podría haber ido a Hogsmeade o algo, era fin de semana, después de todo. Sin embargo algo le decía que era mejor quedarse en Brigantia, aprovechar que la mayoría se había ido a casa o a pasear por ahí y tan solo vagar por los pasillos y los terrenos, como hizo tantas veces en Hogwarts.
Se levantó temprano, desayuno ligero y dio un paseo por el bosque de Andarta. Le recordó un poco al Bosque Prohibido, en Hogwarts. Conocía a muchos que habían incursionado en este tantas veces que, de haber sido una de las horribles criaturas que habitan en él, se habría sentido ofendido por aquella falta de temeroso respeto y sentido de supervivencia de la que tanto presumían algunos.
A eso de las nueve regresó a las instalaciones. Tenía la frente perlada en sudor y las mejillas algo sonrojadas por haber pasado demasiado tiempo remojando los pies en las aguas termales. Se secó el rostro con un pañuelo que guardó en un bolsillo y se dirigió a la cafetería, la cual no solía visitar porque solía resultarle mucho más práctico dirigirse al comedor.
Pidió un café negro, sin azúcar. Mientras se dirigía a una mesa vacía escuchó un aleteo lejano, una lechuza mensajera seguramente. Después de darle el primer sorbo a su café escuchó un débil y lejano ulular. Cuando la taza se encontraba a exactamente tres centímetros con un milímetro de entrar en contacto con sus labios, algo grande y emplumado le golpeó en la cabeza.
Era Ivory, una lechuza bastante vieja que, había teorizado alguna vez, seguro se había alimentado de algún ratón envenenado o dos durante su vida, porque cada vez parecía más torpe y propensa a los accidentes. Desató el cordel que unía el sobre con su pata. Este era de color rojo, y le resultó extrañamente familiar. Entonces comenzó a echar humo.
Diablos, diablos, ¡DIABLOS! No, no, ¡no podía ser uno!
¡Malcolm O’Dwyer! –Ladró el vociferador, llenando el reducido espacio de la cafetería con la resonante furia de la voz de su madre.- ¿¡Cómo puedes hacernos esto a tu padre y a mí!? ¿Tienes idea de la vergüenza que sentimos al recibir esa carta de tu profesora? Copiar en un examen de encantamientos de segundo año… ¡Hay que ver! ¡Tus hermanos nunca nos decepcionaron así! Solo deja que le escriba a tu hermano mayor; estará tan decepcionado como yo… ¡Con todos los sacrificios que tu padre y yo hacemos! ¡SI ESTO SE REPITE TE TRAERE DE VUELTA A CASA COLGANDO POR LOS CAL…! ¡Ay! ¡El pavo!
La carta estalló entonces, y Markus se quedó mirando los restos de pergamino humeantes como si fueran la cosa más extraña que hubiese visto en su vida. Aquella era una situación de lo más extraña, de eso sí estaba seguro…
Dejando las interacciones sociales de lado, Markus no había pensado ni por un momento que volver a los estudios podría ser tan estresante. Las clases no eran especialmente complicadas y el tema de los cimientos jurídicos que sostenían toda la sociedad mágica era por demás interesante, pero habían pasado años desde que había pisado un salón de clases por última vez. Sin embargo se sentía bien, realmente bien. Todo estaba saliendo como lo había planeado.
Por eso se encontraba de tan buen humor aquella mañana. Podría haber ido a Hogsmeade o algo, era fin de semana, después de todo. Sin embargo algo le decía que era mejor quedarse en Brigantia, aprovechar que la mayoría se había ido a casa o a pasear por ahí y tan solo vagar por los pasillos y los terrenos, como hizo tantas veces en Hogwarts.
Se levantó temprano, desayuno ligero y dio un paseo por el bosque de Andarta. Le recordó un poco al Bosque Prohibido, en Hogwarts. Conocía a muchos que habían incursionado en este tantas veces que, de haber sido una de las horribles criaturas que habitan en él, se habría sentido ofendido por aquella falta de temeroso respeto y sentido de supervivencia de la que tanto presumían algunos.
A eso de las nueve regresó a las instalaciones. Tenía la frente perlada en sudor y las mejillas algo sonrojadas por haber pasado demasiado tiempo remojando los pies en las aguas termales. Se secó el rostro con un pañuelo que guardó en un bolsillo y se dirigió a la cafetería, la cual no solía visitar porque solía resultarle mucho más práctico dirigirse al comedor.
Pidió un café negro, sin azúcar. Mientras se dirigía a una mesa vacía escuchó un aleteo lejano, una lechuza mensajera seguramente. Después de darle el primer sorbo a su café escuchó un débil y lejano ulular. Cuando la taza se encontraba a exactamente tres centímetros con un milímetro de entrar en contacto con sus labios, algo grande y emplumado le golpeó en la cabeza.
Era Ivory, una lechuza bastante vieja que, había teorizado alguna vez, seguro se había alimentado de algún ratón envenenado o dos durante su vida, porque cada vez parecía más torpe y propensa a los accidentes. Desató el cordel que unía el sobre con su pata. Este era de color rojo, y le resultó extrañamente familiar. Entonces comenzó a echar humo.
Diablos, diablos, ¡DIABLOS! No, no, ¡no podía ser uno!
¡Malcolm O’Dwyer! –Ladró el vociferador, llenando el reducido espacio de la cafetería con la resonante furia de la voz de su madre.- ¿¡Cómo puedes hacernos esto a tu padre y a mí!? ¿Tienes idea de la vergüenza que sentimos al recibir esa carta de tu profesora? Copiar en un examen de encantamientos de segundo año… ¡Hay que ver! ¡Tus hermanos nunca nos decepcionaron así! Solo deja que le escriba a tu hermano mayor; estará tan decepcionado como yo… ¡Con todos los sacrificios que tu padre y yo hacemos! ¡SI ESTO SE REPITE TE TRAERE DE VUELTA A CASA COLGANDO POR LOS CAL…! ¡Ay! ¡El pavo!
La carta estalló entonces, y Markus se quedó mirando los restos de pergamino humeantes como si fueran la cosa más extraña que hubiese visto en su vida. Aquella era una situación de lo más extraña, de eso sí estaba seguro…
Markus O'Dwyer- Mensajes : 39
Fecha de inscripción : 21/09/2012
Re: Quien dijo VERGÜENZA?
Claro que seguía indignada con Adair por haber entrado en histeria y haberla sacado de la fiesta como si tuviera un miembro amputado cuando en realidad sólo tenía un pequeño corte en el labio. ¿¡Que habrían pensado los demás!? Ni siquiera se había atrevido a volver a ninguna de las fiestas públicas, no almenos hasta que pasara un tiempo prudencial y todos se hubieran olvidado del tema, o hasta que estuviera segura que su hermano no aparecería por la fiesta en cuestión. Incluso evitaba ir al Comedor a las horas principales de las comidas. Y si, seguramente estaba exagerando demasiado con todo eso, pero no podía evitarlo. Quizás su hermana Lucy le había pegado el actuar de ese modo.
Por eso aquella mañana estaba desayunando a solas en la cafetería como cada día, un capuccino y unas tostadas con mermelada, que luego se encargaría de quemar con su rato de ejercicio diario. Y por ese motivo casi se tira todo su capuccino por encima cuando unos gritos invadieron todo el lugar.
Automaticamente giró la cabeza hacía el chico que había abierto el vociferador y lo miraba con cara de alucinado, y no era para menos, porque aunque realmente no quisiera oír lo que decía, la voz sonaba demasiado alto para que la obviara. ¿Copiar en un examen de Encantamientos de segundo? O aquella carta llegaba con varios años de retraso o era el destinatario equivocado.
Casi sin quererlo se le escapó una carcajada, que fue suficiente para llamar la atención del chico, que apenas estaba a un par de mesas de distancia. Creía haberlo visto antes, aunque no terminaba de ubicarlo. Seguramente de Hogwarts, de donde era incapaz de recordar con claridad todas las caras de todos los alumnos.
- Perdón... No pretendía escuchar... Es solo que pareces estar un poquito mayor para copiar en un examen de segundo año. - le dijo con una sonrisa de disculpa - Parecía enfadada. Espero que no haya más represalias... Porque mi madre solía ponernos a fregar todos los platos de toda la família sin magia durante un mes cada vez que le llegaba una carta de cualquier aviso por mal comportamiento en el colegio.
Y entonces se dio cuenta que tal vez había hablado demasiado. ¿Que derecho tenía a opinar de algo que en realidad no tenía ni que haber escuchado? Tomó la taza de capuccino y le dio un sorbo, intentando mantener su bocaza cerrada. ¿Porque le iba a interesar a un chico que no la conocía de nada lo que hacía su madre para castigarlos?
Por eso aquella mañana estaba desayunando a solas en la cafetería como cada día, un capuccino y unas tostadas con mermelada, que luego se encargaría de quemar con su rato de ejercicio diario. Y por ese motivo casi se tira todo su capuccino por encima cuando unos gritos invadieron todo el lugar.
Automaticamente giró la cabeza hacía el chico que había abierto el vociferador y lo miraba con cara de alucinado, y no era para menos, porque aunque realmente no quisiera oír lo que decía, la voz sonaba demasiado alto para que la obviara. ¿Copiar en un examen de Encantamientos de segundo? O aquella carta llegaba con varios años de retraso o era el destinatario equivocado.
Casi sin quererlo se le escapó una carcajada, que fue suficiente para llamar la atención del chico, que apenas estaba a un par de mesas de distancia. Creía haberlo visto antes, aunque no terminaba de ubicarlo. Seguramente de Hogwarts, de donde era incapaz de recordar con claridad todas las caras de todos los alumnos.
- Perdón... No pretendía escuchar... Es solo que pareces estar un poquito mayor para copiar en un examen de segundo año. - le dijo con una sonrisa de disculpa - Parecía enfadada. Espero que no haya más represalias... Porque mi madre solía ponernos a fregar todos los platos de toda la família sin magia durante un mes cada vez que le llegaba una carta de cualquier aviso por mal comportamiento en el colegio.
Y entonces se dio cuenta que tal vez había hablado demasiado. ¿Que derecho tenía a opinar de algo que en realidad no tenía ni que haber escuchado? Tomó la taza de capuccino y le dio un sorbo, intentando mantener su bocaza cerrada. ¿Porque le iba a interesar a un chico que no la conocía de nada lo que hacía su madre para castigarlos?
Autumn Brackminster- Mensajes : 99
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: Quien dijo VERGÜENZA?
Markus tenía un serio conflicto emocional en ese momento; no sabía si estaba más molesto porque Malcolm hubiera estado copiando en un examen de la que era sin duda una de las materias más sencillas de los primeros cursos -que era un Ravenclaw, ¡caramba!- o la terrible vergüenza que le producía haber recibido su primer vociferador, aunque no fuera dirigido realmente a su persona.
- Ya tendré que escribirle a este niño... -murmuró para si, mientras recogía con cuidado a la pobre y atolondrada lechuza y le acariciaba perezosamente la cabeza con el índice.- ¿Y por qué madre me hace ver como un ogro? No es como si fuera tan ma...
Una voz femenina lo saco de aquel hilo de pensamiento. No había sido la única persona en reírse, cosa que no le molestaba ya que si aquella no era una situación vergonzosamente divertida entonces no sabía que podría serlo, pero sí había sido la primera en acercársele.
- Es uno de mis hermanitos.-Explicó. Sus mejillas estaban ligeramente sonrojadas pero su expresión no denotaba más que una digna resignación.- Buen chico, Ravenclaw. Ya tendré que mandarle una nota más tarde, aunque creo que será mejor que utilice una de las lechuzas de la universidad.
Dirigió una mirada cariñosa a la pobre Ivory y sintió bastante pena por ella. Quizás ya había llegado el momento de dejar que se jubilara y comprar otra lechuza.
- ¿La verdad? Mientras están en Hogwarts creo que YO soy las represalias. -Una pausa, entro en cuenta de lo que acababa de decir. Sus labios se curvaron en una sonrisa que dejó a la vista sus blanquísimos dientes.- He de sonar como un ogro o algo así.
Soltó una risita, más por incomodidad que por encontrar aquella idea verdaderamente graciosa.
- La verdad en casa siempre lavamos los platos sin magia, preferimos hacer esas cosas con las manos. -Ivory se agitó un poco entre sus brazos, pero prefirió no dejarla volar de regreso a casa todavía. Más tarde la dejaría en la lechuzería para que descansara unas horas.- Suena como si hubieras lavado una buena cantidad de platos en tus vacaciones del colegio.
Volvió a su asiento, sosteniendo con firmeza a la lechuza. Sus facciones se relajaron un poco mientras seguía acariciándola suavemente para que se relajara y el color en sus mejillas pronto se disipó.
- Ya tendré que escribirle a este niño... -murmuró para si, mientras recogía con cuidado a la pobre y atolondrada lechuza y le acariciaba perezosamente la cabeza con el índice.- ¿Y por qué madre me hace ver como un ogro? No es como si fuera tan ma...
Una voz femenina lo saco de aquel hilo de pensamiento. No había sido la única persona en reírse, cosa que no le molestaba ya que si aquella no era una situación vergonzosamente divertida entonces no sabía que podría serlo, pero sí había sido la primera en acercársele.
- Es uno de mis hermanitos.-Explicó. Sus mejillas estaban ligeramente sonrojadas pero su expresión no denotaba más que una digna resignación.- Buen chico, Ravenclaw. Ya tendré que mandarle una nota más tarde, aunque creo que será mejor que utilice una de las lechuzas de la universidad.
Dirigió una mirada cariñosa a la pobre Ivory y sintió bastante pena por ella. Quizás ya había llegado el momento de dejar que se jubilara y comprar otra lechuza.
- ¿La verdad? Mientras están en Hogwarts creo que YO soy las represalias. -Una pausa, entro en cuenta de lo que acababa de decir. Sus labios se curvaron en una sonrisa que dejó a la vista sus blanquísimos dientes.- He de sonar como un ogro o algo así.
Soltó una risita, más por incomodidad que por encontrar aquella idea verdaderamente graciosa.
- La verdad en casa siempre lavamos los platos sin magia, preferimos hacer esas cosas con las manos. -Ivory se agitó un poco entre sus brazos, pero prefirió no dejarla volar de regreso a casa todavía. Más tarde la dejaría en la lechuzería para que descansara unas horas.- Suena como si hubieras lavado una buena cantidad de platos en tus vacaciones del colegio.
Volvió a su asiento, sosteniendo con firmeza a la lechuza. Sus facciones se relajaron un poco mientras seguía acariciándola suavemente para que se relajara y el color en sus mejillas pronto se disipó.
Markus O'Dwyer- Mensajes : 39
Fecha de inscripción : 21/09/2012
Re: Quien dijo VERGÜENZA?
En sus labios se perfiló lentamente una sonrisa a medida que se iba dando cuenta de que al chico no le había molestado su irrupción en un tema que había dejado de ser estrictamente personal desde el mismo momento que los gritos habían invadido la cafetería. Quizás no todo el mundo era tan susceptible como ella se empeñaba en imaginar.
- Yo también tengo una hermana pequeña en Hogwarts... Pero creo que si copiase en un examen no llegaría a enterarme hasta que el asunto se tratara de pasada en una comida familiar o algo así. Soy demasiado blanda con la família. - miró distraidamente la hora sólo para comprobar que iba todavía muy bien de tiempo antes de volver a centrar la atención en el chico y su lechuza - Si, creo que tu lechuza agradecería un descanso... Es un viaje largo hasta Hogwarts. Quizás deberías llevarla a algún zoólogo. Hay vitaminas y alguna poción que podría ayudarla. - o eso era lo que le sonaba a ella de haber oído decir a su madre que era la que en verdad sabía de esas cosas.
Empezaba a hacérsele incómodo el estar hablando a la distancia, así que sin más tomó su taza de capuccino y el platito con las tostadas para ir a instalarse con el chico, seguramente tomándose unas confianzas que en realidad no podía tomarse todavía con una persona de la que ni conocía el nombre.
- No te importa que me siente contigo, ¿verdad? Así no parecemos tan asociales ninguno de los dos. - le dijo con una sonrisa mientras apartaba con una mano los pedazos de vociferador que habían quedado encima de la mesa y ladeó ligeramente la cabeza ante su comentario de que parecía un ogro - Bueno, no tienes el aspecto que yo esperaría de un ogro, estate tranquilo. - dijo medio en broma y medio en serio, porque vamos, el chico era guapo, para que negarlo. O quizás hacía tanto tiempo que no salía con nadie por culpa de su hermano que ya todos le parecían guapos.
Tomó otro sorbo de su capuccino mientras le oía hablar de como en su casa preferían lavar los platos sin magía. Sí... La misma opinión tenía su madre pero ella, simplemente era demasiado perezosa para hacerlo. ¿Para que esforzarse si con un simple giro de varita se obtenía el mismo efecto o incluso mejor? Y que viniera cuanto defensor del uso racional de la magia quisiera, que ella continuaria pensando lo mismo.
Se encogió de hombros esbozando lo que pretendía ser una sonrisa inocente cuando él adivinó la cantidad de platos que había tenido que lavar. Sí... Era cierto que muchas veces no se había portado como se suponía que debía portarse, pero siempre lo había justificado con las malas influencias de sus hermanos mayores (sobretodo de Adair).
- Tengo un hermano mayor que es muy mal ejemplo, y cuando de más joven era la bruja más influenciable del mundo. - se excusó - [colr=indianred]En cambio tu suenas como si nunca hubieras hecho algo que se suponía no debías hacer... Creo que te tengo visto de Hogwarts. Puede ser, ¿verdad?. Por cierto, soy Autumn.[/color]
Porque que menos que presentarse cuando había llegado a invadir su mesa y a meterse con los problemas en los que se metía su hermano pequeño por copiar en exámenes.
- Yo también tengo una hermana pequeña en Hogwarts... Pero creo que si copiase en un examen no llegaría a enterarme hasta que el asunto se tratara de pasada en una comida familiar o algo así. Soy demasiado blanda con la família. - miró distraidamente la hora sólo para comprobar que iba todavía muy bien de tiempo antes de volver a centrar la atención en el chico y su lechuza - Si, creo que tu lechuza agradecería un descanso... Es un viaje largo hasta Hogwarts. Quizás deberías llevarla a algún zoólogo. Hay vitaminas y alguna poción que podría ayudarla. - o eso era lo que le sonaba a ella de haber oído decir a su madre que era la que en verdad sabía de esas cosas.
Empezaba a hacérsele incómodo el estar hablando a la distancia, así que sin más tomó su taza de capuccino y el platito con las tostadas para ir a instalarse con el chico, seguramente tomándose unas confianzas que en realidad no podía tomarse todavía con una persona de la que ni conocía el nombre.
- No te importa que me siente contigo, ¿verdad? Así no parecemos tan asociales ninguno de los dos. - le dijo con una sonrisa mientras apartaba con una mano los pedazos de vociferador que habían quedado encima de la mesa y ladeó ligeramente la cabeza ante su comentario de que parecía un ogro - Bueno, no tienes el aspecto que yo esperaría de un ogro, estate tranquilo. - dijo medio en broma y medio en serio, porque vamos, el chico era guapo, para que negarlo. O quizás hacía tanto tiempo que no salía con nadie por culpa de su hermano que ya todos le parecían guapos.
Tomó otro sorbo de su capuccino mientras le oía hablar de como en su casa preferían lavar los platos sin magía. Sí... La misma opinión tenía su madre pero ella, simplemente era demasiado perezosa para hacerlo. ¿Para que esforzarse si con un simple giro de varita se obtenía el mismo efecto o incluso mejor? Y que viniera cuanto defensor del uso racional de la magia quisiera, que ella continuaria pensando lo mismo.
Se encogió de hombros esbozando lo que pretendía ser una sonrisa inocente cuando él adivinó la cantidad de platos que había tenido que lavar. Sí... Era cierto que muchas veces no se había portado como se suponía que debía portarse, pero siempre lo había justificado con las malas influencias de sus hermanos mayores (sobretodo de Adair).
- Tengo un hermano mayor que es muy mal ejemplo, y cuando de más joven era la bruja más influenciable del mundo. - se excusó - [colr=indianred]En cambio tu suenas como si nunca hubieras hecho algo que se suponía no debías hacer... Creo que te tengo visto de Hogwarts. Puede ser, ¿verdad?. Por cierto, soy Autumn.[/color]
Porque que menos que presentarse cuando había llegado a invadir su mesa y a meterse con los problemas en los que se metía su hermano pequeño por copiar en exámenes.
Autumn Brackminster- Mensajes : 99
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: Quien dijo VERGÜENZA?
- Entonces menos mal que ya eres una mujer. –Su cerebro pareció detenerse durante un segundo o dos, antes de analizar lo que acababa de decir. Soltó una risita nerviosa, a lo que agregó:- Seguro que al menos valieron la pena los castigos.
Le dio un sorbo apresurado a su café, quemándose la lengua. Contuvo una mueca y posó la taza en el platillo.
- Podría decirse. –Sonaba ligeramente orgulloso.- Mis padres ya tenían mucho de qué preocuparse criando a todos mis hermanos, no me parecía justo molestarlos con aun más achaques hormonales adolescentes. No es que sea un viejo aburrido en el cuerpo de un tipo de veinticuatro, ¿eh? –Sonrió.- Solo quería ayudar un poco, como fuera. Supongo que por eso ahora mi madre me usa como si contarme de sus travesuras fuera el equivalente a una visita del Coco.
Se permitió reírse un poco de sí mismo. La sola idea de que amenazaran a sus hermanitos con contarle a él de las cosas que hacían le parecía de lo más inverosímil. Sorbió su café mientras observaba a la chica. Ella también se le hacía algo familiar, aunque no lograba localizar su rostro.
- Supongo que nos vimos en Hogwarts alguna vez. -Declaró, después de meditarlo un poco.- Yo soy Markus. –Estrechó su mano, con cuidado de no apretar con demasiada firmeza.- Markus O´Dwyer. ¿Estuviste en Slytherin, de casualidad? Por favor lo que sea menos una Gryffindor.
Le guiño un ojo antes de ponerse de pie y dejar a la atolondrada lechuza en su asiento.
- La vergüenza pública siempre me abre el apetito. –Comentó como si nada, ya la impresión inicial había pasado.- ¿Te parece si te invito algo? No me parece que unas pocas tostadas sean suficiente desayuno, no sea que te andes desmayando antes de la hora del almuerzo.
Se dio la vuelta y se retiró de la mesa, nada dispuesto a aceptar una negativa.
Le dio un sorbo apresurado a su café, quemándose la lengua. Contuvo una mueca y posó la taza en el platillo.
- Podría decirse. –Sonaba ligeramente orgulloso.- Mis padres ya tenían mucho de qué preocuparse criando a todos mis hermanos, no me parecía justo molestarlos con aun más achaques hormonales adolescentes. No es que sea un viejo aburrido en el cuerpo de un tipo de veinticuatro, ¿eh? –Sonrió.- Solo quería ayudar un poco, como fuera. Supongo que por eso ahora mi madre me usa como si contarme de sus travesuras fuera el equivalente a una visita del Coco.
Se permitió reírse un poco de sí mismo. La sola idea de que amenazaran a sus hermanitos con contarle a él de las cosas que hacían le parecía de lo más inverosímil. Sorbió su café mientras observaba a la chica. Ella también se le hacía algo familiar, aunque no lograba localizar su rostro.
- Supongo que nos vimos en Hogwarts alguna vez. -Declaró, después de meditarlo un poco.- Yo soy Markus. –Estrechó su mano, con cuidado de no apretar con demasiada firmeza.- Markus O´Dwyer. ¿Estuviste en Slytherin, de casualidad? Por favor lo que sea menos una Gryffindor.
Le guiño un ojo antes de ponerse de pie y dejar a la atolondrada lechuza en su asiento.
- La vergüenza pública siempre me abre el apetito. –Comentó como si nada, ya la impresión inicial había pasado.- ¿Te parece si te invito algo? No me parece que unas pocas tostadas sean suficiente desayuno, no sea que te andes desmayando antes de la hora del almuerzo.
Se dio la vuelta y se retiró de la mesa, nada dispuesto a aceptar una negativa.
Markus O'Dwyer- Mensajes : 39
Fecha de inscripción : 21/09/2012
Re: Quien dijo VERGÜENZA?
No lo podía negar. Oírle hablar de "todos sus hermanos" le picó la curiosidad. ¿Podía ser que no fuera la que más número desmedido de hermanos tenía? Lo veía complicado porque cualquier família numerosa con la que se había cruzado a lo largo de los años acababa siempre siendo pequeña en comparación a la suya.
- Suenas como si tuvieras cincuenta hermanos. - dijo en broma, pero ahí iba escondida la pregunta directa para saber cuantos eran. No iba a decirle de buenas a primeras que ellos eran cinco hermanos y que no estaba segura que esa cifra no fuera en aumento, aunque sus padres ya no estaban en edad para esas cosas.
La conversación cambió a Hogwarts. La verdad es que no le sonaba ningún Markus O'Dwyer, y cuando le preguntó si había estado en Slytherin empezó a entender la razón. Si él había estado en la casa de la serpiente, Autumn se había pasado sus siete años de colegio ignorando en gran parte a los de su casa rival, sin meterse en demasiadas rivalidades, pero sin simpatizar demasiado con ninguno de ellos salvo contadas excepciones.
- Culpable. Era de Gryffindor. Seguro que ahora te arrepientes de esa invitación a comer.
Claro que no pensaba declinar la oferta. Una invitación a comer era siempre una invitación a comer, aunque quien invitara fuera un ex-Slytherin con prejuicios contra los ex-Gryffindor. De todos modos la época de Hogwarts ya había quedado atrás y no había porque hacer dramas al respecto... no?
- Supongo que tu eras Slytherin... De todos modos yo no era la persona con más prejuicios que te pudieras encontrar... Eso se lo dejaba a mi hermano. Perdí la cuenta de las veces que se rompió la cara con alguien de tu casa... Aunque tampoco es que le haga falta demasiado para liarse a golpes contra alguien. Lo que te dije, una mala influencia. - dijo recordando sin querer el episodio reciente entre él y Luke que había llegado a sus oídos... Definitivamente había cosas que no cambiarían nunca.
- Suenas como si tuvieras cincuenta hermanos. - dijo en broma, pero ahí iba escondida la pregunta directa para saber cuantos eran. No iba a decirle de buenas a primeras que ellos eran cinco hermanos y que no estaba segura que esa cifra no fuera en aumento, aunque sus padres ya no estaban en edad para esas cosas.
La conversación cambió a Hogwarts. La verdad es que no le sonaba ningún Markus O'Dwyer, y cuando le preguntó si había estado en Slytherin empezó a entender la razón. Si él había estado en la casa de la serpiente, Autumn se había pasado sus siete años de colegio ignorando en gran parte a los de su casa rival, sin meterse en demasiadas rivalidades, pero sin simpatizar demasiado con ninguno de ellos salvo contadas excepciones.
- Culpable. Era de Gryffindor. Seguro que ahora te arrepientes de esa invitación a comer.
Claro que no pensaba declinar la oferta. Una invitación a comer era siempre una invitación a comer, aunque quien invitara fuera un ex-Slytherin con prejuicios contra los ex-Gryffindor. De todos modos la época de Hogwarts ya había quedado atrás y no había porque hacer dramas al respecto... no?
- Supongo que tu eras Slytherin... De todos modos yo no era la persona con más prejuicios que te pudieras encontrar... Eso se lo dejaba a mi hermano. Perdí la cuenta de las veces que se rompió la cara con alguien de tu casa... Aunque tampoco es que le haga falta demasiado para liarse a golpes contra alguien. Lo que te dije, una mala influencia. - dijo recordando sin querer el episodio reciente entre él y Luke que había llegado a sus oídos... Definitivamente había cosas que no cambiarían nunca.
Autumn Brackminster- Mensajes : 99
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: Quien dijo VERGÜENZA?
Markus sonrió ante la mención de la casa de la chica. No, realmente no tenía ningún prejuicio con respecto a los Gryffindor, aquello sería bastante irónico considerando su situación.
- Solo bromeaba con lo de esperar que no fueras Gryffindor, la verdad no me sorprende en nada que vengas de allí. –Dijo entre risas.- Preséntame a un Gryffindor que respete las reglas y veré a un pésimo representante de su casa. Igual que un Hufflepuff sangrón o un Slytherin clasista.
Un silencio, tras el cual tuvo que agregar:
- Sí, sí, podrías presentarme a casi todos los Slytherin que se graduaron en tu año. –Admitió como quien no quiere la cosa.- Pero ese no es el punto.
Escuchó aquello de que el hermano de la chica se la pasaba peleando con gente de Slytherin y sintió una peculiar añoranza por Hogwarts. Él nunca se había metido en muchos líos, y siempre trataba de evitar pelearse o batirse en duelo con cualquier, fuese o no de una casa rival, pero escuchar esa clase de cosas siempre le recordaban esos años en los que la vida era sencillamente más sencilla.
- Espero que se lo merecieran, al menos. –Se encogió de hombros.- Teniamos verdaderas serpientes en… oh, ¡olvídalo!
Dejó el inintencional chiste malo a medias y fue a la caja.
Un par de minutos después regresó con un par de platos. Depositó uno frente a Autumn; tenía una humeante torre de panqueques espolvoreados con azúcar y con tanto chocolate como para provocarle un coma diabético a cualquiera. Su plato tenía lo mismo.
- Me tome la libertad de escoger por ti, espero no te moleste.- Se excusó.- Aunque probablemente ya los hayas probado. Los mejores que he comido desde que salí del colegio, y eso fue hace una vida. A veces me sorprendo de cómo volaron esos seis años.
Le dio una probada a sus panqueques. Estaban deliciosos, como supuso. Arrancó una servilleta de papel del servilletero de aluminio que reposaba a mitad de la mesa y se limpió los labios concienzudamente. Una mancha de chocolate resaltaba en su barbilla como lisa y lampiña como una cicatriz.
- Solo bromeaba con lo de esperar que no fueras Gryffindor, la verdad no me sorprende en nada que vengas de allí. –Dijo entre risas.- Preséntame a un Gryffindor que respete las reglas y veré a un pésimo representante de su casa. Igual que un Hufflepuff sangrón o un Slytherin clasista.
Un silencio, tras el cual tuvo que agregar:
- Sí, sí, podrías presentarme a casi todos los Slytherin que se graduaron en tu año. –Admitió como quien no quiere la cosa.- Pero ese no es el punto.
Escuchó aquello de que el hermano de la chica se la pasaba peleando con gente de Slytherin y sintió una peculiar añoranza por Hogwarts. Él nunca se había metido en muchos líos, y siempre trataba de evitar pelearse o batirse en duelo con cualquier, fuese o no de una casa rival, pero escuchar esa clase de cosas siempre le recordaban esos años en los que la vida era sencillamente más sencilla.
- Espero que se lo merecieran, al menos. –Se encogió de hombros.- Teniamos verdaderas serpientes en… oh, ¡olvídalo!
Dejó el inintencional chiste malo a medias y fue a la caja.
Un par de minutos después regresó con un par de platos. Depositó uno frente a Autumn; tenía una humeante torre de panqueques espolvoreados con azúcar y con tanto chocolate como para provocarle un coma diabético a cualquiera. Su plato tenía lo mismo.
- Me tome la libertad de escoger por ti, espero no te moleste.- Se excusó.- Aunque probablemente ya los hayas probado. Los mejores que he comido desde que salí del colegio, y eso fue hace una vida. A veces me sorprendo de cómo volaron esos seis años.
Le dio una probada a sus panqueques. Estaban deliciosos, como supuso. Arrancó una servilleta de papel del servilletero de aluminio que reposaba a mitad de la mesa y se limpió los labios concienzudamente. Una mancha de chocolate resaltaba en su barbilla como lisa y lampiña como una cicatriz.
Markus O'Dwyer- Mensajes : 39
Fecha de inscripción : 21/09/2012
Re: Quien dijo VERGÜENZA?
- Supongo que lo merecían... No sé. No suelo meterme mucho en los líos de mi hermano. - dijo encogiéndose de hombros.
Al parecer la mención de que en realidad si que era de Gryffindor no le había hecho cambiar de opinión respecto a lo de invitarla a comer. Así que cruzó los brazos por encima de la mesa y esperó a que él volviera.
Lo que no esperaba es que lo hiciera con aquel montón de panqueques con montones de chocolate, y aunque olían a las mil maravillas dudó antes de probar bocado, aún cuando Markus ya lo había hecho y parecía disfrutar de lo buenos que debían estar.
No es que nunca hubiera sido de esas chicas que se pasaban media vida en dietas. De hecho siempre había comido más o menos lo que le venía en gana. Pero desde que había empezado la universidad y en su carrera se exigía de una estricta forma física, si que estaba prestando más atención a lo que comía o dejaba de comer. Al final, el olor dulzón que desprendía aquel montón de panqueques la convenció, y con una sonrisa tomó uno de los tenedores y cortó un trozo.
Merlín bendito. Aquello sabía a gloria. Casi de inmediato tomó otro trozo, pues ya había olvidado cuanto hacía que no comía algo que no fuera verde y vegetal.
- Tendré que correr toda la tarde para compensar, pero... Es lo más delicioso que he probado en toda la vida.
Y cuando levantó la mirada para agradecerle haberla invitado, se dio cuenta de aquella mancha de chocolate que tenía en su barbilla.
- Tienes un poco de chocolate... - dijo, y con su mano le indicó marcando en su barbilla donde tenía que limpiarse.
Sonrió porque toda la situación en si le parecía bastante peculiar. El chico parecía bastante peculiar y también la forma en la que se habían conocido, sin embargo el resultado de todo había salido bastante bien. Volvió a tomar un trozo de panqueque y lo masticó antes de seguir preguntándole.
- Entonces eres el mayor de... ¿cuantos hermanos? ¿Todos estudían en Hogwarts? Quizás alguno conozca a mi hermana pequeña, Lizzie, aunque ella también es Gryffindor. Anda empezando sexto.
Al parecer la mención de que en realidad si que era de Gryffindor no le había hecho cambiar de opinión respecto a lo de invitarla a comer. Así que cruzó los brazos por encima de la mesa y esperó a que él volviera.
Lo que no esperaba es que lo hiciera con aquel montón de panqueques con montones de chocolate, y aunque olían a las mil maravillas dudó antes de probar bocado, aún cuando Markus ya lo había hecho y parecía disfrutar de lo buenos que debían estar.
No es que nunca hubiera sido de esas chicas que se pasaban media vida en dietas. De hecho siempre había comido más o menos lo que le venía en gana. Pero desde que había empezado la universidad y en su carrera se exigía de una estricta forma física, si que estaba prestando más atención a lo que comía o dejaba de comer. Al final, el olor dulzón que desprendía aquel montón de panqueques la convenció, y con una sonrisa tomó uno de los tenedores y cortó un trozo.
Merlín bendito. Aquello sabía a gloria. Casi de inmediato tomó otro trozo, pues ya había olvidado cuanto hacía que no comía algo que no fuera verde y vegetal.
- Tendré que correr toda la tarde para compensar, pero... Es lo más delicioso que he probado en toda la vida.
Y cuando levantó la mirada para agradecerle haberla invitado, se dio cuenta de aquella mancha de chocolate que tenía en su barbilla.
- Tienes un poco de chocolate... - dijo, y con su mano le indicó marcando en su barbilla donde tenía que limpiarse.
Sonrió porque toda la situación en si le parecía bastante peculiar. El chico parecía bastante peculiar y también la forma en la que se habían conocido, sin embargo el resultado de todo había salido bastante bien. Volvió a tomar un trozo de panqueque y lo masticó antes de seguir preguntándole.
- Entonces eres el mayor de... ¿cuantos hermanos? ¿Todos estudían en Hogwarts? Quizás alguno conozca a mi hermana pequeña, Lizzie, aunque ella también es Gryffindor. Anda empezando sexto.
Autumn Brackminster- Mensajes : 99
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: Quien dijo VERGÜENZA?
- ¿Correr toda la tarde? –Repitió, como si le costara comprenderlo.- ¿Eres de esas chicas obsesionadas con su peso o estás estudiando para ser una jugadora estrella de Quidditch? Porque en cualquier caso no creo que te haga falta preocuparte tanto. Son solo unos panqueques… los mejores de este lado del mundo, claro, pero panqueques a fin de cuentas.
Dio otro bocado de su comida, complacido de no haber tenido que exagerar en absoluto. No lo decía a menudo, pero la comida era una de las razones por las que le gustaba tanto estudiar: tanto Hogwarts como Brigantia tenían cocineros estupendos. Tan distraído se encontraba en disfrutar de los placeres culinarios que le tomó unos segundos comprender las señas de Autumn. Un tanto avergonzado, pareció barrer todo el perímetro de su angulosa barbilla para asegurarse de que no quedase el más mínimo rastro de chocolate en ella.
- ¿Mejor? –Preguntó, devolviéndole la sonrisa. Aunque algo le decía que sonreían por motivos ligeramente diferentes. Él lo hacía porque se sentía jodidamente bien sentarse a charlar con alguien que no pareciera tener conocimiento de lo que pasó en aquella fiesta infernal. Mientras pensaba en ello se llevó la mano a la nuca en un movimiento involuntario, y tocó con la yema de los dedos la superficie hinchada del moretón.
- ¡Ocho! –Dijo de repente, saliendo de su ensimismamiento como si alguna de aquellas preguntas hubiese estado referida a la segunda cabeza que le estaba creciendo detrás del cráneo.- Somos ocho. Yo soy el mayor, luego un hermano squib, Thomas, que está estudiando en una universidad muggle y después están: Lily, Sean, Garland, Arlene, Malcolm y Florence… y no estoy seguro de por qué te aburro llamándolos a todo por nombre.
Tomó otro bocado de sus panqueques, como para ganar tiempo. La verdad se había mareado un poco.
- Pues los gemelos, Sean y Lily, acaban de pasar a séptimo y uno de ellos es Gryffindor. Buen chico, le encanta el Quidditch. Aunque quizás sea mejor si tu hermanita no lo conoce…
Tomó un sorbo de su café. La mayor parte se había derramado cuando Ivory llegó con su aterrizaje de emergencia, pero aun quedaba lo suficiente. Markus no creía que fuera necesario entrar en detalles de por qué sería mejor que la chica no tuviera contacto con el Sean. Lo quería, Dios sabe que sí, pero el chico no podía durar más de tres semanas en una relación. A veces se preguntaba cómo era posible que a esas alturas aun consiguiese chicas que se ilusionaran con él.
Dio otro bocado de su comida, complacido de no haber tenido que exagerar en absoluto. No lo decía a menudo, pero la comida era una de las razones por las que le gustaba tanto estudiar: tanto Hogwarts como Brigantia tenían cocineros estupendos. Tan distraído se encontraba en disfrutar de los placeres culinarios que le tomó unos segundos comprender las señas de Autumn. Un tanto avergonzado, pareció barrer todo el perímetro de su angulosa barbilla para asegurarse de que no quedase el más mínimo rastro de chocolate en ella.
- ¿Mejor? –Preguntó, devolviéndole la sonrisa. Aunque algo le decía que sonreían por motivos ligeramente diferentes. Él lo hacía porque se sentía jodidamente bien sentarse a charlar con alguien que no pareciera tener conocimiento de lo que pasó en aquella fiesta infernal. Mientras pensaba en ello se llevó la mano a la nuca en un movimiento involuntario, y tocó con la yema de los dedos la superficie hinchada del moretón.
- ¡Ocho! –Dijo de repente, saliendo de su ensimismamiento como si alguna de aquellas preguntas hubiese estado referida a la segunda cabeza que le estaba creciendo detrás del cráneo.- Somos ocho. Yo soy el mayor, luego un hermano squib, Thomas, que está estudiando en una universidad muggle y después están: Lily, Sean, Garland, Arlene, Malcolm y Florence… y no estoy seguro de por qué te aburro llamándolos a todo por nombre.
Tomó otro bocado de sus panqueques, como para ganar tiempo. La verdad se había mareado un poco.
- Pues los gemelos, Sean y Lily, acaban de pasar a séptimo y uno de ellos es Gryffindor. Buen chico, le encanta el Quidditch. Aunque quizás sea mejor si tu hermanita no lo conoce…
Tomó un sorbo de su café. La mayor parte se había derramado cuando Ivory llegó con su aterrizaje de emergencia, pero aun quedaba lo suficiente. Markus no creía que fuera necesario entrar en detalles de por qué sería mejor que la chica no tuviera contacto con el Sean. Lo quería, Dios sabe que sí, pero el chico no podía durar más de tres semanas en una relación. A veces se preguntaba cómo era posible que a esas alturas aun consiguiese chicas que se ilusionaran con él.
Markus O'Dwyer- Mensajes : 39
Fecha de inscripción : 21/09/2012
Re: Quien dijo VERGÜENZA?
¿Que si era de esas chicas obsesionadas con el peso? Pues no, no lo había sido nunca (vaya, que su madre cocinaba demasiado bien para pasarse el tiempo permanentemente vigilando lo que comía o dejaba de comer. Pero si que era verdad que la habían asustado hasta tal punto con todo el requerimiento físico que necesitaria para seguir al día el entrenamiento para aurores que se había vuelto un tanto obsesiva con los ejercicios y la dieta equilibrada.
- Es... Complicado. No estoy en quidditch, pero si en entrenamiento para aurores. Es duro. Mucho. Así que más me vale quedarme exactamente como estoy o no voy a aguantarlo. Así que no es ninguna obsesión estúpida. Me gusta comer. Me gustan estos panqueques. - acabó por aceptar con una sonrisa antes de volver a mirarle - ¿Que estudias tu?
Acabó hasta la última migaja en su plato mientras le oía hablar de sus hermanos. ¿¡Ocho!? Definitivamente debía dejar de quejarse de su família y sus cinco hermanos, al lado de los ocho de Markus era casi una ridiculez.
- Le diré a Lizzie que se mantenga alejada de Sean entonces. Es tan tímida que apenas empieza a tener citas y lo último que necesita es una mala experiencia. - dijo con una sonrisa nostálgica. - Vuestras reuniones familiares deben ser dignas de ver. Lo son las de mi familia y somos dos hermanos menos que vosotros...
La verdad es que añoraba esos tiempos. Las primeras citas, la inocencia de creer que los chicos serian su media naranja y que estarían juntos para siempre... Y ese tipo de cosas que sólo se pueden pensar cuando eres adolescente y no tienes ningún tipo de experiencia con nada.
- ¿No echas de menos esa edad en la que nada parecía más grave que una riña tonta entre amigos o un howler de tu madre por haber suspendido alguna asignatura?
- Es... Complicado. No estoy en quidditch, pero si en entrenamiento para aurores. Es duro. Mucho. Así que más me vale quedarme exactamente como estoy o no voy a aguantarlo. Así que no es ninguna obsesión estúpida. Me gusta comer. Me gustan estos panqueques. - acabó por aceptar con una sonrisa antes de volver a mirarle - ¿Que estudias tu?
Acabó hasta la última migaja en su plato mientras le oía hablar de sus hermanos. ¿¡Ocho!? Definitivamente debía dejar de quejarse de su família y sus cinco hermanos, al lado de los ocho de Markus era casi una ridiculez.
- Le diré a Lizzie que se mantenga alejada de Sean entonces. Es tan tímida que apenas empieza a tener citas y lo último que necesita es una mala experiencia. - dijo con una sonrisa nostálgica. - Vuestras reuniones familiares deben ser dignas de ver. Lo son las de mi familia y somos dos hermanos menos que vosotros...
La verdad es que añoraba esos tiempos. Las primeras citas, la inocencia de creer que los chicos serian su media naranja y que estarían juntos para siempre... Y ese tipo de cosas que sólo se pueden pensar cuando eres adolescente y no tienes ningún tipo de experiencia con nada.
- ¿No echas de menos esa edad en la que nada parecía más grave que una riña tonta entre amigos o un howler de tu madre por haber suspendido alguna asignatura?
Autumn Brackminster- Mensajes : 99
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: Quien dijo VERGÜENZA?
- Pues sí, suelen ser algo interesantes.-Comentó, mientras ensartaba un trocito de panqueque con el tenedor.- A veces tengo que ponerme medio ogro y todo eso, porque mis padres no se dan abasto. Supongo que es por eso que aun sigo quedándome allá cuando hace tanto que podría haberme permitido mudarme.
Se llevó el trocito de panqueque a la boca y lo degustó. Terriblemente bueno, empalagoso hasta el punto de lo absurdo, pero igual de bueno. Mostró una sonrisa al escuchar aquello último. Lo entendía perfectamente; en casa estaba rodeado de saquitos de hormonas cuyas mayores preocupaciones eran exactamente esas.
- ¿La verdad? –Musitó con tono confidencial.- Ni un poco.
Rió un poco, dejando el tenedor a un lado. Tomó una servilleta del centro de la mesa y limpió con ella las comisuras de sus labios. Vaya que no lo extrañaba. Entendía por qué algunos podrían, pero…
- Éramos unos incontrolables sacos de hormonas. –Dijo, con el ademán de alguien que puede apostarse la vida con tal afirmación.- Los enamoramientos absurdos, el acné, la sensación de que nos podíamos comer al mundo solo porque sí… Con el tiempo cambiamos todo por un poco de sensatez y sentido común. Lo único malo de comenzar a hacerte adulto es que empiezas a ver que el mundo en un sitio bastante jo… problemático, eso. Pero para cuando estás totalmente consciente de ello normalmente ya estás en la edad de querer traer al mundo a otro futuro saquito de hormonas (o en su defecto tienes como mil hermanos), así que te haces a la idea de hacer lo posible por que las cosas no estén tan mal... o al menos por hacerles creer que no están TAN mal. Supongo que es una de las razones por las que estudio leyes.
Tomó un sorbo de su café, y entonces la realización le golpeó como un batazo de Pearlie en la nuca.
- ¡Ah caray! De verdad comienzo a parecer un pobre y viejo abogado. –Se estremeció levemente.- Quizás tengas algo de razón en extrañar esa época.
Se llevó el trocito de panqueque a la boca y lo degustó. Terriblemente bueno, empalagoso hasta el punto de lo absurdo, pero igual de bueno. Mostró una sonrisa al escuchar aquello último. Lo entendía perfectamente; en casa estaba rodeado de saquitos de hormonas cuyas mayores preocupaciones eran exactamente esas.
- ¿La verdad? –Musitó con tono confidencial.- Ni un poco.
Rió un poco, dejando el tenedor a un lado. Tomó una servilleta del centro de la mesa y limpió con ella las comisuras de sus labios. Vaya que no lo extrañaba. Entendía por qué algunos podrían, pero…
- Éramos unos incontrolables sacos de hormonas. –Dijo, con el ademán de alguien que puede apostarse la vida con tal afirmación.- Los enamoramientos absurdos, el acné, la sensación de que nos podíamos comer al mundo solo porque sí… Con el tiempo cambiamos todo por un poco de sensatez y sentido común. Lo único malo de comenzar a hacerte adulto es que empiezas a ver que el mundo en un sitio bastante jo… problemático, eso. Pero para cuando estás totalmente consciente de ello normalmente ya estás en la edad de querer traer al mundo a otro futuro saquito de hormonas (o en su defecto tienes como mil hermanos), así que te haces a la idea de hacer lo posible por que las cosas no estén tan mal... o al menos por hacerles creer que no están TAN mal. Supongo que es una de las razones por las que estudio leyes.
Tomó un sorbo de su café, y entonces la realización le golpeó como un batazo de Pearlie en la nuca.
- ¡Ah caray! De verdad comienzo a parecer un pobre y viejo abogado. –Se estremeció levemente.- Quizás tengas algo de razón en extrañar esa época.
Markus O'Dwyer- Mensajes : 39
Fecha de inscripción : 21/09/2012
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