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Entre fuegos artificiales
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Entre fuegos artificiales
Por fin había llegado el día, sábado a primera hora de la mañana en la entrada del campus, así se lo había puesto en la lechuza a Gianna y allí se encontraba él, con un flamante descapotable de su padre que escondía algunas sorpresas, ramo de flores en mano y vestido casual con camisa abierta, bermudas y náuticos, pues donde iban hacia calor y seguramente se mojarían un poco.
Recordaba perfectamente como había sucedido todo en la fiesta, el baile, los besos, las sonrisas, el paseo por el bosque cogidos de la mano donde se conocieron mejor hablando largo y tendido… Allí fue donde Adrian se dio cuenta que la joven realmente le gustaba más de lo que él pensaba y de hecho se guardaba un as bajo la manga para utilizar allá donde iban. Juagaba con ventaja porque el lugar era totalmente sorpresa para ella y seguro que no había ido nunca por lo tanto no podía imaginarse lo bonitos que eran los fuegos artificiales nocturnos aun para ser muggles estaban muy bien logrados.
Se bajó del coche y se apoyó en el capó mientras miraba el reloj, había llegado un tanto pronto pero ya llevaba allí 10 minutos y Gianna debería de aparecer de un momento a otro pero… ¿y si no aparecía?¿y si se había echado para atrás? A lo mejor creía que no iba en serio o algo, de cualquier manera hoy era el día para demostrárselo. Por suerte para él mientras tenia aquellos pensamientos aparecía ella para devolverle la sonrisa en la cara, la cogió de la cintura besándola muy lentamente como si fuese a desaparecer y posteriormente ofreciéndole el ramo de Tiger lillies, que había comprado a sabiendas que eran sus preferidas, pues se lo había dicho durante el paseo nocturno por el bosque.
-¡Buenos días princesa! ¿Estas lista para divertirte?
Le cogió la maleta que portaba consigo y guardó en el maletero, el cual mediante magia había sido agrandado y menos mal porque allí antes no hubiese cabido nada, le abrió la puerta del copiloto y la invito a sentarse, dándole antes otro beso.
-¡Estas guapísima! ¿Si te digo que vamos a un sitio donde hace mucho sol, se te ocurre donde puedo llevarte?
Seguro que era fácil de adivinar, pues le había contado que la mayoría de verano los había pasado en España, lo difícil seria saber exactamente donde aunque de cualquier manera estaba a punto de descubrirlo.
Se sentó en el puesto de conductor, colocó las RayBan tipo aviador y encendió el descapotable el cual rugió de manera atronadora y elevándose suavemente por el aire para posteriormente volverse invisible y acelerarlo rumbo al destino.
-Espero que no tengas miedo a las alturas, te sorprenderías lo alto y rápido que llega a ir esto.
Dijo entre la mejor de sus sonrisas, porque estaba feliz, feliz de estar junto a Gianna.
Recordaba perfectamente como había sucedido todo en la fiesta, el baile, los besos, las sonrisas, el paseo por el bosque cogidos de la mano donde se conocieron mejor hablando largo y tendido… Allí fue donde Adrian se dio cuenta que la joven realmente le gustaba más de lo que él pensaba y de hecho se guardaba un as bajo la manga para utilizar allá donde iban. Juagaba con ventaja porque el lugar era totalmente sorpresa para ella y seguro que no había ido nunca por lo tanto no podía imaginarse lo bonitos que eran los fuegos artificiales nocturnos aun para ser muggles estaban muy bien logrados.
Se bajó del coche y se apoyó en el capó mientras miraba el reloj, había llegado un tanto pronto pero ya llevaba allí 10 minutos y Gianna debería de aparecer de un momento a otro pero… ¿y si no aparecía?¿y si se había echado para atrás? A lo mejor creía que no iba en serio o algo, de cualquier manera hoy era el día para demostrárselo. Por suerte para él mientras tenia aquellos pensamientos aparecía ella para devolverle la sonrisa en la cara, la cogió de la cintura besándola muy lentamente como si fuese a desaparecer y posteriormente ofreciéndole el ramo de Tiger lillies, que había comprado a sabiendas que eran sus preferidas, pues se lo había dicho durante el paseo nocturno por el bosque.
-¡Buenos días princesa! ¿Estas lista para divertirte?
Le cogió la maleta que portaba consigo y guardó en el maletero, el cual mediante magia había sido agrandado y menos mal porque allí antes no hubiese cabido nada, le abrió la puerta del copiloto y la invito a sentarse, dándole antes otro beso.
-¡Estas guapísima! ¿Si te digo que vamos a un sitio donde hace mucho sol, se te ocurre donde puedo llevarte?
Seguro que era fácil de adivinar, pues le había contado que la mayoría de verano los había pasado en España, lo difícil seria saber exactamente donde aunque de cualquier manera estaba a punto de descubrirlo.
Se sentó en el puesto de conductor, colocó las RayBan tipo aviador y encendió el descapotable el cual rugió de manera atronadora y elevándose suavemente por el aire para posteriormente volverse invisible y acelerarlo rumbo al destino.
-Espero que no tengas miedo a las alturas, te sorprenderías lo alto y rápido que llega a ir esto.
Dijo entre la mejor de sus sonrisas, porque estaba feliz, feliz de estar junto a Gianna.
Adrian Silver- Mensajes : 100
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Edad : 32
Re: Entre fuegos artificiales
Luca me traía vuelta loca. Quería que me pusiera esto y aquello para una cita a la que no tenía idea de donde sería. Adrian no me había dicho absolutamente nada. Sofie fue quien me había advertido que no me llevara nada formal en sábado, que ya tendría tiempo de mostrar mis ¿curvas? - ¿Cuáles curvas?- más en la noche.
Mi hermano me puso el pretexto de llenarme la maleta con ropa que él me había conseguido y que tenía claro que sería lo mejor para impresionar a Adrian –y según Luca, a cualquiera del lugar-. Me resigné porque al menos así tenía oportunidad de vestirme como yo quisiera.
El viernes fui a casa un rato y luego regresé a la Universidad ya pasadas las once de la noche para dormir tranquila, sin Buttercup, y porque en el baúl había dejado casi toda mi ropa sport. La verdad era que me comían las ansias. No era muy fanática de las sorpresas y cualquiera que me conociera podría decir lo mismo, sin embargo, estaba llevándola un poco mejor de lo que pensaba en un principio. Solo era cuestión de respirar hondo cada cierto tiempo y beberme una de las tilas que me mandaba mi madre.
No había podido dormir bien, ¿a quién engañaba? Las ojeras se me notaban y a las 6 de la mañana yo ya estaba en pie. Ugh, odiaba levantarme temprano pero por alguna razón –y a pesar de que las ojeras dijeran lo contrario- no me sentía cansada. Me di una ducha tibia y luego me vestí lo más sport que Sofie me había permitido.
Me miré al espejo e intenté hacer que mi cabello tomara forma pero era imposible. Lo hice crecer un poco –porque últimamente me gustaba más largo- y con la varita lo ondulé un poco. Un poco de color en las mejillas y en los párpados y listo. Nada fuera de lo normal.
Tomé mi maleta, un suéter, el bolso con la varita y algunas cosas personales, me puse los lentes oscuros y salí a la hora que se suponía que tenía que estar saliendo. Corrí un poco, no podía mentir, porque según yo iba con el tiempo adecuado pero en realidad ya iba tarde –como siempre.
Finalmente llegué y justo estaba Adrian ahí. Estaba comenzando a darme frío. Maldije las bermudas hasta que vi las de Adrian. Me quedé en pie. ¿Era eso un Porsche? ¡Claro que lo era! ¡Por Morgana! Papá iba a morirse si se enteraba que me había subido a un Porsche como el que él quería y que mamá jamás le había permitido comprar.
Pero eso no era lo único. Con los primeros rayos de sol de la mañana que empezaban a caer en el capó del carro, empezaban a iluminar también a Adrian. ¡Joder! Pero que bien se veía. ¿Qué le pasaba? ¿Por qué era tan guapo? Lo era tanto, que no me había percatado de que llevaba un ramo de hermosas Tigerlillies en la mano hasta que me las dio y me besó. Me pasé la lengua por los labios y sonreí.
-¿Ya me dirás a donde vas a llevarme?-y justo en ese momento me decía que iríamos a un lugar de sol. ¿Y si Luca no me había mandado nada? ¿Y si me daba calor con la blusa? Bueno, supongo que llegaríamos a un hotel antes, ¿no? Esperaba que si.
Lo miré ponerse los RayBan aviador que tanto me gustaban y luego miró hacia el frente. Pero en cuanto le dijo de las alturas, comenzó a ponerse nerviosa.-¿No lo correrás? No, no le tengo miedo a las alturas siempre y cuando haya alguien conmigo. Vale, ahora si, ¿a dónde me llevas? Dime, anda si, si ¿si?
Mi hermano me puso el pretexto de llenarme la maleta con ropa que él me había conseguido y que tenía claro que sería lo mejor para impresionar a Adrian –y según Luca, a cualquiera del lugar-. Me resigné porque al menos así tenía oportunidad de vestirme como yo quisiera.
El viernes fui a casa un rato y luego regresé a la Universidad ya pasadas las once de la noche para dormir tranquila, sin Buttercup, y porque en el baúl había dejado casi toda mi ropa sport. La verdad era que me comían las ansias. No era muy fanática de las sorpresas y cualquiera que me conociera podría decir lo mismo, sin embargo, estaba llevándola un poco mejor de lo que pensaba en un principio. Solo era cuestión de respirar hondo cada cierto tiempo y beberme una de las tilas que me mandaba mi madre.
No había podido dormir bien, ¿a quién engañaba? Las ojeras se me notaban y a las 6 de la mañana yo ya estaba en pie. Ugh, odiaba levantarme temprano pero por alguna razón –y a pesar de que las ojeras dijeran lo contrario- no me sentía cansada. Me di una ducha tibia y luego me vestí lo más sport que Sofie me había permitido.
Me miré al espejo e intenté hacer que mi cabello tomara forma pero era imposible. Lo hice crecer un poco –porque últimamente me gustaba más largo- y con la varita lo ondulé un poco. Un poco de color en las mejillas y en los párpados y listo. Nada fuera de lo normal.
Tomé mi maleta, un suéter, el bolso con la varita y algunas cosas personales, me puse los lentes oscuros y salí a la hora que se suponía que tenía que estar saliendo. Corrí un poco, no podía mentir, porque según yo iba con el tiempo adecuado pero en realidad ya iba tarde –como siempre.
Finalmente llegué y justo estaba Adrian ahí. Estaba comenzando a darme frío. Maldije las bermudas hasta que vi las de Adrian. Me quedé en pie. ¿Era eso un Porsche? ¡Claro que lo era! ¡Por Morgana! Papá iba a morirse si se enteraba que me había subido a un Porsche como el que él quería y que mamá jamás le había permitido comprar.
Pero eso no era lo único. Con los primeros rayos de sol de la mañana que empezaban a caer en el capó del carro, empezaban a iluminar también a Adrian. ¡Joder! Pero que bien se veía. ¿Qué le pasaba? ¿Por qué era tan guapo? Lo era tanto, que no me había percatado de que llevaba un ramo de hermosas Tigerlillies en la mano hasta que me las dio y me besó. Me pasé la lengua por los labios y sonreí.
-¿Ya me dirás a donde vas a llevarme?-y justo en ese momento me decía que iríamos a un lugar de sol. ¿Y si Luca no me había mandado nada? ¿Y si me daba calor con la blusa? Bueno, supongo que llegaríamos a un hotel antes, ¿no? Esperaba que si.
Lo miré ponerse los RayBan aviador que tanto me gustaban y luego miró hacia el frente. Pero en cuanto le dijo de las alturas, comenzó a ponerse nerviosa.-¿No lo correrás? No, no le tengo miedo a las alturas siempre y cuando haya alguien conmigo. Vale, ahora si, ¿a dónde me llevas? Dime, anda si, si ¿si?
Gianna Vercelli- Mensajes : 186
Fecha de inscripción : 04/09/2012
Re: Entre fuegos artificiales
Se le notaba nerviosa, muy nerviosa… estaba apunto de saber donde iban y aun así todavía insistía en saber a donde la llevaba, el joven puso morritos de indignación como si se dignase por fin a decírselo, pero no soltó nada más que un.
-Te gustará… y si no, bueno, no pienso separarme de ti en ningún momento.
Pisó a fondo el acelerador y salieron disparados de allí, como todavía hacia un poco de frio el joven activo la capota pero todavía podía verse como el paisaje a medida que iban avanzando cambiaba, acababan de dejar detrás el canal de la mancha y sobrevolaban Francia.
-Bon jour, Madame, si te fijas hacia abajo veras Francia, pero no… no vamos a Francia, vamos un poco más al sud.
Aquello más que en coche parecía un viaje en jet privado, era lo más parecido a volar en avión no obstante dado que iba acompañado se limito a efectuar las maniobras sin brusquedad, de manera suave. Giraba la cabeza de vez en cuando, Gianna estaba especialmente radiante, parecía como si se hubiese hecho algo en el pelo.
-Me gusta tu nuevo peinado, te hace ver genial… me va a encantar ver tus ojos brillar con la luz de este sol, si te fijas por aquí parece distinto es como más cálido y grande.
Y así era, acababan de pasar por encima de los pirineos y empezaba a notarse un cambio de temperatura. Adrian no tardó en efectuar el aterrizaje pues en varios minutos habían pasado Barcelona y ya estaban cerca, brome con la chica cuando en vez de ajustar el cambio de marchas posó su mano en la rodilla de la joven y empezó a acariciarle subiendo un poco por el muslo pero parando rápidamente y volviendo al cambio de marchas real.
-Ups! Parece que me equivoque y esas cosas…
Sonrió pícaramente, habían aterrizado en la entrada de una autopista donde se volvieron visibles y se descapoto el coche, no tardaron en adelantar varios coches.
-Sabes me encanta esta cosa muggle que utilizan para moverse ¡es como ir deslizándose por el suelo!
Y allí tenían la señal de trafico que les indicaba que delante suyo tenían Port Aventura parque de atracciones, dividido en zonas temáticas y uno de los más famosos de Europa abría sus brazos para recibirles, podía verse los 80 metros de rampa de la atracción más alta del continente, los 100 metros de caída libre o los increíbles loopings del Dragón Khang.
Se separaron por un ramal y llegaron al aparcamiento de una Hotel-Mansión, al parecer Adrian la había alquilado para ellos solos. Se bajo del automóvil y abrió la puerta de Gianna y cuando se bajo le dijo.
-Bienvenida a Port aventura, como habrás visto es un parque de atracciones y este edificio de enfrente será nuestro hotel.
Le tendió la mano para guiarla hasta dentro, detrás suyo un botones cargaba el equipaje detrás de ellos. Se situaron en la suite del ático, aunque lo tenían reservado para ellos solos. El joven saco unos billetes de la cartera y se los dio a modo de propina al chico que les había traído las maletas.
-¿Que te parece? Si te fijas hay una terraza, tenemos que estar aquí a las 22h porque cenaremos en el exterior y así luego podremos ver unos fuegos artificiales geniales que hacen cuando cierran el parque.
La habitación era de estilo victoriano, con un sofá, una cama de matrimonio, un vestidor, mini-bar lleno… El joven se acercó a su acompañante, la rodeo con los brazos y la besó durante un largo tiempo.
-Si te parece vamos a ir para dentro del parque, si quieres cambiarte o algo aprovecha ahora porque hará calor, aunque creo que así estas perfecta… bueno, siempre lo estas.
Dejo la maleta dentro del vestidor y se dispuso a esperar a Gianna en el umbral de la puerta para marcharse, cuando se le acerco le cogió de la muñeca y le puso una pulserita azul de plástico.
-Con esto tendremos que hacer muy poca cola, se llaman pases Express o vips, como más te gusten, son un buen recuerdo.
Le ofreció la mano y se dirigieron juntos hacia la enorme entrada del parque decorada al estilo mediterráneo.
*Y aquí mapa del parque
-Te gustará… y si no, bueno, no pienso separarme de ti en ningún momento.
Pisó a fondo el acelerador y salieron disparados de allí, como todavía hacia un poco de frio el joven activo la capota pero todavía podía verse como el paisaje a medida que iban avanzando cambiaba, acababan de dejar detrás el canal de la mancha y sobrevolaban Francia.
-Bon jour, Madame, si te fijas hacia abajo veras Francia, pero no… no vamos a Francia, vamos un poco más al sud.
Aquello más que en coche parecía un viaje en jet privado, era lo más parecido a volar en avión no obstante dado que iba acompañado se limito a efectuar las maniobras sin brusquedad, de manera suave. Giraba la cabeza de vez en cuando, Gianna estaba especialmente radiante, parecía como si se hubiese hecho algo en el pelo.
-Me gusta tu nuevo peinado, te hace ver genial… me va a encantar ver tus ojos brillar con la luz de este sol, si te fijas por aquí parece distinto es como más cálido y grande.
Y así era, acababan de pasar por encima de los pirineos y empezaba a notarse un cambio de temperatura. Adrian no tardó en efectuar el aterrizaje pues en varios minutos habían pasado Barcelona y ya estaban cerca, brome con la chica cuando en vez de ajustar el cambio de marchas posó su mano en la rodilla de la joven y empezó a acariciarle subiendo un poco por el muslo pero parando rápidamente y volviendo al cambio de marchas real.
-Ups! Parece que me equivoque y esas cosas…
Sonrió pícaramente, habían aterrizado en la entrada de una autopista donde se volvieron visibles y se descapoto el coche, no tardaron en adelantar varios coches.
-Sabes me encanta esta cosa muggle que utilizan para moverse ¡es como ir deslizándose por el suelo!
Y allí tenían la señal de trafico que les indicaba que delante suyo tenían Port Aventura parque de atracciones, dividido en zonas temáticas y uno de los más famosos de Europa abría sus brazos para recibirles, podía verse los 80 metros de rampa de la atracción más alta del continente, los 100 metros de caída libre o los increíbles loopings del Dragón Khang.
Se separaron por un ramal y llegaron al aparcamiento de una Hotel-Mansión, al parecer Adrian la había alquilado para ellos solos. Se bajo del automóvil y abrió la puerta de Gianna y cuando se bajo le dijo.
-Bienvenida a Port aventura, como habrás visto es un parque de atracciones y este edificio de enfrente será nuestro hotel.
Le tendió la mano para guiarla hasta dentro, detrás suyo un botones cargaba el equipaje detrás de ellos. Se situaron en la suite del ático, aunque lo tenían reservado para ellos solos. El joven saco unos billetes de la cartera y se los dio a modo de propina al chico que les había traído las maletas.
-¿Que te parece? Si te fijas hay una terraza, tenemos que estar aquí a las 22h porque cenaremos en el exterior y así luego podremos ver unos fuegos artificiales geniales que hacen cuando cierran el parque.
La habitación era de estilo victoriano, con un sofá, una cama de matrimonio, un vestidor, mini-bar lleno… El joven se acercó a su acompañante, la rodeo con los brazos y la besó durante un largo tiempo.
-Si te parece vamos a ir para dentro del parque, si quieres cambiarte o algo aprovecha ahora porque hará calor, aunque creo que así estas perfecta… bueno, siempre lo estas.
Dejo la maleta dentro del vestidor y se dispuso a esperar a Gianna en el umbral de la puerta para marcharse, cuando se le acerco le cogió de la muñeca y le puso una pulserita azul de plástico.
-Con esto tendremos que hacer muy poca cola, se llaman pases Express o vips, como más te gusten, son un buen recuerdo.
Le ofreció la mano y se dirigieron juntos hacia la enorme entrada del parque decorada al estilo mediterráneo.
*Y aquí mapa del parque
Adrian Silver- Mensajes : 100
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Edad : 32
Re: Entre fuegos artificiales
Hice un mohín y puse morritos cuando no quiso decirme exactamente a dónde me llevaba. Me resigné a que jamás me lo diría así que me removí en el asiento y me puse el cinturón de seguridad porque no quería arriesgarse a nada aunque confiaba plenamente en las habilidades de conductor de Adrian.
Cuando Adrian comenzó a hablar Francés, me asomé por la ventana para ver lo que había debajo de nosotros. Alcancé a ver la torre Eiffel como una miniatura en un tablero de ajedrez. ¿Más al sur? ¿Qué había más al sur? ¿España? Quizás me llevaría a España… ¿Qué había en España? Nunca había ido.
-¿Mi cabello? Ah, gracias, solo está un poco más largo de lo que lo llevaba. Que bueno que te gusta, a mi también me gusta más así.
Le dijo mirándose un mechón de cabello. No recordaba haberle dicho a Adrian de su metamorfomagia en alguna ocasión, así que suponía que para él sería algo nuevo. Me gustaba el sol que había, era mucho más naranja, mucho más distinto al de Irlanda y Escocia. Más como el de Italia y comenzaba a sentirme más en casa.
Miraba por la ventana en cuanto sentí el suave tacto de Adrian en mi rodilla. ¿Voltear o no voltear? Joder ¿qué hacía? ¿Le quitaba la mano? No, no, no quería quitársela… se sentía… ¿bien? Mi respiración se agitó y sabía que me había puesto completamente roja pero no sabía por qué. Y cuando retiró la mano, toda esa adrenalina que había comenzado a sentir se desvaneció por completo, como si me echaran un balde de agua fría.
Reoplé e hice un mohín que Adrian no alcanzó a ver porque me quedé mirando la ventana después de sonreírle por su comentario de haberse equivocado. Si, claro. ¿No quieres equivocarte un poco más? ¿Un poquito? No, quizás no.
En cuanto aterrizaron, levantó las manos mientras Adrian descapotaba el auto. Ah, se sentía tan bien, definitivamente su padre tenía buen gusto.
-Nunca me había subido a uno. Seguro papá te lo querría robar o algo. ¡Le encantan!
Conforme íbamos llegando al destino, según lo que me decía Adrian, fue bajando la capota. El cabello me caía por el rostro pero el viento se sentía de lo más genial. Ahora entendía por qué mi padre moría por uno de estos descapotables. Intentaría convencer a mamá de que era la cosa más genial del mundo y que lo dejara comprarlo. Quizás en otro color. Poco a poco, en el horizonte se iba viendo una gran estructura metálica de algún color que no lograba distinguir. Me elevé un poco de mi asiento para ver por arriba del parabrisas y levanté un poco los lentes –como si me impidieran ver bien- y fue ahí cuando me di cuenta a dónde me llevaba a pesar de jamás haber ido a un parque muggle –porque suponía que lo era.
¿Un parque de atracciones? ¡Un parque de atracciones!¿Se lo habrá dicho Sofie? ¡Seguramente si! ¡Pero no me importaba porque me encantaban!
No cabía de la emoción. No me importaba si alguien se lo había dicho o lo había adivinado el solo. ¡Me había llevado a un parque de diversiones y nada más me importaba! Sonreí sin decirle nada porque de verdad me había dejado sin palabras. Solo me quedé disfrutando aún del viento que me pegaba en el rostro hasta que llegáramos a nuestro destino.
Finalmente llegamos al hotel. Me quité los lentes y pronuncié un ¡Guau! Porque en realidad estaba hermoso. Se llamaba igual que la prometida de mi hermano y eso me había dado gracia.
Me sentía rara con un botones llevándome la maleta. Verifiqué que la varita estuviera perfectamente bien guardada y escondida porque ahora estaba segura de que eso era un lugar muggle desde el momento en que Adrian había aterrizado el automóvil en la autopista. Lo que no sabía era por qué todo estaba tan solo. ¿Lo habría alquilado solo para nosotros?
Respiré hondo cuando íbamos llegando a la habitación. Mientras Adrian le daba la propina al botones, yo me puse a explorar la habitación: Pasé una mano por la colcha de la cama y por las orillas de los respaldos de los sillones. Encendí la luz del baño y la apagué inmediatamente. Era demasiado elegante, ¡con una tina y todo! Me acerqué a la ventana y me aventuré a ver qué había en el exterior y ¡por dioses! ¡Que vista! Me llevé la mano a los labios y reprimí una risilla nerviosa.
Giré el rostro cuando escuché la voz de Adrian. ¿Una terraza? ¡No! ¡No la había visto! Oh, la de libros que podría leer ahí. Asentí, sin embargo, el pensamiento se me fue en cuanto sentí los brazos de Adrian rodearme. Quizás ese no era el mejor momento para besarme porque sentí como toda la piel del cuerpo se me erizaba. No era el mejor momento porque había una cama, un sillón, estábamos en un hotel. Joder, todo se complicaba. No de mala forma, claro que no.
Asentí cuando dijo que si me quería cambiar. No quería hacerlo, pero necesitaba remojarme la cara. Metí la maleta al baño y al abrirla sentí como si los colores se me hubieran subido a la cara. ¿Qué había pensado Luca mandándome lencería fina? No, no, no… estaba loco, completamente loco.
Finalmente me desesperé y saqué la varita para invocar un tanktop blanco que mi hermano dijo que empacaría. Finalmente la susodicha prenda y me la puse debajo de la blusa a cuadros que llevaba, dejándomela como un suéter por si comenzaba a hacer frío.
Me remojé la cara con cuidado de que no se me moviera el maquillaje y luego de resoplar hondo varias veces y de verificar que la maleta estuviera perfectamente bien cerrada sin dejar ver ninguna prenda incriminatorias. La saqué del baño y la puse de nuevo en el vestidor nuevamente y luego fui con Adrian. Me colgué el bolso al hombro y fui con Adrian.
Cuando me tomó de la muñeca y me puso el brazalete lo miré extrañada, hasta que me explicó para qué era. Supuse que era algo muy útil para haberlo comprado.
-¿Y habrá mucha gente? Es completamente muggle, ¿verdad? ¿Llevas tu varita? ¿Será conveniente? ¿Y si pasa algo?-me mordí el labio pero guardé la varita en el bolso. Tampoco me quería arriesgar a que alguien entrara a la habitación y la encontrara y algo sucediera. No, mejor así.-Mejor me la llevo.
Tomé a Adrian de la mano. Eso me parecía lo más extraño del mundo porque no estaba acostumbrada al contacto físico con la gente. Incluso mis novios anteriores se habían quejado mucho de eso. Y a pesar de que me siento tan rara, creo que Adrian se lo ha ganado con el lugar a donde va a llevarme, que por cierto, muero por llegar.
-Bueno, vamos, vamos.
Seguí a Adrian hasta donde me dirigía. Al parecer él ya había ido alguna vez a ese parque y eso pues había comprado todo con anticipación y sabía bien a donde dirigirse. Si iba yo sola, seguramente me perdía. Avancé en dirección a la gran entrada y mis ojos no podían creer lo que veían. Había una gran montaña rusa de madera (Supuse que esa era la entrada por el nombre del hotel y eso) que se veía divertidísima.
-¡Adrian es genial! ¿Cómo sabías que me gustaban los parques de atracciones? Digo, nunca había ido a uno de…estos-dijo refiriéndose al parque muggle-¡Te dijo Sofie, verdad? ¡Si, te lo dijo! Bueno, no importa, me encanta ¡Me encanta! ¡Gracias!
Me puse de puntillas y le pasé la mano por el cuello para darle un gran beso tronado en la mejilla. Comenzaba a sentirme como niña chiquita y a dar saltitos de emoción. Una muchacha que trabajaba en el parque me entregó un mapa. Lo abrí y comencé a observarlo.
-Bueno, ¿a dónde quieres ir primero? ¡Yo quiero subirme a todo!-”Como a ti, por ejemplo.” Pensé mientras lo observaba a contraluz. Ya, eso era demasiado. ¡Cálmate, Gianna!
Cuando Adrian comenzó a hablar Francés, me asomé por la ventana para ver lo que había debajo de nosotros. Alcancé a ver la torre Eiffel como una miniatura en un tablero de ajedrez. ¿Más al sur? ¿Qué había más al sur? ¿España? Quizás me llevaría a España… ¿Qué había en España? Nunca había ido.
-¿Mi cabello? Ah, gracias, solo está un poco más largo de lo que lo llevaba. Que bueno que te gusta, a mi también me gusta más así.
Le dijo mirándose un mechón de cabello. No recordaba haberle dicho a Adrian de su metamorfomagia en alguna ocasión, así que suponía que para él sería algo nuevo. Me gustaba el sol que había, era mucho más naranja, mucho más distinto al de Irlanda y Escocia. Más como el de Italia y comenzaba a sentirme más en casa.
Miraba por la ventana en cuanto sentí el suave tacto de Adrian en mi rodilla. ¿Voltear o no voltear? Joder ¿qué hacía? ¿Le quitaba la mano? No, no, no quería quitársela… se sentía… ¿bien? Mi respiración se agitó y sabía que me había puesto completamente roja pero no sabía por qué. Y cuando retiró la mano, toda esa adrenalina que había comenzado a sentir se desvaneció por completo, como si me echaran un balde de agua fría.
Reoplé e hice un mohín que Adrian no alcanzó a ver porque me quedé mirando la ventana después de sonreírle por su comentario de haberse equivocado. Si, claro. ¿No quieres equivocarte un poco más? ¿Un poquito? No, quizás no.
En cuanto aterrizaron, levantó las manos mientras Adrian descapotaba el auto. Ah, se sentía tan bien, definitivamente su padre tenía buen gusto.
-Nunca me había subido a uno. Seguro papá te lo querría robar o algo. ¡Le encantan!
Conforme íbamos llegando al destino, según lo que me decía Adrian, fue bajando la capota. El cabello me caía por el rostro pero el viento se sentía de lo más genial. Ahora entendía por qué mi padre moría por uno de estos descapotables. Intentaría convencer a mamá de que era la cosa más genial del mundo y que lo dejara comprarlo. Quizás en otro color. Poco a poco, en el horizonte se iba viendo una gran estructura metálica de algún color que no lograba distinguir. Me elevé un poco de mi asiento para ver por arriba del parabrisas y levanté un poco los lentes –como si me impidieran ver bien- y fue ahí cuando me di cuenta a dónde me llevaba a pesar de jamás haber ido a un parque muggle –porque suponía que lo era.
¿Un parque de atracciones? ¡Un parque de atracciones!¿Se lo habrá dicho Sofie? ¡Seguramente si! ¡Pero no me importaba porque me encantaban!
No cabía de la emoción. No me importaba si alguien se lo había dicho o lo había adivinado el solo. ¡Me había llevado a un parque de diversiones y nada más me importaba! Sonreí sin decirle nada porque de verdad me había dejado sin palabras. Solo me quedé disfrutando aún del viento que me pegaba en el rostro hasta que llegáramos a nuestro destino.
Finalmente llegamos al hotel. Me quité los lentes y pronuncié un ¡Guau! Porque en realidad estaba hermoso. Se llamaba igual que la prometida de mi hermano y eso me había dado gracia.
Me sentía rara con un botones llevándome la maleta. Verifiqué que la varita estuviera perfectamente bien guardada y escondida porque ahora estaba segura de que eso era un lugar muggle desde el momento en que Adrian había aterrizado el automóvil en la autopista. Lo que no sabía era por qué todo estaba tan solo. ¿Lo habría alquilado solo para nosotros?
Respiré hondo cuando íbamos llegando a la habitación. Mientras Adrian le daba la propina al botones, yo me puse a explorar la habitación: Pasé una mano por la colcha de la cama y por las orillas de los respaldos de los sillones. Encendí la luz del baño y la apagué inmediatamente. Era demasiado elegante, ¡con una tina y todo! Me acerqué a la ventana y me aventuré a ver qué había en el exterior y ¡por dioses! ¡Que vista! Me llevé la mano a los labios y reprimí una risilla nerviosa.
Giré el rostro cuando escuché la voz de Adrian. ¿Una terraza? ¡No! ¡No la había visto! Oh, la de libros que podría leer ahí. Asentí, sin embargo, el pensamiento se me fue en cuanto sentí los brazos de Adrian rodearme. Quizás ese no era el mejor momento para besarme porque sentí como toda la piel del cuerpo se me erizaba. No era el mejor momento porque había una cama, un sillón, estábamos en un hotel. Joder, todo se complicaba. No de mala forma, claro que no.
Asentí cuando dijo que si me quería cambiar. No quería hacerlo, pero necesitaba remojarme la cara. Metí la maleta al baño y al abrirla sentí como si los colores se me hubieran subido a la cara. ¿Qué había pensado Luca mandándome lencería fina? No, no, no… estaba loco, completamente loco.
Finalmente me desesperé y saqué la varita para invocar un tanktop blanco que mi hermano dijo que empacaría. Finalmente la susodicha prenda y me la puse debajo de la blusa a cuadros que llevaba, dejándomela como un suéter por si comenzaba a hacer frío.
Me remojé la cara con cuidado de que no se me moviera el maquillaje y luego de resoplar hondo varias veces y de verificar que la maleta estuviera perfectamente bien cerrada sin dejar ver ninguna prenda incriminatorias. La saqué del baño y la puse de nuevo en el vestidor nuevamente y luego fui con Adrian. Me colgué el bolso al hombro y fui con Adrian.
Cuando me tomó de la muñeca y me puso el brazalete lo miré extrañada, hasta que me explicó para qué era. Supuse que era algo muy útil para haberlo comprado.
-¿Y habrá mucha gente? Es completamente muggle, ¿verdad? ¿Llevas tu varita? ¿Será conveniente? ¿Y si pasa algo?-me mordí el labio pero guardé la varita en el bolso. Tampoco me quería arriesgar a que alguien entrara a la habitación y la encontrara y algo sucediera. No, mejor así.-Mejor me la llevo.
Tomé a Adrian de la mano. Eso me parecía lo más extraño del mundo porque no estaba acostumbrada al contacto físico con la gente. Incluso mis novios anteriores se habían quejado mucho de eso. Y a pesar de que me siento tan rara, creo que Adrian se lo ha ganado con el lugar a donde va a llevarme, que por cierto, muero por llegar.
-Bueno, vamos, vamos.
Seguí a Adrian hasta donde me dirigía. Al parecer él ya había ido alguna vez a ese parque y eso pues había comprado todo con anticipación y sabía bien a donde dirigirse. Si iba yo sola, seguramente me perdía. Avancé en dirección a la gran entrada y mis ojos no podían creer lo que veían. Había una gran montaña rusa de madera (Supuse que esa era la entrada por el nombre del hotel y eso) que se veía divertidísima.
-¡Adrian es genial! ¿Cómo sabías que me gustaban los parques de atracciones? Digo, nunca había ido a uno de…estos-dijo refiriéndose al parque muggle-¡Te dijo Sofie, verdad? ¡Si, te lo dijo! Bueno, no importa, me encanta ¡Me encanta! ¡Gracias!
Me puse de puntillas y le pasé la mano por el cuello para darle un gran beso tronado en la mejilla. Comenzaba a sentirme como niña chiquita y a dar saltitos de emoción. Una muchacha que trabajaba en el parque me entregó un mapa. Lo abrí y comencé a observarlo.
-Bueno, ¿a dónde quieres ir primero? ¡Yo quiero subirme a todo!-”Como a ti, por ejemplo.” Pensé mientras lo observaba a contraluz. Ya, eso era demasiado. ¡Cálmate, Gianna!
Última edición por Gianna Vercelli el Lun Sep 24, 2012 3:56 pm, editado 1 vez
Gianna Vercelli- Mensajes : 186
Fecha de inscripción : 04/09/2012
Re: Entre fuegos artificiales
-Si, habrá muchísima gente y es una zona muggle… yo llevo mi varita por si las moscas nunca se sabe, ¿a que no la ves? Haces bien en llevártela pero no creo que la necesitemos.
Mientras caminaban hacia dentro del parque, apareciendo por la zona del Far West, la joven le felicitaba por la elección del lugar preguntando si se lo había dicho su amiga Sofie con anterioridad. Adrian pensó en varios días antes que había quedado con ella en la cafetería y se lo había contado, pero no, la idea era suya.
-No bonita, no, Sofie solo me dijo que te gustaban los sitios con sol, lo de venir aquí fue idea mía… ¿Ves como te iba a gustar?
Sentía la felicidad de Gianna, como iba dando pequeños saltitos y le besaba en la mejilla, le encantaba aquella sensación, llegó incluso a saltar con ella balanceando sus manos hacia atrás y hacia delante con una sonrisa de oreja a oreja. Pararon para mirar el plano, la chica le comentaba que quería subirse a todo y eso tenia pensado hacer así que se quedo mirando un momento el plano, la miró a los ojos y la besó.
-Primero quería besarte, ahora ya se donde ir...
Señalo en el mapa la montaña rusa de madera, no era la mejor pero estaría bien para empezar, pensaba subirse en todas las importante y alguna otra que la chica le hiciese ilusión subirse. Cogidos de la mano entraron por el camino hacia allí mientras le explicaba una curiosidad.
-Esta montaña tiene algo especial y es que son dos trenes, unos azul y otro rojo y la gracia esta en que nos lanzan a la vez y competimos con el otro tren para ver quien termina antes el recorrido… si te parece bien pillaremos el tren azul, algo me dice que llegaremos antes con él, además es como subirme en tus ojos y me encanta verme reflejado en ellos.
Volvió a besar a la chica y con un saltito atravesó el pórtico que lo llevaba por el pasillo de vips, enseñaron el brazalete, apenas hicieron cola pues en el siguiente tren ya estaban dentro y apunto de ser lanzados. Adrian seguía cogido de la mano de Gianna y levanto ambas cuando empezó el recorrido.
*Iré poniendo videos de las atracciones que nos subamos si hay*
Se bajo de allí un poco dolorido por el traqueteo, las vagonetas no eran del todo cómodas pero seguía con la adrenalina en el cuerpo y tenia ganas de más, especialmente de Gianna así que fue bajarse y preguntar.
-¿Que te ha parecido? Esto no es nada eh, ahora te toca a ti escoger a cual quieres ir que este cerca. ¡MIRA!
Levanto el dedo señalando unas pantallas en las que salían las fotos que le habían hecho en medio del trayecto, podían comprarse pero Adrian esperaba subirse en otras para ello de igual manera siempre era divertido ver las caras de velocidad con la que la gente salía.
-¡¡¡Pero que guapa Giannaaa!!!
Realmente lo estaba, estaba preciosa, radiante y él era el hombre más afortunado por estar a su lado.
Mientras caminaban hacia dentro del parque, apareciendo por la zona del Far West, la joven le felicitaba por la elección del lugar preguntando si se lo había dicho su amiga Sofie con anterioridad. Adrian pensó en varios días antes que había quedado con ella en la cafetería y se lo había contado, pero no, la idea era suya.
-No bonita, no, Sofie solo me dijo que te gustaban los sitios con sol, lo de venir aquí fue idea mía… ¿Ves como te iba a gustar?
Sentía la felicidad de Gianna, como iba dando pequeños saltitos y le besaba en la mejilla, le encantaba aquella sensación, llegó incluso a saltar con ella balanceando sus manos hacia atrás y hacia delante con una sonrisa de oreja a oreja. Pararon para mirar el plano, la chica le comentaba que quería subirse a todo y eso tenia pensado hacer así que se quedo mirando un momento el plano, la miró a los ojos y la besó.
-Primero quería besarte, ahora ya se donde ir...
Señalo en el mapa la montaña rusa de madera, no era la mejor pero estaría bien para empezar, pensaba subirse en todas las importante y alguna otra que la chica le hiciese ilusión subirse. Cogidos de la mano entraron por el camino hacia allí mientras le explicaba una curiosidad.
-Esta montaña tiene algo especial y es que son dos trenes, unos azul y otro rojo y la gracia esta en que nos lanzan a la vez y competimos con el otro tren para ver quien termina antes el recorrido… si te parece bien pillaremos el tren azul, algo me dice que llegaremos antes con él, además es como subirme en tus ojos y me encanta verme reflejado en ellos.
Volvió a besar a la chica y con un saltito atravesó el pórtico que lo llevaba por el pasillo de vips, enseñaron el brazalete, apenas hicieron cola pues en el siguiente tren ya estaban dentro y apunto de ser lanzados. Adrian seguía cogido de la mano de Gianna y levanto ambas cuando empezó el recorrido.
*Iré poniendo videos de las atracciones que nos subamos si hay*
Se bajo de allí un poco dolorido por el traqueteo, las vagonetas no eran del todo cómodas pero seguía con la adrenalina en el cuerpo y tenia ganas de más, especialmente de Gianna así que fue bajarse y preguntar.
-¿Que te ha parecido? Esto no es nada eh, ahora te toca a ti escoger a cual quieres ir que este cerca. ¡MIRA!
Levanto el dedo señalando unas pantallas en las que salían las fotos que le habían hecho en medio del trayecto, podían comprarse pero Adrian esperaba subirse en otras para ello de igual manera siempre era divertido ver las caras de velocidad con la que la gente salía.
-¡¡¡Pero que guapa Giannaaa!!!
Realmente lo estaba, estaba preciosa, radiante y él era el hombre más afortunado por estar a su lado.
Adrian Silver- Mensajes : 100
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Edad : 32
Re: Entre fuegos artificiales
Le sonreí cuando me besó. Me gustaba que lo hiciera así, sin avisarme ni nada. Por algo decían que los besos robados eran los mejores. Y si, quizás tengan razón.
-¿Cómo una carrera?-pregunté mientras Adrian contaba la historia/propósito de los dos carritos. En realidad me daba igual hasta que Adrian dijo lo del tren azul. Me sonrojé. No estaba acostumbrada a los piropos ni nada de eso-Vale, azul entonces.
Tenía que aceptar que cuando Adrian levantó ambas manos tuve un instante de terror que seguramente se notó en demasía. Comencé a temblar conforme bajábamos y eso y no fue hasta que Adrian bajó los brazos y dejó que me sostuviera completamente de la barra de seguridad que recobré la poca sanidad mental que me quedaba. Fue entonces que comencé a disfrutar un poco más el recorrido.
Había sido atropellado, o algo así. La vibración que se sentía conforme íbamos avanzando me había dejado el cuello prácticamente deshecho, pero no importaba, lo importante es que me había divertido.
-¡Ay no, que horrible!-respondí con una gran carcajada al ver la fotografía en esa gran pantalla, intentando acomodarme el cabello enmarañado desenredando los nudos con los dedos. Quizás de haber sabido que vendríamos aquí, hubiera sido mejor llevar el cabello corto. Pero bueno, ya habíamos llegado y el pequeño detalle no me incomodaba en lo más mínimo.-Mira, mira, tu sales con la lengua de fuera, ¿viste? ¡Te ves genial!
Le señalé la fotografía donde salía él y luego le saqué la lengua. Ahora pensaba que hubiera sido buena idea comprar una cámara muggle, aunque fuera de esas desechables de las que tanto había hablado Lucy para poner en su boda y que todos tomaran fotos y así tendrían un millón de recuerdos personales que el fotógrafo que quizá contrataran no podría sacar. Ahora me parecía una fantástica idea.
-¿Así que podemos ir al que yo quiera? Vale…hummff….-me mordía el labio mientras le daba vueltas al mapa. Lo más cerca que teníamos eran tres juegos y ni de broma iba a tirarme al que parecía de caída libre por el momento. Tendría que hacerme a la idea en cuanto llegara el momento. Primero podríamos subirnos a ese del Diablo o la mina o al del Agua.-¿Qué te parece el “Silver River Flume”? Además tiene tu apellido, me gusta.-levanté las cejas por arriba de los lentes y sonreí de lado.-Luego podemos ir al de la mina a menos que escojas otro tú.
Todo eso le decía mientras íbamos caminando y nos deteníamos en la entrada del de agua. Ese me parecía bien. Comenzaba a hacer calor y suponía que con eso se calmaría. No sabía si él ya se había subido a ese juego o no pero parecía interesante. No, no solamente porque tuviera el apellido de Adrian, por dioses.
Caminamos por la fila y nuevamente nos tocó casi vacía. Solo esperamos a que subieran unas cuantas personas delante de nosotros y seguiría nuestro turno. Estaba observando los vagones y aparentemente iban dos personas en un mismo espacio. Eso se veía un poco peligroso. ¿Y si me salía del vagón? Miré a Adrian y le dije que subiéramos para empezar el recorrido.
Dejé el bolso y la camisa a cuadros en uno de los lugares donde se dejaban las cosas y esperé a que subiera él y luego me coloqué frente a él, lo más pegada a su pecho posible y lo hice abrazarme bien fuerte porque no me quería salir del carrito.-No me vayas a soltar, ¿eh?-Y luego me di cuenta que si había una especie de cinturones pero aún así no quería que me soltara, por lo que puse mis manos sobre las suyas haciendo que me abrazara para no soltarme. Que empezara a darse cuenta que le tengo un poco de terror a las alturas a pesar de que parezca que me gusta –en realidad si me gustan, pero es algo complicado de explicar.
*Por si no te has subido o algo jajaja*
¡Empapada! Bueno, quizás no tanto, pero el agua estaba lo suficientemente fría como para hacer que sintiera todo el cuerpo escurriendo. A pesar de que no me importara, recordé el simplísimo detalle de que se me había ocurrido ponerme un tanktop blanco en el hotel. Si serás tonta Gianna, ¡todos los parques temáticos tienen juegos de agua! Tendrías que haberte llevado alguna que se transparentara menos.
Me cubrí como pude sin ponerme la camisa a cuadros color lila y guié a Adrian a un punto donde hubiera sol y me quedé parada justo ahí.-Estuvo genial, pero tengo frío. ¿Tú no?-Me escurrí el cabello y me puse los lentes oscuros nuevamente, que estaban llenos de gotitas. Del bolso saqué una toallita que me sirvió para secarlos y verifiqué que la varita estuviera ahí sana y salva. Respiré hondo.-¿Te importaría esperar un poco a que me seque? No creo que tarde mucho, hay mucho sol. ¿Oye y qué juego escogerás tú?
-¿Cómo una carrera?-pregunté mientras Adrian contaba la historia/propósito de los dos carritos. En realidad me daba igual hasta que Adrian dijo lo del tren azul. Me sonrojé. No estaba acostumbrada a los piropos ni nada de eso-Vale, azul entonces.
Tenía que aceptar que cuando Adrian levantó ambas manos tuve un instante de terror que seguramente se notó en demasía. Comencé a temblar conforme bajábamos y eso y no fue hasta que Adrian bajó los brazos y dejó que me sostuviera completamente de la barra de seguridad que recobré la poca sanidad mental que me quedaba. Fue entonces que comencé a disfrutar un poco más el recorrido.
Había sido atropellado, o algo así. La vibración que se sentía conforme íbamos avanzando me había dejado el cuello prácticamente deshecho, pero no importaba, lo importante es que me había divertido.
-¡Ay no, que horrible!-respondí con una gran carcajada al ver la fotografía en esa gran pantalla, intentando acomodarme el cabello enmarañado desenredando los nudos con los dedos. Quizás de haber sabido que vendríamos aquí, hubiera sido mejor llevar el cabello corto. Pero bueno, ya habíamos llegado y el pequeño detalle no me incomodaba en lo más mínimo.-Mira, mira, tu sales con la lengua de fuera, ¿viste? ¡Te ves genial!
Le señalé la fotografía donde salía él y luego le saqué la lengua. Ahora pensaba que hubiera sido buena idea comprar una cámara muggle, aunque fuera de esas desechables de las que tanto había hablado Lucy para poner en su boda y que todos tomaran fotos y así tendrían un millón de recuerdos personales que el fotógrafo que quizá contrataran no podría sacar. Ahora me parecía una fantástica idea.
-¿Así que podemos ir al que yo quiera? Vale…hummff….-me mordía el labio mientras le daba vueltas al mapa. Lo más cerca que teníamos eran tres juegos y ni de broma iba a tirarme al que parecía de caída libre por el momento. Tendría que hacerme a la idea en cuanto llegara el momento. Primero podríamos subirnos a ese del Diablo o la mina o al del Agua.-¿Qué te parece el “Silver River Flume”? Además tiene tu apellido, me gusta.-levanté las cejas por arriba de los lentes y sonreí de lado.-Luego podemos ir al de la mina a menos que escojas otro tú.
Todo eso le decía mientras íbamos caminando y nos deteníamos en la entrada del de agua. Ese me parecía bien. Comenzaba a hacer calor y suponía que con eso se calmaría. No sabía si él ya se había subido a ese juego o no pero parecía interesante. No, no solamente porque tuviera el apellido de Adrian, por dioses.
Caminamos por la fila y nuevamente nos tocó casi vacía. Solo esperamos a que subieran unas cuantas personas delante de nosotros y seguiría nuestro turno. Estaba observando los vagones y aparentemente iban dos personas en un mismo espacio. Eso se veía un poco peligroso. ¿Y si me salía del vagón? Miré a Adrian y le dije que subiéramos para empezar el recorrido.
Dejé el bolso y la camisa a cuadros en uno de los lugares donde se dejaban las cosas y esperé a que subiera él y luego me coloqué frente a él, lo más pegada a su pecho posible y lo hice abrazarme bien fuerte porque no me quería salir del carrito.-No me vayas a soltar, ¿eh?-Y luego me di cuenta que si había una especie de cinturones pero aún así no quería que me soltara, por lo que puse mis manos sobre las suyas haciendo que me abrazara para no soltarme. Que empezara a darse cuenta que le tengo un poco de terror a las alturas a pesar de que parezca que me gusta –en realidad si me gustan, pero es algo complicado de explicar.
*Por si no te has subido o algo jajaja*
¡Empapada! Bueno, quizás no tanto, pero el agua estaba lo suficientemente fría como para hacer que sintiera todo el cuerpo escurriendo. A pesar de que no me importara, recordé el simplísimo detalle de que se me había ocurrido ponerme un tanktop blanco en el hotel. Si serás tonta Gianna, ¡todos los parques temáticos tienen juegos de agua! Tendrías que haberte llevado alguna que se transparentara menos.
Me cubrí como pude sin ponerme la camisa a cuadros color lila y guié a Adrian a un punto donde hubiera sol y me quedé parada justo ahí.-Estuvo genial, pero tengo frío. ¿Tú no?-Me escurrí el cabello y me puse los lentes oscuros nuevamente, que estaban llenos de gotitas. Del bolso saqué una toallita que me sirvió para secarlos y verifiqué que la varita estuviera ahí sana y salva. Respiré hondo.-¿Te importaría esperar un poco a que me seque? No creo que tarde mucho, hay mucho sol. ¿Oye y qué juego escogerás tú?
Gianna Vercelli- Mensajes : 186
Fecha de inscripción : 04/09/2012
Re: Entre fuegos artificiales
Realmente el día había empezado bien y es que estaba al lado de una chica guapísima que además le gustaba mucho, veía como se acicalaba y peinaba los enredos que la montaña rusa de madera le habían dejado y sonrió.
-Me encanta como te queda el pelo así de largo, aunque puedo hacer una excepción si te lo recoges en una coleta y no diré nada.
Le guiño un ojo y cuando le saco la lengua la beso descaradamente, ella no sabía que tenía un regalo preparado en forma de fotografías y es que había conjurado una cámara de fotos y vuelto invisible para que les fuese recopilando lo que había sido aquel día y así poder recordarlo a la perfección.
Sonrió cuando le dijo a que atracción subir y es que el criterio de elección fue que llevaba su apellido y fue escuchar aquello que la volvió a besar con una sonrisa de oreja a oreja, ojala hubiese una atracción con el nombre de Gianna, sería sin duda la mejor atracción del mundo.
Llegaron a la entrada y por suerte para ellos al llevar el pase iban por otro camino distinto con el que apenas tuvieron que esperar mientras veían como la cola normal era larga y extensa.
-Te dejo mis gafas de sol junto a tus cosas, no quiero que se rompan.
Y se subieron al tronco o al menos de eso tenía forma, Gianna se coloco enfrente de él y le hizo abrazarla muy fuerte, apenas la había escuchado el joven porque el hecho de ir detrás de ella abrazándola, aspirando su dulce aroma lo atontaba y le entraban ganas de mordisquearle el cuello y lanzarse allí mismo a por ella, pero… mejor no, no era el momento ni el lugar, así que se limito a sujetarla y disfrutar del agradable tacto de su ropa en contacto con su piel.
Conforme iba avanzando al Cerridwen se le ocurrió que sería divertido mojar un poco más a su acompañante y eso hizo, metió la mano por fuera y a modo de pala como si de un juego se tratase le lanzó agua. Se carcajeo al verle la cara, pero justo en ese momento cayeron por uno de los toboganes y le entro agua en la boca… por tenerla abierta, seguro que había salido horrible en la foto, de cualquier manera no quería mojarse más así que se quito la camiseta, dejando su torso desnudo.
Al bajarse de allí se encontró mirando a la joven quien el agua, como si fuera su aliada se había encargado de hacer transparentar su tanktop y al pobre Adrian le falto poco para babear, soñaría durante mucho tiempo con aquella imagen, no obstante aparto rápido la mirada porque no quería parecer descarado y menos un cerdo como cualquier otro.
Le comentaba que tenia frio y el chico río a la vez que se colocaba la camiseta seca notando el agradable calor de esta, aunque poco tiempo le duro el secado porque acto seguido la abrazo durante un largo tiempo para darle así calor, todo era poco por ella. Se metió la mano en el bolsillo del pantalón y por arte de magia se secaron, nunca mejor dicho y es que había conjurado un hechizo secador, aún así siguió un rato más abrazado a ella.
-Ahora ya estas seca y lista para volverte a despeinar, la que esta más cerca es Furious Baco, en la zona mediterránea así que vamos a ir para allí.
Le tendió la mano y avanzaron caminado por el lugar, realmente era muy bonito y el joven vio unas tiendas en las que tenía pensado pararse después de subirse a la siguiente atracción. Nuevamente y gracias al preciado pasé, pese a ser las colas ya enormemente largas en apenas 5 minutos estaban listos para montarse.
-La gracia que tiene esta atracción es que acelera de 0 a 135km/h en 3,5 segundos así que el subidon es importante y lo mejor aún, ves pasar el paisaje tan rápido que mi coche te parecerá lento. Agárrate fuerte.
No le dio tiempo a decir nada más porque justo en ese instante salieron propulsados, por suerte esta montaña rusa era bastante más cómoda y al bajarse lo único que se notaba era aun la adrenalina del momento y no un dolor incomodo de las vagonetas de la Estampida.
El joven no pudo resistirse a comprar la fotografía en la que ambos salían y regalarse a Gianna, realmente salían muy divertidos ambos con la boca abierta y cara de sorpresa.
-Ten, no he podido resistirme a comprártela… no se mueven como las de nuestro mundo pero, para mi tiene más valor así.
Volvió a sonreír de felicidad y beso a la joven nuevamente, le encantaban aquellos labios, su roce, lo calentitos que eran y su humedad.
-Venga, sígueme vamos a ir a las tiendas que están aquí al lado, ¿cual es tu animal favorito? Voy a comprarte un peluche de ese, pero que sepas que la siguiente atracción la eliges tu.
Dijo sacándole la lengua y dirigiéndose hacia la tienda de regalos que tenían enfrente.
*Eres libre de escoger peluche y decir que te lo he comprado ^^
-Me encanta como te queda el pelo así de largo, aunque puedo hacer una excepción si te lo recoges en una coleta y no diré nada.
Le guiño un ojo y cuando le saco la lengua la beso descaradamente, ella no sabía que tenía un regalo preparado en forma de fotografías y es que había conjurado una cámara de fotos y vuelto invisible para que les fuese recopilando lo que había sido aquel día y así poder recordarlo a la perfección.
Sonrió cuando le dijo a que atracción subir y es que el criterio de elección fue que llevaba su apellido y fue escuchar aquello que la volvió a besar con una sonrisa de oreja a oreja, ojala hubiese una atracción con el nombre de Gianna, sería sin duda la mejor atracción del mundo.
Llegaron a la entrada y por suerte para ellos al llevar el pase iban por otro camino distinto con el que apenas tuvieron que esperar mientras veían como la cola normal era larga y extensa.
-Te dejo mis gafas de sol junto a tus cosas, no quiero que se rompan.
Y se subieron al tronco o al menos de eso tenía forma, Gianna se coloco enfrente de él y le hizo abrazarla muy fuerte, apenas la había escuchado el joven porque el hecho de ir detrás de ella abrazándola, aspirando su dulce aroma lo atontaba y le entraban ganas de mordisquearle el cuello y lanzarse allí mismo a por ella, pero… mejor no, no era el momento ni el lugar, así que se limito a sujetarla y disfrutar del agradable tacto de su ropa en contacto con su piel.
Conforme iba avanzando al Cerridwen se le ocurrió que sería divertido mojar un poco más a su acompañante y eso hizo, metió la mano por fuera y a modo de pala como si de un juego se tratase le lanzó agua. Se carcajeo al verle la cara, pero justo en ese momento cayeron por uno de los toboganes y le entro agua en la boca… por tenerla abierta, seguro que había salido horrible en la foto, de cualquier manera no quería mojarse más así que se quito la camiseta, dejando su torso desnudo.
Al bajarse de allí se encontró mirando a la joven quien el agua, como si fuera su aliada se había encargado de hacer transparentar su tanktop y al pobre Adrian le falto poco para babear, soñaría durante mucho tiempo con aquella imagen, no obstante aparto rápido la mirada porque no quería parecer descarado y menos un cerdo como cualquier otro.
Le comentaba que tenia frio y el chico río a la vez que se colocaba la camiseta seca notando el agradable calor de esta, aunque poco tiempo le duro el secado porque acto seguido la abrazo durante un largo tiempo para darle así calor, todo era poco por ella. Se metió la mano en el bolsillo del pantalón y por arte de magia se secaron, nunca mejor dicho y es que había conjurado un hechizo secador, aún así siguió un rato más abrazado a ella.
-Ahora ya estas seca y lista para volverte a despeinar, la que esta más cerca es Furious Baco, en la zona mediterránea así que vamos a ir para allí.
Le tendió la mano y avanzaron caminado por el lugar, realmente era muy bonito y el joven vio unas tiendas en las que tenía pensado pararse después de subirse a la siguiente atracción. Nuevamente y gracias al preciado pasé, pese a ser las colas ya enormemente largas en apenas 5 minutos estaban listos para montarse.
-La gracia que tiene esta atracción es que acelera de 0 a 135km/h en 3,5 segundos así que el subidon es importante y lo mejor aún, ves pasar el paisaje tan rápido que mi coche te parecerá lento. Agárrate fuerte.
No le dio tiempo a decir nada más porque justo en ese instante salieron propulsados, por suerte esta montaña rusa era bastante más cómoda y al bajarse lo único que se notaba era aun la adrenalina del momento y no un dolor incomodo de las vagonetas de la Estampida.
El joven no pudo resistirse a comprar la fotografía en la que ambos salían y regalarse a Gianna, realmente salían muy divertidos ambos con la boca abierta y cara de sorpresa.
-Ten, no he podido resistirme a comprártela… no se mueven como las de nuestro mundo pero, para mi tiene más valor así.
Volvió a sonreír de felicidad y beso a la joven nuevamente, le encantaban aquellos labios, su roce, lo calentitos que eran y su humedad.
-Venga, sígueme vamos a ir a las tiendas que están aquí al lado, ¿cual es tu animal favorito? Voy a comprarte un peluche de ese, pero que sepas que la siguiente atracción la eliges tu.
Dijo sacándole la lengua y dirigiéndose hacia la tienda de regalos que tenían enfrente.
*Eres libre de escoger peluche y decir que te lo he comprado ^^
Adrian Silver- Mensajes : 100
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Edad : 32
Re: Entre fuegos artificiales
No había pasado por alto la mirada de Adrian y su reacción me había hecho sonreír para mi misma. Bueno, al menos me daba cuenta de que no era la única que quería comérmelo con la mirada –porque como se había quitado la camisa pues no había otra manera de mirarlo-. Un punto para él.
Sonreí nuevamente cuando me abrazaba. No sabía por qué me gustaba. Pero así era, de alguna forma me hacía sentir segura cuando me rodeaba con los brazos. Quizá porque yo era muy pequeña y él era bastante más grande que yo. O quizá porque así no me sentía tan vulnerable como siempre me había sentido a pesar de llevar esa máscara que durante tantos años estuve forjando.
Observé a unas muchachas a lo lejos que no paraban de cuchichear mirando hacia nosotros. Fruncí los labios. Seguro andaban hablando de lo guapo que era Adrian y me entró un pequeño ataque de celos que calmé besándolo en los labios y luego riéndome ante la expresión de desilusión y terrible desprecio hacia mi. Levanté las cejas y luego me giré a Adrian.
-Tiene nombre como que está fuerte, a ver…-abrí el mapa y localicé el juego al que iríamos.-Ah, no, se ve bien, vamos.
Guardé el mapa en el bolso y me puse la blusa a cuadros para no estar cargándola. Verifiqué nuevamente que estuviera todo en orden dentro del bolso y le di la mano a Adrian. Me gustaba ver todo lo que había a nuestro alrededor. Ese parque era tan distinto a todos los que yo ya había ido antes. Nunca había ido a uno muggle y sinceramente era lo mejor que Adrian pudo haber hecho. Otro punto más.
-¡135km/h en ¿cuánto?!
Grité un poco histérica. Era demasiada velocidad pero ya estábamos arriba. Ya no me podía bajar y había jurado subirme a todo. Esos muggles si que tenían habilidad para crear cosas sin magia. Respiré hondo y me sostuve fuertemente del asiento. Seguramente le parecía una miedosa. Pero lo que Adrian no sabía era que a pesar de todo, le tenía miedo a las alturas, ir sola a todas esas cosas habría sido terrible. Si ni siquiera puedo subirme a una escoba sola sin que haya alguien para invitarme a subirme con él o ella. Era terrible.
Y claro, ya nos habían propulsado hacia la nada y yo gritaba como loca “¡Por las barbas de Merlín!”. Seguramente Adrian y todos los demás estarían muertos de las carcajadas. Finalmente disfruté el recorrido con todo y sus vueltas de cabeza. Había sido divertido.
Al final decidí recogerme el cabello en una coleta porque ya comenzaba a enredárseme de forma imposible. Busqué una liga en el bolso y me lo amarré. Volví a ponerme los lentes de sol y observé la fotografía que Adrian me regalaba.
-¡Está genial!-solté una carcajada por nuestras caras y decidí que iría para mi buró de la noche y la presumiría a todas mis compañeras de habitación. A Sofie y Pearlie las primeras. -Me encanta, gracias. Seguro Pearlie se burlará de mi cara de loca.
Guardé la fotografía con cuidado en el bolso y luego le besé de nuevo. Podría besarlo siempre, siempre.-¡Los perros! Creo que son lo más común, los demás no creo que estén aquí. Ya sabes… son “mitológicos”-le saqué la lengua mientras caminábamos hacia las tiendas. Observé los peluches que había ahí y me encontré con la adorable mirada de una serpiente color café.-¡Esta! Está bien bonita, mira, hasta puedo asustar a Sofie con ella en las noches.-Le sostuve la cabeza a la viborilla e imité el sonido que hacen las serpientes de cascabel con la cola y luego el movimiento de su asquerosa lengüita bífida. Le di un gran beso tronado en la mejilla y le agradecí con otro en los labios por haber comprado la serpiente.
Me la puse sobre los hombros como si fuera mi mascota y luego saqué el pobre mapa que ya estaba más arrugado que mis pergaminos de pociones en Hogwarts.
-A ver…. Mira, podemos ir hacia la parte de China, y subirnos al del dragón o…-y fue entonces que reparé en la gran montaña rusa que estaba detrás de la del dragón. Era tan grande que inmediatamente me dieron ganas de subirme pero sabía que sería la peor de todas y me entraría el pánico una vez subida al tren.-Podemos dejar esta para el final de todo, no me quiero morir tan pronto. No, no, no. Bueno, ¿Vamos a la del “Dragón Khan”?
Tomé a Adrian de la mano y seguí las indicaciones para llegar a la montaña rusa y mientras más nos acercábamos, más grande se veía la llamada “Shambala”. Me latía fuertemente el corazón. Bueno, ya estábamos ahí.
Hicimos cola, como siempre, nos tocó el paso libre prácticamente. Respiré hondo. Comenzaba a arrepentirme después de ver de cerca los famosos loops de los que tanto había escuchado en el camino hacia el juego de palabras de la gente que hablaba inglés o italiano. Volví a respirar hondo. Nos tocó en la primer fila. Ah, me iba a morir.
-¡GUAU! ¡OTRA VEZ! ¡Está genial! Es el mejor de todos, ¡mira mi corazón!-le tomé la mano y me la llevé al pecho para que sintiera los rápidos latidos de mi corazón que estaba a punto de salírseme por el pecho. En definitiva era mi favorita. Los loops habían sido geniales y todo eso. Me bajé del tren temblando y caminé sosteniéndome del brazo de Adrian como pude hacia la calle de nuevo.-Y lo mejor de todo es que no morí.
Me carcajeé, eventualmente le haría una lista detallada de todas mis fobias al pobre Adrian. Tenía que saber en qué se estaba metiendo si quería comenzar algo conmigo. O algo así.
Esperé a que toda la gente pasara y me paré de puntillas y lo besé nuevamente. Sin embargo, esta vez fue algo distinto. Mis labios viajaron hasta su oreja y le di un pequeño mordisquito, se lo merecía porque la cita iba la mar de bien. Le susurré.-Bueno, nos quedan dos juegos…¿A cuál quieres ir primero?-Me separé un poco y le sonreí mirándole a los ojos.
Sonreí nuevamente cuando me abrazaba. No sabía por qué me gustaba. Pero así era, de alguna forma me hacía sentir segura cuando me rodeaba con los brazos. Quizá porque yo era muy pequeña y él era bastante más grande que yo. O quizá porque así no me sentía tan vulnerable como siempre me había sentido a pesar de llevar esa máscara que durante tantos años estuve forjando.
Observé a unas muchachas a lo lejos que no paraban de cuchichear mirando hacia nosotros. Fruncí los labios. Seguro andaban hablando de lo guapo que era Adrian y me entró un pequeño ataque de celos que calmé besándolo en los labios y luego riéndome ante la expresión de desilusión y terrible desprecio hacia mi. Levanté las cejas y luego me giré a Adrian.
-Tiene nombre como que está fuerte, a ver…-abrí el mapa y localicé el juego al que iríamos.-Ah, no, se ve bien, vamos.
Guardé el mapa en el bolso y me puse la blusa a cuadros para no estar cargándola. Verifiqué nuevamente que estuviera todo en orden dentro del bolso y le di la mano a Adrian. Me gustaba ver todo lo que había a nuestro alrededor. Ese parque era tan distinto a todos los que yo ya había ido antes. Nunca había ido a uno muggle y sinceramente era lo mejor que Adrian pudo haber hecho. Otro punto más.
-¡135km/h en ¿cuánto?!
Grité un poco histérica. Era demasiada velocidad pero ya estábamos arriba. Ya no me podía bajar y había jurado subirme a todo. Esos muggles si que tenían habilidad para crear cosas sin magia. Respiré hondo y me sostuve fuertemente del asiento. Seguramente le parecía una miedosa. Pero lo que Adrian no sabía era que a pesar de todo, le tenía miedo a las alturas, ir sola a todas esas cosas habría sido terrible. Si ni siquiera puedo subirme a una escoba sola sin que haya alguien para invitarme a subirme con él o ella. Era terrible.
Y claro, ya nos habían propulsado hacia la nada y yo gritaba como loca “¡Por las barbas de Merlín!”. Seguramente Adrian y todos los demás estarían muertos de las carcajadas. Finalmente disfruté el recorrido con todo y sus vueltas de cabeza. Había sido divertido.
Al final decidí recogerme el cabello en una coleta porque ya comenzaba a enredárseme de forma imposible. Busqué una liga en el bolso y me lo amarré. Volví a ponerme los lentes de sol y observé la fotografía que Adrian me regalaba.
-¡Está genial!-solté una carcajada por nuestras caras y decidí que iría para mi buró de la noche y la presumiría a todas mis compañeras de habitación. A Sofie y Pearlie las primeras. -Me encanta, gracias. Seguro Pearlie se burlará de mi cara de loca.
Guardé la fotografía con cuidado en el bolso y luego le besé de nuevo. Podría besarlo siempre, siempre.-¡Los perros! Creo que son lo más común, los demás no creo que estén aquí. Ya sabes… son “mitológicos”-le saqué la lengua mientras caminábamos hacia las tiendas. Observé los peluches que había ahí y me encontré con la adorable mirada de una serpiente color café.-¡Esta! Está bien bonita, mira, hasta puedo asustar a Sofie con ella en las noches.-Le sostuve la cabeza a la viborilla e imité el sonido que hacen las serpientes de cascabel con la cola y luego el movimiento de su asquerosa lengüita bífida. Le di un gran beso tronado en la mejilla y le agradecí con otro en los labios por haber comprado la serpiente.
Me la puse sobre los hombros como si fuera mi mascota y luego saqué el pobre mapa que ya estaba más arrugado que mis pergaminos de pociones en Hogwarts.
-A ver…. Mira, podemos ir hacia la parte de China, y subirnos al del dragón o…-y fue entonces que reparé en la gran montaña rusa que estaba detrás de la del dragón. Era tan grande que inmediatamente me dieron ganas de subirme pero sabía que sería la peor de todas y me entraría el pánico una vez subida al tren.-Podemos dejar esta para el final de todo, no me quiero morir tan pronto. No, no, no. Bueno, ¿Vamos a la del “Dragón Khan”?
Tomé a Adrian de la mano y seguí las indicaciones para llegar a la montaña rusa y mientras más nos acercábamos, más grande se veía la llamada “Shambala”. Me latía fuertemente el corazón. Bueno, ya estábamos ahí.
Hicimos cola, como siempre, nos tocó el paso libre prácticamente. Respiré hondo. Comenzaba a arrepentirme después de ver de cerca los famosos loops de los que tanto había escuchado en el camino hacia el juego de palabras de la gente que hablaba inglés o italiano. Volví a respirar hondo. Nos tocó en la primer fila. Ah, me iba a morir.
-¡GUAU! ¡OTRA VEZ! ¡Está genial! Es el mejor de todos, ¡mira mi corazón!-le tomé la mano y me la llevé al pecho para que sintiera los rápidos latidos de mi corazón que estaba a punto de salírseme por el pecho. En definitiva era mi favorita. Los loops habían sido geniales y todo eso. Me bajé del tren temblando y caminé sosteniéndome del brazo de Adrian como pude hacia la calle de nuevo.-Y lo mejor de todo es que no morí.
Me carcajeé, eventualmente le haría una lista detallada de todas mis fobias al pobre Adrian. Tenía que saber en qué se estaba metiendo si quería comenzar algo conmigo. O algo así.
Esperé a que toda la gente pasara y me paré de puntillas y lo besé nuevamente. Sin embargo, esta vez fue algo distinto. Mis labios viajaron hasta su oreja y le di un pequeño mordisquito, se lo merecía porque la cita iba la mar de bien. Le susurré.-Bueno, nos quedan dos juegos…¿A cuál quieres ir primero?-Me separé un poco y le sonreí mirándole a los ojos.
Gianna Vercelli- Mensajes : 186
Fecha de inscripción : 04/09/2012
Re: Entre fuegos artificiales
Salió con una serpiente de peluche que al joven le pareció terriblemente divertida y más al imaginarse a Sofie gritando y dando saltos por el susto, al menos podría dormir abrazada al peluche y recordar el día que allí estaban pasando. Le gustaba que le besara, le hacia sentirse querido, bien, reconfortado y le recorría un agradable escalofrió por la espalda de emoción.
Se carcajeo al ver como titubeaba con la atracción “Shambala” y le decía de subirse al Dragon Khan, lo que su acompañante no sabia era que aquella era la que más mareaba de todas debido a los loopings que esta hacía, aun así prefirió disfrutar de como se agarraba con fuerza a todo cuanto podía justo antes de ser lanzados. Le cogió de la mano y se guiaron con el mapa hacia allí y no tardaron en estar dentro gracias al brazalete.
-¡Wooow! En primera fila, ya veras que divertido.
Le cogió una mano para reconfortarla pero no pudo evitar que su bromista interior gritase mientras subían la primera.
-Que viene, que viene, Uehhh, Uehhhh.
Disfrutó aquella experiencia pero lo que disfruto especialmente fue después, cuando Gianna le puso la mano en el corazón y noto cada latido, como estaba acelerado, ¿se sentiría igual cuando Adrian se le acercaba?
-Pues espérate a probar el Shambla, ¿tu has visto que alto? Pero tranquila, como ya te dije, estaré siempre a tu lado.
Le guiño un ojo y en ese momento se sorprendió al sentir que se deslizaba de sus labios hacia su oreja y le daba un mordisquito que le puso los pelos de punta y lo que no eran pelos… especialmente después de que le susurrase, aquello era juego sucio… seguramente Gianna ya se había dado cuenta que no solo le gustaba ella si no que también le volvía loco su cuerpo.
Cuando por fin recupero el aliento reunió fuerzas y aire suficiente para decir:
-¿Has visto que hora es? Yo tengo un poco de hambre…
Era hora de comer, seguramente de la emoción y adrenalina no se habían dado cuenta en absoluto pero ahora que su cuerpo había descansado, demandaba comida y Adrian conocía un buen sitio donde ir.
Se dirigieron hacia el far west, allí había un restaurante en el que ofrecían espectáculos de baile y animación mientras comían y no tardaron en llegar. Volvió a besar a la joven y se quedo durante otro ratito más abrazado, le encantaba rodearla con sus brazos.
-Voy a pedirme un Frankfurt, ¡son enormeees! ¿Que te apetece? ¿Unos nuggets?
Se sentía bien allí, era un sitio acogedor con acabados en madera y no tardaron mucho en servirles. Le dio a probar un poco de su bocadillo a la vez que le robaba de manera divertida un nugget y se lo metía en la boca antes que pudiese quejarse.
-Sé que es comida que podrías comer cualquier día pero… ¿a que no aquí?
Estuvieron un rato disfrutando de los espectáculos para asentar la comida, Adrian había cogido la mano de Gianna y la iba acariciando mientras cruzaba miradas cómplices con ella.
-¿Donde querrás ir? Creo que podríamos ir al Huracán Cóndor, nos pilla de camino hacia el Shambala y… bueno tranquila, hay muy buenas vistas allí para cuando quieras darte cuenta estarás abajo, claro que… quizás prefieres que demos una vuelta antes y así te vas preparando… créeme te van a encantar.
Le dedico un largo beso, empezaba a imaginarse el momento de cenar, cuando volviesen al hotel y estuviesen solos… seguro que le encantarían las fotos.
-¿Que me dices? ¡Tú me guías!
Se carcajeo al ver como titubeaba con la atracción “Shambala” y le decía de subirse al Dragon Khan, lo que su acompañante no sabia era que aquella era la que más mareaba de todas debido a los loopings que esta hacía, aun así prefirió disfrutar de como se agarraba con fuerza a todo cuanto podía justo antes de ser lanzados. Le cogió de la mano y se guiaron con el mapa hacia allí y no tardaron en estar dentro gracias al brazalete.
-¡Wooow! En primera fila, ya veras que divertido.
Le cogió una mano para reconfortarla pero no pudo evitar que su bromista interior gritase mientras subían la primera.
-Que viene, que viene, Uehhh, Uehhhh.
Disfrutó aquella experiencia pero lo que disfruto especialmente fue después, cuando Gianna le puso la mano en el corazón y noto cada latido, como estaba acelerado, ¿se sentiría igual cuando Adrian se le acercaba?
-Pues espérate a probar el Shambla, ¿tu has visto que alto? Pero tranquila, como ya te dije, estaré siempre a tu lado.
Le guiño un ojo y en ese momento se sorprendió al sentir que se deslizaba de sus labios hacia su oreja y le daba un mordisquito que le puso los pelos de punta y lo que no eran pelos… especialmente después de que le susurrase, aquello era juego sucio… seguramente Gianna ya se había dado cuenta que no solo le gustaba ella si no que también le volvía loco su cuerpo.
Cuando por fin recupero el aliento reunió fuerzas y aire suficiente para decir:
-¿Has visto que hora es? Yo tengo un poco de hambre…
Era hora de comer, seguramente de la emoción y adrenalina no se habían dado cuenta en absoluto pero ahora que su cuerpo había descansado, demandaba comida y Adrian conocía un buen sitio donde ir.
Se dirigieron hacia el far west, allí había un restaurante en el que ofrecían espectáculos de baile y animación mientras comían y no tardaron en llegar. Volvió a besar a la joven y se quedo durante otro ratito más abrazado, le encantaba rodearla con sus brazos.
-Voy a pedirme un Frankfurt, ¡son enormeees! ¿Que te apetece? ¿Unos nuggets?
Se sentía bien allí, era un sitio acogedor con acabados en madera y no tardaron mucho en servirles. Le dio a probar un poco de su bocadillo a la vez que le robaba de manera divertida un nugget y se lo metía en la boca antes que pudiese quejarse.
-Sé que es comida que podrías comer cualquier día pero… ¿a que no aquí?
Estuvieron un rato disfrutando de los espectáculos para asentar la comida, Adrian había cogido la mano de Gianna y la iba acariciando mientras cruzaba miradas cómplices con ella.
-¿Donde querrás ir? Creo que podríamos ir al Huracán Cóndor, nos pilla de camino hacia el Shambala y… bueno tranquila, hay muy buenas vistas allí para cuando quieras darte cuenta estarás abajo, claro que… quizás prefieres que demos una vuelta antes y así te vas preparando… créeme te van a encantar.
Le dedico un largo beso, empezaba a imaginarse el momento de cenar, cuando volviesen al hotel y estuviesen solos… seguro que le encantarían las fotos.
-¿Que me dices? ¡Tú me guías!
Adrian Silver- Mensajes : 100
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Edad : 32
Re: Entre fuegos artificiales
Las reacciones de Adrain hacia mis roces eran imperdibles. A pesar de que fueran casi imperceptibles, mi alma de periodista me hacía fijarme en absolutamente todo. En descifrar su lenguaje corporal, sus gestos, la forma en que palidecía un poco con cada roce que le daba. ¿No se había dado cuenta ya de que lo deseaba?
No me había percatado de la hora que era hasta que Adrian lo mencionó y si, tenía hambre. Bastante a decir verdad. Aunque suponía que con tanto juego no era bueno comer antes de subirse a una cosa de esas. No fuera uno a vomitar en su acompañante o algo así.
Pero ya me había empezado a rugir el estómago y no había vuelta atrás. ¿Qué me apetecía comer? ¡Todo! Tenía mucha hambre y el olor a comida que comenzaba a surgir de todos los restaurantes que pasábamos me abría mucho más el apetito.
-¿UN Frankfurt? ¿Qué es eso? ¡Ah! Yo pediré una hamburguesa jr. que tiene nuggets también.-era una hamburguesa bastante pequeña que compensaba el plato jr. Pero en realidad estaba bastante bien servido y tenía papitas además.
En cuanto le trajeron la comida a Adrian me reí un poco con su comida. Si, en verdad eran enormes y no sabía si había pedido eso por lo sugerente que era pero…. No, no podía aguantar la carcajada. Tenía que hacer lo posible. No te rías, no te rías. Sonreí cuando se robaba cándidamente uno de mis nuggets pero no me molestó.
Tomé lo que parecía salsa Ketchup y le puse a la mini hamburguesita y a las papitas. Le ofrecí a Adrian por si quería y me dispuse a comer. En ese momento todo me sabría a gloria. -Me encanta este tipo de comidas. Y la de mi madre, pero esa tengo mayor oportunidad de comerla. Esta no.
Me pedí una coca cola bien helada y le di un buen sorbo en cuanto me la llevaron. El espectáculo estaba bien, era agradable y daba la oportunidad de observar mejor a Adrian sin estar en un tren que va a más de 135 km/h y que en lo único que piensas es que vas a morir o algo así.
Mientras Adrian estaba atento al espectáculo, me quedé mirándole las manos, el mentón, los labios y sin darme cuenta me pasé la lengua por los míos y me mordí al final. Respiré hondo intentando hacer que el nerviosismo por llegar al cuarto de hotel desapareciera. ¿Sucedería finalmente? Eso me tenía un poco turbada pero lo deseaba. Lo deseaba a él y sabía que él ya lo tenía bien entendido. Sobre todo cuando mi pie rozó su muslo con el pretexto de haber cruzado la pierna y que la mesa estaba muy junta. ¿Y esas miradas? Mis miradas estaban claras, al menos para mi, pero por más que quisiera descifrar las de él, no podía. Quisiera pensar que era que me deseaba de la misma forma en que yo le deseaba a él. Que, al igual que yo, se sentía hormonado como cualquier colegiala de quince años.
Me arriesgué una vez más y crucé de nuevo la pierna, pasándola por la suya mientras le acariciaba la mano de la misma forma en que él lo hacía. Levanté la mirada y me volví a morder el labio. Si, quizás eso ya era demasiado.
Ugh, caída libre. Eso era lo peor. No sabía en qué estaba pensando haber accedido a subirme a esa cosa enorme. Aunque claro, tenía que irme haciendo a la idea de subirme al armatoste ese que habíamos reservado para el final. Bueno, así lo había querido yo, por miedosa e indecisa.
-No, vamos de una vez, así me hago más pronto a la idea. Vamos al Huracán o esa cosa. ¡Te guío!
Mantuve la sonrisa hasta que decidimos irnos de ahí. Como si supiera donde estaba qué cosa. Pero bueno, le guié, rodeando todo para llegar a donde estaba el dichoso juego de caída libre. Me detuve en seco para observarlo por arriba de las gafas de sol. ¡Ay no! Eso se veía muy feo. Esperé a que subieran las personas que recién se habían subido y luego los vi bajar como alma que los llevaba el diablo. Me mordí el labio y luego me encogí de hombros. Ya estábamos ahí, ¿no?
En cuanto me senté en el juego y me pusieron la protección, no dejé de mover las piernas. Pataleaba sin poder controlarlo mientras me reía nerviosamente y justo en el momento en que sentí el tirón en el cuello grité como desesperada.
No había durado nada, eso es verdad. Pero no, no me volvería a subir. No era como el que habíamos ido antes, el Furius Baco. Definitivamente no me gustaba la caída libre y me habían dado ganas de desaparecerme y esperar a Adrian en el suelo a salvo. Pero no, no y no, tenía que ser valiente, se lo debía por todo lo que había planeado.
-De verdad que la caída libre no es lo mío. Es como si me estuviera cayendo de la escoba, ¿sabes? No, no. Jamás.-Negué con las manos, lo que seguramente parecería una escena graciosa para cualquiera que nos viera.-Ya hasta me duelen los pies.
Me senté un momento en una banca y me sobé un poco los tobillos. No estaba acostumbrada a caminar tanto porque vamos, todo sea dicho, no era una persona de ejercicio, y aunque me estuviera divirtiendo, la caminata y el recorrido del parque estaba cobrando sus facturas a ese paso. Quizás cuando volviéramos al hotel, si hubiera tiempo, me gustaría mucho darme un baño de tina y relajarme un poco.
-Bueno, supongo que es la hora de la verdad. Solo júrame que no me voy a morir o que esa cosa no se va a caer.-le dije a Adrian mientras me ponía en pie y señalaba el famoso Shambhala.
No me había percatado de la hora que era hasta que Adrian lo mencionó y si, tenía hambre. Bastante a decir verdad. Aunque suponía que con tanto juego no era bueno comer antes de subirse a una cosa de esas. No fuera uno a vomitar en su acompañante o algo así.
Pero ya me había empezado a rugir el estómago y no había vuelta atrás. ¿Qué me apetecía comer? ¡Todo! Tenía mucha hambre y el olor a comida que comenzaba a surgir de todos los restaurantes que pasábamos me abría mucho más el apetito.
-¿UN Frankfurt? ¿Qué es eso? ¡Ah! Yo pediré una hamburguesa jr. que tiene nuggets también.-era una hamburguesa bastante pequeña que compensaba el plato jr. Pero en realidad estaba bastante bien servido y tenía papitas además.
En cuanto le trajeron la comida a Adrian me reí un poco con su comida. Si, en verdad eran enormes y no sabía si había pedido eso por lo sugerente que era pero…. No, no podía aguantar la carcajada. Tenía que hacer lo posible. No te rías, no te rías. Sonreí cuando se robaba cándidamente uno de mis nuggets pero no me molestó.
Tomé lo que parecía salsa Ketchup y le puse a la mini hamburguesita y a las papitas. Le ofrecí a Adrian por si quería y me dispuse a comer. En ese momento todo me sabría a gloria. -Me encanta este tipo de comidas. Y la de mi madre, pero esa tengo mayor oportunidad de comerla. Esta no.
Me pedí una coca cola bien helada y le di un buen sorbo en cuanto me la llevaron. El espectáculo estaba bien, era agradable y daba la oportunidad de observar mejor a Adrian sin estar en un tren que va a más de 135 km/h y que en lo único que piensas es que vas a morir o algo así.
Mientras Adrian estaba atento al espectáculo, me quedé mirándole las manos, el mentón, los labios y sin darme cuenta me pasé la lengua por los míos y me mordí al final. Respiré hondo intentando hacer que el nerviosismo por llegar al cuarto de hotel desapareciera. ¿Sucedería finalmente? Eso me tenía un poco turbada pero lo deseaba. Lo deseaba a él y sabía que él ya lo tenía bien entendido. Sobre todo cuando mi pie rozó su muslo con el pretexto de haber cruzado la pierna y que la mesa estaba muy junta. ¿Y esas miradas? Mis miradas estaban claras, al menos para mi, pero por más que quisiera descifrar las de él, no podía. Quisiera pensar que era que me deseaba de la misma forma en que yo le deseaba a él. Que, al igual que yo, se sentía hormonado como cualquier colegiala de quince años.
Me arriesgué una vez más y crucé de nuevo la pierna, pasándola por la suya mientras le acariciaba la mano de la misma forma en que él lo hacía. Levanté la mirada y me volví a morder el labio. Si, quizás eso ya era demasiado.
Ugh, caída libre. Eso era lo peor. No sabía en qué estaba pensando haber accedido a subirme a esa cosa enorme. Aunque claro, tenía que irme haciendo a la idea de subirme al armatoste ese que habíamos reservado para el final. Bueno, así lo había querido yo, por miedosa e indecisa.
-No, vamos de una vez, así me hago más pronto a la idea. Vamos al Huracán o esa cosa. ¡Te guío!
Mantuve la sonrisa hasta que decidimos irnos de ahí. Como si supiera donde estaba qué cosa. Pero bueno, le guié, rodeando todo para llegar a donde estaba el dichoso juego de caída libre. Me detuve en seco para observarlo por arriba de las gafas de sol. ¡Ay no! Eso se veía muy feo. Esperé a que subieran las personas que recién se habían subido y luego los vi bajar como alma que los llevaba el diablo. Me mordí el labio y luego me encogí de hombros. Ya estábamos ahí, ¿no?
En cuanto me senté en el juego y me pusieron la protección, no dejé de mover las piernas. Pataleaba sin poder controlarlo mientras me reía nerviosamente y justo en el momento en que sentí el tirón en el cuello grité como desesperada.
No había durado nada, eso es verdad. Pero no, no me volvería a subir. No era como el que habíamos ido antes, el Furius Baco. Definitivamente no me gustaba la caída libre y me habían dado ganas de desaparecerme y esperar a Adrian en el suelo a salvo. Pero no, no y no, tenía que ser valiente, se lo debía por todo lo que había planeado.
-De verdad que la caída libre no es lo mío. Es como si me estuviera cayendo de la escoba, ¿sabes? No, no. Jamás.-Negué con las manos, lo que seguramente parecería una escena graciosa para cualquiera que nos viera.-Ya hasta me duelen los pies.
Me senté un momento en una banca y me sobé un poco los tobillos. No estaba acostumbrada a caminar tanto porque vamos, todo sea dicho, no era una persona de ejercicio, y aunque me estuviera divirtiendo, la caminata y el recorrido del parque estaba cobrando sus facturas a ese paso. Quizás cuando volviéramos al hotel, si hubiera tiempo, me gustaría mucho darme un baño de tina y relajarme un poco.
-Bueno, supongo que es la hora de la verdad. Solo júrame que no me voy a morir o que esa cosa no se va a caer.-le dije a Adrian mientras me ponía en pie y señalaba el famoso Shambhala.
Gianna Vercelli- Mensajes : 186
Fecha de inscripción : 04/09/2012
Re: Entre fuegos artificiales
Vale, aquello ya era demasiado, se le nublaba cualquier tipo de pensamiento que no fuera con connotaciones sexuales y es que entre los roces, las miradas, ver como se mordía el labio, más que tener ganas de montarse en más atracciones, lo que el cuerpo le pedía era montárselo con Gianna.
Sabía que se ponía rojo por culpa de la excitación, así que se limito a intentar pensar en otras cosas como en el calor que hacía, aunque lo del calor especialmente lo estuviese sintiendo él en aquel instante.
No tardaron después de eso en ir dirección a la caída libre, por surte el joven ya se había relajado un poco y volvía a pensar con normalidad, especialmente cuando se subieron allí y empezó a verse todo el paisaje y Adrian miró hacia abajo y señalando hacia broma con las personas de abajo diciendo que parecían hormiguitas, aunque Gianna en aquel momento lo que menos interés tenia era mirar hacia abajo, especialmente cuando no tenias ni idea de cuándo se soltaría aquello, justo tres segundo después de salir la cama de fotografía los dejaron ir y el joven sintió un alegre cosquilleo en el cuerpo, como cuando descendía en picado con la escoba no obstante, parecía ser que a la chica no le había hecho tanta gracia.
No pasaba nada, el plato fuerte les esperaba allí y era divertidamente aterrorizante ver desde lejos la primera subida tan alta.
-Tranquila, no volveremos a subir ahí, pero había que probarlo
Dijo el joven entre una sonrisa, aunque puso un mohín al ver que se paraba para tocarse los tobillos, era normal, llevaban largo tiempo caminando y ya se acercaba la hora de volver para el hotel. Al escuchar el comentario de la chica este se rio y la cogió en brazos.
-En ese caso ya te llevo yo a cuestas ¡no pesas nada!
Y así fue, camino un rato hasta que la dejo ir, por lo visto no tenía nada mejor que hacerle cosquillas para que la bajase (me lo he sacado de la manga, sino es así dímelo y edito).
Se quedaron a las puertas del Shambala y antes de pasar Adrian beso apasionadamente a su acompañante, como si se tratara de un último beso, aquella atracción era nueva y Adrian tampoco se había subido, de alguna manera tenía algo de miedo pero no iba a dejar que se le notase para nada, nuevamente en un momento se situaron frente al vagón, en primera fila les toco y se alarmo al ver que tan solo les sujetaba las piernas, aunque el miedo le duro poco pues cuando se quiso dar cuenta ya estaban bajando y él con los brazos arriba.
-Ha sido genial, es mejor que el dragón Khan, bueno… a mi me ha gustado más, otra vez, otra vez antes de volver, Poooorfiiiiiiiii!
Puso su mejor carita de pena y niño bueno para intentar conseguir subirse una vez más antes de irse a arreglar para la cena. De alguna manera vislumbro que además de foto habían videos, el joven se rio bastante al ver que los muggles habían conseguido poner fotos en movimiento pero con un material duro… era curioso. Como no tenía el soporte para el video, compro dos fotos, una en la que precisamente salía con el signo de la victoria y se veía a Gianna sonreír, se la regalo. Ahora solo quedaba esperar si se subían una vez más o volvían al hotel.
Sabía que se ponía rojo por culpa de la excitación, así que se limito a intentar pensar en otras cosas como en el calor que hacía, aunque lo del calor especialmente lo estuviese sintiendo él en aquel instante.
No tardaron después de eso en ir dirección a la caída libre, por surte el joven ya se había relajado un poco y volvía a pensar con normalidad, especialmente cuando se subieron allí y empezó a verse todo el paisaje y Adrian miró hacia abajo y señalando hacia broma con las personas de abajo diciendo que parecían hormiguitas, aunque Gianna en aquel momento lo que menos interés tenia era mirar hacia abajo, especialmente cuando no tenias ni idea de cuándo se soltaría aquello, justo tres segundo después de salir la cama de fotografía los dejaron ir y el joven sintió un alegre cosquilleo en el cuerpo, como cuando descendía en picado con la escoba no obstante, parecía ser que a la chica no le había hecho tanta gracia.
No pasaba nada, el plato fuerte les esperaba allí y era divertidamente aterrorizante ver desde lejos la primera subida tan alta.
-Tranquila, no volveremos a subir ahí, pero había que probarlo
Dijo el joven entre una sonrisa, aunque puso un mohín al ver que se paraba para tocarse los tobillos, era normal, llevaban largo tiempo caminando y ya se acercaba la hora de volver para el hotel. Al escuchar el comentario de la chica este se rio y la cogió en brazos.
-En ese caso ya te llevo yo a cuestas ¡no pesas nada!
Y así fue, camino un rato hasta que la dejo ir, por lo visto no tenía nada mejor que hacerle cosquillas para que la bajase (me lo he sacado de la manga, sino es así dímelo y edito).
Se quedaron a las puertas del Shambala y antes de pasar Adrian beso apasionadamente a su acompañante, como si se tratara de un último beso, aquella atracción era nueva y Adrian tampoco se había subido, de alguna manera tenía algo de miedo pero no iba a dejar que se le notase para nada, nuevamente en un momento se situaron frente al vagón, en primera fila les toco y se alarmo al ver que tan solo les sujetaba las piernas, aunque el miedo le duro poco pues cuando se quiso dar cuenta ya estaban bajando y él con los brazos arriba.
-Ha sido genial, es mejor que el dragón Khan, bueno… a mi me ha gustado más, otra vez, otra vez antes de volver, Poooorfiiiiiiiii!
Puso su mejor carita de pena y niño bueno para intentar conseguir subirse una vez más antes de irse a arreglar para la cena. De alguna manera vislumbro que además de foto habían videos, el joven se rio bastante al ver que los muggles habían conseguido poner fotos en movimiento pero con un material duro… era curioso. Como no tenía el soporte para el video, compro dos fotos, una en la que precisamente salía con el signo de la victoria y se veía a Gianna sonreír, se la regalo. Ahora solo quedaba esperar si se subían una vez más o volvían al hotel.
Adrian Silver- Mensajes : 100
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Edad : 32
Re: Entre fuegos artificiales
-¡No! No me cargues, ¡espérate!-entre carcajada y media había logrado que me bajara mientras le hacía cosquillas. No era que no me gustara pero me daba que podría tropezarse y caeríamos los dos. Quizás después que no hubiera tanta gente si quería cargarme, que lo hiciera.
Finalmente llegamos a las puertas de la última atracción del día. Yo sentía que me temblaban las rodillas y que podría caerme en cualquier momento. Quizás era una combinación entre el cansancio y nerviosismo por subirme a una estructura tan grande y que además tenía una caída libre que ¡válgame las vírgenes de Avalón! Como diría Luca. Nos formamos y permanecimos poco tiempo en la cola, como siempre.
Pero lo que fue diferente fue el beso apasionado que me había dado. Me quedé inmóvil un momento porque no me lo esperaba y había encendido una especie de switch en mi interior. ¿No se daba cuenta lo que hacía? A mi me daba que si, que lo tenía perfectamente calculado y que sabía el efecto que tenía sobre mi. Me atrevía enterrarle los dedos en el rubio y corto cabello mientras me besaba y luego, al separarnos, solo le sonreí y me mordí el labio de forma sugerente, todo sea dicho.
-¿Esto no tiene más protección? ADrian….¡Adrian, me voy a salir! ¡No! ¡Espérate!...-claro que ya no podía hacer nada porque el recorrido ya había dado inicio. Me sostuve como pude del frente y de Adrian al mismo tiempo. Mi corazón latía con fuerza, con mucha más fuerza de lo que latía cuando nos subimos al de los loops. Respiré hondo y comencé a hiperventilar, sin embargo, eso se terminó en cuanto dimos la primer bajada. Si sonreí un momento pero en realidad estaba aterrada, me habían bajado todos los colores y quien sabía a donde se me habían ido.
Finalmente terminó el recorrido y yo no sabía como bajarme del tren. Mis manos me temblaban. Si, me había gustado pero quizás no para una segunda ocasión. Era demasiado alto y eso podía contra mi. Además el hecho de que solamente tuviera protección en los pies hacía que mi histeria se acentuara. Sentía como que me fuera a desmayar pero en cuanto me pegó el sol en la cara nuevamente me recompuse un poco. Mi respiración volvió a lo habitual y mi corazón, aún acelerado, comenzó a bajar de intensidad hasta que se calmó por completo –bueno, casi, Adrian también hacía que se me acelerara.
Observé las fotografías y no me había percatado que Adrian había puesto el signo de la victoria y que en realidad yo si estaba sonriendo. Abrí los ojos. Los muggles habían logrado captar el movimiento como nuestras fotografías. Se lo señalé a Adrian pero no dije absolutamente nada, no fuera yo a delatarnos pero Adrian ya se estaba riendo al verlo.
-¡¿OTRA VEZ?! No, no, no…-manoteé. Si, había estado genial el recorrido pero sinceramente yo juré que me salía del tren durante todo el trayecto del mismo. ¿De verdad quería, después de mis gritos de loca histérica, subirse otra vez? Respiré hondo intentando calmar el temblor de mi cuerpo entero mientras guardaba la fotografía que me había comprado. Otra más para la mesilla del dormitorio. Me pasé las manos por el rostro y me tallé los pómulos. Suponía que ya me habían regresado los colores porque me había visto en un cristal recién habíamos bajado de la atracción y estaba más pálida que a saber qué cosa-Vale, ¡pero nada más una vez y ya! Estoy muy cansada y ya no aguanto los pies. Además, mírame los hombros, estoy toda tostada.
Me había gustado mucho más la atracción del Dragón Khan. Quizás porque sentía que iba más protegida que en el otro. No sabía por qué, el caso es que era el que más me había gustado pero tampoco tenía fuerzas ya para caminar nuevamente todo eso.
-Ala, vamos ya antes de que me arrepienta, pero antes...-esperé a que pasara toda la gente y luego lo empujé con suavidad a un rincón donde daba bastante sombra. Una vez ahí, le pasé una mano por el cuello y la otra fue directamente a su costado, aventurándome a pasarla por debajo de su camisa. Suspiré. Su piel era suave y estaba tibia por el sol. Busqué sus labios para besarle con avidez. Quería sentir su proximidad, su aliento combinarse con el mío. ¿Es que no lo entendía? ¿Ni siquiera con el roce de las yemas de mis dedos sobre la piel de su espalda? Le mordí el labio inferior con delicadeza. Y nuevamente, habiéndome dado cuenta de que le había gustado esa primera vez, recorrí su mandíbula con los labios, de forma lenta y suave hasta llegar a su oído y susurrarle-¿Estás seguro de querer subirte otra vez?
¿Qué si lo estaba provocando? Bueno, claro que si. ¿Qué si quería regresar al hotel? Si, también era verdad y mis acciones no podían delatarme menos. No quería más atracciones, lo quería a él. No quería subirme a más juegos, lo quería a él.
Finalmente llegamos a las puertas de la última atracción del día. Yo sentía que me temblaban las rodillas y que podría caerme en cualquier momento. Quizás era una combinación entre el cansancio y nerviosismo por subirme a una estructura tan grande y que además tenía una caída libre que ¡válgame las vírgenes de Avalón! Como diría Luca. Nos formamos y permanecimos poco tiempo en la cola, como siempre.
Pero lo que fue diferente fue el beso apasionado que me había dado. Me quedé inmóvil un momento porque no me lo esperaba y había encendido una especie de switch en mi interior. ¿No se daba cuenta lo que hacía? A mi me daba que si, que lo tenía perfectamente calculado y que sabía el efecto que tenía sobre mi. Me atrevía enterrarle los dedos en el rubio y corto cabello mientras me besaba y luego, al separarnos, solo le sonreí y me mordí el labio de forma sugerente, todo sea dicho.
-¿Esto no tiene más protección? ADrian….¡Adrian, me voy a salir! ¡No! ¡Espérate!...-claro que ya no podía hacer nada porque el recorrido ya había dado inicio. Me sostuve como pude del frente y de Adrian al mismo tiempo. Mi corazón latía con fuerza, con mucha más fuerza de lo que latía cuando nos subimos al de los loops. Respiré hondo y comencé a hiperventilar, sin embargo, eso se terminó en cuanto dimos la primer bajada. Si sonreí un momento pero en realidad estaba aterrada, me habían bajado todos los colores y quien sabía a donde se me habían ido.
Finalmente terminó el recorrido y yo no sabía como bajarme del tren. Mis manos me temblaban. Si, me había gustado pero quizás no para una segunda ocasión. Era demasiado alto y eso podía contra mi. Además el hecho de que solamente tuviera protección en los pies hacía que mi histeria se acentuara. Sentía como que me fuera a desmayar pero en cuanto me pegó el sol en la cara nuevamente me recompuse un poco. Mi respiración volvió a lo habitual y mi corazón, aún acelerado, comenzó a bajar de intensidad hasta que se calmó por completo –bueno, casi, Adrian también hacía que se me acelerara.
Observé las fotografías y no me había percatado que Adrian había puesto el signo de la victoria y que en realidad yo si estaba sonriendo. Abrí los ojos. Los muggles habían logrado captar el movimiento como nuestras fotografías. Se lo señalé a Adrian pero no dije absolutamente nada, no fuera yo a delatarnos pero Adrian ya se estaba riendo al verlo.
-¡¿OTRA VEZ?! No, no, no…-manoteé. Si, había estado genial el recorrido pero sinceramente yo juré que me salía del tren durante todo el trayecto del mismo. ¿De verdad quería, después de mis gritos de loca histérica, subirse otra vez? Respiré hondo intentando calmar el temblor de mi cuerpo entero mientras guardaba la fotografía que me había comprado. Otra más para la mesilla del dormitorio. Me pasé las manos por el rostro y me tallé los pómulos. Suponía que ya me habían regresado los colores porque me había visto en un cristal recién habíamos bajado de la atracción y estaba más pálida que a saber qué cosa-Vale, ¡pero nada más una vez y ya! Estoy muy cansada y ya no aguanto los pies. Además, mírame los hombros, estoy toda tostada.
Me había gustado mucho más la atracción del Dragón Khan. Quizás porque sentía que iba más protegida que en el otro. No sabía por qué, el caso es que era el que más me había gustado pero tampoco tenía fuerzas ya para caminar nuevamente todo eso.
-Ala, vamos ya antes de que me arrepienta, pero antes...-esperé a que pasara toda la gente y luego lo empujé con suavidad a un rincón donde daba bastante sombra. Una vez ahí, le pasé una mano por el cuello y la otra fue directamente a su costado, aventurándome a pasarla por debajo de su camisa. Suspiré. Su piel era suave y estaba tibia por el sol. Busqué sus labios para besarle con avidez. Quería sentir su proximidad, su aliento combinarse con el mío. ¿Es que no lo entendía? ¿Ni siquiera con el roce de las yemas de mis dedos sobre la piel de su espalda? Le mordí el labio inferior con delicadeza. Y nuevamente, habiéndome dado cuenta de que le había gustado esa primera vez, recorrí su mandíbula con los labios, de forma lenta y suave hasta llegar a su oído y susurrarle-¿Estás seguro de querer subirte otra vez?
¿Qué si lo estaba provocando? Bueno, claro que si. ¿Qué si quería regresar al hotel? Si, también era verdad y mis acciones no podían delatarme menos. No quería más atracciones, lo quería a él. No quería subirme a más juegos, lo quería a él.
Gianna Vercelli- Mensajes : 186
Fecha de inscripción : 04/09/2012
Re: Entre fuegos artificiales
Le dijo primeramente que no quería volverse a subir pero parece que se lo volvió a replantear cuando recupero la compostura y accedió a subirse una ultima vez y hacia allí iban de no ser porque por sorpresa se lo llevo a una zona un tanto apartada y le beso buscando el contacto con su piel por debajo de la camiseta, noto como cada parte de su cuerpo respondía ante aquello especialmente cuando como bien había aprendido la joven anteriormente, le susurro en el oído si realmente estaba seguro de subirse otra vez.
No pudo más, apretó a Gianna contra su cuerpo, seguro que notaria la erección que tanto había intentado disimular en otras ocasiones pero no le importaba en absoluto, le gustaba y volvía loco y quería que lo supiese.
Empezó a mordisquearle el cuello y dar pequeños chupetones lo suficientemente suaves para no dejar marca pero si para volverla loco a la vez que aprovechaba cada vez que subía por su mandíbula para fundirse en un húmedo beso, le agarraba fuertemente el culo con una mano como si fuese a marcharse y con la otra se deslizaba sobre la piel de su espalda acariciándola. Estaba más excitado que en todas las atracciones juntas.
Se soltó casi con violencia, no había otra manera de hacerlo, consiguió disimular el bulto del pantalón y la cogió de la mano casi estirando de ella.
-Tú ganas, vamos al hotel, ¡AHORA!
Hizo ademán de dirigirse hacia allí pero paro en seco, volvió a besarla y le soltó.
-Si al hotel quieres volver- pausa para tomar aire por estar exhausto -a esto me has de responder, ¿quieres ser mi novia?
Le encantaba, quería que fuera su novia, quería tomarla allí mismo y gritarle a todo el mundo lo feliz que era, pero se limito al momento y a volverse a fundir en un erótico beso que parecía que no tenia fin.
Llegaron con la respiración y el corazón acelerados y casi pasaba de largo por encima del recepcionista de no ser que escucho su nombre casi en grito y tuvo que pararse, al parecer tenia que firmar que estaba conforme con la cena que servirían, la hora a la que teníamos que estar y si querían champan o no ¿que narices importaba eso ahora? Estaba con el calentón y solo quería estar pegado a su chica… aun así respiro hondo, tampoco quería que los molestaran así que se sereno un segundo y dijo:
-Gianna, sube tú, no tardare nada.
Efectivamente apenas tardó nada en llegar pero para cuando subió allí no había nadie, tan solo estaba la ropa de Gianna en el suelo y escuchaba el ruido de un Jacuzzi que provenía del baño… “Así que era esooo…” pensó el joven que apenas tardó segundos en desvestirse, ponerse una toalla alrededor de la cintura y entrar en el baño.
No se veía nada por debajo del agua, al parecer la joven había tenido tiempo suficiente de llenarlo con espuma pero aun así se veía lo suficiente como para darse cuenta que no llevaba nada.
Se situó delante, le guiño un ojo y dejo caer la toalla, mostrándose totalmente desnudo ante ella y acto seguido meterse en la gran bañera. Se situó a su lado y empezó a besarla como no la había besado antes, un beso de deseo, lascivo y acto seguido se dejo llevar, deslizo su mano entre los pechos de la joven, sintiéndolos tersos y suaves, deteniéndose a pellizcar suavemente el diminuto pezón de la cerridwen a la vez que volvía a mordisquearle el cuello, especialmente por la zona cercana a las parte inferior de las orejas. Allí, bajo el agua se sentía capaz de todo, le excitaba escuchar a la chica y fue un pequeño gritito lo que le hizo proseguir en su camino hacia abajo, donde tras varios minutos haciendose amigo de los pechos de la chica se topo por fin con el tesoro que tanto ansiaba y empezó a juguetear con el suavemente y aumentando progesivamente la velocidad, aprovechando con su mano libre para guiar la de Gianna hacia su miembro (Frankfurt ) que sentía como si fuese a explotar de la presión y excitación que la chica le producía especialmente cuando noto el roce de su suave mano y le susurró en la oreja.
-Pienso hacerte gritar más de lo que has gritado en todas las atracciones juntas, bienvenida a Silver Adrien sex resort.
Y Allí estaba, con su novia, siendo el hombre más afortunado del mundo disfrutando del mayor placer que la vida podia darle, ella.
-¿Estas preparada?
No pudo más, apretó a Gianna contra su cuerpo, seguro que notaria la erección que tanto había intentado disimular en otras ocasiones pero no le importaba en absoluto, le gustaba y volvía loco y quería que lo supiese.
Empezó a mordisquearle el cuello y dar pequeños chupetones lo suficientemente suaves para no dejar marca pero si para volverla loco a la vez que aprovechaba cada vez que subía por su mandíbula para fundirse en un húmedo beso, le agarraba fuertemente el culo con una mano como si fuese a marcharse y con la otra se deslizaba sobre la piel de su espalda acariciándola. Estaba más excitado que en todas las atracciones juntas.
Se soltó casi con violencia, no había otra manera de hacerlo, consiguió disimular el bulto del pantalón y la cogió de la mano casi estirando de ella.
-Tú ganas, vamos al hotel, ¡AHORA!
Hizo ademán de dirigirse hacia allí pero paro en seco, volvió a besarla y le soltó.
-Si al hotel quieres volver- pausa para tomar aire por estar exhausto -a esto me has de responder, ¿quieres ser mi novia?
Le encantaba, quería que fuera su novia, quería tomarla allí mismo y gritarle a todo el mundo lo feliz que era, pero se limito al momento y a volverse a fundir en un erótico beso que parecía que no tenia fin.
Llegaron con la respiración y el corazón acelerados y casi pasaba de largo por encima del recepcionista de no ser que escucho su nombre casi en grito y tuvo que pararse, al parecer tenia que firmar que estaba conforme con la cena que servirían, la hora a la que teníamos que estar y si querían champan o no ¿que narices importaba eso ahora? Estaba con el calentón y solo quería estar pegado a su chica… aun así respiro hondo, tampoco quería que los molestaran así que se sereno un segundo y dijo:
-Gianna, sube tú, no tardare nada.
Efectivamente apenas tardó nada en llegar pero para cuando subió allí no había nadie, tan solo estaba la ropa de Gianna en el suelo y escuchaba el ruido de un Jacuzzi que provenía del baño… “Así que era esooo…” pensó el joven que apenas tardó segundos en desvestirse, ponerse una toalla alrededor de la cintura y entrar en el baño.
No se veía nada por debajo del agua, al parecer la joven había tenido tiempo suficiente de llenarlo con espuma pero aun así se veía lo suficiente como para darse cuenta que no llevaba nada.
Se situó delante, le guiño un ojo y dejo caer la toalla, mostrándose totalmente desnudo ante ella y acto seguido meterse en la gran bañera. Se situó a su lado y empezó a besarla como no la había besado antes, un beso de deseo, lascivo y acto seguido se dejo llevar, deslizo su mano entre los pechos de la joven, sintiéndolos tersos y suaves, deteniéndose a pellizcar suavemente el diminuto pezón de la cerridwen a la vez que volvía a mordisquearle el cuello, especialmente por la zona cercana a las parte inferior de las orejas. Allí, bajo el agua se sentía capaz de todo, le excitaba escuchar a la chica y fue un pequeño gritito lo que le hizo proseguir en su camino hacia abajo, donde tras varios minutos haciendose amigo de los pechos de la chica se topo por fin con el tesoro que tanto ansiaba y empezó a juguetear con el suavemente y aumentando progesivamente la velocidad, aprovechando con su mano libre para guiar la de Gianna hacia su miembro (Frankfurt ) que sentía como si fuese a explotar de la presión y excitación que la chica le producía especialmente cuando noto el roce de su suave mano y le susurró en la oreja.
-Pienso hacerte gritar más de lo que has gritado en todas las atracciones juntas, bienvenida a Silver Adrien sex resort.
Y Allí estaba, con su novia, siendo el hombre más afortunado del mundo disfrutando del mayor placer que la vida podia darle, ella.
-¿Estas preparada?
Adrian Silver- Mensajes : 100
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Edad : 32
Re: Entre fuegos artificiales
Suspiré. ¿Era eso…? Si, claro que lo era. Sonreí para mi misma satisfecha. Me gustaba la actitud de Adrian. Incluso comencé a sentir una presión en el estómago que jamás había sentido. Me gustaba de esa forma, decidido. Todo el poco autocontrol que yo había llegado a tener comenzó a irse por el desagüe cuando me besó el cuello y ¡por la magia! Los mordiscos eran lo mejor de todo.
Sentí como me agarraba el trasero y sonreí. Eso era nuevo, jamás imaginé a Adrian haciendo algo así –bueno, en realidad si, pero en mis sueños, nunca de verdad-. No quería separarme de él pero entendía si él quería hacerlo. Pero no fue por nada malo, todo lo contrario. Abrí los ojos como platos cuando me dijo que fuéramos al hotel. ¡Si, vámonos!
Y de pronto se detuvo. ¡No! ¿Por qué te detienes? Vámonos ya, ahora mismo. Pero la pregunta me tomó por sorpresa. Y ¿lo peor? Que mi reacción también lo hizo.-Si.-respondí sin pensármelo ni un solo segundo. ¿Estaba segura? Aparentemente si lo estaba. Vamos, que había preparado una gran cita tan solo para mi. Todo eso, era suficiente como para no dudar ni un solo instante. Gianna ahora eres la mujer de alguien, que extraño sonaba eso en mis pensamientos.
Volví a besarlo como si con eso se sellara algún tipo de pacto. ¡Por la magia! Quería desvestirlo ahí mismo sin importarme la gente que había. Que supieran que él, estaba conmigo y con nadie más. Que todas las zorritas que se le quedaban mirando se enteraran de una buena vez que era mío y de nadie más.
Corrimos, pues –aunque podríamos aparecernos, ¿no? Y así nos pudimos haber evitado que en la recepción le hicieran regresarse sobre sus pasos- y entramos al hotel. Yo en lo personal iba seria y no sabía si reírme o qué hacer. Hice un mohín cuando Adrian quedó a firmar algunos papeles. A penas asentí y comencé a subir las escaleras. Gracias a los dioses no eran muchos pisos de lo contrario, me habría importado poco el secretismo mágico y me habría aparecido frente a todos quienes estuvieran en el piso de abajo que recién acababa de pasar.
Abrí la puerta y me recargué en la puerta. La respiración hasta el tope y los latidos casi hacían que el corazón se me saliera del pecho. ¿Qué iba a hacer? ¿Estaba consciente de lo que estábamos a punto de hacer? Ya no podía echarme para atrás. Encendí la luz del baño y me eché agua en la cara. Luego de reojo me encontré con la tina al fondo del cuarto del baño.
Abrí las llaves con premura y encontré jabón de baño para hacer burbujas y le eché todo cuanto pude. Puse una toalla frente a la tina para que funcionara como tapete y verifiqué que todo estuviera en orden. Me recogí el cabello en un chongo un tanto despeinado y me deshice de las prendas que llevaba puestas. El corazón seguía latiéndome fuertemente y la presión en el pecho y en el estómago crecía cada vez más.
Me metí en la tina y verifiqué que las burbujas hicieran su cometido. A pesar de todo tenía un poco de pudor y ese me costaba un poco dejarlo de lado. Escuché la puerta. Seguramente sería Adrian. Respiré hondo y recargué mi cabeza en la pared. Estaba en toalla. ¿Por qué me hacía eso? Mi respiración comenzó a entrecortárseme. Me incorporé un poco y luego, como si no fuera suficiente, dejaba caer la toalla al suelo quedándose sin nada. Por un segundo sentí un poco de vergüenza en cuanto fue acercándose a mi pero eso desapareció a medida que él iba acercándose a mi por debajo del agua y comenzaba a besarme.
Solté un ligero gemido al sentir sus manos acariciar mis pechos y empezar a recorrer mi vientre hacia abajo. Adrian podría sentir mi respiración que cada vez era más marcada y más pesada, sobre todo cuando empezó a tocarme la entrepierna, dándome cuenta que comenzaba a volverme loca.
Me separé un poco de él tan solo para situarme sobre sus piernas, sosteniéndole el rostro con ambas manos olvidándome de la vergüenza de recorrerle la boca con mi lengua al mismo tiempo que la cadencia de mis caderas comenzaba a aumentar conforme los roces que él me daba.
Tomé su miembro entre mi mano y con todo lo poco que tenía como para concentrarme en alguna labor que requiriera mínimo de una neurona de mi parte, comencé a masajearle, después de sentir cierta satisfacción porque estaba así por mi, o al menos eso quería creer yo. Quería que el tiempo se detuviera, que me hiciera suya. Le susurré al oído entre gemidos que intentaba esconder en su cuello que si, que me hiciera gritar, que no me importaba nada más. Solo él. Que me hiciera suya de una vez.
Pero fue en el momento en que me preguntó si estaba preparada que me detuve en seco. ¿El lo sabría? ¿Se lo habría dicho alguien? ¿Sofie? No quería decírselo, pero.. ¿y si el dolor era insoportable? ¿Y si sangraba? Me mordí el labio con la disyuntiva de confesarle o no que aún no había estado con nadie. Que él sería el primero. Mi respiración se aceleró. El corazón también. Junté mis labios con los suyos y después de besarlo con necesidad me separé tan solo un poco.
-Yo no…-agaché la mirada sabiéndome colorada por haber comenzado a confesarle aquello.-No sé cómo.-era la primera vez que se lo confesaba a alguien. Al menos a alguien del sexo opuesto, aunque claro, era la primera vez que lo haría con alguien y ese era el detalle. No sabía si Adrian terminaría desistiendo o no, pero yo, en definitiva, no quería detenerme ni quería que él se detuviera.
-No te detengas.-le supliqué por si decidía hacerlo.-Enséñame
Lo miré a los ojos con esa honestidad que tanto me caracterizaba. No podía mentirle u omitirle algo como eso. No creía que fuera un salvaje ni nada, pero creía que era importante en cualquier caso. No sabía cómo iba a reaccionar, no sabía si el agua era lo ideal para estas cosas. NO sabía nada, me sentía tan tonta. Agaché la mirada sintiéndome tan vulnerable y no sabía por qué. Respiré hondo. Necesitaba calmarme un poco.
-¿Podríamos ir a la cama?
Sentí como me agarraba el trasero y sonreí. Eso era nuevo, jamás imaginé a Adrian haciendo algo así –bueno, en realidad si, pero en mis sueños, nunca de verdad-. No quería separarme de él pero entendía si él quería hacerlo. Pero no fue por nada malo, todo lo contrario. Abrí los ojos como platos cuando me dijo que fuéramos al hotel. ¡Si, vámonos!
Y de pronto se detuvo. ¡No! ¿Por qué te detienes? Vámonos ya, ahora mismo. Pero la pregunta me tomó por sorpresa. Y ¿lo peor? Que mi reacción también lo hizo.-Si.-respondí sin pensármelo ni un solo segundo. ¿Estaba segura? Aparentemente si lo estaba. Vamos, que había preparado una gran cita tan solo para mi. Todo eso, era suficiente como para no dudar ni un solo instante. Gianna ahora eres la mujer de alguien, que extraño sonaba eso en mis pensamientos.
Volví a besarlo como si con eso se sellara algún tipo de pacto. ¡Por la magia! Quería desvestirlo ahí mismo sin importarme la gente que había. Que supieran que él, estaba conmigo y con nadie más. Que todas las zorritas que se le quedaban mirando se enteraran de una buena vez que era mío y de nadie más.
Corrimos, pues –aunque podríamos aparecernos, ¿no? Y así nos pudimos haber evitado que en la recepción le hicieran regresarse sobre sus pasos- y entramos al hotel. Yo en lo personal iba seria y no sabía si reírme o qué hacer. Hice un mohín cuando Adrian quedó a firmar algunos papeles. A penas asentí y comencé a subir las escaleras. Gracias a los dioses no eran muchos pisos de lo contrario, me habría importado poco el secretismo mágico y me habría aparecido frente a todos quienes estuvieran en el piso de abajo que recién acababa de pasar.
Abrí la puerta y me recargué en la puerta. La respiración hasta el tope y los latidos casi hacían que el corazón se me saliera del pecho. ¿Qué iba a hacer? ¿Estaba consciente de lo que estábamos a punto de hacer? Ya no podía echarme para atrás. Encendí la luz del baño y me eché agua en la cara. Luego de reojo me encontré con la tina al fondo del cuarto del baño.
Abrí las llaves con premura y encontré jabón de baño para hacer burbujas y le eché todo cuanto pude. Puse una toalla frente a la tina para que funcionara como tapete y verifiqué que todo estuviera en orden. Me recogí el cabello en un chongo un tanto despeinado y me deshice de las prendas que llevaba puestas. El corazón seguía latiéndome fuertemente y la presión en el pecho y en el estómago crecía cada vez más.
Me metí en la tina y verifiqué que las burbujas hicieran su cometido. A pesar de todo tenía un poco de pudor y ese me costaba un poco dejarlo de lado. Escuché la puerta. Seguramente sería Adrian. Respiré hondo y recargué mi cabeza en la pared. Estaba en toalla. ¿Por qué me hacía eso? Mi respiración comenzó a entrecortárseme. Me incorporé un poco y luego, como si no fuera suficiente, dejaba caer la toalla al suelo quedándose sin nada. Por un segundo sentí un poco de vergüenza en cuanto fue acercándose a mi pero eso desapareció a medida que él iba acercándose a mi por debajo del agua y comenzaba a besarme.
Solté un ligero gemido al sentir sus manos acariciar mis pechos y empezar a recorrer mi vientre hacia abajo. Adrian podría sentir mi respiración que cada vez era más marcada y más pesada, sobre todo cuando empezó a tocarme la entrepierna, dándome cuenta que comenzaba a volverme loca.
Me separé un poco de él tan solo para situarme sobre sus piernas, sosteniéndole el rostro con ambas manos olvidándome de la vergüenza de recorrerle la boca con mi lengua al mismo tiempo que la cadencia de mis caderas comenzaba a aumentar conforme los roces que él me daba.
Tomé su miembro entre mi mano y con todo lo poco que tenía como para concentrarme en alguna labor que requiriera mínimo de una neurona de mi parte, comencé a masajearle, después de sentir cierta satisfacción porque estaba así por mi, o al menos eso quería creer yo. Quería que el tiempo se detuviera, que me hiciera suya. Le susurré al oído entre gemidos que intentaba esconder en su cuello que si, que me hiciera gritar, que no me importaba nada más. Solo él. Que me hiciera suya de una vez.
Pero fue en el momento en que me preguntó si estaba preparada que me detuve en seco. ¿El lo sabría? ¿Se lo habría dicho alguien? ¿Sofie? No quería decírselo, pero.. ¿y si el dolor era insoportable? ¿Y si sangraba? Me mordí el labio con la disyuntiva de confesarle o no que aún no había estado con nadie. Que él sería el primero. Mi respiración se aceleró. El corazón también. Junté mis labios con los suyos y después de besarlo con necesidad me separé tan solo un poco.
-Yo no…-agaché la mirada sabiéndome colorada por haber comenzado a confesarle aquello.-No sé cómo.-era la primera vez que se lo confesaba a alguien. Al menos a alguien del sexo opuesto, aunque claro, era la primera vez que lo haría con alguien y ese era el detalle. No sabía si Adrian terminaría desistiendo o no, pero yo, en definitiva, no quería detenerme ni quería que él se detuviera.
-No te detengas.-le supliqué por si decidía hacerlo.-Enséñame
Lo miré a los ojos con esa honestidad que tanto me caracterizaba. No podía mentirle u omitirle algo como eso. No creía que fuera un salvaje ni nada, pero creía que era importante en cualquier caso. No sabía cómo iba a reaccionar, no sabía si el agua era lo ideal para estas cosas. NO sabía nada, me sentía tan tonta. Agaché la mirada sintiéndome tan vulnerable y no sabía por qué. Respiré hondo. Necesitaba calmarme un poco.
-¿Podríamos ir a la cama?
Gianna Vercelli- Mensajes : 186
Fecha de inscripción : 04/09/2012
Re: Entre fuegos artificiales
No hacia falta ser un lumbreras para darse cuenta lo que Gianna quería dar a entender, ella era virgen… durante un segundo el joven se sintió mal, él no lo era y la chica le gustaba tanto que le hubiese gustado que fuese la primera pero no era así y a lo hecho pecho seguro que ella lo sabia y allí estaba aun así entregándose a él, aquello le hizo reconfortarse.
Accedió a dirigirse a la cama, la tomo en brazos besándola nuevamente y la dejo en la cama, cogió la varita que había dejado en la mesita de noche y volvió a conjurar el encantamiento secador, sintió cosquillas.
-Yo te enseñare, hoy será la primera vez de muchas… ohm, no te preocupes no vas a hacerlo mal, tranquila.
Seguramente Gianna tendría miedo de hacer algo mal o algo que no le gustase y que aquello saliese mal, pero para nada tenia de que preocuparse porque Adrian intentaría orquestarlo todo, ya le tocaría a ella las veces posteriores.
Se situó encima de ella, la beso en la boca moviendo la lengua lentamente y aumentando progresivamente la velocidad a la vez que se dejaba llevar por la pasión y le volvía a acariciar los pechos. Sonrió y le agarro ambos brazos colocándoselos por encima de la cabeza de manera que no pudiera moverse y procedió a dedicarse con su blanco cuello, lamiéndolo, besándolo y mordisqueándolo, a él al menos aquello le encantaba.
Estuvo durante un rato de una parte del cuello a otra hasta que decidió deslizarse hacia abajo nuevamente lamiendo esta vez sus pechos deteniéndose lentamente en los pezones redondeándolos con su lengua soltando una mano de la chica y dedicándola a la entrepierna de esta resiguiendo la línea, buscando algo parecido a una pequeña perlita y una vez la encontró comenzó a estimularla hasta que notó que Gianna estaba tan húmeda que cada poro de su piel le pedía a gritos que entrase.
Agarro la varita y murmuro un hechizo de protección que tiempo atrás y por raro que sonase, le había enseñado su padre precisamente para no tener sustos. La miro a los ojos volviéndola a besar y se ayudo con la mano para penetrar prosiguiendo primero con dificultad la primera mitad y notando que aquella resistencia se perdía pudiendo entrar enteramente y proseguir con aquel movimiento rítmico donde ambos eran uno aquella noche.
No tenia que hacer mucho más tan solo dejarse llevar, pero Adrian era un tanto complicado y no tardo en volver a juguetear con los pechos de la joven mientras seguía con el movimiento de entrada y salida, notando como a su parecer aquella era la mejor vez de su vida.
Accedió a dirigirse a la cama, la tomo en brazos besándola nuevamente y la dejo en la cama, cogió la varita que había dejado en la mesita de noche y volvió a conjurar el encantamiento secador, sintió cosquillas.
-Yo te enseñare, hoy será la primera vez de muchas… ohm, no te preocupes no vas a hacerlo mal, tranquila.
Seguramente Gianna tendría miedo de hacer algo mal o algo que no le gustase y que aquello saliese mal, pero para nada tenia de que preocuparse porque Adrian intentaría orquestarlo todo, ya le tocaría a ella las veces posteriores.
Se situó encima de ella, la beso en la boca moviendo la lengua lentamente y aumentando progresivamente la velocidad a la vez que se dejaba llevar por la pasión y le volvía a acariciar los pechos. Sonrió y le agarro ambos brazos colocándoselos por encima de la cabeza de manera que no pudiera moverse y procedió a dedicarse con su blanco cuello, lamiéndolo, besándolo y mordisqueándolo, a él al menos aquello le encantaba.
Estuvo durante un rato de una parte del cuello a otra hasta que decidió deslizarse hacia abajo nuevamente lamiendo esta vez sus pechos deteniéndose lentamente en los pezones redondeándolos con su lengua soltando una mano de la chica y dedicándola a la entrepierna de esta resiguiendo la línea, buscando algo parecido a una pequeña perlita y una vez la encontró comenzó a estimularla hasta que notó que Gianna estaba tan húmeda que cada poro de su piel le pedía a gritos que entrase.
Agarro la varita y murmuro un hechizo de protección que tiempo atrás y por raro que sonase, le había enseñado su padre precisamente para no tener sustos. La miro a los ojos volviéndola a besar y se ayudo con la mano para penetrar prosiguiendo primero con dificultad la primera mitad y notando que aquella resistencia se perdía pudiendo entrar enteramente y proseguir con aquel movimiento rítmico donde ambos eran uno aquella noche.
No tenia que hacer mucho más tan solo dejarse llevar, pero Adrian era un tanto complicado y no tardo en volver a juguetear con los pechos de la joven mientras seguía con el movimiento de entrada y salida, notando como a su parecer aquella era la mejor vez de su vida.
Adrian Silver- Mensajes : 100
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Edad : 32
Re: Entre fuegos artificiales
Respiré hondo y me sostuve de sus hombros en cuanto me sacó de la bañera para ir a la cama. Era en ese momento cuando podría arrepentirme de cualquier cosa. Algo me decía que lo hiciera, que me arrepintiera ya, antes de lamentarlo, pero la otra parte –y la más grande- me decía que lo hiciera, que dejara de importarme todo lo demás y lo hiciera.
Me depositó en la cama suavemente. Me removí en mi lugar mientras me secaba con aquél encantamiento y asentí cuando me dijo que él me enseñaría. Sonreí tímidamente y luego mi corazón comenzó a latir de forma desmesurada, mi respiración era errática mientras empezaba a tocarme los pechos. Que me agarrara ambos brazos me hizo sentir bien e incluso mi corazón comenzó a latir más y más. Le besé con avidez, casi con necesidad sintiéndome atrapada. Era una sensación nueva y un poco excitante.
Si no tenía en claro que besarle el cuello comenzaba a volverme loca, quizás se diera cuenta de ello mientras intentaba soltarme, comenzando a angustiarme por no poder tocarlo. Quería hacerlo, tocarlo y todo eso, pero no podía y comenzaba a frustrarme. Aunque esa misma sensación hacía que todo fuera mucho más intenso.
Finalmente pude soltar una de mis manos en el mismo momento en que Adrian se dirigía hacia mi entrepierna. Cerré los ojos y solté un gemido. Abrí un poco las piernas para facilitarle su camino y luego sentí que ya no podía más. No sabía qué estaba haciendo pero que siguiera haciéndolo, me estaba volviendo loca. Así, que siguiera así, por favor. Que no se detuviera. Sentí que comenzaba a irme a algún otro lado. La cadencia de mis caderas era cada vez mayor. Me movía al compás de los movimientos de su mano y, luego, se detuvo.
Abrí los ojos y le supliqué con la mirada. Por favor, sigue, no te detengas. Lamentablemente no siguió con ese movimiento que estaba volviéndome tan loca, pero había llegado el momento. Me volví a remover en la cama con Adrian encima y le abracé por los hombros, mirándole a los ojos. Respiré hondo un par de veces y en el momento en que entró en mi, un dolor intenso me llenaba el cuerpo conforme iba entrando. Me abracé a él con fuerza e incluso me parece haberle enterrado las uñas en la espalda y en los brazos.
Se me escaparon unas cuantas lágrimas que me sequé con violencia y luego simplemente me relajé más, de lo contrario iba a terminar doliéndome mucho peor. Me concentré en Adrian, en su rostro, en sus gestos, en sus besos y poco a poco el dolor fue cediendo y ese dolor comenzó a ser placentero.
Esta vez ya no podía ocultar mis gemidos en su hombro. Le besaba e incluso me atreví a subir mis piernas por las suyas, empujándolo hacia mi con los pies. Me atreví a darle una mordida en el hombro, quizás un poco fuerte y estaba segura de que le dejaría alguna marca. Me estaba volviendo loca y no sabía por qué había esperado tanto tiempo para ello.
Le besaba el cuello y trazaba una trayectoria para llegar a su oído mientras le mordía el lóbulo y terminaba susurrándole que quería más, mucho más. Que no se detuviera jamás.
Me depositó en la cama suavemente. Me removí en mi lugar mientras me secaba con aquél encantamiento y asentí cuando me dijo que él me enseñaría. Sonreí tímidamente y luego mi corazón comenzó a latir de forma desmesurada, mi respiración era errática mientras empezaba a tocarme los pechos. Que me agarrara ambos brazos me hizo sentir bien e incluso mi corazón comenzó a latir más y más. Le besé con avidez, casi con necesidad sintiéndome atrapada. Era una sensación nueva y un poco excitante.
Si no tenía en claro que besarle el cuello comenzaba a volverme loca, quizás se diera cuenta de ello mientras intentaba soltarme, comenzando a angustiarme por no poder tocarlo. Quería hacerlo, tocarlo y todo eso, pero no podía y comenzaba a frustrarme. Aunque esa misma sensación hacía que todo fuera mucho más intenso.
Finalmente pude soltar una de mis manos en el mismo momento en que Adrian se dirigía hacia mi entrepierna. Cerré los ojos y solté un gemido. Abrí un poco las piernas para facilitarle su camino y luego sentí que ya no podía más. No sabía qué estaba haciendo pero que siguiera haciéndolo, me estaba volviendo loca. Así, que siguiera así, por favor. Que no se detuviera. Sentí que comenzaba a irme a algún otro lado. La cadencia de mis caderas era cada vez mayor. Me movía al compás de los movimientos de su mano y, luego, se detuvo.
Abrí los ojos y le supliqué con la mirada. Por favor, sigue, no te detengas. Lamentablemente no siguió con ese movimiento que estaba volviéndome tan loca, pero había llegado el momento. Me volví a remover en la cama con Adrian encima y le abracé por los hombros, mirándole a los ojos. Respiré hondo un par de veces y en el momento en que entró en mi, un dolor intenso me llenaba el cuerpo conforme iba entrando. Me abracé a él con fuerza e incluso me parece haberle enterrado las uñas en la espalda y en los brazos.
Se me escaparon unas cuantas lágrimas que me sequé con violencia y luego simplemente me relajé más, de lo contrario iba a terminar doliéndome mucho peor. Me concentré en Adrian, en su rostro, en sus gestos, en sus besos y poco a poco el dolor fue cediendo y ese dolor comenzó a ser placentero.
Esta vez ya no podía ocultar mis gemidos en su hombro. Le besaba e incluso me atreví a subir mis piernas por las suyas, empujándolo hacia mi con los pies. Me atreví a darle una mordida en el hombro, quizás un poco fuerte y estaba segura de que le dejaría alguna marca. Me estaba volviendo loca y no sabía por qué había esperado tanto tiempo para ello.
Le besaba el cuello y trazaba una trayectoria para llegar a su oído mientras le mordía el lóbulo y terminaba susurrándole que quería más, mucho más. Que no se detuviera jamás.
Gianna Vercelli- Mensajes : 186
Fecha de inscripción : 04/09/2012
Re: Entre fuegos artificiales
Cuando le clavo las uñas, le gustó y además muchísimo. Allí estaban sin control alguno y el joven parecía perder cualquier tipo de maneras cuando Gianna empezó a gemir, le ponía escucharla que aquellos gemidos de placer fueran provocados por él. Le mordió en el hombro y posiblemente en cualquier otro momento le hubiese echo daño, pero no allí, allí le encanto que lo moridera que lo arañara que lo desease de aquella manera tan salvaje, la chica disfrutaba de aquello y eso hacia que el Cerridwen disfrutase aun más.
Le erizaba la piel, no podía pensar en otra cosa, como se movía sobre su novia, la cara que ella ponía, su mirada… nunca había estado tan caliente y es que Gianna parecía ser una maestra en las artes amatorias en vez de principiante, especialmente cuando le recorrió la oreja mordiéndole el lóbulo y suplicándole que no parará, algo realmente difícil porque no sabia cuanto iba a durar porque el placer que estaba sintiendo era indescriptible, no podía compararse con veces anteriores.
Su respiración estaba acelerada, le costaba mantenerse encima de Gianna porque notaba un leve tembleque en los brazos, así que aprovecho para mordisquear parte del cuello bajando posteriormente a sus pechos y mordisqueando levemente los pezones esperando oír algún gritito de placer, a Shadow al menos le encantaba que le hiciera aquello.
Parecía que no podía parar, le gustaba demasiado pero tras un intenso rato que pareció infinito la chica no pudo contenerse y los gemidos prácticamente comenzaron a ser gritos y a el aquello le volvió loco, bajo la cabeza al notar que eyaculaba, no tenia fuerza para mantenerla en alto, era una sensación demasiado fuerte, aun así el placer le hizo aumentar la fuerza con la que penetraba y se paró, se paró exhausto, sin aliento, levantando la cabeza para encontrarse con la bonita mirad turquesa de la joven.
-Que te ha parecido, ¿era lo que esperabas?
Y en ese momento le sonó el estomago por el hambre y se sonrojo, era tarde y seguramente no tardarían en servirles de comer. Se situó al lado de la guapa cerridwen y empezó a acariciarle desde el vientre a las piernas, esta vez de manera dulce.
-Tomate el tiempo que necesites, pero en un rato deberíamos vestirnos para ir a cenar, ¿A que tienes hambre?
El por lo menos estaba cansado y tenía mucha hambre pero aun así esperaba que a la vuelta de cenar y ver los fuegos, volvieran a disfrutar el uno del otro.
-¿Nos bañamos juntos y nos arreglamos? Oh, ¿Vas a arreglarte mucho? Lo digo por no desentonar si me pongo traje o solo camisa.
Al chico le encantaría ver a Gianna con sus mejores galas pero la conocía y sabia que seguramente ella preferiría ir arreglados, pero menos.
Le erizaba la piel, no podía pensar en otra cosa, como se movía sobre su novia, la cara que ella ponía, su mirada… nunca había estado tan caliente y es que Gianna parecía ser una maestra en las artes amatorias en vez de principiante, especialmente cuando le recorrió la oreja mordiéndole el lóbulo y suplicándole que no parará, algo realmente difícil porque no sabia cuanto iba a durar porque el placer que estaba sintiendo era indescriptible, no podía compararse con veces anteriores.
Su respiración estaba acelerada, le costaba mantenerse encima de Gianna porque notaba un leve tembleque en los brazos, así que aprovecho para mordisquear parte del cuello bajando posteriormente a sus pechos y mordisqueando levemente los pezones esperando oír algún gritito de placer, a Shadow al menos le encantaba que le hiciera aquello.
Parecía que no podía parar, le gustaba demasiado pero tras un intenso rato que pareció infinito la chica no pudo contenerse y los gemidos prácticamente comenzaron a ser gritos y a el aquello le volvió loco, bajo la cabeza al notar que eyaculaba, no tenia fuerza para mantenerla en alto, era una sensación demasiado fuerte, aun así el placer le hizo aumentar la fuerza con la que penetraba y se paró, se paró exhausto, sin aliento, levantando la cabeza para encontrarse con la bonita mirad turquesa de la joven.
-Que te ha parecido, ¿era lo que esperabas?
Y en ese momento le sonó el estomago por el hambre y se sonrojo, era tarde y seguramente no tardarían en servirles de comer. Se situó al lado de la guapa cerridwen y empezó a acariciarle desde el vientre a las piernas, esta vez de manera dulce.
-Tomate el tiempo que necesites, pero en un rato deberíamos vestirnos para ir a cenar, ¿A que tienes hambre?
El por lo menos estaba cansado y tenía mucha hambre pero aun así esperaba que a la vuelta de cenar y ver los fuegos, volvieran a disfrutar el uno del otro.
-¿Nos bañamos juntos y nos arreglamos? Oh, ¿Vas a arreglarte mucho? Lo digo por no desentonar si me pongo traje o solo camisa.
Al chico le encantaría ver a Gianna con sus mejores galas pero la conocía y sabia que seguramente ella preferiría ir arreglados, pero menos.
Adrian Silver- Mensajes : 100
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Edad : 32
Re: Entre fuegos artificiales
No podía creer lo que estaba sintiendo. Era, además de nuevo, la sensación más placentera que había experimentado en mi vida. No sabía cómo era que lo hacía, pero me volvía completamente loca. Loca de deseo por sentir su tacto febril sobre mi piel que ya sentía que ardía como fuego vivo. El que su respiración se acelerara de esa forma me hacía sentir aún más la palpable excitación que estaba sintiendo y me ponía la forma en que se sentía que estuviera así por mi.
Le puse una mano en el pecho para sentirle el corazón y sonreí al mismo tiempo en que arqueaba la espalda y movía mis caderas haciéndole compañía a cada una de las embestidas de Adrian dentro de mi. Me encantaba que me mordiera los pechos, que me los recorriera con la lengua, que los pellizcara. Cada una de sus formas de jugar con ellos me producía una sensación distinta y me fascinaba. Que me mordiera el cuello hacía que se me erizara la piel de todo el cuerpo.
Poco a poco lo empujaba hacia mi con los pies en sus piernas. Pasé una de mis manos hasta su espalda y le rasguñé por el costado. No sabía que lo estaba haciendo, no sabía que le estaba haciendo daño, no sabía que le estaba dejando marcas. Quizás después de miera cuenta de ello y me lamentaría cuando lo descubriera. Poco a poco fui sintiéndole más y más. Mi pulso se descontrolaba convirtiéndose en una arritmia constante, una deliciosa taquicardia que se igualaba a la de Adrian.
Gemí una vez. Gemí otras dos. No podía controlarme y quizás era porque estaba alcanzando el momento en que todo era mucho más intenso. La presión en el pecho aumentaba, en mi abdomen. Sentía una especie de contracción en la parte baja de mi vientre. Arqueé nuevamente la espalda y me abracé de Adrian pasando las manos por debajo de sus hombros, aferrándome a sus espalda, buscando sus labios con desesperación para besarlo en el momento en que aumentaba la fuerza y velocidad en que me penetraba y terminaba por correrme sintiendo una explosión en mi interior y lo sentí venirse dentro de mi. Lo apreté lo más que pude hacia mi pues quería sentirlo todo. Mi cuerpo temblaba por completo y sentía que no pararía jamás. Abracé más a Adrian contra mi pecho y sentí el suyo levantarse de la misma forma que el mío.
Le escuché pero sus palabras parecían lejanas. Asentí pero no dije nada. Simplemente esperaba que entendiera con mi sonrisa y mi reacción. No creía poderme levantar. Me quedé tendida en la cama boca arriba y en cuanto Adrian se recostó a mi lado abrí los ojos, mirándole directamente a los ojos.-Tienes hambre.-le dije mientras me apoyaba en el codo para levantar la cabeza. Le pasé la otra mano por el pecho, delineándole los músculos del pecho, sintiendo su corazón aún acelerado.
Respiré hondo y asentí. Tenía bastante hambre e incluso sentía mi estómago rugir. Sin embargo no me quería levantar de su lado. Quería quedarme ahí para siempre, de esa forma. Me mordí el labio cuando preguntó que si nos bañábamos juntos. Si, quería hacerlo, pero sentía que si me metía a bañar con él, querría que me follara de nuevo y el servicio de la cena podría llegar en cualquier momento.
-Te propongo algo. Báñate tú primero y luego me baño yo, así me da tiempo de reponerme un poco.-respondí, quizás sería una buena idea y luego recordé que jamás había visto a Adrian con un traje o bien arreglado y me llenaba de curiosidad ver como se veía-Ah, ponte el traje, nunca te he visto con uno puesto. Además..-me acerqué para besarle los labios y luego pasar por su cuello y luego llegar hasta su oído-Será más divertido quitártelo después.
(Me tomaré esta pequeña libertad, si está mal, me dices y edito)
En cuanto Adrian entró a bañarse yo me dediqué a ver qué era lo que Luca me había enviado. Busqué la maleta y removí las cosas que había dentro. Revisé una por una las prendas que había dentro de la misma y luego de inspeccionarlas con cuidado y poner una mueca por la altura de los zapatos, volví a guardar todo y la cerré.
No me había preocupado en vestirme, en realidad solamente había tomado la camisa de Adrian y me la había puesto encima. Me solté el cabello y me caía por los hombros. Justo en ese momento salía Adrian con la toalla cubriéndole la cintura. Le sonreí y me acerqué jalando la maleta para meterla al cuarto de baño. Me puse de puntillas y busqué sus labios para besarlo y luego entré al baño después de decirle que me esperara en la terraza en cuanto terminara de arreglarse.
Abrí la regadera y saqué mi ropa. Con el vapor del agua terminaría por desarrugarse y quedaría perfecto. El contacto del agua tibia sobre mi piel me había traído alivio. Me pasé la mano entre las piernas y descubrí un delgado hilillo de sangre recorrerme la pierna. Se me disparó el corazón. ¿Habría ensuciado la cama? Esperaba que no.
Finalmente, el cabello terminó de secárseme –a veces adoraba mi cualidad de metamorfomaga, me hacía la vida mucho más sencilla- un poco de color en las mejillas y los párpados, me ondulé el cabello y simplemente dejé que siguiera su curso natural. Claro que su curso natural casi no llegaría porque con el calor se me frisearía y no, no iba a permitirlo. Jamás.
Me puse el vestido y los tacones, el brazalete y los aretes y me puse un poco de perfume. Quería verme bonita. No podían culparme por mi vanidad. A fin de cuentas era mujer. Luca siempre tomaba las mejores decisiones sobre la ropa y en esa ocasión no se había equivocado. Solo esperaba que a Adrian le gustara como me veía.
Respiré hondo y tomé la chalina blanca que estaba guardada en la maleta y salí del baño dirigiéndome hacia la terraza que por cierto, tenía una vista preciosa. No me fijé si la cama estaba manchada, no me fijé en nada, simplemente en él y lo guapo que se veía.
-No te he hecho esperar mucho, ¿verdad?
Le puse una mano en el pecho para sentirle el corazón y sonreí al mismo tiempo en que arqueaba la espalda y movía mis caderas haciéndole compañía a cada una de las embestidas de Adrian dentro de mi. Me encantaba que me mordiera los pechos, que me los recorriera con la lengua, que los pellizcara. Cada una de sus formas de jugar con ellos me producía una sensación distinta y me fascinaba. Que me mordiera el cuello hacía que se me erizara la piel de todo el cuerpo.
Poco a poco lo empujaba hacia mi con los pies en sus piernas. Pasé una de mis manos hasta su espalda y le rasguñé por el costado. No sabía que lo estaba haciendo, no sabía que le estaba haciendo daño, no sabía que le estaba dejando marcas. Quizás después de miera cuenta de ello y me lamentaría cuando lo descubriera. Poco a poco fui sintiéndole más y más. Mi pulso se descontrolaba convirtiéndose en una arritmia constante, una deliciosa taquicardia que se igualaba a la de Adrian.
Gemí una vez. Gemí otras dos. No podía controlarme y quizás era porque estaba alcanzando el momento en que todo era mucho más intenso. La presión en el pecho aumentaba, en mi abdomen. Sentía una especie de contracción en la parte baja de mi vientre. Arqueé nuevamente la espalda y me abracé de Adrian pasando las manos por debajo de sus hombros, aferrándome a sus espalda, buscando sus labios con desesperación para besarlo en el momento en que aumentaba la fuerza y velocidad en que me penetraba y terminaba por correrme sintiendo una explosión en mi interior y lo sentí venirse dentro de mi. Lo apreté lo más que pude hacia mi pues quería sentirlo todo. Mi cuerpo temblaba por completo y sentía que no pararía jamás. Abracé más a Adrian contra mi pecho y sentí el suyo levantarse de la misma forma que el mío.
Le escuché pero sus palabras parecían lejanas. Asentí pero no dije nada. Simplemente esperaba que entendiera con mi sonrisa y mi reacción. No creía poderme levantar. Me quedé tendida en la cama boca arriba y en cuanto Adrian se recostó a mi lado abrí los ojos, mirándole directamente a los ojos.-Tienes hambre.-le dije mientras me apoyaba en el codo para levantar la cabeza. Le pasé la otra mano por el pecho, delineándole los músculos del pecho, sintiendo su corazón aún acelerado.
Respiré hondo y asentí. Tenía bastante hambre e incluso sentía mi estómago rugir. Sin embargo no me quería levantar de su lado. Quería quedarme ahí para siempre, de esa forma. Me mordí el labio cuando preguntó que si nos bañábamos juntos. Si, quería hacerlo, pero sentía que si me metía a bañar con él, querría que me follara de nuevo y el servicio de la cena podría llegar en cualquier momento.
-Te propongo algo. Báñate tú primero y luego me baño yo, así me da tiempo de reponerme un poco.-respondí, quizás sería una buena idea y luego recordé que jamás había visto a Adrian con un traje o bien arreglado y me llenaba de curiosidad ver como se veía-Ah, ponte el traje, nunca te he visto con uno puesto. Además..-me acerqué para besarle los labios y luego pasar por su cuello y luego llegar hasta su oído-Será más divertido quitártelo después.
(Me tomaré esta pequeña libertad, si está mal, me dices y edito)
En cuanto Adrian entró a bañarse yo me dediqué a ver qué era lo que Luca me había enviado. Busqué la maleta y removí las cosas que había dentro. Revisé una por una las prendas que había dentro de la misma y luego de inspeccionarlas con cuidado y poner una mueca por la altura de los zapatos, volví a guardar todo y la cerré.
No me había preocupado en vestirme, en realidad solamente había tomado la camisa de Adrian y me la había puesto encima. Me solté el cabello y me caía por los hombros. Justo en ese momento salía Adrian con la toalla cubriéndole la cintura. Le sonreí y me acerqué jalando la maleta para meterla al cuarto de baño. Me puse de puntillas y busqué sus labios para besarlo y luego entré al baño después de decirle que me esperara en la terraza en cuanto terminara de arreglarse.
Abrí la regadera y saqué mi ropa. Con el vapor del agua terminaría por desarrugarse y quedaría perfecto. El contacto del agua tibia sobre mi piel me había traído alivio. Me pasé la mano entre las piernas y descubrí un delgado hilillo de sangre recorrerme la pierna. Se me disparó el corazón. ¿Habría ensuciado la cama? Esperaba que no.
Finalmente, el cabello terminó de secárseme –a veces adoraba mi cualidad de metamorfomaga, me hacía la vida mucho más sencilla- un poco de color en las mejillas y los párpados, me ondulé el cabello y simplemente dejé que siguiera su curso natural. Claro que su curso natural casi no llegaría porque con el calor se me frisearía y no, no iba a permitirlo. Jamás.
Me puse el vestido y los tacones, el brazalete y los aretes y me puse un poco de perfume. Quería verme bonita. No podían culparme por mi vanidad. A fin de cuentas era mujer. Luca siempre tomaba las mejores decisiones sobre la ropa y en esa ocasión no se había equivocado. Solo esperaba que a Adrian le gustara como me veía.
Respiré hondo y tomé la chalina blanca que estaba guardada en la maleta y salí del baño dirigiéndome hacia la terraza que por cierto, tenía una vista preciosa. No me fijé si la cama estaba manchada, no me fijé en nada, simplemente en él y lo guapo que se veía.
-No te he hecho esperar mucho, ¿verdad?
Gianna Vercelli- Mensajes : 186
Fecha de inscripción : 04/09/2012
Re: Entre fuegos artificiales
Le invito a bañarse primero, en parte no replico porque sabia lo que pasaría si se metían juntos y realmente estaba exhausto, aunque parece que se le quito todo cuando ella lo beso y se le acerco a la oreja que mejor el traje que luego sería más divertido quitárselo.
-Eres mala Gianna, ahora no hará falta que ponga agua caliente en el baño… con que me ponga yo ya esta…
Dijo hinchando posteriormente los mofletes a modo de broma, se toco la cabeza como lo hubiese hecho Buttercup y se dirigió hacia dentro del baño. Una vez allí recobro la compostura y es que Gianna le había dejado molido, se miró en el espejo, estaba lleno de arañazos, sonrío especialmente al ver la marca de mordisco en el hombro que seguro que le duraría varios días, así podría acordarse de la chica cuando no estuviese con ella, tampoco le dolía y estaba contento que la joven hubiese actuado así aun siendo su primera vez.
Se dio una ducha, como se diera un baño no salía de allí hasta el día de después y no era ese el plan, agradeció el agua cayendo sobre si dejándole relajado y tranquilo, se dio cuenta que llevaba desde que había entrado una sonrisa boba. Al terminar se seco la cabeza rápidamente con una toalla y con la otra se la colocó en la cintura y salió fuera a la habitación así mientras seguía secándose el pelo.
-Todo tuyo
Se sentó en la cama y volvió a sonreír al ver que estaban las sabanas manchadas, cogió la varita que había dejado en la mesita de noche y con un rápido movimiento las cambio y aprovecho para plancharse la ropa con otro encantamiento, en un abrir y cerrar de ojos ya estaba vestido con un elegante Traje italiano, se dio cuenta que tenia el colgante que Shadow le había regalado allí, lo había llevado puesto en el parque de atracciones y se lo había quitado antes de hacerlo con Gianna, decidió que aquella época había terminado y pasado a mejor vida así que lo dejo en la mesita.
Se terminó de peinar y salió a la terraza, no tardo en llegar un camarero y encargo que trajeran varios entrantes y una botella de vino. Se dio cuenta en aquel momento que no sabia si a Gianna le gustaría el vino… bueno si no ya se lo diría y siempre estaban a tiempo de pedir un refresco o lo que fuera.
Llegaron antes los camareros que la joven así que señalo que dejaran los entrantes sobre la mesa y encendieran unas velas, allí había flauta de mojito y manzana, un cóctel de Almendra-fizz con amareto, empanadilla de nori rellena de moluscos, globo de gorgonzola, galleta de caviar y avellana, esponja de coco… servido por parejas y en pequeñas raciones pues como indicaban su nombre, eran los entrantes. Adrian no pudo contenerse y como un niño pequeño se llevo una galletita de caviar a la boca estando a punto de llorar de la ilusión de poder calmar el hambre. (Imagínense un niño pequeño con cara de disfrutar de la comida)
No paso mucho rato que Gianna entro en la terraza.
-Estas guapísima, por minerva que no había visto brujita más guapa que tu en mi vida.
Se levanto para darle un beso en los labios y le separo la silla de la mesa invitándola a sentarse. El chico se sentó justo en frente, seguía seguramente con la boca abierta ante la belleza de su acompañante, parecía una Veela.
Les sirvieron el vino y levanto la copa a modo de brindis.
-Por nosotros, porque no haya nada que pueda separarnos jamás. ¿Te gusta el vino? Podemos pedir otra cosa.
Miró la comida ya servida y se lanzó a por una flauta de mojito y manzana, tenia buena pinta.
-Que aprovecheeee!
-Eres mala Gianna, ahora no hará falta que ponga agua caliente en el baño… con que me ponga yo ya esta…
Dijo hinchando posteriormente los mofletes a modo de broma, se toco la cabeza como lo hubiese hecho Buttercup y se dirigió hacia dentro del baño. Una vez allí recobro la compostura y es que Gianna le había dejado molido, se miró en el espejo, estaba lleno de arañazos, sonrío especialmente al ver la marca de mordisco en el hombro que seguro que le duraría varios días, así podría acordarse de la chica cuando no estuviese con ella, tampoco le dolía y estaba contento que la joven hubiese actuado así aun siendo su primera vez.
Se dio una ducha, como se diera un baño no salía de allí hasta el día de después y no era ese el plan, agradeció el agua cayendo sobre si dejándole relajado y tranquilo, se dio cuenta que llevaba desde que había entrado una sonrisa boba. Al terminar se seco la cabeza rápidamente con una toalla y con la otra se la colocó en la cintura y salió fuera a la habitación así mientras seguía secándose el pelo.
-Todo tuyo
Se sentó en la cama y volvió a sonreír al ver que estaban las sabanas manchadas, cogió la varita que había dejado en la mesita de noche y con un rápido movimiento las cambio y aprovecho para plancharse la ropa con otro encantamiento, en un abrir y cerrar de ojos ya estaba vestido con un elegante Traje italiano, se dio cuenta que tenia el colgante que Shadow le había regalado allí, lo había llevado puesto en el parque de atracciones y se lo había quitado antes de hacerlo con Gianna, decidió que aquella época había terminado y pasado a mejor vida así que lo dejo en la mesita.
Se terminó de peinar y salió a la terraza, no tardo en llegar un camarero y encargo que trajeran varios entrantes y una botella de vino. Se dio cuenta en aquel momento que no sabia si a Gianna le gustaría el vino… bueno si no ya se lo diría y siempre estaban a tiempo de pedir un refresco o lo que fuera.
Llegaron antes los camareros que la joven así que señalo que dejaran los entrantes sobre la mesa y encendieran unas velas, allí había flauta de mojito y manzana, un cóctel de Almendra-fizz con amareto, empanadilla de nori rellena de moluscos, globo de gorgonzola, galleta de caviar y avellana, esponja de coco… servido por parejas y en pequeñas raciones pues como indicaban su nombre, eran los entrantes. Adrian no pudo contenerse y como un niño pequeño se llevo una galletita de caviar a la boca estando a punto de llorar de la ilusión de poder calmar el hambre. (Imagínense un niño pequeño con cara de disfrutar de la comida)
No paso mucho rato que Gianna entro en la terraza.
-Estas guapísima, por minerva que no había visto brujita más guapa que tu en mi vida.
Se levanto para darle un beso en los labios y le separo la silla de la mesa invitándola a sentarse. El chico se sentó justo en frente, seguía seguramente con la boca abierta ante la belleza de su acompañante, parecía una Veela.
Les sirvieron el vino y levanto la copa a modo de brindis.
-Por nosotros, porque no haya nada que pueda separarnos jamás. ¿Te gusta el vino? Podemos pedir otra cosa.
Miró la comida ya servida y se lanzó a por una flauta de mojito y manzana, tenia buena pinta.
-Que aprovecheeee!
Adrian Silver- Mensajes : 100
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Edad : 32
Re: Entre fuegos artificiales
Me acerqué a él mientras se ponía en pie y sonreí. De verdad que se veía la mar de bien con ese traje a medida. La combinación de colores con la camisa y la corbata hacían que se viera elegantísimo. Tanto que sentí que yo desentonaba un poco con el color de mis zapatos. Me los miré un tanto avergonzada pero en cuanto me besó, todo se me olvidó. Acepté el cumplido y le puse las manos en los hombros como si quisiera sacudirle alguna pelusilla de los mismos y luego le besé. Esta vez ya no me tenía que poner de puntillas pues los tacones hacían su trabajo solos.
Tomé asiento y crucé la pierna. Observé toda la comida que había ahí y se veía absolutamente deliciosa. No sabría ni por donde comenzar. Luca se moriría con una cena como estas. Luego le intentaría dar todo el menú para que se la hiciera a Pietro.
-Está perfecto. Me encanta.-levanté la copa junto con él pero con un brindis distinto. Yo no podía darme el lujo de pensar en el futuro. No con el historial familiar que teníamos. Sin embargo, siempre era bueno que hubiera alguien que tuviera esperanzas por todos.-Por volvernos a encontrar.
Suponía que la comida que estaba servida era española pues estábamos en España, ¿no? Por lo que la comida debía ser típica de ahí. Jamás había probado comida española pero se veía tan rica que no me importó. Además, estaba muriendo de hambre y parecía que Adrian también. Me quité la chalina blanca que llevaba sobre los hombros y la doblé cuidadosamente para ponerla sobre el brazo de la silla. Me removí un poco para terminar de acomodarme y me detuve a escuchar el mar. Siempre me relajaba el sonido de las olas pegando contra la orilla.
-Buon appetito.-le guiñé el ojo y me dispuse a probar la comida. No sabía por qué empezar, así que finalmente me decanté por un globo de gorgonzola. Le di una probada y era bastante bueno. Miré a Adrian y luego miré hacia las atracciones de Port Aventura recordando el momento en que nos habíamos bajado del Shambhala y había comenzado todo. Mi corazón se aceleró tan solo de pensar en la actitud que había tomado Adrian: Tan decisivo, sin dudar, tan autoritario. De alguna forma eso me había puesto peor de lo que estaba en ese momento y quizás por eso no puse ni un pero. -¿Puedo contarte un secreto?
Sabía que tenía que empezar por algún punto. Estaba iniciando una relación –la más formal que había tenido jamás- y tenía que empezar a ser sincera con Adrian. ¿Y qué era lo primero? Pues mi habilidad de cambiar el físico a voluntad. Giré el rostro a todos lados y verifiqué que no viniera ninguno de los meseros y aún así, le susurré.
-Soy metamorfomaga, ¿a que no lo sabías?¿No es genial?
Tomé asiento y crucé la pierna. Observé toda la comida que había ahí y se veía absolutamente deliciosa. No sabría ni por donde comenzar. Luca se moriría con una cena como estas. Luego le intentaría dar todo el menú para que se la hiciera a Pietro.
-Está perfecto. Me encanta.-levanté la copa junto con él pero con un brindis distinto. Yo no podía darme el lujo de pensar en el futuro. No con el historial familiar que teníamos. Sin embargo, siempre era bueno que hubiera alguien que tuviera esperanzas por todos.-Por volvernos a encontrar.
Suponía que la comida que estaba servida era española pues estábamos en España, ¿no? Por lo que la comida debía ser típica de ahí. Jamás había probado comida española pero se veía tan rica que no me importó. Además, estaba muriendo de hambre y parecía que Adrian también. Me quité la chalina blanca que llevaba sobre los hombros y la doblé cuidadosamente para ponerla sobre el brazo de la silla. Me removí un poco para terminar de acomodarme y me detuve a escuchar el mar. Siempre me relajaba el sonido de las olas pegando contra la orilla.
-Buon appetito.-le guiñé el ojo y me dispuse a probar la comida. No sabía por qué empezar, así que finalmente me decanté por un globo de gorgonzola. Le di una probada y era bastante bueno. Miré a Adrian y luego miré hacia las atracciones de Port Aventura recordando el momento en que nos habíamos bajado del Shambhala y había comenzado todo. Mi corazón se aceleró tan solo de pensar en la actitud que había tomado Adrian: Tan decisivo, sin dudar, tan autoritario. De alguna forma eso me había puesto peor de lo que estaba en ese momento y quizás por eso no puse ni un pero. -¿Puedo contarte un secreto?
Sabía que tenía que empezar por algún punto. Estaba iniciando una relación –la más formal que había tenido jamás- y tenía que empezar a ser sincera con Adrian. ¿Y qué era lo primero? Pues mi habilidad de cambiar el físico a voluntad. Giré el rostro a todos lados y verifiqué que no viniera ninguno de los meseros y aún así, le susurré.
-Soy metamorfomaga, ¿a que no lo sabías?¿No es genial?
Gianna Vercelli- Mensajes : 186
Fecha de inscripción : 04/09/2012
Re: Entre fuegos artificiales
Saboreo aquel pequeño bocadito, sabía a gloria, no tan bien como los besos de Gianna pero parecido, había hecho bien en encargar la comida al famoso restaurante el Bulli, aunque no hacían servicio de catering si hacían favores para accionistas y por muy hijo de papi que suene, el padre de Adrian lo era. Bebió un sorbo del coctel con amaretto y se detuvo a escuchar las olas del mar, era muy relajante y las velas daban un ambiente agradable, cálido e intimo que hacia de aquella velada aun mas especial, como el día en si que había sido genial.
Alcanzo una empanadilla llevándosela a la boca, realmente tenia hambre y aquello estaba tan bueno, la acompaño con un poco de vino y se quedo admirando a la joven que le pregunto si podía contarle un secreto, ¿Qué seria? Quizás iba a decirle que ya tenia otro novio o quien sabe que… Asintió con la cabeza inclinándose hacia ella y se quedo boquiabierto al escuchar tal secreto. Tenía una novia metamorfomaga, aquello era mejor que si hubiese sido una semivela, el sueño de cualquier chico, podía tener tantas novias como quisiera pero siempre seria la misma, siempre pensaría igual y era aquello lo más importante, que siempre seria su Gianna.
-Es genial, de verdad, no lo sabia, ¿entonces puedes cambiar tu morfología a tu parecer? ¿Te has cambiado muchas cosas?
Estaba realmente sorprendido a la vez que curioso.
-¿Entonces el rostro que tienes ahora es el tuyo original? No cambies nunca tus ojos por favor, ese azul me tiene totalmente a tus pies.
Con la boca aun abierta se llevo una esponja de coco que le hizo soltar un pequeño gemido, ¿Cómo podían los muggles hacer tan buena comida sin magia? Se le pasó por la cabeza varias travesuras que podía hacer con los nuevos poderes descubiertos a Gianna, realmente aquello le parecía divertido.
Terminaron de comerse gran parte de lo que había allí y les trajeron la segunda parte que consistía en brioche al vapor al deshielo, lío de zanahoria, nudos esterificados de yogur con ficoide glaciale, alcaparras y «beurre noir», mejillones de roca calientes con picada deconstruida, crunchy de almendra tierna y tomatillo, nueces con crema de melocotón, shabu-shabu de foie de rape con linquat de sésamo, huevas de caballa en escabeche de pollo, espardenyes con mentaiko y ruibarbo. Todo perfectamente presentado y de lo más apetecible, les cambiaron el vino por uno tinto sangre de toro que los acompañaría perfectamente.
Adrian todavía tenía algo de hambre aunque notaba como ya no tenia esa ansia por devorar todo lo que había en la mesa, aun así sonrió al ver la cara de su novia ante tal banquete.
-Cuando le digas a Sofie que has comido en una terraza la comida que prepara Ferrán Adrià y que solo puede comerse en el Bulli, no te dirigirá la palabra en semanas.
Cogió una brocheta y se la llevo a la boca acompañándola con el vino lo cual potencio enormemente el sabor.
-Sabes, yo no tengo ningún secreto como el tuyo, aunque si alguna vez tuvieras alguna pregunta sobre algo de mi o lo que te venga en mente, adelante, no van a haber secretos para ti nunca.
Le sonrió de manera cálida, deseaba que nunca le preguntara por Shadow o quien había sido su primera vez, prefería que le preguntara donde estaba situada la mansión familiar, a que se de dedicaban sus padres o algo así…
De alguna manera seguía comiendo pero no paraba de pensar en que tenia ganas de volver hacia dentro, de disfrutar del cuerpo de Gianna, arrastrarla después de los fuegos artificiales y desconectar del mundo hasta el amanecer.
Alcanzo una empanadilla llevándosela a la boca, realmente tenia hambre y aquello estaba tan bueno, la acompaño con un poco de vino y se quedo admirando a la joven que le pregunto si podía contarle un secreto, ¿Qué seria? Quizás iba a decirle que ya tenia otro novio o quien sabe que… Asintió con la cabeza inclinándose hacia ella y se quedo boquiabierto al escuchar tal secreto. Tenía una novia metamorfomaga, aquello era mejor que si hubiese sido una semivela, el sueño de cualquier chico, podía tener tantas novias como quisiera pero siempre seria la misma, siempre pensaría igual y era aquello lo más importante, que siempre seria su Gianna.
-Es genial, de verdad, no lo sabia, ¿entonces puedes cambiar tu morfología a tu parecer? ¿Te has cambiado muchas cosas?
Estaba realmente sorprendido a la vez que curioso.
-¿Entonces el rostro que tienes ahora es el tuyo original? No cambies nunca tus ojos por favor, ese azul me tiene totalmente a tus pies.
Con la boca aun abierta se llevo una esponja de coco que le hizo soltar un pequeño gemido, ¿Cómo podían los muggles hacer tan buena comida sin magia? Se le pasó por la cabeza varias travesuras que podía hacer con los nuevos poderes descubiertos a Gianna, realmente aquello le parecía divertido.
Terminaron de comerse gran parte de lo que había allí y les trajeron la segunda parte que consistía en brioche al vapor al deshielo, lío de zanahoria, nudos esterificados de yogur con ficoide glaciale, alcaparras y «beurre noir», mejillones de roca calientes con picada deconstruida, crunchy de almendra tierna y tomatillo, nueces con crema de melocotón, shabu-shabu de foie de rape con linquat de sésamo, huevas de caballa en escabeche de pollo, espardenyes con mentaiko y ruibarbo. Todo perfectamente presentado y de lo más apetecible, les cambiaron el vino por uno tinto sangre de toro que los acompañaría perfectamente.
Adrian todavía tenía algo de hambre aunque notaba como ya no tenia esa ansia por devorar todo lo que había en la mesa, aun así sonrió al ver la cara de su novia ante tal banquete.
-Cuando le digas a Sofie que has comido en una terraza la comida que prepara Ferrán Adrià y que solo puede comerse en el Bulli, no te dirigirá la palabra en semanas.
Cogió una brocheta y se la llevo a la boca acompañándola con el vino lo cual potencio enormemente el sabor.
-Sabes, yo no tengo ningún secreto como el tuyo, aunque si alguna vez tuvieras alguna pregunta sobre algo de mi o lo que te venga en mente, adelante, no van a haber secretos para ti nunca.
Le sonrió de manera cálida, deseaba que nunca le preguntara por Shadow o quien había sido su primera vez, prefería que le preguntara donde estaba situada la mansión familiar, a que se de dedicaban sus padres o algo así…
De alguna manera seguía comiendo pero no paraba de pensar en que tenia ganas de volver hacia dentro, de disfrutar del cuerpo de Gianna, arrastrarla después de los fuegos artificiales y desconectar del mundo hasta el amanecer.
Adrian Silver- Mensajes : 100
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Edad : 32
Re: Entre fuegos artificiales
La cantidad de preguntas que comenzaban a caerme encima eran fenomenales. No pensé que fuera a interesarse tanto por mi metamorfomagia. Yo lo veía como algo normal y útil en determinados momentos. La había usado en Hogwarts para hacerle algunos favores a Luca cuando se comportaba como colegiala de quince años cuando un niño le gustaba. De ahí en fuera, habían sido cosas sencillas, nada más.
-Si, la puedo cambiar a mi conveniencia pero nunca me he cambiado nada, en realidad.-fruncí los labios y le di un sorbo a la copa de vino. Estaba realmente bueno-Bueno, si, una vez me convertí en niño para hacerle un favor a Luca cuando aún estudiaba en Hogwarts.
Adrian debía conocerlo. Luca había ido a Ravenclaw –el único de toda la familia, en realidad, todos los demás fuimos leones- y era solamente un año mayor que él. En realidad, Gianna había conocido a Adrian gracias a Luca, y ahora que lo pensaba, se lo debía todo a él. Aparentemente lo conocía mejor de lo que me hubiera imaginado. Quizás el estar seis años compartiendo la misma sala común diariamente tenía sus frutos.
-Toda yo soy original. Jamás me cambiaría nada. Lo único que cambio de vez en cuando es mi cabello. Quizás algún día me veas de castaña.
Le guiñé el ojo y sonreí ante el comentario sobre mis ojos. Era la parte de mi que más me gustaba y aunque ya había probado muchos tonos, incluido el amatista, el aguamarina o turquesa era el que siempre predominaba. El color que le había heredado a papá. A los quince años había tomado la decisión de jamás cambiármelos y lo he cumplido. Y así seguirá.
Guardé silencio cuando escuché a alguien llegar a la terraza. Aunque no fuera algo del otro mundo –porque había escuchado que muchos muggles se cambiaban el color de los ojos y del cabello con ayuda de aditamentos especiales- no quería que algo “comprometedor” se escuchara. Le sonreí al mesero y le agradecí con un sencillo “grazzie” en cuanto me cambió la copa de vino.
-¡Guau! Esto es muchísimo, y todo se ve tan delicioso.-y fue entonces cuando escuché que Sofie se moriría de la envidia al saber lo que había comido y de donde habían llevado la comida. Me mordí el labio. Seguramente Sofie me bombardearía con preguntas sobre lo que había pasado con Adrian y no sabía si quería contarle todo aún. Quería quedármelo para mi por un tiempo.
-Todos tenemos un secreto.-respondí al momento que me llevaba un bocado de brioche a la boca y lo saboreaba junto con un sorbo pequeño de vino. Cerré los ojos, estaba realmente delicioso. Jamás había comido algo así y estaba segura de que mamá y papá si y habían sido tan egoístas de nunca llevarnos a comer estas cosas.-¿Me estás dando libertad de preguntarte absolutamente todo? ¿Estás seguro? Recuerda que soy una futura periodista.
Le guiñé el ojo mientras le señalaba con el dedo índice. Era un arma de dos filos pero jamás lo utilizaría para publicarlo o aprovecharme de él. Me había prometido jamás publicar cosas incriminatorias de mis amigos y pues ahora, me prometía a mi misma, de mi novio. Que raro se escuchaba eso.
-Vale, te tomaré la palabra cuando se me ocurra algo interesante que preguntarte. Pero dime algo primero… ¿qué pasará con todas las chicas que andan tras de ti? ¿Les pagarás la terapia a todas? Mira que yo soy celosa.
Solté una risita. No era ningún secreto que Adrian tuviera cierta reputación de rompecorazones. Sabía que había estado con Shadow, eso tampoco era un secreto. Sin embargo, no sabía qué había hecho con ella y no tenía ni la más mínima intención de preguntarle. Si él quisiera decirme, ya lo habría hecho. A Shadow tampoco le preguntaría, era algo muy suyo como para andarlo compartiendo por ahí.
Me removí nuevamente en la silla y me removí el cabello para pasarme un mechón por detrás de la oreja, una manía que tenía desde pequeña y que jamás había podido dejar, lo mismo que morderme el labio al estar nerviosa hasta el punto de casi hacerme sangrar. Lo había heredado de mamá. Ella hasta la fecha lo hace y Luca dice que vuelve loco a papá. No quiero saber más.
Respiré hondo y le observé mientras terminaba de comer. Estaba llenísima y sentía que si comía más terminaría reventando y el vestido terminaría descosiéndose. Y no queríamos eso, ¿verdad? Me quité el zapato de la pierna derecha y la acerqué un poco a la de Adrian, haciéndole un cariño desinteresado –mentira- desde la rodilla hasta el muslo como lo había hecho en el restaurante en Port Aventura. Sin embargo me detuve justo antes de llegar a su entrepierna y sonreí, mordiéndome el labio inferior. La verdad es que me divertía bastante provocarlo y aparentemente a él le gustaba que lo provocara.
-Si, la puedo cambiar a mi conveniencia pero nunca me he cambiado nada, en realidad.-fruncí los labios y le di un sorbo a la copa de vino. Estaba realmente bueno-Bueno, si, una vez me convertí en niño para hacerle un favor a Luca cuando aún estudiaba en Hogwarts.
Adrian debía conocerlo. Luca había ido a Ravenclaw –el único de toda la familia, en realidad, todos los demás fuimos leones- y era solamente un año mayor que él. En realidad, Gianna había conocido a Adrian gracias a Luca, y ahora que lo pensaba, se lo debía todo a él. Aparentemente lo conocía mejor de lo que me hubiera imaginado. Quizás el estar seis años compartiendo la misma sala común diariamente tenía sus frutos.
-Toda yo soy original. Jamás me cambiaría nada. Lo único que cambio de vez en cuando es mi cabello. Quizás algún día me veas de castaña.
Le guiñé el ojo y sonreí ante el comentario sobre mis ojos. Era la parte de mi que más me gustaba y aunque ya había probado muchos tonos, incluido el amatista, el aguamarina o turquesa era el que siempre predominaba. El color que le había heredado a papá. A los quince años había tomado la decisión de jamás cambiármelos y lo he cumplido. Y así seguirá.
Guardé silencio cuando escuché a alguien llegar a la terraza. Aunque no fuera algo del otro mundo –porque había escuchado que muchos muggles se cambiaban el color de los ojos y del cabello con ayuda de aditamentos especiales- no quería que algo “comprometedor” se escuchara. Le sonreí al mesero y le agradecí con un sencillo “grazzie” en cuanto me cambió la copa de vino.
-¡Guau! Esto es muchísimo, y todo se ve tan delicioso.-y fue entonces cuando escuché que Sofie se moriría de la envidia al saber lo que había comido y de donde habían llevado la comida. Me mordí el labio. Seguramente Sofie me bombardearía con preguntas sobre lo que había pasado con Adrian y no sabía si quería contarle todo aún. Quería quedármelo para mi por un tiempo.
-Todos tenemos un secreto.-respondí al momento que me llevaba un bocado de brioche a la boca y lo saboreaba junto con un sorbo pequeño de vino. Cerré los ojos, estaba realmente delicioso. Jamás había comido algo así y estaba segura de que mamá y papá si y habían sido tan egoístas de nunca llevarnos a comer estas cosas.-¿Me estás dando libertad de preguntarte absolutamente todo? ¿Estás seguro? Recuerda que soy una futura periodista.
Le guiñé el ojo mientras le señalaba con el dedo índice. Era un arma de dos filos pero jamás lo utilizaría para publicarlo o aprovecharme de él. Me había prometido jamás publicar cosas incriminatorias de mis amigos y pues ahora, me prometía a mi misma, de mi novio. Que raro se escuchaba eso.
-Vale, te tomaré la palabra cuando se me ocurra algo interesante que preguntarte. Pero dime algo primero… ¿qué pasará con todas las chicas que andan tras de ti? ¿Les pagarás la terapia a todas? Mira que yo soy celosa.
Solté una risita. No era ningún secreto que Adrian tuviera cierta reputación de rompecorazones. Sabía que había estado con Shadow, eso tampoco era un secreto. Sin embargo, no sabía qué había hecho con ella y no tenía ni la más mínima intención de preguntarle. Si él quisiera decirme, ya lo habría hecho. A Shadow tampoco le preguntaría, era algo muy suyo como para andarlo compartiendo por ahí.
Me removí nuevamente en la silla y me removí el cabello para pasarme un mechón por detrás de la oreja, una manía que tenía desde pequeña y que jamás había podido dejar, lo mismo que morderme el labio al estar nerviosa hasta el punto de casi hacerme sangrar. Lo había heredado de mamá. Ella hasta la fecha lo hace y Luca dice que vuelve loco a papá. No quiero saber más.
Respiré hondo y le observé mientras terminaba de comer. Estaba llenísima y sentía que si comía más terminaría reventando y el vestido terminaría descosiéndose. Y no queríamos eso, ¿verdad? Me quité el zapato de la pierna derecha y la acerqué un poco a la de Adrian, haciéndole un cariño desinteresado –mentira- desde la rodilla hasta el muslo como lo había hecho en el restaurante en Port Aventura. Sin embargo me detuve justo antes de llegar a su entrepierna y sonreí, mordiéndome el labio inferior. La verdad es que me divertía bastante provocarlo y aparentemente a él le gustaba que lo provocara.
Gianna Vercelli- Mensajes : 186
Fecha de inscripción : 04/09/2012
Re: Entre fuegos artificiales
-Si, así es, confió plenamente en ti para que puedas preguntarme lo que quieras cuando quieras, claro que yo hare lo mismo, ehhh.
Adrian rio al escuchar lo de la terapia, no le sorprendió que se proclamase celosa pues lo había demostrado no hacia tanto delante de otras chicas que se le habían quedado mirando cuando se quito la camiseta y aquello le gustaba realmente, le gustaba como la chica proclamaba su propiedad sobre él, otro podría sentirse agobiado, él no, a él le gustaba aquello le hacia sentir que ella realmente lo quería.
-No andan tantas chicas detrás de mí… O al menos que yo sepa no anda nadie más que tú y eso es lo único que quiero.
En parte era cierto, si que con alguna u otra tenía cierta tensión pero no pasaban de ahí, el problema quizás estaría en las que alguna vez fueron algo pero tampoco le parecía que le fueran estas detrás así que no creía que hubiese mucho problema.
Se llevó una nuez con crema de melocotón a la boca y casi se atragantó cuando Gianna se pasó un mecho por detrás de la oreja y vio la imagen pasar a cámara lenta. Adrian hacia esfuerzos por concentrarse en comer pero el poder que tenia la chica sobre él eran muy superiores y se quedaba embobado mirándola.
Siguieron comiendo, incluso les trajeron el postre, un sorbete de cava al melocotón que estaba disfrutando pausadamente hasta que algo le erizo todos los pelos de su piel, aquella caricia que ya había sentido anteriormente en la rodilla pasando por el muslo y quedándose a escasos centímetros de su entrepierna. Aquello le hizo tener una nueva erección que automáticamente le activo todos los sentidos y le enviaba al cerebro la orden de levantarse de allí y llevársela YA a la cama.
Levantó una ceja insinuante mientras seguía sorbiendo de su copa, la cual dejo casi de golpe cuando ella empezó a morderse el labio inferior, ¿Por qué hacia eso? No podía resistirse, le encantaba que lo hiciera y lo volvía loco. Sonrió pícaramente y se humedeció los labios, levanto la mano cuando avisto al camarero llevándose la mano a la cartera y sacando varios billetes que entrego en mano de este a modo de propina y para asegurarse que no volvían a ser molestados.
-Si te vuelves a morder el labio no me quedara más remedio que…
No pudo acabar la frase que volvió a morderse el labio, lo provocaba y lo mejor era que le encantaba. Se levantó tirando la silla hacia atrás, volteo la silla de la joven y desde detrás empezó a acariciarle los pechos inclinándose hacia ella para morderle el cuello y susurrarle.
-Me pones a cien…
Ella se levanto y giro hacia él, se besaron juntando ambos sus lenguas como si de un duelo a espadas se tratase aquella pasión quemaba, Adrian la cogió del trasero y levanto varios centímetros del suelo apoyándola en la mesa y arrojando al suelo todo con el brazo libre, no le importaba nada más en ese momento que volvérselo a hacer, allí mismo, daba igual.
Paso la otra mano entre su muslo arriba y abajo varias veces, una de ellas se paro especialmente por debajo de la falda pero sin llegar a la entrepierna mientras seguía besándola, hasta que en aquel juego empezó a acariciarle la entrepierna y el chico noto algo que le hizo sonreír socarronamente, era muy suave, podía notar la tela de lo que parecía lencería fina, seguro que allí tenia que haber visto algo su viejo amigo y hermano de Gianna, Luca, le dio las gracias mentalmente. Noto la humedad que atravesó el tejido al apretar levemente, le puso todavía más que ella estuviese así por él, sentía como de un momento a otro el bulto de su pantalón amenazaba con romper la tela y salir de allí.
El chico termino por levantarle la falda del vestido por la cintura y situarse encima notando como su respiración estaba totalmente acelerada pero acompasada con la de la joven. Le mordió el lóbulo de la oreja y le dijo:
-¡Quítame la ropa, VAMOS!
Se mostro un tanto autoritario, incluso se sorprendió de haber dado la orden de aquella manera, pero es que se moría de ganas de volver a hacerlo con Gianna y que aquella noche no terminase nunca.
Adrian rio al escuchar lo de la terapia, no le sorprendió que se proclamase celosa pues lo había demostrado no hacia tanto delante de otras chicas que se le habían quedado mirando cuando se quito la camiseta y aquello le gustaba realmente, le gustaba como la chica proclamaba su propiedad sobre él, otro podría sentirse agobiado, él no, a él le gustaba aquello le hacia sentir que ella realmente lo quería.
-No andan tantas chicas detrás de mí… O al menos que yo sepa no anda nadie más que tú y eso es lo único que quiero.
En parte era cierto, si que con alguna u otra tenía cierta tensión pero no pasaban de ahí, el problema quizás estaría en las que alguna vez fueron algo pero tampoco le parecía que le fueran estas detrás así que no creía que hubiese mucho problema.
Se llevó una nuez con crema de melocotón a la boca y casi se atragantó cuando Gianna se pasó un mecho por detrás de la oreja y vio la imagen pasar a cámara lenta. Adrian hacia esfuerzos por concentrarse en comer pero el poder que tenia la chica sobre él eran muy superiores y se quedaba embobado mirándola.
Siguieron comiendo, incluso les trajeron el postre, un sorbete de cava al melocotón que estaba disfrutando pausadamente hasta que algo le erizo todos los pelos de su piel, aquella caricia que ya había sentido anteriormente en la rodilla pasando por el muslo y quedándose a escasos centímetros de su entrepierna. Aquello le hizo tener una nueva erección que automáticamente le activo todos los sentidos y le enviaba al cerebro la orden de levantarse de allí y llevársela YA a la cama.
Levantó una ceja insinuante mientras seguía sorbiendo de su copa, la cual dejo casi de golpe cuando ella empezó a morderse el labio inferior, ¿Por qué hacia eso? No podía resistirse, le encantaba que lo hiciera y lo volvía loco. Sonrió pícaramente y se humedeció los labios, levanto la mano cuando avisto al camarero llevándose la mano a la cartera y sacando varios billetes que entrego en mano de este a modo de propina y para asegurarse que no volvían a ser molestados.
-Si te vuelves a morder el labio no me quedara más remedio que…
No pudo acabar la frase que volvió a morderse el labio, lo provocaba y lo mejor era que le encantaba. Se levantó tirando la silla hacia atrás, volteo la silla de la joven y desde detrás empezó a acariciarle los pechos inclinándose hacia ella para morderle el cuello y susurrarle.
-Me pones a cien…
Ella se levanto y giro hacia él, se besaron juntando ambos sus lenguas como si de un duelo a espadas se tratase aquella pasión quemaba, Adrian la cogió del trasero y levanto varios centímetros del suelo apoyándola en la mesa y arrojando al suelo todo con el brazo libre, no le importaba nada más en ese momento que volvérselo a hacer, allí mismo, daba igual.
Paso la otra mano entre su muslo arriba y abajo varias veces, una de ellas se paro especialmente por debajo de la falda pero sin llegar a la entrepierna mientras seguía besándola, hasta que en aquel juego empezó a acariciarle la entrepierna y el chico noto algo que le hizo sonreír socarronamente, era muy suave, podía notar la tela de lo que parecía lencería fina, seguro que allí tenia que haber visto algo su viejo amigo y hermano de Gianna, Luca, le dio las gracias mentalmente. Noto la humedad que atravesó el tejido al apretar levemente, le puso todavía más que ella estuviese así por él, sentía como de un momento a otro el bulto de su pantalón amenazaba con romper la tela y salir de allí.
El chico termino por levantarle la falda del vestido por la cintura y situarse encima notando como su respiración estaba totalmente acelerada pero acompasada con la de la joven. Le mordió el lóbulo de la oreja y le dijo:
-¡Quítame la ropa, VAMOS!
Se mostro un tanto autoritario, incluso se sorprendió de haber dado la orden de aquella manera, pero es que se moría de ganas de volver a hacerlo con Gianna y que aquella noche no terminase nunca.
Adrian Silver- Mensajes : 100
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Edad : 32
Re: Entre fuegos artificiales
Volví a agradecer al mesero y me enrosqué un mechón de cabello en el dedo mientras observaba el postre que habían llevado. Yo ya no podía comer casi nada, así que simplemente le di un par de cucharadas y eso para mi ya era demasiado. No era de esas chicas que comían ensalada y la cortaban en pequeños trocitos para aparentar que comían más y que mentían diciendo que estaban llenas. No, yo era todo lo contrario. Me gustaba comer, amaba la comida. Era mi alma italiana que no me permitía recatarme. Daba gracias por el buen metabolismo que mis padres me habían dado.
Sonreí y dejé la cuchara. Mi experimento había tenido éxito, o al menos eso pensaba. Miré su ceja, como si estuviera insinuando algo. Finalmente deja la copa y pagó. Me llevé la mano a la boca reprimiendo una risita y miré como le daba todo ese dinero al camarero. Guau, ¿cuánto era? Mejor no preguntar y quedarme con la duda. ¿Cuánto había ya gastado en mi?
Volví a morderme el labio con su advertencia. Quería provocarlo más, que me gustaba hacerlo sufrir porque disfrutaba de sus reacciones, como esa que ahora mismo tenía. Morderme el cuello y acariciarme los pechos mientras me susurraba al oído que tan caliente lo ponía. Suspiré y sentí como mi respiración casi se me entrecortaba.
Me puse en pie –aún con los tacones- y lo besé frenéticamente, con avidez, con desesperación. Solté un gritillo cuando me levantaba en vilo y me subía a la mesa. ¿Y qué pasaba con todas las cosas? ¿No iban a venir por ellas? Pero mi pregunta fue respondida en cuanto Adrian tiró todo sin importarle nada. Sentía como mi pecho subía y bajaba mientras acercaba su mano a mi muslo y luego se detenía en la entrepierna. Quise gritarle que no me torturara pero quizás me leyó el pensamiento y justo comenzaba a tocarme nuevamente.
Entre sus dedos y yo solamente había un pequeño trozo de impoluta tela que ahora se había convertido en un estorbo, lo mismo que el pantalón de Adrian y toda la ropa que pudieran llevar puesta. Llevé mi mano a su pantalón y la puse sobre su erección de la misma forma en que él me tocaba. Le besaba el cuello mientras él me levantaba el vestido encontrándose con la lencería fina que Luca me había enviado y que no había podido evitar utilizar. Verdaderamente le debía bastante esa noche.
Era como si Adrian supiera que su tono autoritario me pusiera a mil. La forma en que lo decía, la forma en que me ordenaba. Era algo nuevo para mi el descubrir que de verdad me gustaba y que me excitaba aún más. ¿A caso era eso malo? Que siguiera ordenándome si quería. Que yo obedecería como la sumisa que no era y que jamás sería –al menos no fuera de la intimidad con él.
Asentí y me levanté con premura empujándolo para que también se irguiera de nuevo y quedara frente a mi. Le desabotoné el traje y dejé caer el saco al suelo. Me acerqué un tanto más a él y desabotoné la hebilla del cinturón y luego me seguí al botón del pantalón, en el cual me demoré un poco más a propósito bajando la cremallera de forma lenta. Le besé el pecho sobre la camisa y me aventuré a meter una mano a la ropa interior de Adrian una vez desabrochado su pantalón. Suspiré al sentir su erección entre mi mano y al saber que estaba así por mi.
Con mi mano libre comencé a quitarle la corbata, la cual terminé lanzando por ahí donde había quedado el saco. Me puse en pie para comenzar con la camisa. Botón, por botón desde las mangas y el cuello, hasta terminar con ellos. Lo estaba torturando, si, otra vez. La parsimonia era una parte de mi juego. El juego que acababa de descubrir que me gustaba porque cambiaba la forma de ser de Adrian de forma radical. Y eso, me ponía más que cualquier otra cosa que él pudiera hacer.
Tomé las manos de Adrian y las llevé hacia la cremallera de mi vestido y le pedí en susurros que lo desabrochara, que se deshiciera de él mientras yo seguía desvistiéndolo a él. Pasé mis manos por su pecho desnudo y poco a poco fui recorriendo el camino hacia sus hombros y dejé caer la camisa hacia el suelo también. Le besé desde las costillas hasta el cuello, trazando el mismo camino que mis manos habían recorrido. Llegué a su mandíbula y me pasé a su oído. No me había dado cuenta de qué tan excitada estaba hasta ese punto en que me detuve en la mordida que le había dado y la recorrí con la lengua.
-Fóllame aquí, sobre la mesa, ahora.-fui recorriendo su cuello hasta llegar a su oído y detenerme en la hendidura que había entre su mandíbula y su lóbulo. Lo que salió de mis labios jamás hubiera pensado que sería capaz de decirlos. -Fóllame fuerte, hazme gritar otra vez.-si, que me follara ahí en la mesa, en el suelo, en la cama, en la silla, donde quisiera. Que me hiciera gritar aún más que hacía unas horas. Que me hiciera suya otra vez.
Sonreí y dejé la cuchara. Mi experimento había tenido éxito, o al menos eso pensaba. Miré su ceja, como si estuviera insinuando algo. Finalmente deja la copa y pagó. Me llevé la mano a la boca reprimiendo una risita y miré como le daba todo ese dinero al camarero. Guau, ¿cuánto era? Mejor no preguntar y quedarme con la duda. ¿Cuánto había ya gastado en mi?
Volví a morderme el labio con su advertencia. Quería provocarlo más, que me gustaba hacerlo sufrir porque disfrutaba de sus reacciones, como esa que ahora mismo tenía. Morderme el cuello y acariciarme los pechos mientras me susurraba al oído que tan caliente lo ponía. Suspiré y sentí como mi respiración casi se me entrecortaba.
Me puse en pie –aún con los tacones- y lo besé frenéticamente, con avidez, con desesperación. Solté un gritillo cuando me levantaba en vilo y me subía a la mesa. ¿Y qué pasaba con todas las cosas? ¿No iban a venir por ellas? Pero mi pregunta fue respondida en cuanto Adrian tiró todo sin importarle nada. Sentía como mi pecho subía y bajaba mientras acercaba su mano a mi muslo y luego se detenía en la entrepierna. Quise gritarle que no me torturara pero quizás me leyó el pensamiento y justo comenzaba a tocarme nuevamente.
Entre sus dedos y yo solamente había un pequeño trozo de impoluta tela que ahora se había convertido en un estorbo, lo mismo que el pantalón de Adrian y toda la ropa que pudieran llevar puesta. Llevé mi mano a su pantalón y la puse sobre su erección de la misma forma en que él me tocaba. Le besaba el cuello mientras él me levantaba el vestido encontrándose con la lencería fina que Luca me había enviado y que no había podido evitar utilizar. Verdaderamente le debía bastante esa noche.
Era como si Adrian supiera que su tono autoritario me pusiera a mil. La forma en que lo decía, la forma en que me ordenaba. Era algo nuevo para mi el descubrir que de verdad me gustaba y que me excitaba aún más. ¿A caso era eso malo? Que siguiera ordenándome si quería. Que yo obedecería como la sumisa que no era y que jamás sería –al menos no fuera de la intimidad con él.
Asentí y me levanté con premura empujándolo para que también se irguiera de nuevo y quedara frente a mi. Le desabotoné el traje y dejé caer el saco al suelo. Me acerqué un tanto más a él y desabotoné la hebilla del cinturón y luego me seguí al botón del pantalón, en el cual me demoré un poco más a propósito bajando la cremallera de forma lenta. Le besé el pecho sobre la camisa y me aventuré a meter una mano a la ropa interior de Adrian una vez desabrochado su pantalón. Suspiré al sentir su erección entre mi mano y al saber que estaba así por mi.
Con mi mano libre comencé a quitarle la corbata, la cual terminé lanzando por ahí donde había quedado el saco. Me puse en pie para comenzar con la camisa. Botón, por botón desde las mangas y el cuello, hasta terminar con ellos. Lo estaba torturando, si, otra vez. La parsimonia era una parte de mi juego. El juego que acababa de descubrir que me gustaba porque cambiaba la forma de ser de Adrian de forma radical. Y eso, me ponía más que cualquier otra cosa que él pudiera hacer.
Tomé las manos de Adrian y las llevé hacia la cremallera de mi vestido y le pedí en susurros que lo desabrochara, que se deshiciera de él mientras yo seguía desvistiéndolo a él. Pasé mis manos por su pecho desnudo y poco a poco fui recorriendo el camino hacia sus hombros y dejé caer la camisa hacia el suelo también. Le besé desde las costillas hasta el cuello, trazando el mismo camino que mis manos habían recorrido. Llegué a su mandíbula y me pasé a su oído. No me había dado cuenta de qué tan excitada estaba hasta ese punto en que me detuve en la mordida que le había dado y la recorrí con la lengua.
-Fóllame aquí, sobre la mesa, ahora.-fui recorriendo su cuello hasta llegar a su oído y detenerme en la hendidura que había entre su mandíbula y su lóbulo. Lo que salió de mis labios jamás hubiera pensado que sería capaz de decirlos. -Fóllame fuerte, hazme gritar otra vez.-si, que me follara ahí en la mesa, en el suelo, en la cama, en la silla, donde quisiera. Que me hiciera gritar aún más que hacía unas horas. Que me hiciera suya otra vez.
Gianna Vercelli- Mensajes : 186
Fecha de inscripción : 04/09/2012
Re: Entre fuegos artificiales
Era como un juego privado que tenían, donde él ordenaba y ella obedecía y parecía que a ambos les gustaba el rol que les había tocado. Le desabotono la americana y prosiguió con aquello que le encantaba, la espera lo estaba volviendo loco, parecía hacerlo aposta, de hecho se dio cuenta que así lo hacia cuando tardo tanto en bajarle la cremallera del pantalón.
El chico noto la suavidad de la mano de Gianna en contacto con su miembro erecto por encima de la ropa interior presionando levemente, le volvía realmente loco que lo acariciase, que le tocase, sentir que ella se moría tanto de ganas de meterle mano como él a ella. A su vez empezó a quitarle la corbata, sintiendo su roce en el cuello y botón a botón de la camisa muy lentamente volviéndolo a volver loco, era un tortura… dulce tortura por la que no podía hacer otra cosa que desearla con todas sus fuerzas y querer penetrarla de manera salvaje.
-Gianna, ¿Por qué me torturas? Piensa que cuanto más tardes, es tiempo que pierdes que no estoy dentro de ti haciéndote gritar.
Definitivamente ahora no tendría piedad con su novia, iba a hacerla gritar de manera que se enterasen hasta en el hotel de al lado. Ella por su parte ya se encargaba de alimentar su fuego interno, acercándose a su oído y pidiéndole algo a lo que le costaría acostumbrarse pero que no por eso dehaba de gustarle, que se lo hiciera allí mismo, en la mesa. Sus deseos fueron órdenes para Adrian.
Empezó a morderle el cuello, a lamerlo con la punta de la lengua llegando al oído y respirando de manera exagerada aposta para provocarle un sensual cosquilleo, le metió ambas manos por debajo del vestido sacándoselo por la cabeza y besándola, saboreando sus labios y resiguiéndolos, aprovechando la cercanía que le otorgaba aquel beso para desabrocharle el sujetador y un vez más bajar hacia sus pechos y empezar a lamer muy suavemente los pezones para aumentar después su intensidad.
Sonrió al escuchar a Gianna como parecía quejarse en silencio cuando se apartó de sus senos, pero lo que no sabia era que aquello significaba que tenia la boca libre para otras cosas así que se deslizo lentamente dando pequeños lametones por su vientre hacia su entrepierna y por encima de la braguita empezó a hacer presión con la lengua, se agarró a la cintura de ella y le deslizo la parte de abajo, le encantaba como lucia el cuerpo desnudo de Gianna, le obligaba a sacar sus instintos más básicos.
Desde debajo la miro a los ojos con una sonrisa picara y empezó a reseguir sus genitales con la lengua, haciéndose lentamente sitio entre sus labios inferiores dibujando redondas hasta volver a encontrarse con aquella pequeña cerecita que sobresalía y presionando con la lengua allí para luego lamer en incluso chupar con dulzura para posteriormente aumentar velocidad e incluso llegar a presionar muy suevamente con los dientes. Le encantaba volverla loca.
Arañó sus muslos y se separo de los excitados genitales de la joven, levantándose y colocando sentando a Gianna sobre la mesa, se sacó su miembro quitándose el bóxer, la tumbó en la mesa y situandose encima, volvió a hacerse paso penetrándola en un principio con dulzura, para luego explotar de manera que no tuviera freno, entrando saliendo… le lamia el cuello incluso se lo chupo de manera que seguramente le dejaría marca, también la mordió en varias ocasiones una en el hombre y otra en el lóbulo de la oreja notando como perdía el control de sus actos conforme más rápido y con más fuerza se lo hacia.
No tenía miedo de hacerle daño, al contrario, ella también parecía perderse con él conforme aumentaba la velocidad de la penetración. Le tapo la boca con el primer gemido, pues pretendía mantenerla bajo presión hasta que no pudiese prácticamente más y se viese obligada a gritar, a gritar de manera que todos alrededor se diesen cuenta.
-Shhh, yo te diré cuando puedes gritar.
Le quitaría la mano cuando sintiera que ella ya no podía más, cuando empezase a contorsionar su cuerpo por debajo de él. Gianna le sacaba su vena más salvaje e única y esperaba que le gustase porque durante un momento se sintió un poco esquizofrénico, aunque sabia que aquello le pasaba porque la joven lo volvía realmente loco y lo único que deseaba era follarla y follarla infinidad de veces.
El chico noto la suavidad de la mano de Gianna en contacto con su miembro erecto por encima de la ropa interior presionando levemente, le volvía realmente loco que lo acariciase, que le tocase, sentir que ella se moría tanto de ganas de meterle mano como él a ella. A su vez empezó a quitarle la corbata, sintiendo su roce en el cuello y botón a botón de la camisa muy lentamente volviéndolo a volver loco, era un tortura… dulce tortura por la que no podía hacer otra cosa que desearla con todas sus fuerzas y querer penetrarla de manera salvaje.
-Gianna, ¿Por qué me torturas? Piensa que cuanto más tardes, es tiempo que pierdes que no estoy dentro de ti haciéndote gritar.
Definitivamente ahora no tendría piedad con su novia, iba a hacerla gritar de manera que se enterasen hasta en el hotel de al lado. Ella por su parte ya se encargaba de alimentar su fuego interno, acercándose a su oído y pidiéndole algo a lo que le costaría acostumbrarse pero que no por eso dehaba de gustarle, que se lo hiciera allí mismo, en la mesa. Sus deseos fueron órdenes para Adrian.
Empezó a morderle el cuello, a lamerlo con la punta de la lengua llegando al oído y respirando de manera exagerada aposta para provocarle un sensual cosquilleo, le metió ambas manos por debajo del vestido sacándoselo por la cabeza y besándola, saboreando sus labios y resiguiéndolos, aprovechando la cercanía que le otorgaba aquel beso para desabrocharle el sujetador y un vez más bajar hacia sus pechos y empezar a lamer muy suavemente los pezones para aumentar después su intensidad.
Sonrió al escuchar a Gianna como parecía quejarse en silencio cuando se apartó de sus senos, pero lo que no sabia era que aquello significaba que tenia la boca libre para otras cosas así que se deslizo lentamente dando pequeños lametones por su vientre hacia su entrepierna y por encima de la braguita empezó a hacer presión con la lengua, se agarró a la cintura de ella y le deslizo la parte de abajo, le encantaba como lucia el cuerpo desnudo de Gianna, le obligaba a sacar sus instintos más básicos.
Desde debajo la miro a los ojos con una sonrisa picara y empezó a reseguir sus genitales con la lengua, haciéndose lentamente sitio entre sus labios inferiores dibujando redondas hasta volver a encontrarse con aquella pequeña cerecita que sobresalía y presionando con la lengua allí para luego lamer en incluso chupar con dulzura para posteriormente aumentar velocidad e incluso llegar a presionar muy suevamente con los dientes. Le encantaba volverla loca.
Arañó sus muslos y se separo de los excitados genitales de la joven, levantándose y colocando sentando a Gianna sobre la mesa, se sacó su miembro quitándose el bóxer, la tumbó en la mesa y situandose encima, volvió a hacerse paso penetrándola en un principio con dulzura, para luego explotar de manera que no tuviera freno, entrando saliendo… le lamia el cuello incluso se lo chupo de manera que seguramente le dejaría marca, también la mordió en varias ocasiones una en el hombre y otra en el lóbulo de la oreja notando como perdía el control de sus actos conforme más rápido y con más fuerza se lo hacia.
No tenía miedo de hacerle daño, al contrario, ella también parecía perderse con él conforme aumentaba la velocidad de la penetración. Le tapo la boca con el primer gemido, pues pretendía mantenerla bajo presión hasta que no pudiese prácticamente más y se viese obligada a gritar, a gritar de manera que todos alrededor se diesen cuenta.
-Shhh, yo te diré cuando puedes gritar.
Le quitaría la mano cuando sintiera que ella ya no podía más, cuando empezase a contorsionar su cuerpo por debajo de él. Gianna le sacaba su vena más salvaje e única y esperaba que le gustase porque durante un momento se sintió un poco esquizofrénico, aunque sabia que aquello le pasaba porque la joven lo volvía realmente loco y lo único que deseaba era follarla y follarla infinidad de veces.
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