Cervezas en la celebración del Samhain

Habían llegado al comedor entre el inicio de la música y el alboroto de hormonas. Milou se había disculpado dos segundos con Emilienne y casi regresó sus pasos nuevamente a su facultad. No iba a dejar a su amiga ahí sola en medio de tanta calentura, que en realidad no alcanzó a ver bien, pero de pronto sintió la necesidad de fumar. Además Aldrich y su hermana (Pauline no Shadow) estaban ya ahí y Noel seguramente no tardaría en llegar con Florence.

Casi no lo hacía y no era fumadora social, normalmente fumaba uno o dos cuando se desvelaba haciendo diagnósticos o ensayos sobre la criatura en curso, pero últimamente sentía que tenía que hacerlo más seguido. Estaba familiarizada lo suficiente con las grutas para saber que, cerca del comedor había una especie de claro (un claro dentro de una gruta, sonaba extraño) antes de llegar al bosque y que casi no se movía.

El sonido de sus zapatos contra el suelo de piedra anunció su llegada, aunque sus pasos quedaron sofocados cuando entraron en contacto con el pasto y alcanzó a escuchar su suspiro. Reconoció a Blake y musitó un seco buenas noches, le resultó sumamente extraño verlo ahí y no en el comedor con todos los demás. ¿Qué razones lo llevarían a estar ahí en lugar de estar celebrando como todos los magos?

Su impresión sobre él no era la mejor, pero se lo había ganado a pulso. Milou no se controlaba cuando bebía de más pero había aprendido a juzgar a los hombres con relación a como la trataban cuando estaba completamente ebria. Si se sobrepasaban los ignoraba de por vida y perdía toda clase de trato con ellos para no hacerse reputación de zorra, aunque en realidad solo habían sido uno o dos. Blake era uno de ellos, según la francesa,

De su bolsa sacó un cigarrillo para ponerlo en la boquilla negra que también estaba ya fuera, lo puso en la boquilla y lo encendió con la varita, tuvo que agitarla unos segundos como si se tratara de un cerillo para que se acabara mientras le daba la primera calada. La guardó en el bolso y se acercó a él.

Luces cansado, Thomas -¿Thomas Además, qué clase de apellido era ese. Sonaba demasiado muggle-, ¿por qué no estás en el baile? No han hablado en otra cosa en la universidad que de eso. Se un caballero y ayúdame a sentar, te voy a hacer compañía un rato en lo que fumo.

Oh no, no con estos zapatos lo dudo. Tardarías lo mismo que si estuvieras acompañando a una anciana –bromeó por que él ya estaba ayudándole a sentarse, además no tardaría mucho. No quería que Émilienne la buscara ni tampoco que pensara que la había abandonado o algo, la niña tenía muy mal carácter.

Sentarse en el césped sin que el vestido se subiera ni enseñarle nada a Thomas era toda una hazaña que Milou Leloup tenía dominada. Le dio la mano que sostenía la boquilla apuntando al cielo y la otra la puso entre sus piernas, se inclinó en el suelo y se dejó caer suavemente. Había terminado casi recostada, con las piernas extendidas pero dobladas hacia atrás y recargó la zurda en el pasto tras acomodarse el vestido.

Le sonrió por la caballerosidad que mostró al cederle su chaqueta sin que ella se la hubiera pedido, tenía mucho frío pero todavía era más o menos tolerable aún mas con el cigarro. Había dejado su saco en Smertios y no creyó necesitarlo en el comedor, por eso iba tan descubierta, no había pensado en que se le apetecería andar en otro lugar.

Mmm… eso explica la cerveza –comentó y se llevó el cigarrillo a los labios, debía seguramente estar friísima. Tal y como el lo esperaba, Milou enarcó una ceja tras echarle una ojeada lo que llevaba puesto. En unos segundos ya lo había repasado de pies a cabeza y aunque no se veía tan mal, si lucía pésimo para un evento como el Samhain.

Le hubiera ofrecido un cigarrillo, pero él no le ofreció una cerveza. Honestamente la prefería mil veces a las bebidas coquetas que iban a servir y es que le sabrían como agua. Ella escondía una botella encogida de whisky de fuego en la bolsita de su maquillaje, aunque la había dejado en su habitación. Si se portaba bien quizá podía invocarla.

Que pena, creí que este año sería más entretenido –y era verdad. Este año eran brigantes quienes lo organizaban, entre ellos Pearlie, y eso le daba grandes expectativas. El comentario de la pareja le hizo gracia, la suya estaba a muchos kilómetros de ahí y no eran formalmente una, así que era más bien de las que estaban con amigas-. Brinco de la emoción –rodó los ojos con sarcasmo y después le sonrió-, ¿luzco como una de esas chicas?... no, mejor miénteme para que siga creyendo que soy una estirada amargada –le hacía gracia verse como Pearlie o tal vez como Sofie, ya había pasado muchísimo tiempo desde la última vez que se había emocionado realmente por un baile. Tal vez en su último año en Beauxbatons.

Esta cosa –le señaló el cigarro con la mirada y lo levantó un poco como si eso explicara por que no estaba en el comedor-, no se por qué últimamente no puedo dejarlo, así que salí un rato. ¿Entonces no vas a regresar?

La francesa no había visto el botellín de cerveza por distraerse en tocar el forro de la chaqueta, seguramente evaluando la calidad de la tela o intentando descubrir si era de un modista que ella conociera o si era fabricada en masa por muggles. Le sonrió después por que tenía razón, un poco. Estaba muy bien arreglada y se había esmerado, aunque ella suponía que era más bien por costumbre que por gusto. Se encogió de hombros, de todas maneras sólo era un baile, no tenía nada de malo emocionarse aunque sólo fuera un poquito.

Se le veía cómodo ahí tumbado sobre el césped y cualquiera diría que poco o nada le importaba pescar un resfriado. Le apeteció acercarse y regístrese sobre el, apoyandose en su pecho como almohada para poder mirar las estrellas también, pero no lo hizo. Mejor tomo la botellín a y le dio un trago. Si, estaba fría.

Ahora que el lo me mencionaba, sabía que no era de esos fachosos que se presentaban al Siamhan para comer hasta que el mundo terminara como si fuera cualquier cosa. Estaba segura de haber visto de reojo a alguien que lucía como si acabase de pelear por su ropa con hoyos.

Iba a asentir con la cabeza cuando le preguntó si iba a irse pronto, aunque en realidad no lo estaba pasando mal. Lo había estado mirando ver al cielo y a la nada por un rato, sin sentirse excluida, incluso mientras ella fumaba también había levantado la vista.

¿Ya quieres que me vaya? -preguntó dándose cuenta de que se había adueñado de la cerveza, pero no se la devolvió. Su cigarro ya estaba a la mitad, pero a ella aún no le apetecía volver al baile y poner malas caras.

Nuevamente saco la varita y conjuro un fuego pequeño que dejo en el pasto. No quemaba ni se expandía, pero al menos los calentaría un poco y no los tendría tan a oscuras. Iba a bromear sobre lo románticos que habían quedado cuando llego Markus. Lo miró como si fuera de otro planeta, o un muggle, no por grosera sino por lo que dijo. ¿Una macroorgia? ¿Un trío lesbico? ¿En el Samhain?

¿Y dejaste ir a tu cita así como así? -le preguntó enarcando una ceja. Se presentó por mera cortesía por que a él ella ya lo conocía por que Aquila le había mandado una foto suya por lechuza cuando habían sido novios y ellas amigas, aunque ahora lucía un aspecto enfermizo. Por eso suponía que era de buena familia y todo y no le molesto que estuviera con ellos. Además lo que le había dicho la tenía perpleja.

Volvió a medio encogiese de hombros cuando llego Loulou preguntando si eran los renegados del baile. Supo iba que si, aunque ella técnicamente no lo había pisado

No yo tampoco se nada - le contesto a Loulou después de presentarse, también de recorrería en un examen rápido con la mirada-. ¿Qué hicieron los decanos? ¿Así cómo sí nada los dejaron?

Seguramente a Blake esa actitud le parecía muy hipócrita (por que habían dormido juntos y todo sin conocerse), pero lo que le escandalizaba era la falta de respeto a una ceremonia como esa