CELEBRACIÓN DEL SAMHAIN

Se había terminado de preparar junto a Prewett en su propia habitación.
Se había puesto el vestido que ella misma le había dejado, con las sandalias que hubo planeado desde un primer momento ponerse, con algo de tacón para estar un poquito mas alta, e incluso se dejó maquillar un poco por ella misma, ya que Rang, realmente, nunca antes se había maquillado, y le cedió a Ebba la oportunidad de hacerlo por ella por primera vez. La pelirroja acertó con el maquillaje suave que le hizo a la coreana, consiguiendo que incluso sus ojos verdes resaltasen un poquito mas con el ligero tono que había dado a sus ojos con ese simple eye liner.

En el momento de llegar a la parte de los peinados, podría llegar a decirse que ambas decidieron llevar un peinado mas o menos algo parecido. El de la pelirroja llamaba mas la atención por el tono tan llamativo que tenía su pelo de por si, y Rang se encargó de que el gran bucle que hizo que se formase en el recogido ladeado de su amiga, se volviese unos cuantos tirabuzones, de diferentes cantidades de pelo, y un par de mechones que enmarcaban un poquito su rostro.

El recogido que llevaba la coreana en cambio no era tan resultón. Para que fuese acorde con el vestido, el peinado era apenas un recogido al lado contrario del de la nueva amiga de esta, con unas muy ligeras ondulaciones que se habían formado por la forma natural de su cabello, con algún que otro mechón en la misma cola anudando la misma, dejando de forma muy disimulada, un simple recogido a base del mismo cabello y un par de diminutas orquillas que lo recogían.

Bajaron tranquilamente al lugar en donde se iniciaba la fiesta, fueron caminando tranquilamente, juntas, la una junto a la otra, hablando de alguna cosita y dadas de la mano para no caer, notándose como la coreana estaba algo nerviosa. Nunca había lucido así frente a nadie, y ahí estaba, en apenas un instante pasando al comedor con Ebba.

Miró alrededor, sonriendo un poquito. Aquello estaba bastante ambientado, completamente diferente a la misma festividad de su propio país, todo había que decirlo, pero quedo realmente deslumbrante, y nunca mejor dicho con aquella cantidad de luces que habían puesto por todo el lugar iluminando en tonos azulados la estancia.

La coreana desvió la mirada hacia Prewett cuando le escuchó decir que se iría a saludar a la gente, soltándose la mano y terminando por ver como se alejaba para dirigirse a Adair y Sofie, aquella chica de la que en alguna ocasión había sentido una mala mirada. Negó con la cabeza a la idea de acompañarle y le hizo un gesto para que ella fuese a seguir saludando gente. Gente... miró alrededor, prácticamente viendo todo parejitas, haciendo que en sus labios se formase un pequeño pucherito.

Suspiró un poco y bajó la cabeza, apretando entre las manos el pequeño bolsito que llevaba entre ellas con la varita y alguna cosa mas dentro.

Alzó la mirada para ver si Ebba volvía, pero parecía que iba a quedarse ahí un rato entretenida. Volvió a mirar alrededor y negó con la cabeza. Ella no tenía que estar ahí, debería de estar estudiando o haciendo algo mas útil que perder el tiempo... en una fiesta que por muy importante que fuese ahí, para ella no significaba nada.

Se giró, dándose la vuelta y tras fruncir un poquito los labios, quizás disgustada, quizás sintiéndose sola o lo que fuera, tras lanzar una última mirada a su amiga, salió del sitio caminando a paso ligero, habiéndole cogido un poco el truco a los tacones, saliendo de la fiesta, y quizás, saldría incluso un poco fuera a que le diese el aire, queriendo evitar ponerse a llorar, ya yendo por el camino con los ojos llorosos.

Sofie no podía estar más feliz. Es decir, no era físicamente posible y empezaba a sentir que le dolían las mejillas de tanto sonreír. Pero no era forzado en absoluto; era la alegría inmensa, la emoción de los preparativos, de que todo fuera exactamente maravilloso. Si, había cosas feas, Loreen no estaba, le daba pena que algunos estuvieran peleados y que lo de los mortífagos pareciera cierto, pero ella… ELLA estaba dichosa: en un mundo nuevo y fascinante, rodeada de gente hermosa que la trataba bellísimo, donde se sentía cómoda y en su salsa cada vez más adaptada y... Como no decirlo?, hasta había salido en el folletín! Y era famosa! No recordaba una fecha en su vida donde los planetas hubieran estado tan alineados a su favor, y eso que era una chica con suerte, que siempre había sido popular en sus ámbitos y a la que nunca le había costado hacerse querer.

La fiesta del SAMHAIN había sido una novedad para ella, pero pasadas las semanas en el comité había logrado entenderlo casi a la perfección, y sentirlo propio. De algún modo también, sabía que había puesto mucha energía y concentración en eso adrede para incorporarlo, para ser una bruja hecha y derecha que festejaba los ritos mágicos como tal. El tema del vestido, le había traído sus angustias porque la moda mágica aun la tenía desconcertada, y le ponía un poco nerviosa que no parecía haber un criterio ni tendencias. O sea, aquello del color de la temporada que su madre repetía y repetía como ley, en lo mágico no tenía lugar. Creía también que la mezcla entre quienes eran más “brujos” de costumbres en contraste a las chica que gustaban de lo muggle, ayudaba a la falta de un criterio concreto.

Sofie por su parte, tenía desde hace semanas en su cuarto el vestido que había elegido para la ocasión muchos meses atrás antes de siquiera haber pisado la uni por primera vez, y de todos modos cuando salió a las tiendas mágicas, antes de la prohibición, por los preparativos de la fiesta y tal, se detenía en cada escaparate a comparar los criterios, y dudaba. Dudaba mucho, y no es que fuera una obse de la moda quisquillosa, sino que le gustaba encajar, y destacar y por el entorno fashion donde había crecido tenía incorporado que todo entraba por los ojos, que la imagen era reflejo de uno mismo. Consejos miles! A amigas y no tan amigas, espiar cada vez que podía el atuendo de las demás chicas, pues si bien lo romántico sería pensar que ella se vestía para si misma o para Adair, tenía bien claro que no era así en la realidad, que la competencia era con las del mismo género y podía llegar a ser muy cruel.

Se había bañado y peinado temprano, y pasado hasta el último minuto en el salón organizando aunque fuera una silla que estaba fuera de lugar o una vela que no quería quedar prendida. Le gustaban los detallecitos, y quería dar lo mejor de si en esa ocasión como siempre, aunque fuera con un turbante en la cabeza para que nadie viera su peinado. Así que cuando por fin supo que ya no podía perder más tiempo subió a su cuarto, se puso el vestido, los tacones que le sumaban 10 centímetros, se maquilló lo mínimo pues el color del vestido no permitía nada más, siquiera llevaría colgante ni aros aparatosos, solo tres esclavas finísimas de oro, los cinco anillos que siempre usaba y unos aros ínfimos que apenas se notaban como una bolita dorada.

Tenía unos nervios horribles también, pero se miró al espejo por última vez y salió al encuentro de Adair. Había planeado todo tan bien, que el chico siquiera tuvo que esperar un segundo. Su cara le hizo volver a sonreír inmensamente. Primer persona a la que impactar: satisfecha!... Que pena que nadie fuera a reconocer que ese vestido era de su diseñador favorito, que era un Oscar de la Renta original!!, el mismo que vestía a las estrellas de Hollywood, y que costaba una fortuna, tanto que era poco decir que valía su peso en oro.

- no sabes lo lindo que quedó todo… el comedor es… ah hermoso! Las decanas hicieron unos arreglos florares que… mira ni se que palabra usar. – Iba charlando con él de camino a la fiesta. –tuve que esconder el regalo de Pearlie debajo de una mesa pues ni modo que me presentara con el paquete en las manos… No quiero delatarme, pero estemos atentos a cuando sean las doce… Ojalá le guste porque ella me hizo unos regalos increíbles… - A todo esto había dado su varita a Adair porque no tenía bolsillos donde guardar, y ya no era la muchacha que se paseaba sin su varita.

Llegando al salón, y viéndolo de nuevo perfecto, sus ojos se estrellaron orgullos. Esas cosas eran como parir hijitos, lo mismo le había pasado cuando organizó su fiesta de egreso en el colegio muggle, solo que esa vez su pareja había sido el chico que por estatus de popularidad le convenía más, para que quedara en el anuario de los recuerdos, y no un verdadero novio al que había elegido muchas semanas antes y con sentimientos que nada tenían que ver con esa ocasión en especial. – Bueno – Apenas alcanzó a decir y abrió los brazos como dos alas para concluir el movimiento juntándolos en la nuca de Adair, incluso levantando apenas un piecito como en las películas. Por algo había decidido no pintarse los labios. Todo estaba pensando y no iba a quedar ni como payaso, ni privarse de besarlo cuantas veces le diera la gana.

Alguien llamando a Adair interrumpió todo contacto, y Sofie de inmediato separándose le sonrió y giró a ver quien era, aun prendida a su cuello. Cuando reparó en que era Ebba, sus sentimientos fueron encontrado, que era la prima del chico y tal, y sería bonito que la actitud física de Sofie diera lugar a que los otros se saludaran, pero… Además estaba con la tal Park, otros celos injustificados, ahora viéndola entendía porqué eran injustificados. Y pensar que había osado evaluar la idea de que Adair pudiera fijarse en ella. No había punto de comparación, por más bitch que sonara eso.

Terminó de separarse de Adair, repasando la solapa de aquel traje hermoso, pero antes de perder toda intimidad y dedicarse a los sociales una aclaración y con determinación – llegas a arruinar mi vestido y te odiaré muy feo. No es juego, en serio – vamos! conocía demasiado a Adair, y no! Con ese vestido no había misericordia… Sonrió a Ebba y fue ella la que dio un paso para darle el beso correspondiente de saludo. – Pues gracias!... A mi me gusta tu vestido, y te sienta bien… Como que te ves cómoda en él… - Miró a la coreana retirarse y volvió a Ebba – Porque se va?... es porque Adnan está expulsado? – Preguntaba con sinceridad, Sofie quería que todo el mundo disfrutara de la fiesta. Y lo de Adnan y la niña genio ya no era secreto para nadie, no? Luego del escuchón. Ay! Dios! Como amaba ese folletín!.

Sofie´s look:

(Lo que llevo puesto)

Se me ocurría pensar que era muy pronto para ser crítica con mis compañeras, pero decidí arriesgarme. Pearlie y yo teníamos desde hacía un tiempo planeada alguna publicación de estilo, que por raro que pareciera en alguien de perfil tan bajo como yo, era algo que me encantaba. Mi carrera era apasionante, pero la moda siempre había sido mi gran hobbie, y no de gratis mi madre me había inculcado un gusto impecable, y seguía quitándole bastantes cosas de su clóset.

Una de tantas, era ese clutch de tela satinada así como las pulseras de mi Farmor (O sea mi abuela) que sensiblemente me habían enviado con las lechuzas de seguridad por que no eran piezas baratas. De todos modos, ya sabía yo que vestir bien no era necesariamente cuestión de precios, aunque era algo malcriada con la joyería y no me gustaba usar nada que no fuera estrictamente joyería, y no bisutería.

Estaba hecha una pena por la anterior luna llena. Pensaba llevar algo más ajustado pero tenía algunas heridas en los costados que me hicieron imposible acentuarme la cintura y terminé optando por un vestido cortado al bies, bastante holgado, que de todos modos no me venía mal por que con el poco pecho y caderas estrechas que tenía no me iba a ver voluminosa. Lo único que hice fue recortarlo un poco para que me quedara a la mitad del muslo.

Llevaba una pequeña vuelapluma para hacer las anotaciones, pero esperaba de verdad que Pearlie no tardara mucho en llegar. Ni siquiera era estudiante de periodismo, pero la verdad eso no era ningún impedimento para nada. Sólo íbamos a poner por escrito lo que hacíamos en cada baile de Beauxbatons, aunque íbamos a tener qué usar términos más respetuosos que en ese entonces. Esperaba que el maquillaje correctivo que me había puesto en la mejilla y en el cuello disimulara bien las marcas de la luna llena. Sentía como si no hubiera dormido dos semanas seguidas, pero tenía que disimular y celebrar el Samhain.

No sabía qué planes tenía Pearlie para la fiesta y sospechaba que iría acompañada, por eso no me puse a brincotearle a un lado para decir "y llegaremos juntas como mejores amigas", sólo le dije que nos veíamos por ahí. Mi cabello estaba como siempre, un poco más descontrolado, por que se me veía mejor.

Con la vuelapluma y hablando bajo fui tomando algunas notas, pero ya quería ver a Pearlie por que no conocía el nombre de muchas chicas.

-Nada memorable entre los pocos presentes salvo una compañera de Cerridwen con un vestido rojo, las trenzas bohemias tan recurrentes en la temporada, y unos tacones que cumplían, aunque usar negro era ir a la segura. Casi se anota un diez. Y otro acierto el de la chica de Smertios, con las incrustaciones de pedrería en la parte superior. ¿Dónde está Pearl? necesito que me diga sus nombres... bueno, tacha eso.

Como Sofie había estado hasta el último minuto al pendiente de los preparativos, de que todo estuviera en su lugar y todo luciera como el comité lo había tenido en la cabeza. Al final las cosas habían resultado bien y pudo ir a su facultad en calma para vestirse luego de todo el dolor de cabeza que le había dado pensar en algo qué ponerse y de desechar los otros 3 vestidos que su mamá le había mandado de opción. Primero sintió que iba muy destapada pero conforme pasó el tiempo mientras se maquillaba –nada exagerado- y se peinaba con la varita en una coleta alta que le impediría que el cabello se le fuera todo el tiempo a la cara, se acostumbró a él y dejó de sentirse medio desnuda, de todos modos llevaba su saco metido en el clutch pequeño e infinito, para cuando le diera frío

Se encontró con Joe en el salón de convivencia. No sabía si era costumbre que se arreglara para los bailes pero se sintió infinitamente agradecida de que se notara su esfuerzo y tras los correspondientes halagos y un beso rodeándolo por el cuello, lo jaló en dirección al comedor para la fiesta, e iba hablándole de mil cosas de los preparativos, y de que Nanna estaba ahí –mientras le contaba quien era Nanna, también – y que iba a hacer un pasquín de moda y mil cosas más que seguro a Joe le valían un reverendo cacahuate. Claro que había leído el Escuchón, y claro que se había enojado con las suposiciones, pero no iba a dejar que eso le arruinara el Samhain y el cumpleaños.

Al llegar apenas y pudo darle un vistazo general a Park que salía de ahí con muy mala cara, ¿tan temprano?. Seguramente era por lo de Adnan, o por lo de las drogas. La llamó –mientras echaba una cruel ojeada a su vestido, porque le era inevitable- pero Park ya no estaba ahí para hacerle mucho caso. Le hizo gestos a Joe de que mejor siguieran y los primeros con los que se encontraron fueron con Adair, que se veía bien y Sofie, que lucía muy linda, había dado en el blanco, quedaba totalmente con ella. Los abrazó a ambos y luego se presentó con la pelirroja que…¿qué carambas llevaba puesto?. Igual sonrió, que no era cosa de ir poniéndoles malas caras –de frente- a nadie todavía, ni borracha estaba.

-Pearlie Burroughs, mucho gusto.

Luego de eso volvió a abrazar a Sofie. Se sentía feliz también, como por muchas cosas, pero se excusó cuando vio a Nanna por ahí, con su vuelapluma, lista para todo.

-¿Vas conmigo o me esperas?...No, ¡ven conmigo! ¡Te tengo que presentar a Nanna!

Lo besó antes de cualquier otra cosa, como si le hubiera dado un pequeño ataque de euforia y lo volvió a jalonear en dirección a Nanna. La hubiera abrazado como loca de no ser porque sabía que había sido la luna llena, tendría heridas, siempre era así, por eso su abrazo fue tranquilo, pero sentido, sin apretarla.

-¡Nanna! ¡Mira mis zapatos! ¡Hacemos match! ¿Viste el vestido de Sofie? Ah sí, se llama Sofie. Mira, te presento a Joe, mi novio.

Que raro se sintió decir eso en voz alta, no por nada, sino porque Nanna era de ese círculo de amigos de Beauxbatons y esos tiempos que poco habían tenido que ver con su nueva “forma de ver la vida” o como fuera que se le llamara a eso.

Lo que siempre he pensado acerca de los bailes escolares, de toda esa tontería que los rodea, de molestarse con elegir un puto traje de etiqueta y todas esas mierdas cansinas, es que… bueno venga, seguro ya se lo imaginan. Jamás me habían significado algo más que una buena oportunidad para conseguir con quien echar un buen polvo al final de la noche (o antes, si se podía), o ya de perdida ponerme hasta las manitas de pedo.

En esa ocasión en particular se trataba del Samhain, que era algo así como el año nuevo celta y en el que ya había participado el curso anterior. La diferencia entre el año pasado (y casi todos los putos bailes que se me habían pasado por en frente) y este, era que ahora no pretendía hacerme el chistoso, principalmente porque mi relación con Pearlie Burroughs estaba en un punto en el que no me permitía ese tipo de desatenciones, además venga… ella era una de las organizadoras y se había mostrado muy entusiasta (por no decir que jodidamente insoportable) durante todos estos días agregando a todo esto que también era su maldito cumpleaños. Así que nada, a aguantar vara y ponerse guapo.

No les voy a mentir, antes de que todo esto sucediera, en realidad no tenía intenciones ni siquiera de asistir, pero en cuanto había logrado poner un rumbo favorable a mi relación con Felicia, las cosas habían cambiado bastante. Eso sí, que los decanos me la habían puesto jodida al cerrar la Universidad y no permitir las salidas, porque ya me tenían ahí pensando en cómo improvisar una puta vestimenta con lo poco que tenía entre mi ropa, hasta que la propia Pearlie (adivinando mis apuros quien sabe cómo) me advirtió como histérica acerca del asunto, como si ir bien vestido significara un pilar crucial para su reputación como organizadora del baile. No me quedó más remedio que mandarle un patronus a mi madre para pedirle auxilio y pues bueno, que mi madre muy emocionada me mandó algo que ponerme tan solo dos días después.

Llegado el día, después de ponerme el puto traje enviado por mi madre (de bastante buen gusto, todo sea dicho), fui directo al salón de convivencia de nuestra facultad en donde no me quedó más que esperar lo que fuera suficiente a que Pearlie bajara de su dormitorio y tal. No sobra decir lo mucho que valió la pena todo el tiempo de espera cuando la ví bajar por las escaleras, y puede sonar a cliché o lo que mierda quieran pero joder, por el coño de Afrodita, Pearlie lucía como para comérsela a lamidas cual paleta helada.

Luego de lanzarle como diez mil cumplidos, de besarla y de desea llevámela mejor al dormitorio en lugar del puto baile, ambos nos dirigimos al Comedor de la Universidad en donde todo ya debía estar completamente listo para la celebración, y vaya que lo estaba. No es por que ella hubiera sido una de las organizadoras, pero el sitio había quedado bastante mono y no me quedaba más que felicitarla como merecía, después de todo me bastaba con pensar que yo mismo no era capaz de algo parecido… venga, no era capaz ni de mantener limpio mi dormitorio.

-Joder, pero que bien les quedo… que coño es…ooh ya, ¿cómo cuánto habrá sido el presupuesto?. Felicidades!, ya puedes organizar una boda-

Pearlie me jaloneó a donde se encontraban Sofie con Brackminster y una chica pelirroja (quien por cierto parecía no haberse enterado de lo que trataba todo o bien le importaba una mierda), y mientras Pearl saludaba, me abrí el saco y le mostré a Brackminster una pequeña ánfora llena de ron (que por supuesto estaba escondiendo) que serviría para darle algo de sabor a las bebidas de colegio que muy seguramente no contenían ni un mínimo de alcohol. La escondí de nuevo en mi bolsillo ante la euforia de Pearlie que entre preguntando y no, me llevo esta vez hasta donde se encontraba una chica bastante guapa a la que había visto solo unas cuantas veces por el campus recientemente. Sonreí a mis anchas y le di la mano luego de que Felicia me presentara como “su novio”, lo cual estaba bastante bien.

-Así que tú eres Nanna!. Felicia ya me había hablado de ti, de verdad ansiaba conocerte. Les quedó bastante bien el lugarcillo eh?, ¿tú vienes con alguien?-


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No me importa me voy a meter –le había gritado a Juno en los baños por que ya se estaba tardando mucho en la ducha y por que no le tenía la confianza suficiente a las demás como para bañarse con ellas y se le estaba haciendo tarde. No quería ser la única del comité en llegar cuando todos estaban cenando o algo, pero sus compañeras no se lo ponían nada sencillo y simplemente abrió la puerta con la varita y se metió.

Ahora le daba risa mientras la veía de reojo, a ella y a Peach arreglarse. El Siomhain le había robado todo su tiempo libre, que con pociones, quidditch y herbología ya era de por sí muy poquito, y Regina lo agradecía muchísimo. Ya había pasado un mes de la muerte de Dan, Bleeker todavía no hablaba con Angus y sus cartas le asustaban un poco y no había estado con su familia.

Pero ese día no le importaba nada más y estaba nerviosísima. Que si la decoración, que si las luces, incluso esa misma tarde había estado en el comedor con Pearlie, Juno, Sofie y los demás para ultimar detalles y todo. Por eso se le había hecho tardísimo y la facultad era un caos, inclusive se había metido a bañar con Juno por que sino jamás hubiera estado lista a tiempo y no pretendía llegar tarde.

Su vestido no era nuevo ni nada, pero era de esos se que se cambian tres veces durante la noche, y lo había usado en el Halloween pasado solo que en su casa y nadie se lo había visto puesto, si acaso Karim o algo. Se había quedado sin dinero para encargar el que ella había visto en Hogsmeade a principio del semestre y no veía tan poquito a Bleeker que no se atrevió a pedirle que le comprara uno con su sueldo de auror, por eso terminó mandandole el blanco, en lugar del que ella le había dicho. Tampoco le importaba tanto.

James le había dicho que la esperaría en la puerta de su facultad como todo un caballero, aunque habían terminado decidiendo verse en la sala de convivencia por que estaban en la misma. Terminó de peinarse, se despidió y lo encontró sentado en el mismo sillón en el que él la había encontrado esperando un par de días antes.

¿Tienes una cita o algo? Te ves muy bien –Regina casi se estaba mordiendo el labio para no verlo como si fuera una hamburguesa-. Ya me iba al comedor, pero puedo acompañarte en lo que esperas.

Le sonrió y se acercó a él para abrazarlo. También le dio un besito en la mejilla. Era muy extraño por que siempre quería buscar su mano o que la rodeara con un brazo o cualquier cosa y normalmente ella no era así, siempre había sentido que un apretón en el hombro o unas palmaditas eran más que suficientes, pero con James era diferente. Siempre iba a ser diferente.

El comedor estaba tal y como lo había dejado, la luz era tal vez un poquito más tenue pero fuera de eso estaba todo igual.

Vio a Joe con Pearlie también a Luke y a Autumn a lo lejos y a Sofie y a Adair, quien por cierto todavía le debía ser su esclavo. ¿Tenía que saludarlos otra vez si ya los había visto en la mañana y a medio día?

Justo llegaron detrás de Elazar y Draken y no pudo evitar levantar una ceja por que estaba segurísima de que ahí ese arroz ya se había cocido, por muy amigos que fueran Regina ya no les creía.

Hola Elazar, wooow… yo si me enamoraría de ti. Hola Draken. El es James, ¿ya lo conocen?

Iba a decirles que le salvó la vida, pero no quería que la vieran con cara de “pobre Regina que se le acaba de morir un hermano”. Les sonrió y entró tomando la mano de James.

¿Quieres probar las margaritas? Yo las hice. Te apuesto dos tomadas rapidito a que yo llego primero allá, ¿ya viste? –le señaló la mesa en donde estaban algunas bebidas (iba a lanzarle un hechizo para que levitaran libremente por ahí para que quien quiera las tomara cuando Pearlie no la viera), podría hasta llegar con los ojos cerrados-. En sus marcas, listo… corre

Y así, con taconcitos corrió para ganarle. En el fondo esperaba que no la dejara corriendo sola como una loca; nunca le había gustado ese rato inmenso en lo que tenía que esperar en lo que abrían el baile y todavía faltaba un ratito para que llegara la banda. Seguramente pronto buscaría a Adair para apostar sobre cualquier tontería.

Ahorita su vestido se ve así

Al final, por una cosa o por otra, por gilipollas y haber abierto la boca diciendo que si se pasaría por aquella maldita fiesta, iba a tener que hacerlo.

Las primeras veces que se lo habían comentado simplemente gruñía y pasaba del maldito tema, al menos, hasta que ya sintió algo de presión, en un principio por Emi, después por Selvaggi que insistió bastante con el tema... pero lo que en realidad, al parecer lo que le hizo completamente cambiar de opinión fue la especie de apuesta que había hecho con Martin; a ver quien era el que conseguía ir mas decente. Y de paso, para que mentir, joder, descojonarse abiertamente de los modelitos que iba a llevar la gente que fuese a ir a la fiesta.

No iba a complicarse demasiado con la ropa, de hecho, desde el principio ya había elegido que se pondría en el caso de asistir, así que, el que impusieran aquél castigo que impedía salir de la escuela, no le afectó. Nunca pensó que fuera a asistir en realidad, pero siempre era mejor prevenir que curar, además de que, si surgía algo urgente y necesitaba ir bien vestido pues... tendría ahí ya algo que vestir.

Simplemente se aseó un rato antes, y cuando estuvo higienizado lo suficiente, se puso el traje que, por muy increíble que pudiese llegar a parecer, él mismo había elegido , y salió de la habitación de forma tranquila, ignorando a todo el mundo y demás, simplemente caminando con algo de prisa por llegar a donde había quedado con el italiano, cerca de la puerta del comedor.

Allí lo encontró, mirándole justo en el momento en el que se acercó a él, y terminó el mismo rubio en acortar las distancias consigo. Sonrió ladeado al escuchar la forma que tuvo de decir de que iba bien vestido, triunfal. - Si... supongo que cuando la situación lo requiere o alguna mierda así, tengo buen gusto, ¿no?

Le guiñó el ojo y en el momento en el que Selvaggi le hizo un gesto para pasar adentro, asintió. Por suerte en un principio, de momento no había mucha gente. No le gustaba estar rodeado de mucha gente, al menos no si no llevaba unas copas encima, así que simplemente aprovecharía para, por el momento, estar por ahí haciendo de adorno andante y ya después si no conseguía largarse del sitio, tomaría algunas copas para pasar con mas facilidad la noche o lo que se suponía que fuese a durar aquella “velada”.

Dentro, junto con Elazar, ambos se pusieron a buscar gente con la mirada, cada uno a la gente que ellos mismos conocían, alguno ya si eso que coincidiría en amistades con ambos, pero la mayoría al menos no eran de esos. El metamorfomago a la primera persona que buscó fue a Martin, queriendo ver, entre ambos, quien se suponía que había ganado aquella especie de apuesta, de la cual ya ni siquiera sabía que era lo que habían apostado... bah, ya se lo preguntaría cuando diese con él.

Escuchó la voz de alguien detrás y apenas miró de reojo mientras la chica que ya vio días atrás en el lago, saludándole con un gesto de la cabeza, mientras Elazar entablaba conversación con ella, él simplemente siguiendo con su tarea de reconocer a alguien, con el ceño algo fruncido.

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Mis pintas

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*Traje
*Botas

Su vida se había resumido en trabajo y trabajo por el último mes. No tenía nada mejor en qué poner la cabeza después de la muerte de Dan y sus únicos pendientes del día además de sus labores de auror eran escribir a Regina y dormir tan cansado que no tendría tiempo de pensar en absolutamente nada. El plan que tenía para esa noche era hacer horas extra, y le habían dado la buena (o mala) noticia de que estaba comisionado en Brigantia para salvaguardar la seguridad de los estudiantes durante su baile de Samhain, o eso le había dicho Angellous Suberland.

Como era un baile no iba a ir en las garras de siempre sólo por respeto a la profesión (como decía su padre cuando les comisionaban algo donde tenían que pasar desapercibidos en un lugar elegante) así que se puso una camisa, de las buenas, lustró sus zapatos, se puso la colonia esa que a Regina le gustaba por que decía que olía a cuba libre sin limón, y un blazer para no desentonar. Estaba listo, y llevaba muchos cigarrillos por si la noche estaba tranquila, que era lo más seguro. Seguía con demasiados sentimientos encontrados respecto a Finnerty y todo lo que había ocurrido esa maldita noche de luna llena anterior a la más inmediata, en la que había perdido un hermano. No culpaba de todo al licántropo, tampoco era tan necio. Pero su visceralidad le podía, y seguía sintiendo un profundo enfado al pensar en él.

Era una buena oportunidad para ver cómo estaba Regina. Aunque la molestaba mucho con eso de que se quedara soltera para toda la vida y no hiciera nada con sus novios o los iba a matar a domicilio, no era un hermano tan fastidioso. Además, Ginny necesitaba distraerse. No había nada mejor que ver a su hermana poniéndose un vestido, yendo con alguien y siendo la de siempre, a pesar de Dan. Eso sería lo más felíz de toda la noche, y hasta temía que no se presentara y se quedara en su dormitorio jugando solitario mágico.

Pero ahí estaba, con un vestido blanco y con un tipo con el que brincoteaba para ir por tragos. Sonrió en la oscuridad de la esquina donde estaba, serio y formal, parado muy derecho mirando a todos y cada uno de los presentes, sin dejar pasar ninguna sospecha o mal presentimiento que tuviera. Ya había dejado pasar uno, y había costado la vida de Dan.

No sabía qué iba a sentir al ver a Finnerty, por que seguro estaría ahí. Por supuesto que no iba a armar ningún alboroto por que antes que un tipo en medio de un duelo era un profesional de su material y no se iba a comportar como un idiota si tenía comisionada la seguridad de los universitarios. No saludó ni a los conocidos, por que no estaba ahí en plan de convivir sino de trabajar. Sonrió a medias por puro recuerdo, pues esa Pearlie Burroughs que tanto se había resistido a Joe ahora llegaba de su mano. Parpadeó lentamente, volvió a fruncir el ceño con seriedad y siguió a lo suyo, mirando llegar a los presentes a detalle.

Me alegraba que Regina hubiera aceptado la invitación para ir conmigo al Samhain. Yo no tenía costumbre de celebrar esas cosas pero al parecer la mayoría de mis compañeros tampoco y solo era la excusa para una fiesta. Regina había ayudado en la organización por lo que había más razones que se sumaran para que fuera. Su hermana le había mandado uno de sus trajes por correo para que no fuera impresentable y se había puesto muy latosa con que le mandara fotos de la chica con la que iba a asistir, pero en cuanto le dijo quien era, pareció conocerla de Hogwarts y por Joseph, y parecerle bien.

Me levanté de inmediato para recibirla cuando la vi salir de las habitaciones por fin. Se veía muy bonita. Me gustaba ver que poco a poco iba teniendo un mejor semblante. Yo no solía presionarla para que hablara sobre Dan o sobre si sentía bien o mal, me limitaba a estar ahí para lo que me necesitara, especialmente ahora que no podíamos salir del colegio. -Te ves muy guapa, tan guapa que puedo dejar plantada a la otra, no me importa.-El blanco le sentaba, aunque seguramente cualquier color lo haría. Terminé riéndome porque me acordé de la vez que la había persuadido a ir a Hogsmeade conmigo y dejar de esperar al otro.

Caminé con ella hasta el comedor para alabar el buen trabajo que había hecho el comité organizador. Saludé a Elazar y a Draken, aunque al segundo lo había visto por ahí en la facultad, después de eso me gustó que me tomara la mano, no sé por qué razón yo de idiota no lo había hecho antes.

Me hizo reír que me retara a una carrera para llegar a la mesa de bebidas, algo a lo que por supuesto no me iba a negar. Antes de eso saludé a Joseph y a su novia con un gesto. Dejé que ella diera la señal de salida y corrí a ojos de los decanos y del mundo para ganarle, aunque dejé que ella llegara primero a propósito, porque había que ser un caballero. -Me ganaste, eres la reina de las bebidas.-Hice lo que se suponía, tomar una copa de las margaritas y vaciarla de golpe, para hacer lo mismo con una segunda.-Pero no me dejes solo, al menos tú tómate media.

Ya tenía muchas ganas de besarla, pero no estaba muy seguro de que ella tuviera ganas de un beso por muchas razones y no lo iba a arruinar tan temprano en la noche. Menos cuando alcancé a ver a su hermano ahí. -Oye, ¿ese no es Bleeker? -Dijo señalándoselo a Regina, tal vez s u hermano ni le importaba, pero yo me sentía desde ya bajo estricto escrutinio. De todos modos no me iba a echar para atrás cuando mis intenciones ya estaban claras.

Ya sabía cómo era yo, así que esperaba que Pearlie no me invitara a con todo mundo. Prefería ser la rara de la vuelapluma antes que saludar a diez personas al hilo, cosa que no hacía desde los trece años en las fiestas pre-navideñas que daba farmor para toda la gente importante del ministerio de magia danés. El abrazo de Pearlie era adecuado para la situación, no me contraía la cara en gestos de dolor ni nada, aunque traía varios parches y vendas de muñeca de trapo abandonada por debajo del holgado vestido.

Ella llegaba con alguien como ya había estado esperando, y no sólo alguien, sino que ya era su novio. Había visto al tipo en la facultad pero no estudiaba Leyes por que no lo había visto en el aula. ¿Crawford, se apellidaba? De todos modos no sabía mucho de magos y apellidos ingleses. Y tampoco estaba para juzgar, así que fui cautelosa. Hubiera sonreído apenas con un apretón de manos y nada más, pero el tipo era amable, parecía estarse esforzando tanto que hasta daba ternura.

-Vienes muy linda, demasiado romántica ¿Algún día serás más audaz?.- No era un reproche, sólo esas discusiones eternas de estilo que teníamos, así como ella me podría fácilmente preguntar si algún día me iba a atrever a ser más clásica. -Joe, mucho gusto. ¿Ansiabas, de verdad? Vengo con mi vuelapluma. Joe y Pearl son una pareja bastante bien vestida, romanticismo y elegancia casual, diría yo.

Acomódate ese cuello, Joe, o pensarán que te dormiste con el traje puesto. quise agregar, pero no era ni la mitad de extrovertida para esos comentarios cong ente que acababa de conocer. Miré alrededor y seguían llegando los vestidos que miraba con atención crítica de periodista, o eso intentaba. Me gustó la apariencia de una chica en vestido blanco corto, era de esas cosas que fácilmente podrían convertirse en mi estilo, aunque no me gustaba mucho su peinado. Me conjuré una bebida de las que pasaban flotando en charolas y la vacié de medio trago, sintiendo un picor parecido al de la pimienta en mi garganta.

-¿Saben qué tiene esto?

No hacía demasiado caso a la gente que entraba del sitio ni incluso a la que salía, él en esos momentos como “tarea” tenía el encontrar a Martin para ver que pintas llevaba y ya, después, descojonarse juntos.

Por suerte no tuvo que buscar por mucho más, al poco de escuchar los pasos de tacones de la chica que se hubo quedado hablando con Elazar por un muy breve momento, Martin apareció tras ellos y les saludó. Stall no evitó sonreír ladeado, cabrón, y terminó por reírse un poco al ver como iba vestido; que él también iba con pintas que para nada solía llevar comúnmente, todo era cierto. - Martin... - Le llamó en un tono divertido, riéndose un poco mientras le señalaba, viendo como el otro hacía mas o menos el mismo gesto, burlesco. Quedó en un aburla disimulada mutua entre ambos, la verdad es que estaban jodidamente raros.

Sintió el golpecito a modo de saludo en el hombro y correspondió al mismo, sin perder la sonrisa. Ahí empezaba todo lo divertido, criticar aquella horrible fiesta y demás, con algo más de libertad que si solo lo hiciese con Selvaggi, ya que sabía de sobra, que de su parte, obtendría quizás algún reproche y malas miradas. Con Abadeer eso no sucedería, joder.

Conocía a la tipa con la que su buen amigo había ido, y cuando la presentó como su novia no pudo evitar alzar una ceja, quizás sorprendido. - Te creía mas listo. - Bromeó ¿o quizás solo usó un tono de broma? y le guiñó el ojo. - Leslie. - Le saludó con un simple y soso gesto de cabeza.
Aquella chica, Lestlie, y él nunca se habían llevado bien. No sabría nunca decir exactamente por qué, simplemente podía decir que era por el simple hecho de que sus personalidades o algo no congeniaban. Ella usualmente se la pasaba molestándole, y él molestándose muy rápido con los comentarios o lo que fuera de ella. Personalidades que chocan desde un primer momento sin llegar a hacer el esfuerzo de conocerse. Eso era, estaba claro.

Torció un momento el morro. Tendría que cambiar eso, siendo la novia de Martin, tenía que aprender a conocerla o alguna mierda para que no se jodiese la amistad que tenía con el novio de ella.

Se rió cuando menciono lo de la apuesta y escuchó su explicación sobre el dinero. Negó con la cabeza y sonrió ladeado. - Deja, creo que los dos vamos demasiado bien disfrazados y la apuesta queda en un empate. - Comentó aún con el tono divertido. - Nuestros disfraces son mas buenos de lo esperado me parece. - Le dijo antes de reírse de nuevo.

Mientras dejaba a los otros hablando, él se tomó la libertad de girarse un poco para mirar el lugar. Lo primero que hizo fue poner una mueca que denotaba que no le gustaba el aspecto que había tomado el lugar. Había taaanta luz... que en cualquier momento podría darle a alguno de los de por allí un ataque de epilepsia solo de dar un par de vueltas sobre si mismo.

Giró el rostro para mirar mas alrededor, reconociendo a alguna que otra persona, reparando en las pintas que llevaban, ocultando una sonrisa y riéndose interiormente por algunos de los atuendos, peinados o lo que fuera. Tenía mucho para “hablar” esa noche con su amigo en el momento que ni Elazar le tuviese a él “preso”, ni la novia del otro le tuviese “preso” a Abadeer.
Se giró de nuevo para volver a prestar su atención a los tres que estaban a su lado y sonrió ladeado, mirando a Elazar en un principio, y tomando el ejemplo que el mismo Martin había tenido con su novia. - ¿Tú quieres tomar algo?

La gacetilla, en verdad, la tenía sin ningún cuidado. Cuando había puesto sus manos en el primer número del Hijo del Escuchón que había tenido al alcance durante sus días como Brigante Cerridwen le había parecido una publicación de pésimo gusto. En Beauxbotons no tenían nada parecido (en el tono, es decir, gacetas tenían pero eran oficiales y no con aquel estilo tan ácido de redacción). Le había parecido poco más que un panel para chismes y esas cosas nunca le habían gustado. Eventualmente se había acostumbrado. Que hablaran de ella, bueno, no le era novedad. Tampoco tenía nada de lo que avergonzarse, no ocultaba para nada que estaba con Karim, tanto así que la Decana Orlowsky los había encontrado en una situación más que comprometida y ella seguía tan tranquila.

Quien no se había quedado tan en calma había sido su padre, que acababa de llegar a Brigantia a dar clases en Leyes. Aparentemente la situación con el ausentismo de uno de los profesores de la carrera era bastante crítica ya y los Decanos lo habían invitado a formar parte del cuerpo docente. Se había enterado hacía cosa de unos días. Así que cuando le llegó una lechuza citándola en el despacho que le habían asignado tuvo un presentimiento que había resultado ser verdad cuando le ponía en frente una copia del Escuchón y traía a colación lo ocurrido con Orlowsky. La discusión había sido larga y para nada ecuánime, él reclamándole que no la habían criado para andarse escabullendo a los dormitorios masculinos con, y citaba textualmente, "tipos a los que seguro se les podía pedir algo para fumar y con cara de repartidores de marihuana".

Creía haber conseguido tranquilizarlo asegurándole mil y un veces que todo era una exageración, que ya sabía él como era la prensa (a lo de Orlowsky ni como negarlo) y que Karim era una persona muy decente que la trataba de maravilla y al final era lo que debía importar. Le había asegurado que cuando quisiera se lo presentaba si así se sentía más en paz, aunque se había terminado mordiendo la lengua porque no sabía cual fuera la postura del macho ingleso-iraní promedio sobre conocer al padre de la novia a un mes de relación. ¿Era muy pronto? ¡Ella qué sabía!

No había sido la mejor primera impresión pero poco podía hacer. Por lo menos le quedaba el consuelo de que no era una situación como la de los Lillyvick donde lo iba a odiar por no ser un eminente mago de sangre purísima. Lo odiaba porque se la estaba follando y lo primero que había escuchado de él era que se trataba de una especie de repartidor de drogas ilícitas. Ah sí, y porque se la estaba follando. Lo odiaría igual aunque fuera un heredero ruso de tradición mágica ancestral si alguien la hubiera encontrado desnuda en su habitación también. Así que probando que no era un pobre diablo descarriado y depravado todo debería ir bien, ¿verdad? ¿¿Verdad?? Esperaba que sí, lo quería muchísimo ya.

Entre eso y la llegada de las Lefebvre a Brigantia, más lo del encierro, iba bastante tensa. Lo suficiente como para haberse animado a pedirle a Karim - tras contarle lo de su padre y sus antiguas "amigas" - que tenía que darle a probar un día uno de sus cigarrillos, porque aunque había escuchado mil cosas sobre la planta esa mucha gente coincidía que no hacía daño, que ayudaba a relajarse y muchas otras cosas más. Ella no había ni siquiera fumado tabaco nunca, pero la verdad era que sabía que como una de las Lefebvre le pusiera los dedos encima, así de tensa como estaba, las iba a morder o algo y ya sabían lo que pasaba en esa Universidad con el tema de la agresión. No quería perder su matrícula, y Orlowsky no estaba muy contenta con ella como para que el explicarse sobre los malos tratos que recibía de ellas le fuera a valer. Las cosas como eran; nunca se había presentado como de sangre pura. Era tan mestiza como mestiza se podía ser y su madre no era humana. Muchos se lo perdonaban por ser bonita y de buena familia, pero gente como esas dos... pues no.

Estaba decidida a que nada de eso le arruinara el Samhain. La fiesta celta no significaba mucho para ella más que la oportunidad de conocer más sobre esa cultura y bien, sí, le gustaban esos eventos. El vestido lo había empacado en su baúl y ahí había estado desde que empezó el semestre. Se había arreglado en su habitación sin haber pasado horas frente al espejo. El maquillaje suave, los zapatos neutrales y sin más adornos que un par de pendientes. Nunca había sido de usar mucha joyería. Lo más osado en su apariencia tan clásica era la abertura en la pierna, pero con su estatura y silueta lograba hacerlo funcionar sin pecar de vulgar. El frío la tenía sin cuidado.

Lo besó al encontrarse con él en la sala de convivencia y sonrió. Llegar del brazo de Karim al comedor lo admitía, se sentía bien. No sabía si su padre estaría ahí o si Pauline aparecía por su espalda a tratar de bañarla en miel, alpiste y plumas frente a todos, pero ahí iba a tratar de pasarlo bien. Vio a Regina, a Pearlie y a Nanna más adelante y que la rubia estuviera ahí le dio muchísimo gusto. - Mira, esa es una de mis amigas, te quiero presumir un rato. - Sonrió y lo besó en la mejilla. Algo le iba a decir sobre si las presentaciones sociales antes o después de los coctéles elegantes cuando vio al hermano de Regina entre los presentes. - ¿Ese es Bleeker? ¿Quieres saludarlo? -

Para Angus, acudir al Samhain era más que un acto social, sabía que aparecerse ahí con Aquila era una declaración fuerte y clara de que era suya, que lo que hubieran intentado hacer utilizándola y utilizándolo, había rendido todo tipo de frutos. Ella había aceptado ir, con todo y que sabía las mismas cosas que él, que era más que solo presentarse, divertirse y ser una pareja como tantas otras. Aquila había tenido que volver a la universidad antes para hablar con la decana McCreary y volver a ser readmitida. Tenía mucho que ponerse al corriente pero Angus no estaba preocupado por eso. Le preocupaba más ir a la fiesta y lo que significaba. Por mucho que quisiera lavarse la cabeza diciéndose que iría a divertirse con sus amigos y con su mujer, ya sabía que las cosas no eran así de simples, ojalá lo fueran.

En los otros bailes, Peaches siempre era la que lo ayudaba a arreglarse, pero en esa ocasión había tenido ayuda directa de Aquila, que le había elegido el traje que él se había puesto sin chistar ni replicar como hacía con Peaches como si pretendiera que él sabía más que ellas. Había sido dócil en sus mandatos.

Y se había tenido que arreglar en el bar, porque como Aquila se había reincorporado, para ella ahora también aplicaban las normas de no poder salir de Brigantia otra vez, ahí lo más difícil iba a ser soportar las noches sin ella, ya estaba muy acostumbrado a dormir a su lado. Ella también lucía perfecta, pero siempre lo hacía. No por eso, a Angus había dejado de sorprenderle lo hermosa que era, todos los días, cada minuto, lo pensaba y lo volvía a pensar.

Caminó con ella de la mano directo al comedor. Lo que no se esperaba era la presencia de Bleeker ahí. Se sintió ofuscado inmediatamente, pero le buscó la mirada. Vio a Regina a lo lejos, estaba corriendo en dirección a la mesa de bebidas acompañada del mismo tipo con el que había estado en el hospital. Vio a Joe y a Pearl, a Karim y a Milena. Pero antes de hacer cualquier cosa o de saludar a nadie, se giró hacia Aquila, le tomó el rostro con las dos manos y la besó.-Vamos a estar bien.

Con los brazos amortiguó el golpe que se iba a dar con la mesa por no detenerse a tiempo y se dio cuenta de que había llegado primero. Era obvio que le había dejado ganar, por que, aunque entrenaba todos los días con los de quidditch, Regina no corría tan rápido con tacones. Le pasó una de las margaritas y lo vio tomándosela como si fuera agua.

Tu no cantas mal las rancheras –le dijo pasándole la segunda que era de diente de león o algo así y ella tomó una de rosas con quién sabe qué-. Me voy a tomar esta, pero no tan rápido por que se me sube y vas a terminar bailando conmigo sobre esta mesa.

James le gustaba mucho por que nunca le decía que no y siempre parecía estar dispuesto a hacer cualquier cosa, como Juno o Leslie o cualquiera de sus amigas, pero no sabía si le gustaba gustaba o solo le caía bien. Eso sí, había sido muy gentil y muy caballeroso, la verdad. La había bañado y la había visto casi desnuda sin segundas intenciones, lo cual ya era raro de encontrar, y ni siquiera había intentado besarla.

Por eso se imaginaba dos cosas.

La primera, que era gay. No de esos gays afeminados y con voz de niña, solo de esos gays, los que aman a los hombres pero son muy hombres. Además el no podía ser gay niña por que se había arriesgado para salvarla. De todas formas no quería hacerse ilusiones ni nada, por que si sí lo era sería muy vergonzoso.

La segunda y por la que más se iba, era que de seguro se había ganado otro hermano como Joseph y si así era, prefería lo mismo para no caer en malos entendidos.

Sintió que el frío se le iba a la cabeza, o sea que se le congeló el cerebro por culpa de la margarita, cuando dijo que Bleeker ya estaba ahí y volteó hacia donde James le decía, llevándose la mano a la frente para calentarla.

¿Mi hermano? ¿Qué hace aquí? –todavía se acordaba de la mala experiencia en casa de Angus, a quién por cierto no había visto llegar por que se había entretenido viendo-. Ay no, mejor hay que escondernos. ¿Ya nos vio? No lo veas, has como que me estas contando algo y que no lo hemos visto.

Otra vez lo miró y apuró su margarita. Una cosa era escribirle, que por cierto olvidó comentarle que iba, y otra muy diferente era verlo. Lo extrañaba con toda el alma, demasiado, los fines de semana que había pasado sin ir a casa se le habían hecho eteernos, pero Bleeker tenía esa pequeña cualidad, de la que nadie más podía presumir, de amargarle cuando estaba festejando.

Tus ojos… son bonitos –dijo mirándolo fijamente por que se había puesto en frente para darle la espalda a su hermano y abarcar todo su campo visual para que no lo invocara con la mirada o algo así.

Que el no tenía planeado ir al Samhain en realidad. Que no, no era por la tontería de no tener chica con la que ir a ese tipo de eventos, le daba igual el ir solo, no era ningún pobre diablo traumatizado. Era más bien que las cosas tan formales le daban algo de grima. Le hacían sentirse como extraño, incómodo. Las chicas lo disfrutaban por toda la parafernalia de escoger vestidos y ponerse bonitas, ¿pero los chicos? Tener que pelearse con una corbata y ya.

Si iba con Autumn no era porque estuviera secretamente tratando de ligar o follársela. No porque no le pareciera atractiva, siempre había sido muy guapa, pero era su amiga, una de las verdad, y él por lo menos si creía que era posible mantener una relación de ese tipo entre un hombre y una mujer sin estar planeando en secreto la manera de quitarle las bragas. Tampoco la llevaba para dar celos a Sofie o putear a Adair aunque era consciente de que eso era lo que parecía y francamente se la sudaba. Iba con ella porque le hacía ilusión ir y al mismo tiempo no quería hacerlo sola, porque para ella eso de no tener novio para eventos así parecía fastidiarle mucho más. Y quería que supiera, que por mucho que su hermano lo jodiera, las cosas entre ellos estaban bien.

No había pensado demasiado en su arreglo. Para empezar siempre iba de negro, así que por ese lado mucho no cambiaba. No llevaba un traje propiamente dicho, sino un pantalón formal, una camisa gris oscuro con un saco y una corbata que había pedido prestada a un compañero de habitación que si se tomaba muy en serio esos eventos. Los zapatos si que eran suyos y eso sí, se había encargado de lustrarlos. No iba a hacer quedar mal a Autumn.

Llevaba una petaca de whisky y sus cigarros ocultos en el forro del saco pero era consciente que había que ser mucho más cauteloso. No tenía intenciones de ganarse otro regaño después de la aparición estelar de Orlowsky en el Bosque y definitivamente no quería buscarse problemas con Immendorff. Y sí, sería mucho más sencillo nada más abstenerse de las cosas que en teoría no debería hacer, pero naaah. Ser más cuidadoso para no meterla en problemas y listo.

La esperó en la sala de convivencia de Smertios a la hora que le había dicho, ya hecho a la idea de que de todas maneras iba a quedarse ahí esperándola una eternidad, pero estaba bien. No iba a ponerse apurarla que para ella lo de ir bien peinada y con el vestido preciso era más importante. Cuando finalmente bajó le besó la mejilla y se encargó de dejarle claro que se veía muy bonita. Le ofreció el brazo y así salieron hacia el comedor.

Al llegar y encontrarse con la decoración silbó impresionado por lo bien que se veía todo. No reparo en Adair y Sofie hasta después pero al hacerlo no hubo malas caras de su parte. Allá ellos muy lejos y todo el mundo en paz. ¿Qué si iba a acercarse a saludar? Que no, joder. Pero tampoco iba a impedirle a Autumn que lo hiciera. – Oye, que si quieres saludar a tu hermano no te voy a amarrar a la mesa, ¿eh? Está bien. –

Ya iba llenándose el salón y el comenzaba a ver cada vez más rostros conocidos. Justo cuando Autumn preguntaba por el licor un mesero se acercó ofreciendo una de esas copas que se volvían a llenar solas y Luke tomó dos, entregándole una a ella con una amplia sonrisa. – Problema resuelto, aunque no creo que sean muy fuertes. Me da porque después de la cadena masivo de regaños van a tratar de evitar que terminemos desnudos bailando sobre las mesas a toda costa. – Se rio de buena gana y se abrió discretamente el saco para mostrarle la petaca, dirigiéndole una mirada de esas que decían “igual vengo preparado”. El, por lo menos, quería divertirse y desquiciarse un rato.

Las razones para haber invitado a Peach Finnerty fueron, inicialmente, las de tener la comodidad de hablar con ella. No tenía que sujetarse a presentaciones, pláticas casuales y potencial rechazo de alguna chica si con quien iba era de antemano, su amiga. Eso sonaba a ser un horrible conformista, pero tampoco lo era tanto. Le gustaba pasar tiempo con Peach y además estaba seguro que iba a tener un montón de propuestas por que se ponía cada día más guapa, así que mejor apurarse a preguntárselo. Era buena noticia saber que había aceptado y que no iría solo al Samhain.

En el baúl que había llevado a Brigantia, por suerte, había algo de ropa formal, que para él sólo significaba un kilt tradicional de ocasiones especiales, mismo que se había puesto para esa noche. Se pasó un peine por el cabello después del baño y estaba listo. Quedó con Peach de encontrarla en el salón de Convivencia de Ogmios para llegar juntos al comedor y todo el asunto. Le había dicho, sin mentir, que se veía muy bien.

No iba a engañarse con que no había coqueteado con la idea de regresar con ella, después de todo había sido la única novia a la que realmente había extrañado, pero quizás pensaba eso sólo por que la veía de nuevo en la universidad sólo pensaba en los tipos que la rondaban como perros. Al menos esa noche sería su pareja, para sentir que los mantendría a raya por un rato.

-Creo que es mi primer baile desde Hogwarts.

Pensó en saludar a Regina Cleverley, pero al final su única decisión era quedarse a un lado de Peach dejando que ella dirigiera la intereacción social y esas cosas. Siempre había sidod ueño de una pasividad desesperante para algunos, y esa noche no iba a ser excepción. Se sentía un tanto desconectado de los acontecimientos universitarios, aunque sabía que ella había tenido situaciones tensas por asuntos relacionados a su hermano que, por cierto, iba llegando también. Ya no supo si lo tenía que saludar como hacía antes o no, así que sólo le hizo una seña con la cabeza, posponiendo el asunto hasta que Peach decidiera con quién socializaba y con quién no.

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Peinado y Maquillaje
Vestido y accesorios
Tacones