CELEBRACIÓN DEL SAMHAIN

Agradeció con una sonrisa la bebida color violeta que Aldrich le ofrecía. La observó unos minutos y luego le dio un par de sorbos. No era muy fuerte y el sabor era un tanto dulce pero sorprendentemente sabía bien. Se encogió de hombros y dio otro pequeño sorbo. Observó a la lejanía y en cuanto iban directamente a donde estaba Pearlie, gracias a todos los dioses la voz de Othilia la salvó.

Sonrió y saludó a Otilia con un gesto delicado de la mano. No acostumbraba besar a nadie aunque fuera en la mejilla a menos que fuera gente demasiado cercana. Quizás, para Pearlie haría una excepción si eso la hacía entrar en razón.

-Othilia, querida, ¿cuánto tiempo?-observó a su acompañante. No lo conocía en persona, pues recién llegaba a la Universidad. Sin embargo, el compromiso de la rubia era de dominio público.-Charles, mucho gusto. Pauline Lefebvre.-terminó de presentarse después de que Aldrich muy educadamente le dijera a Charles quien era ella aunque seguramente él ya sabría de su existencia.

Asintió amablemente sobre compartir la mesa. Por supuesto que lo compartirían. ¿Con quien creían los demás que iba a sentarse ella? ¿Con Pearlie y su animalillo salvaje? ¿Con Aquila y su mascota? ¿Con los Brackminster? ¿Con esa pelirroja mal vestida? ¡Mon Dieu! ¿Pero cómo era posible que la sociedad mágica patrocinara ese tipo de reuniones de las que no podía salir absolutamente nada bueno?

Apuró la mitad de su bebida y sintió el escozor de su garganta. No estaba acostumbrada a beber, pero la verdad era que en ese momento podía olvidarse de los buenos modales y comenzar a beber como su padre o su madre cuando estaban enfadados. Porque estar rodeados de escoria la hacía sentirse tan asqueada que prefería vomitar por ebriedad.

-La verdad es que no entiendo como los Decanos han dejado que los licántropos sigan en la Institución. ¿Qué no fue suficiente lo que sucedió en las grutas? ¿Qué es lo que tienen en la cabeza?

Le dijo al oído a su antaño amiga. Sabía que ella entendería un poco mejor que todos los demás su punto de vista. Deseaba que Émilienne estuviera ahí, sin embargo, ya le contaría todos los pormenores del tan ansiado baile. La música tampoco era de su agrado, sin embargo, sintió como algo se había encendido en su interior. No sabía si había sido la bebida o que Aldrich se veía especialmente bien. Quizás el cambio de luces, la media oscuridad que había en el comedor, combinado con el tono azulado de las mesas.

Entrecerró los ojos y ladeó un poco la cabeza para observarlo mientras apuraba el demás contenido de su bebida. Esta vez el escozor lo sintió en el estómago, como si una vela estuviera quemándola por dentro. No sabía si Othilia o Charles estaban hablándole porque solamente se enfocó en Aldrich. Incluso la música parecía bajar un poco el volumen. Se mordió le labio y se pasó la lengua por el mismo. ¿Qué le estaba pasando? Se estaba desconociendo. Jamás había tenido ese tipo de sensaciones con nadie antes. Ni siquiera con su ex novio. Había sido más bien… ¿cómo la habían llamado? ¿Fría? Quizás si lo había sido.

Dio un par de pasos hacia Aldrich, sintiendo una necesidad malsana de besarle, de acariciarle el rostro, incluso de más, mucho más. Respiró hondo y miró fijamente al Smertios y lentamente posó una mano sobre su rostro, rozando su blanca piel para hacer que la mirara a sus ojos acerados. Se atrevió a sonreír porque no sabía qué era lo que estaba pasando. Y se paró un poco de puntitas para acortar la distancia que había entre ellos y posó sus labios sobre los de él. Lo estaba besando sin tener una razón aparente más que el simple deseo que se había formado en su ser de forma inesperada. Se pegó más a él y le puso una mano en su cintura para que la acercara más a él. Quería salir de ahí, recorrer su cuerpo con sus manos, besarlo todo. No, no solamente quería besarlo, quería todo lo demás.

Y luego el cubetazo de agua helada para todos. Se separó bruscamente de Aldrich y dio un gritito de espanto y al mismo tiempo de furia. ¿Qué había pasado? ¿Por qué estaban todos mojados? ¡Malditos Decanos! ¡Los odiaba más que nunca! Miró a Aldrich y sintió que se le subieron los colores a la cara y el corazón comenzaba a palpitarle rápidamente. Sin embargo, no había una pizca de arrepentimiento en su mirada.

No escuchó lo que los decanos decían, en realidad no le importaba absolutamente nada. Su vestido estaba arruinado, eso había sido peor de lo que podría imaginar. Ni siquiera habían pasado más de dos horas y el patético baile ya había terminado. ¿Es que no sabían ni siquiera montar una fiesta como era debido?

Se escurrió el cabello mientras vociferaba insultos de todo tipo en francés y luego prosiguió a escurrirse el vestido mientras veía como todos los focos de atención salían del Comedor dando por terminado el baile. Resopló y rodó los ojos. Genial.

-Je suis desolée.-se disculpaba con Aldrich porque no sabía cómo había tomado la situación del beso y todo eso… de su atrevimiento y mejor valía disculparse a quedar como una golfa.-¿Qué hacemos ahora?-refiriéndose evidentemente a la stuación del baile, no del beso... aunque si él quería retomarlo, no le importaría demasiado pues aún sentía bastantes cosas hacia Aldrich que no estaba muy segura del por qué era.