OGMIOS: 275 PUNTOS
CERRIDWEN: 150 PUNTOS
ARIANRHOD: 35 PUNTOS
SMERTIOS: 175 PUNTOS
Últimos temas
¿Quién está en línea?
En total hay 33 usuarios en línea: 0 Registrados, 0 Ocultos y 33 Invitados :: 1 Motor de búsquedaNinguno
El record de usuarios en línea fue de 149 durante el Miér Oct 23, 2024 12:07 pm
Este foro está creado enteramente para esparcimiento y diversión sin fines de lucro. La temática, tramas y personajes son 100% originales creados por el equipo administrativo y los usuarios de este mismo foro. Todo lo demás, pertenece a J.K.Rowling.
"Universidad Brigantia de Estudios Mágicos" está protegida por una licencia creativa. Cualquier reproducción total o parcial del contenido del foro, así como el diseño, será considerado como plagio. Por favor, se original, no robes ni copies.
¿Frío?, yo me encargo...
2 participantes
Página 1 de 2.
Página 1 de 2. • 1, 2
¿Frío?, yo me encargo...
Me había dicho que estaba lista, y eso habría sido suficiente para que yo tratara de mover el viento, la marea, y los todos los putos continentes, si es que eso fuese necesario. Sus palabras me habían causado una catarsis de la que probablemente aun no salía incluso después de como ocho horas de haber escuchado las palabras más gloriosas que hubiera podido escuchar, y probablemente piensen que estoy exagerando, pero no tienen, de verdad, una puta idea de absolutamente nada.
Y aunque suene un poco raro o hasta muy de hijo de puta, la perspectiva de por fin follarme a Pearlie era lo único que era capaz de desviar mi mente de la preocupación que tenía por Leslie que desde hace una semana no tenía ni rastro de ella. Es decir, recién se acababa de levantar el castigo del decanato y ahora todos podíamos salir al menos una vez a la semana bajo ciertas reglas impuestas, lo cual bueno… tal vez quería decir que la idiota se hubiera dado una escapada fuera de la ley y ahora mismo estuviera nadando en una playa de marruecos o algo… no lo sé, así era Leslie, y la verdad prefería pensar ese tipo de cosas y no exagerar en darle una importancia que tal vez ni tenía.
Así pues, volviendo a lo que me concernía con mayor fuerza, me había puesto a concretar un plan durante el transcurso de la noche, nada demasiado elaborado pero tampoco una mierda como seguramente se podrían imaginar las amistades de Pearlie si es que en algún momento les había contado. No, que de verdad estaba dispuesto a gastarme una buena pasta en ello sin importarme una mierda que al día siguiente, Miller me buscara enfurecido por haberme gastado su puto dinero sucio. Quería parecer un padre, ¿no?, pues a joderse…
La cité el Observatorio, exactamente a las ocho de la noche de aquel sábado en el que me la había pasado arreglando detalles y haciendo las reservaciones pertinentes. Debo decir, todo sea dicho, que me sentía un tanto preocupado por mis comportamientos, por fracasar en tratar de no ser un completo imbécil y… no sé, varias tonterías que probablemente ni siquiera venían al caso. Me sentía jodidamente nervioso y no tenía ni puta idea de si eso era algo bueno o malo o qué demonios. No se trataba de cualquier cosa, me refiero a que… estábamos culminando algo, cerrando una especie de círculo que debía convertir todo en algo más especial, más de lo que ya era y no todo lo puto contrario. Y yo era el responsable de cuidar eso…
Iba vestido con una camisa blanca, con jeans grisáceos, zapatillas deportivas y una chaqueta negra de piel encima porque joder, a esas horas (al menos en Brigantia) hacía un frío de puta madre. No me quedaba más que echarme un cigarrillo y quedarme esperándola ahí mismo…
Y aunque suene un poco raro o hasta muy de hijo de puta, la perspectiva de por fin follarme a Pearlie era lo único que era capaz de desviar mi mente de la preocupación que tenía por Leslie que desde hace una semana no tenía ni rastro de ella. Es decir, recién se acababa de levantar el castigo del decanato y ahora todos podíamos salir al menos una vez a la semana bajo ciertas reglas impuestas, lo cual bueno… tal vez quería decir que la idiota se hubiera dado una escapada fuera de la ley y ahora mismo estuviera nadando en una playa de marruecos o algo… no lo sé, así era Leslie, y la verdad prefería pensar ese tipo de cosas y no exagerar en darle una importancia que tal vez ni tenía.
Así pues, volviendo a lo que me concernía con mayor fuerza, me había puesto a concretar un plan durante el transcurso de la noche, nada demasiado elaborado pero tampoco una mierda como seguramente se podrían imaginar las amistades de Pearlie si es que en algún momento les había contado. No, que de verdad estaba dispuesto a gastarme una buena pasta en ello sin importarme una mierda que al día siguiente, Miller me buscara enfurecido por haberme gastado su puto dinero sucio. Quería parecer un padre, ¿no?, pues a joderse…
La cité el Observatorio, exactamente a las ocho de la noche de aquel sábado en el que me la había pasado arreglando detalles y haciendo las reservaciones pertinentes. Debo decir, todo sea dicho, que me sentía un tanto preocupado por mis comportamientos, por fracasar en tratar de no ser un completo imbécil y… no sé, varias tonterías que probablemente ni siquiera venían al caso. Me sentía jodidamente nervioso y no tenía ni puta idea de si eso era algo bueno o malo o qué demonios. No se trataba de cualquier cosa, me refiero a que… estábamos culminando algo, cerrando una especie de círculo que debía convertir todo en algo más especial, más de lo que ya era y no todo lo puto contrario. Y yo era el responsable de cuidar eso…
Iba vestido con una camisa blanca, con jeans grisáceos, zapatillas deportivas y una chaqueta negra de piel encima porque joder, a esas horas (al menos en Brigantia) hacía un frío de puta madre. No me quedaba más que echarme un cigarrillo y quedarme esperándola ahí mismo…
Joseph Crawford- Mensajes : 248
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: ¿Frío?, yo me encargo...
Era hora, ¿no? Había llegado a esa conclusión una noche en que no había podido dormir, cuando Pazuzu –al final le habían dicho tanto así toda esa noche que se le había quedado el nombre- ronroneaba caprichoso sobre sus piernas y el resto de sus compañeras parecían demasiado cansadas como para charlar. Así que técnicamente lo había decidido sola, sin consejo, pero convencida de que tenía que hacerlo ya, aprovechando que les habían levantado el castigo. Tampoco era como si quisiera arriesgarse por ahí a que los descubrieran en cualquier lado del campus. Desgracia.
Pasó cerca de hora y media buscando en su baúl qué ponerse y al final decidió que era estúpido pensarlo tanto y que seguramente se vería raro si no quedaba casual así que dejó de romperse la cabeza. Además ese suéter era calientito y no andaban en cero grados, así que tampoco era como para ponerse un súper abrigo encima. O al menos eso pensaba hasta que iba a la mitad del terreno que separaba Cerridwen de Arianrhod y comenzó el viento. Seguramente iba a llover.
Llegó corriendo al observatorio, no había caído en la cuenta de la ironía del lugar de la cita hasta que al entrar el lugar se volvió a llenar del sonido de Arab Strap y se acordó de Malik. Sintió un hueco en la boca del estómago pero intentó olvidar su tontería pensando en cualquier otra cosa como si temiera de Joe fuera legeremago y para afianzar que todo estaba bien, corrió hasta él cuando lo vio y lo abrazó muchísimo, antes de darle un beso.
-Vámonos de aquí.
No lo decía por esos recuerdos medio culpables –que no lo habían sido hasta que el tonto la había citado precisamente ahí, todo fuera dicho- sino por que ya sabía que era lugar potencial para que de repente alguien llegara y todo se fuera al diablo. Le susurró que hacía muchísimo frío afuera antes de darle un mordisco en el lóbulo de la oreja.
-¿Tienes el traslador?
Preguntó metiendo las manos en los bolsillos de su chaqueta encontrando la caja apachurrada y vieja de cigarros que ya sabía que sería la llave a la salida. Y claro que no le iba a preguntar por Leslie, era un tema que reservaba para sus amigas, pero en ese momento, egoístamente y sin saber su destino, lo que menos quería era sacar a colación a esa irritante amiguita suya como para que Crawford creyera que se estaba ablandando respecto a sus amistades. Ni hablar.
La cajetilla empezó a brillar. Apenas estar fuera del observatorio y terminar en un callejón de quién sabe qué lugar del mundo muggle, lo volvió a abrazar por la cintura para pegársele como una garrapata. Y entonces sí comenzó a sentir nervios. Un montón de nervios.
-Pazuzu bebé se quedó durmiendo con su cobijita nueva. ¿Regresaremos antes del toque de queda? Sino para mandarle un patronus a Gianna al rato para que se lo lleve a dormir con ella y Buttercup.
Pasó cerca de hora y media buscando en su baúl qué ponerse y al final decidió que era estúpido pensarlo tanto y que seguramente se vería raro si no quedaba casual así que dejó de romperse la cabeza. Además ese suéter era calientito y no andaban en cero grados, así que tampoco era como para ponerse un súper abrigo encima. O al menos eso pensaba hasta que iba a la mitad del terreno que separaba Cerridwen de Arianrhod y comenzó el viento. Seguramente iba a llover.
Llegó corriendo al observatorio, no había caído en la cuenta de la ironía del lugar de la cita hasta que al entrar el lugar se volvió a llenar del sonido de Arab Strap y se acordó de Malik. Sintió un hueco en la boca del estómago pero intentó olvidar su tontería pensando en cualquier otra cosa como si temiera de Joe fuera legeremago y para afianzar que todo estaba bien, corrió hasta él cuando lo vio y lo abrazó muchísimo, antes de darle un beso.
-Vámonos de aquí.
No lo decía por esos recuerdos medio culpables –que no lo habían sido hasta que el tonto la había citado precisamente ahí, todo fuera dicho- sino por que ya sabía que era lugar potencial para que de repente alguien llegara y todo se fuera al diablo. Le susurró que hacía muchísimo frío afuera antes de darle un mordisco en el lóbulo de la oreja.
-¿Tienes el traslador?
Preguntó metiendo las manos en los bolsillos de su chaqueta encontrando la caja apachurrada y vieja de cigarros que ya sabía que sería la llave a la salida. Y claro que no le iba a preguntar por Leslie, era un tema que reservaba para sus amigas, pero en ese momento, egoístamente y sin saber su destino, lo que menos quería era sacar a colación a esa irritante amiguita suya como para que Crawford creyera que se estaba ablandando respecto a sus amistades. Ni hablar.
La cajetilla empezó a brillar. Apenas estar fuera del observatorio y terminar en un callejón de quién sabe qué lugar del mundo muggle, lo volvió a abrazar por la cintura para pegársele como una garrapata. Y entonces sí comenzó a sentir nervios. Un montón de nervios.
-Pazuzu bebé se quedó durmiendo con su cobijita nueva. ¿Regresaremos antes del toque de queda? Sino para mandarle un patronus a Gianna al rato para que se lo lleve a dormir con ella y Buttercup.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: ¿Frío?, yo me encargo...
Esa noche también sería la del record de puntualidad, porque a diferencia que de costumbre, Pearlie llegaba justo a la hora en la que habíamos acordado vernos, cuando regularmente se tardaba cinco, diez, o hasta veinte minutos… lo cual por supuesto era una muy buena señal y podía significar que estaba tan ansiosa como yo. Esa era la primera vez que follaríamos juntos, y no lo puedo asegurar… porque joder, en el tiempo que llevábamos juntos no se lo había preguntado directamente, pero había indicios que me hacían pensar que en realidad esa sería su primera vez en la vida (al menos con un hombre), lo cual me otorgaba una responsabilidad todavía extra. Ustedes saben, joder… para las chicas es algo así como convertirse en mujer de la noche a la mañana, así que todo tenía que salir perfectamente bien.
Sonreí mucho al verla dirigirse hacía mí desde la entrada del observatorio, y la abracé como si no lo hubiera hecho en siglos; porque se me daba la gana y porque el viento frío de aquella noche invitaba a hacerlo. No está de más decir que Pearlie lucía jodidamente guapa con la ropa que llevaba puesta, aunque bueno, como puto guarro de mierda que soy no podía evitar pensar en que debía verse muchísimo mejor sin nada de aquello puesto. Le di un beso en los labios y busqué su mirada para asegurarme de que la chica no estuviera sufriendo algún tipo de sensación de arrepentimiento. Nada, todo bien.
-Todo está perfectamente listo del otro lado del espejo, Alicia-
A lo mejor Pearlie ubicaba perfectamente mi referencia dado lo mucho que se le estaban dando las cosas muggles últimamente, y si no lo sabía pues bastaba con darle el dato y tal. Saqué la varita con una maldita sonrisa eterna pegada a la puta cara, coloqué la cajetilla de cigarros en el suelo y conjuré el portus que sería nuestra puerta de salida. En cuestión de segundos, luego de atravesar aquel vórtice mágico, ambos aterrizamos de pie en un callejón de la ciudad de Manchester, en el que había preparado nuestra llegada. Recibí su abrazo dándole un beso medio violento en la cabezota, y luego le tomé de la mano para que saliéramos del callejón.
Pearlie se toparía de inmediato con una avenida bastante iluminada de doble carril, con edificios altos y llena de gente con ropa abrigadora, la mayoría portando paraguas listos para ser usados en cualquier puto momento. La tomé de la mano y caminamos un par de minutos por la misma acera hasta llegar a la primer esquina y encontrarnos con el hotel en cuestión. No era el puto Salford Quays, pero si pintaba ser bastante bueno… o al menos eso me esperaba considerando la cantidad de pasta que me había gastado en ello. Podía adivinar que esa era la primera vez que Pearlie visitaba un hotel (dudaba mucho que sus padres hubieran hecho alguna parada en uno de este tipo alguna vez), así que la miré para ver sus reacciones y comprobar que todo estaba bien.
-¿Pinta bien no crees?, vas a poder pedir lo que se te de la gana luego de… bueno ya sabes-
Que sí, que ya he dicho que estaba jodidamente nervioso, tanto como si aquello significara también mi maldita primera vez. Tomé de nuevo su mano y cruzamos la calle al ponerse el alto para los automóviles, y entramos en el hotel para dirigirnos directo hasta la recepción. Eso sí, de inmediato noté las miradas medio extrañadas de los encargados del puto hotel, seguramente preguntándose como es que un bastardo como yo podía estar acompañado de tan preciosa chica. Bueno, pues tráguensela, estaba con ella y además tenía reservación.
Después de un par de minutos de insulso trámite, y luego de rechazar la ayuda de uno de los botones que al no cargar equipaje, quería al menos acompañarnos a la habitación, Pearlie y yo tomamos el ascensor para subir hasta el sexto piso en donde se encontraba nuestra habitación. Pensaran que aproveché la soledad del ascensor para lanzármele encima, besarla y toquetearla como puto demente… pero no, no lo hice y no precisamente por falta de ganas; era más bien el mismo nerviosismo que me provocaba no querer hacer movimientos en falso, ni siquiera cuando se podía pensar que ya no había marcha atrás. Comprendan, en cualquier momento podía asustarse y decir “no Joe, regresemos a Brigantia… me importa una mierda que hayas pagado todo tu dinero de dos meses enteros”.
Llegamos hasta la habitación y le sonreí, para luego abrirla con la mierda de tarjeta aquella, hacerla entrar, encender las luces y asegurarme de que quedara bien cerrada. Ella se encontraba de espaldas, y me acerqué a ella por detrás para girarla hacia mi y besarla despacio, simplemente tocando su cabello y estrechándola apenas un poco hacía mi para que, en efecto, sintiera que esa noche no tendríamos una mierda de prisa... aunque yo me estuviera ya muriendo por follármela de una puta vez. No le preguntaría que si estaba segura, ni que si deseaba algo antes que cualquier cosa, ni nada de esas mierdas... porque si estaba ahí dentro era porque estaba tan ansiosa como yo de que por fin pudiermos estar juntos de ese modo.
Sonreí mucho al verla dirigirse hacía mí desde la entrada del observatorio, y la abracé como si no lo hubiera hecho en siglos; porque se me daba la gana y porque el viento frío de aquella noche invitaba a hacerlo. No está de más decir que Pearlie lucía jodidamente guapa con la ropa que llevaba puesta, aunque bueno, como puto guarro de mierda que soy no podía evitar pensar en que debía verse muchísimo mejor sin nada de aquello puesto. Le di un beso en los labios y busqué su mirada para asegurarme de que la chica no estuviera sufriendo algún tipo de sensación de arrepentimiento. Nada, todo bien.
-Todo está perfectamente listo del otro lado del espejo, Alicia-
A lo mejor Pearlie ubicaba perfectamente mi referencia dado lo mucho que se le estaban dando las cosas muggles últimamente, y si no lo sabía pues bastaba con darle el dato y tal. Saqué la varita con una maldita sonrisa eterna pegada a la puta cara, coloqué la cajetilla de cigarros en el suelo y conjuré el portus que sería nuestra puerta de salida. En cuestión de segundos, luego de atravesar aquel vórtice mágico, ambos aterrizamos de pie en un callejón de la ciudad de Manchester, en el que había preparado nuestra llegada. Recibí su abrazo dándole un beso medio violento en la cabezota, y luego le tomé de la mano para que saliéramos del callejón.
Pearlie se toparía de inmediato con una avenida bastante iluminada de doble carril, con edificios altos y llena de gente con ropa abrigadora, la mayoría portando paraguas listos para ser usados en cualquier puto momento. La tomé de la mano y caminamos un par de minutos por la misma acera hasta llegar a la primer esquina y encontrarnos con el hotel en cuestión. No era el puto Salford Quays, pero si pintaba ser bastante bueno… o al menos eso me esperaba considerando la cantidad de pasta que me había gastado en ello. Podía adivinar que esa era la primera vez que Pearlie visitaba un hotel (dudaba mucho que sus padres hubieran hecho alguna parada en uno de este tipo alguna vez), así que la miré para ver sus reacciones y comprobar que todo estaba bien.
-¿Pinta bien no crees?, vas a poder pedir lo que se te de la gana luego de… bueno ya sabes-
Que sí, que ya he dicho que estaba jodidamente nervioso, tanto como si aquello significara también mi maldita primera vez. Tomé de nuevo su mano y cruzamos la calle al ponerse el alto para los automóviles, y entramos en el hotel para dirigirnos directo hasta la recepción. Eso sí, de inmediato noté las miradas medio extrañadas de los encargados del puto hotel, seguramente preguntándose como es que un bastardo como yo podía estar acompañado de tan preciosa chica. Bueno, pues tráguensela, estaba con ella y además tenía reservación.
Después de un par de minutos de insulso trámite, y luego de rechazar la ayuda de uno de los botones que al no cargar equipaje, quería al menos acompañarnos a la habitación, Pearlie y yo tomamos el ascensor para subir hasta el sexto piso en donde se encontraba nuestra habitación. Pensaran que aproveché la soledad del ascensor para lanzármele encima, besarla y toquetearla como puto demente… pero no, no lo hice y no precisamente por falta de ganas; era más bien el mismo nerviosismo que me provocaba no querer hacer movimientos en falso, ni siquiera cuando se podía pensar que ya no había marcha atrás. Comprendan, en cualquier momento podía asustarse y decir “no Joe, regresemos a Brigantia… me importa una mierda que hayas pagado todo tu dinero de dos meses enteros”.
Llegamos hasta la habitación y le sonreí, para luego abrirla con la mierda de tarjeta aquella, hacerla entrar, encender las luces y asegurarme de que quedara bien cerrada. Ella se encontraba de espaldas, y me acerqué a ella por detrás para girarla hacia mi y besarla despacio, simplemente tocando su cabello y estrechándola apenas un poco hacía mi para que, en efecto, sintiera que esa noche no tendríamos una mierda de prisa... aunque yo me estuviera ya muriendo por follármela de una puta vez. No le preguntaría que si estaba segura, ni que si deseaba algo antes que cualquier cosa, ni nada de esas mierdas... porque si estaba ahí dentro era porque estaba tan ansiosa como yo de que por fin pudiermos estar juntos de ese modo.
Joseph Crawford- Mensajes : 248
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: ¿Frío?, yo me encargo...
Por supuesto no entendió la referencia al espejo ni por qué le decía Alicia, aunque al menos no estaba paranoica pensando que le había cambiado el nombre sin querer, ni nada de eso. Lo anotó mentalmente para preguntárselo luego, en ese momento le interesaba más que estuviera tan sonriente, que pareciera que nada le quitaría la sonrisa. Se rió mucho con el beso violento en la cabeza y lo tomó de la mano para no perderse, y también porque sí. Le gustó la sensación de andar por ahí de la mano con él. En la universidad no lo hacían mucho. Y por cierto, ya no ponía caras de idiota con el mundo muggle, al menos no muchas, pero siempre se encontraba con algo nuevo.
Y tenía razón, era la primera vez que estaba en un hotel de ese tipo. En viajes con sus padres se hospedaban en puras posadas mágicas –por más suntuosas que fueran- y nunca en un lugar como ese. Sonrió a medias y se mordió los labios con nerviosismo luego de “vas a poder pedir lo que se te de la gana luego de…bueno ya sabes”. Pues sí, sabía pero no dejaba de ser raro saberlo tanto a consciencia.
En la recepción parecía curiosa de más y tal vez esa era la respuesta a las miradas del personal del hotel, porque Pearlie hasta tocó la campanilla que estaba ahí dos veces como loca solamente para escuchar el sonido, aunque técnicamente ya los estaban atendiendo. Y luego fijaba curiosa los cuadros como de mal gusto que colgaban de las paredes. Y así.
En el elevador tragó saliva varias veces. De todos modos sentía un irrefrenable cosquilleo trepando por sus piernas pero no hizo más que tomar su mochilita y mirar las instrucciones de seguridad pegadas en un costado, también observar curiosa los botones- por suerte Joe no la había dejado apretarlos todos- y echar un vistazo a su reflejo en los cristales de la pared del fondo, para asegurarse de que se veía bien. Rozó la mano de Joe un poco, pero no hizo más.
Le gustaba que le sonriera, eso la mantenía tranquila. Lo miró con los ojos brillantes y esperó a que abriera la puerta. Entró a inspeccionar la habitación con la mirada y dejó la pequeña mochila sobre una silla. Había una televisión enorme, mucho más bonita que la que tenía Angus en su departamento. La prendería después.
Lo sintió acercarse y se mantuvo quieta, aunque luego permitió que él la girara a su antojo. Lo miró en cuanto lo tuvo de frente y cerró los ojos al sentir su beso. Suspiró, sintiéndose completamente lánguida entre sus brazos. Sintió un escalofrío por la manera en que tocaba su cabello.
Lo rodeó por la cintura como solía hacer siempre y prolongó el beso, pegando su cuerpo al de él. Podía sentir que pretendía llevarse las cosas con calma, el beso se lo demostraba y eso le gustó mucho. Por eso se demoró en quitarle la chamarra, también en meter las manos bajo su camisa, pero finalmente lo hizo, sintiendo que la piel de la espalda de Joe estaba a una temperatura nada despreciable, tanto que le dieron ganas de desnudarlo de una vez, cosa que no hizo.
En vez de un arranque de locura, se separó de él y lo tomó de la mano para guiarlo hasta la cama. El colchón estaba bien pero igual le hubiera dado si no hubiera sido perfecto. Se quitó los zapatos sentada en el borde de la cama y luego volvió a tomarlo por la muñeca para alentarlo a que se pusiera encima de ella, tomándolo por la nuca cuando lo tuvo lo suficientemente cerca como para besarlo otra vez. Y los nervios la atacaban cada vez más.
Y tenía razón, era la primera vez que estaba en un hotel de ese tipo. En viajes con sus padres se hospedaban en puras posadas mágicas –por más suntuosas que fueran- y nunca en un lugar como ese. Sonrió a medias y se mordió los labios con nerviosismo luego de “vas a poder pedir lo que se te de la gana luego de…bueno ya sabes”. Pues sí, sabía pero no dejaba de ser raro saberlo tanto a consciencia.
En la recepción parecía curiosa de más y tal vez esa era la respuesta a las miradas del personal del hotel, porque Pearlie hasta tocó la campanilla que estaba ahí dos veces como loca solamente para escuchar el sonido, aunque técnicamente ya los estaban atendiendo. Y luego fijaba curiosa los cuadros como de mal gusto que colgaban de las paredes. Y así.
En el elevador tragó saliva varias veces. De todos modos sentía un irrefrenable cosquilleo trepando por sus piernas pero no hizo más que tomar su mochilita y mirar las instrucciones de seguridad pegadas en un costado, también observar curiosa los botones- por suerte Joe no la había dejado apretarlos todos- y echar un vistazo a su reflejo en los cristales de la pared del fondo, para asegurarse de que se veía bien. Rozó la mano de Joe un poco, pero no hizo más.
Le gustaba que le sonriera, eso la mantenía tranquila. Lo miró con los ojos brillantes y esperó a que abriera la puerta. Entró a inspeccionar la habitación con la mirada y dejó la pequeña mochila sobre una silla. Había una televisión enorme, mucho más bonita que la que tenía Angus en su departamento. La prendería después.
Lo sintió acercarse y se mantuvo quieta, aunque luego permitió que él la girara a su antojo. Lo miró en cuanto lo tuvo de frente y cerró los ojos al sentir su beso. Suspiró, sintiéndose completamente lánguida entre sus brazos. Sintió un escalofrío por la manera en que tocaba su cabello.
Lo rodeó por la cintura como solía hacer siempre y prolongó el beso, pegando su cuerpo al de él. Podía sentir que pretendía llevarse las cosas con calma, el beso se lo demostraba y eso le gustó mucho. Por eso se demoró en quitarle la chamarra, también en meter las manos bajo su camisa, pero finalmente lo hizo, sintiendo que la piel de la espalda de Joe estaba a una temperatura nada despreciable, tanto que le dieron ganas de desnudarlo de una vez, cosa que no hizo.
En vez de un arranque de locura, se separó de él y lo tomó de la mano para guiarlo hasta la cama. El colchón estaba bien pero igual le hubiera dado si no hubiera sido perfecto. Se quitó los zapatos sentada en el borde de la cama y luego volvió a tomarlo por la muñeca para alentarlo a que se pusiera encima de ella, tomándolo por la nuca cuando lo tuvo lo suficientemente cerca como para besarlo otra vez. Y los nervios la atacaban cada vez más.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: ¿Frío?, yo me encargo...
Sentir la forma en la que ella disminuía aun más las distancias me significaba algo así como tener la luz verde para no titubear ni dudar en lo que ella pensaba o sentía. Estaríamos perfectamente bien, y mientras mis labios acariciaban suavemente los suyos y mis manos se paseaban lentamente por el contorno de su cintura, mi cuerpo se llenaba de ese calor que lograría en cualquier momento desechar todo tipo de nerviosismo. Ni nervios ni nada, esa noche no podía terminar de otra forma que no fuera con una Pearlie completamente rendida a mis pies, nada menos que eso.
Ella también fue la primera en deshacerse de un poco de ropa, quitándome la chaqueta y luego metiendo sus manos por debajo de mi camisa, lo que me hizo reaccionar con un pequeño espasmo y una sonrisa al sentir el frio de su tacto, al que le bastaría con tocar mi torso unos cuantos minutos más para aclimatarse. Siempre había visto a Pearlie como una chica bastante delicada a la que se tenía que tratar con todos los cuidados posibles, y aun en ese momento me lo seguía pareciendo; sin embargo, lo que siempre terminaba por hacerme pensar un poco distinto era esa forma tan jodidamente firme de mirarme… ese algo en sus ojos que contrastaba completamente con su piel y su sonrisa y que me hacía sentir como el tipo más ridículo de todos los tiempos.
Me guio hasta la cama y me senté a un lado, aprovechando ese momento para deshacerme de mi calzado hasta que ella misma me llevo a colocarme encima, entonces la besé con la misma calma de antes pero con un más de profundidad para provocar que ese calor aumentara por sí solo. Mi cuerpo se acomodó entre sus piernas y ese movimiento provocó que su falda se deslizara hasta sus muslos, y así me mantuve durante un par de minutos únicamente besándola, hasta que mis manos se aventuraron a tomar sus piernas, acariciarlas y luego subir todo lo posible para lograr tomar los límites de la prenda que cubría sus piernas y deshacerme por fin de ella. Me erguí para terminar esa tarea y la miré en perspectiva, con sus preciosas y largas piernas ya desnudas y su falda en una mala posición que me dejaba ver apenas un poco la tela de sus bragas.
-¿Te das cuenta de lo guapa que eres?, deberías sentirte un poco mal por haber existido tanto tiempo sin mí para aprovecharte-
Aproveché el estar erguido para quitarme la camisa y también el cinturón, después volví a ella para besar un par de segundos sus labios y luego ir a por su cuello, perdiéndome entre su cabello y su aroma que me provocaba ineludiblemente lamer la delicada piel de esa zona en particular que me parecía tan atractiva como sus tetas o sus piernas. El calor de mi cuerpo para ese momento ya estaba en un punto en el que me era imposible controlar mi respiración que inhalaba exhalaba prácticamente en su oído. Mis manos acariciaron de nuevo sus piernas, pero ahora con mucha mayor intención imprimiendo mayor firmeza en mi tacto e incluso llevando mis dedos a deslizarse por debajo de la tela de sus bragas para poder tocar la piel de su culo; todo eso mientras mis caderas comenzaban a moverse lentamente, buscando el ritmo y el espacio suficientes para que ella misma comenzara a sentir esa incontrolable necesidad de follarme de una buena vez.
-Eres lo mejor que he tenido, ¿lo sabes verdad?, en serio lo eres… eres lo mejor y lo único que quiero tener-
En medio de esa ansiedad, comencé a hacerme un lío con su ropa, buscando la forma de quitarle la blusa, desabotonar su cinturón, arrebatarle la falda de su lugar, todo bien o mal hecho y al mismo tiempo en el que mis labios y mi lengua trataba de abarcar el mayor espacio posible entre sus labios, sus mejillas, su cuello y sus hombros. De alguna manera, logré conseguir que Pearlie se quedara únicamente con sus bragas y su sostén… algo que desde luego, no iba a durar demasiado tiempo.
Ella también fue la primera en deshacerse de un poco de ropa, quitándome la chaqueta y luego metiendo sus manos por debajo de mi camisa, lo que me hizo reaccionar con un pequeño espasmo y una sonrisa al sentir el frio de su tacto, al que le bastaría con tocar mi torso unos cuantos minutos más para aclimatarse. Siempre había visto a Pearlie como una chica bastante delicada a la que se tenía que tratar con todos los cuidados posibles, y aun en ese momento me lo seguía pareciendo; sin embargo, lo que siempre terminaba por hacerme pensar un poco distinto era esa forma tan jodidamente firme de mirarme… ese algo en sus ojos que contrastaba completamente con su piel y su sonrisa y que me hacía sentir como el tipo más ridículo de todos los tiempos.
Me guio hasta la cama y me senté a un lado, aprovechando ese momento para deshacerme de mi calzado hasta que ella misma me llevo a colocarme encima, entonces la besé con la misma calma de antes pero con un más de profundidad para provocar que ese calor aumentara por sí solo. Mi cuerpo se acomodó entre sus piernas y ese movimiento provocó que su falda se deslizara hasta sus muslos, y así me mantuve durante un par de minutos únicamente besándola, hasta que mis manos se aventuraron a tomar sus piernas, acariciarlas y luego subir todo lo posible para lograr tomar los límites de la prenda que cubría sus piernas y deshacerme por fin de ella. Me erguí para terminar esa tarea y la miré en perspectiva, con sus preciosas y largas piernas ya desnudas y su falda en una mala posición que me dejaba ver apenas un poco la tela de sus bragas.
-¿Te das cuenta de lo guapa que eres?, deberías sentirte un poco mal por haber existido tanto tiempo sin mí para aprovecharte-
Aproveché el estar erguido para quitarme la camisa y también el cinturón, después volví a ella para besar un par de segundos sus labios y luego ir a por su cuello, perdiéndome entre su cabello y su aroma que me provocaba ineludiblemente lamer la delicada piel de esa zona en particular que me parecía tan atractiva como sus tetas o sus piernas. El calor de mi cuerpo para ese momento ya estaba en un punto en el que me era imposible controlar mi respiración que inhalaba exhalaba prácticamente en su oído. Mis manos acariciaron de nuevo sus piernas, pero ahora con mucha mayor intención imprimiendo mayor firmeza en mi tacto e incluso llevando mis dedos a deslizarse por debajo de la tela de sus bragas para poder tocar la piel de su culo; todo eso mientras mis caderas comenzaban a moverse lentamente, buscando el ritmo y el espacio suficientes para que ella misma comenzara a sentir esa incontrolable necesidad de follarme de una buena vez.
-Eres lo mejor que he tenido, ¿lo sabes verdad?, en serio lo eres… eres lo mejor y lo único que quiero tener-
En medio de esa ansiedad, comencé a hacerme un lío con su ropa, buscando la forma de quitarle la blusa, desabotonar su cinturón, arrebatarle la falda de su lugar, todo bien o mal hecho y al mismo tiempo en el que mis labios y mi lengua trataba de abarcar el mayor espacio posible entre sus labios, sus mejillas, su cuello y sus hombros. De alguna manera, logré conseguir que Pearlie se quedara únicamente con sus bragas y su sostén… algo que desde luego, no iba a durar demasiado tiempo.
Joseph Crawford- Mensajes : 248
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: ¿Frío?, yo me encargo...
Buscó su lengua mientras sus dedos acariciaban su nuca y su cabello. Se sentía bien besarlo y al mismo tiempo tener la sensación de su cuerpo encima del de ella. Acarició su espalda bajo la camisa e iba a quitársela pero él se adelantaba a quitarle las medias y ella se dejó hacer. No sabía exactamente si había pasos a seguir o cosas que tuviera que hacer para que estuviera correcto, pero dejaba que fuera su instinto el guía principal. La recorrió un escalofrío al sentir sus medias deslizarse por sus piernas. No pudo evitar una risa cuando le dijo todo eso, sintió que se había sonrojado y todo sin poderlo evitar, porque no estaba tan acostumbrada a que le dijeran que era guapa, o al menos no de esa forma.
Joe se quitó la camisa y ella no pudo evitar sonreír como una tonta. Lo atrajo hacia ella para volverlo a besar, pasando sus manos por cada pedazo de piel entintada que tenía a la mano. Arqueó la espalda involuntariamente al sentir la lengua de Joe recorriendo su cuello, respirando el aroma de su cabello, sus caderas lo buscaban, ansiosas. Todas sus sensaciones se multiplicaban a cada palabra, aunque también sintió el terrible temor de saberse como en escrutinio, y que hubiera posibilidad de decepcionarlo. En un arrebato lo tomó por la muñeca como para detenerlo, le buscó la mirada y lo besó lentamente antes de decir nada.
-No lo sabes todavía. No quiero que te desilusiones.
No lo dejó responder. Lo rodeó por los hombros y lo besó profundamente, dejando que la desnudara, riéndose cuando parecía hacerse un lío con su ropa, ayudándolo a desfajarse, a quitarle el suéter, desabrochar el cinturón, deslizar su falda. Sintió un corrientazo de vergüenza porque la viera así, casi desnuda aunque todavía tuviera un par de prendas encima. Respiró profundo, quería sentirse segura de sí misma.
Se acordó del regalo de Gianna y por un momento estuvo a punto de pararse e ir por él pero luego decidió que quería simplemente disfrutarlo tal cuál la primera vez, luego experimentar, así que siendo muy optimistas, lo usaría a la segunda ronda. Le sonrió sin decirle nada al respecto y luego llevó sus manos hasta su pantalón, que terminó por desabrochar y luego le exigió con la mirada que se lo quitara.
Medio luchó con él para terminar encima, acomodando sus piernas en los costados de Joe, presionándolo con sus caderas. Se inclinó para besarle el cuello, para tocar todo lo que tenía al alcance de su torso y luego recorrerlo con la lengua. Sentía un cosquilleo ya bastante conocido entre sus piernas, se sentía húmeda y también ansiosa. Le tomó la mano y lo hizo tocarla por dentro de su ropa interior, para que lo sintiera.
Joe se quitó la camisa y ella no pudo evitar sonreír como una tonta. Lo atrajo hacia ella para volverlo a besar, pasando sus manos por cada pedazo de piel entintada que tenía a la mano. Arqueó la espalda involuntariamente al sentir la lengua de Joe recorriendo su cuello, respirando el aroma de su cabello, sus caderas lo buscaban, ansiosas. Todas sus sensaciones se multiplicaban a cada palabra, aunque también sintió el terrible temor de saberse como en escrutinio, y que hubiera posibilidad de decepcionarlo. En un arrebato lo tomó por la muñeca como para detenerlo, le buscó la mirada y lo besó lentamente antes de decir nada.
-No lo sabes todavía. No quiero que te desilusiones.
No lo dejó responder. Lo rodeó por los hombros y lo besó profundamente, dejando que la desnudara, riéndose cuando parecía hacerse un lío con su ropa, ayudándolo a desfajarse, a quitarle el suéter, desabrochar el cinturón, deslizar su falda. Sintió un corrientazo de vergüenza porque la viera así, casi desnuda aunque todavía tuviera un par de prendas encima. Respiró profundo, quería sentirse segura de sí misma.
Se acordó del regalo de Gianna y por un momento estuvo a punto de pararse e ir por él pero luego decidió que quería simplemente disfrutarlo tal cuál la primera vez, luego experimentar, así que siendo muy optimistas, lo usaría a la segunda ronda. Le sonrió sin decirle nada al respecto y luego llevó sus manos hasta su pantalón, que terminó por desabrochar y luego le exigió con la mirada que se lo quitara.
Medio luchó con él para terminar encima, acomodando sus piernas en los costados de Joe, presionándolo con sus caderas. Se inclinó para besarle el cuello, para tocar todo lo que tenía al alcance de su torso y luego recorrerlo con la lengua. Sentía un cosquilleo ya bastante conocido entre sus piernas, se sentía húmeda y también ansiosa. Le tomó la mano y lo hizo tocarla por dentro de su ropa interior, para que lo sintiera.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: ¿Frío?, yo me encargo...
Estaba muy al pendiente de todas y cada una de sus reacciones, tanto por saber si lo que estaba haciendo estaba bien hecho y le gustaba, como también por puro puto morbo de tragarme esa cara de inocencia que poco a poco se transformaría en la misma que había podido ver aquella noche en el bosque de Andarta y varias ocasiones después, pero potenciado a la máxima potencia cuando por fin supiera lo que se sentía follar con Joseph Crawford. La verdad es que soy un jodido guarro, lo soy y no tengo reparos en aceptarlo, ni en confesar que sentía como si hubiera estado esperando aquello durante cien mil años.
Me detuve de inmediato al sentir su agarre, y negué con la cabeza mientras sonreía al escuchar las tonterías que estaba diciendo. A medio segundo estuve de responder, pero fue ella quien me cerró los labios besándome de nuevo, atrayéndome a ella y luego facilitándome las cosas cuando torpemente trataba de desvestirla. Ya he comentado yo la fijación que tenía en la puta cabeza por verla completamente sin ropa ni sombras de árbol que bloquearan mi vista, y sí joder… que sentía que el corazón estaba a punto de escavar un agujero por dentro de mi pecho y escaparse el muy hijo de puta cuando me percaté que estaba escasas dos prendas de por fin hacerlo.
-Eres tonta, te lo estoy diciendo porque ya lo sé; no podría desilusionarme con el pedazo de encanto que tengo debajo de mí. Ni ahora ni nunca…-
La besé de nuevo y junté un poco mi cuerpo al suyo, apenas para sentir parte de su torso en contacto directo con la piel desnuda del mío, y poniendo especial atención dentro de mi cabeza en el roce de su sostén con mi pecho. Luego adiviné sus intenciones acerca de mi pantalón y me lo quité en tiempo record como de dos segundos. Para cuando me di cuenta mientras lanzaba mi ropa hacia cualquier parte, Pearlie tomó posesión del control y provocó que mi espalda fuera contra la cama, siendo ella quien se colocaba encima de mí. Y joder joder joder mil veces, eso por ahora estaba más que perfecto.
Dejé que hiciera de mí lo que se le diera la puta gana, cerré los ojos y sentí el contacto con su lengua por encima de mi piel mientras sus caderas se estrechaban aun más contra mi cuerpo. Luego la miré mientras ella misma llevaba mi mano hasta deslizarse por debajo de sus bragas, y por fin sentí la humedad de su coño que a esas alturas, para vanagloria mía, ya era suficiente como para poder deslizarme dentro de ella sin demasiada dificultad. Le sonreí de forma un tanto arrogante al sentirme dueño de ese ligero cosquilleo que seguramente ya podía sentir entre sus piernas, y bastaron solo unos momentos para quitarle el sostén hasta dejar sus tetas libres de todo obstáculo. Eran mías, tan suaves, dulces y firmes como más nos e podía.
-Ya no puedo más, necesito follarte ya…-
Me erguí solamente para comenzar a lamer sus tetas, lamerlas, tocarlas y morder suavemente mientras mis dedos la tocaban por debajo de la ropa interior y luego se introducían muy lentamente por dentro de su coño, apenas un poco como si de alguna forma quisiera prepararla para lo que venía; que con todo y lo mojada que estaba no dejaría de doler si es que de verdad era su primera vez en ello. Hice que se deshiciera de sus bragas y dejé que ella siguiera encima de mí, y mientras lo hacía decidí contemplarla finalmente como quería hacerlo, completamente desnuda y con ese precioso rostro lleno de una ansiedad de la que estaba disfrutando más de lo que había pensado. Dejaría que ella diera el primer paso, que ella se encargara de dar el salto definitivo y que se sintiera libre de hacerlo a su ritmo y en su tiempo correcto.
Me detuve de inmediato al sentir su agarre, y negué con la cabeza mientras sonreía al escuchar las tonterías que estaba diciendo. A medio segundo estuve de responder, pero fue ella quien me cerró los labios besándome de nuevo, atrayéndome a ella y luego facilitándome las cosas cuando torpemente trataba de desvestirla. Ya he comentado yo la fijación que tenía en la puta cabeza por verla completamente sin ropa ni sombras de árbol que bloquearan mi vista, y sí joder… que sentía que el corazón estaba a punto de escavar un agujero por dentro de mi pecho y escaparse el muy hijo de puta cuando me percaté que estaba escasas dos prendas de por fin hacerlo.
-Eres tonta, te lo estoy diciendo porque ya lo sé; no podría desilusionarme con el pedazo de encanto que tengo debajo de mí. Ni ahora ni nunca…-
La besé de nuevo y junté un poco mi cuerpo al suyo, apenas para sentir parte de su torso en contacto directo con la piel desnuda del mío, y poniendo especial atención dentro de mi cabeza en el roce de su sostén con mi pecho. Luego adiviné sus intenciones acerca de mi pantalón y me lo quité en tiempo record como de dos segundos. Para cuando me di cuenta mientras lanzaba mi ropa hacia cualquier parte, Pearlie tomó posesión del control y provocó que mi espalda fuera contra la cama, siendo ella quien se colocaba encima de mí. Y joder joder joder mil veces, eso por ahora estaba más que perfecto.
Dejé que hiciera de mí lo que se le diera la puta gana, cerré los ojos y sentí el contacto con su lengua por encima de mi piel mientras sus caderas se estrechaban aun más contra mi cuerpo. Luego la miré mientras ella misma llevaba mi mano hasta deslizarse por debajo de sus bragas, y por fin sentí la humedad de su coño que a esas alturas, para vanagloria mía, ya era suficiente como para poder deslizarme dentro de ella sin demasiada dificultad. Le sonreí de forma un tanto arrogante al sentirme dueño de ese ligero cosquilleo que seguramente ya podía sentir entre sus piernas, y bastaron solo unos momentos para quitarle el sostén hasta dejar sus tetas libres de todo obstáculo. Eran mías, tan suaves, dulces y firmes como más nos e podía.
-Ya no puedo más, necesito follarte ya…-
Me erguí solamente para comenzar a lamer sus tetas, lamerlas, tocarlas y morder suavemente mientras mis dedos la tocaban por debajo de la ropa interior y luego se introducían muy lentamente por dentro de su coño, apenas un poco como si de alguna forma quisiera prepararla para lo que venía; que con todo y lo mojada que estaba no dejaría de doler si es que de verdad era su primera vez en ello. Hice que se deshiciera de sus bragas y dejé que ella siguiera encima de mí, y mientras lo hacía decidí contemplarla finalmente como quería hacerlo, completamente desnuda y con ese precioso rostro lleno de una ansiedad de la que estaba disfrutando más de lo que había pensado. Dejaría que ella diera el primer paso, que ella se encargara de dar el salto definitivo y que se sintiera libre de hacerlo a su ritmo y en su tiempo correcto.
Joseph Crawford- Mensajes : 248
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: ¿Frío?, yo me encargo...
Lanzó suspiros incontrolables cuando sintió la textura de su lengua contra la piel de sus pechos, acarició su cabello y se movió encima de él sintiendo que ella también necesitaba sentirlo ya, que era menester, que había pasado muchísimo tiempo esperándolo, a la expectativa. Frunció el ceño al sentir sus dedos dentro de ella pero no era una sensación ajena y terminó ahogando un gemido, apretando la piel de su pecho. Se hizo a un lado, acomodándose de nuevo con la espalda contra la cama, para quitarse las bragas, haciéndolo con más vergüenza de lo que había pensado aunque siguiera sintiendo un abrasante calor en toda su piel, luego volvió a su posición original.
De nuevo besó su cuello, lentamente, sintiéndose muy nerviosa. Él podría notarlo. En primer lugar, no estaba segura de poder tomar el control, menos en esa posición y realmente, ni siquiera quería hacerlo, quería que fuera él quien la guiara, quien decidiera qué hacer y cómo, ¿ella cómo iba a saber? Cualquier cosa que pudiera intuir no iba a hacer el trabajo adecuado. Y además, ¿no pensaba cuidarse con nada? Podía ser primeriza pero no tonta y esperaba que al menos él tuviera un método de protección porque ella iba en blanco, aunque igual no le iba a decir nada al respecto. Y estaba tan nerviosa que estaba racionalizando de más, como siempre.
Frunció el ceño como si estuviera molesta y luego ladeó los labios en un mohín. Parecía a punto de mandar todo al diablo en un segundo, decir “olvídalo, ya no quiero nada, esto es demasiado para mi, me muero de miedo. Adiós.” Pero terminó respirando profundo, se hizo a un lado y volvió a apoyar la espalda contra el colchón. Lo jaló por el brazo para que volviera a ponerse encima de ella. Era su responsabilidad, ¿no? Si lo había elegido a él, entonces que hiciera el trabajo, que lo hiciera perfecto, que le enseñara cómo se hacían las cosas.
-Por dioses no esperes que sepa qué hacer. De verdad no sé, no puedo…
Parecía angustiada, su pecho subía y bajaba violentamente. Ahí estaba, el miedo a las expectativas. Ella tenía muchas, pero le aterraba la idea de que él tuviera muchas de vuelta también que ella ni de chiste pudiera cumplir. Precisamente como en ese momento. Podía haber visto/escuchado/imaginado un montón de cosas, pero el instante era una cosa, estar en vivo era una cosa. Y estaba demasiado nerviosa como para dar rienda suelta a sus instintos salvajes o lo que fuera. No era lo mismo guiarse por la calidez y la comodidad de Milena en aquella tarde en su casa, que estar ahí con Joe sabiendo que las cosas podían salir mal, sintiéndose tan distinta, tan ansiosa.
Ni siquiera pudo besarlo, aunque quería hacerlo. Solamente agarraba fuertemente sus brazos y lo miraba, como si le pidiera perdón aunque también exigiéndole que lo arreglara y que lo hiciera rápido.
De nuevo besó su cuello, lentamente, sintiéndose muy nerviosa. Él podría notarlo. En primer lugar, no estaba segura de poder tomar el control, menos en esa posición y realmente, ni siquiera quería hacerlo, quería que fuera él quien la guiara, quien decidiera qué hacer y cómo, ¿ella cómo iba a saber? Cualquier cosa que pudiera intuir no iba a hacer el trabajo adecuado. Y además, ¿no pensaba cuidarse con nada? Podía ser primeriza pero no tonta y esperaba que al menos él tuviera un método de protección porque ella iba en blanco, aunque igual no le iba a decir nada al respecto. Y estaba tan nerviosa que estaba racionalizando de más, como siempre.
Frunció el ceño como si estuviera molesta y luego ladeó los labios en un mohín. Parecía a punto de mandar todo al diablo en un segundo, decir “olvídalo, ya no quiero nada, esto es demasiado para mi, me muero de miedo. Adiós.” Pero terminó respirando profundo, se hizo a un lado y volvió a apoyar la espalda contra el colchón. Lo jaló por el brazo para que volviera a ponerse encima de ella. Era su responsabilidad, ¿no? Si lo había elegido a él, entonces que hiciera el trabajo, que lo hiciera perfecto, que le enseñara cómo se hacían las cosas.
-Por dioses no esperes que sepa qué hacer. De verdad no sé, no puedo…
Parecía angustiada, su pecho subía y bajaba violentamente. Ahí estaba, el miedo a las expectativas. Ella tenía muchas, pero le aterraba la idea de que él tuviera muchas de vuelta también que ella ni de chiste pudiera cumplir. Precisamente como en ese momento. Podía haber visto/escuchado/imaginado un montón de cosas, pero el instante era una cosa, estar en vivo era una cosa. Y estaba demasiado nerviosa como para dar rienda suelta a sus instintos salvajes o lo que fuera. No era lo mismo guiarse por la calidez y la comodidad de Milena en aquella tarde en su casa, que estar ahí con Joe sabiendo que las cosas podían salir mal, sintiéndose tan distinta, tan ansiosa.
Ni siquiera pudo besarlo, aunque quería hacerlo. Solamente agarraba fuertemente sus brazos y lo miraba, como si le pidiera perdón aunque también exigiéndole que lo arreglara y que lo hiciera rápido.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: ¿Frío?, yo me encargo...
Durante aquel proceso previo en el que nos habíamos metido ya varios minuto, había sentido sinceramente que las cosas fluían por su propia cuenta, que tal y como las otras ocasiones en las que habíamos llegado un poco más lejos, solo era cuestión de lograr que Pearlie se entregara al calor de su propio cuerpo y listo, todo lo demás llegaba por puta añadidura. Esa idea tenía en la cabeza y a punto estaba de simplemente estirar mi mano para alcanzar por preservativos y que ella diera el paso final, pero en un instante, después de sentirse con cierta responsabilidad a pesar de que en realidad no le hubiera dicho palabra alguna al respecto, noté en ella un rostro completamente ajeno a lo que, según yo, estaba sucediendo en esa habitación.
Y si joder, por supuesto que me preocupé, sobre todo cuando, después de quitarse de encima y guiarme para que de nuevo estuviera yo arriba, ponía esa maldita cara de angustia al tiempo que me tomaba el brazo como si me pidiera no hacerlo nunca jamás pero sin decir una sola palabra.
-No te he pedido que hagas nada, tómalo con calma... solo piensa que soy yo, y que nunca haría nada que te hiciera sentir incómoda. ¿Está bien?-
Volví a besarla, primero en los labios y luego de nuevo pasando por su cuello y sus hombros, buscando mentalmente la mejor forma de abordar su nerviosismo y lograr que la dejara por fin en puto paz. Tal y como se imaginarán, poco me había importado quitarle la virginidad a una chica en el pasado, y muy poco me había importado el terror que cualquiera de ellas pudiera haber sentido; si querían pues listo y si no a la mierda, ese era el precepto manejado durante muchos años y ahora que por fin me importaba, por instantes me sentía incapaz de tener la paciencia suficiente. Pero joder, claro que la tenía, y a pesar de tener tantas ganas y guardar toda esa ansiedad que ya no podía consigo misma, pensé fuertemente en lo que justo había pensado en un principio… no tenía por qué tener ni un poco de prisa.
-Tienes que confiar en mí Felicia, yo confío en ti-
La miré a los ojos y le volví a sonreír, sintiendo como si aquel gesto fuera jodidamente crucial en todo, luego le besé un párpado, la mejilla, la ceja, la nariz, y en los labios hasta obtener de ella una sonrisa. Besé con más profundidad sus labios y luego volví a bajar hasta su cuello, luego a sus tetas, después a su vientre y seguí con ese lento y tortuoso camino hasta llegar hasta sus muslos, los cuales besé y acaricie, mientras mis ojos se asomaban de vez en vez si reaccionaba de alguna forma contraria a la que estaba en mis planes.
Me hice espacio para tener su coño a mi completa disponibilidad y pasé mi lengua por encima lentamente, luego continué con ello pero concentrando los lentos y suaves movimientos de mi lengua en un solo punto, guiándome únicamente por los sonidos que se escapaban de sus labios y los propios movimientos de su cuerpo. Si eso no me funcionaba, entonces no era yo más que un completo imbécil que no sabía tratar a una chica.
Y si joder, por supuesto que me preocupé, sobre todo cuando, después de quitarse de encima y guiarme para que de nuevo estuviera yo arriba, ponía esa maldita cara de angustia al tiempo que me tomaba el brazo como si me pidiera no hacerlo nunca jamás pero sin decir una sola palabra.
-No te he pedido que hagas nada, tómalo con calma... solo piensa que soy yo, y que nunca haría nada que te hiciera sentir incómoda. ¿Está bien?-
Volví a besarla, primero en los labios y luego de nuevo pasando por su cuello y sus hombros, buscando mentalmente la mejor forma de abordar su nerviosismo y lograr que la dejara por fin en puto paz. Tal y como se imaginarán, poco me había importado quitarle la virginidad a una chica en el pasado, y muy poco me había importado el terror que cualquiera de ellas pudiera haber sentido; si querían pues listo y si no a la mierda, ese era el precepto manejado durante muchos años y ahora que por fin me importaba, por instantes me sentía incapaz de tener la paciencia suficiente. Pero joder, claro que la tenía, y a pesar de tener tantas ganas y guardar toda esa ansiedad que ya no podía consigo misma, pensé fuertemente en lo que justo había pensado en un principio… no tenía por qué tener ni un poco de prisa.
-Tienes que confiar en mí Felicia, yo confío en ti-
La miré a los ojos y le volví a sonreír, sintiendo como si aquel gesto fuera jodidamente crucial en todo, luego le besé un párpado, la mejilla, la ceja, la nariz, y en los labios hasta obtener de ella una sonrisa. Besé con más profundidad sus labios y luego volví a bajar hasta su cuello, luego a sus tetas, después a su vientre y seguí con ese lento y tortuoso camino hasta llegar hasta sus muslos, los cuales besé y acaricie, mientras mis ojos se asomaban de vez en vez si reaccionaba de alguna forma contraria a la que estaba en mis planes.
Me hice espacio para tener su coño a mi completa disponibilidad y pasé mi lengua por encima lentamente, luego continué con ello pero concentrando los lentos y suaves movimientos de mi lengua en un solo punto, guiándome únicamente por los sonidos que se escapaban de sus labios y los propios movimientos de su cuerpo. Si eso no me funcionaba, entonces no era yo más que un completo imbécil que no sabía tratar a una chica.
Joseph Crawford- Mensajes : 248
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: ¿Frío?, yo me encargo...
Asintió sonriendo un poco, agradecía sus palabras de que no iba a hacer nada que la hiciera sentir incómoda y volvió a respirar profundo. Al final ni la experimentación previa ni nada había servido para que no se sintiera nerviosa y primeriza en EL momento, aunque sí le había dado muchísima confianza previa. Cerró los ojos y se dejó besar, volviendo a poner el cuerpo sin tensión.
-Sí confío en ti
Le dijo con sinceridad, aunque también entre leves suspiros al sentir de nuevo sus labios sobre su rostro, la calidez de su piel todavía contra su cuerpo. Le acarició la espalda y claro que le sonrió, por los besos tontos que le repartía para hacerla sentir segura. Y por eso correspondió al beso profundo, poniendo las palmas de sus manos al costado de su cara y luego dejándolas viajar por la espalda de Joe, por su trasero, por su pecho.
Mantuvo los ojos cerrados y también la sonrisa mientras sentía la humedad de sus labios sobre su cuello, después por su pecho, por su vientre, marcando un camino en descenso que parecía imposible de frenar. Seguramente sí reaccionaba como él deseaba, porque de nuevo parecía lánguida, entregada y sin rastro de la tensión que había sentido en sus músculos momentos antes.
Una sensación fuertísima se apoderó de ella apenas sintió la primera caricia de su lengua. Se mordió los labios y cerró los ojos, haciendo el rostro a un lado, pegando la mejilla en la almohada y tensionando los pies, como si quisiera estirarse toda, lo más posible. Le pidió que no se detuviera, dejó que sus gemidos llenaran la habitación sin avergonzarse, porque entre más seguía Joe con lo que hacía, poco le importaba cualquier otra cosa más que sus propias reacciones y el cosquilleo casi desquiciante que provocaba entre sus piernas. No quería que dejara de hacerlo pero a la vez lo que sentía se hacía tan fuerte, tan perfecta, cada vez más, que casi temió que eso no fuera normal.
-Joe, Joe…no puedo…no puedo…
No podía obtener control sobre sí misma, como si se hubiera desaparecido para ser solo esa sensación abrasante, adictiva y potente que nacía entre sus piernas, producida por su lengua. No podía seguir sin temer morirse o algo, no podía aguantar más para tenerlo completamente para ella, para finalmente averiguar qué era lo que pasaba con todo eso. En una última onda explosiva terminó soltando un gemido más agudo. Aferró las colchas bajo ella con las manos, muy fuerte. Abrió los ojos de golpe.
Se incorporó. Casi fue violenta sin querer al momento de tomarlo por la nuca y buscar su boca, probándose a ella misma sin querer –más bien sin pensarlo si quiera- sintiéndose absurdamente húmeda.
-Hazlo ya.
Le pidió, casi como una súplica.
-Sí confío en ti
Le dijo con sinceridad, aunque también entre leves suspiros al sentir de nuevo sus labios sobre su rostro, la calidez de su piel todavía contra su cuerpo. Le acarició la espalda y claro que le sonrió, por los besos tontos que le repartía para hacerla sentir segura. Y por eso correspondió al beso profundo, poniendo las palmas de sus manos al costado de su cara y luego dejándolas viajar por la espalda de Joe, por su trasero, por su pecho.
Mantuvo los ojos cerrados y también la sonrisa mientras sentía la humedad de sus labios sobre su cuello, después por su pecho, por su vientre, marcando un camino en descenso que parecía imposible de frenar. Seguramente sí reaccionaba como él deseaba, porque de nuevo parecía lánguida, entregada y sin rastro de la tensión que había sentido en sus músculos momentos antes.
Una sensación fuertísima se apoderó de ella apenas sintió la primera caricia de su lengua. Se mordió los labios y cerró los ojos, haciendo el rostro a un lado, pegando la mejilla en la almohada y tensionando los pies, como si quisiera estirarse toda, lo más posible. Le pidió que no se detuviera, dejó que sus gemidos llenaran la habitación sin avergonzarse, porque entre más seguía Joe con lo que hacía, poco le importaba cualquier otra cosa más que sus propias reacciones y el cosquilleo casi desquiciante que provocaba entre sus piernas. No quería que dejara de hacerlo pero a la vez lo que sentía se hacía tan fuerte, tan perfecta, cada vez más, que casi temió que eso no fuera normal.
-Joe, Joe…no puedo…no puedo…
No podía obtener control sobre sí misma, como si se hubiera desaparecido para ser solo esa sensación abrasante, adictiva y potente que nacía entre sus piernas, producida por su lengua. No podía seguir sin temer morirse o algo, no podía aguantar más para tenerlo completamente para ella, para finalmente averiguar qué era lo que pasaba con todo eso. En una última onda explosiva terminó soltando un gemido más agudo. Aferró las colchas bajo ella con las manos, muy fuerte. Abrió los ojos de golpe.
Se incorporó. Casi fue violenta sin querer al momento de tomarlo por la nuca y buscar su boca, probándose a ella misma sin querer –más bien sin pensarlo si quiera- sintiéndose absurdamente húmeda.
-Hazlo ya.
Le pidió, casi como una súplica.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: ¿Frío?, yo me encargo...
Y joder pero por supuesto, aquel no podía ser menos que el mejor camino para que Pearlie comenzara a relajarse y a preocuparse únicamente por las sensaciones que le regalaba su propio cuerpo. En cuanto tuve el primer contacto con su coño, noté esa particular tensión en sus piernas que nada tenía que ver con la que había tenido hace tan solo unos momentos, y seguí lamiendo con un ritmo pausado y continuo mientras sus gemidos comenzaban a llenar el espacio de aquella habitación. Esa era, de hecho, la primera vez que la escuchaba gemir con esa fuerza, y por las tetas de Afrodita, que sigo sin creer el tamaño de orgasmo mental que me estaba provocando verla y escucharla en esa condición mientras mi lengua la acariciaba una y otra vez hasta el punto de sentir mis labios completamente mojados.
Hubo un momento en el que, mientras seguía lamiendo, comencé a tocarme nada más por la pura puta perversión de verla casi corriéndose y completamente entregada a esas sensaciones que ya habían tomado posesión de su cuerpo. Escuché palabras que salían de sus labios acerca de que ya no podía más, y no pude hacer otra cosa más que seguir con ello hasta que finalmente Pearlie explotó en un muy audible gemido que no podía haber sido más jodidamente satisfactorio para mí. Joder, sé que piensan tener una puta idea de lo que estoy hablando, pero no estoy de acuerdo… de verdad no saben.
Me vi sorprendido ante su reacción inmediata, y no pude hacer más que responder torpemente a la violenta búsqueda que Pearlie había hecho de mis labios, pidiéndome después, ya sin ningún rastro de duda o temor, que me la follara de una vez por todas. La empujé sobre la cama y estiré la mano para tomar uno de los preservativos que se habían quedado en la chaqueta, besándola con demencia mientras mis dedos se encargaban de hacer el trabajo poco atractivo de colocar el preservativo en su lugar.
Después de unos segundos, la miré a los ojos y en un par de movimientos, entre en ella primero parcialmente, alternando besos más pausados en su boca y sus mejillas, y asegurándome de que todo fluyera sin ningún tipo de problema. No quería descuidar ni un puto detalle, y terminé por penetrarla muy despacio, dejando el tiempo que fuera necesario para que ella se acostumbrara a la sensación.
-¿Todo bien preciosa?, oye… te quiero-
Más que suponer que era una necesidad para ella escucharlo, significaba más bien una necesidad de mi parte decirlo. Pueden pensar lo que sea, me da igual, pero aquello significaba mucho para mí, significaba tanto como nunca lo había hecho en toda mi puta vida; y si aquello salía perfectamente bien entonces no podría estar más agradecido con mi maldita habilidad para todo.
Tenía a Pearlie Felicia Burroughs en la cama… joder, eso ya lo decía todo.
Hubo un momento en el que, mientras seguía lamiendo, comencé a tocarme nada más por la pura puta perversión de verla casi corriéndose y completamente entregada a esas sensaciones que ya habían tomado posesión de su cuerpo. Escuché palabras que salían de sus labios acerca de que ya no podía más, y no pude hacer otra cosa más que seguir con ello hasta que finalmente Pearlie explotó en un muy audible gemido que no podía haber sido más jodidamente satisfactorio para mí. Joder, sé que piensan tener una puta idea de lo que estoy hablando, pero no estoy de acuerdo… de verdad no saben.
Me vi sorprendido ante su reacción inmediata, y no pude hacer más que responder torpemente a la violenta búsqueda que Pearlie había hecho de mis labios, pidiéndome después, ya sin ningún rastro de duda o temor, que me la follara de una vez por todas. La empujé sobre la cama y estiré la mano para tomar uno de los preservativos que se habían quedado en la chaqueta, besándola con demencia mientras mis dedos se encargaban de hacer el trabajo poco atractivo de colocar el preservativo en su lugar.
Después de unos segundos, la miré a los ojos y en un par de movimientos, entre en ella primero parcialmente, alternando besos más pausados en su boca y sus mejillas, y asegurándome de que todo fluyera sin ningún tipo de problema. No quería descuidar ni un puto detalle, y terminé por penetrarla muy despacio, dejando el tiempo que fuera necesario para que ella se acostumbrara a la sensación.
-¿Todo bien preciosa?, oye… te quiero-
Más que suponer que era una necesidad para ella escucharlo, significaba más bien una necesidad de mi parte decirlo. Pueden pensar lo que sea, me da igual, pero aquello significaba mucho para mí, significaba tanto como nunca lo había hecho en toda mi puta vida; y si aquello salía perfectamente bien entonces no podría estar más agradecido con mi maldita habilidad para todo.
Tenía a Pearlie Felicia Burroughs en la cama… joder, eso ya lo decía todo.
Joseph Crawford- Mensajes : 248
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: ¿Frío?, yo me encargo...
Volvió a fruncir los labios al verlo ponerse esa cosa, pero no preguntó nada al respecto y lo dejó hacer lo que tuviera que hacer. Volvió a ponerse nerviosa pero seguía tan agitada que eso no importaba, que se podía ahorrar los nervios a favor de sentirlo de una vez, de tenerlo dentro, de seguir con lo que habían empezado. Cuando lo sintió entrar, el dolor no fue absurdamente terrible ni mucho menos, no era lo mismo que sentir un par de dedos adentro o lo que fuera, pero tampoco era nada desgarrador, solo…como natural.
De todos modos se aferró a sus brazos y cerró los ojos, apretó los labios y por un momento volvió a tensionar las piernas aunque no de la misma manera en que lo había hecho cuando sintió que el cosquilleo por su lengua había sido demasiado intenso. Cuando lo escuchó decirle que la quería, soltó el aire y abrió los ojos para mirarlo. ¿Se lo decía en serio? ¿Y en ese momento?. Casi se rió de nervios. Seguía aferrándose a sus brazos. No sabía si se lo decía para calmarla, para no hacerla sentir insegura o porque de verdad lo sentía. No había necesitado escucharlo, pero en caso de que fuera cierto, lo que menos le correspondía era sentirse insegura por eso.
-Yo también.
Dijo como pudo, soltando el aire con dificultad. Cerró fuerte los ojos, acostumbrándose a la sensación. Soltó sus brazos porque sentía que mantener ese agarre tan fuerte le provocaba estar mucho más tensa, y en cuanto lo soltó sintió su cuerpo relajado. Era un dolor raro, como si ardiera. También dejó de apretar los dientes- aunque se dio cuenta de que tenía la mandíbula apretada cuando dejó de apretar sus brazos- y lo que hizo fue dejar momentáneamente las manos a un lado, buscándole la mirada.
De pronto todo la estaba abrumando: el peso de su cuerpo, la oscuridad provocada por la misma posición, como si no pudiera ver nada más que el cuerpo de Joe y eso no fuera precisamente positivo. Comenzó a respirar agitadamente, quiso empujarlo y pedirle que se quitara, pero sabía que no estaba siendo nada racional, que estaba solamente manejando pésimo lo que sentía. Volvió a respirar, su cuerpo tembló un poco.
Se estiró para poder besarlo, lo hizo suavemente. No estaba llorando, ni sangrando, ni desgarrándosele nada por dentro, pero de todos modos era muy extraño. Lo besó un poco más. Luego movió la cadera, como para acomodarse, acostumbrarse, encontrar en donde se suponía que debía sentirse bien. Lo besó un poco más profundo, movió por fin los brazos para rodearle el cuello y también movió las caderas hacia él. Volvió a suspirar.
-Dime qué hacer, ¿sí? Ayúdame, anda.
Le susurró al oído como si alguien pudiera escucharlos, sin sentirse insegura por pedirle eso tan directamente. No iba a fingirse experta. Podía ser tonto o no, pero de todos modos quería complacerlo, así eran las cosas. Lo volvió a besar, lo buscó con todo el cuerpo. No tenía dudas de lo que estaba haciendo.
De todos modos se aferró a sus brazos y cerró los ojos, apretó los labios y por un momento volvió a tensionar las piernas aunque no de la misma manera en que lo había hecho cuando sintió que el cosquilleo por su lengua había sido demasiado intenso. Cuando lo escuchó decirle que la quería, soltó el aire y abrió los ojos para mirarlo. ¿Se lo decía en serio? ¿Y en ese momento?. Casi se rió de nervios. Seguía aferrándose a sus brazos. No sabía si se lo decía para calmarla, para no hacerla sentir insegura o porque de verdad lo sentía. No había necesitado escucharlo, pero en caso de que fuera cierto, lo que menos le correspondía era sentirse insegura por eso.
-Yo también.
Dijo como pudo, soltando el aire con dificultad. Cerró fuerte los ojos, acostumbrándose a la sensación. Soltó sus brazos porque sentía que mantener ese agarre tan fuerte le provocaba estar mucho más tensa, y en cuanto lo soltó sintió su cuerpo relajado. Era un dolor raro, como si ardiera. También dejó de apretar los dientes- aunque se dio cuenta de que tenía la mandíbula apretada cuando dejó de apretar sus brazos- y lo que hizo fue dejar momentáneamente las manos a un lado, buscándole la mirada.
De pronto todo la estaba abrumando: el peso de su cuerpo, la oscuridad provocada por la misma posición, como si no pudiera ver nada más que el cuerpo de Joe y eso no fuera precisamente positivo. Comenzó a respirar agitadamente, quiso empujarlo y pedirle que se quitara, pero sabía que no estaba siendo nada racional, que estaba solamente manejando pésimo lo que sentía. Volvió a respirar, su cuerpo tembló un poco.
Se estiró para poder besarlo, lo hizo suavemente. No estaba llorando, ni sangrando, ni desgarrándosele nada por dentro, pero de todos modos era muy extraño. Lo besó un poco más. Luego movió la cadera, como para acomodarse, acostumbrarse, encontrar en donde se suponía que debía sentirse bien. Lo besó un poco más profundo, movió por fin los brazos para rodearle el cuello y también movió las caderas hacia él. Volvió a suspirar.
-Dime qué hacer, ¿sí? Ayúdame, anda.
Le susurró al oído como si alguien pudiera escucharlos, sin sentirse insegura por pedirle eso tan directamente. No iba a fingirse experta. Podía ser tonto o no, pero de todos modos quería complacerlo, así eran las cosas. Lo volvió a besar, lo buscó con todo el cuerpo. No tenía dudas de lo que estaba haciendo.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: ¿Frío?, yo me encargo...
El principio estuvo cargado de una incomodidad que prácticamente era imposible de evitar, ni siquiera con cualquier cosa que pudiera salir de mis labios. Sentí la resistencia de su cuerpo e incluso el fuerte agarre de sus manos sobre mis brazos mientras mis caderas permanecían completamente quietas aunque desearan estar haciendo justamente lo contrario. Lo que si me quedaba muy claro era que, en efecto, esa era la primera vez que follaba (con un hombre), y traté de buscar su rostro con mis labios mientras pasábamos por esa etapa de adaptación que quien sabe cuánto podía durar.
El plástico de mierda tenía que tomar la temperatura adecuada, y Pearlie tenía que dejar de sentirse abrumada en cualquier momento. No dije absolutamente nada más porque sentía que cualquier cosa salía sobrando, y solo sonreí ante la respuesta a lo que le había dicho. No podía saber si era una respuesta sincera o si solo me estaba dando por mi puto lado mientras lidiaba con el dolor, cualquier cosa era posible… pero vamos, que preferí pensar que lo decía tan de verdad como yo lo había dicho.
A pesar de que su cuerpo dejó de tener esa tensión, aun sentía cierta resistencia e incluso llegue a pensar que la chica estaba a medio segundo de quitarme de encima. Y si en el peor de los panoramas lo pedía de repente, no podría hacer nada más que hacerle caso, tragarme el puto coraje, no pensar en la pasta gastada y ponerle buena cara… porque bueno, era obvio que si te sentiste incómoda de mierda y preferiste abortar misión, lo menos que necesitas del hijo de puta en turno es que te haga algún tipo de berrinche; eso era en lo que estaba pensando instantes antes de que sus caderas decidieran moverse buscando el espacio adecuado para sentirse más cómoda.
Respondí al beso con la misma pasividad, y yo también me moví apenas un poco para que ahora se acostumbrara al roce dentro de su coño, que al final de cuentas era eso lo puto importante. Sentí que poco a poco Pearlie dejaba a un lado la incomodidad y que su cuerpo ya estaba dispuesto a aceptar lo que viniera. Me seguí moviendo mientras ella hacía lo mismo y busqué besar su cuello hasta que me pidió entre susurros que le dijera qué hacer. Le dí un beso rápido en los labios y luego busqué otro más profundo antes de decir cualquier puta cosa.
-Apoya bien las piernas… justo así, separa un poco tus caderas de la cama, solo un… sí. Te estabas moviendo muy bien, sigue…-
Yo mismo me apoyé sobre la cama para separar un poco mi torso hasta lograr que la penetración no fuera demasiado profunda, que más bien fuera solo una porción de mi sexo mientras provocaba también que el movimiento natural de sus caderas fuera contrario al mío. Sentía que de esa forma podía estimular más sus sensaciones en lugar de… bueno, solo moverme encima como idiota y hacer que aquello no fuera más que una puta invasión abrumadora y tal.
El plástico de mierda tenía que tomar la temperatura adecuada, y Pearlie tenía que dejar de sentirse abrumada en cualquier momento. No dije absolutamente nada más porque sentía que cualquier cosa salía sobrando, y solo sonreí ante la respuesta a lo que le había dicho. No podía saber si era una respuesta sincera o si solo me estaba dando por mi puto lado mientras lidiaba con el dolor, cualquier cosa era posible… pero vamos, que preferí pensar que lo decía tan de verdad como yo lo había dicho.
A pesar de que su cuerpo dejó de tener esa tensión, aun sentía cierta resistencia e incluso llegue a pensar que la chica estaba a medio segundo de quitarme de encima. Y si en el peor de los panoramas lo pedía de repente, no podría hacer nada más que hacerle caso, tragarme el puto coraje, no pensar en la pasta gastada y ponerle buena cara… porque bueno, era obvio que si te sentiste incómoda de mierda y preferiste abortar misión, lo menos que necesitas del hijo de puta en turno es que te haga algún tipo de berrinche; eso era en lo que estaba pensando instantes antes de que sus caderas decidieran moverse buscando el espacio adecuado para sentirse más cómoda.
Respondí al beso con la misma pasividad, y yo también me moví apenas un poco para que ahora se acostumbrara al roce dentro de su coño, que al final de cuentas era eso lo puto importante. Sentí que poco a poco Pearlie dejaba a un lado la incomodidad y que su cuerpo ya estaba dispuesto a aceptar lo que viniera. Me seguí moviendo mientras ella hacía lo mismo y busqué besar su cuello hasta que me pidió entre susurros que le dijera qué hacer. Le dí un beso rápido en los labios y luego busqué otro más profundo antes de decir cualquier puta cosa.
-Apoya bien las piernas… justo así, separa un poco tus caderas de la cama, solo un… sí. Te estabas moviendo muy bien, sigue…-
Yo mismo me apoyé sobre la cama para separar un poco mi torso hasta lograr que la penetración no fuera demasiado profunda, que más bien fuera solo una porción de mi sexo mientras provocaba también que el movimiento natural de sus caderas fuera contrario al mío. Sentía que de esa forma podía estimular más sus sensaciones en lugar de… bueno, solo moverme encima como idiota y hacer que aquello no fuera más que una puta invasión abrumadora y tal.
Joseph Crawford- Mensajes : 248
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: ¿Frío?, yo me encargo...
Que estuviera siendo tan paciente con todo eso le sacó una sonrisa al momento en que la sensación de incomodidad se aplazó un poco para dejarla estar un poco más consciente de otras cosas. Siguió sus instrucciones mirándolo fijo, asintiendo y haciendo lo que le pedía. Afianzó las piernas, se apoyó de las plantas de sus pies contra el colchón de la cama, echó un vistazo a su propio vientre y se guió visualmente para mover la cadera hacia él.
Notó que con cierto movimiento hacia delante le gustaba como se veía su propio vientre, como se podía convertir en una serpentina sinuosa si lo deseaba, aunque fuera solo puro engaño visual. Lo miró y en esa ocasión no fue aterrador o abrumador, sino estimulante. Y volvió a tocarle los brazos aunque era con una intención totalmente distinta, ya no como si quisiera afianzarse a ellos solo para recordarse que no tenía que pedirle que se largara y se le quitara de encima.
Se rió, como si esos pensamientos de loca hubieran pasado hacía ya muchísimo tiempo. Le buscó la boca y lo besó antes de volver a fruncir un poco el ceño mientras volvía a echar las caderas hacia enfrente. Luego de otro profundo suspiro, volvió a afianzarlo con ambas manos por la espalda baja y al mismo tiempo que ella hacía parte de su cuerpo hacia adelante, provocó presionándolo que terminara por entrar en ella completamente, lo más profundo que pudiera. Su mirada no lo exigía pero sí la manera en que lo estrechaba contra ella haciendo uso de sus manos y sus brazos.
De pronto se sentía apresurada no en saber más, sino en sentir más, probar más cosas, pero sabía que eso era solo consecuencia de que así era su naturaleza curiosa y que lo mejor era ir poco a poco, probándolo todo, apreciándolo todo. Le comenzaba a agarrar sentido a eso de sentirlo en su interior.
Cerró los ojos un momento mientras mantenía no solo la posición firme de sus piernas, sino el movimiento que le había dicho Joe que estaba bien, se dejó ir un momento, pero luego volvió a abrir los ojos buscando cualquier indicio de que estaba bien lo que hacía, porque necesitaba confirmarlo aunque fuera en sus expresiones. Se acercó a besar los hombros de Joe, a alcanzar a lamer un poco su cuello. No lo había notado pero mantenía un inevitable ritmo lento, no por miedo sino por elección inconsciente, aunque suponía que eso podía cambiar en cualquier momento.
Notó que con cierto movimiento hacia delante le gustaba como se veía su propio vientre, como se podía convertir en una serpentina sinuosa si lo deseaba, aunque fuera solo puro engaño visual. Lo miró y en esa ocasión no fue aterrador o abrumador, sino estimulante. Y volvió a tocarle los brazos aunque era con una intención totalmente distinta, ya no como si quisiera afianzarse a ellos solo para recordarse que no tenía que pedirle que se largara y se le quitara de encima.
Se rió, como si esos pensamientos de loca hubieran pasado hacía ya muchísimo tiempo. Le buscó la boca y lo besó antes de volver a fruncir un poco el ceño mientras volvía a echar las caderas hacia enfrente. Luego de otro profundo suspiro, volvió a afianzarlo con ambas manos por la espalda baja y al mismo tiempo que ella hacía parte de su cuerpo hacia adelante, provocó presionándolo que terminara por entrar en ella completamente, lo más profundo que pudiera. Su mirada no lo exigía pero sí la manera en que lo estrechaba contra ella haciendo uso de sus manos y sus brazos.
De pronto se sentía apresurada no en saber más, sino en sentir más, probar más cosas, pero sabía que eso era solo consecuencia de que así era su naturaleza curiosa y que lo mejor era ir poco a poco, probándolo todo, apreciándolo todo. Le comenzaba a agarrar sentido a eso de sentirlo en su interior.
Cerró los ojos un momento mientras mantenía no solo la posición firme de sus piernas, sino el movimiento que le había dicho Joe que estaba bien, se dejó ir un momento, pero luego volvió a abrir los ojos buscando cualquier indicio de que estaba bien lo que hacía, porque necesitaba confirmarlo aunque fuera en sus expresiones. Se acercó a besar los hombros de Joe, a alcanzar a lamer un poco su cuello. No lo había notado pero mantenía un inevitable ritmo lento, no por miedo sino por elección inconsciente, aunque suponía que eso podía cambiar en cualquier momento.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: ¿Frío?, yo me encargo...
La verdad es que me había sentido un poco raro al dar instrucciones mientras follaba (no como dar ordenes por pura guarrada, que es algo completamente distinto), pero me quedaba bastante claro que mis indicaciones bien podrían no haber salido nunca de mi puta boca, ya que ciertamente Pearlie estaba encontrando a la perfección su propio ritmo y era capaz de seguir así el tiempo que se le diera la gana mantener esa deliciosa tortura (lo que me decía que aquello de las instrucciones pasaba más bien por algo acerca de la confianza o… no sé, la mierda que fuera). El punto es que esos movimientos sinuosos que generaban sus caderas y que me obligaban a mirar hacia abajo para observarlo ya eran, en definitiva, lo que uno se podía imaginar al pensar en follarse a Pearlie Burroughs… si no es que mucho más.
Me sentía jodidamente bien, por estarle quitando la virginidad a Pearlie y por… venga, me sentía bien por todo lo que estaba sucediendo con ella durante estas últimas semanas, pero follármela ya era como otro puto nivel. No paraba de asomarme a su rostro y deleitarme con sus expresiones, con la forma en la que se mordía los labios, cerraba los ojos, echaba una mirada hacia abajo o soltaba esos gemidos que sabía completamente míos. Ahí radicaba el absolutismo de mi placer, en saber que ella, que su cuerpo, su mente y todas sus sensaciones ya eran de mi puta propiedad; y ya saben que me importa un carajo parecer lo que se les de la gana… es decir da igual, lo mismo me da pensarlo que decirlo en voz alta y no tendría reparos en confesarlo a quien se le ocurriera preguntarlo. Yo daba por hecho que Pearlie Felicia Burrughs era mía, así como suena.
-Eres mía…-
Sonreí al verle soltar una pequeña risa, pero sin preguntar la causa, solo dejé que besara mis labios y luego yo busqué lamer de su cuello y sus hombros, entonces ella fue quien dio el siguiente paso y rodeo mi cuerpo con ambos brazos mientras adelantaba sus caderas en un perfecto indicio de que deseaba sentirme con más profundidad. Mi tarea esa noche era el de complacerla, así que solo dejé que mis caderas, casi por sí solas, empujaran suavemente hasta que mi sexo se deslizó a lo más profundo del suyo. Dejé de moverme solo un par de segundos y luego pequé mi cuerpo al de ella, no como para molestar con mi peso pero si lo suficiente para que mi olfato pudiera apoderarse de aroma de su cabello y su cuello mientras continuaba moviéndome entre sus piernas.
-¿Quieres que siga así?, ¿te gusta?-
Busqué su mirada para encontrar cualquier indicio, y aceleré el ritmo solo un poco más, mientras mis caderas buscaban lograr que mi sexo tocara cara rincón posible de su interior. En un momento sentí que la ansiedad se apoderaba del control que había estado sobrellevando, y mi mano aferró con firmeza una porción de su cabello para lamer su clavícula al tiempo que mi mano libre buscaba sentir en toda su superficie la firmeza de sus tetas. Aquel control pasivo que había logrado mantener de pronto se comenzaba a desvanecer, y esa delgada línea entre buscar su placer u obedecer al mío se volvía poco a poco irreconocible.
Me sentía jodidamente bien, por estarle quitando la virginidad a Pearlie y por… venga, me sentía bien por todo lo que estaba sucediendo con ella durante estas últimas semanas, pero follármela ya era como otro puto nivel. No paraba de asomarme a su rostro y deleitarme con sus expresiones, con la forma en la que se mordía los labios, cerraba los ojos, echaba una mirada hacia abajo o soltaba esos gemidos que sabía completamente míos. Ahí radicaba el absolutismo de mi placer, en saber que ella, que su cuerpo, su mente y todas sus sensaciones ya eran de mi puta propiedad; y ya saben que me importa un carajo parecer lo que se les de la gana… es decir da igual, lo mismo me da pensarlo que decirlo en voz alta y no tendría reparos en confesarlo a quien se le ocurriera preguntarlo. Yo daba por hecho que Pearlie Felicia Burrughs era mía, así como suena.
-Eres mía…-
Sonreí al verle soltar una pequeña risa, pero sin preguntar la causa, solo dejé que besara mis labios y luego yo busqué lamer de su cuello y sus hombros, entonces ella fue quien dio el siguiente paso y rodeo mi cuerpo con ambos brazos mientras adelantaba sus caderas en un perfecto indicio de que deseaba sentirme con más profundidad. Mi tarea esa noche era el de complacerla, así que solo dejé que mis caderas, casi por sí solas, empujaran suavemente hasta que mi sexo se deslizó a lo más profundo del suyo. Dejé de moverme solo un par de segundos y luego pequé mi cuerpo al de ella, no como para molestar con mi peso pero si lo suficiente para que mi olfato pudiera apoderarse de aroma de su cabello y su cuello mientras continuaba moviéndome entre sus piernas.
-¿Quieres que siga así?, ¿te gusta?-
Busqué su mirada para encontrar cualquier indicio, y aceleré el ritmo solo un poco más, mientras mis caderas buscaban lograr que mi sexo tocara cara rincón posible de su interior. En un momento sentí que la ansiedad se apoderaba del control que había estado sobrellevando, y mi mano aferró con firmeza una porción de su cabello para lamer su clavícula al tiempo que mi mano libre buscaba sentir en toda su superficie la firmeza de sus tetas. Aquel control pasivo que había logrado mantener de pronto se comenzaba a desvanecer, y esa delgada línea entre buscar su placer u obedecer al mío se volvía poco a poco irreconocible.
Joseph Crawford- Mensajes : 248
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: ¿Frío?, yo me encargo...
Contuvo la respiración al sentir a Joe entrando más profundo. De nuevo todo cambió en su interior. Seguía doliendo pero no demasiado y pronto comenzó a acostumbrarse a eso sin sentir más nada terrible, que solo era generado por la incomodidad y la poca costumbre más que por otra cosa. En ese momento le gustó escuchar esa afirmación de propiedad que en otro momento le hubiera causado miedo, sobretodo considerando los antecedentes. Quiso repetirle que sí, que era suya, pero lo sentía tan profundo y tan extraño que le costó trabajo hablar y solamente asintió a sus palabras, dándole la razón.
Lo abrazó más cuando sintió que su cuerpo se pegaba más al de ella. No era la sensación desagradable que había tenido en un principio, ahora estaba segura de querer tenerlo así de cerca, así de invasivo; estaba segura de poder saborear su piel a esa distancia, de poder reconocer el peso de su cuerpo, adivinar las formas de sus músculos sin necesidad de ver, irlo conociendo solo por el tacto. Ahora sí, en la segunda ronda- porque claro que la habría- se pondría el anillo que le había regalado Gianna. Su piel ardía y quería sentir eso maximizado.
Le gustaba demasiado, tanto que sentía cada vez más que no iba a poder llenarse de él nunca, que iba a desear estar con él de ese modo todo el tiempo a partir de ese momento, que no iba a dejar de fantasear con tenerlo justo así, entre sus piernas, que no iba a poder volver a dormir sin recordar la sensación de su lengua entre sus piernas, que iba a necesitar sentir piel contra piel día y noche. Y pensar que al principio casi le exigía que se hiciera a un lado.
-Sí…me gusta….
Pudo soltar entre susurros y gemidos ahogados, con la voz temblorosa, el tono extraño. En algún momento, inconscientemente, lo apretó en sus interiores doblando las piernas un poco, pero el movimiento duró muy poco. En lugar de eso terminó abrazándolo con las piernas- sabía que eso se hacía a veces- y encontró, convenientemente, que así era más fácil impulsar la cadera hacia él.
De nuevo sintió ese cosquilleo infame por la zona de las costillas cuando Joe la besaba en el cuello, tomaba con fuerza su cabello y comenzaba a tocarla con un tono ligeramente más agresivo. No le molestó, ni se sintió invadida porque ella misma estaba un poco embriagada de lo que estaba sucediendo.
-Y sí….quiero que sigas…
Se refería al conjunto: a sus besos, a los movimientos de su cuerpo y la búsqueda de sus manos. Estaba completamente entregada al momento, dejando las sensaciones más físicas de todas en total libertad.
Lo abrazó más cuando sintió que su cuerpo se pegaba más al de ella. No era la sensación desagradable que había tenido en un principio, ahora estaba segura de querer tenerlo así de cerca, así de invasivo; estaba segura de poder saborear su piel a esa distancia, de poder reconocer el peso de su cuerpo, adivinar las formas de sus músculos sin necesidad de ver, irlo conociendo solo por el tacto. Ahora sí, en la segunda ronda- porque claro que la habría- se pondría el anillo que le había regalado Gianna. Su piel ardía y quería sentir eso maximizado.
Le gustaba demasiado, tanto que sentía cada vez más que no iba a poder llenarse de él nunca, que iba a desear estar con él de ese modo todo el tiempo a partir de ese momento, que no iba a dejar de fantasear con tenerlo justo así, entre sus piernas, que no iba a poder volver a dormir sin recordar la sensación de su lengua entre sus piernas, que iba a necesitar sentir piel contra piel día y noche. Y pensar que al principio casi le exigía que se hiciera a un lado.
-Sí…me gusta….
Pudo soltar entre susurros y gemidos ahogados, con la voz temblorosa, el tono extraño. En algún momento, inconscientemente, lo apretó en sus interiores doblando las piernas un poco, pero el movimiento duró muy poco. En lugar de eso terminó abrazándolo con las piernas- sabía que eso se hacía a veces- y encontró, convenientemente, que así era más fácil impulsar la cadera hacia él.
De nuevo sintió ese cosquilleo infame por la zona de las costillas cuando Joe la besaba en el cuello, tomaba con fuerza su cabello y comenzaba a tocarla con un tono ligeramente más agresivo. No le molestó, ni se sintió invadida porque ella misma estaba un poco embriagada de lo que estaba sucediendo.
-Y sí….quiero que sigas…
Se refería al conjunto: a sus besos, a los movimientos de su cuerpo y la búsqueda de sus manos. Estaba completamente entregada al momento, dejando las sensaciones más físicas de todas en total libertad.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: ¿Frío?, yo me encargo...
Me conocía muy bien, lo suficiente como para dar por hecho que después de esa noche, iba a querer andar tras ella para buscar y encontrar la manera de follármela prácticamente todos los días y en quien sabe cuántas ocasiones durante cada uno de ellos, sin importar que estuviéramos dentro de Brigantia o en donde putas fuera. Seguramente, en algún momento, tendríamos problemas de pareja debido a esa obsesión con su coño; y como la mujer que era, en algún momento dudaría de mis prioridades de relación al encontrarme tan insistente de tenerla de ese modo el mayor tiempo posible. ¿Y saben qué?, estaba bien, es decir estaba dispuesto a pasar por ello y a pedirle perdón cien mil veces en caso de que fuera necesario, y a reventarme la cabeza con tal de convencerla de que lo nuestro estaba perfectamente bien, todo con tal de ponerle las manos encima.
Estaba jodidamente buena… ¿qué quieren que yo haga?, no es mi culpa.
Ya no podía sonreír, ni siquiera al escuchar que le gustaba lo que sucedía, y esa incapacidad no era precisamente un reflejo de malestar ni mucho menos, todo lo contrario. No podía sonreír ni nada del tipo porque mi mente ya se encontraba abstraída de lleno en todas esas sensaciones que viajaban a tope por todo mi cuerpo, demasiado concentrado en ver sus reacciones y en escuchar sus gemidos mientras mis manos hacían todo lo posible por tocarla toda, acariciando cada centímetro probable y tratando de abarcar más allá de lo que mis capacidades me lo permitían; todo eso mientras mi mente repetía una y otra y otra vez “eres mía”.
Solté un gemido imposible de evitar al sentir la forma en la que su coño, consciente o inconscientemente, estrechaba mi sexo en un movimiento que elevo la intensidad de mis sensaciones. Había muchas chicas que lo intentaban, pero uno no hacía más que notar un pequeño movimiento en el interior que no provocaba nada, y había otras tantas que ni siquiera sabían como mierda hacerlo o simplemente no lo hacían porque… no sé, no querían y ya; pero el punto es que aquello no se conseguía a la vuelta de la esquina. No podía saber si Pearlie había practicado antes ese movimiento, o si alguien le había dicho que lo hiciera o si simplemente había salido de forma natural, pero fuera lo que fuera, solo significaba que debajo de mi había una diosa con la capacidad de desquiciar mis sentidos en un segundo.
Elevé el ritmo casi por pura inercia, olvidando la importancia que había tenido para mí tomármelo con calma e ir puto despacio; todo para volver a ese egoísmo que de pronto me cegaba y me pedía a gritos que la follara más fuerte, que la hiciera mía como a mis instintos se les diera la puta gana sin importar una mierda. Me comencé a mover con más fuerza, mordí sus labios, tomé sus tetas, lamí su oído y seguí con ello hasta que por fin, todos esos espasmos terminaron por deshacerme entre sus piernas en esos segundos que me supieron a gloria infinita. Ya lo dije y lo vuelvo a repetir: No me culpen, estaba buenísima la perfecta hija de puta.
Estaba jodidamente buena… ¿qué quieren que yo haga?, no es mi culpa.
Ya no podía sonreír, ni siquiera al escuchar que le gustaba lo que sucedía, y esa incapacidad no era precisamente un reflejo de malestar ni mucho menos, todo lo contrario. No podía sonreír ni nada del tipo porque mi mente ya se encontraba abstraída de lleno en todas esas sensaciones que viajaban a tope por todo mi cuerpo, demasiado concentrado en ver sus reacciones y en escuchar sus gemidos mientras mis manos hacían todo lo posible por tocarla toda, acariciando cada centímetro probable y tratando de abarcar más allá de lo que mis capacidades me lo permitían; todo eso mientras mi mente repetía una y otra y otra vez “eres mía”.
Solté un gemido imposible de evitar al sentir la forma en la que su coño, consciente o inconscientemente, estrechaba mi sexo en un movimiento que elevo la intensidad de mis sensaciones. Había muchas chicas que lo intentaban, pero uno no hacía más que notar un pequeño movimiento en el interior que no provocaba nada, y había otras tantas que ni siquiera sabían como mierda hacerlo o simplemente no lo hacían porque… no sé, no querían y ya; pero el punto es que aquello no se conseguía a la vuelta de la esquina. No podía saber si Pearlie había practicado antes ese movimiento, o si alguien le había dicho que lo hiciera o si simplemente había salido de forma natural, pero fuera lo que fuera, solo significaba que debajo de mi había una diosa con la capacidad de desquiciar mis sentidos en un segundo.
Elevé el ritmo casi por pura inercia, olvidando la importancia que había tenido para mí tomármelo con calma e ir puto despacio; todo para volver a ese egoísmo que de pronto me cegaba y me pedía a gritos que la follara más fuerte, que la hiciera mía como a mis instintos se les diera la puta gana sin importar una mierda. Me comencé a mover con más fuerza, mordí sus labios, tomé sus tetas, lamí su oído y seguí con ello hasta que por fin, todos esos espasmos terminaron por deshacerme entre sus piernas en esos segundos que me supieron a gloria infinita. Ya lo dije y lo vuelvo a repetir: No me culpen, estaba buenísima la perfecta hija de puta.
Joseph Crawford- Mensajes : 248
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: ¿Frío?, yo me encargo...
De haber sabido lo que le pasaba a Joe por la cabeza, ese mantra misterioso y terrible de que ella le pertenecía, seguramente habría sentido otro tipo de escalofríos, que de todos modos se hubieran compaginado perfecto con los encendidos de forma completamente sensorial. Sintió un poco de dolor con la mordida sobre sus labios, pero no tuvo tiempo de quejarse, el roce entre sus sexos era ya desquiciante, en el buen sentido. Apretó más el agarre de sus piernas, buscó con ansias sus labios y cuando lo sintió temblar de manera muy distinta y notable, dibujó una ligera sonrisa en el rostro, sin detener el movimiento de su cuerpo hasta que él, poco a poco, fue aminorando el ritmo, vencido.
Respiró profundo y dejó salir el aire. ¿Así que eso era?...Acarició su espalda mientras lo tenía encima todavía, aunque poco a poco fue haciéndole gestos para empujarlo y hacer que se le quitara de encima, sonriéndole, no como una loca a punto de gritarle como cuando lo había sentido dentro por primera vez. No le costó ni medio minuto decidir que le había gustado completamente, no él, sino la sensación en conjunto. Sus cuerpos sin una sola prenda de ropa, el sudor ligero que brillaba en su pecho, el cansancio, sus manos tocándola de forma distinta, su hambre reflejada en sus movimientos y en su ritmo. Y ese cosquilleo que se generaba entre sus piernas con el roce, con tenerlo dentro.
Cuando se lo pudo quitar de encima, se estiró sobre la cama, primero los brazos, luego las piernas, luego arqueó la espalda. Tenía ganas de echarse a dormir ya mismo. No había notado que su desnudez estaba ahora demasiado a la vista, o más bien no pensaba en ello, porque de haberlo hecho se habría metido rápidamente bajo las cobijas. Cerró un momento los ojos, se pasó una mano por el cuello, por las clavículas, por el pecho y terminó en su vientre. Volvió a estirarse y a soltar un suspiro de satisfacción. Le buscó la mirada a Joe y le volvió a sonreír.
-Creo que podría acostumbrarme a esto, te lo digo.
Le sacó la lengua y volvió a cerrar los ojos. No le iba a preguntar si ella lo había hecho bien o esas cosas, ni quería saber, ni estaba esperando ser una experta a la primera de cambio. Las cosas con calma, ya iría aprendiendo. Por ahora, lo único que sentía era la apremiante necesidad de que la abrazara, que la besara un poco, que se quedara con ella y le dijera cualquier cosa. Ridiculeces, unas muy necesarias, al menos en lo que a ella respectaba, pero no sabía como pedirle el “ven, abrázame” sin sonar ridícula, así que al menos por ese momento, un poco de legeremancia no le caería mal a Joe.
Respiró profundo y dejó salir el aire. ¿Así que eso era?...Acarició su espalda mientras lo tenía encima todavía, aunque poco a poco fue haciéndole gestos para empujarlo y hacer que se le quitara de encima, sonriéndole, no como una loca a punto de gritarle como cuando lo había sentido dentro por primera vez. No le costó ni medio minuto decidir que le había gustado completamente, no él, sino la sensación en conjunto. Sus cuerpos sin una sola prenda de ropa, el sudor ligero que brillaba en su pecho, el cansancio, sus manos tocándola de forma distinta, su hambre reflejada en sus movimientos y en su ritmo. Y ese cosquilleo que se generaba entre sus piernas con el roce, con tenerlo dentro.
Cuando se lo pudo quitar de encima, se estiró sobre la cama, primero los brazos, luego las piernas, luego arqueó la espalda. Tenía ganas de echarse a dormir ya mismo. No había notado que su desnudez estaba ahora demasiado a la vista, o más bien no pensaba en ello, porque de haberlo hecho se habría metido rápidamente bajo las cobijas. Cerró un momento los ojos, se pasó una mano por el cuello, por las clavículas, por el pecho y terminó en su vientre. Volvió a estirarse y a soltar un suspiro de satisfacción. Le buscó la mirada a Joe y le volvió a sonreír.
-Creo que podría acostumbrarme a esto, te lo digo.
Le sacó la lengua y volvió a cerrar los ojos. No le iba a preguntar si ella lo había hecho bien o esas cosas, ni quería saber, ni estaba esperando ser una experta a la primera de cambio. Las cosas con calma, ya iría aprendiendo. Por ahora, lo único que sentía era la apremiante necesidad de que la abrazara, que la besara un poco, que se quedara con ella y le dijera cualquier cosa. Ridiculeces, unas muy necesarias, al menos en lo que a ella respectaba, pero no sabía como pedirle el “ven, abrázame” sin sonar ridícula, así que al menos por ese momento, un poco de legeremancia no le caería mal a Joe.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: ¿Frío?, yo me encargo...
Me quedé rendido, dentro de ella y encima de ella por algunos segundos, lo suficiente como para dejar que mis caderas siguieran moviéndose lentamente hasta que aquel cosquilleo me abandonara por completo. En mis condiciones, bien podría seguir moviéndome hasta que aquellas sensaciones previas de pronto volvieran hasta tener la capacidad de poder follármela de nuevo, pero el asunto ahí es que había un puto plástico de por medio que me impedía siquiera pensar en tal cosa, así que nada… en cuanto sentí sus manos sobre mi pecho, me quité de inmediato y me acosté a un lado para de inmediato deshacerme del preservativo y depositarlo en un bote de basura que de casualidad estaba cerca de la cama. Ya saben, esas acciones que son capaces de quitarle el encanto a todo si no lo haces con discreción.
Luego mi atención regreso a ella, y me encontré de nuevo con esos putos ojos enormes y esa sonrisa que me seguía pareciendo un abismo en el que cualquiera se podía perder muy fácil si se descuidaba un poco. De pronto me comencé a imaginar un centenar de posiciones y formas en las cuales me la podía follar, y que eso sucediera no significa que lo demás no me importara… es decir, no significaba nada negativo, en realidad solo era el pensamiento inmediato de lo guapa que era y lo que acababa de pasar hace tan solo un minuto.
-Más te vale, porque me vas a tener queriendo follar todos los días, así que velo asimilando-
Me reí y luego me acerqué para besarla y estrechar mi cuerpo con el de ella, un movimiento que me parecía muy necesario, si me lo preguntan. Lo siguiente era disfrutar de ella en una forma más contemplativo; mirar sus ojos y sus labios con mucha más atención, su cuello, sus tetas, sus caderas desde esa posición, sus piernas; tenerlo todo muy presente en la puta cabeza y hacerme a la idea que joder… en realidad no era cualquier cosa lo que había sucedido, de ninguna forma era cualquier cosa.
-¿Y bueno?, ¿ahora quieres que pida el servicio al cuarto? Si no te gusté también te pueden traer a un hombretón musculoso, es parte del servicio cinco estrellas-
Me reí y le di un beso en los labios mientras la abrazaba, luego me separé y me levanté de la cama para descolgar la puta bocina del teléfono y pedir, efectivamente, el servicio. Bastaría con una botella de vodka y unos cuantos bocadillos para que pudiéramos sobrevivir durante toda la noche… o bueno, al menos yo, porque por si no se los había dicho, yo no podía estar tranquilo sin cenar como tres veces a lo largo de una noche. No sé yo que sea, a lo mejor tanto tiempo de juntarme con el puto licántropo… pero bueno así era.
-Justo a tu lado está el control de la televisión, por si la quieres encender. No te preocupes por hacerlo, este es un hotel caro y no te vas a encontrar de inmediato con gente follando. En los hoteles de baja calidad en seguida te encuentras con ello... con gente muy atascada follando horriblemente y tal... ¿nunca has visto porno?, tengo curiosidad-
Luego mi atención regreso a ella, y me encontré de nuevo con esos putos ojos enormes y esa sonrisa que me seguía pareciendo un abismo en el que cualquiera se podía perder muy fácil si se descuidaba un poco. De pronto me comencé a imaginar un centenar de posiciones y formas en las cuales me la podía follar, y que eso sucediera no significa que lo demás no me importara… es decir, no significaba nada negativo, en realidad solo era el pensamiento inmediato de lo guapa que era y lo que acababa de pasar hace tan solo un minuto.
-Más te vale, porque me vas a tener queriendo follar todos los días, así que velo asimilando-
Me reí y luego me acerqué para besarla y estrechar mi cuerpo con el de ella, un movimiento que me parecía muy necesario, si me lo preguntan. Lo siguiente era disfrutar de ella en una forma más contemplativo; mirar sus ojos y sus labios con mucha más atención, su cuello, sus tetas, sus caderas desde esa posición, sus piernas; tenerlo todo muy presente en la puta cabeza y hacerme a la idea que joder… en realidad no era cualquier cosa lo que había sucedido, de ninguna forma era cualquier cosa.
-¿Y bueno?, ¿ahora quieres que pida el servicio al cuarto? Si no te gusté también te pueden traer a un hombretón musculoso, es parte del servicio cinco estrellas-
Me reí y le di un beso en los labios mientras la abrazaba, luego me separé y me levanté de la cama para descolgar la puta bocina del teléfono y pedir, efectivamente, el servicio. Bastaría con una botella de vodka y unos cuantos bocadillos para que pudiéramos sobrevivir durante toda la noche… o bueno, al menos yo, porque por si no se los había dicho, yo no podía estar tranquilo sin cenar como tres veces a lo largo de una noche. No sé yo que sea, a lo mejor tanto tiempo de juntarme con el puto licántropo… pero bueno así era.
-Justo a tu lado está el control de la televisión, por si la quieres encender. No te preocupes por hacerlo, este es un hotel caro y no te vas a encontrar de inmediato con gente follando. En los hoteles de baja calidad en seguida te encuentras con ello... con gente muy atascada follando horriblemente y tal... ¿nunca has visto porno?, tengo curiosidad-
Joseph Crawford- Mensajes : 248
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: ¿Frío?, yo me encargo...
¿Follar todos los días? ¿Era en serio? Y además, ¿en dónde? ¿en la universidad? ¿cómo?. En ese momento tomó la firme solución de que si eso quería, primero iba a tener que aguantarse a que hiciera sus tareas y eso, nada de distraerse follando en los vestidores de quidditch para terminar convirtiéndose en una loca irresponsable que no hacía lo que tenía que hacer porque le ganaba la calentura. No, mil veces no. Pero sí, si podía manejar bien todo eso, todos los días sería. Solo esperaba que su relación no se convirtiera en eso. Lo miró con los ojos entrecerrados, tratando de encontrar algún cambio que le indicara que ya no estaba tan interesado ahora que tenía lo que quería.
Pero resultó que no, que en vez de eso recibió su abrazo, sus besos suaves. Fue tan reconfortante sentir como la estrechaba que dejó escapar otro suspiro satisfecho, tomó su brazo y lo pegó aún más a su pecho dándole la espalda y cerrando los ojos un momento, aunque luego volvió a girarse para verlo de frente. También se tomó su tiempo para verle toda la cara y decidir que le gustaba completamente.
-¡Oh! ¿De verdad? ¡Cuánta generosidad!
Dijo por lo del hombretón musculoso y puso cara de estárselo pensando. Luego se rió y le puso un mohín porque se levantara y dejara de abrazarla cuando ella estaba tan cómoda. Al dejarla él, Pearlie sintió una corriente de aire fría que quiso remediar, ahora sí, metiéndose bajo las cobijas, aunque las estúpidas sábanas estaban medio frías también. Escuchó como pedía las cosas y le gritó desde su posición que por favor pidiera otra cosa decente para tomar, o sea al menos un refresco o algo que ella no pensaba pasar la noche solo a base de vodka.
Se giró para ver el control de la televisión, pero tenía demasiados botones, más que el de casa de Angus que de todos modos nunca había tocado. Se mordió el labio inferior y decidió esperar por Joe para que él lo hiciera. Arqueó la ceja con sus declaraciones y con toda su cátedra de los hoteles y el porno, pero terminó riéndose.
-No, nunca he visto porno, así que no tengo nada interesante que contar al respecto. ¿Podemos ver algo? Ah no, que este es un hotel decente. ¿Puedes venir acá de una buena vez? Te necesito.
Le puso voz de desamparo en la última parte, como si de verdad fuera de vida o muerte que se acercara otra vez a ella. A abrazarla y esas cursiladas. O a follar otra vez, porque también tenía ganas de ver si ahora se sentía distinto.
-Te necesito porque no sé cuál es el botón para prender la televisión…
Se volvió a reír y le sacó la lengua desde su posición.
Pero resultó que no, que en vez de eso recibió su abrazo, sus besos suaves. Fue tan reconfortante sentir como la estrechaba que dejó escapar otro suspiro satisfecho, tomó su brazo y lo pegó aún más a su pecho dándole la espalda y cerrando los ojos un momento, aunque luego volvió a girarse para verlo de frente. También se tomó su tiempo para verle toda la cara y decidir que le gustaba completamente.
-¡Oh! ¿De verdad? ¡Cuánta generosidad!
Dijo por lo del hombretón musculoso y puso cara de estárselo pensando. Luego se rió y le puso un mohín porque se levantara y dejara de abrazarla cuando ella estaba tan cómoda. Al dejarla él, Pearlie sintió una corriente de aire fría que quiso remediar, ahora sí, metiéndose bajo las cobijas, aunque las estúpidas sábanas estaban medio frías también. Escuchó como pedía las cosas y le gritó desde su posición que por favor pidiera otra cosa decente para tomar, o sea al menos un refresco o algo que ella no pensaba pasar la noche solo a base de vodka.
Se giró para ver el control de la televisión, pero tenía demasiados botones, más que el de casa de Angus que de todos modos nunca había tocado. Se mordió el labio inferior y decidió esperar por Joe para que él lo hiciera. Arqueó la ceja con sus declaraciones y con toda su cátedra de los hoteles y el porno, pero terminó riéndose.
-No, nunca he visto porno, así que no tengo nada interesante que contar al respecto. ¿Podemos ver algo? Ah no, que este es un hotel decente. ¿Puedes venir acá de una buena vez? Te necesito.
Le puso voz de desamparo en la última parte, como si de verdad fuera de vida o muerte que se acercara otra vez a ella. A abrazarla y esas cursiladas. O a follar otra vez, porque también tenía ganas de ver si ahora se sentía distinto.
-Te necesito porque no sé cuál es el botón para prender la televisión…
Se volvió a reír y le sacó la lengua desde su posición.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: ¿Frío?, yo me encargo...
La señalé con el dedo índice por estar tonteando con lo del musculoso, justo cuando el tipo del servicio a cuarto me respondiera para entonces pedir tanto el vodka como los bocadillos, y sí, también un puto jugo para que la niña tuviera algo que tomar además de alcohol. La tonta en un principio había pedido jugo de calabaza, y yo también de idiota estuve a punto de pedirlo, pero recordé que no nos encontrábamos en un maldito hotel mágico ni mucho menos; y bueno, después de soltar con que quería entonces jugo de cereza o de mangostán (¿?), terminé poniendo cara de no tener una puta idea y muy discretamente pedí jugo de mango y listo.
-Que sea decente no significa que haya un canal en donde pasen algo-
Me reí al escuchar su tono de súplica y, por supuesto, volví a ella luego de colgar el teléfono y darme cuenta que de pronto ya estaba debajo de las sábanas (lo cual no me agradaba mucho porque ya no tenía su desnudez a la vista). Me metí a la cama junto a ella y volví a pegar mi cuerpo bajo amenaza de sufrir de nuevo una erección en cualquier momento. Tomé el control y encendí la televisión, pasando uno a uno los canales hasta que en efecto… joder ahí estaba, un maldito canal porno. Nunca faltaban.
-Ahí lo tienes, una pelí por… ¿pero qué cojones?...-
Era al parecer una chica mulata que aparentaba tener como quince años, vestida de colegiala y con tres sujetos dándole por todos putos lados. Me quedé mirando la tele como por tres segundos hasta que me di cuenta que no estaba bien andar viendo ese nivel de guarradas cuando tenía a Pearlie justo en la misma cama, así que mejor cambié de puto canal aleatoriamente hasta que comenzaron a pasar noticias de la BBC.
-Si me lo preguntas, muy de mal gusto la porquería esa. Mejor déjame verte a ti, eso sí que lo pone a tono a uno-
Levante las sábanas bruscamente para juguetear con Pearlie, y luego la abracé y la besé hasta provocar que ella quedara encima de mí. Tenerla de esa forma provoco de inmediato que mi sexo se endureciera, y seguí besándola mientras mis manos se paseaban lentamente por su espalda, su cintura y ese precioso culo Burroughs que no podía lucir mejor que con mis dos putas manos justo encima.
-Que sea decente no significa que haya un canal en donde pasen algo-
Me reí al escuchar su tono de súplica y, por supuesto, volví a ella luego de colgar el teléfono y darme cuenta que de pronto ya estaba debajo de las sábanas (lo cual no me agradaba mucho porque ya no tenía su desnudez a la vista). Me metí a la cama junto a ella y volví a pegar mi cuerpo bajo amenaza de sufrir de nuevo una erección en cualquier momento. Tomé el control y encendí la televisión, pasando uno a uno los canales hasta que en efecto… joder ahí estaba, un maldito canal porno. Nunca faltaban.
-Ahí lo tienes, una pelí por… ¿pero qué cojones?...-
Era al parecer una chica mulata que aparentaba tener como quince años, vestida de colegiala y con tres sujetos dándole por todos putos lados. Me quedé mirando la tele como por tres segundos hasta que me di cuenta que no estaba bien andar viendo ese nivel de guarradas cuando tenía a Pearlie justo en la misma cama, así que mejor cambié de puto canal aleatoriamente hasta que comenzaron a pasar noticias de la BBC.
-Si me lo preguntas, muy de mal gusto la porquería esa. Mejor déjame verte a ti, eso sí que lo pone a tono a uno-
Levante las sábanas bruscamente para juguetear con Pearlie, y luego la abracé y la besé hasta provocar que ella quedara encima de mí. Tenerla de esa forma provoco de inmediato que mi sexo se endureciera, y seguí besándola mientras mis manos se paseaban lentamente por su espalda, su cintura y ese precioso culo Burroughs que no podía lucir mejor que con mis dos putas manos justo encima.
Joseph Crawford- Mensajes : 248
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: ¿Frío?, yo me encargo...
Sonrió muchísimo al sentir que se metía con ella a la cama, su cuerpo seguía caliente y tenerlo pegado al de ella se sentía bien. Se recargó en su pecho y le dio mil besos en la mejilla mientras él prendía la tele para luego fijar la vista en la pantalla mientras él cambiaba los canales y ella seguía con los dedos las líneas de algunos tatuajes con tono distraído. Se medio incorporó para ver la dichosa película porno y puso un mohín por la tipa vestida de colegiala los tres tipos tamaño familiar que…¡por dios se veía eso grotesco! Soltó una carcajada y se tapó la boca con las manos y luego los ojos como si le diera muchísima vergüenza, aunque en realidad no le daba.
Joe le cambió, le dejó a las noticias y ella solamente protestó, porque quería seguir viendo, no porque lo hubiera encontrado atractivo, para nada, sino porque de verdad le había dado curiosidad, ¿esas cosas tenían historia o algo?. Pues suponía que sí, porque sino la tipa no estaría vestida de colegiala. Igual no tuvo tiempo de pensar más en esas tonterías porque Joe la destapaba y la molestaba entre besos y abrazos hasta que se les arregló para ponerla encima de él. Se le quedó la risa y se inclinó para besarlo, dejando que la tocara.
-¿Cuánto se tarda eso del servicio de habitación? No quiero que toque la puerta y nos interrumpa.
Porque en las posadas mágicas, cuando pedías algo, eso aparecía inmediatamente en la mesa de la habitación, como diez segundos después del pedido, como en el comedor de Hogwarts o como en el de Beauxbatons. No había que esperar a que alguien llegara a importunar.
Le tomó una de las manos y lo guió ella haciéndolo tocarla por cualquier parte, en realidad no le importaba dónde ni cómo la acariciara, sino solamente sentirse en control, sentir que ella lo guiaba. Lo besó otra vez, acariciando sus labios sin prisa primero, luego buscando su lengua con desesperación, profundizó tanto el beso que hasta terminó soltando un gemido, se sintió húmeda de nuevo y volvió a ser poco necesario el uso de las cobijas porque otra vez se le había quitado el frío.
-¿Lo vamos a hacer otra vez?
Bajó su mano hasta sentirlo, para ver si había posibilidades de ponerlo firme de nuevo. Mientras tanto su boca buscaba morder un poco su cuello, el lóbulo de su oreja, su labio inferior.
-Anda, fóllame, ¿sí?
Joe le cambió, le dejó a las noticias y ella solamente protestó, porque quería seguir viendo, no porque lo hubiera encontrado atractivo, para nada, sino porque de verdad le había dado curiosidad, ¿esas cosas tenían historia o algo?. Pues suponía que sí, porque sino la tipa no estaría vestida de colegiala. Igual no tuvo tiempo de pensar más en esas tonterías porque Joe la destapaba y la molestaba entre besos y abrazos hasta que se les arregló para ponerla encima de él. Se le quedó la risa y se inclinó para besarlo, dejando que la tocara.
-¿Cuánto se tarda eso del servicio de habitación? No quiero que toque la puerta y nos interrumpa.
Porque en las posadas mágicas, cuando pedías algo, eso aparecía inmediatamente en la mesa de la habitación, como diez segundos después del pedido, como en el comedor de Hogwarts o como en el de Beauxbatons. No había que esperar a que alguien llegara a importunar.
Le tomó una de las manos y lo guió ella haciéndolo tocarla por cualquier parte, en realidad no le importaba dónde ni cómo la acariciara, sino solamente sentirse en control, sentir que ella lo guiaba. Lo besó otra vez, acariciando sus labios sin prisa primero, luego buscando su lengua con desesperación, profundizó tanto el beso que hasta terminó soltando un gemido, se sintió húmeda de nuevo y volvió a ser poco necesario el uso de las cobijas porque otra vez se le había quitado el frío.
-¿Lo vamos a hacer otra vez?
Bajó su mano hasta sentirlo, para ver si había posibilidades de ponerlo firme de nuevo. Mientras tanto su boca buscaba morder un poco su cuello, el lóbulo de su oreja, su labio inferior.
-Anda, fóllame, ¿sí?
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: ¿Frío?, yo me encargo...
Me dio mucha risa que la muy idiota protestara el por qué le había cambiado a la televisión, como si de pronto le hubiera dado mucha curiosidad por ver a la negra siendo mancillada por aquellos tres, y luego de su reclamo le dije que sí quería, en un rato, volvíamos a ponerle en el mismo canal de porno y le explicaba todo lo que quisiera acerca de esas películas y tal. Igual no tenías que ser un puto entendido para saber los preceptos básicos de esa mierda que al final de cuentas solo servía para una sola cosa.
-No demasiado… pero sí lo suficiente como para lo que tu mente pervertida planea-
Le dije aquello en voz muy baja y me volví a reír para luego volví a besarla, pero esta vez sintiendo como mi sexo se endurecía en forma definitiva cuando la propia Pearlie intensificaba aquel beso hasta el punto de soltar un gemido que se escapó débilmente por entre nuestros labios, haciendo eco en mi cabeza y propiciando que mi cuerpo se sobrecalentara en dos segundos. Mis caricias también se intensificaron y en algún momento las cobijas terminaron por quedar en cualquier parte.
-Claro que lo vamos a hacer otra vez. Esta noche lo vamos a hacer muchas veces, hasta que ya no puedas. ¿Te gusta la idea?-
Le tenía que gustar, porque no podría tener planeada otra cosa cuando esa era la primera noche en la que podíamos estar de esa forma. Seguí buscando acariciar su lengua y también atraparla entre mis labios al tiempo que mi brazo la rodeaba por la cintura para estrecharla más hacia mi cuerpo. Busqué también tocar sus tetas, besarlas y lamerlas dentro de las posibilidades que me daba es aposición y de las libertades que podía dar la propia Pearlie, porque era ella quien esta vez ejercía todo el puto control de lo que sucedía y eso no podía menos que gustarme de puta madre.
Pero lo que detonó todo fue la manera en la que, con todo y su cara de chica pija y todo, pidió que me la follara con ese aire de guarra total que le quedaba como anillo al dedo. No sé, soy yo y mis problemas mentales si quieren, pero por ver y escuchar eso, bien podría haber cometido todas las atrocidades habidas y por haber; y cuando por fin sucedió, como que se me fue la puta pinza o algo, porque de inmediato tomé su cabello con fuerza y comencé a besarla como puto demente, y aunque fuera ella la que estaba encima y la que llevaba cierto control, me las arreglé para deslizar mi sexo dentro de su coño y aferré su culo como si en cualquier momento cualquiera pudiera llegar y llevárselo lejos. Tan fuera de mí que se me había ido el detalle del puto preservativo, pero bueno… que no era mi culpa del todo, además bien podía recuperar la conciencia sobre la marcha, ya saben.
-No demasiado… pero sí lo suficiente como para lo que tu mente pervertida planea-
Le dije aquello en voz muy baja y me volví a reír para luego volví a besarla, pero esta vez sintiendo como mi sexo se endurecía en forma definitiva cuando la propia Pearlie intensificaba aquel beso hasta el punto de soltar un gemido que se escapó débilmente por entre nuestros labios, haciendo eco en mi cabeza y propiciando que mi cuerpo se sobrecalentara en dos segundos. Mis caricias también se intensificaron y en algún momento las cobijas terminaron por quedar en cualquier parte.
-Claro que lo vamos a hacer otra vez. Esta noche lo vamos a hacer muchas veces, hasta que ya no puedas. ¿Te gusta la idea?-
Le tenía que gustar, porque no podría tener planeada otra cosa cuando esa era la primera noche en la que podíamos estar de esa forma. Seguí buscando acariciar su lengua y también atraparla entre mis labios al tiempo que mi brazo la rodeaba por la cintura para estrecharla más hacia mi cuerpo. Busqué también tocar sus tetas, besarlas y lamerlas dentro de las posibilidades que me daba es aposición y de las libertades que podía dar la propia Pearlie, porque era ella quien esta vez ejercía todo el puto control de lo que sucedía y eso no podía menos que gustarme de puta madre.
Pero lo que detonó todo fue la manera en la que, con todo y su cara de chica pija y todo, pidió que me la follara con ese aire de guarra total que le quedaba como anillo al dedo. No sé, soy yo y mis problemas mentales si quieren, pero por ver y escuchar eso, bien podría haber cometido todas las atrocidades habidas y por haber; y cuando por fin sucedió, como que se me fue la puta pinza o algo, porque de inmediato tomé su cabello con fuerza y comencé a besarla como puto demente, y aunque fuera ella la que estaba encima y la que llevaba cierto control, me las arreglé para deslizar mi sexo dentro de su coño y aferré su culo como si en cualquier momento cualquiera pudiera llegar y llevárselo lejos. Tan fuera de mí que se me había ido el detalle del puto preservativo, pero bueno… que no era mi culpa del todo, además bien podía recuperar la conciencia sobre la marcha, ya saben.
Joseph Crawford- Mensajes : 248
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: ¿Frío?, yo me encargo...
No tuvo tiempo ni de contestarle a eso de que si le gustaba la idea, aunque por el momento, sí le gustaba –sin saber que si abusaba, al otro día iba a tener un dolor infernal en los muslos, por decir algo- y si no tuvo tiempo de responder fue porque estaba mucho más ocupada besándolo como si no hubiera mañana, que en cualquier otra cosa. Le gustaban sus besos, mucho. No tenía un amplio repertorio o catálogo para comparar y realmente había dado muy pocas veces ese tipo de besos, pero en lo que a él respectaba, no le ponía ni un solo “pero”, le gustaba todo; el sabor de su boca, las caricias de su lengua, la textura de sus labios, la manera en que la buscaba.
El momento raro fue cuando como que Joe perdió el control. Sintió como la tomaba del cabello con fuerza, y como esos besos que tanto le gustaban se volvían todavía más salvajes. Y todo pasaba tan rápido que no tenía tiempo de decidir si eso le gustaba de verdad o no. Aguantó la respiración cuando lo sintió entrar de nuevo, ella apenas y había ayudado a posicionar sus caderas. Definitivamente la sensación era distinta y por un momento hasta abrió mucho los ojos, algo sorprendida, no solo por la facilidad con la que se había deslizado, sino por los puntos inciertos que parecían conectarse dentro de ella desde esa posición.
Por otro lado, sentía las manos de Joe en su carne apretándola con demasiada fuerza y tuvo una regresión a aquella noche en el bosque, cuando sintió que de verdad era capaz de matarla y ella se había asustado pensando que era un demente salvaje. ¡Ni siquiera se había puesto esa cosa protectora!. Puso ambas manos sobre su pecho, se movió guiada por las veces que habían estado tan cerca con la ropa puesta y casi en la misma posición, pensando que era más o menos lo mismo, pero en versión mejorada (mil veces).
-Espera…espera…tranquilízate, me asustas.
Le susurró, inclinándose sobre él, besándolo en las mejillas con paciencia. Tal vez así había tratado a todas sus chicas del pasado, pero ella no estaba realmente acostumbrada a los arrebatos y siendo que todavía tenía recuerdos vívidos del temor que le provocaba Joe, decidió que necesitaba ir más despacio. Solo un poco. Parte de ella parecía encenderse por pensar que todos esos arrebatos eran directamente provocados por lo mucho que la deseaba pero aun así era difícil no pensar en que en cualquier momento Joe se le fuera de las manos.
Por un momento, ignorantemente, hasta se alegró de que no se hubiera puesto esa cosa horrible. Siguió moviendo la cadera hacia él, esta vez más enfocada en otro tipo de sensaciones. No le parecía difícil y se sentía bien, de hecho le gustaba más así que en la versión anterior. Volvió a besarlo antes de erguirse y mirarlo desde arriba. Le sonrió un poco y luego intensificó los movimientos, prolongando el trazo que hacía con su cuerpo, volviendo el balanceo más cadencioso. Cerró momentáneamente los ojos y frunció el ceño, ahogando un par de gemidos inevitables.
-Todavía te tengo miedo.
Le confesó sin razón aparente, moviéndose sobre él. Era curioso, pero la posición le daba el control y a la vez la hacía sentir tremendamente vulnerable, como si ella y su cuerpo, existieran solo para él. Era cierto, todavía le tenía miedo, pero eso no le había impedido nada, su miedo era proporcional a las ganas que había tenido todo el tiempo de conocerlo todo, de besarlo, de quitarle la ropa.
El momento raro fue cuando como que Joe perdió el control. Sintió como la tomaba del cabello con fuerza, y como esos besos que tanto le gustaban se volvían todavía más salvajes. Y todo pasaba tan rápido que no tenía tiempo de decidir si eso le gustaba de verdad o no. Aguantó la respiración cuando lo sintió entrar de nuevo, ella apenas y había ayudado a posicionar sus caderas. Definitivamente la sensación era distinta y por un momento hasta abrió mucho los ojos, algo sorprendida, no solo por la facilidad con la que se había deslizado, sino por los puntos inciertos que parecían conectarse dentro de ella desde esa posición.
Por otro lado, sentía las manos de Joe en su carne apretándola con demasiada fuerza y tuvo una regresión a aquella noche en el bosque, cuando sintió que de verdad era capaz de matarla y ella se había asustado pensando que era un demente salvaje. ¡Ni siquiera se había puesto esa cosa protectora!. Puso ambas manos sobre su pecho, se movió guiada por las veces que habían estado tan cerca con la ropa puesta y casi en la misma posición, pensando que era más o menos lo mismo, pero en versión mejorada (mil veces).
-Espera…espera…tranquilízate, me asustas.
Le susurró, inclinándose sobre él, besándolo en las mejillas con paciencia. Tal vez así había tratado a todas sus chicas del pasado, pero ella no estaba realmente acostumbrada a los arrebatos y siendo que todavía tenía recuerdos vívidos del temor que le provocaba Joe, decidió que necesitaba ir más despacio. Solo un poco. Parte de ella parecía encenderse por pensar que todos esos arrebatos eran directamente provocados por lo mucho que la deseaba pero aun así era difícil no pensar en que en cualquier momento Joe se le fuera de las manos.
Por un momento, ignorantemente, hasta se alegró de que no se hubiera puesto esa cosa horrible. Siguió moviendo la cadera hacia él, esta vez más enfocada en otro tipo de sensaciones. No le parecía difícil y se sentía bien, de hecho le gustaba más así que en la versión anterior. Volvió a besarlo antes de erguirse y mirarlo desde arriba. Le sonrió un poco y luego intensificó los movimientos, prolongando el trazo que hacía con su cuerpo, volviendo el balanceo más cadencioso. Cerró momentáneamente los ojos y frunció el ceño, ahogando un par de gemidos inevitables.
-Todavía te tengo miedo.
Le confesó sin razón aparente, moviéndose sobre él. Era curioso, pero la posición le daba el control y a la vez la hacía sentir tremendamente vulnerable, como si ella y su cuerpo, existieran solo para él. Era cierto, todavía le tenía miedo, pero eso no le había impedido nada, su miedo era proporcional a las ganas que había tenido todo el tiempo de conocerlo todo, de besarlo, de quitarle la ropa.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: ¿Frío?, yo me encargo...
Actuar de ese modo no era algo que pudiera evitar, así de sencillo; ni siquiera cuando me había prometido a mí mismo ser lo más cuidadoso posible con la chica y… todas esas mierdas que a uno se le ocurren cuando se quiere que todo salga perfectamente bien. Y bueno, tampoco era como si me estuviera portando jodidamente mal, solo me estaba dejando llevar un poco hasta provocar que Pearlie sintiera por primera vez el rigor varonil del que en cualquier momento se volvería adicta, se los digo yo.
-No lo hagas, no te va a pasar nada malo-
Dejé que me besara en las mejillas con esa calma que a ella le gustaba manejar, y así como el agarre de mi mano que tomaba su cabello se convirtió en un simple toque por encima de su nuca, también deje de tocar sus muslos y su culo como si quisiera arrancarlos con la pura fuerza de mis dedos, y me limité a, de forma contraria, pasar únicamente la yema de los mismos en una extraña caricia que me parecía igual de placentera que la anterior. Luego coloqué mi mano en la base de su espalda baja y seguí ese mismo ritmo que ella ya había tomado, poniendo mucha atención en cada sensación provocada por el delicado y tibio roce de su coño alrededor de mi sexo.
Las cosas sin el puto preservativo eran, por supuesto, como cien veces superiores en todo sentido, y por un segundo mi yo irresponsable pensó en la necesidad de seguir con ello hasta el final de las consecuencias. Claro, luego me acordaría que tenía un hijo por ahí perdido… y eso sería suficiente para que eventualmente se me quitaran las ganas de jugar con mi suerte; mientras tanto más me valía aprovechar y disfrutar al máximo de todo eso.
-¿De verdad? vamos a ver si sigue ahí cuando te corras-
Solté aquella infamia con una puta sonrisa pegada al rostro y luego comencé a moverme yo también, buscando aquel punto dentro de su coño que sería más fácil de encontrar sin esa mierda plástica rodeándome. Llevé mi lengua de nuevo a sus tetas y mis manos se colocaron de nuevo por encima de su culo, tomándola con firmeza para así ayudarme a guiar los movimientos que de cualquier forma no podían sentirse mejor de lo que ya se sentían. Lamí su cuello, sus hombros, sus labios, y retuve por unos momentos el aire dentro de mis pulmones justo cuando sentía esa pequeña fibra de su interior rozar la punta de mi sexo.
-¿Lo sientes Felicia?, está justo ahí… ya lo tienes-
Todavía no estaba muy seguro a lo que se refería cuando expresaba su temor hacia mí, pero de cualquier forma prefería pensar que no era como si lo dijera muy en serio o como si no fuera nada del otro mundo; después de todo, ¿de qué cosa podría temer Pearlie estando conmigo?, joder... si estar a mi lado era como la puta cosa más segura con la que se podía contar en esa Universidad de mierda. O no sé, a lo mejor hasta le temía a mis arranques como si en cualquier momento fuera capaz de soltarle un revés o algo. Nah...
-No lo hagas, no te va a pasar nada malo-
Dejé que me besara en las mejillas con esa calma que a ella le gustaba manejar, y así como el agarre de mi mano que tomaba su cabello se convirtió en un simple toque por encima de su nuca, también deje de tocar sus muslos y su culo como si quisiera arrancarlos con la pura fuerza de mis dedos, y me limité a, de forma contraria, pasar únicamente la yema de los mismos en una extraña caricia que me parecía igual de placentera que la anterior. Luego coloqué mi mano en la base de su espalda baja y seguí ese mismo ritmo que ella ya había tomado, poniendo mucha atención en cada sensación provocada por el delicado y tibio roce de su coño alrededor de mi sexo.
Las cosas sin el puto preservativo eran, por supuesto, como cien veces superiores en todo sentido, y por un segundo mi yo irresponsable pensó en la necesidad de seguir con ello hasta el final de las consecuencias. Claro, luego me acordaría que tenía un hijo por ahí perdido… y eso sería suficiente para que eventualmente se me quitaran las ganas de jugar con mi suerte; mientras tanto más me valía aprovechar y disfrutar al máximo de todo eso.
-¿De verdad? vamos a ver si sigue ahí cuando te corras-
Solté aquella infamia con una puta sonrisa pegada al rostro y luego comencé a moverme yo también, buscando aquel punto dentro de su coño que sería más fácil de encontrar sin esa mierda plástica rodeándome. Llevé mi lengua de nuevo a sus tetas y mis manos se colocaron de nuevo por encima de su culo, tomándola con firmeza para así ayudarme a guiar los movimientos que de cualquier forma no podían sentirse mejor de lo que ya se sentían. Lamí su cuello, sus hombros, sus labios, y retuve por unos momentos el aire dentro de mis pulmones justo cuando sentía esa pequeña fibra de su interior rozar la punta de mi sexo.
-¿Lo sientes Felicia?, está justo ahí… ya lo tienes-
Todavía no estaba muy seguro a lo que se refería cuando expresaba su temor hacia mí, pero de cualquier forma prefería pensar que no era como si lo dijera muy en serio o como si no fuera nada del otro mundo; después de todo, ¿de qué cosa podría temer Pearlie estando conmigo?, joder... si estar a mi lado era como la puta cosa más segura con la que se podía contar en esa Universidad de mierda. O no sé, a lo mejor hasta le temía a mis arranques como si en cualquier momento fuera capaz de soltarle un revés o algo. Nah...
Joseph Crawford- Mensajes : 248
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Página 1 de 2. • 1, 2
Página 1 de 2.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Lun Jul 15, 2013 1:57 pm por Gerhard Immëndorff
» PANGEA RPG - !UN FORO DIFERENTE! Ven y conócenos.
Sáb Abr 06, 2013 5:04 pm por Morten J. Harket
» Anybody home?
Sáb Abr 06, 2013 4:57 pm por Morten J. Harket
» Morsmorde Era Tom Riddle {Elite} No es cualquier rpg de Hp
Sáb Mar 30, 2013 11:41 am por Invitado
» Morrigan's Mental Asylum FORO NUEVO DE JULIA MCREARY
Lun Mar 25, 2013 2:28 am por Julia McCreary
» San Valentín
Sáb Mar 16, 2013 12:17 am por Aldrich Burroughs
» Necronomicon [Normal]
Vie Mar 08, 2013 1:37 pm por Invitado
» Inferio RPG ~ Afiliación Elite {Nuevos Botones y Nuevo Dominio}
Jue Mar 07, 2013 5:49 pm por Invitado
» Partis Temporus [elite]
Lun Mar 04, 2013 5:04 pm por Invitado
» Into the darkness {Afiliacion Normal}
Lun Feb 25, 2013 6:34 pm por Invitado