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¿Frío?, yo me encargo...
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Re: ¿Frío?, yo me encargo...
Se dio cuenta que no la había entendido, o tal vez sí y prefería olvidarlo, dejarla vivir con ese temor perpetuo. De todos modos poco podía hacer para mantener firme el hilo de sus pensamientos cuando lo sentía tan distinto y tan profundo en esa posición. Sentía como si su vientre ardiera un poco, como si se quemara por dentro. Su humedad se intensificaba y eso parecía hacer todo más fácil. Por un momento se recargó un poco en su pecho para impulsarse mejor, manteniendo un ritmo continuo, constante y preciso que encontró por suerte, por casualidad. Pues sí, se podía decir que en ese aspecto había corrido con suerte, que hasta ahora el instinto no le había fallado, que hasta ahora Joe no le había fallado tampoco.
Poco a poco volvió a ser dueña de una sensación parecida a la que había tenido al tener la lengua de Joe entre sus piernas. Ese torrente poderoso, temible e imbatible que le provocaba agitarme más, gemir más, morderse los labios y ansiar el toque de sus manos más fuerte, más suyo. No lo había sentido en la ocasión anterior pero ahora volvía a ella. Tenía que ser eso, la señal de que se iba a correr, que iba a terminar vencida por todo eso que se provocaban mutuamente.
La sensación fue en vertiginoso ascenso, sus gemidos lo acompañaban. Apretó ligeramente la piel del pecho de Joe, cerró los ojos y por inercia de movió con más intención y más rápido, como si quisiera prolongar ese roce que la había tenido tan fuera de sí. Abrió los ojos y enfocó en los de Joe. Le dedicó una sonrisa, fue inevitable. Y esta vez fue ella quien atacó sus labios con desesperación, quien buscó su lengua con ansias. No había en su toque rasgos de ningún tipo de violencia, pero sí de impaciencia, de necesidad. Y sí, tenía razón en que el miedo había desaparecido.
Sus besos poco a poco se hicieron más lentos y más dedicados hasta que volvió a incorporarse, dejó de apoyarse en su pecho para simplemente mantenerse erguida, sin saber muy bien qué hacer con los brazos pero manteniendo el ritmo que él parecía haberle marcado mientras se aferraba a ella y la hacía moverse, tomando esa petición silenciosa como una lección. Se sentía como en otro mundo, como que de pronto, viéndolo desde esa perspectiva y teniendo ese tipo de control casi absoluto sabiéndose dueña al menos en ese momento de sus gestos, sus reacciones y de todo lo que él significaba, ni siquiera era ella misma, sino alguien más, mucho más segura, mucho más consciente, mucho más guapa.
En ese momento no había nada que le importara más que todo eso; estar ahí con él entre las sábanas, sentirlo adentro y firme de ella, saberlo completamente suyo. Resultaba que, por ese rato, no importaba lo demás.
Poco a poco volvió a ser dueña de una sensación parecida a la que había tenido al tener la lengua de Joe entre sus piernas. Ese torrente poderoso, temible e imbatible que le provocaba agitarme más, gemir más, morderse los labios y ansiar el toque de sus manos más fuerte, más suyo. No lo había sentido en la ocasión anterior pero ahora volvía a ella. Tenía que ser eso, la señal de que se iba a correr, que iba a terminar vencida por todo eso que se provocaban mutuamente.
La sensación fue en vertiginoso ascenso, sus gemidos lo acompañaban. Apretó ligeramente la piel del pecho de Joe, cerró los ojos y por inercia de movió con más intención y más rápido, como si quisiera prolongar ese roce que la había tenido tan fuera de sí. Abrió los ojos y enfocó en los de Joe. Le dedicó una sonrisa, fue inevitable. Y esta vez fue ella quien atacó sus labios con desesperación, quien buscó su lengua con ansias. No había en su toque rasgos de ningún tipo de violencia, pero sí de impaciencia, de necesidad. Y sí, tenía razón en que el miedo había desaparecido.
Sus besos poco a poco se hicieron más lentos y más dedicados hasta que volvió a incorporarse, dejó de apoyarse en su pecho para simplemente mantenerse erguida, sin saber muy bien qué hacer con los brazos pero manteniendo el ritmo que él parecía haberle marcado mientras se aferraba a ella y la hacía moverse, tomando esa petición silenciosa como una lección. Se sentía como en otro mundo, como que de pronto, viéndolo desde esa perspectiva y teniendo ese tipo de control casi absoluto sabiéndose dueña al menos en ese momento de sus gestos, sus reacciones y de todo lo que él significaba, ni siquiera era ella misma, sino alguien más, mucho más segura, mucho más consciente, mucho más guapa.
En ese momento no había nada que le importara más que todo eso; estar ahí con él entre las sábanas, sentirlo adentro y firme de ella, saberlo completamente suyo. Resultaba que, por ese rato, no importaba lo demás.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: ¿Frío?, yo me encargo...
En esas condiciones, era imposible no sentir que por momentos, mi mente y mis sentidos se acercaban demasiado a dejarse llevar por ese torrente de sensaciones que eran provocados justamente por aquel preciso punto dentro de su coño que prácticamente se volvía una extensión de mi propio placer; y bien dejaría que sucediera de no ser porque mi orgullo y mis ganas de verla correrse encima eran mucho más fuertes que cualquier otra cosa.
Respiré profundo, y mis manos se concentraron en la textura de la piel de su espalda y de su culo mientras ella intensificaba sus propios movimientos y dejaba escapar aquellos gemidos que a cada minuto eran más fuertes, como si fuera capaz de arrancarlos de sus propias entrañas cada vez más profundo.
Finalmente se venció y terminó por correrse encima de mí, justo como tantas veces lo había imaginado; y cada detalle de ello, cada expresión de su rostro, el ligero sudor de su cuerpo, la perspectiva de su cabello desordenado cayendo por sus tetas, esos gemidos finales en los que había estallado todo… esas cosas eran las que se iban a quedar guardadas en mi cabeza, y eran las mismas que pretendía obtener de ella una y otra y otra vez.
Busqué su mirada tal y como ella también lo hacía, y no pude hacer más que sonreír, sonreír por el mero placer de hacerlo t como no, también por saberme dueño de lo que ella acababa de obtener al follarme. Recibí su beso con cierta sorpresa, sobre todo por la voracidad y la impaciencia con la que atacaba mis labios y mi lengua, y no pude hacer otra cosa más que responderle de la misma manera; buscar su aliento hasta los límites imposibles y volver encender lo que coño fuera que estaba ahí tan palpable entre nosotros. Luego Pearlie volvió a moverse, esta vez irguiendo su torso y dejándome ver la belleza de sus tetas en esa perspectiva.
-Eres guapísima… de verdad, joder entiende, eres de verdad muy guapa, la más guapa con la que me pude encontrar.-
Aquella posición me permitía tener más al alcance todo su cuerpo, y mis manos se pasearon por su cintura, su abdomen, su espalda, deteniéndose a ratos en sus tetas y también en ese precioso culo que me tenía tomado por los huevos, casi literalmente. Estaba a punto de correrme, sentí ese subidón de sensaciones recorrer mi sexo y sentí que en cualquier momento, lo inevitable estaría tocando la puta puerta; pero aquello no era algo que pudiera permitir, no al menos mientras estuviera plenamente consciente de los riesgos que de hecho, ya a esas alturas, estábamos corriendo. La detuve más por necesidad que por gusto y la miré directamente a los ojos…
-Espera, preciosa necesito… ya sabes, necesito ponerme esa mierda-
Eran esos momentos en lo que me odiaba por no ser estéril. Y sí, yo sabía perfectamente muy bien que no lo era...
Respiré profundo, y mis manos se concentraron en la textura de la piel de su espalda y de su culo mientras ella intensificaba sus propios movimientos y dejaba escapar aquellos gemidos que a cada minuto eran más fuertes, como si fuera capaz de arrancarlos de sus propias entrañas cada vez más profundo.
Finalmente se venció y terminó por correrse encima de mí, justo como tantas veces lo había imaginado; y cada detalle de ello, cada expresión de su rostro, el ligero sudor de su cuerpo, la perspectiva de su cabello desordenado cayendo por sus tetas, esos gemidos finales en los que había estallado todo… esas cosas eran las que se iban a quedar guardadas en mi cabeza, y eran las mismas que pretendía obtener de ella una y otra y otra vez.
Busqué su mirada tal y como ella también lo hacía, y no pude hacer más que sonreír, sonreír por el mero placer de hacerlo t como no, también por saberme dueño de lo que ella acababa de obtener al follarme. Recibí su beso con cierta sorpresa, sobre todo por la voracidad y la impaciencia con la que atacaba mis labios y mi lengua, y no pude hacer otra cosa más que responderle de la misma manera; buscar su aliento hasta los límites imposibles y volver encender lo que coño fuera que estaba ahí tan palpable entre nosotros. Luego Pearlie volvió a moverse, esta vez irguiendo su torso y dejándome ver la belleza de sus tetas en esa perspectiva.
-Eres guapísima… de verdad, joder entiende, eres de verdad muy guapa, la más guapa con la que me pude encontrar.-
Aquella posición me permitía tener más al alcance todo su cuerpo, y mis manos se pasearon por su cintura, su abdomen, su espalda, deteniéndose a ratos en sus tetas y también en ese precioso culo que me tenía tomado por los huevos, casi literalmente. Estaba a punto de correrme, sentí ese subidón de sensaciones recorrer mi sexo y sentí que en cualquier momento, lo inevitable estaría tocando la puta puerta; pero aquello no era algo que pudiera permitir, no al menos mientras estuviera plenamente consciente de los riesgos que de hecho, ya a esas alturas, estábamos corriendo. La detuve más por necesidad que por gusto y la miré directamente a los ojos…
-Espera, preciosa necesito… ya sabes, necesito ponerme esa mierda-
Eran esos momentos en lo que me odiaba por no ser estéril. Y sí, yo sabía perfectamente muy bien que no lo era...
Joseph Crawford- Mensajes : 248
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: ¿Frío?, yo me encargo...
Se rió un poco y bajó la vista, dejando que su cabello escondiera un poco su rostro y su mirada llena de vergüenza porque él le repetía que era guapa, que era la más guapa que se había encontrado. En ese preciso momento le creía con todas las letras, le habría creído cualquier cosa. Se pasó un mechón rebelde por detrás de la oreja y mirándolo casi con devoción absoluta siguió moviéndose encima de él guiada no solo por su propio placer sino por sus reacciones. En algún punto le preguntó si así estaba bien, pero luego se arrepintió de habérselo preguntado porque bueno…lo único que rompería todo ese halo de perfección sería que le dijera que no.
Cerró los ojos mientras él la recorría con las manos, lo dejó hacer sin poner ni un ápice de resistencia, balanceando su cuerpo hacia y para él. Sentía de nuevo que se acumulaban demasiadas sensaciones entre sus piernas, aunque sus gemidos se habían hecho más quedos, como susurros discretos, apenas audibles. Demasiado íntimos. Estaba tan metida en todo eso que le tomó por sorpresa que la detuviera. Por un momento tuvo un mini ataque de pánico, ¿lo estaba haciendo mal? Pero no, resultaba que Joe tenía que ponerse la cosa esa que antes no se había puesto.
Asintió con dificultad, tomó consciencia de que sus mejillas se habían sobrecalentado, igual que el resto de su cuerpo. Hizo un mohín de niña caprichosa y negó con la cabeza.
-No me quiero quitar, ¿entiendes?
Volvió a mover su cuerpo hacia adelante, lentamente, apoyándose de sus caderas para crear una curvatura sinuosa y pronunciada, despacio, torturándolo. Lo hizo al menos dos veces antes de inclinarse y darle una lengüetada en los labios de esas a las que ya estaba acostumbrado, porque se las daba cuando jugaba con él. Luego de eso lo hizo salir de ella muy lentamente. La sensación fue horrible, habría preferido tenerlo dentro para siempre.
Se hizo a un lado y se recostó en la cama, esperando a que acabara con ese feo trámite de una vez. Le miraba los brazos y la espalda, el cuello, la nariz, los ojos, los labios que ya se estaba muriendo por atacarle otra vez.
-Apúrate, me impacientas.
Cerró los ojos mientras él la recorría con las manos, lo dejó hacer sin poner ni un ápice de resistencia, balanceando su cuerpo hacia y para él. Sentía de nuevo que se acumulaban demasiadas sensaciones entre sus piernas, aunque sus gemidos se habían hecho más quedos, como susurros discretos, apenas audibles. Demasiado íntimos. Estaba tan metida en todo eso que le tomó por sorpresa que la detuviera. Por un momento tuvo un mini ataque de pánico, ¿lo estaba haciendo mal? Pero no, resultaba que Joe tenía que ponerse la cosa esa que antes no se había puesto.
Asintió con dificultad, tomó consciencia de que sus mejillas se habían sobrecalentado, igual que el resto de su cuerpo. Hizo un mohín de niña caprichosa y negó con la cabeza.
-No me quiero quitar, ¿entiendes?
Volvió a mover su cuerpo hacia adelante, lentamente, apoyándose de sus caderas para crear una curvatura sinuosa y pronunciada, despacio, torturándolo. Lo hizo al menos dos veces antes de inclinarse y darle una lengüetada en los labios de esas a las que ya estaba acostumbrado, porque se las daba cuando jugaba con él. Luego de eso lo hizo salir de ella muy lentamente. La sensación fue horrible, habría preferido tenerlo dentro para siempre.
Se hizo a un lado y se recostó en la cama, esperando a que acabara con ese feo trámite de una vez. Le miraba los brazos y la espalda, el cuello, la nariz, los ojos, los labios que ya se estaba muriendo por atacarle otra vez.
-Apúrate, me impacientas.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: ¿Frío?, yo me encargo...
Era una tremenda putada que uno tuviera que arruinarlo todo con… ahora si, mierdas muggles. Me enfadaba tener que interrumpirla sobre todo cuando se había estado comenzando a mover tan jodidamente bien, pero justamente en lo bien que movía sus caderas estaba la causa del por qué la tenía que detener. Le sonreí al escuchar su negativa y luego solté un gemido al sentir que se movía de nuevo, aferrando sus caderas como si eso sirviera de alguna forma para aminorar las sensaciones. Por supuesto, ni eso ni nada en el mundo podía hacer que se sintiera menos torturante en el mejor de los sentidos.
-Joder no… no quiero que te detengas-
Lamenté que lo hiciera y me odié por tener la necesidad de que lo hiciera. Cuando hizo que mi sexo saliera de su coño, me levanté un poco para darle un pequeño beso en los labios y luego demoré lo que tuviera que demorar para ponerme aquella mierda y asegurarme de que estuviera perfectamente bien colocada, sin errores. Sería una mierda que por las prisas sucediera alguna especie de incidente que significara un completo desperdicio haberla interrumpido (hablando del menor de los males en ese caso).
-¿A dónde vas?, ven aquí…-
Pearlie se había recostado de nuevo en la cama, y cuando terminé de colocar el preservativo en su lugar, la tomé del brazo y la obligué a venir hacia donde yo estaba. La besé de nuevo y mi mano viajo directo hasta su coño, como si quisiera compensar de alguna forma haber interrumpido tan abruptamente lo que habíamos estado haciendo hace tan solo un minuto.
Después de dejar que mis dedos se deslizaran entre toda esa humedad generada por su coño, me senté sobre el borde de la cama e hice que ella lo hiciera también pero encima de mí, de tal forma que lograra penetrarla de nuevo mientras sus piernas me rodeaban y nuestros rostros quedaban casi a la par. Lamí sus labios y mi mis manos la atrajeron suavemente hacia mí, esperando que ella misma se acostumbrara a las nuevas sensaciones y a esa posición en particular que al menos a mí me gustaba de puta madre.
-¿Te gusta?, no quiero dejar de follarte-
Con todo y lo incómodo que pudiera resultar ser, el preservativo poco a poco dejaba de tener relevancia alguna, calentándose y adaptándose a nuestros cuerpos hasta que las sensaciones volvían a ser casi tan intensas como si aquella mierda no existiera. tenerla de esa forma me permitía besar sus labios, su cuello y sus hombros mientras mis manos acariciaban sus tetas o bien se aferraban a su culo para atraerlo hacia mi cuerpo de la forma que mejor conviniera. En algún punto aquella atracción se volvió más frenética, más ansiosa, buscando aquel roce perfecto que en cualquier momento lograría desvanecer mi consciente en cuestión de segundos. Mordí sus labios, acaricié sus espalda y la miré a los ojos instantes antes de terminar dentro de ella, jalando su cuerpo hacia el mío y dejando que mi cuerpo se venciera a su completa merced.
-Joder no… no quiero que te detengas-
Lamenté que lo hiciera y me odié por tener la necesidad de que lo hiciera. Cuando hizo que mi sexo saliera de su coño, me levanté un poco para darle un pequeño beso en los labios y luego demoré lo que tuviera que demorar para ponerme aquella mierda y asegurarme de que estuviera perfectamente bien colocada, sin errores. Sería una mierda que por las prisas sucediera alguna especie de incidente que significara un completo desperdicio haberla interrumpido (hablando del menor de los males en ese caso).
-¿A dónde vas?, ven aquí…-
Pearlie se había recostado de nuevo en la cama, y cuando terminé de colocar el preservativo en su lugar, la tomé del brazo y la obligué a venir hacia donde yo estaba. La besé de nuevo y mi mano viajo directo hasta su coño, como si quisiera compensar de alguna forma haber interrumpido tan abruptamente lo que habíamos estado haciendo hace tan solo un minuto.
Después de dejar que mis dedos se deslizaran entre toda esa humedad generada por su coño, me senté sobre el borde de la cama e hice que ella lo hiciera también pero encima de mí, de tal forma que lograra penetrarla de nuevo mientras sus piernas me rodeaban y nuestros rostros quedaban casi a la par. Lamí sus labios y mi mis manos la atrajeron suavemente hacia mí, esperando que ella misma se acostumbrara a las nuevas sensaciones y a esa posición en particular que al menos a mí me gustaba de puta madre.
-¿Te gusta?, no quiero dejar de follarte-
Con todo y lo incómodo que pudiera resultar ser, el preservativo poco a poco dejaba de tener relevancia alguna, calentándose y adaptándose a nuestros cuerpos hasta que las sensaciones volvían a ser casi tan intensas como si aquella mierda no existiera. tenerla de esa forma me permitía besar sus labios, su cuello y sus hombros mientras mis manos acariciaban sus tetas o bien se aferraban a su culo para atraerlo hacia mi cuerpo de la forma que mejor conviniera. En algún punto aquella atracción se volvió más frenética, más ansiosa, buscando aquel roce perfecto que en cualquier momento lograría desvanecer mi consciente en cuestión de segundos. Mordí sus labios, acaricié sus espalda y la miré a los ojos instantes antes de terminar dentro de ella, jalando su cuerpo hacia el mío y dejando que mi cuerpo se venciera a su completa merced.
Joseph Crawford- Mensajes : 248
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: ¿Frío?, yo me encargo...
No pudo evitar reírse cuando la jalaba del brazo y ella se dejaba hacer como una muñeca de trapo para ir a su lado y seguir sus instrucciones sobre la nueva posición que tomarían. Por supuesto que lo que eligió le recordó al bosque y aquella vez en la que se habían hecho novios y habían estado en una posición similar. Soltó un suspiro con una sonrisa a medias cuando sintió sus dedos deslizándose por encima de su sexo, se mordió los labios para atenuar el gesto. Se abrazó a él y sintió que el mundo estaba de nuevo en su lugar al sentirlo entrar. Ahí, con su rostro tan cerca, podía besarlo hasta el cansancio hasta recordar los deseos que había tenido en el bosque y que al fin cumplía.
-Sí me gusta, no quiero que dejes de follarme.
Le dijo entre suspiros, mirándolo a ratos, a ratos cerrando los ojos. Se movía lentamente primero, acostumbrándose a la sensación y después, poco a poco, iba aumentando el ritmo y la intención de sus caderas, concentrando todo en un roce frenético y ansioso que no buscaba otra cosa más que escucharlo gemir, más que verlo terminar dentro de ella una vez más. Incluso sentía que volvía a esa espiral ascendente de sensaciones cuyo fin ya conocía.
Frunció el ceño y le regresó los gestos salvajes, mordiendo y lamiendo sus labios, tocándolo con furia. Gimió más sin darse cuenta y sin importarle, aumentó la velocidad de su cadera mientras se aferraba a sus hombros, sentía que la cama bajo sus pies la quemaba un poco pero hizo caso omiso. Estaba llegando otra vez y sintió que se le agotaba el aire cuando terminó. Él también lo hizo y le provocó que sonriera de nuevo, ella había terminado antes pero hacerlo llegar exclusivamente a él no era menos placentero.
Esperó a recuperarse, como si todo eso fuera demasiado. Poco a poco se quitó de encima de él otra vez y volvió a su posición original, echada a un lado, con su pecho subiendo y bajando violentamente. Respiró profundo y se pasó una mano por el cabello antes de recargarse en un costado de su cuerpo e inclinarse para besarlo en el mentón.
-No puedo creerlo, me gustas demasiado.
No dijo ni hizo más, volvió a recargar la espalda en la cama, justo cuando alguien tocaba la puerta de la habitación.
-Aaaah, tiempo perfecto, somos unos ases
Dijo a modo de broma levantándose para volver a meterse dentro de las cobijas como en una cueva.En medio segundo se volvía a convertir en una demente que le gustaba jugar. Así las cosas.
-Sí me gusta, no quiero que dejes de follarme.
Le dijo entre suspiros, mirándolo a ratos, a ratos cerrando los ojos. Se movía lentamente primero, acostumbrándose a la sensación y después, poco a poco, iba aumentando el ritmo y la intención de sus caderas, concentrando todo en un roce frenético y ansioso que no buscaba otra cosa más que escucharlo gemir, más que verlo terminar dentro de ella una vez más. Incluso sentía que volvía a esa espiral ascendente de sensaciones cuyo fin ya conocía.
Frunció el ceño y le regresó los gestos salvajes, mordiendo y lamiendo sus labios, tocándolo con furia. Gimió más sin darse cuenta y sin importarle, aumentó la velocidad de su cadera mientras se aferraba a sus hombros, sentía que la cama bajo sus pies la quemaba un poco pero hizo caso omiso. Estaba llegando otra vez y sintió que se le agotaba el aire cuando terminó. Él también lo hizo y le provocó que sonriera de nuevo, ella había terminado antes pero hacerlo llegar exclusivamente a él no era menos placentero.
Esperó a recuperarse, como si todo eso fuera demasiado. Poco a poco se quitó de encima de él otra vez y volvió a su posición original, echada a un lado, con su pecho subiendo y bajando violentamente. Respiró profundo y se pasó una mano por el cabello antes de recargarse en un costado de su cuerpo e inclinarse para besarlo en el mentón.
-No puedo creerlo, me gustas demasiado.
No dijo ni hizo más, volvió a recargar la espalda en la cama, justo cuando alguien tocaba la puerta de la habitación.
-Aaaah, tiempo perfecto, somos unos ases
Dijo a modo de broma levantándose para volver a meterse dentro de las cobijas como en una cueva.En medio segundo se volvía a convertir en una demente que le gustaba jugar. Así las cosas.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: ¿Frío?, yo me encargo...
Que ella también se corriera y por segunda vez provocaba que toda mi satisfacción mental se multiplicara por diez, y esta vez terminé completamente vencido, ayudándole solo un poco para que lentamente pudiera retirarse de encima y quitándome el preservativo para luego recostarme a un lado suyo mientras mis pulmones trataban de recuperar el aliento. Mi cuerpo se refrescaba con la pequeña corriente de aire que entraba por una pequeña abertura en a ventana aunque no era para nada desagradable sentir el calor de Pearlie que nuevamente se pegaba al mío en un gesto que no podía menos que encantarme. Había que decirlo, ahora no sería capaz de follármela de nuevo hasta que no pasaran al menos unos quince minutos de recuperación, o quizás hasta menos, quien sabe…
-¿No puedes creerlo?, pero si soy jodidamente guapo… lo menos que podía suceder era que te gustara en una gran cantidad-
Sonreí y le besé la nariz un instante antes de que se escuchara sonar la puerta, entonces rápidamente hice que la tonta se tapara por completo (ni loco permitiría que el tipo del servicio viera un solo centímetro de su cuerpo) y yo simplemente corrí al cuarto de baño para envolverme una toalla y poder atender. Al abrir la puerta, el colega aquel entró con un carrito con emparedados, un par de pasteles, algunos otros bocadillos, el jugo de mango y cómo no… el jodido vodka que había pedido. Casi se me olvida lo de la puta propina, pero al final busqué rápidamente mis pantalones y saqué un billete de diez libras. Que se diera por bien servido el cabrón.
-Bueno, es hora de la cena… y qué mejor cena que un buen trago de vodka. Mira ten, aquí está tu jugo-
Le llevé el jugo de mango hasta la cama y abrí mi vodka para darle un enorme trago directo de la botella, haciendo un gesto inmediato al sentir el ardor en la garganta que en cosa de un par de tragos más dejaría de significar algo. Me volví a acostar a un lado suyo con todo y botella en mano y busqué besarla de nuevo, esta vez bastante lento y pausado a diferencia de la forma en la que lo había hecho durante casi toda la noche. Encendí la televisión de nuevo, más por mala costumbre que por que realmente tuviera ganas de ver una mierda, porque ahí lo que más me interesaba era seguir mirándole las tetas y escuchar esa voz de niña pija, con el acentito y todo.
-Oh, ¿quieres?, creo que aquí hay vasos… puedes echarle algo de tu jugo si quieres, mira toma…-
-¿No puedes creerlo?, pero si soy jodidamente guapo… lo menos que podía suceder era que te gustara en una gran cantidad-
Sonreí y le besé la nariz un instante antes de que se escuchara sonar la puerta, entonces rápidamente hice que la tonta se tapara por completo (ni loco permitiría que el tipo del servicio viera un solo centímetro de su cuerpo) y yo simplemente corrí al cuarto de baño para envolverme una toalla y poder atender. Al abrir la puerta, el colega aquel entró con un carrito con emparedados, un par de pasteles, algunos otros bocadillos, el jugo de mango y cómo no… el jodido vodka que había pedido. Casi se me olvida lo de la puta propina, pero al final busqué rápidamente mis pantalones y saqué un billete de diez libras. Que se diera por bien servido el cabrón.
-Bueno, es hora de la cena… y qué mejor cena que un buen trago de vodka. Mira ten, aquí está tu jugo-
Le llevé el jugo de mango hasta la cama y abrí mi vodka para darle un enorme trago directo de la botella, haciendo un gesto inmediato al sentir el ardor en la garganta que en cosa de un par de tragos más dejaría de significar algo. Me volví a acostar a un lado suyo con todo y botella en mano y busqué besarla de nuevo, esta vez bastante lento y pausado a diferencia de la forma en la que lo había hecho durante casi toda la noche. Encendí la televisión de nuevo, más por mala costumbre que por que realmente tuviera ganas de ver una mierda, porque ahí lo que más me interesaba era seguir mirándole las tetas y escuchar esa voz de niña pija, con el acentito y todo.
-Oh, ¿quieres?, creo que aquí hay vasos… puedes echarle algo de tu jugo si quieres, mira toma…-
Joseph Crawford- Mensajes : 248
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: ¿Frío?, yo me encargo...
Le dio risa como Joe intentaba taparla más de lo que de por sí ya estaba tapada. Dejó escapar una pequeña carcajada y hasta exageró muchísimo metiéndose debajo de todo como una casa de campaña aunque cuando entró el tipo no pudo evitar asomarse para ver, como un conejillo. Joe se veía ridículo con la toalla esa. Pearlie esperó a que el tipo se fuera para olvidarse del frío y salir de debajo de las cobijas para ver de cerca lo que traía el carrito, tomando la mitad de uno de los emparedados antes de volver a la cama y meter al menos los pies bajo las mantas. Alargó la mano cuando Joe le dio el jugo y lo miró con ojo crítico.
-Joe, te dije jugo de mangostán, ¡esto es de mango! Nada que ver, lo que yo te pedí es de las Islas Molucas. Te odio.
Le sacó la lengua pero la verdad le daba igual porque el mango también estaba bien. Y hasta terminó soltando una risotada por la tontería de Joe, pasando del vodka y de todo para mejor besarlo lentamente antes de morder el pedazo de sandwich. Tenía unas ganas tremendas de tocarlo pero en una mano tenía la comida y en la otra el jugo. Se acomodó cuando Joe volvió a encender la televión y se dio cuenta de que si comía el sandwich así iba a soltar moronas así que alcanzó la varita que había dejado sobre el buró y conjuró un plato que levitó hasta ellos.
-¿Quieres?
Preguntó embutiéndole el sandwich en la boca, porque si pensaba tomar un montón de vodka más le valía comer. Se quedó con los ojos clavados en la televisión, las piernas recogidas y una necesidad enorme de ver una película. Terminó pidiéndole que le dejara a una donde había dinosaurios; concretamente: unos tipos iban en unos jeeps y se encontraban con dinosaurios, milagro de la vida. Un tipo casi lloraba. Era Jurassic Park, claro, pero ella no lo sabía.
-Ay! Déjale ahí, no le vayas a cambiar como con la película porno. Eso me dolió.
El sandwich sabía bien y como nada más era una mitad, se la devoró en medio segundo. Dejó el plato a un lado y volvió a rodearlo con el brazo. Moría de hambre así que luego de unos cuantos arrumacos más, conjuró hacia ellos una de las rebanadas de pastel.
-¿De qué es esto? Pediste puras cosas poco sanas.
Un montón de azúcar y carbohidratos, eso era lo que Joe había pedido, pero ya qué más daba.
-Abre grande que te voy a dar la mitad de esto.
Le anunció mientras cortaba una buena porción con un tenedor y se lo volvía a meter a la boca a Joe. Sería la última vez de la noche que le iba a hacer esa ridículez de alimentarlo como bebé. Luego de unos cuantos bocados, dejó el plato a un lado, también el jugo y la varita y se le volvió a encimar con todo y que él todavía tenía la botella. No le importaba mucho lo que pasaba con los dinosaurios, solo volverlo a besar, sentir su cuepo cerca y calmar las ansias que le daban verlo sin nada puesto.
-Joe, te dije jugo de mangostán, ¡esto es de mango! Nada que ver, lo que yo te pedí es de las Islas Molucas. Te odio.
Le sacó la lengua pero la verdad le daba igual porque el mango también estaba bien. Y hasta terminó soltando una risotada por la tontería de Joe, pasando del vodka y de todo para mejor besarlo lentamente antes de morder el pedazo de sandwich. Tenía unas ganas tremendas de tocarlo pero en una mano tenía la comida y en la otra el jugo. Se acomodó cuando Joe volvió a encender la televión y se dio cuenta de que si comía el sandwich así iba a soltar moronas así que alcanzó la varita que había dejado sobre el buró y conjuró un plato que levitó hasta ellos.
-¿Quieres?
Preguntó embutiéndole el sandwich en la boca, porque si pensaba tomar un montón de vodka más le valía comer. Se quedó con los ojos clavados en la televisión, las piernas recogidas y una necesidad enorme de ver una película. Terminó pidiéndole que le dejara a una donde había dinosaurios; concretamente: unos tipos iban en unos jeeps y se encontraban con dinosaurios, milagro de la vida. Un tipo casi lloraba. Era Jurassic Park, claro, pero ella no lo sabía.
-Ay! Déjale ahí, no le vayas a cambiar como con la película porno. Eso me dolió.
El sandwich sabía bien y como nada más era una mitad, se la devoró en medio segundo. Dejó el plato a un lado y volvió a rodearlo con el brazo. Moría de hambre así que luego de unos cuantos arrumacos más, conjuró hacia ellos una de las rebanadas de pastel.
-¿De qué es esto? Pediste puras cosas poco sanas.
Un montón de azúcar y carbohidratos, eso era lo que Joe había pedido, pero ya qué más daba.
-Abre grande que te voy a dar la mitad de esto.
Le anunció mientras cortaba una buena porción con un tenedor y se lo volvía a meter a la boca a Joe. Sería la última vez de la noche que le iba a hacer esa ridículez de alimentarlo como bebé. Luego de unos cuantos bocados, dejó el plato a un lado, también el jugo y la varita y se le volvió a encimar con todo y que él todavía tenía la botella. No le importaba mucho lo que pasaba con los dinosaurios, solo volverlo a besar, sentir su cuepo cerca y calmar las ansias que le daban verlo sin nada puesto.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: ¿Frío?, yo me encargo...
-¿Mango?, ¿en serio?. Joder, juraría que le dije al tipo que me trajeran de Mangostán desde las putas islas; le hablaré de nuevo para ponerlo en su lugar-
Me burlé un poco, sonriendo sin poder evitarlo mientras examinaba el envase del jugo, fingiéndome extrañado por el jugo de mango como si de verdad existiera una puta posibilidad de conseguir jugo de… la mierda que la muy tonta había pedido. Luego de eso la besé y le di otro trago a la botella de vodka, volví a sus labios y luego a la botella; y entonces ella me embutió una porción del sándwich que ya se estaba comiendo justo un segundo después de haberme acomodado a su lado.
Era jodidamente graciosa, es decir… no me refiero a que dijera cosas graciosas a propósito y tal, más bien era simplemente divertida por naturaleza. Todos esos gestos, su mirada de niña tonta, su risa escandalosa que seguro se escuchaba en otras habitaciones, toda ella era malditamente encantadora. No sé joder, no sé si era ella todo un estuche de monerías que me mantenía mirándola todo el tiempo, o si yo más bien estaba pasando por una etapa de fascinación ridícula que me tenía de esa forma. Pero estaba bastante bien, todo parecía estar mejor que nunca y quería mantenerlo de ese modo a como diera lugar.
-Por supuesto que no le voy a cambiar, si es Jurasic Park!, es épica. Venga, me extraña que el maravilloso Malik no te la haya mencionado antes. Oooh no no ya sé, seguro a tu buen amigo no le gusta la frutilla comercial de Steven Spileberg, sí… eso debe ser-
Me permití burlarme un poco al respecto, algo de lo que de hecho no me había ocupado ni un poco desde que estábamos juntos. Malik era una de las personas más cercanas que alguien como yo podía tener; y de alguna forma, en algún momento… (en un agujero temporal del que no me había enterado una mierda), él y Pearlie se habían hecho como los mejores amigos, más unidos que los putos Rolling Stones. No pensaba que fuera algo de qué preocuparme, después de todo era Malik… pero bien, no estaba de más estar atento a cualquier cosa.
-Es de Zarzamora tonta, dame un poco-
Me dejé consentir de la forma que ella quisiera, abrí grande la puta boca y trague del jodido pastel aunque realmente no tuviera muchas ganas. Seguimos tragando carbohidratos durante un pequeño rato hasta que de la nada Pearlie dejó a un lado la comida y se me encimó encima mientras yo todavía tenía la botella en mano. Le di otro trago grande, le besé los labios y luego con la mano libre, me estiré hasta robar una porción de la crema batida del pastel y le embarré solo un poco en las tetas. No se confundan, en realidad yo no era mucho de ese tipo de guarradas que la verdad me daban bastante igual, pero con el pastel y sus tetas a la mano era como imposible no hacerlo, solo por puta diversión.
-No me juzgues, tengo la mente muy enferma… tú solo disfruta-
Acerqué mi boca y lamí sus tetas lentamente para quitarle la jodida crema, primero de un lado y luego en el otro, demorando muchísimo tiempo en cada una y saboreando no precisamente la mierda azucarada. Luego la miré a los ojos sonriendo y le ofrecí un poco de mi botella, que hasta el momento la muy nenaza no había probado un solo trago.
Me burlé un poco, sonriendo sin poder evitarlo mientras examinaba el envase del jugo, fingiéndome extrañado por el jugo de mango como si de verdad existiera una puta posibilidad de conseguir jugo de… la mierda que la muy tonta había pedido. Luego de eso la besé y le di otro trago a la botella de vodka, volví a sus labios y luego a la botella; y entonces ella me embutió una porción del sándwich que ya se estaba comiendo justo un segundo después de haberme acomodado a su lado.
Era jodidamente graciosa, es decir… no me refiero a que dijera cosas graciosas a propósito y tal, más bien era simplemente divertida por naturaleza. Todos esos gestos, su mirada de niña tonta, su risa escandalosa que seguro se escuchaba en otras habitaciones, toda ella era malditamente encantadora. No sé joder, no sé si era ella todo un estuche de monerías que me mantenía mirándola todo el tiempo, o si yo más bien estaba pasando por una etapa de fascinación ridícula que me tenía de esa forma. Pero estaba bastante bien, todo parecía estar mejor que nunca y quería mantenerlo de ese modo a como diera lugar.
-Por supuesto que no le voy a cambiar, si es Jurasic Park!, es épica. Venga, me extraña que el maravilloso Malik no te la haya mencionado antes. Oooh no no ya sé, seguro a tu buen amigo no le gusta la frutilla comercial de Steven Spileberg, sí… eso debe ser-
Me permití burlarme un poco al respecto, algo de lo que de hecho no me había ocupado ni un poco desde que estábamos juntos. Malik era una de las personas más cercanas que alguien como yo podía tener; y de alguna forma, en algún momento… (en un agujero temporal del que no me había enterado una mierda), él y Pearlie se habían hecho como los mejores amigos, más unidos que los putos Rolling Stones. No pensaba que fuera algo de qué preocuparme, después de todo era Malik… pero bien, no estaba de más estar atento a cualquier cosa.
-Es de Zarzamora tonta, dame un poco-
Me dejé consentir de la forma que ella quisiera, abrí grande la puta boca y trague del jodido pastel aunque realmente no tuviera muchas ganas. Seguimos tragando carbohidratos durante un pequeño rato hasta que de la nada Pearlie dejó a un lado la comida y se me encimó encima mientras yo todavía tenía la botella en mano. Le di otro trago grande, le besé los labios y luego con la mano libre, me estiré hasta robar una porción de la crema batida del pastel y le embarré solo un poco en las tetas. No se confundan, en realidad yo no era mucho de ese tipo de guarradas que la verdad me daban bastante igual, pero con el pastel y sus tetas a la mano era como imposible no hacerlo, solo por puta diversión.
-No me juzgues, tengo la mente muy enferma… tú solo disfruta-
Acerqué mi boca y lamí sus tetas lentamente para quitarle la jodida crema, primero de un lado y luego en el otro, demorando muchísimo tiempo en cada una y saboreando no precisamente la mierda azucarada. Luego la miré a los ojos sonriendo y le ofrecí un poco de mi botella, que hasta el momento la muy nenaza no había probado un solo trago.
Joseph Crawford- Mensajes : 248
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: ¿Frío?, yo me encargo...
Su boca sabía a vodka, por eso se tomó su tiempo para besarlo, no precisamente porque fuera fanática de las bebidas alcohólica sino más bien por el toque diferente que le daba en ese mismo momento a sus labios. Le frunció los labios cuando empezó a embarrarla de crema pero luego solo lo dejó hacer, especialmente cuando acercó su boca, sin importarle eso de que tuviera la mente muy enferma, tampoco era como si le estuviera haciendo algo extrañísimo difícil de cumplirle o algo así.
Se quedó encima de él y cerró los ojos mientras sentía que llenaba sus pechos de la humedad de su lengua mientras devoraba no solo la crema sino también su carne. Dejó escapar unos cuantos suspiros y aunque mantuvo por momentos los ojos cerrados, pero también le gustaba la visión de él lamiendo sus pechos, así que era imposible no mirarlo. Acarició un poco su cabello, su nuca y parte de su espalda mientras lo hacía. Sentía que de verdad iban a estar juntos, que no iba a haber nada que se interpusiera, no se ponía a pensar en el montón de obstáculos probables que sí que existían en el día a día.
Cuando vio su sonrisa, luego de que terminara, no le quedó más que tomar la botella que le ofrecía y darle un modesto trago, que le quemó muchísimo la garganta. Le dio un segundo trago y le regresó la botella antes de inclinarse a besarlo. Se sentía de nuevo muy húmeda, pero no lo iba a presionar. Además seguían los dinosaurios en la tele. Se le quitó de encima casi a regañadientes y se volvió a recargar en su pecho.
Ah claro, había ignorado completamente el comentario sobre Malik por dos razones: uno, porque había empezado a lamer sus pechos y ¿quién se podía concentrar con eso? Y dos, porque claro que había tenido un centelleo de paranoia, uno chico. Pero luego, al meditarlo, se dio cuenta de que era una estupidez.
-Esta película parece más como algo que pondría Finnerty. Una vez en su casa vimos una cosa horrible, El Exorcista, fue espantoso en serio. No pude ni dormir. Justo unas noches antes de que tú y yo nos hiciéramos novios.
Acarició su pecho y soltó un suspiro, parecía que habían pasado años desde eso pero en realidad era poco más de un mes. Se incoporó un poco para besar sus labios y mordisquearle un poco el labio inferior, mientras lo seguía tocando, incapaz de mantener las manos quietas.
-Por eso propuso ponerle Pazuzu al bebé porque se la pasó molestándome con que por inocente se me iba a meter el diablo. Pero ya no corro peligro de eso ahora que me follaste.
Se quedó encima de él y cerró los ojos mientras sentía que llenaba sus pechos de la humedad de su lengua mientras devoraba no solo la crema sino también su carne. Dejó escapar unos cuantos suspiros y aunque mantuvo por momentos los ojos cerrados, pero también le gustaba la visión de él lamiendo sus pechos, así que era imposible no mirarlo. Acarició un poco su cabello, su nuca y parte de su espalda mientras lo hacía. Sentía que de verdad iban a estar juntos, que no iba a haber nada que se interpusiera, no se ponía a pensar en el montón de obstáculos probables que sí que existían en el día a día.
Cuando vio su sonrisa, luego de que terminara, no le quedó más que tomar la botella que le ofrecía y darle un modesto trago, que le quemó muchísimo la garganta. Le dio un segundo trago y le regresó la botella antes de inclinarse a besarlo. Se sentía de nuevo muy húmeda, pero no lo iba a presionar. Además seguían los dinosaurios en la tele. Se le quitó de encima casi a regañadientes y se volvió a recargar en su pecho.
Ah claro, había ignorado completamente el comentario sobre Malik por dos razones: uno, porque había empezado a lamer sus pechos y ¿quién se podía concentrar con eso? Y dos, porque claro que había tenido un centelleo de paranoia, uno chico. Pero luego, al meditarlo, se dio cuenta de que era una estupidez.
-Esta película parece más como algo que pondría Finnerty. Una vez en su casa vimos una cosa horrible, El Exorcista, fue espantoso en serio. No pude ni dormir. Justo unas noches antes de que tú y yo nos hiciéramos novios.
Acarició su pecho y soltó un suspiro, parecía que habían pasado años desde eso pero en realidad era poco más de un mes. Se incoporó un poco para besar sus labios y mordisquearle un poco el labio inferior, mientras lo seguía tocando, incapaz de mantener las manos quietas.
-Por eso propuso ponerle Pazuzu al bebé porque se la pasó molestándome con que por inocente se me iba a meter el diablo. Pero ya no corro peligro de eso ahora que me follaste.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: ¿Frío?, yo me encargo...
Había seguido lamiéndole las tetas un buen rato después de que la crema batida hubiera dejado de existir en la superficie de su piel, y es que no se podía hacer otra cosa que no fuera ponerle toda la atención merecida a ese par de preciosas, firmes y suaves tetas de las que ya me imaginaba disfrutando durante bastante tiempo. En ese momento ni siquiera me imaginaba que dentro de poco tiempo las cosas se iban a poner medio feas, pero para qué adelantarnos.
Me reí un poco al ver los gestos que hacía al darle el primer trago a la botella de vodka, aunque la muy borracha no dudara en darle un segundo con bastante profundidad. Luego la besé y poco falto para que mi sexo comenzara a desear esconderse de nuevo dentro de su coño, pero antes de que pasara cualquier cosa fue ella la que se quitó de encima para colocarse de nuevo a mi lado, y ves a los malditos dinosaurios.
-¿De verdad?, joder sí me lo imaginaba por lo de pazuzu, pero no creí que tuvieras el estómago para ver eso. ¿Te gustó?, es buenísima joder… recuerdo que la primera vez que la vi tenía como cinco años, y tarde semanas en poder dormir de forma decente sin que ya sabes… esa puta niña horrible apareciera entre mis pesadillas.-
No crean que mi madre era una demente que le dejaba ver esas mierdas a su niño de cinco años. No, sucedía que tanto ella como Miller eran más bien medio distraídos, y a pesar de que me habían pedido quedarme encerrado y tal, uno a las cinco es muy curioso… y bueno, que me había tragado toda la película ahí parado en la entrada de la sala con las uñas enterradas a la almohada. Luego Cherry se daría cuenta de mi presencia pero ya en los putos créditos, o sea ya un poco tarde.
-Ahora que te follé se solucionaron todos tus problemas. ¿Lo ves?, solo necesito hacerlo otras cuatro veces en lo que resta de la noche y ya ni te vas a acordar de nada traumático que haya sucedido en tu infancia. Llámalo… “el milagro Crawford”-
Bebí más del vodka y la volví a besar, reaccionando involuntariamente a las caricias de sus labios y de sus manos. La mía, la que no sostenía la botella, también buscaba pasearse por su vientre, sus piernas y sus muslos, algo que por supuesto no podía detener por más que acabáramos casi de follar. De hecho, podría decirse que ya estaba más que listo para volver a hacerlo, y busqué dejar la botella en el pequeño buró para volver a besarla y rodearla con mi brazo, aun en esa posición que ya me daba alguna idea de lo que quería hacer en ese momento.
La seguí besando y solo acomodé mi cuerpo de forma lateral, haciendo que ella mantuviera la posición de su espalda pegada a la cama para luego hacer que la mitad inferior de mi cuerpo buscara quedar debajo de sus piernas. Era un nuevo ángulo y de esa forma también tendría la posibilidad de tener prácticamente todo su cuerpo al alcance. Volví a besarla y a tocar sus tetas mientras movía mis caderas de tal forma que ella adivinara mis intenciones y ayudara un poco a culminar ese movimiento.
Me reí un poco al ver los gestos que hacía al darle el primer trago a la botella de vodka, aunque la muy borracha no dudara en darle un segundo con bastante profundidad. Luego la besé y poco falto para que mi sexo comenzara a desear esconderse de nuevo dentro de su coño, pero antes de que pasara cualquier cosa fue ella la que se quitó de encima para colocarse de nuevo a mi lado, y ves a los malditos dinosaurios.
-¿De verdad?, joder sí me lo imaginaba por lo de pazuzu, pero no creí que tuvieras el estómago para ver eso. ¿Te gustó?, es buenísima joder… recuerdo que la primera vez que la vi tenía como cinco años, y tarde semanas en poder dormir de forma decente sin que ya sabes… esa puta niña horrible apareciera entre mis pesadillas.-
No crean que mi madre era una demente que le dejaba ver esas mierdas a su niño de cinco años. No, sucedía que tanto ella como Miller eran más bien medio distraídos, y a pesar de que me habían pedido quedarme encerrado y tal, uno a las cinco es muy curioso… y bueno, que me había tragado toda la película ahí parado en la entrada de la sala con las uñas enterradas a la almohada. Luego Cherry se daría cuenta de mi presencia pero ya en los putos créditos, o sea ya un poco tarde.
-Ahora que te follé se solucionaron todos tus problemas. ¿Lo ves?, solo necesito hacerlo otras cuatro veces en lo que resta de la noche y ya ni te vas a acordar de nada traumático que haya sucedido en tu infancia. Llámalo… “el milagro Crawford”-
Bebí más del vodka y la volví a besar, reaccionando involuntariamente a las caricias de sus labios y de sus manos. La mía, la que no sostenía la botella, también buscaba pasearse por su vientre, sus piernas y sus muslos, algo que por supuesto no podía detener por más que acabáramos casi de follar. De hecho, podría decirse que ya estaba más que listo para volver a hacerlo, y busqué dejar la botella en el pequeño buró para volver a besarla y rodearla con mi brazo, aun en esa posición que ya me daba alguna idea de lo que quería hacer en ese momento.
La seguí besando y solo acomodé mi cuerpo de forma lateral, haciendo que ella mantuviera la posición de su espalda pegada a la cama para luego hacer que la mitad inferior de mi cuerpo buscara quedar debajo de sus piernas. Era un nuevo ángulo y de esa forma también tendría la posibilidad de tener prácticamente todo su cuerpo al alcance. Volví a besarla y a tocar sus tetas mientras movía mis caderas de tal forma que ella adivinara mis intenciones y ayudara un poco a culminar ese movimiento.
Joseph Crawford- Mensajes : 248
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: ¿Frío?, yo me encargo...
Se tuvo que reír por su tontería del milagro Crawford y aliviar sus traumas de la niñez. Y también lo tuvo que besar de nuevo. Le gustaba que la siguiera acariciando, ella tampoco podía quitarle las manos de encima pero comenzaba a temer que de verdad quisiera follar toda la noche, porque no estaba muy segura de que fuera a poder hacer eso. Lo miró con curiosidad y sin decir nada mientras él se acomodaba de forma bastante rara. Volvió a fruncir el ceño mirándolo con atención y esperando sus instrucciones, que esta vez fueron todas con lenguaje corporal. Frunció también los labios y no le quedó más que seguir el instinto para acomodarse. Al final se le hacía difícil pero de nuevo se sorprendió de lo distinto que se sentía tenerlo dentro en esa posición.
-¿Y qué se supone que tengo que hacer ahora, chico listo? Siento que estás todo incómodo.
Y a ella le daba un montón de miedo hacer cualquier movimiento osado. Se mordió los labios, mantuvo el ceño fruncido y trató de moverse esperando cualquier fatalidad. De verdad, sentía que lo iba a lastimar. Tenía su boca cerca, pero de todos modos, por ejemplo, encontraba complicado voltear a verlo y besarlo, aunque lo hizo igual, solo para comprobar el alcance. Suponía que era cosa de práctica.
Lo que sí notó fue lo fácil que era que él la tocara. Y no estaba hablando de cualquier zona de su cuerpo en general, sino que le buscó la mano y lo hizo llevarla hasta su sexo, pidiéndole que la tocara; él sabía perfectamente cómo, lo habían hecho ya bastante mientras habían esperado a que se consumara todo eso, como preámbulo para sobrevivir el día con día.
Y apenas sintió los primeros espasmos de sus caricias y los primeros movimientos de Joe, empezó a moverse perdiendo el miedo a las desgracias o a lastimarlo. ¿Por qué?, pues resultaba que el toque de sus dedos en ese punto único se sentía tan bien que era imposible no arquear un poco la espalda y mover la cadera buscando más, como si buscara saciarse más y más.
-Joe no…espera…esto no está bien.
Luego de la frase soltó un par de gemidos involuntarios. Era todo lo contrario, ni siquiera sabía por qué razón le daba por decir esas frases que parecían querer detenerlo o que denotaban culpa cuando lo único que pasaba era que su cuerpo se sobrecalentaba y que el cosquilleo volvía, y que todas las sensaciones eran cada vez más disfrutables, más deliciosas y más suyas entre más las iba reconociendo.
-Solo no dejes de tocarme y...no no, te odio, otra vez vas a interrumpirme para ponerte esa cosa.
-¿Y qué se supone que tengo que hacer ahora, chico listo? Siento que estás todo incómodo.
Y a ella le daba un montón de miedo hacer cualquier movimiento osado. Se mordió los labios, mantuvo el ceño fruncido y trató de moverse esperando cualquier fatalidad. De verdad, sentía que lo iba a lastimar. Tenía su boca cerca, pero de todos modos, por ejemplo, encontraba complicado voltear a verlo y besarlo, aunque lo hizo igual, solo para comprobar el alcance. Suponía que era cosa de práctica.
Lo que sí notó fue lo fácil que era que él la tocara. Y no estaba hablando de cualquier zona de su cuerpo en general, sino que le buscó la mano y lo hizo llevarla hasta su sexo, pidiéndole que la tocara; él sabía perfectamente cómo, lo habían hecho ya bastante mientras habían esperado a que se consumara todo eso, como preámbulo para sobrevivir el día con día.
Y apenas sintió los primeros espasmos de sus caricias y los primeros movimientos de Joe, empezó a moverse perdiendo el miedo a las desgracias o a lastimarlo. ¿Por qué?, pues resultaba que el toque de sus dedos en ese punto único se sentía tan bien que era imposible no arquear un poco la espalda y mover la cadera buscando más, como si buscara saciarse más y más.
-Joe no…espera…esto no está bien.
Luego de la frase soltó un par de gemidos involuntarios. Era todo lo contrario, ni siquiera sabía por qué razón le daba por decir esas frases que parecían querer detenerlo o que denotaban culpa cuando lo único que pasaba era que su cuerpo se sobrecalentaba y que el cosquilleo volvía, y que todas las sensaciones eran cada vez más disfrutables, más deliciosas y más suyas entre más las iba reconociendo.
-Solo no dejes de tocarme y...no no, te odio, otra vez vas a interrumpirme para ponerte esa cosa.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: ¿Frío?, yo me encargo...
Cerré los ojos al sentirme entrar de nuevo en ella, pero luego los abrí casi de inmediato al no quererme perder un solo detalle tanto de ella como de lo que sucedía. La tomé del hombro para poder moverme hacia arriba y hacer la penetración un poco más profunda, y luego le sonreí al notar cierta incomodidad de su parte, como si dudara algo respecto a lo que estábamos haciendo. Estuve a punto de decirle algo como “Tranquila, todavía no has probado otras posiciones que si son extrañas. Tiempo al tiempo”, pero no joder… eso no se decía.
-Ni incómodo ni nada, estoy mejor que nunca. ¿Tú estás incomoda?, si quieres me quito-
Ni incómoda ni leches, no podía estarlo con mi sexo hasta el fondo de su coño; y menos lo estaría momentos después cuando ella misma encontrara el ritmo adecuado a sus movimientos; que aunque fuera una primeriza y lo que quieran, hasta ahora lo había encontrado bastante rápido y bastante bien. Hice lo propio, adelantando mis caderas lo que la posición me lo permitía pero siendo presa más bien de sus condiciones, de lo que ella deseara y del modo que quisiera que fuera. Mis manos comenzaron a recorrerle el cuerpo y luego ella misma, de nuevo, me guio hasta su sexo para que pudiera tocarlo al mismo tiempo que me la follaba. Eso hice, acaricia con un par de dedos muy lentamente, apenas de forma superficial y utilizando la humedad de su coño para que todo fuera mucho más fluido.
-¿Ya ves?, se siente bien ¿verdad?-
Me burlé un poco mientras la seguía tocando y mis ojos se llenaban con la manera en que su espalda se arqueaba y sus labios soltaban pequeños gemidos a causa de todo. Luego escuché decirle que no estaba bien, pero su cuerpo decía y expresaba exactamente todo lo contrario a lo que salía de su boca, algo a lo que ya me estaba acostumbrando a tomar como una simple reacción a todas las sensaciones que se escalonaban una tras otra en su interior. Eso estaba bien, demasiado bien como para quejarse dijera lo que dijera.
-Si lo haré, pero no ahora… solo piensa en esto que sientes-
En efecto, en algún momento tendría que interrumpir todo antes de seguir jugando a hacerme el muy listo. Pero por ahora solo quería seguir contemplando su rostro, mover su pierna y poder visualizar directamente la forma en la que mi sexo se deslizaba dentro de su coño, suavemente entre toda esa humedad que ya era bastante. Busqué besarla, tomar sus tetas, tocarla de nuevo y sentir absurdamente que sería capaz de retenerla a mi lado tan solo con eso.
-Ni incómodo ni nada, estoy mejor que nunca. ¿Tú estás incomoda?, si quieres me quito-
Ni incómoda ni leches, no podía estarlo con mi sexo hasta el fondo de su coño; y menos lo estaría momentos después cuando ella misma encontrara el ritmo adecuado a sus movimientos; que aunque fuera una primeriza y lo que quieran, hasta ahora lo había encontrado bastante rápido y bastante bien. Hice lo propio, adelantando mis caderas lo que la posición me lo permitía pero siendo presa más bien de sus condiciones, de lo que ella deseara y del modo que quisiera que fuera. Mis manos comenzaron a recorrerle el cuerpo y luego ella misma, de nuevo, me guio hasta su sexo para que pudiera tocarlo al mismo tiempo que me la follaba. Eso hice, acaricia con un par de dedos muy lentamente, apenas de forma superficial y utilizando la humedad de su coño para que todo fuera mucho más fluido.
-¿Ya ves?, se siente bien ¿verdad?-
Me burlé un poco mientras la seguía tocando y mis ojos se llenaban con la manera en que su espalda se arqueaba y sus labios soltaban pequeños gemidos a causa de todo. Luego escuché decirle que no estaba bien, pero su cuerpo decía y expresaba exactamente todo lo contrario a lo que salía de su boca, algo a lo que ya me estaba acostumbrando a tomar como una simple reacción a todas las sensaciones que se escalonaban una tras otra en su interior. Eso estaba bien, demasiado bien como para quejarse dijera lo que dijera.
-Si lo haré, pero no ahora… solo piensa en esto que sientes-
En efecto, en algún momento tendría que interrumpir todo antes de seguir jugando a hacerme el muy listo. Pero por ahora solo quería seguir contemplando su rostro, mover su pierna y poder visualizar directamente la forma en la que mi sexo se deslizaba dentro de su coño, suavemente entre toda esa humedad que ya era bastante. Busqué besarla, tomar sus tetas, tocarla de nuevo y sentir absurdamente que sería capaz de retenerla a mi lado tan solo con eso.
Joseph Crawford- Mensajes : 248
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: ¿Frío?, yo me encargo...
Sí que se sentía bien, demasiado bien. No le costaba imaginarse acostumbrándose a todo eso. En ese instante estaba perdiendo un poco la noción de lo que tenía a su alrededor, dejando el cuerpo de Joe y lo que sentía como lo único que estaba presente, lo único en lo que valía la pena tener su atención. Su respiración era cada vez más irregular y sus ansias de saciarse la llevaban a aumentar el ritmo sin pensárselo mucho.
Por un momento sus gemidos se hicieron más regulares, más obvios. Una de sus manos le ordenaba cómo tocarla, aunque no era como si Joe necesitara guías u órdenes. La otra solamente se aferraba a él, a sus brazos, a la piel de su rostro, y sino, se tocaba a ella misma, recorriendo sus pechos, su abdomen, sus muslos. En ese momento sentía que todo lo que pasaba era solo para su propio placer, aunque sabía que no era cierto del todo.
-Joe…Joe, ya no puedo más…
En ese momento preciso no ponía en perspectiva lo afortunada que era, lo dedicado que él era y lo mucho que esa primera experiencia con un chico superaba cualquier expectativa. Carecía de punto de comparación, pero no lo necesitaba. Lo que sentía, era demasiado bueno y ya. Y era completamente suyo. Él era suyo.
Sentía que explotaba, que ardía, que se estaba deshaciendo por dentro, que de verdad no podía más y estaba a punto del desmayo, o algo así. Seguía moviendo la cadera, apoyándose en la cintura para el movimiento, ejerciendo presión desde ahí, aferrándose a las sábanas revueltas bajo la cama, mordiéndose los labios cuando sentía que sus gemidos eran demasiado fuertes.
No sabía si él se daba perfecta cuenta cuando se corría o cuando no, pero en ese momento de nuevo volvía a sentir ese remolino de sensaciones poderosas y profundas. No quería que saliera de ella nunca, aunque sabía que ese era un deseo imposible, de locos.
-Tócame más.
Por un momento sus gemidos se hicieron más regulares, más obvios. Una de sus manos le ordenaba cómo tocarla, aunque no era como si Joe necesitara guías u órdenes. La otra solamente se aferraba a él, a sus brazos, a la piel de su rostro, y sino, se tocaba a ella misma, recorriendo sus pechos, su abdomen, sus muslos. En ese momento sentía que todo lo que pasaba era solo para su propio placer, aunque sabía que no era cierto del todo.
-Joe…Joe, ya no puedo más…
En ese momento preciso no ponía en perspectiva lo afortunada que era, lo dedicado que él era y lo mucho que esa primera experiencia con un chico superaba cualquier expectativa. Carecía de punto de comparación, pero no lo necesitaba. Lo que sentía, era demasiado bueno y ya. Y era completamente suyo. Él era suyo.
Sentía que explotaba, que ardía, que se estaba deshaciendo por dentro, que de verdad no podía más y estaba a punto del desmayo, o algo así. Seguía moviendo la cadera, apoyándose en la cintura para el movimiento, ejerciendo presión desde ahí, aferrándose a las sábanas revueltas bajo la cama, mordiéndose los labios cuando sentía que sus gemidos eran demasiado fuertes.
No sabía si él se daba perfecta cuenta cuando se corría o cuando no, pero en ese momento de nuevo volvía a sentir ese remolino de sensaciones poderosas y profundas. No quería que saliera de ella nunca, aunque sabía que ese era un deseo imposible, de locos.
-Tócame más.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: ¿Frío?, yo me encargo...
En algún momento el movimiento de sus caderas adquirió un ritmo tan jodidamente preciso y perfecto, que me fue difícil entender por un instante el cómo era posible que fuera capaz de hacerlo de forma tan natural. No lo podía creer, es decir, un segundo antes de sentir esas peligrosas corrientes atacar todo mi sistema, había estado perfectamente bien, entero, pensando en que era capaz de estar de esa forma durante horas.
Por voluntad no pasaba, pero estar demasiado tiempo recibiendo el movimiento de sus caderas y poder visualizar la manera en la que su coño se comía suavemente mi sexo entre toda esa humedad que emanaba de esa conexión, resultaba tan jodidamente desconcertante que me odié a mi mismo por no tener una puta cámara de video a la mano y grabarlo absolutamente todo.
No me quedaba más que guardarlo todo en mi cabeza y tener presente que si en su primera noche era capaz de todo eso, lo que me esperaba para el futuro lucía más que prometedor. La chica me iba a volver completamente loco; y en efecto, eventualmente mi estado mental recibiría el castigo de la nula mesura de su belleza y de un montón de cosas más que venían en el paquete de Pearlie Burroughs. Mi mano seguía buscando tocar su coño de forma delicado, algo completamente contrario a lo que sucedía con mis caderas que a cada segundo buscaban romper más el ritmo pausado y buscar con más intensidad la delicia de su interior.
Por su puesto que era capaz de darme cuenta de cuando se corría, a menos de que todas esas reacciones y los gestos de su rostro y los gemidos no fueran más que una mentira. No lo eran, me aferré a la carne de sus caderas cuando supe que la chica se estaba corriendo, y ver eso de forma tan cercana, tenerlo tan al alcance de mi mano y de mis ojos, provocó de inmediato que todas esas sensaciones se unificaran en un solo punto.
-Me voy a venir, Felicia te voy a llenar… voy a llenar tu coñito…-
No estaba bien, dejarme llevar solo significaba poner en riesgo todo y sin embargo en ese instante ya no importaba más que una mierda, y algunos segundos después de que ella comenzara a reaccionar espasmódicamente a su propio placer, yo mismo me vencí en un solo gemido largo y profundo mientras mis caderas seguían moviéndose y dejaban ir todo dentro de su coño; absolutamente todo hasta llenarlo y hacerlo mío de esa otra forma que no me hacía parecer menos que un vil cabrón.
Por voluntad no pasaba, pero estar demasiado tiempo recibiendo el movimiento de sus caderas y poder visualizar la manera en la que su coño se comía suavemente mi sexo entre toda esa humedad que emanaba de esa conexión, resultaba tan jodidamente desconcertante que me odié a mi mismo por no tener una puta cámara de video a la mano y grabarlo absolutamente todo.
No me quedaba más que guardarlo todo en mi cabeza y tener presente que si en su primera noche era capaz de todo eso, lo que me esperaba para el futuro lucía más que prometedor. La chica me iba a volver completamente loco; y en efecto, eventualmente mi estado mental recibiría el castigo de la nula mesura de su belleza y de un montón de cosas más que venían en el paquete de Pearlie Burroughs. Mi mano seguía buscando tocar su coño de forma delicado, algo completamente contrario a lo que sucedía con mis caderas que a cada segundo buscaban romper más el ritmo pausado y buscar con más intensidad la delicia de su interior.
Por su puesto que era capaz de darme cuenta de cuando se corría, a menos de que todas esas reacciones y los gestos de su rostro y los gemidos no fueran más que una mentira. No lo eran, me aferré a la carne de sus caderas cuando supe que la chica se estaba corriendo, y ver eso de forma tan cercana, tenerlo tan al alcance de mi mano y de mis ojos, provocó de inmediato que todas esas sensaciones se unificaran en un solo punto.
-Me voy a venir, Felicia te voy a llenar… voy a llenar tu coñito…-
No estaba bien, dejarme llevar solo significaba poner en riesgo todo y sin embargo en ese instante ya no importaba más que una mierda, y algunos segundos después de que ella comenzara a reaccionar espasmódicamente a su propio placer, yo mismo me vencí en un solo gemido largo y profundo mientras mis caderas seguían moviéndose y dejaban ir todo dentro de su coño; absolutamente todo hasta llenarlo y hacerlo mío de esa otra forma que no me hacía parecer menos que un vil cabrón.
Joseph Crawford- Mensajes : 248
Fecha de inscripción : 08/09/2012
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