luego de la guerra de comida.

O Charles en verdad no entendía cómo es que costumbres tan infantiles como la guerra de comida aun tenía lugar en Brigantia, o es que no quería asumir que se estaba volviendo un viejo amargado. Pero como fuera, al ver el primer vaso de jugo ser arrojado y la segunda cucharada de puré lanzada sobre alguien, sin dilaciones tomó su plato, robó la jarra de vino más cercana y se largó de allí.

Tomando las grutas por irse a su dormitorio, se figuró la idea de terminar en cama un viernes a las 8 de la noche, y supo que era de lo más patético para solo tener 21. No, él no era un amargado… O si, pero trataría de disimularlo o aplazarlo lo más posible. Tomando otro túnel se fue directo al lago. Al menos hacer de cuenta que no desperdiciaba la noche del viernes como un viejo gruñón, con la escusa de que estaba al aire libre con un vino, dispuesto a socializar o al menos a divagar borracho mirando las estrellas. Cualquier idiotez con tal de no aguarse el mismo la noche.

A orillas del lago y dejando el plato de comida y la jarra a un lado, se quitó los zapatos, las medias, para meter las patas en el agua tibia que emanaba vapores extraños. Y fue a comer su cena cuando notó que todo su chaleco tejido estaba manchado de puré ajeno – Puta madre – El insulto amargo. Se quitó el chaleco y con esto más puré fue a parar a su cabello sin darse cuenta. Ahora si, puso el plato en sus rodillas y se dispuso a comer la carne aquella que hasta fría ya estaba y a darle un buen trago al vino directo de la jarra.

-que loco soy-… se dijo a si mismo, reprochándose que lo más divertido que había hecho en la semana, era tomar de la jarra, escapándosele una gota por la comisura de los labios, en vez de en una copa.

Era viernes y gracias al cielo el entrenamiento ya había terminado. Como siempre, me había demorado en los vestidores para arreglarme como una persona decente y ya me había duchado cuando se abrió la puerta del armario por que algún incauto no la había cerrado del todo. La iba a cerrar, no me afectaba en nada, pero estaba a medio emparejar cuando me apeteció subirme de nuevo. Nunca me cansaba de jugar quidditch, aunque mi cuerpo estuviese arrastrándose.

Agarre ropa deportiva, el último juego que me quedaba limpio y mi sudadera por que hacía frío. Después de vestirme tomé mi escoba y me dirigí al lago. Todavía eran limitadas las salidas que teníamos en Brigantia y la verdad, prefería salirme el sábado en la noche para ir a cualquier lugar y pasar todo el domingo en mi casa, pero había muchos otros que se iban desde el viernes y llegaban el domingo en la mañana.

Me gustaba volar sobre el lago por que sus riachuelos soltaban humo y podía practicar con mi snitch de entrenamiento (se escondía y era más difícil de encontrar).

Cuando llegué me encontré con que Charles estaba ahí mojándose los pies y con algo en su regazo, después descubrí que era su comida. Me acerqué justo cuando le daba por hablar solo, a mi también últimamente se me estaba haciendo costumbre.

¿Estas loquito o que? –le pregunté sentándome a su lado y dejando junto a mi la escoba y le puse la mano en la frente para ver si no tenía fiebre o algo, pero mi mano se embarro de algo pastoso-. Ewww, ¿por qué tienes comida en el cabello… y en la ropa? Qué barbaro, nadie me dijo que había que enseñarte a comer.

De seguro se iba a enojar pero no me importaba por que me había dado asco y me limpié con su suéter. Me pregunté que rayos había estado haciendo como para terminar así.

Tragó bocado antes de girarse a ver quien venía, una cosa era ser descubierto hablando solo y otra hacer lo mismo con el condimento de estar a boca llena - estoy...- empezó a comentar dejando el plato a un lado mirando como Heard se sentaba del otro para tomarle la temperatura. Charles también sintió algo extraño y de inmediato llevó su propia mano a la frente para verificar. - que.. diablos? - Espetó indignado alejando y acercándose la mano al rostro como los viejos que intentan leer el periódico sin anteojos.

- a mi no. a los infantes que se les dio por iniciar guerra de comida en el comedor. - contestó con algo de mal humor en la voz, aun sosteniendo la palma en el aire porque no sabía donde mierda limpiarse, ni cuan embadurnado estaba. - Tu no estabas en el comedor? - Giró a verla nuevamente, empezando a sonreír de lado... Donde habría estado la muchacha si no comiendo donde se debía?. Como fuera no era asunto suyo...- Debo decir que te perdiste una interesantísima batalla de puré de calabaza y jugo de arándanos. - ironizó, negando con el rostro volviéndose a ver la mano, y volviendo a repasarse el cabello para verificar hasta donde llegaba el desastre.

Mierda, mierda, mierda... No era una maniático de la limpieza, pero lo dicho, se sentía muy viejo y muy amargo como para llevar con gusto comida en las ropas. - disculpa - dijo a modo de permiso, y se incorporó para a dos manos jalarse desde atrás la camisa y quitársela sin desabotonar por la cabeza, dejando su espalda huesuda a la vista de Marianne - tu que hacías en vez de cenar con todos nosotros? - preguntó a la chica arrojando la prenda a donde debía estar su chaleco sucio también ( y no se enojaba con ella por que se limpiase en su ropa, es más le hubiera aconsejado eso si no fuera porque ella se tomaba sus propias libertades), acuchillándose a la orilla del lago para primero lavarse las manos y luego tirarse agua al cabello y el rostro.

Se podría decir que Bettina era una de las infantes que había empezado la guerra de comida, aunque en realidad ella solo había respondido a la provocación con un proyectil de betún de chocolate contestando con un wingardium leviosa a la sopa de mariscos que había cerca de la puerta para lanzarlo hacia su agresora de regreso. Un poco de salpicón extra a gente que no la debía ni la temía, pero que tampoco eran unos locos de atar que se enojaban con cualquier cosa, había bastado para que todo se volviera un caos muy bonito.

Cuando Bettina llegó a la zona del lago donde estaban Marianne y Charles, con la misma intención de quitarse de encima los restos de jugo de arándano, crema de calabaza y betún de chocolate, iba todavía con mucha risa contenida. El comedor había quedado hecho un auténtico asco y ya los habían corrido de ahí a todos para que se pudiera limpiar. Como las duchas de chicas de su facultad estarían a reventar, Bettina decidió mejor ir al lago a darse un baño rápido para no andar pegajosa hasta que tuviera espacio para una ducha en condiciones.

Al reconocer al chico de la biblioteca levantó las dos cejas a modo de saludo y reconocimiento, luego le dedicó una sonrisa. La otra chica le sonaba de algo pero no sabía de qué y solo le sonrió nada más.

Al parecer el chico de la biblioteca tenía las mismas intenciones que ella. -A ver si en nada no se llena aquí, porque las duchas de las facultades van a estar a reventar.-Bettina no parecía indignada, sino todavía divertida. Sin pudor empezó a quitarse la falda que llevaba y después la blusa. Y sin pudor iba a seguir con lo demás, pero no le dieron muchas ganas de incomodar a la rubia.

Metió un pie al lago para comprobar la temperatura y luego el otro. -¿Qué? ¿Ustedes también se vieron afectados por el mal comportamiento del alumnado en el comedor?-Chasqueó la lengua y dejó sus cosas por ahí. Los sólidos ya se los había quitado de encima así que no contaminaría el lago o terminaría matando a alguna especie inocente por envenenamiento o por ahogarse con un pedazo de pan tostado. Además decían que era muy mágico, tal vez desaparecía la suciedad sin rastros.

¿Una guerra de comida en el comedor? Oh, por favor, estaba rodeada de niños, eso pasaba, además de liberales y todo, Brigantia estaba llena de inmaduro con complejo de niño eterno o algo por el estilo. Podía tomarme muchísimos shots de lo que sea, emborracharme con ellos, salir y festejar sin problema, siempre y cuando no implicara suciedad. No era muy quisquillosa con la limpieza pero si con mi higiene personal, no soportaba estar sucia y eso que entrenaba en el campo de quidditch la mayor parte del día. Supongo que él debía compartir mi opinión por que no lo vi muy contento, ¿quién lo estaría?

Y qué suerte, entonces tú te perdiste un ataque de histeria de esos que solo Marianne Heard tiene –si, siempre hablaba de mí en tercera persona. Negué con la cabeza-. No, yo estaba en los vestidores por que siempre se me hace… ¿qué estas haciendo, loco?

Estaba a punto de comentarle que nunca alcanzaba a llegar a tiempo al comedor por que a la hora que servían lo bueno yo siempre estaba en los vestidores poniéndome decente y siempre terminaba comiendo hamburguesas o una ensalada en la cafetería cuando se quitó la camisa. Me reí por que no me quedó más remedio, aquello era ilógico. ¿Qué persona en sus cinco sentidos se quedaría así en pleno y frío otoño? Nadie, por muy calientes que estuvieran los vapores de las aguas termales.

Ah si, te decía… es que se me hizo tarde en los vestidores. ¿No tienes frío? Tapate, Charles, te va a dar un resfriado o algo –sabía que sonaba como señora y eso me hacía gracia, pero lo estaba diciendo en serio.

En eso llegó Bettina y le sonreí, al parecer ella sí había sobrevivido a la guerra de comida o, al menos, se había podido defender, pero ya que la vi bien me di cuenta de que tenía hasta betún en el cabello.

No yo no, de hecho le decía a Charles que me quedé en los vestidores. ¿Cómo quedaron ellos? Espero que peor, por que los dos lucen terrible