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Luego del batazo, mil años después.
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Luego del batazo, mil años después.
Markus había decidido ya dejar de torturarse tanto con la supuesta racha de mala suerte que lo había estado asolando durante el último par de meses. Todo comenzó con lo de la fiesta de Finnerty, pasando por el vociferador que su madre le envió por accidente y terminando con su cita abandonándolo en el baile por ir a montarse un trío lésbico. Y eso sin pensar mucho en la cantidad de veces que había fallado su varita, las enfermedades mágicas y aquella ocasión en la que confundieron sus exámenes de sangre con los de un tal Marcus Weird y le dijeron erróneamente que tenía una extraña rama de gonorrea que solo tienen los dragones. Nunca se molestó en averiguar quién sería el tal Marcus Weird, le daba algo de miedo.
Así, con aquella mentalidad positiva y todo eso, Markus decidió que ya sería hora de hablar con Pearlie de lo que pasó aquella noche. No había sido gran cosa, si se le veía desde cierta perspectiva, el asunto había muerto bastante pronto. Sin embargo, la vergüenza que lo azotó por semanas después de aquello no fue tan fácil de olvidar. No podía creer como había sido capaz de humillarse tanto y de tantas maneras. De no ser porque los Abadeer le ayudaron a llegar a casa no tenía idea de que habría sido de él.
Pero bueno, lo importante era que ya lo había dejado atrás, igual que había dejado atrás lo del vociferador o que Andrea lo plantara por irse con Angelique y Elizabeth... Maldito fuera el que adulteró esas bebidas. Como fuera, por como habían terminado las cosas esa noche Markus no fue capaz de entregarle su regalo a Pearlie. Sí, iba a darle su regalo de cumpleaños después de todo. No esperaba una disculpa de la chica, a quien no le había dirigido la palabra después de los confusos sucesos de aquella noche, sino que simplemente quería recuperarla como amiga. Había escuchado muchas cosas de ella y Aquila en las pasadas semanas y necesitaba comprobar que tan ciertas eran, después de todo.
Francamente, esperaba que al menos la cuarta parte de esas cosas no fuesen ciertas.
Había visto a Pearlie entrar al bar unos minutos antes, y suponiendo que la chica estaría ahí un rato, fue rápidamente a su habitación a buscar la cajita del regalo. Al entrar luego al bar la vio sentada –y sola, afortunadamente- así que se le acercó si mayores preámbulos, listo para terminar con aquella situación tan incómoda.
- Burroughs. –Dijo secamente, mirándola fijo a los ojos. Mantuvo el contacto visual unos segundos, antes de meter la mano en su bolsillo y extraer una cajita de color azul marino, dentro de la cual estaba un collar de plata con un dije que, si lo oprimían con el puño pensando en un olor agradable, comenzaba a despedir dicho aroma. Comprado por catálogo, por supuesto. No, el catálogo no era suyo.- Feliz cumpleaños, Pearlie. Espero que sigas creciendo así de fuerte.
Se sobó la cabeza sin mayor disimulo, justo en el punto donde antes recibiera el batazo.
Así, con aquella mentalidad positiva y todo eso, Markus decidió que ya sería hora de hablar con Pearlie de lo que pasó aquella noche. No había sido gran cosa, si se le veía desde cierta perspectiva, el asunto había muerto bastante pronto. Sin embargo, la vergüenza que lo azotó por semanas después de aquello no fue tan fácil de olvidar. No podía creer como había sido capaz de humillarse tanto y de tantas maneras. De no ser porque los Abadeer le ayudaron a llegar a casa no tenía idea de que habría sido de él.
Pero bueno, lo importante era que ya lo había dejado atrás, igual que había dejado atrás lo del vociferador o que Andrea lo plantara por irse con Angelique y Elizabeth... Maldito fuera el que adulteró esas bebidas. Como fuera, por como habían terminado las cosas esa noche Markus no fue capaz de entregarle su regalo a Pearlie. Sí, iba a darle su regalo de cumpleaños después de todo. No esperaba una disculpa de la chica, a quien no le había dirigido la palabra después de los confusos sucesos de aquella noche, sino que simplemente quería recuperarla como amiga. Había escuchado muchas cosas de ella y Aquila en las pasadas semanas y necesitaba comprobar que tan ciertas eran, después de todo.
Francamente, esperaba que al menos la cuarta parte de esas cosas no fuesen ciertas.
Había visto a Pearlie entrar al bar unos minutos antes, y suponiendo que la chica estaría ahí un rato, fue rápidamente a su habitación a buscar la cajita del regalo. Al entrar luego al bar la vio sentada –y sola, afortunadamente- así que se le acercó si mayores preámbulos, listo para terminar con aquella situación tan incómoda.
- Burroughs. –Dijo secamente, mirándola fijo a los ojos. Mantuvo el contacto visual unos segundos, antes de meter la mano en su bolsillo y extraer una cajita de color azul marino, dentro de la cual estaba un collar de plata con un dije que, si lo oprimían con el puño pensando en un olor agradable, comenzaba a despedir dicho aroma. Comprado por catálogo, por supuesto. No, el catálogo no era suyo.- Feliz cumpleaños, Pearlie. Espero que sigas creciendo así de fuerte.
Se sobó la cabeza sin mayor disimulo, justo en el punto donde antes recibiera el batazo.
Markus O'Dwyer- Mensajes : 39
Fecha de inscripción : 21/09/2012
Re: Luego del batazo, mil años después.
Había quedado de ver a Joe ahí, pero todavía faltaba un buen rato para eso. De todos modos ya no se sentía incómoda cuando estaba sola como le había pasado muchas veces en Beauxbatons, donde no podía estar sin sus amigas ni un minuto porque ya se sentía condenada al ostracismo. Podía ser raro además, pero le había agarrado cariño al bar ese en el que trabajaba Finnerty, por un montón de razones ridículas que de todos modos no venían al caso. El licántropo le había servido vodka con piña –luego de que ella insistiera que solo se tomaría un vaso porque tenía tarea luego de ver a Joe- y se había ido a trabajar. Ya no se preguntaba incrédula qué era lo que Aquila había visto en él.
Leía una novela muggle que se había encontrado en la biblioteca (Norwegian Wood, se llamaba) y que la tenía enganchada desde que leyó la primera página. Generalmente la gente no se acercaba cuando uno estaba leyendo, por eso le sorprendió escuchar su apellido. Alzó la vista y se encontró con Markus. Inmediatamente se le subieron todos los colores al rostro y el tono rosado de sus mejillas aumentó a un rojo violento cuando encima de todo, el chico le daba un regalo y la felicitaba por su cumpleaños.
-¡Ay Markus!
Dijo con toda la vergüenza y el arrepentimiento en el tono mientras se levantaba para abrazarlo. El tipo encima había hecho una broma respecto al golpe en la cabeza. En realidad había querido disculparse mucho tiempo antes –hasta había pensado avisarle de la carne asada- pero de verdad había estado tan enfrascada en sus tonterías y sus asuntos que había terminado relegándolo. Y él era todo un amor.
-Perdóname, de verdad lo siento muchísimo. Ven, siéntate y te explico. Y te invito un trago, ¿sí? Estoy súper apenada. De verdad jamás en la vida habría querido pegarte.
Se sentó y lo jaló de la manga para que hiciera lo mismo. No se había atrevido a abrir el regalo todavía, al menos hasta escuchar “te perdono”, porque de verdad, estaba muerta de vergüenza.
-Perdóname, perdóname. Si quieres lo grito con un sonorus, aunque afectaría más que todo mundo se enterara de nuestras tonterías. Luego te pondrían apodos y todo.
Leía una novela muggle que se había encontrado en la biblioteca (Norwegian Wood, se llamaba) y que la tenía enganchada desde que leyó la primera página. Generalmente la gente no se acercaba cuando uno estaba leyendo, por eso le sorprendió escuchar su apellido. Alzó la vista y se encontró con Markus. Inmediatamente se le subieron todos los colores al rostro y el tono rosado de sus mejillas aumentó a un rojo violento cuando encima de todo, el chico le daba un regalo y la felicitaba por su cumpleaños.
-¡Ay Markus!
Dijo con toda la vergüenza y el arrepentimiento en el tono mientras se levantaba para abrazarlo. El tipo encima había hecho una broma respecto al golpe en la cabeza. En realidad había querido disculparse mucho tiempo antes –hasta había pensado avisarle de la carne asada- pero de verdad había estado tan enfrascada en sus tonterías y sus asuntos que había terminado relegándolo. Y él era todo un amor.
-Perdóname, de verdad lo siento muchísimo. Ven, siéntate y te explico. Y te invito un trago, ¿sí? Estoy súper apenada. De verdad jamás en la vida habría querido pegarte.
Se sentó y lo jaló de la manga para que hiciera lo mismo. No se había atrevido a abrir el regalo todavía, al menos hasta escuchar “te perdono”, porque de verdad, estaba muerta de vergüenza.
-Perdóname, perdóname. Si quieres lo grito con un sonorus, aunque afectaría más que todo mundo se enterara de nuestras tonterías. Luego te pondrían apodos y todo.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: Luego del batazo, mil años después.
Markus se dejó abrazar por Pearlie, olvidando casi por completo que se suponía que estuviese todavía disgustado con ella por el batazo. Sonaba gracioso, sí, pero caramba, había sido un condenado batazo justo en la cabeza. Le pasó los dedos por el cabello con intención de dejarle claro que el cariño era el mismo, que no se preocupara.
- Un trago estaría bien.-Dijo, mientras se dejaba caer en un asiento junto al de Pearlie.- No creo que estés más apenada de lo que yo lo estuve a la mañana siguiente de eso, créeme. No tengo idea ni de qué metí en mi sistema esa noche, pero los resultados de la mañana siguiente no fueron nada bonitos.
Y era cierto. La resaca del día siguiente había sido la peor de su vida. No estaba seguro de si el batazo había tenido algo que ver, pero esperaba que no, porque sino tendría que examinarse con un sanador o algo.
- A ver, Pearl.-Dijo con ese tono que solía adoptar con sus hermanos.- Te perdono, ¿sí? Ya tranquilízate y abre el condenado regalo, que tuve que agregar a mi lista de situaciones extrañas del último par de meses el recorrer la universidad buscando un catálogo de Brujas y Diamantes. Creyeron que iba a ordenar un anillo de compromiso o algo así.
Sonrió, recordando la cara de aquellas chicas cuando les pidió el catálogo. Y pensar que hasta había pensado en hablarle a una de ellas un par de días antes, pero ahora estaban totalmente convencidas de que era hombre comprometido, y quizás un tanto salido, porque su mirada aun se desviaba a la pelirroja en cuestión cuando la veía por los pasillos.
- Entonces, ¿algo que decir en tu defensa? –Había hecho aquella pregunta con ironía, claro. Ya sabía que iba a responder la chica, pero igual sonreía como si esperara escuchar algo bochornoso y divertido, al menos.- Y hablando aquí un poco de todo… ¿Cómo han estado? Aquila y tú, quiero decir. No la he visto desde hace mucho, y recibí cartas de su familia, preguntándome si sabía algo de ella... aunque eso fue hace semanas, claro.
Por supuesto que no podía perder la oportunidad de preguntar que demonios habían estado haciendo. Poco después de la fiesta escuchó confirmaciones de que sin duda había estado en el mismo sitio que varios de la KAU. Le preocupaba que aquel par se terminara metiendo en algo de lo cual no pudieran salir después.
- Un trago estaría bien.-Dijo, mientras se dejaba caer en un asiento junto al de Pearlie.- No creo que estés más apenada de lo que yo lo estuve a la mañana siguiente de eso, créeme. No tengo idea ni de qué metí en mi sistema esa noche, pero los resultados de la mañana siguiente no fueron nada bonitos.
Y era cierto. La resaca del día siguiente había sido la peor de su vida. No estaba seguro de si el batazo había tenido algo que ver, pero esperaba que no, porque sino tendría que examinarse con un sanador o algo.
- A ver, Pearl.-Dijo con ese tono que solía adoptar con sus hermanos.- Te perdono, ¿sí? Ya tranquilízate y abre el condenado regalo, que tuve que agregar a mi lista de situaciones extrañas del último par de meses el recorrer la universidad buscando un catálogo de Brujas y Diamantes. Creyeron que iba a ordenar un anillo de compromiso o algo así.
Sonrió, recordando la cara de aquellas chicas cuando les pidió el catálogo. Y pensar que hasta había pensado en hablarle a una de ellas un par de días antes, pero ahora estaban totalmente convencidas de que era hombre comprometido, y quizás un tanto salido, porque su mirada aun se desviaba a la pelirroja en cuestión cuando la veía por los pasillos.
- Entonces, ¿algo que decir en tu defensa? –Había hecho aquella pregunta con ironía, claro. Ya sabía que iba a responder la chica, pero igual sonreía como si esperara escuchar algo bochornoso y divertido, al menos.- Y hablando aquí un poco de todo… ¿Cómo han estado? Aquila y tú, quiero decir. No la he visto desde hace mucho, y recibí cartas de su familia, preguntándome si sabía algo de ella... aunque eso fue hace semanas, claro.
Por supuesto que no podía perder la oportunidad de preguntar que demonios habían estado haciendo. Poco después de la fiesta escuchó confirmaciones de que sin duda había estado en el mismo sitio que varios de la KAU. Le preocupaba que aquel par se terminara metiendo en algo de lo cual no pudieran salir después.
Markus O'Dwyer- Mensajes : 39
Fecha de inscripción : 21/09/2012
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