Me estoy quitando (?

16:00
Por los pasillos de la facultad

Era muy raro verlo así, deambulando por la escuela. Lleva mucho tiempo diciendo y prometiendo a nadie que dejaría de una buena vez las drogas y por raro que pudiera sonar, esa vez, lo estaba intentando en serio. Si se ponía a contar haría como… un día (que patético) que no se metía nada, no fumaba nada, y que lo más adictivo que había metido en su cuerpo, era café. Podría parecer un logro estúpido, un día y unas horas, pero para él era algo más que eso porque llevaba más de media vida adicto a mil sustancias distintas y entre todas parecía que el síndrome de abstinencia podría terminar con él…
En realidad ni fe tenía en que aquello saliera bien, había “dejado todo” ya como mil veces, y aquel primer día era el más tranquilo, estaba soñoliento, cansado, adormecido. No tenía ganas de hacer casi nada, había ido a clases por pura obligación y ahora estaba, como ya he dicho, deambulando por ahí, sin más plan que intentar dar una vuelta en escoba para despejarse e ir a la cafetería para darse un chute de cafeína a ver si eso lo despertaba.

Sabía bien que aquel estado de ánimo pausado duraría lo que su cuerpo tardara en necesitar algo más fuerte que el café, pero por ahora, como quien dice, era alguien tan apacible como podría ser un niño inocente. Incluso se había cruzado con un par de idiotas que le caían bastante mal, los había mirado con mala cara y con un suspiro pasó de ellos, ni odio tenía en la mirada cuando se les cruzó. Y lo peor de todo es de lo idiota que estaba se había dejado la escoba encima de la cama, bien, así se avanzaba. Iba a volar sin escoba, y lo peor es que estaba bien lejos de su facultad ya...

Se dio la vuelta en cuanto se dio cuenta, cogería la escoba y los cigarros, y quizás algo más, quizás era mejor dejarlo poco a poco ¿no? Vamos, que estar así de agilipollado no era ni normal… tan tan tan despistado que en un momento determinado notó como había chocado con alguien, mientras iba mirando tranquilamente un canuto que tenía preparado e iba girando en sus dedos, esperando a salir para encenderlo.

- Coño… ten más cuidado por donde andas – cualquiera que lo conociera sabía de sobra que aquel no era, para nada, el tono que él usaría para discutir con alguien, insultar ni tan siquiera para echar en cara algo como eso. Parecía que se había fumado tres o cuatro porros o que iba con una poción para dormir encima, pero en realidad se trataba de todo lo contrario.

Al bajar la vista hacía aquella chica, con la que se había chocado, y vio a Rang no pudo evitar un suspiro, hondo y cansino. Le gustaba pasar tiempo con ella, pero ese no era el momento más indicado, esperaba que no notase como estaba… llevaba todo el día intentando evitarla, ni siquiera había ido a la clase de medimagia ese día, a pesar de tener tiempo. Ella sería de las pocas personas que notasen aquella ausencia de estupefacientes en su organismo y no quería preocuparla, ni quería prometerle nada que no pudiera cumplir. Si le decía que iba a dejarlo quería que fuera en serio. Totalmente en serio.

Intentó disimular, lo mejor que pudo, aquel pensamiento, cogió el caramelo y solo por hacer la broma le quitó el gorrito que llevaba para darle un beso en la parte más alta de la cabeza, después devolviéndole la prenda por si se la quería volver a poner.

-Hola Rang, preciosa.

Le sonrió un poco y abrió el caramelo. Aquello no le haría nada, no era falta de azúcar, eso le fallaba por culpa de los porros, ese día no había consumido nada. El problema le vino cuando se dio cuenta de que en una mano tenía el papel del caramelo y en la otra había tenido el gorro. ¿Y el canuto que se iba a fumar? Así de rápido iba a dejar las drogas… si, así.

-Mierda… maldita puta mierda.

Se agachó para coger el canuto del suelo y lo sopló frunciendo un poco el ceño. Estaba tan jodidamente dormido que ni le hacía el caso usual que solía hacerle a su pareja, simplemente fruncía el ceño, no a ella, sino al cigarrillo.

-¿Moriré envenado por fumarme esto después de que se haya caído al suelo? – preguntó aquello totalmente abstraído, no se había dado cuenta de que no había respondido a las preguntas de la muchacha ni se había dado cuenta de nada en definitiva. Joder… y lo peor era que se suponía que lo iba a dejar por la chica, y ahí estaba, llorándole a un simple canuto.

Seguía pensando si fumarse aquello o no. Una parte de él, la mayor parte de él, pedía a gritos que lo hiciera, sus manos estaba ansiosas, casi tanto como su boca, que se había secado ante la expectativa de ir a recibir el humo del canuto. Se humedeció los labios, todo esto mientras ella le preguntaba si estaba bien. Ni lo estaba ni iba a responderle.
Otra parte de él estaba ansioso por no hacerlo, por dejar aquello, no fumarlo, no meterse nada. Si seguía a ese paso sabía que sería cuestión de pocos años que muriera, cuestión de meses o días que le diera una sobredosis por meterse más de lo que toleraba… no podía volver a dejar sola a Rang. Por cierto, ella le estaba hablando.

Subió la mirada, del canuto a sus ojos.

-¿Ir a buscar qué? – no había prestado atención a nada de lo que le dijo hasta el final, joder, hacía aquello por ella y la estaba tratando de un modo no muy debido, cogió el canuto, luchó contra sí mismo y se lo puso en la oreja de nuevo, era lo único que llevaba encima, no se permitía tener nada más por si le daba un bajón no meterse más de la cuenta -si quieres puedes traerme un café. Estoy un poco dormido - se pasó una mano por el pelo, despeinándose más aún. Sería como el tercer café del día, pero su sistema nervioso no parecía absorber bien la cafeína o algo porque no se despertaba, por todos los demonios - ¿tú necesitas algo?

Daba por hecho que si ella le preguntaba sería porque ella quisiera algo ¿no? Vamos, la gente solía preguntar siempre cosas que ellos mismos deseaban, ella no tenía porque ser diferente, todo el mundo era igual al resto. Eso estaba claro, y él desvariaba del todo.

-¿A dónde ibas?

Ahora si estaba completamente atento a ella, y la notaba rara. ¿Qué tan malo era querer un café? ¿Y porque ella no quería uno también? Que él supiera aún no daba tantísimo miedo como para quitar el sueño con ser visto, quizás, en unos días si seguía sin consumir, si, pero aún no.
Oyó lo que ella decía, estaba bastante atontado y su reacción tardó en llegar, ni tan siquiera había sabido que decirle ¿tan mal se veía que ni Rang quería estar con él? Aunque bueno… sonaba tristona, quizás estaba mal, quizás no era él quien estaba mal, si no ella. Igual le pasaba algo y con la tontería de la puta droga no había forma de que se concentrara en su novia. Pues decidido, quizás con ella pudiera pasar un par de horas más sin morirse del asco, sin sentirse totalmente angustiada por el mono. Sabía que podía… no tenía dudas.

- Tu te vienes conmigo.

Cuando la chica le dio la espalda él la cogió por la cintura, la levantó y sin mucho esfuerzo (por la falta de masa corporal en el cuerpo de ella) comenzó a caminar dirección la cafetería, cargándola un poco. No tardó en parar y dejarla en el suelo, sin parar de abrazarla, agachándose un poco para quedar muy cerca de su oído, donde, tras apartar con cuidado el pelo sin moverle el gorrito de nuevo, musitó:

- No vayas aún a estudiar, quédate conmigo… creo que lo único que necesito es tenerte a mi lado.

Dicho aquello se apartó de ella, esperaba que así no tuviera esa imperiosa necesidad que parecía poseer para marcharse, él no quería. No quería quedarse solo o caería en la tentación de volver a fumar, aunque Ayyûb mismo ya le había dicho que no tuviera la experanza de dejarlo, mucho menos de golpe, pero quería ver cuanto aguantaba sin morir del asco.

Asintió, no era tonta, no en el campo estudiantil, pero sí lo era cuando se trataba de noviazgos. Él también lo era, tonto. Estúpido. Inexperto. No sabía nada de novias, nunca había sabido cómo comportarse con las mujeres pero tampoco había resultado ser un mujeriego, había besado cuando era necesario y también había terminado cuidado de ella en todo momento. Era atento, pensaba que estaba haciendo las cosas bien, y ella… pues ella quería molestarle. No estaba bien, claro que estaba mal, con un mono que ni un puto avada habría matado del todo de lo gordo que era… pero ella podría fingir no darse cuenta, darle mimos, cariños, distraerlo. Podrían follar… oye, esa sería una buena opción, una forma de alejar su mente de la necesidad ¿no?

Dejó que ella se quedara abrazándole sin responderle a eso, no iba a mentirle ni a decirle la verdad, tendría que pensarse bien la respuesta. Se dejaba mimar y todo lo demás y el segundo abrazo lo correspondió con fuerza, negó con la cabeza cuando dijo aquello de que quería ayudarle. ¿A qué? Si ni sabía que le pasaba…

- No estoy mal, Rang. Tampoco estoy en mis mejores días, pero no estoy mal – el temblor de mano había terminado unas doce horas después del último cigarro, había pasado de una ansiedad angustiosa a un estado de relajación total, sabía los pasos, primero el ansia, después se le iba la vitalidad, se quedaba cansado, somnoliente de una forma extrema, a veces le daban brotes de hiperactividad y se volvía ansioso de nuevo, pero la mayor parte del tiempo la pasaba dormido… al cabo de un tiempo no muy largo comenzaba a cagarse en su persona, a veces se volvía depresivo, muchísimo, pero para eso faltaban un par de días, quizás tres… y ni decir tiene de esas veces que Ayy¬ûb había tenido que vigilarlo para que él mismo no terminara jodiendose a base de bien por las mierdas que tenía en la cabeza, así fue como su hermano se enteró de lo que le había pasado de niño, de tan mal que se había puesto se lo contó todo, a punto de joderse bien. Si el menor de los hermanos decía que no podría dejarlo era porque lo había visto intentarlo demasiadas veces, nunca con buenos resultados… lo más cómico era cuando comenzaba a delirar o tener alucinaciones. Al final terminaba drogándose sin darse cuenta siquiera.

Pensando aquello se le olvidó que iba a decir, negó con la cabeza y achuchó a su novia, besándola en la frente, para poder ponerse derecho de nuevo.

-Si quieres ayudarme quédate hoy conmigo, vamos a por café, pasemos la tarde juntos… podemos ir a volar un rato o hacer algo de ejercicio, que me siento dormido y quizás eso me despierte un poco… y no sé, mi vida, tu siempre me ayudas… de verdad, no tienes que preocuparte tantísimo.

No había parecido conforme con lo que él le dijo y pidió, quizás querría más explicaciones y si venían a bien las daría más tarde, pero no quería decirle que lo estaba dejando, no estaba preparado, no quería fallar ante ella, no quería quedar como un tipo que no sabe hacer nada, como un gilipollas incapaz de dejar un vicio… aunque eso era realmente.

Siguió su paso, feliz de ser guiado por ella, ir modo zombie con una chica delante que guiaba tus pasos era mucho mejor que ir solo y chocándote con la mitad de las cosas que te encontrabas. Bostezó un poco mientras llegaban y entró tras ella, notando la bofetada de calor. Se quitó la capa, podría quedarse dormido ahí, las clases estarían jodidas de ahora en adelante si seguía así, podría andar dormido todo el rato, así de claro.

Se sentó en la mesa y dejó a su chica hacerlo todo, se medió tumbó sobre la misma, agotado, un café, muy cargado. Rang sabía cómo lo bebía y además le había especificado, café, solo, doble y si hacía falta pagaba como para dos cafés.
Cuando notó como ella se acercaba dejó de usar la mesa de cama y se giró a mirarla, aún adormilado, o más bien miró los cafés, el que supuso que era de Rang y junto a ese el suyo o eso suponía. Cuando ellas los puso en la mesa vio que había acertado y oyó su pregunta.

- Me quedé dormido. Estoy agotado hoy. Anoche tuve que hacer un trabajo para una clase de pociones un tanto más avanzada que a las que tu vas, estamos preparando el proyecto para el último semestre de la carrera y los trabajos son una pasada… no he pegado ojo – era una mentira a medias, había hecho ese trabajo, pero se durmió a las doce o así, nada tarde en realidad, pero podría explicar su sueño con aquello y a la vez hacer que ella se preocupara un poquito menos - sabes que me queda muy poquito para terminar la carrera y comienza a ser muy complicado. Ya no sé muy bien como llevarlo todo adelante contando también a las que voy de oyente, así que ahora quizás falte un poquito más a esas – y en ese momento se cubría las espaldas para un futuro, si seguía con aquello hasta un punto en el que enfermara muchísimo no le vendría mal hacerla pensar que solo estaba cargado de trabajo, aunque daba por hecho que si llegaba a ese punto ella estaría apoyándole - por cierto, le añadió leche condensada por el tema del azúcar… supongo – no lo dijo para mal, no era una observación negativa, solo era el café de siempre con algo añadido y algo que le gustaba, así que no estaba mal - me gusta el café así, pero nunca lo pido. Gracias.

-Está bien, ya te dije que me gusta así – le dijo aquello con una simpática sonrisa en el rostro, más fingida que nada, porque no tenía ganas ni espíritu real para sonreír. Ni loco. Ni de lejos… no. En ese momento el café, el simple calor que emanaba de él y su olor amargo mezclado con la leche condensada que lo endulzaba un poco, era lo único que le hacía mantener la cabeza en alto. Lo removió tranquilo, mirando a la chica. Sus ojos claros subían y bajaba, de su propio café (tan poco típico en ella) hasta encontrarse con las orbes azuladas del egipcio, entonces volvía a bajarlos. Casi se podría decir que parecía tímida.

Cuando al fin sintió que estaba ya bien mezclado todo dentro del vaso largo le dio un trago, sintiéndose un poquito reconstituido casi momentáneamente. Pero aún se le iba un poquito la cabeza hacía el limbo, solo de pensar en estar así más días.

-Rang, tu siepre me animas y ayudas, así que no lo dudes, si puedes hacer algo por mí, te lo diré, estate segura.

Dicho aquello, que era totalmente cierto y real, suspiró y volvió a beber tranquilamente. No había pasado mucho tiempo desde su cumpleaños, aún así le agradaba ver como la chica aún no se había quitado el collar. O bueno, suponía que se lo quitaba para duchar y dormir porque era un poquito grande y podría molestarle, pero lo llevaba en ese momento y aquello le hizo recordar justo el día aquel, que volvió demasiado colocado como para ir a ver a Rang tras volver, los libros, todo el lío de Ban…

-Rang… no recuerdo ahora mismo si te di todos los libros que te dije… el primero te lo llevé a clase, de eso si me acuerdo, pero traje tres ¿te di el resto? – tenía un vacio medio raro de ese día, del siguiente al cumpleaños, se durmió nada más llegar y al otro día tenía tal resaca que hasta hizo mal una poción de clases y todo -soy un pequeño desastre y ese día lo tengo un poco liado en la cabeza.

No le había dicho a su pareja nada sobre su hermana para no liarla más, ya tenía ganas de volver a verla, pero por el momento sería imposible. Había recibido una escueta nota de la chica, estaba bien y eso era lo importante.

Asintió a su nuevo ofrecimiento para ayudarle, si, contaría con ella, en ese momento ya lo estaba haciendo, si no estuviera ahí dándole charla y ofreciéndole algo entretenido de mirar (a ella misma) ya se habría dormido, con café y todo.
Cuando le dio el dato de que se lo había leído ya tres veces, el mismo libro, suspiró y negó con la cabeza.

-Es una historia que se sigue, el siguiente libro trata del hijo del faraón que era protagonista en ese y el siguiente del nieto, es la vida de tres faraones muy importantes y que hicieron grandes cosas en egipcio, aunque están narrados desde el punto de vista del mismo mago que acompañó a los tres con diferentes aspectos, fue un hombre realmente longevo, más aún teniendo en cuenta lo que se vivía en aquella época.

Toda aquella reflexión fue lo más inteligente y largo que había dicho en prácticamente todo el día. Y después, con su pregunta, o insinuación, o su simple preocupación le hizo suspirar. Se tomó su buen tiempo para responder, sobre todo porque le dio un trago más al café, ya quedaba excesivamente poco para lo dormido que seguía.

-Ya te dije, estoy bien, dormí muy poco y mal. Ese día estuve un poco liado y por eso no recuerdo si te di o qué… y bueno, ya sabes, siempre estoy medio tonto, efecto secundario de las drogas – lo dijo medio en broma, medio en serio, ella había aceptado su personalidad tal cual, su costumbres y todo, no tenía porque engañarla y mucho menos tenía porque disimular frente a ella que no se metía nada, es más, era de las pocas personas que lo sabían y no habían intentado que lo dejase -hoy no fumé nada, ya sabes… nada de nada - se encogió de hombros y vio como ella ya iba a decir algo, seguramente que si quería salían para que él fumara o alguna mierda así - voy a tomarlo con calma por un tiempo ¿sí? No tienes que preocuparte, ahora cuando nos tomemos el café vamos a por tus libros y yo cojo alguna poción reconstituyente…

Una escueta sonrisa y otro sorbo del café. No quería decirle que las dejaba, no se sentía preparado para comprometerse tanto.

Todos aquello de la adicción le cortó un poco las ganas de seguir tomando café. ¿Por qué se ponía a decirle todo eso? ¿Qué necesidad tenía él de saber que el síndrome de abstinencia podría dirigirlo directamente a la muerte? ¿Acaso ella no tenía intención ninguna de que él dejara de matar su cuerpo poco a poco?
Se la veía preocupada, preocupadísima más bien. No quería que se sintiera angustiada por nada en realidad, pero le costaba mucho faltar ahora a su palabra. Se había prometido a si mismo parar. Cuando se drogaba se volvía un poco inestable, no quería llegar al punto en el que le haría daño a Rang. Odiaría hacerle daño a Rang.

Se mordió la boca, no sabía que decirle, no tenía ni idea de que responderle y él ni siquiera le había dicho que fuera a dejar la droga, solo había insinuado que se lo tomaría con más calma… eso no quería decir dejar, dejar del todo, aunque fuera su idea inicial.

-Es que s un poco difícil Rang… yo quiero seguir con ella, y dejarla, y seguir… – echó mano del pitillo que tenía tras la oreja, lo sostuvo entre dos de sus dedos y comenzó a juguetera con él -ya sé que es difícil dejarlo, pero no quiero seguir con esta puta adicción – todo en la vida era difícil de sobrellevar si estabas enganchado a la nicotina, imagínate si además lo estás a la cocaína, la marihuana y varias mierdas más -tampoco es que te haya dicho que lo vaya a dejar del todo… – le dio otra vuelta al pitillo y vio como la camarera le miraba con cara de que ni se le ocurriera encenderlo. Volvió a ponérselo en la oreja y suspiró. Ni que pensara hacerlo realmente -Supongo que todo eso significa que aunque te preocupes si me pongo malo tú, como buena futura medimaga, hará de enfermera e este pobre idiota ¿no?...

Le medio sonrió, cálidamente o mejor dicho, de la manera más cálida que podía en ese momento y se tomó el último sorbo del café. Mordiéndose un poco la boca después, miró a Rang y recordó algo que ella había dicho y él no recordaba haberle comentado jamás.

-Por cierto… ¿te conté porque había empezado con las drogas? Digo… no suelo hablar de eso.

En gran parte había dicho la tontería de la enfermera con un tono puramente sexual. Era algo que casi cualquier persona entendería casi directamente, o sea, era tan típico que hasta él mismo lo habría pensado y él mismo lo estaba diciendo, cuando era muy poco dado a los convencionalismos normales. Sonrió cuando ella lo aseguró tan tranquila, segura y sonriente. Claro que estudiando medimagia había muchas posibilidades de que no se lo hubiera tomado como era debido.

-Creo que eres la única persona que me ve tan bueno como para no hacer eso por mi mismo… digo, hay muchos que no me consideran malo, pero tanto como para considerarme bueno bueno, creo que pocos – no le molestaba que los demás lo vieran como alguien un tanto sádico o alguien con pocas buenas cualidades, qué más daba, era él y punto y quien no quería, que no mirase, pero aún así le sorprendía que ella fuera tan buena y agradable con él aun habiendo visto todo lo que había visto de él -como tú dices no empecé por mi cuenta, pero debería de haberlo dejado hace ya muchos años… en parte si que tengo un poco de culpa.

Le restó importancia a lo de que su primo le hubiera contado eso, así tenía algo más de sentido, y confiaba lo suficiente en Young como para saber (de sobra) que él no había dicho más de la cuenta, no de sus asuntos íntimos, no de cosas tan personales como esas que él le había contado.

-Bueno, yo ya tengo muy pocos prejuicios en cuanto a estos temas, pero supongo que sí, es un poco difícil hablar de esto así sin más, casi prefiero probar… no aventurarme a decir que haré – se quedó mirando a la chica, estaba adorable con la taza aquella en la mano, y le sonrió un poquito, le dio un beso en la frente, atontado del todo, y la achuchó contra sí mismo después de hacerla soltar la taza para evitar volcársela encima -[b]me alegro de poder contar contigo para todo, Rang… ¿quieres hacer algo hoy? ¿estaba yendo a alguna parte tras esto? No quería interrumpir tu día con mi petición egoísta, sabes que puedo sentarme a estar contigo aquí, en la biblioteca o en cualquier otra parte de la universidad.

La mención de trabajos de clase por parte de Rang, y que los iba a atrasar “por él” hizo que Adnan frunciera el ceño notablemente. No. No quería que ella atrasara nada por su culpa, menos aún algo tan importante para la coreana como podría ser la realización de un trabajo.

-¿No tienes que terminarlos pronto? ¿Son para mañana? No quiero que tengas que pasar la noche en vela haciendo cosas por ahora estar solamente conmigo, podría ir contigo y dormir en tu cama mientras tu los haces, y al terminar ya pasamos ratito juntos – dormir juntos o hacer guarradas, por ejemplo. Cada vez le costaba más trabajo sacar el ámbito sexual de su mente, se le hacía más difícil porque había pensado que la noche de su cumpleaños iba a mojar, estaba casi seguro, pero no fue así.

En cuanto ella hubo propuesto aquello de ir a dormir (más o menos como él, pero juntos, juntos era mejor, mucho mejor) sonrió y asintió. Dormir le serviría de poco pero realmente quería hacerlo, más aún si estaban juntos en la misma cama.

-Me vendría muy bien dormir, más aún si es contigo.

Una vez acotado eso cogió el café de la chica, lo poquito que quedaba y lo bebió gustoso. No había cosa líquida que le gustara más que el café, si quitamos de la lista quizás el ron de cuba. No había mejor licor que ese.

-Si vamos a mi habitación podemos coger los libros que no te di, por cierto, gracias por el café, así como lo tomas tu también está rico.

Se puso en pie y cogió la mochila de su novia, antes de ponerse la capa incluso.

-Te la llevo yo, quieras o no – dijo después de ponerse la capa y la mochila sobre el hombro, notando como de pronto el puffskein hacía su aparición por allí y comenzaba a frotarse con su cara, frunciendo el ceño -por cierto Rang, el nombre del bicho… ¿Se llama así por mi?

Estaba en mitad de la cafetería con la mochila de la chica colgando y mirándola con el ceño ligeramente fruncido, muy poquito, ni enfadado podía estar con ese ánimo de mierda.

-A mis compañeros les pueden dar por culo – dijo llana y simplemente. No iba a dejar que nadie echara de su dormitorio a Rang, ella tenía todo el derecho del mundo a estar allí, al igual que el resto hacía con sus parejas o amistades. No es que lo hicieran todo el día, lo de llevar gente al dormitorio, pero sí de vez en cuando, y ella apenas había estado allí con él.

Dicho aquello no dejó respuesta en el aire, no iba a esperar a que Rang le dijera nada sobre el tema, se iba a su dormitorio y punto. Es por eso que se puso en pie y todo lo demás…

Suspiró al verla así. Ni que se hubiera puesto a gritarle o decirle nada. Solo le había preguntado, sin más. No había alzado la voz. No había dicho ni una sola palabra más fuerte que la otra y el único gesto que podría haberla hecho pensar que no quería aquello fue que frunció un poco el ceño. Pero eso era algo tan natural en Adnan que se le hacía bastante raro que de pronto se lo tomara en serio.

Negó con la cabeza y la cogió por la muñeca, tirando de ella. Se negaba a montar un segundo espectáculo en la cafetería discutiendo ni haciendo nada, así que simplemente tiró de la chica hasta la salida, donde cerró la puerta y se quedaron a un lado de la misma, un poquito apartados del paso de la gente.

-No he dicho que esté enfadado. Puedes llamar al bicho como quieras - dijo mientras le daba al puffskein que se le había quedado colgado del hombro -pero creo que deberías de habérmelo contado o preguntado al menos porque si me hubiera molestado ahora mismo estaría bastante enfadado conmigo por usar mi nombre para una mascota… y además menuda ridiculez de nombre.

Bufó, no lo decía por haberlo llamado así, sino que lo hacía porque no le sonaba a nombre para él.
Se quedó mirando a la chica que aún parecía estar a borde de un ataque de llanto y la atrajo hacía si, obligándola a estar con el rostro casi hundido en su pecho.

-Que tonta eres Rang… yo no me enfadaría nunca contigo, soy incapaz, ya lo sabes… Vayamos a mi cuarto, antes de que me duerma aquí abrazándote.

No entendía que se hubiera puesto tan soberanamente mal solo por aquella tontería el nombre, pero con consolarla tenía de sobra, era Rang, su preciosa novia, si se ponía mal tan solo la trataría bien, cosa que no podría decir casi nadie más, en general.
Dejó que ella se agarrase a su chaleco, que siguiera atontada contra él y simplemente le acarició la cabecita a la vez, suspirando un poco, a la vez.

Cuando al fin se descubrió el rostro y pudo mirarla a los ojos se dio cuenta de que al menos no estaba llorando, era un buen paso, porque de verdad él no entendería que se hubiera puesto de esa forma por nada de lo que él había dicho, vamos… no le encontraba sentido, sobre todo teniendo en cuenta que apenas si le había dicho nada.

-¿Llevarte? – pensó en su estado físico, la falta de fuerza y vitalidad que estaba sufriendo en ese momento, después pensó en Rang, le miró a la cara, estaba adorable y le miraba con expresión suplicante… no podía decirle que no a esa carita, pero tampoco quería dejarla caer por ahí. Se mordió la boca y llegó a la conclusión de que la cargaría hasta notar que no podía más -está bien, te llevaré.

Hizo un gesto rápido, y en un momento la había cogido por las piernas y la espalda, cargándola como a una princesa en el típico cuento de hadas.

-¿Así está bien? – notó como ella se aferró a su cuello, agarrándose para no caer y él comenzó a caminar sin mucha dificultad, pesaba extremadamente poco y además era pequeñita.
Iba sonriendo (bueno, algo así) y casi había llegado a Ogmios cuando sintió que de un momento a otro la dejaría caer ya totalmente agotado, despacio la bajó y suspiró un poco, cogiendo aire acompasadamente.

-Hoy estoy en baja forma. Si me lo pides otro día te llevo hasta tu dormitorio de ser necesario - dijo aquello cogiendo aire, procurando recomponerse bien y la miró con una escueta sonrisa -¿vas andando el resto del camino, princesa, o la llevo a caballitos?

Si ella lo hacía lo haría, la cargaría hasta su dormitorio y ahí la dejaría sobre la cama. No le gustaba aquella forma de llevarla pero sentía los brazos agotados y a la espalda le pesaría aún menos.