De mañana.

Casa Brackminster, Londres
Al día siguiente de la fiesta de Angus
10.30 am.

Terminaron los cuatro en San Mungo con tres críos de Hogwarts que habían decidido quebrantar las normas de la institución y ahora por su irresponsabilidad, iban a terminar castigados de por vida. Una vez atendieron su corte en el brazo en uno de los pasillos y mientras Sofie iba a hacer sus quehaceres sociales, Adair se encargó de custodiar a los medimagos para que sanaran adecuadamente las quemaduras de Autumn además tuvo que atender a sus dos hermanas mayores que volaron hasta San Mungo cada una por su respectivo trabajo y que corrieron para cerciorarse que estaban bien.

Hizo un resumen del incidente, omitiendo los detalles personales y sobretodo centrándose en dar la información a Clarisse que parecía necesitar su testimonio. Cuando contestó todas las preguntas de la auror, la rubia prácticamente ordenó que buscaran a Sofie y tomando un traslador, los tres fueran para casa porque había avisado a Darren y si no estaba ahí gritando incoherencias sobre fiestas era por milagro. Qué bien conocía a su padre Clarisse porque en cuanto llegaron, Darren parecía tener resaltadas cada una de las venas de su cuerpo, furioso con la situación y en especial preocupado por los tres, incluida a Sofie quien consideraba ya como miembro de su familia.

Primero abrazó a Autumn, rastreando su cuerpo con las manos para palpar y cerciorarse que estaba sana y salva. Besó su frente con amor paternal, luego pasó a consolar a Sofie y por último miró a Adair, palmeó su hombro para mostrarle ese amor indudable que sentía pese a sus múltiples diferencias y prometió a su novia que no llamaría a Jessy hasta la mañana siguiente, primero por consejo de Amy y segundo porque sabía como irrumpiría la rubia en su hogar, todos necesitaban descansar.

Adair despidió a su hermana con un beso en la cabeza y dejando pasar el oso hasta su habitación (durmió en el suelo), una ducha cada uno para quitarse los restos del incidente, abrazó a Sofie bajo las colchas pero no durmió hasta últimas horas de la mañana pues pasó el rato acariciando su espalda y besando su cabeza a fin de reconfortarla. El manotazo del oso contra su hombro para pedir salir de la habitación, sacó un gruñido a Adair quien dormía boca arriba con Sofie abrazada contra su cuerpo. Dormido, devolvió el gesto hacia el animal y giró su rostro hacia la chica para pegar sus labios a su frente, suspiró contra su piel antes de besarla suavemente y la mano que había usado como almohada propia la llevó para primero mirar la hora en el despertador que tenía en la mesita de noche y luego para acariciar la mejilla de la chica.

La notó tan dormida que no pudo hacer otra cosa que besar sus labios, agradeciendo la discusión por su legeremancia para haber salido como estúpidos de la casa – Te quiero – era algo que salía cuando había visto una marca flotando en el aire que presagiaba el inicio de un cambio. No esperó respuesta, salió de la cama y abrió la puerta para dejar correr el oso que estaba nervioso no por ir a dar una vuelta, más bien por los gritos desquiciados de una voz femenina en el piso inferior, frunció el ceño y miró a Sofie – Creo que Darren ya avisó a tu madre – sabía que iba a seguirlo así que sin tomar la consideración de ponerse una camisa bajó hacia la cocina donde estaban Clarisse y su padre, intentando explicarle las cosas a Jessy – Estamos bien – espetó. Iba a ser una larga mañana.

Darren tenía el Profeta entre las manos, leyendo las noticias sobre la noche anterior y echando una ojeada a esa noticia sobre la cruel muerte de Leslie Ayres, estrujó el diario entre las manos y apretó los labios, dolido y afectado pues había pasado su tiempo de Hogwarts con Ayres, además, había tenido a la brillante muchachita en su clase de vuelo cuando a penas era una cría de once años. Levantó la mirada para encontrarse con Clarisse quien había mandado a su hijo con el oso a jugar un rato en el enorme patio de la casa para que no escuchara las barbaries que tenía por decir Jessy contra el mundo mágico, era muy pequeño.

Dobló una y dos veces el periódico hasta guardarlo con cautela y sigilo bajo el servilletero de metal, tomó un largo y profundo suspiro, negó con la cabeza triste por la situación y sonrío con amor a su hija que acaba de aparecer proponiendo un plan que a su padre pareció maravilloso – Prepárame uno cariño – Jessy continuaba despotricando más allá y Adair se apartó de las Luttrell para caminar hasta la cocina, saludando a su padre con un golpe en la cabeza y un beso en la mejilla a Clarisse que ya volvía a entrar por la puerta, frotándose las manos por el día fresco que hacía fuera.

Llenó la jarra para preparar el café con agua y se la tendió a su hermana menor para facilitarle el trabajo, besó su cabeza antes de mirar las heridas de su brazo, leves quemaduras que sanarían en unos días – ¿Cómo te encuentras? – tomó el paquete abierto de cereales y sin decencia ni vergüenza, empezó a comer directamente del paquete mientras observaba la escena que se desarrollaba más allá.

- El mundo es una mierda Jessy, todo sabemos pero no puedes protegerla eternamente – Dijo Darren levantándose de la mesa para caminar hasta donde estaban las rubias, tomar a la mayor suavemente de los hombros y obligara a que se apartara de Sofie para dejarle aire – ¿Crees que no me gustaría tener a mi hija aquí conmigo? – miró a Autumn y luego a Jessy – Relájate o vas a poner más nerviosa a Sofie. Buscaré el whisky de fuego que tengo guardado, siéntate – sonó autoritario pero era para relajar a su amiga que parecía no atender a razones y dramatizar cuando dentro del problema estaban a salvo.

Desapareció por una puerta vecina mientras Clarisse tomaba ahora el turno de la palabra, té en mano y aún vestida con su uniforme de auror – Han acusado a Damien Holland, voy a coger el relevo de su guardia, tiene que tomar declaración el lunes en Wizengamot – no sabía porque decía aquello en aquel preciso instante pero también tenía un hijo pequeño y podía ponerse en la situación de Jessy, buscar en quien descargar su frustración podía funcionar.

Adair negó con la cabeza y fue a sentarse en donde había estado su padre, continuando con los cereales y por curiosidad (nunca, jamás leía el Profeta), tomó el periódico para echar una ojeada a la noticia para ver que habían escrito en su día pero quedó blanco en cuanto leyó en primera hoja la noticia sobre Leslie. El paquete de cereales cayó en el suelo, tras unos largos segundos, levantó la mirada buscando a Clarisse que tarde se había dado cuenta y negaba con la cabeza como diciendo “no se pudo hacer nada por ella” - ¿Qué cojones haces en tu trabajo? – la aludida abrió los ojos sin entender el ataque de ira de su hermano. Adair tomó el periódico y levantó su trasero abruptamente, caminando hacia ella y mostrando la noticia ante sus narices - Maldita sea – otro que debía pagar las culpas con alguien que no tocaba pero así estaba el asunto. Maldijo e insulto a su hermana tirando el periódico encima de ella y echó una auténtica furia, salió hacia el jardín dando un sonoro portazo, caminando hacia un punto ciego de la casa para transformarse en águila y desquitarse de esa mierda de día volando.

-Porque quiere engañarnos. ¿No lo ves Autumn? ¿Nunca te enteraste de todas las cosas que hizo? Puedes preguntarle a tus padres.-comencé sin siquiera saludar a nadie. Me quedé en la entrada de la chimenea, cubierta de hollín aún con la pijama puesta y una bufanda cubriéndome medianamente del frío.-Damien Holland es y siempre será un maldito bastardo que quiere el mundo para él y no va a descansar hasta lograrlo y utilizará todos los medios posibles para hacerlo… incluyendo el hacerse pasar por alguien bueno.

Me acerqué a Sofie y la abrazó, alegrándose de que estuviera bien. Hice lo mismo con Autumn verificando que estuvieran completos aunque Jonathan ya me había dicho que todos estaban bien y que estaban en casa de los Brackminster. Por eso estaba llegando a esa hora y en tales condiciones. Porque lo primero que había escuchado a la mañana era a mi madre histérica que tenía que regresar al Ministerio sin saber cuándo había regresado porque donde yo tenía entendido, mamá se había ido a la cama mucho antes que yo.

No me dijo nada porque en realidad no había tenido oportunidad entre papeles que llevaba y una Clarisse muy alterada. Después de eso desapareció y luego llegó Jonathan no tan temprano como acostumbraba. No le había preguntado a mamá qué era lo que pasaba porque era ya costumbre que por las mañanas se comportara así. Papá no estaba así que mi única oportunidad de enterarme remotamente de lo que sucedía era Jonathan.

Sin embargo, tomé el ejemplar del profeta que estaba en la mesa junto a las galletas y terminé por enterarme de todo. Jonathan finalmente me dijo que todos estaban bien, unos cuantos con huesos rotos y algunas quemaduras pero no había sido nada grave, sin embargo, los cuchicheos de quienes habían llegado al hospital, daban a entender que había sido algo provocado porque, evidentemente, habían dejado una marca tenebrosa en el cielo.

Sabía que mis amigos irían a esa fiesta. Pearlie, Sofie, Adair, Autumn, todos. Y de no ser por mi hermano, estaría aún más histérica que mi madre al no saber quienes estaban bien o quienes estaban mal, o peor aún, quién había muerto y quien no. Gracias a los dioses, nadie había muerto y eso era decir algo.

Así que en ese mismo momento, lo único que Jonathan pudo decirme completo fue que Sofie, Autumn y Adair estaban en casa de los Brackmnister y ahí es a donde iría. Tomé mi bufanda y sin acordarme que estaba aún con la pijama puesta, terminé lanzando los polvos flu y la chimenea me llevó directamente a casa de Adair.

Observé a todos. Sabía que mis declaraciones con tan solo poner un pie en la casa no serían tomadas a la ligera. Saludé a Darren y a Jessy, que eran a quienes tenía más cerca y luego vi a Clarisse que ya había llegado a su casa quizás para asegurarse de que sus hermanos y su cuñada estuvieran bien.

-¿Qué ha pasado? No me cuenten lo del periódico que eso ya lo leí, debe haber algo más.

Clarisse quiso ir tras su hermano para explicarle con buenas palabras que no era una diosa omnipresente y omnipotente que pudiera solventar los accidentes con un mero chasquido de dedos pero Darren que había entrado nuevamente a la cocina con la botella de whisky y antes de ir a por dos vasos anchos puso una mano en su hombro y negó con la cabeza, mejor darle tiempo. La rubia suspiró y miró a su hermana pequeña, cuestionándose la integridad de su propio profesor, iba a dar su opinión sincera cuando Gianna hizo acto de presencia, usando la lengua magnifica que tenía y desencadenando una mirada cómplice entre padre e hija antes que Darren fuera a la mesa para dejar bruscamente los vasos y llenarlos con whisky, necesitaba un trago antes de poder ofrecerles su opinión.

Clarisse preparó una taza más de café para entregársela a la tía de su hijo como bienvenida junto a una sonrisa. Abandonó un segundo la comitiva para ir a vigilar a Thaddeus por la ventana de la cocina. El niño estaba maltratando a consciencia a Teddy, subiéndose encima y metiendo los dedos en sus ojos, nariz, boca, orejas… quizás de ser otro animal hubiera estado ya lanzando un crucio pero ese oso no tenía más maldad que robar las galletas tras romper el tarro. La sorpresa fue mayor cuando encontró a un aguilucho en el suelo vigilando la situación delante del curioso dúo, no recordaba que su madrastra hubiera dicho nada de adoptar un pájaro de esas dimensiones, negando con la cabeza, tomó un sorbo de su café y regresó a la mesa donde Sofie estaba explicando los sucesos de la noche anterior.

- Las bromas de mal gusto también se pagan – añadió Clarisse, comedida y sin dar su opinión, acostumbrada por trabajo a mantener los juicios subjetivos bajo llave para no influir en su deber con el pueblo mágico. Era inevitable de otro modo dar su opinión personal en aquella situación, siempre iba a abogar en contra de los puristas extremistas pues la privaron desde bebé de vivir con su madre - ¿Qué mejor que tener la ley a su favor, cariño? – en un tono afable, tomó asiento junto a Autumn y acarició su brazo para reconfortarla, era una chica lista capaz de formar una opinión sin influencias – cambiar la sociedad desde los engranajes – otro sorbo del café y miró a las dos mujeres más críticas de la sala: Gianna y Jessy – pero todo hombre es inocente hasta que se demuestre lo contrario – y ahí nuevamente, guardó sus opiniones aunque ya dejó claro su punto de vista pero también el deber como profesional.

- La gente no cambia, Sofie – añadió de improviso Darren, dejando la copa con fuerza en la mesa y paladeando para disfrutar del sabor. Hacia años que no buscaba como necesidad ahogar las malas noticias en whisky pero temía que los mortifagos estuvieran reorganizándose y conociendo más o menos como actuaban, no tardaría en buscar a víctimas para dejar claro su objetivo en el mundo – Años atrás… - empezó a decir pero se cortó a si mismo para mirar a Jessy. No sabía si gustaría que contara esas cosas a su hija pero parecía que Sofie necesitaba una dosis de realidad, no hacía bien vivir entre cajas de cristal a la otra punta del mundo – ese mismo pensamiento hubiera terminado conmigo. ¿En verdad confías en la buena voluntad de las personas por mejorar? No existe eso – tajante y rotundo, vehemente en sus palabras - La gente asesina y conjura marcas en el cielo para dejar claro sus ideales – solo faltó decir un “madura”– y la vida te enseñará que las cosas no son bromas pesadas, más bien componen el preludio de lo inevitable – volvió a servir whisky en su vaso que consumió en un sorbo – padres que desean matar a hijos, hijos que matan a sus padres en defensa, maridos que pierden mujeres, hijas que se quedan sin madre… - empezó a decir como una letanía mientras servia nuevamente su vaso pero Clarisse alargó el brazo para acotar la mano con la botella y negó con la cabeza – Holland no ha cambiado y nunca cambiará, quédate con esa idea – y ya había avisado a su hija cuando decidió matricularse en la carrera de ese cabrón.