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El primer café de la mañana.
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El primer café de la mañana.
Las sábanas habían quedado pegadas a su cuerpo una vez más y eso significaba que llegaría tarde donde fuera. Resignado a que su puntualidad no venía codificada en sus genes, tuvo dos opciones: a) ir donde tocaba o b) dejar pasar el tiempo como si esa cita nunca hubiera existido e ir a pasar las horas muertas donde tocaba, algún lugar de lucro de la universidad. Por supuesto ganó la opción b, no hacía falta más que echarle una ojeada a Adair para saber que su vida se basaba en la ley del mínimo esfuerzo (Bueno, excepto cuando empezaran las clases de verdad).
La cafetería estaba llena de gente a esas horas de mañana, los cafés volaban de un lado a otro para contentar a los estudiantes pero Adair, pasó de pedirle el favor de traer una bebida a una de las camareras o camareros, fue hasta la barra y se hizo con un café doble y largo. Tras pagar volteó sobre sus talones para observar la multitud, escudriño las mesas a la búsqueda de algun hueco libre y cuando lo halló se fue a sentar cómodamente, espachurrado sobre la silla, dejando el vaso encima la mesa. Suspiró mientras pasaba una mano por su cara y acababa de despeinar su pelo en lo que un bostezo emergía desde lo más profundo.
- Joder… - recordó nostálgicamente su cama y sacando de uno de sus bolsillos un mechero pequeño de color azul. Empezó a darle vueltas entre sus dedos de la mano derecha mientras con la izquierda llevaba el vaso con el dichoso café hasta sus labios para darle pequeños sorbos. En ello estaba cuando vio pasar la figura de Pearlie por su lado, Adair alzó una ceja y apuró el trago que tenía en la boca para atraer la atención de la muchachita a quien recordaba que le debía una charla después de la firma - ¡Hey! Ya basta de no llamarme, ¿no? Ni una triste lechuza destartalada… - señaló con la mano la silla vacía de enfrente a la suya y sonrío amablemente (aunque tenía los ojos aún algo pegados) - ¿Desayunamos? Me debes un buen rato de tu compañía.
Exactamente era a la inversa pero Adair siempre solía echar las deudas a las otras personas, además técnicamente no estuvo más rato con ella en la fiesta porque la vio demasiado rodeada de personas para molestarla por más rato. Volvió a ponerse bien en la mesa, tomó el café y continuó con sus sorbos a la espera que Pearlie aceptara su petición y se sentara con él.
La cafetería estaba llena de gente a esas horas de mañana, los cafés volaban de un lado a otro para contentar a los estudiantes pero Adair, pasó de pedirle el favor de traer una bebida a una de las camareras o camareros, fue hasta la barra y se hizo con un café doble y largo. Tras pagar volteó sobre sus talones para observar la multitud, escudriño las mesas a la búsqueda de algun hueco libre y cuando lo halló se fue a sentar cómodamente, espachurrado sobre la silla, dejando el vaso encima la mesa. Suspiró mientras pasaba una mano por su cara y acababa de despeinar su pelo en lo que un bostezo emergía desde lo más profundo.
- Joder… - recordó nostálgicamente su cama y sacando de uno de sus bolsillos un mechero pequeño de color azul. Empezó a darle vueltas entre sus dedos de la mano derecha mientras con la izquierda llevaba el vaso con el dichoso café hasta sus labios para darle pequeños sorbos. En ello estaba cuando vio pasar la figura de Pearlie por su lado, Adair alzó una ceja y apuró el trago que tenía en la boca para atraer la atención de la muchachita a quien recordaba que le debía una charla después de la firma - ¡Hey! Ya basta de no llamarme, ¿no? Ni una triste lechuza destartalada… - señaló con la mano la silla vacía de enfrente a la suya y sonrío amablemente (aunque tenía los ojos aún algo pegados) - ¿Desayunamos? Me debes un buen rato de tu compañía.
Exactamente era a la inversa pero Adair siempre solía echar las deudas a las otras personas, además técnicamente no estuvo más rato con ella en la fiesta porque la vio demasiado rodeada de personas para molestarla por más rato. Volvió a ponerse bien en la mesa, tomó el café y continuó con sus sorbos a la espera que Pearlie aceptara su petición y se sentara con él.
Adair Brackminster- Mensajes : 402
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: El primer café de la mañana.
Faltaba bastante para su clase todavía, por lo que pasar a la cafetería por algo para despertar y agarrar energías mientras daba un repaso –no le daba tanto tiempo como para ir al comedor tampoco- era su plan inmediato. Con suerte se encontraba a alguien con quien pasar el rato que la mantuviera alejada de los libros, que ya bastante había aprovechado los días leyendo y alimentando su ñoñería como para encima seguir haciéndolo mientras comía algo rápido de almuerzo.
Arreglada para irse a clase –y también notando que no todas las universitarias le ponían tanto empeño a su arreglo personal en días normales de clase, porque había visto a una hasta en ropa deportiva sin ser de quidditch o de aurores- llegó al único edificio al que no le costaba la vida encontrar sin perderse. Había un montón de gente ahí, cafés volando, una mesa en el que un profesor hablaba animadamente con varios alumnos, un grupo de chicas mayores con sus libros de estudio abiertos, unos cuantos pergaminos volando en una de las esquinas y más.
Ella también se acercó hasta la barra y pidió un latte de cereza, que seguramente acompañaría de algún pastel. Y en eso estaba, dispuesta a buscar en la vitrina que se le antojaba, cuando su mirada captó a Adair Brackminster, ahí sentado y con su look despreocupado de siempre, que le iba bien. Le sonrió de vuelta y no tardó nada en sentarse en la silla vacía frente a él.
-Tú me abandonaste rápidamente en la fiesta, no supe qué fue de ti.
Se encogió de hombros. Mentía un poquito, claro que había visto qué había sido de él –todo mundo lo había visto- pero no era algo que quisiera sacar a colación en el acto así tal cual considerando que Sofie era su amiga y no iba a estar nada bien decirlo así nada más.
-¿No tienes clase? ¿Te permiten tomar café? El otro día me dijeron que el profesor de Quidditch era súper exigente hasta con la dieta, pero no sé exactamente qué vicios les quiten para hacerlos mejores sobre la escoba. Te vi jugando el otro día.
Dejó su mochila en el respaldo de la silla y el café encima de la mesa, era para llevar, pero por quedarse un rato no iba a reprobar leyes mágicas para siempre.
Arreglada para irse a clase –y también notando que no todas las universitarias le ponían tanto empeño a su arreglo personal en días normales de clase, porque había visto a una hasta en ropa deportiva sin ser de quidditch o de aurores- llegó al único edificio al que no le costaba la vida encontrar sin perderse. Había un montón de gente ahí, cafés volando, una mesa en el que un profesor hablaba animadamente con varios alumnos, un grupo de chicas mayores con sus libros de estudio abiertos, unos cuantos pergaminos volando en una de las esquinas y más.
Ella también se acercó hasta la barra y pidió un latte de cereza, que seguramente acompañaría de algún pastel. Y en eso estaba, dispuesta a buscar en la vitrina que se le antojaba, cuando su mirada captó a Adair Brackminster, ahí sentado y con su look despreocupado de siempre, que le iba bien. Le sonrió de vuelta y no tardó nada en sentarse en la silla vacía frente a él.
-Tú me abandonaste rápidamente en la fiesta, no supe qué fue de ti.
Se encogió de hombros. Mentía un poquito, claro que había visto qué había sido de él –todo mundo lo había visto- pero no era algo que quisiera sacar a colación en el acto así tal cual considerando que Sofie era su amiga y no iba a estar nada bien decirlo así nada más.
-¿No tienes clase? ¿Te permiten tomar café? El otro día me dijeron que el profesor de Quidditch era súper exigente hasta con la dieta, pero no sé exactamente qué vicios les quiten para hacerlos mejores sobre la escoba. Te vi jugando el otro día.
Dejó su mochila en el respaldo de la silla y el café encima de la mesa, era para llevar, pero por quedarse un rato no iba a reprobar leyes mágicas para siempre.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: El primer café de la mañana.
- No he visto aún el mencionado profesor de Quidditch, hasta entonces, me dejaré hipnotizar por los placeres de la vida. Ya ves, soy un hedonista nato – sonrío y continuó bebiendo a pequeños sorbos la bebida que traía entre las manos. Encendió un par de veces el mechero solo para ver la diminuta llama resplandecer pero apagó enseguida para no ganarse la atención de todos los estudiantes (había mucho purista escondido por ahí a punto de morirse de la histeria con gilipolleces como esas). Tras guardar el mechero en el bolsillo de su pantalón, ahogó un bostezo que amenazaba con salir a modo león y a cambio volvió a pasar la mano por la cara a ver si así podía abrir un poco más los ojos – Yo también te vi en las gradas – mencionó abriendo los ojos para mirarla directamente y arqueando una ceja hacia arriba aún con dos dedos en el tabique nasal.
Si, se había fijado en ella y por supuesto en que estaba acompañada de Sofie. En algún momento entre la caída provocada por Tucker y su regreso al partido como compañero del famoso irlandés que traía a la maldita universidad de culo, había visto a la muchacha de cabello largo metida en medio del graderio además, ahora que ataba cabos, Aldrich debía ser algo de la chica. ¿Hermano? ¿Primo? Mierda podía haber comentado ese hecho a su hermana pero simplemente había ignorado la relación que los unía para no terminar discutiendo con ella.
- ¿Qué vas a estudiar? ¿Medimagia? – arqueó una ceja recordando como estaba cerca del magullado muchacho en la fiesta - ¿Pociones? Eso te pega. ¿Auror? No, tienes una figura demasiado fina y exquisita para eso – se encogió los hombros como si no acaba de soltarle un halago para apoyar la espalda en la silla – Cuéntame de tu vida desde aquella cita frustrada con Anne no he vuelto a saber nada ni de ti ni de ella – por eso no tenía citas porque nunca funcionaban. No le gustaba que alguien impusiera sobre él cosas y parecía que aquel día, la amiga de Borroughs quiso que solo la mirara a ella y claro, la atención de Adair se desvió inmediatamente hacia la muchachita que había justo a su lado – No me vale un, cuéntame tu primero, mi vida es aburrida y se resume en dos frases.
Si, se había fijado en ella y por supuesto en que estaba acompañada de Sofie. En algún momento entre la caída provocada por Tucker y su regreso al partido como compañero del famoso irlandés que traía a la maldita universidad de culo, había visto a la muchacha de cabello largo metida en medio del graderio además, ahora que ataba cabos, Aldrich debía ser algo de la chica. ¿Hermano? ¿Primo? Mierda podía haber comentado ese hecho a su hermana pero simplemente había ignorado la relación que los unía para no terminar discutiendo con ella.
- ¿Qué vas a estudiar? ¿Medimagia? – arqueó una ceja recordando como estaba cerca del magullado muchacho en la fiesta - ¿Pociones? Eso te pega. ¿Auror? No, tienes una figura demasiado fina y exquisita para eso – se encogió los hombros como si no acaba de soltarle un halago para apoyar la espalda en la silla – Cuéntame de tu vida desde aquella cita frustrada con Anne no he vuelto a saber nada ni de ti ni de ella – por eso no tenía citas porque nunca funcionaban. No le gustaba que alguien impusiera sobre él cosas y parecía que aquel día, la amiga de Borroughs quiso que solo la mirara a ella y claro, la atención de Adair se desvió inmediatamente hacia la muchachita que había justo a su lado – No me vale un, cuéntame tu primero, mi vida es aburrida y se resume en dos frases.
Adair Brackminster- Mensajes : 402
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: El primer café de la mañana.
Ella conocía al profesor que daría quidditch –no como profesor, sino como persona- porque era el tipo que tía Frances siempre decía que era el verdadero papá de Paprika por molestar a su hija. Y Pearlie había adquirido la fea costumbre de llamar a su odiosa prima “bastarda Ayres” cuando le llenaba la tablita de los merengues y le colmaba la paciencia, cosa que pasaba muy a menudo porque se medio odiaban. Ella se le quedó mirando al mechero, no con asco pero sí con curiosidad. Si él era hedonista nato, ella era curiosa nata, pero pocas veces había podido saciar su curiosidad. Por ejemplo, había visto muchos mecheros, pero nunca había intentado hacer fuego con uno y para encender cigarrillos siempre usaba la varita.
-¿Me lo prestas?
Le preguntó estirando la mano hacia el objeto muggle, queriendo probar a prenderlo ella también pero sin saber exactamente cómo hacerlo.
-Sí, estaba buscando a Sofie y me encontré con espectáculo, así que me quedé a verlos. Igual no me llevé ninguna sorpresa al verte volar, ya sabía que eras bueno.
No iba a indagar sobre el islandés porque para eso ya tenía a Crawford para preguntarle, aprovechando que era tan solícito en ayudarla en cosas. A ella no le interesaba el islandés pero al parecer a su prima sí. Negó con la cabeza al escuchar al chico intentar adivinar su carrera y soltó una risilla acompañada de un obvio sonrojo inevitable –era una penosa nata, también- por el clarísimo halago.
-No, leyes mágicas, para seguir con la tradición de la familia. Y bueno, también me gusta un montón. No soy taaaan buena para pociones, ¿me veo metódica y ordenada?, las explosiones no son lo mío, prefiero un libro…en su mayoría no son peligrosos.
Frunció la nariz como un animalillo silvestre y se encogió de hombros, sonriendo un poco, cuando Anne salió a colación.
-Me hiciste ganar una fama horrible en Beauxbatons, durante todo un año se la pasó inventando por ahí que era una arpía robanovios, víbora desgraciada. Se traumó muchísimo.
Se rió, de eso ya hacía tiempo y tampoco duró tanto el chisme. Le dieron ganas de preguntarle por el amigo con el que habían intentado emparejarla pero se le había olvidado su nombre.
-Aaaah, mi vida tampoco es tan interesante. A ver, en esta semana…experimenté gravedad cero en una fiesta, practiqué esquí acuático en el lago de Dagda, me perdí en Ogmios, me reencontré con un extraordinario jugador de quidditch y…voy a aprender a usar un mechero muggle del jugador en cuestión. No es tan genial, porque tú estabas en la fiesta, así que eso no cuenta, el esquí duró poco y luego cayó la tormenta del siglo, ya nunca me volveré a perder y el jugador de quidditch eres tú, lo que me convierte en una ñoña. Y el mechero, el mechero se me resiste.
-¿Me lo prestas?
Le preguntó estirando la mano hacia el objeto muggle, queriendo probar a prenderlo ella también pero sin saber exactamente cómo hacerlo.
-Sí, estaba buscando a Sofie y me encontré con espectáculo, así que me quedé a verlos. Igual no me llevé ninguna sorpresa al verte volar, ya sabía que eras bueno.
No iba a indagar sobre el islandés porque para eso ya tenía a Crawford para preguntarle, aprovechando que era tan solícito en ayudarla en cosas. A ella no le interesaba el islandés pero al parecer a su prima sí. Negó con la cabeza al escuchar al chico intentar adivinar su carrera y soltó una risilla acompañada de un obvio sonrojo inevitable –era una penosa nata, también- por el clarísimo halago.
-No, leyes mágicas, para seguir con la tradición de la familia. Y bueno, también me gusta un montón. No soy taaaan buena para pociones, ¿me veo metódica y ordenada?, las explosiones no son lo mío, prefiero un libro…en su mayoría no son peligrosos.
Frunció la nariz como un animalillo silvestre y se encogió de hombros, sonriendo un poco, cuando Anne salió a colación.
-Me hiciste ganar una fama horrible en Beauxbatons, durante todo un año se la pasó inventando por ahí que era una arpía robanovios, víbora desgraciada. Se traumó muchísimo.
Se rió, de eso ya hacía tiempo y tampoco duró tanto el chisme. Le dieron ganas de preguntarle por el amigo con el que habían intentado emparejarla pero se le había olvidado su nombre.
-Aaaah, mi vida tampoco es tan interesante. A ver, en esta semana…experimenté gravedad cero en una fiesta, practiqué esquí acuático en el lago de Dagda, me perdí en Ogmios, me reencontré con un extraordinario jugador de quidditch y…voy a aprender a usar un mechero muggle del jugador en cuestión. No es tan genial, porque tú estabas en la fiesta, así que eso no cuenta, el esquí duró poco y luego cayó la tormenta del siglo, ya nunca me volveré a perder y el jugador de quidditch eres tú, lo que me convierte en una ñoña. Y el mechero, el mechero se me resiste.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: El primer café de la mañana.
Cuando ella demandó el mechero, él volvió a sacar el objeto del bolsillo y tras colocarlo en el centro de su palma de la mano, largó la mano hacia la cerridwen para ofrecerselo. Observó como sus pequeños deditos manipulaban el objeto con algo de embelesamiento, temiendo que no fuera a hacerse daño con él, muchos magos abrían por primera vez aquella cosa y terminaban con los dedos chumascados. Salió del trance cuando ella mencionó la carrera que iba a cursar, Adair no pudo hacer otra cosa que levantar una ceja, incrédulo y luego negó con la cabeza divertido. ¿Es que todos seguían casi siempre los pasos de sus padres? Ahí estaban, Borroughs con leyes y él con Quidditch como si las cosas no hubieran cambiado de una generación a otra.
- ¿Yo? Pobre de mi inocente persona, no tengo la culpa de que Anne no supiera encajar las derrotas
Rodó los ojos recordando que podía llegar a ser un poco histérica (y aparentemente resentida) la amiga de la muchacha pero terminó por dejar de intentar recordar como era su rostro cuando Pearlie empezó a enumerar las cosas más interesantes de su vida. Adair solo escuchó la parte de “experimentar gravedad” y usando las finas manos de Pearlie como catalizador a sus pensamientos, volvió a recordar la bizarra fiesta de aquella noche. Tras su pequeño escarceo con Sofie tuvo que volver, drogado y bebido, hasta donde estaban todos para socorrer a su bendita hermana suspendida en el aire con el labio partido. La noche sin duda no había terminado según sus esquemas pero bueno, quitando eso, había la parte positiva de todo, su reencuentro.
- No lo coges bien – sentenció omitiendo todas las posibles respuestas a las más o menos preguntas indirectas (o que requerían de comentario) de Pearlie. Estiró sus brazos por encima de la mesa, tomó una de las finas manos de la chica entre la suya, colocó bien el mechero entre sus dedos y con su propio pulgar, hizo de guía sobre el de la chica para que diera la chispa definitiva que encendió la pequeña llama – Y así, Pearlie Bourroughs, hizo la luz. No es tan difícil pero ten cuidado de no meter el dedo donde no toca – sonrío de medio lado, quitó las manos de encima de la chica y tomó el vaso de nuevo entre sus manos. A penas tenía un último sorbo del café pero apuró el contenido para dejarlo de lado – La verdad es que fue genial la fiesta ¿Quién no quiere terminar la noche en la enfermería con una hermana sangrando porque alguien decidió partirle el labio aún no sé como? – y si, el infame se carcajeó no por el mal causado a su santa hermana (Que si se enteraba de quien fue aunque fuera un accidente iban a caer golpes del cielo) sino por lo absurdo de la situación todos allí volando como si fueran snitchs doradas.
- ¿Yo? Pobre de mi inocente persona, no tengo la culpa de que Anne no supiera encajar las derrotas
Rodó los ojos recordando que podía llegar a ser un poco histérica (y aparentemente resentida) la amiga de la muchacha pero terminó por dejar de intentar recordar como era su rostro cuando Pearlie empezó a enumerar las cosas más interesantes de su vida. Adair solo escuchó la parte de “experimentar gravedad” y usando las finas manos de Pearlie como catalizador a sus pensamientos, volvió a recordar la bizarra fiesta de aquella noche. Tras su pequeño escarceo con Sofie tuvo que volver, drogado y bebido, hasta donde estaban todos para socorrer a su bendita hermana suspendida en el aire con el labio partido. La noche sin duda no había terminado según sus esquemas pero bueno, quitando eso, había la parte positiva de todo, su reencuentro.
- No lo coges bien – sentenció omitiendo todas las posibles respuestas a las más o menos preguntas indirectas (o que requerían de comentario) de Pearlie. Estiró sus brazos por encima de la mesa, tomó una de las finas manos de la chica entre la suya, colocó bien el mechero entre sus dedos y con su propio pulgar, hizo de guía sobre el de la chica para que diera la chispa definitiva que encendió la pequeña llama – Y así, Pearlie Bourroughs, hizo la luz. No es tan difícil pero ten cuidado de no meter el dedo donde no toca – sonrío de medio lado, quitó las manos de encima de la chica y tomó el vaso de nuevo entre sus manos. A penas tenía un último sorbo del café pero apuró el contenido para dejarlo de lado – La verdad es que fue genial la fiesta ¿Quién no quiere terminar la noche en la enfermería con una hermana sangrando porque alguien decidió partirle el labio aún no sé como? – y si, el infame se carcajeó no por el mal causado a su santa hermana (Que si se enteraba de quien fue aunque fuera un accidente iban a caer golpes del cielo) sino por lo absurdo de la situación todos allí volando como si fueran snitchs doradas.
Adair Brackminster- Mensajes : 402
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: El primer café de la mañana.
Para cuando Adair se decidió a ayudarle con el mechero, Pearlie ya se sentía a punto de despellejarse el dedo pulgar intentándolo y hasta había puesto cara de concentración total como si fuera mucho más difícil que conjurar un hechizo complicadísimo. Y sonrió como una niña cuando por fin logró hacer la luz, riéndose por el comentario coordinado de Adair.
-Aaah, no era tan difícil, por poco y se me queda la carne viva de los dedos.
Ahora hasta le daban ganas de comprarse uno para sus necesidades. Uno que nunca sacaría en alguna reunión de su familia, por supuesto, porque no quería ni siquiera imaginarse lo malitos que se pondrían si vieran que regresaba de la universidad con chuchulucos muggles.
-¿En verdad? ¿Está bien?
Bueno, un labio partido no sonaba al fin del mundo, ni a que se había quedado inválida, y aunque su preocupación fue genuina, preguntó por cortesía. Para ella la fiesta no había sido tan genial porque se había emborrachado bastante de pronto –sin saber que la bebida de Emmanuel tenía bastante alcohol, al contrario de lo que había prometido- porque cuando empezó Tucker con sus locuras, ella pensó que de repente le iba a tocar un puñetazo y porque después, con la gravedad cero, había tenido que luchar contra los vuelos de su falda y claro, le había atribuido todo el accidente a algún alumno enloquecido hasta que alguien le había dicho del nodo mágico.
Se moría de ganas de preguntarle por Sofie y de hecho, si no estaba tratando de ser absurdamente encantadora o algo así, era precisamente por eso, porque una cosa era el “Adair de Anne” y otra el “Adair de Sofie”. Pero no podía preguntarle, y no encontraba una manera adecuada discreta de preguntárselo sin ser directa, le faltaba desarrollar muchas mañas familiares.
-Técnicamente yo también te resumí mi vida en dos patadas, ya ves…así que no me importa lo que digas, no seas falso humilde y cuéntame qué es de ti. ¿Acabas de entrar a la carrera o ya tenías tiempo estudiando?
No le regresó el mechero y lo volvió a encender, sin saber que no era mágico y lo gastaba.
-Aaah, no era tan difícil, por poco y se me queda la carne viva de los dedos.
Ahora hasta le daban ganas de comprarse uno para sus necesidades. Uno que nunca sacaría en alguna reunión de su familia, por supuesto, porque no quería ni siquiera imaginarse lo malitos que se pondrían si vieran que regresaba de la universidad con chuchulucos muggles.
-¿En verdad? ¿Está bien?
Bueno, un labio partido no sonaba al fin del mundo, ni a que se había quedado inválida, y aunque su preocupación fue genuina, preguntó por cortesía. Para ella la fiesta no había sido tan genial porque se había emborrachado bastante de pronto –sin saber que la bebida de Emmanuel tenía bastante alcohol, al contrario de lo que había prometido- porque cuando empezó Tucker con sus locuras, ella pensó que de repente le iba a tocar un puñetazo y porque después, con la gravedad cero, había tenido que luchar contra los vuelos de su falda y claro, le había atribuido todo el accidente a algún alumno enloquecido hasta que alguien le había dicho del nodo mágico.
Se moría de ganas de preguntarle por Sofie y de hecho, si no estaba tratando de ser absurdamente encantadora o algo así, era precisamente por eso, porque una cosa era el “Adair de Anne” y otra el “Adair de Sofie”. Pero no podía preguntarle, y no encontraba una manera adecuada discreta de preguntárselo sin ser directa, le faltaba desarrollar muchas mañas familiares.
-Técnicamente yo también te resumí mi vida en dos patadas, ya ves…así que no me importa lo que digas, no seas falso humilde y cuéntame qué es de ti. ¿Acabas de entrar a la carrera o ya tenías tiempo estudiando?
No le regresó el mechero y lo volvió a encender, sin saber que no era mágico y lo gastaba.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: El primer café de la mañana.
- Si, esta bien, solo fue un poco de revisión y listo.
Solo que el medimago tardó como cien años en darles el alta y mientras, todo descarado, élse fue a encerrar a la habitación de las enfermeras con Sofie a hacer café. Puro café, hasta calentó el agua (y bueno se calentaron otras cosas pero eso solo es cosa suya). La miró feliz con el mechero entre sus brazos y no pudo hacer otra cosa que sonreír ante el pensamiento de ver la viva imagen de sus hermanas pequeñas cuando por Navidad recibían alguna cosa que les parecía insólita y fascinante. Pearlie traía exactamente la misma cara y eso que a penas le costó alguna libra en Londres, no era ningún mechero exclusivo bañado en oro y grabado con las iniciales del clan mafioso Brackminster.
- Acabo de entrar en la carrera. Me tomé un par de años sabáticos por probar mundo. Jugué en equipos de liguillas inferiores de Quidditch a veces ni en mi posición pero nada resultó, tal vez debí comenzar las cosas bien y no por el tejado – tomó un segundo y buscó en el bolsillo de su chaqueta un cigarro que ofreció a la chica – Ya, quédate esa cosa que a mi no me costó ni media libra – sonrío de vuelta a modo para que la chica no devolviera nada, el ofrecimiento era real y además ofreció un cigarro para acompañar el día, poca queja podía tener de él – Cuando volví a casa me propusieron – exactamente la propuesta fue más bien una imposición por parte de su estricto padre para dejarle claro cual fue el precio de abandonar la familia, estar dos años de libertino y ahora volver a casa con el rabo (literalmente) entre las piernas – inscribirme en Brigantia para cursar Quidditch profesional y así también acompañaba a Autumn que seguro se la pasa encerrada todo el día aprendiendo técnicas de combate para auror.
La verdad es que iba a omitir todas sus andaduras calientes por la universidad y si la chica quería saber debería sacar todo su encanto y valentía para afrontarlo directamente pues a menos que Pearlie preguntara hacia Adair un “Sofie me contó que…”, él no iba a mencionar nada, si, en el fondo era todo un caballero que no iba soltando a diestro y siniestro lo que hacía con las chicas, ni a sus amigos, eso quedaba de maricas, mejor respetarlas y quedar entre dos, lo sucedido ahora, si una amiga de ella preguntaba, ¿por qué no responder?
Solo que el medimago tardó como cien años en darles el alta y mientras, todo descarado, élse fue a encerrar a la habitación de las enfermeras con Sofie a hacer café. Puro café, hasta calentó el agua (y bueno se calentaron otras cosas pero eso solo es cosa suya). La miró feliz con el mechero entre sus brazos y no pudo hacer otra cosa que sonreír ante el pensamiento de ver la viva imagen de sus hermanas pequeñas cuando por Navidad recibían alguna cosa que les parecía insólita y fascinante. Pearlie traía exactamente la misma cara y eso que a penas le costó alguna libra en Londres, no era ningún mechero exclusivo bañado en oro y grabado con las iniciales del clan mafioso Brackminster.
- Acabo de entrar en la carrera. Me tomé un par de años sabáticos por probar mundo. Jugué en equipos de liguillas inferiores de Quidditch a veces ni en mi posición pero nada resultó, tal vez debí comenzar las cosas bien y no por el tejado – tomó un segundo y buscó en el bolsillo de su chaqueta un cigarro que ofreció a la chica – Ya, quédate esa cosa que a mi no me costó ni media libra – sonrío de vuelta a modo para que la chica no devolviera nada, el ofrecimiento era real y además ofreció un cigarro para acompañar el día, poca queja podía tener de él – Cuando volví a casa me propusieron – exactamente la propuesta fue más bien una imposición por parte de su estricto padre para dejarle claro cual fue el precio de abandonar la familia, estar dos años de libertino y ahora volver a casa con el rabo (literalmente) entre las piernas – inscribirme en Brigantia para cursar Quidditch profesional y así también acompañaba a Autumn que seguro se la pasa encerrada todo el día aprendiendo técnicas de combate para auror.
La verdad es que iba a omitir todas sus andaduras calientes por la universidad y si la chica quería saber debería sacar todo su encanto y valentía para afrontarlo directamente pues a menos que Pearlie preguntara hacia Adair un “Sofie me contó que…”, él no iba a mencionar nada, si, en el fondo era todo un caballero que no iba soltando a diestro y siniestro lo que hacía con las chicas, ni a sus amigos, eso quedaba de maricas, mejor respetarlas y quedar entre dos, lo sucedido ahora, si una amiga de ella preguntaba, ¿por qué no responder?
Adair Brackminster- Mensajes : 402
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: El primer café de la mañana.
Le sonrió muchísimo cuando le regaló el mechero, como si en lugar de que le estuviera dando algo que le costó menos de media libra, le estuviera dando las joyas de la Reina. No hizo ademán de devolvérselo porque su mamá siempre decía que eso era ser falso humilde y además un poco grosero, así que se puso el cigarrillo en la oreja como un leñador, porque no estaba segura de poder fumar ahí dentro y mejor apuró el café mientras Adair le contaba lo del quidditch.
-Pues supongo que así será muuucho más fácil para ti conseguir un empleo decente. Aquí vienen muchos cazatalentos y todo eso. De equipos grandes. Seguro que no tendrás problemas para conseguir un súper puesto ahora que termines esta carrera, o hasta antes.
Le sonrió, lo decía con sinceridad, o sea, el chico volaba bien y además, tenía pinta de estrella que los equipos grandes tanto buscaban porque también les convenía por la publicidad y la prensa tener jugadores guapos, era una realidad. Terminó con el café e hizo el vaso a un lado, para luego quitarse el cigarrillo de la oreja.
-¿Me acompañas afuera a terminar con tu regalo?
Le dijo agitándole el cigarrillo. Notó que no le había dicho nada de Sofie y se mordió los labios dubitativa sobre si preguntarle algo o no. Es decir, podía simplemente preguntar casual. No estaba esperando que le contara detalles íntimos ni mucho menos. Pero no había hablado con Sofie del tema- habían tenido millones de cosas chonchas que contarse como para haber podido llegar al punto- y no estaba segura de si a la chica le gustaría que ella preguntara algo, al menos para luego chismosear sobre eso también, cosa de la que Adair no tendría porque enterarse, aunque lo intuyera.
-¿Y estás saliendo con Sofie? ¡Ni he podido hablar con ella decentemente! Y no quiero pensar que es tu culpa, porque no me la prestas.
Ya, directo, al grano, sonrisa incluida, ojos de estrella, cara de bondad.
-Pues supongo que así será muuucho más fácil para ti conseguir un empleo decente. Aquí vienen muchos cazatalentos y todo eso. De equipos grandes. Seguro que no tendrás problemas para conseguir un súper puesto ahora que termines esta carrera, o hasta antes.
Le sonrió, lo decía con sinceridad, o sea, el chico volaba bien y además, tenía pinta de estrella que los equipos grandes tanto buscaban porque también les convenía por la publicidad y la prensa tener jugadores guapos, era una realidad. Terminó con el café e hizo el vaso a un lado, para luego quitarse el cigarrillo de la oreja.
-¿Me acompañas afuera a terminar con tu regalo?
Le dijo agitándole el cigarrillo. Notó que no le había dicho nada de Sofie y se mordió los labios dubitativa sobre si preguntarle algo o no. Es decir, podía simplemente preguntar casual. No estaba esperando que le contara detalles íntimos ni mucho menos. Pero no había hablado con Sofie del tema- habían tenido millones de cosas chonchas que contarse como para haber podido llegar al punto- y no estaba segura de si a la chica le gustaría que ella preguntara algo, al menos para luego chismosear sobre eso también, cosa de la que Adair no tendría porque enterarse, aunque lo intuyera.
-¿Y estás saliendo con Sofie? ¡Ni he podido hablar con ella decentemente! Y no quiero pensar que es tu culpa, porque no me la prestas.
Ya, directo, al grano, sonrisa incluida, ojos de estrella, cara de bondad.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: El primer café de la mañana.
Asintió con la cabeza ante la propuesta de Burroughs y siguió su cuerpecillo hasta el exterior de la cafetería. Adair ya tenía otro cigarrillo entre sus labios, escuchó con detenimiento las palabras directas de Pearlie y río entredientes un poco antes de elevar las manos de la chica con un golpe suave para que encendiera el mechero. Aprovechó la llama, succionó y tras encenderlo, dejó escapar el humo por sus labios entreabiertos, miró los ojos claros de la muchacha con fijación – ¿Y no has planteado que no sea yo quien me robo a tus amigas sino ellas las que me roban a mi? – sentenció jugando con ella un poco.
No iba a contarle nada.
Ni por que fuera amiga de Sofie ni amiga de Anne o hubieran tenido algo en el pasado por una cita truncada, Adair no era así, sus temas amorosos o sus ligues de una noche quedaban solo para él y a veces, cuando necesitaba mucho consejo, llamaba a la puerta de su hermana quien ponía el grito en el cielo por las barbaries pero terminaba por darle algún que otro consejo desde su punto de vista femenino. ¿Con Pearlie? No tenía tal confianza, si bien sus labios indicaban que no se la tuviera, era de las peligrosas. Apartó los ojos miel de la muchacha y miró un rato el cielo dando varias caladas, lentas y pausadas, meditando las palabras para eludir el tema con el santo don que su padre tenía de joven y que él heredó por cuestiones de genética.
- Cuantas calumnias sobre mi – fingió muy mal, la verdad, pero intentó decirlo como si estuviera realmente ofendido aunque la risilla truncó su actuación sublime - ¿Está ahora conmigo, Sofie? – miró a su alrededor haciendo la pantomima – No la veo – se encogió de hombros – Tampoco la tengo en mi bolsillo por si fueras a preguntar…
Las mujeres no podían evitar ser cotillas, estaba en sus genes igual que los hombres el gen de mirar tetas, estaba ahí y no podías eludir ese don. No sabía para que quería esa información Pearlie, no veía la manera que afectaba su relación o no relación con la cerridwen. Sí, habían quedado. Sí, habían tenido más que palabras en aquella salita para enfermeras pero a la muchachita eso no le venía a menos que quisiera montarse un trío con ellos dos. Eso sería interesante…
- ¿No crees que hace un delicioso día? ¿Por qué no damos una vuelta Pearlie? La nicotina se consume mejor haciendo ejercicio.
No iba a contarle nada.
Ni por que fuera amiga de Sofie ni amiga de Anne o hubieran tenido algo en el pasado por una cita truncada, Adair no era así, sus temas amorosos o sus ligues de una noche quedaban solo para él y a veces, cuando necesitaba mucho consejo, llamaba a la puerta de su hermana quien ponía el grito en el cielo por las barbaries pero terminaba por darle algún que otro consejo desde su punto de vista femenino. ¿Con Pearlie? No tenía tal confianza, si bien sus labios indicaban que no se la tuviera, era de las peligrosas. Apartó los ojos miel de la muchacha y miró un rato el cielo dando varias caladas, lentas y pausadas, meditando las palabras para eludir el tema con el santo don que su padre tenía de joven y que él heredó por cuestiones de genética.
- Cuantas calumnias sobre mi – fingió muy mal, la verdad, pero intentó decirlo como si estuviera realmente ofendido aunque la risilla truncó su actuación sublime - ¿Está ahora conmigo, Sofie? – miró a su alrededor haciendo la pantomima – No la veo – se encogió de hombros – Tampoco la tengo en mi bolsillo por si fueras a preguntar…
Las mujeres no podían evitar ser cotillas, estaba en sus genes igual que los hombres el gen de mirar tetas, estaba ahí y no podías eludir ese don. No sabía para que quería esa información Pearlie, no veía la manera que afectaba su relación o no relación con la cerridwen. Sí, habían quedado. Sí, habían tenido más que palabras en aquella salita para enfermeras pero a la muchachita eso no le venía a menos que quisiera montarse un trío con ellos dos. Eso sería interesante…
- ¿No crees que hace un delicioso día? ¿Por qué no damos una vuelta Pearlie? La nicotina se consume mejor haciendo ejercicio.
Adair Brackminster- Mensajes : 402
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: El primer café de la mañana.
Le sonrió cuando le hizo aquella pregunta yéndose por las ramas y entrecerró los ojos como si quisiera adivinarle los pensamientos. Ya lo veía venir, que iba a eludir el tema y todo, y en caso de que así fuera ¿se iba a dar por vencida tan fácil?. Se mordió el labio inferior todavía manteniendo el gesto de suspicacia y le dio un empujón amistoso por la manera en que se salía por la tangente como si estuviera hablando con una niña pequeña.
-Bien, que te hagas el loco demuestra que eres un caballero…o eso espero.
Le sacó la lengua y luego claudicó del tema, por el momento. No era que se hubiera rendido totalmente con todo eso. Se rió, porque no creía que el ejercicio le hiciera absolutamente nada a la nicotina, si acaso al revés. Adair era ocurrente y eso estaba bien, o al menos lo estaba hasta que terminaba por ser un problema para enterarse de cosas. Si los ojos de estrella y la cara de bondad no habían funcionado, entonces ¿qué?.
-Sí, todavía no termino de conocer los terrenos, pero al menos ya sé que el campo de quidditch es bastante grande. Ya no me acuerdo muy bien del de Hogwarts, pero no lo era tanto, ¿verdad?
Bueno, temas casuales y genéricos funcionarían por el momento. Si otras hubieran sido sus intenciones, habría sacado a colación el tema del pasado ese para tratar de retomar lo que habían medio empezado, cualquier cosa de esas, que al fin y al cabo los que jugaban quidditch siempre tenían un encanto particular. Pero ahora ni de chiste, mucho menos con esa incertidumbre.
-¿Y cómo funciona el mechero? ¿Se le acaba la magia en algún momento?
Se puso el cigarrillo entre los labios y agitó el mechero como si tratara de escuchar cualquier mecanismo que pudiera tener dentro. No tenía idea de cómo funcionaban las cosas, no era como si tuvieran un núcleo de escamas de dragón como las varitas.
-¿Tras más cosas muggles contigo?. No me lo vas a creer pero aunque sea el 2012 no he tenido mucho contacto con estas cosas, y ahora estoy aprovechando. En Beauxbatons no veía mucho de esto tampoco. O más bien creo que no me había preocupado por ello. Si no traes una Sofie en el bolsillo, entonces otra cosa será.
-Bien, que te hagas el loco demuestra que eres un caballero…o eso espero.
Le sacó la lengua y luego claudicó del tema, por el momento. No era que se hubiera rendido totalmente con todo eso. Se rió, porque no creía que el ejercicio le hiciera absolutamente nada a la nicotina, si acaso al revés. Adair era ocurrente y eso estaba bien, o al menos lo estaba hasta que terminaba por ser un problema para enterarse de cosas. Si los ojos de estrella y la cara de bondad no habían funcionado, entonces ¿qué?.
-Sí, todavía no termino de conocer los terrenos, pero al menos ya sé que el campo de quidditch es bastante grande. Ya no me acuerdo muy bien del de Hogwarts, pero no lo era tanto, ¿verdad?
Bueno, temas casuales y genéricos funcionarían por el momento. Si otras hubieran sido sus intenciones, habría sacado a colación el tema del pasado ese para tratar de retomar lo que habían medio empezado, cualquier cosa de esas, que al fin y al cabo los que jugaban quidditch siempre tenían un encanto particular. Pero ahora ni de chiste, mucho menos con esa incertidumbre.
-¿Y cómo funciona el mechero? ¿Se le acaba la magia en algún momento?
Se puso el cigarrillo entre los labios y agitó el mechero como si tratara de escuchar cualquier mecanismo que pudiera tener dentro. No tenía idea de cómo funcionaban las cosas, no era como si tuvieran un núcleo de escamas de dragón como las varitas.
-¿Tras más cosas muggles contigo?. No me lo vas a creer pero aunque sea el 2012 no he tenido mucho contacto con estas cosas, y ahora estoy aprovechando. En Beauxbatons no veía mucho de esto tampoco. O más bien creo que no me había preocupado por ello. Si no traes una Sofie en el bolsillo, entonces otra cosa será.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: El primer café de la mañana.
Observó los aros del campo desde lejos mientras soltaba el humo por los labios y negó con la cabeza ante la pregunta de Pearlie sobre la comparativa entre los dos campos, la verdad, el de Brigantia pateaba dos veces al de Hogwarts. Hizo un gesto con la cabeza, animando a Pearlie para retomar el paso de camino a cualquier lugar de la Universidad. Adair fumaba tranquilamente con su mano izquierda dentro del pantalón, no podía evitar mirar de reojo a la chica, seguía curiosa con el regalo y no pudo contener la risa cuando ella volvió a inquirir sobre el mechero alejando el tema de Sofie.
- Todo lo muggle tiene su vida – dijo con calma tal como explicaba a Lizzie, su hermana pequeña, las cosas cuando ella estaba todo el día señalando cosas o preguntando sobre Quidditch – No es ilimitado como un hechizo mágico pero tengo una gran noticia para ti, cuando termine su magia puedes recargarlo
La explicación ofrecida por la ex beauxbatons a continuación fue recibida por Adair con algo de sorpresa pero era comprensible. Los magos no solían dar muchos paseos por el mundo muggle, no obstante Adair por cuestiones de familia (con abuelos muggles) había pasado mucho tiempo sin usar la varita y hasta era más cómodo, estar alejando de la gente elitista del mundo mágico. La mención de Sofie, otra vez, justo en el límite de su comentario volvió a hacer enarcar una ceja a Adair quien no pensaba soltar ni prenda sobre lo ocurrido entre ellos así Pearlie pusiera mil caritas y ojitos, era inmune, había crecido con cinco hermanas que chantajeaban a su padre de ese modo.
Paró en seco, sacó la mano que tenía en el bolsillo del pantalón, mostró su mano de un lado hacia otro para que viera que no había Luttrell entre sus dedos por quien preocuparse y luego, el osado, adelantó la otra pierna – Si quieres asegurarte que no hay ningún artilugio muggle, tu misma, eres libre – ladeó la sonrisa, la verdad es que excepto los cigarrillos no tenía nada más en ese momento a mano del mundo no mágico. Llevó una mano a uno de los bolsillos de la chaqueta de cuero y sacó su famosa baraja de cartas – Esto es muggle pero… pero nada ¿Quieres apostar alguna cosa conmigo Pearlie? La última que apostó, perdió – y empezó a barajarlas tras dejar el cigarrillo colgado de sus labios sin poder evitar reír pues estaba haciendo alusión a Sofie sin que la muchacha tuviera demasiado conocimiento de ello además, la bajara estaba hechizada a su favor.
- Todo lo muggle tiene su vida – dijo con calma tal como explicaba a Lizzie, su hermana pequeña, las cosas cuando ella estaba todo el día señalando cosas o preguntando sobre Quidditch – No es ilimitado como un hechizo mágico pero tengo una gran noticia para ti, cuando termine su magia puedes recargarlo
La explicación ofrecida por la ex beauxbatons a continuación fue recibida por Adair con algo de sorpresa pero era comprensible. Los magos no solían dar muchos paseos por el mundo muggle, no obstante Adair por cuestiones de familia (con abuelos muggles) había pasado mucho tiempo sin usar la varita y hasta era más cómodo, estar alejando de la gente elitista del mundo mágico. La mención de Sofie, otra vez, justo en el límite de su comentario volvió a hacer enarcar una ceja a Adair quien no pensaba soltar ni prenda sobre lo ocurrido entre ellos así Pearlie pusiera mil caritas y ojitos, era inmune, había crecido con cinco hermanas que chantajeaban a su padre de ese modo.
Paró en seco, sacó la mano que tenía en el bolsillo del pantalón, mostró su mano de un lado hacia otro para que viera que no había Luttrell entre sus dedos por quien preocuparse y luego, el osado, adelantó la otra pierna – Si quieres asegurarte que no hay ningún artilugio muggle, tu misma, eres libre – ladeó la sonrisa, la verdad es que excepto los cigarrillos no tenía nada más en ese momento a mano del mundo no mágico. Llevó una mano a uno de los bolsillos de la chaqueta de cuero y sacó su famosa baraja de cartas – Esto es muggle pero… pero nada ¿Quieres apostar alguna cosa conmigo Pearlie? La última que apostó, perdió – y empezó a barajarlas tras dejar el cigarrillo colgado de sus labios sin poder evitar reír pues estaba haciendo alusión a Sofie sin que la muchacha tuviera demasiado conocimiento de ello además, la bajara estaba hechizada a su favor.
Adair Brackminster- Mensajes : 402
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: El primer café de la mañana.
-¿Recargarlo? ¿Cómo?
De pronto se dio cuenta de que estaba haciendo demasiadas preguntas como una niña de siete años y se sonrojó de golpe. Para eso, mejor que se fuera a tomar una clase de Estudios Muggles o algo. Guardó el dichoso mechero por dignidad, para evitar seguirlo viendo y que le surgieran más dudas y Adair terminara por creer que Pearl estaba teniendo un retroceso a la infancia o algo así. Soltó una risa tímida porque el muy infame la invitaba a registrar sus bolsillos y negó efusivamente con la cabeza apretando los labios, como si hiciera un mohín. No iba a andarlo toqueteando, por Morgana.
Observó la baraja. Su padre tenía unas pero eran mágicas y las imágenes se movían, algunas explotaban y se volvían a integrar, otras mordían, otras gritaban. Ella había aprendido un par de juegos pero nunca uno muggle y de hecho, ni siquiera reconocía los palos que alcanzaba a medio ver en las que sostenía Adair. Entrecerró los ojos y alargó la mano preguntando en silencio si le permitía verlas.
-¿Tienes familia muggle o cómo es el acercamiento? Yo por mis primos, los Alechinsky. Pero es poco, muy poco, a mi papá no le gustaba que los visitara por el tema KAU y todo eso.
Sobre apostar, no le sonaba a tan buena idea. No sabía ningún juego de cartas muggle aunque tal vez Adair propusiera algo que no necesitara de demasiados conocimientos o que ella pudiera aprender rápido. Ni se le ocurría alguna cosa que apostar, fuera de que le contara todo sobre Sofie o sus amores actuales, tema en el que no iba a insistir en ese momento.
-Sí, ¿sabes de esos camiones enormes de dos pisos en el mungo muggle? Un paseo en uno de esos.
Se rió ella misma de su tontería, pero luego lo miró como diciéndole que iba muy enserio. Solo los había visto de lejos pero le fascinaban. Por supuesto, nunca se había trepado al autobús noctámbulo, ni lo conocía tampoco, porque no había tenido ningún episodio de bruja necesitada de transporte. ¡Ah! Qué poco había vivido…
De pronto se dio cuenta de que estaba haciendo demasiadas preguntas como una niña de siete años y se sonrojó de golpe. Para eso, mejor que se fuera a tomar una clase de Estudios Muggles o algo. Guardó el dichoso mechero por dignidad, para evitar seguirlo viendo y que le surgieran más dudas y Adair terminara por creer que Pearl estaba teniendo un retroceso a la infancia o algo así. Soltó una risa tímida porque el muy infame la invitaba a registrar sus bolsillos y negó efusivamente con la cabeza apretando los labios, como si hiciera un mohín. No iba a andarlo toqueteando, por Morgana.
Observó la baraja. Su padre tenía unas pero eran mágicas y las imágenes se movían, algunas explotaban y se volvían a integrar, otras mordían, otras gritaban. Ella había aprendido un par de juegos pero nunca uno muggle y de hecho, ni siquiera reconocía los palos que alcanzaba a medio ver en las que sostenía Adair. Entrecerró los ojos y alargó la mano preguntando en silencio si le permitía verlas.
-¿Tienes familia muggle o cómo es el acercamiento? Yo por mis primos, los Alechinsky. Pero es poco, muy poco, a mi papá no le gustaba que los visitara por el tema KAU y todo eso.
Sobre apostar, no le sonaba a tan buena idea. No sabía ningún juego de cartas muggle aunque tal vez Adair propusiera algo que no necesitara de demasiados conocimientos o que ella pudiera aprender rápido. Ni se le ocurría alguna cosa que apostar, fuera de que le contara todo sobre Sofie o sus amores actuales, tema en el que no iba a insistir en ese momento.
-Sí, ¿sabes de esos camiones enormes de dos pisos en el mungo muggle? Un paseo en uno de esos.
Se rió ella misma de su tontería, pero luego lo miró como diciéndole que iba muy enserio. Solo los había visto de lejos pero le fascinaban. Por supuesto, nunca se había trepado al autobús noctámbulo, ni lo conocía tampoco, porque no había tenido ningún episodio de bruja necesitada de transporte. ¡Ah! Qué poco había vivido…
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: El primer café de la mañana.
La desconfianza de la chica respecto a la legitimidad de sus cartas provocó una risa entredientes en Adair quien divertido, alargó la mano ofreciendo el mazo a Pearlie sin poner ni una objeción (pues el hechizo solo funcionaba o más bien se ponía en acción con una palabra clave que solo su dueño conocía). Pearlie empezó con su explicación sobre su contacto con el mundo muggle y Adair esperó a que terminara de hablar pero atinó a apagar algo su sonrisa pues el tema era algo más delicado. No había sido fácil en su día a día escuchar comentarios sobre lo sangre sucia que era su madre, había ganado muchos castigos en Hogwarts por ese motivo, sí, por ir como bárbaro rompiendo la cara a quien osaba decir alguna gilipollada como esa sobre su madre o tachar de mestizuchas a sus hermanas.
- Mis abuelos son muggles por parte de madre – se encogió de hombros, hablaba con naturalidad porque su vida fue y era así – Luego que me gradué en Hogwarts, me esfumé por dos años de la capa terrestre, viví en varios lugares del mundo y compartí piso con algunos compañeros muggles – tomó algo de aire mientras sonreía, alargó la mano para recuperar su mazo - así que sí, mi acercamiento es bastante… próximo, no tengo contacto con la KAU como tu.
Dio otra calada a su cigarrillo antes de dejar escapar el humo hacia un lado pero volvió a dejarlo entre sus labios, pasó una mano por su corto cabello y empezó a mezclar las cartas de la baraja. Levantó una mirada hacia el cielo un segundo y forzó a su mente a recordar como diantres era aquel truco muggle para hacer un “magia” sin emplear la palabra clave, se le hacía que Borroughs era lista, capaz y pillaba el quit de la cuestión antes de empezar con el verdadero juego.
- ¿Quieres que algún día te haga de guía por Londres? – preguntó sin doble intención, Adair no era de pedir citas solo pretendia ser cordial con una pura alma errante en el mundo de la no magia. Las preguntas de Pearlie apuntaba a que la chica quería saber mucho más de lo que pretendía – Londres muggle. Cuando se te termine el hechizo del mechero, me buscas y te acompaño a recargarlo. ¿Qué te parece? – extendió el mazo en forma de abanico hacia la chica – Coge una, mírala y vuelve a meterla… en el mazo.
- Mis abuelos son muggles por parte de madre – se encogió de hombros, hablaba con naturalidad porque su vida fue y era así – Luego que me gradué en Hogwarts, me esfumé por dos años de la capa terrestre, viví en varios lugares del mundo y compartí piso con algunos compañeros muggles – tomó algo de aire mientras sonreía, alargó la mano para recuperar su mazo - así que sí, mi acercamiento es bastante… próximo, no tengo contacto con la KAU como tu.
Dio otra calada a su cigarrillo antes de dejar escapar el humo hacia un lado pero volvió a dejarlo entre sus labios, pasó una mano por su corto cabello y empezó a mezclar las cartas de la baraja. Levantó una mirada hacia el cielo un segundo y forzó a su mente a recordar como diantres era aquel truco muggle para hacer un “magia” sin emplear la palabra clave, se le hacía que Borroughs era lista, capaz y pillaba el quit de la cuestión antes de empezar con el verdadero juego.
- ¿Quieres que algún día te haga de guía por Londres? – preguntó sin doble intención, Adair no era de pedir citas solo pretendia ser cordial con una pura alma errante en el mundo de la no magia. Las preguntas de Pearlie apuntaba a que la chica quería saber mucho más de lo que pretendía – Londres muggle. Cuando se te termine el hechizo del mechero, me buscas y te acompaño a recargarlo. ¿Qué te parece? – extendió el mazo en forma de abanico hacia la chica – Coge una, mírala y vuelve a meterla… en el mazo.
Adair Brackminster- Mensajes : 402
Fecha de inscripción : 08/09/2012
Re: El primer café de la mañana.
Escuchó con atención y también algo encandilada. Le parecía fascinante que alguien hubiera tomado la vida como lo había hecho Adair, que hubiera vivido solo en varias partes del mundo, se hubiera mezclado con los muggles de manera natural. No podía decir que no envidiaba en cierta forma a la gente que era así de libre pero tampoco que se sintiera desdichada por su propia vida. Era cómoda, había tenido todo lo que había querido, aunque lo que había querido se había, hasta el momento, reducido a lo que conocía, como era obvio.
Se le quedó mirando a la manera en que mezclaba las cartas de la baraja, la verdad era que ni siquiera estaba desconfiada a que fuera a hacer trampas o alguna cosa por el estilo. Alzó la mirada de nuevo hacia él solamente para sonreírle y asentir. Estaba, vertiginosamente, mandando al diablo todos los mandatos que había seguido durante 17 años, aunque fuera en pequeños detalles que a otros se les harían naturales, como un paseo por el Londres muggle.
-Me parece perfecto, muchas gracias. Fumo mucho, te aviso, así que será pronto, a menos que te estés haciendo el chistoso y los hechizos del mechero duren 50 años.
Era su único vicio ese de fumar, aunque también se combinaba con el de la cafeína un poco. Lo había adquirido en Beauxbatons, de largas noches sin dormir con sus amigas hablando de estupideces mientras fumaba a un lado de una ventana. La ayudaba a mantenerse concentrada, la calmaba cuando estaba estresada. Si tenía hambre, era como comida, si tenía frío le daba calor. A su papá no le gustaba verla fumar pero se había acostumbrado a verla hacerlo en las reuniones familiares y las fiestas.
Tomó una de las cartas del mazo ahora en abanico sin agregar mucho más. La miró sin enseñársela y…sin saber qué era en realidad, porque los dibujitos eran diferentes a las de las barajas a las que estaba acostumbrada. Pero era una mujer muy gorda –aparentemente gorda- y en las esquinas estaban unos tréboles. Con cuidado la volvió a meter en el mazo y luego se le quedó viendo alzando las cejas a la expectativa, otra vez como una chiquilla. Seguro que Adair entretenía mucho y bien a sus hermanitos.
Se le quedó mirando a la manera en que mezclaba las cartas de la baraja, la verdad era que ni siquiera estaba desconfiada a que fuera a hacer trampas o alguna cosa por el estilo. Alzó la mirada de nuevo hacia él solamente para sonreírle y asentir. Estaba, vertiginosamente, mandando al diablo todos los mandatos que había seguido durante 17 años, aunque fuera en pequeños detalles que a otros se les harían naturales, como un paseo por el Londres muggle.
-Me parece perfecto, muchas gracias. Fumo mucho, te aviso, así que será pronto, a menos que te estés haciendo el chistoso y los hechizos del mechero duren 50 años.
Era su único vicio ese de fumar, aunque también se combinaba con el de la cafeína un poco. Lo había adquirido en Beauxbatons, de largas noches sin dormir con sus amigas hablando de estupideces mientras fumaba a un lado de una ventana. La ayudaba a mantenerse concentrada, la calmaba cuando estaba estresada. Si tenía hambre, era como comida, si tenía frío le daba calor. A su papá no le gustaba verla fumar pero se había acostumbrado a verla hacerlo en las reuniones familiares y las fiestas.
Tomó una de las cartas del mazo ahora en abanico sin agregar mucho más. La miró sin enseñársela y…sin saber qué era en realidad, porque los dibujitos eran diferentes a las de las barajas a las que estaba acostumbrada. Pero era una mujer muy gorda –aparentemente gorda- y en las esquinas estaban unos tréboles. Con cuidado la volvió a meter en el mazo y luego se le quedó viendo alzando las cejas a la expectativa, otra vez como una chiquilla. Seguro que Adair entretenía mucho y bien a sus hermanitos.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
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