OGMIOS: 275 PUNTOS
CERRIDWEN: 150 PUNTOS
ARIANRHOD: 35 PUNTOS
SMERTIOS: 175 PUNTOS
Últimos temas
¿Quién está en línea?
En total hay 44 usuarios en línea: 0 Registrados, 0 Ocultos y 44 Invitados :: 1 Motor de búsquedaNinguno
El record de usuarios en línea fue de 149 durante el Miér Oct 23, 2024 12:07 pm
Este foro está creado enteramente para esparcimiento y diversión sin fines de lucro. La temática, tramas y personajes son 100% originales creados por el equipo administrativo y los usuarios de este mismo foro. Todo lo demás, pertenece a J.K.Rowling.
"Universidad Brigantia de Estudios Mágicos" está protegida por una licencia creativa. Cualquier reproducción total o parcial del contenido del foro, así como el diseño, será considerado como plagio. Por favor, se original, no robes ni copies.
The Lions Den
3 participantes
Página 2 de 4.
Página 2 de 4. • 1, 2, 3, 4
Re: The Lions Den
Claro que estaba bien con él. Yo estaba bien con Milena, todos estábamos bien. No quise pensar que había pasado todo ese tiempo engañándome con la frase esa pero después de haberla besado de nuevo sentía que efectivamente le había puesto un freno a todo ese asunto alegando que no había ocurrido nada. Esperé una bofetada pero no había llegado y mientras estaba pensando en los muchos niveles de jodidez de ese asunto, Pearl me volvió a besar, sintiendo ese estremecimiento cuando alguien tocaba mi cabello y peor si ese alguien era ella y sentíamos que no estábamos haciendo algo correcto. Bueno, no era cosa de sentir, es que era un hecho: no podíamos ni empezar a decir lo mal que estaba.
Todavía se podía decidir, podríamos regresar cada quién a nuestro lugar, hacernos un obliviate, cualquier cosa. Lo único verdadero era que la besé todavía con más ganas y puse mis manos en su cintura, después la tomé de las caderas y la empujé contra mi, antes de que sintiéramos un empujón involuntario y tuviéramos qué caminar. Me sentí fatal al escuchar que no sabía por qué hacía eso, yo tampoco. O bueno, era simple, pero era indebido. En ese tiempo la había encontrado demasiado genial, me gustaba estar con ella, y pensé que podía llevarlo bien, como una amiga. Pues no, no pude. Se me daba bien echar a perder las cosas.
En vez de ir hacia la salida, me desvié un poco por uno de los pasillos del estadio, mucho menos transitado que el que veníamos recorriendo y fui yo quien tomó su rostro con las manos, queriéndole dar explicaciones satisfactorias pero sin encontrarlas. Era extraño, pero sonreír no parecía adecuado. Lo peor era que sólo quería volver a besarla, como mínimo.
-No sé, Pearl, no sé ¡No sé! Esto tendría que ser simple pero no es.
Tendría qué ser simple por que nunca antes me había sentido tan horriblemente culpable de que alguien me gustara, y de que nos lleváramos bien. Mal momento, mala elección, todo mal. Mal. No se me ocurría pensar nada más que lo mal que eso estaba y aún así no me sentía impedido de volver a acorrarlarla contra la pared, poner la mano en su cuello y besarla de nuevo, rodeándola con un brazo para ponerla cerca de mi aunque la pared hiciera todo el trabajo. Ni siquiera un grupo de tipos cantando No one likes us hizo que me separara de ella, y la urgencia de no hacerlo empezaba a ir a peor. Si tenía claro que había cagado nuestra amistad y la falta de malas intenciones que había, por que eso seguía siendo verdad, más valía cagarla bien.
-Quiero desnudarte.
No en un corredor del estadio del Millwal, claro estaba.
Todavía se podía decidir, podríamos regresar cada quién a nuestro lugar, hacernos un obliviate, cualquier cosa. Lo único verdadero era que la besé todavía con más ganas y puse mis manos en su cintura, después la tomé de las caderas y la empujé contra mi, antes de que sintiéramos un empujón involuntario y tuviéramos qué caminar. Me sentí fatal al escuchar que no sabía por qué hacía eso, yo tampoco. O bueno, era simple, pero era indebido. En ese tiempo la había encontrado demasiado genial, me gustaba estar con ella, y pensé que podía llevarlo bien, como una amiga. Pues no, no pude. Se me daba bien echar a perder las cosas.
En vez de ir hacia la salida, me desvié un poco por uno de los pasillos del estadio, mucho menos transitado que el que veníamos recorriendo y fui yo quien tomó su rostro con las manos, queriéndole dar explicaciones satisfactorias pero sin encontrarlas. Era extraño, pero sonreír no parecía adecuado. Lo peor era que sólo quería volver a besarla, como mínimo.
-No sé, Pearl, no sé ¡No sé! Esto tendría que ser simple pero no es.
Tendría qué ser simple por que nunca antes me había sentido tan horriblemente culpable de que alguien me gustara, y de que nos lleváramos bien. Mal momento, mala elección, todo mal. Mal. No se me ocurría pensar nada más que lo mal que eso estaba y aún así no me sentía impedido de volver a acorrarlarla contra la pared, poner la mano en su cuello y besarla de nuevo, rodeándola con un brazo para ponerla cerca de mi aunque la pared hiciera todo el trabajo. Ni siquiera un grupo de tipos cantando No one likes us hizo que me separara de ella, y la urgencia de no hacerlo empezaba a ir a peor. Si tenía claro que había cagado nuestra amistad y la falta de malas intenciones que había, por que eso seguía siendo verdad, más valía cagarla bien.
-Quiero desnudarte.
No en un corredor del estadio del Millwal, claro estaba.
Karim Malik- Mensajes : 257
Fecha de inscripción : 10/09/2012
Re: The Lions Den
Claro que pudo haber decidido, decirle que no, alejarse de él y proponerle en serio que ahora sí se borraran esa memoria en particular, pero resultaba que no, que la decisión que tomó no era precisamente esa. No se iba a sentir capaz de borrar nada, aunque estuviera mucho mejor sin eso. Cuando sintió que se desviaban en lugar de ir a la salida, sintió que el corazón le latía con muchísima fuerza. De nuevo venía una decisión: detenerse y decirle que fueran al pub, que salieran de una vez y decirle que por favor ya no la torturara más. En vez de eso lo siguió sin decir nada, sabiendo que no iba a poder ser simple de ninguna forma, y a cada paso que daba, cada mirada que le daba, la hacía sentir terriblemente culpable.
Cuando la besaba, por un segundo, su mente se ponía en blanco y se olvidaba de esos sentimientos culpables, pero apenas se separaba de él volvía a pensar que era una idiota, que estaba haciéndolo todo mal, que nunca iba a poder ver a Joe a la cara, ¡y Milena!. Y le daban ganas de decir que no, que por favor terminaran con eso. Y luego, en la parte más terrible de su cabeza, se le ocurría que entonces la única solución era seguirlo besando para no pensar en eso. Lo rodeó por el cuello de nuevo y sintió que el sentirse así de acorralada no ayudaba en nada, para mal, porque acrecentaba su adrenalina.
Se quedó mirándolo luego de esa confesión, o reclamo, o lo que fuera. No lo había soltado y todavía tenía los brazos sobre sus hombros. Sentía que su respiración estaba como fuera de lugar. Primero negó con la cabeza, apretando los labios y mirándolo con languidez. Le recorrió la cara con las manos y luego tuvo la necesidad de sentir la piel de su espalda bajo la ropa, apenas nada, olvidándose también de su ropa. Estaba mal mal mal mal.
-No, no…no puedes.
No especificó si no podía nunca o si no podía ahí, así que lo dejó al aire y volvió a besarlo, recorriendo el brazo que la rodeaba con una mano, mientras la otra seguía buscando la piel de su espalda. Era distinto, totalmente distinto a lo que pasaba con Joe y sentía que mucho tenía que ver saber que estaba cometiendo una locura terrible y enorme, o también todo lo que había pasado con Malik todo ese tiempo. Simplemente era diferente.
-Quiero irme de aquí.
Le susurró, sacando las manos de su ropa porque le daba vergüenza que todos los rezagados que pasaban se dieran cuenta o pudieran verlos. Porque se sentía en una posición vulnerable, porque pensaba que tenía que calmar sus ánimos de algún modo o simplemente tal vez lo mejor era saciar todo eso y dejarlo estar. Y no sabía cómo habían llegado a eso, de verdad, porque la primera vez que había aceptado salir con él no se le había pasado por la cabeza, ni la segunda, ni nada.
Cuando la besaba, por un segundo, su mente se ponía en blanco y se olvidaba de esos sentimientos culpables, pero apenas se separaba de él volvía a pensar que era una idiota, que estaba haciéndolo todo mal, que nunca iba a poder ver a Joe a la cara, ¡y Milena!. Y le daban ganas de decir que no, que por favor terminaran con eso. Y luego, en la parte más terrible de su cabeza, se le ocurría que entonces la única solución era seguirlo besando para no pensar en eso. Lo rodeó por el cuello de nuevo y sintió que el sentirse así de acorralada no ayudaba en nada, para mal, porque acrecentaba su adrenalina.
Se quedó mirándolo luego de esa confesión, o reclamo, o lo que fuera. No lo había soltado y todavía tenía los brazos sobre sus hombros. Sentía que su respiración estaba como fuera de lugar. Primero negó con la cabeza, apretando los labios y mirándolo con languidez. Le recorrió la cara con las manos y luego tuvo la necesidad de sentir la piel de su espalda bajo la ropa, apenas nada, olvidándose también de su ropa. Estaba mal mal mal mal.
-No, no…no puedes.
No especificó si no podía nunca o si no podía ahí, así que lo dejó al aire y volvió a besarlo, recorriendo el brazo que la rodeaba con una mano, mientras la otra seguía buscando la piel de su espalda. Era distinto, totalmente distinto a lo que pasaba con Joe y sentía que mucho tenía que ver saber que estaba cometiendo una locura terrible y enorme, o también todo lo que había pasado con Malik todo ese tiempo. Simplemente era diferente.
-Quiero irme de aquí.
Le susurró, sacando las manos de su ropa porque le daba vergüenza que todos los rezagados que pasaban se dieran cuenta o pudieran verlos. Porque se sentía en una posición vulnerable, porque pensaba que tenía que calmar sus ánimos de algún modo o simplemente tal vez lo mejor era saciar todo eso y dejarlo estar. Y no sabía cómo habían llegado a eso, de verdad, porque la primera vez que había aceptado salir con él no se le había pasado por la cabeza, ni la segunda, ni nada.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: The Lions Den
No estaba bien que se sintiera así el roce de sus manos bajo mi ropa, y de hecho pensé que no iba a hacerlo. Las sensaciones se acrecentaban y la mente se me nublaba cada vez más, pero era mejor así que intentando justificarme a cada momento, o mejor dicho era mejor no pensar en nada que poner las cosa en la magnitud de lo que estaba ocurriendo, y peor, de lo que podía ocurrir. No era como si el novio de Pearl fuera un completo desconocido y aún así estaba mal. Yo había visto cómo se ponía Joe en su cumpleaños, las cosas que decía. No era cualquier cosa.
¿Por qué precisamente ella? No lo sabía, quizás por que no estaba en mis planes joderle la vida a nadie. Salvo alguna tontería de quince años, no había cometido infidelidades, me parecían absurdas. Ahora me tragaba mis palabras por que no había manera posible de justificarlo, ni de quedar mejor parado. No lo había planeado, pero tampoco es que fuera un ratón en una trampa, sin posibilidad de escapatoria. Sabía lo que hacía, joder, lo sabía muy bien.
La verdad, la parte de sentir que todo estaba mal no era lo que estaba disfrutando. Lo único era que pensaba que Pearl era una chica genial, que podía no cansarme de estar con ella y eso sólo había derivado en que la encontrara demasiado deseable, o sea, que no había podido cumplir mi palabra de mantenerlo todo en una amistad sin malas intenciones. Pues no había podido, y si por mi fuera, me encantaría estar haciendo exactamente lo mismo sin que ninguno estuviera pensando que arderíamos en el infierno por deshonestos o algo así. Tener esa clase de pensamientos sin siquiera haber cumplido los veinticinco era un poco siniestro. Yo también quería irme de ahí, mi plan hubiera sido desaparecer, llevarla a mi habitación y hacer mi voluntad, pero no. Bajé la mirada, exhalé con esfuerzo y fue más fácil caminar por donde veníamos antes por que ya mucha gente había salido.
-De todos modos si no nos vamos nos van a echar. Caminemos ¿Sí? necesito aire.
Le estaba dando tiempo a la sensatez, si es que todavía podíamos rescatar esa situación. Había poca gente alrededor, todavía se escuchaban cantos del Millwall a lo lejos y algunas sirenas de patrulla, lo que me hizo cambiar la ruta para no toparnos con alguna trifulca.
-No creo que podamos seguir siendo amigos como siempre, Pearl. Mira, si paso otra hora más a tu lado esto se me hará habitual. Pegué mi frente a la suya, haciendo un gran esfuerzo por decir lo que diría, tanto que sentía que casi me dolía la garganta al hacerlo. -Así que lo dejamos por completo... o voy a perder la cabeza.
¿Por qué precisamente ella? No lo sabía, quizás por que no estaba en mis planes joderle la vida a nadie. Salvo alguna tontería de quince años, no había cometido infidelidades, me parecían absurdas. Ahora me tragaba mis palabras por que no había manera posible de justificarlo, ni de quedar mejor parado. No lo había planeado, pero tampoco es que fuera un ratón en una trampa, sin posibilidad de escapatoria. Sabía lo que hacía, joder, lo sabía muy bien.
La verdad, la parte de sentir que todo estaba mal no era lo que estaba disfrutando. Lo único era que pensaba que Pearl era una chica genial, que podía no cansarme de estar con ella y eso sólo había derivado en que la encontrara demasiado deseable, o sea, que no había podido cumplir mi palabra de mantenerlo todo en una amistad sin malas intenciones. Pues no había podido, y si por mi fuera, me encantaría estar haciendo exactamente lo mismo sin que ninguno estuviera pensando que arderíamos en el infierno por deshonestos o algo así. Tener esa clase de pensamientos sin siquiera haber cumplido los veinticinco era un poco siniestro. Yo también quería irme de ahí, mi plan hubiera sido desaparecer, llevarla a mi habitación y hacer mi voluntad, pero no. Bajé la mirada, exhalé con esfuerzo y fue más fácil caminar por donde veníamos antes por que ya mucha gente había salido.
-De todos modos si no nos vamos nos van a echar. Caminemos ¿Sí? necesito aire.
Le estaba dando tiempo a la sensatez, si es que todavía podíamos rescatar esa situación. Había poca gente alrededor, todavía se escuchaban cantos del Millwall a lo lejos y algunas sirenas de patrulla, lo que me hizo cambiar la ruta para no toparnos con alguna trifulca.
-No creo que podamos seguir siendo amigos como siempre, Pearl. Mira, si paso otra hora más a tu lado esto se me hará habitual. Pegué mi frente a la suya, haciendo un gran esfuerzo por decir lo que diría, tanto que sentía que casi me dolía la garganta al hacerlo. -Así que lo dejamos por completo... o voy a perder la cabeza.
Karim Malik- Mensajes : 257
Fecha de inscripción : 10/09/2012
Re: The Lions Den
A ella también le iba a caer bien caminar. Apenas dejar de tener su cuerpo tan cerca sintió que todo parecía mucho más claro, aunque no por ello mucho más fácil. De hecho era peor, porque empezaba a pensar con mucha más intensidad en la estupidez de sus actos y en lo mala amiga y mala novia que era. Identificaba las sirenas y por un momento, seguro todavía como un alargamiento de esa locura, le dieron ganas de pedirle que la llevara a ver el enfrentamiento enloquecido, pero no le dijo nada, porque no podía ni hablar normal sin pensar que todo estaba muy jodido ya.
Lo escuchó hablar y aunque encontró que todo lo que le decía era bastante sensato y sobretodo, necesario. No pudo evitar fruncir el ceño y alejarse de él, girándole la cara. Se sentía muy enojada, porque la perspectiva de perder lo que tenían la ponía de los nervios, mal. Y eso también estaba muy mal, porque si fuera capaz de decirle “sí, me da igual” todo sería más simple, se reduciría a un hecho sin importancia. Total, que con ninguna de las opciones se iba a sentir cómoda de todos modos.
-Sí, está bien. Lo dejamos por completo.
Le dijo sintiendo unas ganas terribles de dejarlo ahí sin más y tomar su propio camino con una aparición en cualquier lado para de ahí irse directamente a la universidad dejando atrás todas esas estupideces. Se sentía cada vez más furiosa, con él, con ella y con la situación. Se tuvo que pasar un par de dedos por los labios por inercia, como si todavía sintiera las huellas de lo que había pasado, y fuera condenadamente extraño.
-Ya está arruinado de todos modos, ¿no?
La peor parte de todo eso era que si no se largaba dejándolo con la palabra en la boca, no le salía más que venenito con ese tonito caprichoso de reproche, pero no lo podía evitar. Sabía que aunque lo intentaran lo que habían tenido no volvería a ser lo mismo, pero que se lo dijeran tal cuál y ella lo viera como una realidad tangible, la ponía mal. Respiró muy profundo, sintiendo que la rodeaba un halo de incomodidad casi visible y palpable, que él podría verlo.
Se volvió a amarrar el cabello con un movimiento de varita como había hecho antes aprovechando que había menos gente y que parecía solo un gesto de niña peinándose con palillos chinos y caminó a su lado sin decir nada más, sintiendo que el corazón le latía demasiado rápido y demasiado fuerte, que necesitaba con urgencia tomarle la mano y pedirle que no terminara así, que podían cambiarlo todo, que de verdad se lanzarían un obliviate de ser necesario, o tal vez solo volverlo a besar, porque ya qué más daba, pero sin hacer ninguna de esas cosas. Y esta vez sí que no lo miraba.
Lo escuchó hablar y aunque encontró que todo lo que le decía era bastante sensato y sobretodo, necesario. No pudo evitar fruncir el ceño y alejarse de él, girándole la cara. Se sentía muy enojada, porque la perspectiva de perder lo que tenían la ponía de los nervios, mal. Y eso también estaba muy mal, porque si fuera capaz de decirle “sí, me da igual” todo sería más simple, se reduciría a un hecho sin importancia. Total, que con ninguna de las opciones se iba a sentir cómoda de todos modos.
-Sí, está bien. Lo dejamos por completo.
Le dijo sintiendo unas ganas terribles de dejarlo ahí sin más y tomar su propio camino con una aparición en cualquier lado para de ahí irse directamente a la universidad dejando atrás todas esas estupideces. Se sentía cada vez más furiosa, con él, con ella y con la situación. Se tuvo que pasar un par de dedos por los labios por inercia, como si todavía sintiera las huellas de lo que había pasado, y fuera condenadamente extraño.
-Ya está arruinado de todos modos, ¿no?
La peor parte de todo eso era que si no se largaba dejándolo con la palabra en la boca, no le salía más que venenito con ese tonito caprichoso de reproche, pero no lo podía evitar. Sabía que aunque lo intentaran lo que habían tenido no volvería a ser lo mismo, pero que se lo dijeran tal cuál y ella lo viera como una realidad tangible, la ponía mal. Respiró muy profundo, sintiendo que la rodeaba un halo de incomodidad casi visible y palpable, que él podría verlo.
Se volvió a amarrar el cabello con un movimiento de varita como había hecho antes aprovechando que había menos gente y que parecía solo un gesto de niña peinándose con palillos chinos y caminó a su lado sin decir nada más, sintiendo que el corazón le latía demasiado rápido y demasiado fuerte, que necesitaba con urgencia tomarle la mano y pedirle que no terminara así, que podían cambiarlo todo, que de verdad se lanzarían un obliviate de ser necesario, o tal vez solo volverlo a besar, porque ya qué más daba, pero sin hacer ninguna de esas cosas. Y esta vez sí que no lo miraba.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: The Lions Den
Respiré profundo, sabiendo que a mi también me parecía horrible lo que había dicho, pero había sido sensato. La hubiera dejado ir de vuelta a la Universidad y poco al poco irnos olvidando de lo bien que la pasábamos juntos pero no era tan sencillo renunciar a eso y apenas decirlo, la perspectiva de quedarme sin su compañía ya se sentía mal. Sí, de su compañía y no de sus labios o de sus tetas, pero aún así me preguntaba por qué si me importaba tanto ser su amigo no había podido comportarme como tal. De nunca haberlo hecho seguramente a ella nunca se le habría pasado por la cabeza y seguiríamos siendo los de siempre, cantando alguna canción del Millwall, bebiendo cerveza. Lo había jodido todo, por describir sólo una parte de ese todo.
-Ya, lo sé...
Y también sabía que el tono de Pearl era como para castigarme de haberme atrevido a besarla y decirle esas cosas, y acobardarme al final. Era lo más políticamente correcto, por que ni Joe ni Milena ni la amistad que ella tenía con Pearlie merecían esto, pero también sentía que ni siquiera tenía agallas para hacerlo indebido y sólo enrarecía el ambiente haciéndolo todo a medias. O eso, o estaba malinterpretándola por completo. Me engañaba un poco si decía que desde esa primera salida al cine no me había quedado un poco embelesado con ella aunque no hubiera nada físico de por medio. Pero quería también jurar que nunca había querido que todo fuera a terminar ahí, y aún así, ahí estaba. Era bajo decir "no fue mi intención que todo esto pasara".
-Pearl, discúlpame ¡Espera! no lo digo por haberte besado, sólo por... no sé, por no haberlo hecho cuando no había problemas.
Bueno, problemas había habido desde el principio del semestre cuando Pearl se le había metido entre ceja y ceja a Joe. No sabía por qué cuando ya era su chica, oficialmente, se me metían esas ideas en la cabeza. Me sentía horriblemente estúpido, y egoísta, y cualquier cantidad de adjetivos que no me dejaban bien parado.
-Pero los hay. Muchos. Y si no te vas, te voy a besar de nuevo.
-Ya, lo sé...
Y también sabía que el tono de Pearl era como para castigarme de haberme atrevido a besarla y decirle esas cosas, y acobardarme al final. Era lo más políticamente correcto, por que ni Joe ni Milena ni la amistad que ella tenía con Pearlie merecían esto, pero también sentía que ni siquiera tenía agallas para hacerlo indebido y sólo enrarecía el ambiente haciéndolo todo a medias. O eso, o estaba malinterpretándola por completo. Me engañaba un poco si decía que desde esa primera salida al cine no me había quedado un poco embelesado con ella aunque no hubiera nada físico de por medio. Pero quería también jurar que nunca había querido que todo fuera a terminar ahí, y aún así, ahí estaba. Era bajo decir "no fue mi intención que todo esto pasara".
-Pearl, discúlpame ¡Espera! no lo digo por haberte besado, sólo por... no sé, por no haberlo hecho cuando no había problemas.
Bueno, problemas había habido desde el principio del semestre cuando Pearl se le había metido entre ceja y ceja a Joe. No sabía por qué cuando ya era su chica, oficialmente, se me metían esas ideas en la cabeza. Me sentía horriblemente estúpido, y egoísta, y cualquier cantidad de adjetivos que no me dejaban bien parado.
-Pero los hay. Muchos. Y si no te vas, te voy a besar de nuevo.
Karim Malik- Mensajes : 257
Fecha de inscripción : 10/09/2012
Re: The Lions Den
Le sonrió a medias, pero no era para nada como las otras sonrisas que le había regalado en el pasado. Había habido problemas desde el principio, también lo pensaba. La primera vez que habían ido al cine, Joe ya estaba en su vida, aunque ella se la pasara diciendo que nada que ver con ese aprendiz de vagabundo. Y la primera vez que había ido al cine, ella ya se había desnudado con Milena en su habitación. Problemas ya había desde el principio. Volvió a tomar aire y de pronto desvió la vista mejor hacia el resto de las personas, volvían a salir a ese lugar horrible que parecía en medio de la nada, lejos de toda civilización.
Tampoco quería ponerse a pensar en lo que hubiera sido si las cosas no hubieran estado tan enredadas para cuando se dio cuenta de que pasar tiempo con Malik era de las mejores cosas de haber vuelto al país, de la decisión rotunda que había tomado en medio segundo de nunca alejarse de él. Pensar en que le habría gustado tomar su mano sin problemas con cualquier implicación romántica era una reverenda estupidez que no tenía lugar ni forma.
Se le quedó mirando con esa última advertencia y no le dieron ganas de sonreírle, ni de reírse, ni de quitarle hierro al asunto. Se cruzó de brazos y lo meditó medio minuto, de verdad lo hizo, y se sintió pésimo consigo misma por hacerlo, porque lo mejor hubiera sido que lo dejara ahí y se diera la vuelta y ya. Pero no quería renunciar a eso, a lo que había, aunque fuera egoísta. ¿Con quién iba a ir a todos esos lugares? Sabía que podía hacerlo con cualquiera pero que nunca iba a ser lo mismo. También estaba preocupada por perderse su compañía. Y también sabía que era muy idiota tener todas esas tribulaciones tan temprano.
-Te beso yo entonces.
Se volvió a parar en la punta de sus pies y recargó las manos en sus hombros. Junto sus labios contra los de él y también, por un momento, olvidó el recato, y las culpas, y las implicaciones morales que todo eso tenía. Sabía que estaba aplicando un juego doble. Y era totalmente intencionado. Y si eso no funcionaba, entonces ya se resignaría a perderlo para siempre, por más mal que sonara esa perspectiva.
-Ya, arréglalo ahora. Anda, no me vas a dejar así. Quiero estar contigo, ¿no te das cuenta?
Sabía que era un acto de caprichosa, que si no dijo “quiero que me sigas llevando al cine”, “quiero que me sigas enseñando arte”, “quiero que me sigas invitando al futbol”, “quiero tener esto y punto” fue porque los dioses eran grandes, pero esas eran sus exigencias, irracionales y egoístas. Y claro, las manos le temblaban un poco solo de pensar que cada vez estaba poniéndose más irracional.
Tampoco quería ponerse a pensar en lo que hubiera sido si las cosas no hubieran estado tan enredadas para cuando se dio cuenta de que pasar tiempo con Malik era de las mejores cosas de haber vuelto al país, de la decisión rotunda que había tomado en medio segundo de nunca alejarse de él. Pensar en que le habría gustado tomar su mano sin problemas con cualquier implicación romántica era una reverenda estupidez que no tenía lugar ni forma.
Se le quedó mirando con esa última advertencia y no le dieron ganas de sonreírle, ni de reírse, ni de quitarle hierro al asunto. Se cruzó de brazos y lo meditó medio minuto, de verdad lo hizo, y se sintió pésimo consigo misma por hacerlo, porque lo mejor hubiera sido que lo dejara ahí y se diera la vuelta y ya. Pero no quería renunciar a eso, a lo que había, aunque fuera egoísta. ¿Con quién iba a ir a todos esos lugares? Sabía que podía hacerlo con cualquiera pero que nunca iba a ser lo mismo. También estaba preocupada por perderse su compañía. Y también sabía que era muy idiota tener todas esas tribulaciones tan temprano.
-Te beso yo entonces.
Se volvió a parar en la punta de sus pies y recargó las manos en sus hombros. Junto sus labios contra los de él y también, por un momento, olvidó el recato, y las culpas, y las implicaciones morales que todo eso tenía. Sabía que estaba aplicando un juego doble. Y era totalmente intencionado. Y si eso no funcionaba, entonces ya se resignaría a perderlo para siempre, por más mal que sonara esa perspectiva.
-Ya, arréglalo ahora. Anda, no me vas a dejar así. Quiero estar contigo, ¿no te das cuenta?
Sabía que era un acto de caprichosa, que si no dijo “quiero que me sigas llevando al cine”, “quiero que me sigas enseñando arte”, “quiero que me sigas invitando al futbol”, “quiero tener esto y punto” fue porque los dioses eran grandes, pero esas eran sus exigencias, irracionales y egoístas. Y claro, las manos le temblaban un poco solo de pensar que cada vez estaba poniéndose más irracional.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: The Lions Den
Pues sí, todo había estado enreadado desde el principio pero quizás no tanto, y era algo ridículo pensar que sólo por eso ya éramos algo como star crossed lovers y el destino estaba en nuestra contra. No tanto así, pero tampoco quise pensar que era sólo un capricho. Ya no quería pensar en nada, ni en haber echado a perder las noches de amor platónico que habíamos tenido con todo ese lío, ni tampoco en el primer beso que le había dado y que habíamos superado. Tenía una especie de resaca desagradable sobre lo que había ocurrido y pensé que ahí afuera del estadio del Millwall estábamos viviendo el Waterloo de nuestra historia.
Pero no tanto así; también la miré sin saber qué diría, esperando que no se fuera pero sabiendo qeu si lo hacía también me sentiría aliviado de no estar mietiéndome hasta el cuello en líos deshonestos que superaban mis propios límites. La parte buena seguía siendo que al sentir sus labios dejaba de pensar, justo como hacía. ¿Cómo ocurrían las cosas más graves que uno hacía? Así, perdiendo la cabeza, a pesar de nuestros intentos por racionalizarlo todo. Rodée su cintura con las manos y medio sonreí no sin un dejo de melancolía, aunque el que me dijera que quería estar conmigo casi me debilitaba las piernas, por creer que jamás me diría una cosa parecida. Yo también quería estar con ella, no sólo desnudarla, quería que todo fuera igual pero ya no era igual de todos modos y había llegado al instante en que mandaba todo al carajo. Absolutamente todo.
Miré alrededor para desplazarnos un poco a un punto ciego cerca de la esquina de un jardín y desaparecer. Me concentré en el portal de una casa destartalada en Hounslow, o sea mi hogar familiar si es que se le podía llamar así. El jardín estaba descuidado, había muchas bicicletas atadas con cadenas, muchas plantas con letreros y muchos gatos. La puerta casi siempre estaba abierta y ese día no era excepción. No sabía si Tahira estaría ahí, pero apenas tomé un poco su mano para que me siguiera y se diera cuenta que no me había equivocado de dirección al aparecerme, escuché a Lou Reed cantando New Age y a un par de personas hablando en la cocina. No tenía la menor idea de quienes eran, pero ellos me conocían por que me saludaron con la mano.
-Esto es mi casa, mi otra casa. No me preguntes quienes son ellos, por que no lo sé... esto es algo como una comuna.
Pasamos una estancia donde conocí a una mujer de mediana edad y muchos piercings, a la que saludé con la mano también. Esa era Miriam, llevaba aproximadamente diez años ahí, lo que la hacía ya una veterana en esa casa de locos, y me agradaba. Sabía muchísimo de botánica, de alucinógenos y de activismo ambiental.
-¡Pero si es el el niño de la selva! Karim cariño, te hemos extrañado por aquí, estás hecho un hombre ya
Si es que tres meses antes era un poco menos hombre de lo que era en ese momento. Sólo le pude sonreír. Lo único bueno de tanta comunidad era que aún se respetaba mi habitación, o eso me decían, seguramente ahí dormía todo mundo, pero nadie la ocupaba oficialmente. Me detuve ahí y tuve que presentar a Pearlie, aunque no iba a someterla a la tortura de convivir con un montón de muggles de lo más raro, hasta para los propios muggles.
-Oye, se supone que nos íbamos a emborrachar ¿Se te quitaron las ganas?
Pero no tanto así; también la miré sin saber qué diría, esperando que no se fuera pero sabiendo qeu si lo hacía también me sentiría aliviado de no estar mietiéndome hasta el cuello en líos deshonestos que superaban mis propios límites. La parte buena seguía siendo que al sentir sus labios dejaba de pensar, justo como hacía. ¿Cómo ocurrían las cosas más graves que uno hacía? Así, perdiendo la cabeza, a pesar de nuestros intentos por racionalizarlo todo. Rodée su cintura con las manos y medio sonreí no sin un dejo de melancolía, aunque el que me dijera que quería estar conmigo casi me debilitaba las piernas, por creer que jamás me diría una cosa parecida. Yo también quería estar con ella, no sólo desnudarla, quería que todo fuera igual pero ya no era igual de todos modos y había llegado al instante en que mandaba todo al carajo. Absolutamente todo.
Miré alrededor para desplazarnos un poco a un punto ciego cerca de la esquina de un jardín y desaparecer. Me concentré en el portal de una casa destartalada en Hounslow, o sea mi hogar familiar si es que se le podía llamar así. El jardín estaba descuidado, había muchas bicicletas atadas con cadenas, muchas plantas con letreros y muchos gatos. La puerta casi siempre estaba abierta y ese día no era excepción. No sabía si Tahira estaría ahí, pero apenas tomé un poco su mano para que me siguiera y se diera cuenta que no me había equivocado de dirección al aparecerme, escuché a Lou Reed cantando New Age y a un par de personas hablando en la cocina. No tenía la menor idea de quienes eran, pero ellos me conocían por que me saludaron con la mano.
-Esto es mi casa, mi otra casa. No me preguntes quienes son ellos, por que no lo sé... esto es algo como una comuna.
Pasamos una estancia donde conocí a una mujer de mediana edad y muchos piercings, a la que saludé con la mano también. Esa era Miriam, llevaba aproximadamente diez años ahí, lo que la hacía ya una veterana en esa casa de locos, y me agradaba. Sabía muchísimo de botánica, de alucinógenos y de activismo ambiental.
-¡Pero si es el el niño de la selva! Karim cariño, te hemos extrañado por aquí, estás hecho un hombre ya
Si es que tres meses antes era un poco menos hombre de lo que era en ese momento. Sólo le pude sonreír. Lo único bueno de tanta comunidad era que aún se respetaba mi habitación, o eso me decían, seguramente ahí dormía todo mundo, pero nadie la ocupaba oficialmente. Me detuve ahí y tuve que presentar a Pearlie, aunque no iba a someterla a la tortura de convivir con un montón de muggles de lo más raro, hasta para los propios muggles.
-Oye, se supone que nos íbamos a emborrachar ¿Se te quitaron las ganas?
Karim Malik- Mensajes : 257
Fecha de inscripción : 10/09/2012
Re: The Lions Den
No supo si el tirón constante en el estómago era un resabio de la sensación de la aparición, era por nervios o era por culpa. O por las tres a la vez, pero era un golpeteo incesante y aturdidor. Cuando llegaron al jardín volvió a respirar profundo. Lo seguía pensando, que todavía tenía tiempo de arreglar todo ese desperfecto, de seguir como si nada, aunque eso era solo autoengaño.
Miró con curiosidad el jardín, también las bicicletas porque de eso sí que no había en el mundo mágico y se tuvo que detener a acariciar a un gato negro que se le enredó en las piernas, sintiendo que estaba traicionando a Pazuzu con ese gesto.
Y claro que sintió horrible por pensar en el bebé y acordarse de Joe y saber que todo eso tan jodido la iba a perseguir cada día. Se mordió el labio con nerviosismo mientras se levantaba para dejar estar al gato, sintiéndose afortunada porque se hubiera dejado tocar y pasó la mano por la cabeza de otro moteado que estaba enroscado en un pilar antes de la puerta abierta. Pazuzu era más bonito que todos esos.
El sonido de la música y en sí, todas las condiciones de ese momento en particular por un instante le hicieron sentir que había vuelto a lo que era, que estaba ahí con él de manera normal, aún amigos, sin nada raro. Pero sentir el leve toque de su mano, ahora con una connotación totalmente distinta, le indicaba todo lo contrario. Le hacía todavía más difíciles las cosas habiéndola llevado a su casa, y encima no haberla llevado a su dormitorio y ya, sino estarle presentando a toda esa gente rara y seguir siendo lindo con ella.
Trató de no ver a ninguno con los ojos desorbitados. Apenas sonrió cuando escuchó el apodo de “niño de la selva” y que le dijeran que estaba hecho un hombre, sin saber que solo lo había dejado de ver tres meses. Y como estaba evitando por todos los medios ver raro a nadie solo le quedó ser simpática y sonriente y todo lo demás.
-¡No! No se me quitaron las ganas. Además tenemos que celebrar a tu equipo. Nuestro equipo, pues.
Porque no se le olvidaba que habían ganado, y que el partido había sido genial, como casi todo lo que compartían. Por eso se aferraba a él, y por muchas cosas más. Poco a poco comenzaba a sentir que se le iba la tensión del cuerpo, que estaba cómoda a su lado, que las cosas estaban de nuevo en su cauce, aunque jamás fueran a ser lo mismo.
-O sea, ¿la gente que quiere vivir aquí solo llega y se instala? ¡Zaz! Como si nada. ¿O pagan una cuota? ¿o cómo es?
Le preguntó bajando un poco la voz sintiendo sincera curiosidad por como se manejaban las cosas ahí, aunque ella jamás jamás fuera a vivir con gente extraña.
Miró con curiosidad el jardín, también las bicicletas porque de eso sí que no había en el mundo mágico y se tuvo que detener a acariciar a un gato negro que se le enredó en las piernas, sintiendo que estaba traicionando a Pazuzu con ese gesto.
Y claro que sintió horrible por pensar en el bebé y acordarse de Joe y saber que todo eso tan jodido la iba a perseguir cada día. Se mordió el labio con nerviosismo mientras se levantaba para dejar estar al gato, sintiéndose afortunada porque se hubiera dejado tocar y pasó la mano por la cabeza de otro moteado que estaba enroscado en un pilar antes de la puerta abierta. Pazuzu era más bonito que todos esos.
El sonido de la música y en sí, todas las condiciones de ese momento en particular por un instante le hicieron sentir que había vuelto a lo que era, que estaba ahí con él de manera normal, aún amigos, sin nada raro. Pero sentir el leve toque de su mano, ahora con una connotación totalmente distinta, le indicaba todo lo contrario. Le hacía todavía más difíciles las cosas habiéndola llevado a su casa, y encima no haberla llevado a su dormitorio y ya, sino estarle presentando a toda esa gente rara y seguir siendo lindo con ella.
Trató de no ver a ninguno con los ojos desorbitados. Apenas sonrió cuando escuchó el apodo de “niño de la selva” y que le dijeran que estaba hecho un hombre, sin saber que solo lo había dejado de ver tres meses. Y como estaba evitando por todos los medios ver raro a nadie solo le quedó ser simpática y sonriente y todo lo demás.
-¡No! No se me quitaron las ganas. Además tenemos que celebrar a tu equipo. Nuestro equipo, pues.
Porque no se le olvidaba que habían ganado, y que el partido había sido genial, como casi todo lo que compartían. Por eso se aferraba a él, y por muchas cosas más. Poco a poco comenzaba a sentir que se le iba la tensión del cuerpo, que estaba cómoda a su lado, que las cosas estaban de nuevo en su cauce, aunque jamás fueran a ser lo mismo.
-O sea, ¿la gente que quiere vivir aquí solo llega y se instala? ¡Zaz! Como si nada. ¿O pagan una cuota? ¿o cómo es?
Le preguntó bajando un poco la voz sintiendo sincera curiosidad por como se manejaban las cosas ahí, aunque ella jamás jamás fuera a vivir con gente extraña.
Última edición por Pearlie F. Burroughs el Miér Nov 21, 2012 2:42 am, editado 1 vez
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: The Lions Den
Yo también tuve esa sensación, la de pasado perfecto o algo así. Hasta el apodo absurdo de Miriam me daba un poco de risa aunque le quité importancia y le hice una seña de que iría a la cocina, recordando el dos a uno del Millwall sobre el Leeds, escuchando a Velvet Underground que terminaba y después empezaba un éxito comercial de los setenta que Miriam cantaba a gritos. Yo no elegía la música ahí, era tierra de nadie, pero esa maldita canción de Bonnie Tyler me gustaba, por ridículo que fuera. Saqué dos cervezas del refrigerador, al menos siempre había alguna, era una garantía.
-It's a heartache, nothing but a heartache y sí, Millwall. No one likes us, we don't care.
Me dio un poco de risa la curiosidad que mostraba Pearl por ese lugar, por que insistia, era muy particular incluso para muggles. Incluso para Finnerty, que había ido algunas veces y seguía pareciéndole de lo más extraño que gente entrara y saliera de ahí, que nada fuera exclusivo de nadie y que Tahira no les cobrara renta, por que era su casa y de nadie más, en términos legales. A veces había niños, a veces ancianos, a veces música fuerte y a veces el silencio más tranquilo de Londres. La única ley era que nadie ahí consumía drogas. La marihuana no era droga, contaba como medicina.
-Pues sí, algo así... por lo general son amigos de amigos de Tahira, gente que necesita dónde quedarse, yo que sé, es ella la que decide esas cosas pero es raro que le diga que no a alguien, y por aquí ha pasado todo tipo de gente. Miriam dice que Boy George estuvo aquí dos semanas, pero no le creo. Un músico muggle famoso en decadencia... en fin, tenemos que emborracharnos. Aquí hay bourbon, bebamos como lo hacen en Brooklyn, una cerveza y un shot.
Le serví sin preguntar y yo hablé a volumen normal para que ella hiciera lo mismo. Ahí no había un concepto muy definido de privacidad y ya sabía que casi nadie se sentía cómodo entre un montón de desconocidos, pero habría qué practicar.
-Así que si un día tienes necesidad de un techo, vienes aquí. En serio.
Volví a reírme por recordar la sensación de estar ahí. Si había huído al sillón de Finnerty era por que no lo había soportado más y encontraba muy poca libertad en ese lugar, por irónico que sonara. Me había desesperado no tener privacidad pero más que eso el ruido mental que estar ahí provocaba, rodeado de quién sabe quién todo el tiempo, sin poder negarle conversación a nadie y esas cosas. Era mucho más divertido explicarle a alguienc ómo funcionaba la vida ahí y regresar de vez en cuando que haber pasado toda la vida en esa casa de locos.
-It's a heartache, nothing but a heartache y sí, Millwall. No one likes us, we don't care.
Me dio un poco de risa la curiosidad que mostraba Pearl por ese lugar, por que insistia, era muy particular incluso para muggles. Incluso para Finnerty, que había ido algunas veces y seguía pareciéndole de lo más extraño que gente entrara y saliera de ahí, que nada fuera exclusivo de nadie y que Tahira no les cobrara renta, por que era su casa y de nadie más, en términos legales. A veces había niños, a veces ancianos, a veces música fuerte y a veces el silencio más tranquilo de Londres. La única ley era que nadie ahí consumía drogas. La marihuana no era droga, contaba como medicina.
-Pues sí, algo así... por lo general son amigos de amigos de Tahira, gente que necesita dónde quedarse, yo que sé, es ella la que decide esas cosas pero es raro que le diga que no a alguien, y por aquí ha pasado todo tipo de gente. Miriam dice que Boy George estuvo aquí dos semanas, pero no le creo. Un músico muggle famoso en decadencia... en fin, tenemos que emborracharnos. Aquí hay bourbon, bebamos como lo hacen en Brooklyn, una cerveza y un shot.
Le serví sin preguntar y yo hablé a volumen normal para que ella hiciera lo mismo. Ahí no había un concepto muy definido de privacidad y ya sabía que casi nadie se sentía cómodo entre un montón de desconocidos, pero habría qué practicar.
-Así que si un día tienes necesidad de un techo, vienes aquí. En serio.
Volví a reírme por recordar la sensación de estar ahí. Si había huído al sillón de Finnerty era por que no lo había soportado más y encontraba muy poca libertad en ese lugar, por irónico que sonara. Me había desesperado no tener privacidad pero más que eso el ruido mental que estar ahí provocaba, rodeado de quién sabe quién todo el tiempo, sin poder negarle conversación a nadie y esas cosas. Era mucho más divertido explicarle a alguienc ómo funcionaba la vida ahí y regresar de vez en cuando que haber pasado toda la vida en esa casa de locos.
Karim Malik- Mensajes : 257
Fecha de inscripción : 10/09/2012
Re: The Lions Den
Le dio risa escucharlo cantar esa canción, que sonaba ridiculísima y tenía cierto aire como viejo, y que la tal Miriam cantaba a gritos. Igual no le dijo nada cuando combinó en la misma oración eso con la canción del Millwall. Luego escuchó con atención su explicación aunque no tenía idea de quién carambas era Boy George, aunque seguramente le habría gustado mucho toparse con su look. Tomó la cerveza y le dio un trago pequeño antes de que también le sirviera el dichoso bourbon, que no recordaba haber probado antes.
-¿Es como cuando combinas whisky de fuego con infusión de gurdyroot?
Olisqueó el bourbon y puso cara de que ya auguraba que no le iba a gustar, pero quitó inmediatamente el gesto porque justo en ese momento le decía que si necesitaba un techo, fuera ahí. Cambió la cara de “esto no me va a gustar” por una sonrisa y le dio las gracias nada más moviendo los labios mientras se decidía a probar de una vez esa cosa. Y nada, resultó que no le supo mal y hasta alzó las cejas con sorpresa, sonrió de nuevo y asintió con aprobación.
-No sé por que pensé que me iba a saber espantoso. ¿Ahora qué? Tomo de la botella? ¿o cómo es este ritual?
Si los que estaban ahí les estaban poniendo algo de atención –aunque seguramente no- seguro pensaban que estaba loca por estar preguntando esas cosas o por hablar sobre la infusión de gurdyroot. Ni siquiera sabía si sabían que Malik era un mago, aunque no era legal decir eso a alguien que salía y entraba de tu casa sin ser estrictamente un familiar. Ni se lo preguntó, porque si le decía que sí, no se iba a poner a regañarlo sacando cláusulas del Estatuto del Secreto de los Magos y esas cosas. Lo que no le gustó fue cómo sabía la cerveza luego del trago de bourbon así que quizá lo había hecho mal.
Esperaba que no le incomodara que mirara a su alrededor con curiosidad; los cuadros, las plantas y otro par de gatos que entraban con la misma familiaridad con la que lo hacía el resto. Tampoco las plantas decorativas o lo que fueran, eran iguales en el mundo mágico y el muggle, y eso era lo que hacía más interesante todo a final de cuentas, esas pequeñas diferencias curiosas. Podía ver mucho de Malik en el resto de la casa, por más que vivieran ahí muchas personas, y a partir de ese momento lo identificaría más con ese lugar que con el sillón en el departamento que compartía con Angus. No era cosa de la gente, era más cosa de la vibra.
-Pues me gusta aquí, en serio. Sobretodo por los gatos. Y vuelve a cantar, que te escuchabas pero chistosísimo diciendo esas ridiculeces.¡Ah! Y también tengo ganas todavía de irrumpir en el estadio, no creas que me has hecho olvidarlo.
-¿Es como cuando combinas whisky de fuego con infusión de gurdyroot?
Olisqueó el bourbon y puso cara de que ya auguraba que no le iba a gustar, pero quitó inmediatamente el gesto porque justo en ese momento le decía que si necesitaba un techo, fuera ahí. Cambió la cara de “esto no me va a gustar” por una sonrisa y le dio las gracias nada más moviendo los labios mientras se decidía a probar de una vez esa cosa. Y nada, resultó que no le supo mal y hasta alzó las cejas con sorpresa, sonrió de nuevo y asintió con aprobación.
-No sé por que pensé que me iba a saber espantoso. ¿Ahora qué? Tomo de la botella? ¿o cómo es este ritual?
Si los que estaban ahí les estaban poniendo algo de atención –aunque seguramente no- seguro pensaban que estaba loca por estar preguntando esas cosas o por hablar sobre la infusión de gurdyroot. Ni siquiera sabía si sabían que Malik era un mago, aunque no era legal decir eso a alguien que salía y entraba de tu casa sin ser estrictamente un familiar. Ni se lo preguntó, porque si le decía que sí, no se iba a poner a regañarlo sacando cláusulas del Estatuto del Secreto de los Magos y esas cosas. Lo que no le gustó fue cómo sabía la cerveza luego del trago de bourbon así que quizá lo había hecho mal.
Esperaba que no le incomodara que mirara a su alrededor con curiosidad; los cuadros, las plantas y otro par de gatos que entraban con la misma familiaridad con la que lo hacía el resto. Tampoco las plantas decorativas o lo que fueran, eran iguales en el mundo mágico y el muggle, y eso era lo que hacía más interesante todo a final de cuentas, esas pequeñas diferencias curiosas. Podía ver mucho de Malik en el resto de la casa, por más que vivieran ahí muchas personas, y a partir de ese momento lo identificaría más con ese lugar que con el sillón en el departamento que compartía con Angus. No era cosa de la gente, era más cosa de la vibra.
-Pues me gusta aquí, en serio. Sobretodo por los gatos. Y vuelve a cantar, que te escuchabas pero chistosísimo diciendo esas ridiculeces.¡Ah! Y también tengo ganas todavía de irrumpir en el estadio, no creas que me has hecho olvidarlo.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: The Lions Den
Me hizo reír que Pearl pidiera instrucciones para el trago, pero bueno, yo no le había dado ningún detalle sobre el trago de Brooklyn que en realidad no tenía mucho de especial, algunos lo bebían sorbo a sorbo y otros terminaban con el bourbon para seguir con la cerveza. Yo dejé casi a la mitad el bourbon y bebí cerveza como normalmente aunque tal vez con un poco más de velocidad y la firme intención de emborracharme al menos un poco.
-Sí, debe ser algo así, me tienes que invitar ese trago algún día. La instrucción es emborracharte, y hacerlo más rápido que con una cerveza ¿Suena complicado, no? Puedes tomar de la botella también.
No le di la botella para que lo hiciera, más bien fui yo quien bebió de la botella y acto seguido me acerqué a besarla, con todo el sabor de ese whisky te Tennessee en los labios, recordándole sin decir nada que entre todo eso que hacíamos, o sea, pasarlo bien juntos, me llegaban esas incontenibles ganas de acercarme a ella y besarla, acariciando la humedad de su lengua con la mía y dando un leve mordisco a su labio inferior, empujándola un poco contra los muebles fijos de esa cocina tan pequeña como la del apartamento de Finnerty, quizás un poco más desordenada. Me separé de ella normalmente y le di un trago a la cerveza.
-¿Te gusta? Bueno, sí, de visita es interesante y todo, pero después de crecer aquí te quedas un poco harto de estas cosas tan alternativas. Yo tampoco me he olvidado, tienes que anotar un gol como el de Henderson.
Antes de que pudiera volver a acercarme a Pearl, Miriam entraba en la cocina y abría el refrigerador como si nada, en esa actitud de casa de todos donde prácticamente nadie era un invitado. Después de sacar un par de cervezas como las que nosotros mismos teníamos en la mano, miró a Pearl con una especie de nostalgia extraña.
-Ah, recuerdo cuando tenía tu edad. Ahora me ves hecha una pena, pero entonces yo paraba el tráfico, era guapa como tú. Disfruta tu juventud, haz lo que te venga en gana
Ese consejo a mi ya no me lo daba por que me lo había dado desde los trece años y yo lo había tomado en cuenta cuando decía que dejara de preocuparme y me fuera a fumar porros con los amigos. Le dio un apretón en el hombro a Pearl y salió de ahí moviendo su larga trenza pelirroja, descolorida por algunas canas, en pasos silenciosos por que iba descalza. Miré a Pearl y me reí como pidiéndole disculpas por esas locuras. Había llevado a poca gente ahí, sabía que no era un lugar fácil dónde estar a pesar de todo, o eso me parecía, al final resultando que el orgullo de ser como era quizás no era tanto. Otra vez solos en la cocina, volví a acortar la distancia entre nosotros y acaricié su cintura bajo la camiseta, mirándola antes de empezar a besar su cuello y poder hablarle al oído. -Quiero bajarte los pantalones y comerte ahora...-
-Sí, debe ser algo así, me tienes que invitar ese trago algún día. La instrucción es emborracharte, y hacerlo más rápido que con una cerveza ¿Suena complicado, no? Puedes tomar de la botella también.
No le di la botella para que lo hiciera, más bien fui yo quien bebió de la botella y acto seguido me acerqué a besarla, con todo el sabor de ese whisky te Tennessee en los labios, recordándole sin decir nada que entre todo eso que hacíamos, o sea, pasarlo bien juntos, me llegaban esas incontenibles ganas de acercarme a ella y besarla, acariciando la humedad de su lengua con la mía y dando un leve mordisco a su labio inferior, empujándola un poco contra los muebles fijos de esa cocina tan pequeña como la del apartamento de Finnerty, quizás un poco más desordenada. Me separé de ella normalmente y le di un trago a la cerveza.
-¿Te gusta? Bueno, sí, de visita es interesante y todo, pero después de crecer aquí te quedas un poco harto de estas cosas tan alternativas. Yo tampoco me he olvidado, tienes que anotar un gol como el de Henderson.
Antes de que pudiera volver a acercarme a Pearl, Miriam entraba en la cocina y abría el refrigerador como si nada, en esa actitud de casa de todos donde prácticamente nadie era un invitado. Después de sacar un par de cervezas como las que nosotros mismos teníamos en la mano, miró a Pearl con una especie de nostalgia extraña.
-Ah, recuerdo cuando tenía tu edad. Ahora me ves hecha una pena, pero entonces yo paraba el tráfico, era guapa como tú. Disfruta tu juventud, haz lo que te venga en gana
Ese consejo a mi ya no me lo daba por que me lo había dado desde los trece años y yo lo había tomado en cuenta cuando decía que dejara de preocuparme y me fuera a fumar porros con los amigos. Le dio un apretón en el hombro a Pearl y salió de ahí moviendo su larga trenza pelirroja, descolorida por algunas canas, en pasos silenciosos por que iba descalza. Miré a Pearl y me reí como pidiéndole disculpas por esas locuras. Había llevado a poca gente ahí, sabía que no era un lugar fácil dónde estar a pesar de todo, o eso me parecía, al final resultando que el orgullo de ser como era quizás no era tanto. Otra vez solos en la cocina, volví a acortar la distancia entre nosotros y acaricié su cintura bajo la camiseta, mirándola antes de empezar a besar su cuello y poder hablarle al oído. -Quiero bajarte los pantalones y comerte ahora...-
Karim Malik- Mensajes : 257
Fecha de inscripción : 10/09/2012
Re: The Lions Den
Le dio risa lo de la instrucción, pero antes de que tomara más del bourbon sin tocar la cerveza todavía, se volvió a sorprender por el beso. No era como si ya se hubiera acostumbrado y cuando sucedía, volvía a sorprenderse, a dar respingos y sentir que estaba cometiendo una locura. De todos modos, locura o no, le gustó saborear el whisky raro de su boca, y volver a abrazarlo, sentir que todo fluía con una normalidad peligrosa que no hacía más que complicar todo en realidad.
-Aaah, ¿de verdad se puede cansar uno de lo alternativo?
Preguntó antes de que llegara Miriam a decir esas cosas, que le hicieron sonreír pero luego poner cara de circunstancias cuando le decía que hiciera lo que le viniera en gana. Pues supuestamente eso estaba haciendo pero aunque lo disfrutaba, eso no dejaba de lado que se hiciera un montón de líos en la cabeza. No creía que esa mujer fuera legeremaga o algo pero claro que se le quedó grabadísimo lo dicho. Y la sensación de su apretón en el hombro, como si le supiera algo, aunque en realidad seguramente era ella ya en su estado más paranoico, también se le quedó grabada. De todos modos le sonrió a Malik cuando él parecía reírse por todo eso.
-Me sabe algo, te lo juro.
Al final se dio cuenta de que sonaba tan ridícula que terminó riéndose también. La risa se interrumpió por el escalofrío que la recorrió al sentir la mano de Malik bajo su camiseta. Le buscó la mirada apenas un segundo antes de soltar un suspiro por los besos en su cuello. Y todo se volvía a hacer irremediable. Lo acarició también por debajo de la camiseta y sintió que todo su cuerpo se sobrecalentaba al escucharlo, que se había sonrojado muchísimo sin poder evitarlo. Casi se rió de puros nervios pero terminó evitándolo al final.
-Pues haz lo que te venga en gana.
Dijo parafraseando a Miriam. En ese momento estaba muriendo de curiosidad, y ese había sido su mayor mal desde el momento en que había empezado a salir de Brigantia, a conocer el mundo muggle, a frecuentar a Joe, a conocer gente nueva y claro, a dejarse maravillar por todo lo que Malik había tenido para enseñarle. Una curiosidad que poco a poco dejaba de ser sana, o que más bien, cada vez la iba metiendo en más problemas.
Le tomó la cara con ambas manos y lo miró fijo antes de besarlo otra vez, lo soltó solamente para acariciarlo por encima de los pantalones; buscando provocarle reacciones, saber si estaba firme por ella, medir cuántas ganas tenía de hacerla suya y todas esas cosas vanidosas inevitables. Y sentirlo, solo sentirlo, comunicarle sin hablar que ella también estaba bien consciente de lo que estaba haciendo.
-Aaah, ¿de verdad se puede cansar uno de lo alternativo?
Preguntó antes de que llegara Miriam a decir esas cosas, que le hicieron sonreír pero luego poner cara de circunstancias cuando le decía que hiciera lo que le viniera en gana. Pues supuestamente eso estaba haciendo pero aunque lo disfrutaba, eso no dejaba de lado que se hiciera un montón de líos en la cabeza. No creía que esa mujer fuera legeremaga o algo pero claro que se le quedó grabadísimo lo dicho. Y la sensación de su apretón en el hombro, como si le supiera algo, aunque en realidad seguramente era ella ya en su estado más paranoico, también se le quedó grabada. De todos modos le sonrió a Malik cuando él parecía reírse por todo eso.
-Me sabe algo, te lo juro.
Al final se dio cuenta de que sonaba tan ridícula que terminó riéndose también. La risa se interrumpió por el escalofrío que la recorrió al sentir la mano de Malik bajo su camiseta. Le buscó la mirada apenas un segundo antes de soltar un suspiro por los besos en su cuello. Y todo se volvía a hacer irremediable. Lo acarició también por debajo de la camiseta y sintió que todo su cuerpo se sobrecalentaba al escucharlo, que se había sonrojado muchísimo sin poder evitarlo. Casi se rió de puros nervios pero terminó evitándolo al final.
-Pues haz lo que te venga en gana.
Dijo parafraseando a Miriam. En ese momento estaba muriendo de curiosidad, y ese había sido su mayor mal desde el momento en que había empezado a salir de Brigantia, a conocer el mundo muggle, a frecuentar a Joe, a conocer gente nueva y claro, a dejarse maravillar por todo lo que Malik había tenido para enseñarle. Una curiosidad que poco a poco dejaba de ser sana, o que más bien, cada vez la iba metiendo en más problemas.
Le tomó la cara con ambas manos y lo miró fijo antes de besarlo otra vez, lo soltó solamente para acariciarlo por encima de los pantalones; buscando provocarle reacciones, saber si estaba firme por ella, medir cuántas ganas tenía de hacerla suya y todas esas cosas vanidosas inevitables. Y sentirlo, solo sentirlo, comunicarle sin hablar que ella también estaba bien consciente de lo que estaba haciendo.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: The Lions Den
Volví a sonreír luego de que Pearl se quedara pensando, seguramente, que lo que Miriam decía era extrañamente adecuado, pero así era ella y algunas veces había pensado que podría pasar por profesora de adivinación en Hogwarts. Negué con la cabeza com para que le quitara importancia, pero no había nada más fácil que quitarle la importancia a las palabras con acciones, o concretamente con los besos que daba, descubriendo el olor de su cabello que apenas había intuído cuando la saludaba o me acercaba un poco a ella. Rocé sus mejillas con el dorso de la mano notando que se había sonrojado y le volví a sonreír, o mejor dicho me ganaba un poco la risa cuando Pearl retomaba una parte de la frase de Miriam.
Me gustaba que me besara intencionadamente, que buscara mis labios, más todavía que su mano me tocara, sonreí a medias y tomé su mano, no por que no quisiera que me tocara, sino por que tenía que estar a puerta cerrada para dejar de decirle todo lo que quería hacerle y hacerlo. Besé su mano mirándola a los ojos antes de guiarla escaleras arriba. No era una casa enorme, arriba sólo había unas cuantas puertas y mi habitación no era ninguna de esas, sino una especie de ático al que se llegaba por medio de una escalerilla de manera. La dejé pasar primero.
Estaba seguro que ahí solía dormir mucha gente pero al menos todo estaba como lo había dejado y seguía siendo "mi habitación" de alguna manera. Era un ático con un leve olor a humedad, una gotera imperceptible por que no estaba lloviendo, y una pequeña ventana triangular a nivel del suelo por donde entraba la poca luz que quedaba del día. Tenía muchos libros desordenados en el piso y en un librero desvencijado. Viniles, casettes de VHS, DVDS, basura en general. Cosas que coleccionaba de adolescente como cajas metálicas llenas de tarjetas de equipos de fútbol. Una postal de Pam Grier y posters de Black is beautiful con mi colección de fijaciones sexuales que, curiosamente, muy pocas veces se cumplían en las chicas con las que estaba.
-El escenario de mi adolescencia.
Encendí una lámpara de luz tenue que casi siempre me parecía algo deprimente, pero que iluminaba lo necesario, o un poco menos de lo necesario. No quise ponerle ningún freno a lo que había ocurrido fugazmente en la cocina, así que me acerqué de nuevo a ella y la besé con decisión, siendo más arriesgado incluso que cuando la había besado entre todos los fans del Millwall, como si estar entre cuatro paredes me librara de cualquier pensamiento que me hiciera arrepentir. Enredé los dedos en su cabello y di unos pasos para tenerla de nuevo contra la pared, una de las pocas paredes libres, cubierta por un tapiz anticuado y descolorido de toda la vida. Recorrí su cuello de nuevo y le levanté la camiseta que llevaba puesta para quitársela. No necesité desabotonarme toda la camisa para quitármela de un solo golpe y por un segundo pensé que estaba haciendo todo demasiado rápido, pero por alguna razón sentía que no podía bajar el ritmo.
La abracé así, sintiendo su piel contra la mía y volví a besar su cabello su cuello, acariciando su cintura con mis manos sin ninguna prenda que estorbara. La tomé por las caderas y la estreché contra mi para que sintiera que estaba dura, deseando que volviera a tocarla, pero no había nada que quisiera más en ese momento que bajarle las bragas y poner la lengua en su coño, aunque le daría un poco de tiempo. Sólo un poco.
Me gustaba que me besara intencionadamente, que buscara mis labios, más todavía que su mano me tocara, sonreí a medias y tomé su mano, no por que no quisiera que me tocara, sino por que tenía que estar a puerta cerrada para dejar de decirle todo lo que quería hacerle y hacerlo. Besé su mano mirándola a los ojos antes de guiarla escaleras arriba. No era una casa enorme, arriba sólo había unas cuantas puertas y mi habitación no era ninguna de esas, sino una especie de ático al que se llegaba por medio de una escalerilla de manera. La dejé pasar primero.
Estaba seguro que ahí solía dormir mucha gente pero al menos todo estaba como lo había dejado y seguía siendo "mi habitación" de alguna manera. Era un ático con un leve olor a humedad, una gotera imperceptible por que no estaba lloviendo, y una pequeña ventana triangular a nivel del suelo por donde entraba la poca luz que quedaba del día. Tenía muchos libros desordenados en el piso y en un librero desvencijado. Viniles, casettes de VHS, DVDS, basura en general. Cosas que coleccionaba de adolescente como cajas metálicas llenas de tarjetas de equipos de fútbol. Una postal de Pam Grier y posters de Black is beautiful con mi colección de fijaciones sexuales que, curiosamente, muy pocas veces se cumplían en las chicas con las que estaba.
-El escenario de mi adolescencia.
Encendí una lámpara de luz tenue que casi siempre me parecía algo deprimente, pero que iluminaba lo necesario, o un poco menos de lo necesario. No quise ponerle ningún freno a lo que había ocurrido fugazmente en la cocina, así que me acerqué de nuevo a ella y la besé con decisión, siendo más arriesgado incluso que cuando la había besado entre todos los fans del Millwall, como si estar entre cuatro paredes me librara de cualquier pensamiento que me hiciera arrepentir. Enredé los dedos en su cabello y di unos pasos para tenerla de nuevo contra la pared, una de las pocas paredes libres, cubierta por un tapiz anticuado y descolorido de toda la vida. Recorrí su cuello de nuevo y le levanté la camiseta que llevaba puesta para quitársela. No necesité desabotonarme toda la camisa para quitármela de un solo golpe y por un segundo pensé que estaba haciendo todo demasiado rápido, pero por alguna razón sentía que no podía bajar el ritmo.
La abracé así, sintiendo su piel contra la mía y volví a besar su cabello su cuello, acariciando su cintura con mis manos sin ninguna prenda que estorbara. La tomé por las caderas y la estreché contra mi para que sintiera que estaba dura, deseando que volviera a tocarla, pero no había nada que quisiera más en ese momento que bajarle las bragas y poner la lengua en su coño, aunque le daría un poco de tiempo. Sólo un poco.
Karim Malik- Mensajes : 257
Fecha de inscripción : 10/09/2012
Re: The Lions Den
Se dejó guiar escaleras arriba sintiendo el nerviosismo a flor de piel. Por un lado era porque sabía que no era ninguna experta- por más que Joe se empeñara en hacerla practicar- ya que seguía siendo relativamente nueva en todo eso. Y seguro que Malik lo sabía. Por otro lado porque sentía que estaba caminando hacia un destino que no se podría cambiar ni remediar ni siquiera con un obliviate, que eso borraría solo el recuerdo, pero lo hecho, hecho estaba. En ese momento pretendía no pensar en cómo volvería a ver a Milena a la cara, ni en como iba a manejar las cosas con todo mundo, aunque era difícil, siempre había tendido a ser racional y dejar la mente en blanco no era tan fácil.
Miró con curiosidad el escenario de su adolescencia, sonriendo apenas lo que los nervios le permitían al observar los posters, los vinilos. Claro que sentía curiosidad por todas esas cosas, pero estaría mintiendo si dijera que era su prioridad en ese momento averiguar de qué eran los libros, o preguntarle qué había en esas cajas metálicas como si de verdad le interesaran en ese instante, claro que no le interesaba. Tal vez después sí que tendría ganas de ponerse a ver cosas pero por el momento no, y suerte que él tampoco.
Correspondió a sus besos sintiéndose completamente agitada, todavía con el sonrojo inevitable que nacía de saber que estaba haciendo algo totalmente indebido y también por la decisión con la que él parecía hacer las cosas. Desvió la vista solo un segundo para ver en dónde había quedado la camiseta de Gianna, como si la fuera a perder o algo, pero solo fue un pensamiento fugaz y estúpido originado por el nerviosismo que no se le quitaba.
Seguramente él podía notarlo, que se moría de nervios, porque apenas sintió su piel contra la de ella tembló como una hoja, por más que sus caricias la hicieran sentir segura, también deseada. Respiró profundo y volvió a besarlo, tomándose el tiempo para tocar sus hombros, sus brazos, la piel de su pecho.
Lo volvió a mirar antes de ser ella la que besó su cuello, mientras volvía a repetir la caricia que le había hecho en la cocina, todavía con timidez, sintiéndolo más firme que antes y provocándole la urgencia de desabrochar sus pantalones, aunque todavía seguía temblando un poco. La mano que tenía libre recorrió su rostro; la forma de su nariz, la forma de sus labios. Pues sí, le gustaba completamente, pero ella tampoco había encontrado antes tan conflictivo que alguien le gustara, de hecho ni siquiera pensaba que fuera anormal que alguien que no fuera su pareja le gustara, siempre pasaba, pero eso que estaba pasando no era normal, ni era inocente, era completamente infernal.
Le tuvo que sonreír antes de volver a hacerse líos mentales, y también volver a atraparle los labios, intentar desabrochar su pantalón, abrazarlo más para terminar con cualquier espacio entre ellos, aunque ya era completamente escaso. De verdad no había vuelta atrás, sabía que en cualquier momento podía arrepentirse, pero ya no consideraba esa opción.
Miró con curiosidad el escenario de su adolescencia, sonriendo apenas lo que los nervios le permitían al observar los posters, los vinilos. Claro que sentía curiosidad por todas esas cosas, pero estaría mintiendo si dijera que era su prioridad en ese momento averiguar de qué eran los libros, o preguntarle qué había en esas cajas metálicas como si de verdad le interesaran en ese instante, claro que no le interesaba. Tal vez después sí que tendría ganas de ponerse a ver cosas pero por el momento no, y suerte que él tampoco.
Correspondió a sus besos sintiéndose completamente agitada, todavía con el sonrojo inevitable que nacía de saber que estaba haciendo algo totalmente indebido y también por la decisión con la que él parecía hacer las cosas. Desvió la vista solo un segundo para ver en dónde había quedado la camiseta de Gianna, como si la fuera a perder o algo, pero solo fue un pensamiento fugaz y estúpido originado por el nerviosismo que no se le quitaba.
Seguramente él podía notarlo, que se moría de nervios, porque apenas sintió su piel contra la de ella tembló como una hoja, por más que sus caricias la hicieran sentir segura, también deseada. Respiró profundo y volvió a besarlo, tomándose el tiempo para tocar sus hombros, sus brazos, la piel de su pecho.
Lo volvió a mirar antes de ser ella la que besó su cuello, mientras volvía a repetir la caricia que le había hecho en la cocina, todavía con timidez, sintiéndolo más firme que antes y provocándole la urgencia de desabrochar sus pantalones, aunque todavía seguía temblando un poco. La mano que tenía libre recorrió su rostro; la forma de su nariz, la forma de sus labios. Pues sí, le gustaba completamente, pero ella tampoco había encontrado antes tan conflictivo que alguien le gustara, de hecho ni siquiera pensaba que fuera anormal que alguien que no fuera su pareja le gustara, siempre pasaba, pero eso que estaba pasando no era normal, ni era inocente, era completamente infernal.
Le tuvo que sonreír antes de volver a hacerse líos mentales, y también volver a atraparle los labios, intentar desabrochar su pantalón, abrazarlo más para terminar con cualquier espacio entre ellos, aunque ya era completamente escaso. De verdad no había vuelta atrás, sabía que en cualquier momento podía arrepentirse, pero ya no consideraba esa opción.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: The Lions Den
Otra vez sentía esa rara anestesia mental que provocaba la cercanía de Pearl en mi, sentir que sus manos me acariciaran, que besara mi cuello. No lo había imaginado antes, me había obligado a no hacerlo, por esa razón todo me parecía tan nuevo que casi me sentía drogado porel roce de sus manos, sutil, nada demasiado invasivo o experto. No era de los tipos que se sentían más especiales por ser los primeros ni esas mierdas, las chicas que me gustaban me gustaban por razones ajenas a su experiencia sexual o falta de ella.
También acaricié su rostro, recorrí sus labios con el pulgar antes de besarla de nuevo, queriendo presionar más con mis dientes ese labio superior tan atractivo, pero no fui demasiado agresivo, al menos no todavía. Sonreí al mirarla una vez más a los ojos y tomé su rostro con ambas manos, sintiéndome estúpidamente felíz, eufórico, quizá spor que me había olvidado de pensar todo lo malo que iba a traernos ese asunto y alegrándome por estarlo haciendo. Repartí algunos besos por sus mejillas, en sus párpados, su barbilla. Dejé de presionarla contra la pared para llevarla hacia la estrecha cama con colcha de cuadros que era la que cubría mi cama desde hacía más tiempo del debido.
Antes de hacer que se acostara la deshice del sostén en exactamente tres intentos por zafar el broche. Toqué sus senos con ambas manos y volví a besarla, presionando un poco, atrapando la parte más sensible de su piel entre mi índice y mi dedo del medio, llevando esa presión más lejos, casi al borde de ser demasiado agresivo. Nunca había sido un tipo delicado en el sexo, algunas me lo habían reclamado, otras tantas lo habían agradecido. Pasé la lengua por su cuello y la dejé recostada en la cama. Los besos tuvieron que ir directo a sus tetas, ejercían una influencia casi grativacional después de quitarle el sostén. Igual que como habían hecho mis dedos antes, la presión sobre sus pezones erizados fue con mis labios, con los dientes, aunque claro, era una presión sensata, a las tetas se les trataba con cuidado. Volví a sonreír casi para mi mismo pensando que estaba cerca de bajarle las bragas.
Quise sentir si estaba húmeda y desabroché su pantalón, metiendo la mano en sus bragas y sonriendo al sentirla, mirándola a los ojos, toando sólo un poco antes de que esos mismos dedos fueran a mi boca para probarla, y después a sus labios para besarla. Volví a acariciar su coño con los dedos y no había dejado de mirarla, no quería perderme sus reacciones, su expresión, quería saber si iba a cerrar los ojos o no, si iba a gemir o era de las que contenían la respiración. -Quiero comértelo, todo el tiempo, que te corras cien veces...
También acaricié su rostro, recorrí sus labios con el pulgar antes de besarla de nuevo, queriendo presionar más con mis dientes ese labio superior tan atractivo, pero no fui demasiado agresivo, al menos no todavía. Sonreí al mirarla una vez más a los ojos y tomé su rostro con ambas manos, sintiéndome estúpidamente felíz, eufórico, quizá spor que me había olvidado de pensar todo lo malo que iba a traernos ese asunto y alegrándome por estarlo haciendo. Repartí algunos besos por sus mejillas, en sus párpados, su barbilla. Dejé de presionarla contra la pared para llevarla hacia la estrecha cama con colcha de cuadros que era la que cubría mi cama desde hacía más tiempo del debido.
Antes de hacer que se acostara la deshice del sostén en exactamente tres intentos por zafar el broche. Toqué sus senos con ambas manos y volví a besarla, presionando un poco, atrapando la parte más sensible de su piel entre mi índice y mi dedo del medio, llevando esa presión más lejos, casi al borde de ser demasiado agresivo. Nunca había sido un tipo delicado en el sexo, algunas me lo habían reclamado, otras tantas lo habían agradecido. Pasé la lengua por su cuello y la dejé recostada en la cama. Los besos tuvieron que ir directo a sus tetas, ejercían una influencia casi grativacional después de quitarle el sostén. Igual que como habían hecho mis dedos antes, la presión sobre sus pezones erizados fue con mis labios, con los dientes, aunque claro, era una presión sensata, a las tetas se les trataba con cuidado. Volví a sonreír casi para mi mismo pensando que estaba cerca de bajarle las bragas.
Quise sentir si estaba húmeda y desabroché su pantalón, metiendo la mano en sus bragas y sonriendo al sentirla, mirándola a los ojos, toando sólo un poco antes de que esos mismos dedos fueran a mi boca para probarla, y después a sus labios para besarla. Volví a acariciar su coño con los dedos y no había dejado de mirarla, no quería perderme sus reacciones, su expresión, quería saber si iba a cerrar los ojos o no, si iba a gemir o era de las que contenían la respiración. -Quiero comértelo, todo el tiempo, que te corras cien veces...
Karim Malik- Mensajes : 257
Fecha de inscripción : 10/09/2012
Re: The Lions Den
Se tuvo que reír un poco al segundo intento de desabrochar el sostén, pero al final terminó por ni siquiera ofrecerse a ayudarle y él lo hizo solo. Era extraño, lo estaba viendo de una forma completamente distinta, muy nueva. Había pensado que algo así jamás pasaría entre ellos, que nunca iban a tocarse, que nunca iban a besarse –de nuevo- y que todo se iba a quedar en ese entendimiento sin contacto físico contundente y resultaba que no.
Contuvo un poco la respiración al sentir la manera en que la tocaba, frunció ligeramente el ceño cuando el toque se hizo más agresivo pero no le dijo nada, solo le buscó la mirada e igual tampoco tuvo tiempo ni espacio para pensar gran cosa cuando sentía su lengua paseando por su cuello provocándole un fuerte estremecimiento. Seguía temblando un poco, pero no pudo evitar suspirar al sentir sus besos, y volvió a sentirse absurdamente nerviosa cuando desabrochaba su pantalón, sabiendo que iba a tocarla. Ella no pensaba impedírselo, estaba deseando que lo hiciera. Y cuando la besó de nuevo le respondió con avidez.
Respiraba ya con irregularidad y tuvo que mover la cadera por inercia al sentir sus dedos. Mantenía el ceño fruncido, todavía un poco sorprendida por lo que estaba conociendo de él, una faceta nueva, muy distinta a la del Malik que le había dicho que le encantaba la escena de Jeunet en Delicatessen, tan romántica, tan perfecta. Era otro, pero no le gustaba menos. Volvió a sentir que su cuerpo se calentaba de más al escucharlo, era como si tuviera perfecto control de lo que decía, como si supiera cuándo y cómo decirlo.
Había cerrado momentáneamente los ojos mientras lo sentía pero volvía a abrirlos para tomarle la cara con ambas manos y besarlo, besarlo sin cansancio. En ese momento no podía creer que algo estuviera jodido, que las piezas estuvieran fuera de su lugar, no lo podía pensar tampoco.
-Hazlo ya.
Le dijo con ese tono de exigencia que se le escapaba a veces, en cualquier circunstancia. Su expectativa había crecido demasiado, su temperatura había ascendido demencialmente y la idea de estar haciendo algo que no debía ahora resultaba más un aliciente que un obstáculo. Así de mal.
Contuvo un poco la respiración al sentir la manera en que la tocaba, frunció ligeramente el ceño cuando el toque se hizo más agresivo pero no le dijo nada, solo le buscó la mirada e igual tampoco tuvo tiempo ni espacio para pensar gran cosa cuando sentía su lengua paseando por su cuello provocándole un fuerte estremecimiento. Seguía temblando un poco, pero no pudo evitar suspirar al sentir sus besos, y volvió a sentirse absurdamente nerviosa cuando desabrochaba su pantalón, sabiendo que iba a tocarla. Ella no pensaba impedírselo, estaba deseando que lo hiciera. Y cuando la besó de nuevo le respondió con avidez.
Respiraba ya con irregularidad y tuvo que mover la cadera por inercia al sentir sus dedos. Mantenía el ceño fruncido, todavía un poco sorprendida por lo que estaba conociendo de él, una faceta nueva, muy distinta a la del Malik que le había dicho que le encantaba la escena de Jeunet en Delicatessen, tan romántica, tan perfecta. Era otro, pero no le gustaba menos. Volvió a sentir que su cuerpo se calentaba de más al escucharlo, era como si tuviera perfecto control de lo que decía, como si supiera cuándo y cómo decirlo.
Había cerrado momentáneamente los ojos mientras lo sentía pero volvía a abrirlos para tomarle la cara con ambas manos y besarlo, besarlo sin cansancio. En ese momento no podía creer que algo estuviera jodido, que las piezas estuvieran fuera de su lugar, no lo podía pensar tampoco.
-Hazlo ya.
Le dijo con ese tono de exigencia que se le escapaba a veces, en cualquier circunstancia. Su expectativa había crecido demasiado, su temperatura había ascendido demencialmente y la idea de estar haciendo algo que no debía ahora resultaba más un aliciente que un obstáculo. Así de mal.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: The Lions Den
Noté que su expresión era otra cuando estaba siendo más agresivo, me gustó que frunciera el ceño, que lo sintiera, que estuviera provocándole una reacción aunque todavía estuviera confundida entre la sorpresa, el gusto o la incomodidad sin todavía definirlo. Yo tampoco había imaginado que alguna vez estaríamos en esa situación y no había fantaseado con la idea de saber cómo sería Pearl teniéndola casi desnuda sobre mi cama, por eso todo era demasiado nuevo, no había existido siquiera en mis fantasías. Volví a sonreír a medias cuando cerraba los ojos, la besé, nada de eso iba a encontrar momento de saciedad, al menos no todavía.
Sonreí un poco más cuand me exigía que al fin hiciera lo que tanto anunciaba, todo era parte del juego. Y no, no lo hice después de que lo pidiera, me quedé mirándola un momento más, moviendo un par de dedos entre la cálida humedad de entre sus piernas. Le puse cuidado, eso no era sólo un toqueteo ansioso sin un fin concreto, ni movia los dedos como si quisiera hacerle cosquillas o como si estuviera tocando el timbre de su casa. Fui un poco más delicado en el roce, Pearl parecía funcionar mejor con menos presión, nunca se sabía. Había que olvidar lo aprendido al estar con una chica, al menos tratándose de su coño. La volví a besar, antes de incorporarme y bajar sus pantalones junto con las bragas, rápido y con un sólo movimiento, exigiéndolo, desesperando un poco por sacarle rápido los tennis y librarla al fin de la ropa, de toda la ropa.
-Estás tan mojada... es por que voy a comerte ¿Verdad?
Era fácil tomar sus piernas y acomodarla en la cama, era pequeña y tenía esa actitud de dejarse hacer que me estaba volviendo loco. Busqué acercar sus caderas al borde de la cama para estar poner mis rodillas en el suelo, abrí un poco sus piernas, pasando la lengua por sus muslos, todavía acariciándola con las yemas de los dedos, exagerando la espera de al fin, al fin, acariciar con la punta de la lengua su coño, ayudándome un poco con los dedos para buscar ese punto exacto en que, con trabajo de por medio, empezaría a deshacerse de placer. Dios, cómo me gustaba comer su coño. No importaba si lo hacía seguido o si pasaba meses sin probar uno, en cuanto lo hacía me sentía capaz de poder hacerlo siempre, todo el tiempo, a todas horas del día.
Levanté la vista sin dejar de mover la lengua, alternando el movimiento con los labios, aventurando un dedo dentro de ella, en esa humedad adictiva. No podía dejar de mirar hacia arriba, la curva de sus hermosas tetas atravesándose en mi campo visual, sintiéndome tan excitado al verla desde ese ángulo que sólo podía poner más empeño en mi labor. Claro que era una labor, requería esmero y paciencia, y yo podía darle el tiempo que fuera necesario sólo por presenciar el instante en que se corriera por mi y para mi. Para ella, que se olvidara de mi cara entre sus piernas y sintiera, nada más. Era lo único que estaba deseando. -Córrete para mi, preciosa-. Bueno, mejor que fuera para mi, al final había un poco de egoísmo en todo eso.
Sonreí un poco más cuand me exigía que al fin hiciera lo que tanto anunciaba, todo era parte del juego. Y no, no lo hice después de que lo pidiera, me quedé mirándola un momento más, moviendo un par de dedos entre la cálida humedad de entre sus piernas. Le puse cuidado, eso no era sólo un toqueteo ansioso sin un fin concreto, ni movia los dedos como si quisiera hacerle cosquillas o como si estuviera tocando el timbre de su casa. Fui un poco más delicado en el roce, Pearl parecía funcionar mejor con menos presión, nunca se sabía. Había que olvidar lo aprendido al estar con una chica, al menos tratándose de su coño. La volví a besar, antes de incorporarme y bajar sus pantalones junto con las bragas, rápido y con un sólo movimiento, exigiéndolo, desesperando un poco por sacarle rápido los tennis y librarla al fin de la ropa, de toda la ropa.
-Estás tan mojada... es por que voy a comerte ¿Verdad?
Era fácil tomar sus piernas y acomodarla en la cama, era pequeña y tenía esa actitud de dejarse hacer que me estaba volviendo loco. Busqué acercar sus caderas al borde de la cama para estar poner mis rodillas en el suelo, abrí un poco sus piernas, pasando la lengua por sus muslos, todavía acariciándola con las yemas de los dedos, exagerando la espera de al fin, al fin, acariciar con la punta de la lengua su coño, ayudándome un poco con los dedos para buscar ese punto exacto en que, con trabajo de por medio, empezaría a deshacerse de placer. Dios, cómo me gustaba comer su coño. No importaba si lo hacía seguido o si pasaba meses sin probar uno, en cuanto lo hacía me sentía capaz de poder hacerlo siempre, todo el tiempo, a todas horas del día.
Levanté la vista sin dejar de mover la lengua, alternando el movimiento con los labios, aventurando un dedo dentro de ella, en esa humedad adictiva. No podía dejar de mirar hacia arriba, la curva de sus hermosas tetas atravesándose en mi campo visual, sintiéndome tan excitado al verla desde ese ángulo que sólo podía poner más empeño en mi labor. Claro que era una labor, requería esmero y paciencia, y yo podía darle el tiempo que fuera necesario sólo por presenciar el instante en que se corriera por mi y para mi. Para ella, que se olvidara de mi cara entre sus piernas y sintiera, nada más. Era lo único que estaba deseando. -Córrete para mi, preciosa-. Bueno, mejor que fuera para mi, al final había un poco de egoísmo en todo eso.
Karim Malik- Mensajes : 257
Fecha de inscripción : 10/09/2012
Re: The Lions Den
Volvió a abrir los ojos para mirarlo al darse cuenta de que alargaba la espera como si quisiera torturarla. Lo besó con la respiración agitada, le mordió el labio inferior y parecía como si estuviera a punto de echarse a llorar de la desesperación –solo metafóricamente, no estaba haciendo ningún puchero ni nada- casi estaba a nada de exigirle que no la torturara más y lo hiciera, por segunda vez, pero no fue necesario. En algún punto también estaba disfrutando de la expectativa, de la espera. Dejó que le quitara los pantalones, cada vez más ansiosa, más fuera de sí misma. Claro que volvió a ponerse nerviosa ante la realidad de estar desnuda ante él pero el nerviosismo se mitigaba por las ansias y el calor ascendente entre sus piernas, que exigía ser atendido después de tanta espera.
-Sabes que sí.
Sus palabras tenían un efecto inesperado, la hacían sentir inmediatamente más excitada aunque solo fueran eso, palabras. Era como si tuvieran poder sobre las sensaciones de su cuerpo, como detonantes inclementes que le provocaban desearlo más. Tenía que saber que tenía ese efecto, seguramente sabía perfecto lo que hacía con ella, lo que le provocaba. Y ella no se molestaba en ocultarlo, claro que estaba mojada, y claro que era porque le había anunciado que quería comerla desde el principio.
No llegó ninguna calma cuando sintió el primer roce de su lengua, por el contrario. Sintió que no iba a soportar mucho, que iba a deshacerse, que nada la iba a detener. En efecto cerró los ojos, dejó de ponerle etiqueta, nombre o adjetivos a cualquier cosa, solo se concentraba en lo que sentía, en su propia piel, en el calor que emanaba de su cuerpo. Le daba la impresión de que su lengua quemaba un poco, pero no era una sensación desagradable, sino todo lo contrario; le enviaba pulsaciones eléctricas a todo su cuerpo.
Después, cuando lo pensara en frío, se daría cuenta de que eso realmente había sobrepasado los límites de la locura total, que Malik era muchos en uno y que eso estaba bien, pero también la sorprendía muchísimo, porque no se lo habría podido imaginar así, ni había intentado saber cómo era en ese aspecto.
Se aferró a la colcha de años, dejó escapar leves gemidos, agitada. Abrió los ojos al volverlo a escuchar. Que se corriera para él. De nuevo la perspectiva, las palabras, parecían llenarlo todo, excitarla más, apresurar lo que gracias a sus caricias, a la sensación y al contexto era totalmente inevitable; terminar en su boca, gimiendo más sin ser capaz de contenerse.
-Sabes que sí.
Sus palabras tenían un efecto inesperado, la hacían sentir inmediatamente más excitada aunque solo fueran eso, palabras. Era como si tuvieran poder sobre las sensaciones de su cuerpo, como detonantes inclementes que le provocaban desearlo más. Tenía que saber que tenía ese efecto, seguramente sabía perfecto lo que hacía con ella, lo que le provocaba. Y ella no se molestaba en ocultarlo, claro que estaba mojada, y claro que era porque le había anunciado que quería comerla desde el principio.
No llegó ninguna calma cuando sintió el primer roce de su lengua, por el contrario. Sintió que no iba a soportar mucho, que iba a deshacerse, que nada la iba a detener. En efecto cerró los ojos, dejó de ponerle etiqueta, nombre o adjetivos a cualquier cosa, solo se concentraba en lo que sentía, en su propia piel, en el calor que emanaba de su cuerpo. Le daba la impresión de que su lengua quemaba un poco, pero no era una sensación desagradable, sino todo lo contrario; le enviaba pulsaciones eléctricas a todo su cuerpo.
Después, cuando lo pensara en frío, se daría cuenta de que eso realmente había sobrepasado los límites de la locura total, que Malik era muchos en uno y que eso estaba bien, pero también la sorprendía muchísimo, porque no se lo habría podido imaginar así, ni había intentado saber cómo era en ese aspecto.
Se aferró a la colcha de años, dejó escapar leves gemidos, agitada. Abrió los ojos al volverlo a escuchar. Que se corriera para él. De nuevo la perspectiva, las palabras, parecían llenarlo todo, excitarla más, apresurar lo que gracias a sus caricias, a la sensación y al contexto era totalmente inevitable; terminar en su boca, gimiendo más sin ser capaz de contenerse.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: The Lions Den
No había nada más hermoso que escuchar esos gemidos tímidos saliendo de sus labios, cómo cerraba los ojos y volvía a abrirlos si le hablaba, cómo arrugaba la colcha con las manos y veía su pecho subir y bajar más rápido con la respiraciónm entrecortada. Lo estaba logrando, todo el empeño que estaba poniendo en hacerla sentir bien, o más que bien, al parecer estaba funcionando. Ahí estaba todo el placer que podía encontrar en comerle el coño, además de su sabor, de lo sagrada que era esa pequeña porción del piel y lo jodidamente afortunado que tenía de que Pearl me dejara estar entre sus piernas. Subía, la sentía ir subiendo y estremecerse, mojarse aún más, temblar.
Sonreí complacido, besé suavemente su vientre, acaricié con el dedo índice la piel de alrededor de su obligo, seguí su piel hasta sus costillas, de nuevo a sus senos, tersos y hermosos, todavía excitados por lo que su cuerpo había dejado escapar. Tuve qué besarlos con devoción, como si agradeciera que se hubiera corrido, le decía que me hacía felíz que lo hubiera hecho sin decir nada, acariciándola, mordiéndola suavemente, tirando de su piel en ese límite justo entre la delicadeza y el dolor. La besé con intensidad, pero acaricié su cabello con ternura, apartándolo de su rostro para mirarla de nuevo, no me cansaba de hacerlo, sobre todo por que en ese momento estaban absolutamente bloqueados los inconvenientes de lo que estábamos haciendo.
-Tu coño es hermoso. Hermoso. Sube a la cama, preciosa ¿Puedes hincarte para mi?... detenme si algo no te gusta, por que yo pierdo la cabeza
La besé una vez más. Era amable decirlo de esa manera, no pretendía comportarme tan salvajemente como era capaz (por que era capaz) estando con ella por primera vez, y lo que menos quería era incomodarla. Tenía un montón de ganas de volver a probar su coño, desde otro ángulo, quería penetrarla hasta lo más profundo y que ese rato durara horas y horas, pero nada de eso iba a ocurrir hasta que ella me diera permiso. Si quería que me lo tomara con calma, pues lo haría. De cualquier manera era ya un milagro que ella se hubiera dejado desnudar, que la hubiera hecho correrse, me hacía felíz sentir su sabor todavía en los labios. Sonreí un poco y me abrí los pantalones, dándome cuenta que yo seguía medio vestido, pero no me importaba demasiado. Por supuesto que la tenía dura ¿Qué clase de tipo sería si no?
Todavía no pensaba en follarla como era debido, no tenía prisa. Sólo me toqué un poco aunque seguía mirándola a los ojos. -Estamos muy felices de conocerte- Y me dio risa por que, bueno, había que tener un poco (sólo un poco) de humor hablando de la polla propia. La besé, otra vez, no iba tener suficiente de sus labios.
Sonreí complacido, besé suavemente su vientre, acaricié con el dedo índice la piel de alrededor de su obligo, seguí su piel hasta sus costillas, de nuevo a sus senos, tersos y hermosos, todavía excitados por lo que su cuerpo había dejado escapar. Tuve qué besarlos con devoción, como si agradeciera que se hubiera corrido, le decía que me hacía felíz que lo hubiera hecho sin decir nada, acariciándola, mordiéndola suavemente, tirando de su piel en ese límite justo entre la delicadeza y el dolor. La besé con intensidad, pero acaricié su cabello con ternura, apartándolo de su rostro para mirarla de nuevo, no me cansaba de hacerlo, sobre todo por que en ese momento estaban absolutamente bloqueados los inconvenientes de lo que estábamos haciendo.
-Tu coño es hermoso. Hermoso. Sube a la cama, preciosa ¿Puedes hincarte para mi?... detenme si algo no te gusta, por que yo pierdo la cabeza
La besé una vez más. Era amable decirlo de esa manera, no pretendía comportarme tan salvajemente como era capaz (por que era capaz) estando con ella por primera vez, y lo que menos quería era incomodarla. Tenía un montón de ganas de volver a probar su coño, desde otro ángulo, quería penetrarla hasta lo más profundo y que ese rato durara horas y horas, pero nada de eso iba a ocurrir hasta que ella me diera permiso. Si quería que me lo tomara con calma, pues lo haría. De cualquier manera era ya un milagro que ella se hubiera dejado desnudar, que la hubiera hecho correrse, me hacía felíz sentir su sabor todavía en los labios. Sonreí un poco y me abrí los pantalones, dándome cuenta que yo seguía medio vestido, pero no me importaba demasiado. Por supuesto que la tenía dura ¿Qué clase de tipo sería si no?
Todavía no pensaba en follarla como era debido, no tenía prisa. Sólo me toqué un poco aunque seguía mirándola a los ojos. -Estamos muy felices de conocerte- Y me dio risa por que, bueno, había que tener un poco (sólo un poco) de humor hablando de la polla propia. La besé, otra vez, no iba tener suficiente de sus labios.
Karim Malik- Mensajes : 257
Fecha de inscripción : 10/09/2012
Re: The Lions Den
No importaba que acabara de correrse sin un ápice de recato, voluntario o involuntario, de todos modos la estremecieron sus caricias, sus besos y la manera en que parecía apoderarse de ella casi con euforia, visiblemente contento, tanto que le provocaba sonreír. Tampoco importaba haberlo tenido entre sus piernas, volvía a sonrojarse inevitablemente cada que abría la boca para decirle cualquier cosa. Le hubiera gustado no tener esa reacción tan evidentemente primeriza, o eso pensaba ella, pero no podía evitarlo.
Le correspondía todos los besos con la misma intensidad antes de hacerse hacia atrás para volver a quedar posicionada a lo largo de la cama. Tenía preguntas pero la urgencia de hacerlo, casi exigirle, que él también se deshiciera de su ropa le hizo olvidarlas un momento, así como su petición y se acercó a él para tocarlo de nuevo, tampoco tenía prisa, aunque todavía sentía que ardía con ansias, con algo de desespero. Volvió a poner cara de momentáneo enojo al sentir la manera en que la mordía, pero su mano aferraba su cuello como si quisiera que se demorara ahí todo el tiempo.
Se tuvo que reír por su broma, y negó con la cabeza como si no pudiera creer que fuera tan tonto, en el buen sentido. No le contestó nada más y se hizo el cabello a un lado antes de besarlo de nuevo y rodear su sexo con una mano, pidiéndole que la dejara hacerlo en un susurro, sin separar mucho los labios de su boca, aferrada a seguir teniendo cerca su aliento como si fuera lo que más la atara a esa pérdida de la cordura, sintiendo otro escalofrío porque eso era muy diferente a la primera exploración que había hecho en la cocina.
Lo miró, obviamente pidiendo algo de guía, porque seguía siendo tímida, seguía experimentando, aprendiendo cosas. No creía ya saber a la perfección qué hacer y sobretodo, no creía que todos los chicos fueran iguales con lo que les gustaba y lo que no, pero esas eran solo ideas. Lo escalofriante era lo fácil que resultaba mirarlo a los ojos, decirle las cosas –fueran con la mirada o en voz alta- y olvidar el recato, lo que estaba bien y lo que no. Luego de eso sacudió la cabeza como si estuviera saliendo de su ensimismamiento, lo besó fugazmente.
-¿Qué me hinque? ¿qué? ¿cómo?
Le preguntó recordando su petición de pronto, abriendo mucho los ojos y mirándolo con duda. Luego volvió a reírse sintiéndose muy idiota y lo tuvo que abrazar y besarlo más, como si le pidiera disculpas. Esas cosas no venían en el manual de señoritas casaderas.
-Perdóname, qué tonta soy, pero necesito que me guíes, como en el cine.
Aunque eso no era como en el cine de todos modos, y Malik no era el mismo sobre su cama que sobre una butaca, y la manera en que se manejaban en ese momento no era estilo Wong Kar Wai, era de Michael Winterbottom. Pero ella solo se dejaba hacer, todavía sintiendo ese temblor en las piernas.
Le correspondía todos los besos con la misma intensidad antes de hacerse hacia atrás para volver a quedar posicionada a lo largo de la cama. Tenía preguntas pero la urgencia de hacerlo, casi exigirle, que él también se deshiciera de su ropa le hizo olvidarlas un momento, así como su petición y se acercó a él para tocarlo de nuevo, tampoco tenía prisa, aunque todavía sentía que ardía con ansias, con algo de desespero. Volvió a poner cara de momentáneo enojo al sentir la manera en que la mordía, pero su mano aferraba su cuello como si quisiera que se demorara ahí todo el tiempo.
Se tuvo que reír por su broma, y negó con la cabeza como si no pudiera creer que fuera tan tonto, en el buen sentido. No le contestó nada más y se hizo el cabello a un lado antes de besarlo de nuevo y rodear su sexo con una mano, pidiéndole que la dejara hacerlo en un susurro, sin separar mucho los labios de su boca, aferrada a seguir teniendo cerca su aliento como si fuera lo que más la atara a esa pérdida de la cordura, sintiendo otro escalofrío porque eso era muy diferente a la primera exploración que había hecho en la cocina.
Lo miró, obviamente pidiendo algo de guía, porque seguía siendo tímida, seguía experimentando, aprendiendo cosas. No creía ya saber a la perfección qué hacer y sobretodo, no creía que todos los chicos fueran iguales con lo que les gustaba y lo que no, pero esas eran solo ideas. Lo escalofriante era lo fácil que resultaba mirarlo a los ojos, decirle las cosas –fueran con la mirada o en voz alta- y olvidar el recato, lo que estaba bien y lo que no. Luego de eso sacudió la cabeza como si estuviera saliendo de su ensimismamiento, lo besó fugazmente.
-¿Qué me hinque? ¿qué? ¿cómo?
Le preguntó recordando su petición de pronto, abriendo mucho los ojos y mirándolo con duda. Luego volvió a reírse sintiéndose muy idiota y lo tuvo que abrazar y besarlo más, como si le pidiera disculpas. Esas cosas no venían en el manual de señoritas casaderas.
-Perdóname, qué tonta soy, pero necesito que me guíes, como en el cine.
Aunque eso no era como en el cine de todos modos, y Malik no era el mismo sobre su cama que sobre una butaca, y la manera en que se manejaban en ese momento no era estilo Wong Kar Wai, era de Michael Winterbottom. Pero ella solo se dejaba hacer, todavía sintiendo ese temblor en las piernas.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: The Lions Den
Era toda una ternura, Pearl. Había algo poderosamente sexual en ese dejo de timidez contradictoria por que lejos de ofenderse sentía como si estuviera haciendo un examen y yo la fuera a reprobar. También me reí un poco, aunque exhalé con gusto al sentir su mano rodeándome, seguí mirándola intensamente, entreabriendo los labios por que me gustaba que me tocara aunque pareciera pedir ayuda con la mirada. Tomé su mano para que siguiera haciéndolo, imaginando cómo sería que también lo hiciera con su boca, sólo imaginándolo por que si me gustaba que lo hicieran era por voluntad propia, yo nunca lo había pedido aunque muriera de ganas. A cambio la besé después de sus preguntas y tomé su rostro con las manos por que quería comérmela de lo adorable que era sintiéndose insegura al estar desnuda en mi cama.
-Sólo tienes que darte la vuelta... doblar tus rodillas...
La levanté por la cintura para que se sentara en la cama, y me di la vuelta para acercarme a su espalda, apartando el cabello de esta y repartiendo besos sobre su columna, llegando a la perfecta visión de su culo. La empujé un poco por la espalda para que al fin quedara arrodillada en la cama y volví a acariciarla con los dedos, sintiéndola aún húmeda. Tuve los segundos necesarios de esa visión para querer comerla de nuevo, la suavidad de su piel, esa posición que valía cualquier sacrificio, aún el de estar echando a perder un montón de años de amistad, un prometedor noviazgo. Cualquier cosa, eso era el cielo.
-Y ahora cierras los ojos...y dejas que te vuelva a comer el coño. Dios, eres hermosa.
Fueron mis últimas palabras antes de hacer lo que decía, lo que había querido hacer desde que la había besado de nuevo en el estadio. Mi lengua fue hacia ella, la acaricié, la recorrí suavemente, después con más intensidad, introduciendo un dedo dentro, apenas un poco. Esa posición me volvía loco, me daban ganas de follármela en ese instante pero si esaba esperando tanto para hacerlo era por que en ese juego de provocación y de querer verla venirse antes que yo, también estaba mi propio placer.
No tendría ningún sentido haberle bajado las bragas y dejarme ir sin más. Todo lo que deseaba seguía estando en el misterio de entrar en ella, y lo mantendría hasta que de verdad no pudiera aguantar más, ni un segundo. Necesitaba esa tortura.
-Sólo tienes que darte la vuelta... doblar tus rodillas...
La levanté por la cintura para que se sentara en la cama, y me di la vuelta para acercarme a su espalda, apartando el cabello de esta y repartiendo besos sobre su columna, llegando a la perfecta visión de su culo. La empujé un poco por la espalda para que al fin quedara arrodillada en la cama y volví a acariciarla con los dedos, sintiéndola aún húmeda. Tuve los segundos necesarios de esa visión para querer comerla de nuevo, la suavidad de su piel, esa posición que valía cualquier sacrificio, aún el de estar echando a perder un montón de años de amistad, un prometedor noviazgo. Cualquier cosa, eso era el cielo.
-Y ahora cierras los ojos...y dejas que te vuelva a comer el coño. Dios, eres hermosa.
Fueron mis últimas palabras antes de hacer lo que decía, lo que había querido hacer desde que la había besado de nuevo en el estadio. Mi lengua fue hacia ella, la acaricié, la recorrí suavemente, después con más intensidad, introduciendo un dedo dentro, apenas un poco. Esa posición me volvía loco, me daban ganas de follármela en ese instante pero si esaba esperando tanto para hacerlo era por que en ese juego de provocación y de querer verla venirse antes que yo, también estaba mi propio placer.
No tendría ningún sentido haberle bajado las bragas y dejarme ir sin más. Todo lo que deseaba seguía estando en el misterio de entrar en ella, y lo mantendría hasta que de verdad no pudiera aguantar más, ni un segundo. Necesitaba esa tortura.
Karim Malik- Mensajes : 257
Fecha de inscripción : 10/09/2012
Re: The Lions Den
Asintió a sus instrucciones y le hizo caso, dejándose manejar como muñeca de trapo cuando la levantaba por la cintura, sintiendo un escalofrío al tenerlo cerca de su espalda, sintiendo su leve empujón y terminando en la posición que él quería, volviendo a poner cara de no tener idea de lo que estaba haciendo o por qué, frunciendo el ceño y los labios, le costaba no arquear la espalda en esa posición, cerrar los ojos y no buscarlo con la mirada, pero al final hacía exactamente lo que le pedía, y lo dejó hacer, permitiéndose quedar envuelta en el dejo de egoísmo que había en estar experimentando tanto placer solamente porque a él se le daba la gana, porque así lo quería para ella.
En cierta forma, por más que disfrutara de la sensación de su lengua sobre ella, poco a poco iba en ascenso la necesidad de que entrara en ella, de saber qué iba a sentir o cómo. Trataba además, por todos los medios, de dejar fuera cualquier cavilación, cualquier pensamiento sobre lo que sentía, emocionalmente, porque dejar que eso sucediera en ese preciso momento era totalmente peligroso, un poco dañino. No quería hacerse preguntas, ni pensar en lo que podría haber sido, en lo que no sería y en lo que iba a pasar después, solo le interesaba seguir teniendo ese cosquilleo, mantenerse segura de ella misma, de su cuerpo y de lo que pasaba con él.
Aguantó la respiración un momento, pero luego le fue imposible no gemir, no buscarlo sin encontrarlo del todo para aferrarse a él, fue imposible que sus caderas no exigieran más, y que su humedad aumentara bastante conforme más dejaba correr el tiempo, conforme más se volvía a acercar a ese punto exacto. Sentir que todo su cuerpo estaba como en complot contra su parte más racional, que no importaba nada de lo que pudiera pensar, porque toda su piel era mucho más exigente, más hambrienta, que todo lo demás que pudiera haber.
No pensó que las cosas fueran a llegar a ese punto pero ahí estaba, sintiéndose completamente vulnerable por la posición, intranquila y ansiosa por todo lo demás, dejando que todas las sensaciones se intensificaran a partir de la culpa, de lo indebido, porque era lo único a lo que le quedaba aferrarse, a volcarlas para su beneficio, para aumentar lo que le provocaba con cada roce, con cada movimiento de sus dedos dentro de ella.
-No puedo. Ya no puedo, necesito sentirte más.
No era una orden, ni siquiera estaba esperando que lo cumpliera, en lo que a ella respectaba podían seguir con eso eternamente, porque no era como si pudiera cansarse de la sensación, ¿quién podría?. No eran más que torrentes y torrentes imparables de un placer muy suyo, completamente ajeno a cualquier otra cosa.
En cierta forma, por más que disfrutara de la sensación de su lengua sobre ella, poco a poco iba en ascenso la necesidad de que entrara en ella, de saber qué iba a sentir o cómo. Trataba además, por todos los medios, de dejar fuera cualquier cavilación, cualquier pensamiento sobre lo que sentía, emocionalmente, porque dejar que eso sucediera en ese preciso momento era totalmente peligroso, un poco dañino. No quería hacerse preguntas, ni pensar en lo que podría haber sido, en lo que no sería y en lo que iba a pasar después, solo le interesaba seguir teniendo ese cosquilleo, mantenerse segura de ella misma, de su cuerpo y de lo que pasaba con él.
Aguantó la respiración un momento, pero luego le fue imposible no gemir, no buscarlo sin encontrarlo del todo para aferrarse a él, fue imposible que sus caderas no exigieran más, y que su humedad aumentara bastante conforme más dejaba correr el tiempo, conforme más se volvía a acercar a ese punto exacto. Sentir que todo su cuerpo estaba como en complot contra su parte más racional, que no importaba nada de lo que pudiera pensar, porque toda su piel era mucho más exigente, más hambrienta, que todo lo demás que pudiera haber.
No pensó que las cosas fueran a llegar a ese punto pero ahí estaba, sintiéndose completamente vulnerable por la posición, intranquila y ansiosa por todo lo demás, dejando que todas las sensaciones se intensificaran a partir de la culpa, de lo indebido, porque era lo único a lo que le quedaba aferrarse, a volcarlas para su beneficio, para aumentar lo que le provocaba con cada roce, con cada movimiento de sus dedos dentro de ella.
-No puedo. Ya no puedo, necesito sentirte más.
No era una orden, ni siquiera estaba esperando que lo cumpliera, en lo que a ella respectaba podían seguir con eso eternamente, porque no era como si pudiera cansarse de la sensación, ¿quién podría?. No eran más que torrentes y torrentes imparables de un placer muy suyo, completamente ajeno a cualquier otra cosa.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: The Lions Den
Pues no, no había manera humana en la que yo me cansada de ese sabor, de escuchar sus gemidos y sentir alrededor de mis dedos la humedad creciente, la manera en que movía sus caderas y la visión celestial de su culo a centímetros de mi. Dios, de verdad que no había manera de cansarse de eso, aunque me despegué un poco de ella al escucharla decir que no podía más, y volví a tomarla por la cintura para poner su espalda contra mi pecho y besar su cuello. No era de los que guardaban silencio, seguramente ella ya se había dado cuenta, sentía que las palabras a veces pesaban tanto como las caricias, al menos a mi me había sido así de determinante. Acaricié de nuevo sus senos, presionando todavía con la humedad que me había quedado de su coño, llevándola de nuevo a ese punto a un grado de ser dolor, pero haciéndolo con cuidado. Seguramente podía sentir que seguía dura, que tampoco podía más pero que esperar valía la pena. De verdad, valía la pena.
Besé su cuello tanto como pude, pensando que iba a preguntarle cómo quería que la follara pero si había estado tomando el control hasta el momento y ella se dejaba hacer, pensé que sería mejor seguir así. Pensaba que quería verla desde todos los ángulos, follarla de todas las maneras posibles hasta que me diera un infarto y dejara de ser físicamente imposible seguir excitado, pero al final lo único que quise fue mirarla a los ojos, mirar sus hermosas tetas y tenerla acostada y rendida para mi. Le di la vuelta, sin saber si ella era ligera o la excitación me había dado esas ansias de dominio. El frenesí, claro, no me hacía olvidar que teníamos qué usar protección, y tuve que levantarme hasta el librero donde, medio ocultos, había algunos preservativos. Tomé varios sólo por las ansias de volver a donde estaba ella y los dejé sobre la mesa de noche, poniéndome uno mientras estaba sentado en la cama.
La volví a besar mientras separaba un poco sus piernas y busqué el ángulo ideal para penetrarla. Un gemido grave indicaba que al fin la sentía, ni siquiera pude seguir mirándola y mis ojos se cerraron, mi mente perdiéndose en cualquier lugar. Sostenía que me daba absolutamente igual el pasado o futuro sexual de las chicas con las que estaba, pero la ansiedad que me provocaba estar dentro de ella cambiaba todo, me traía de vuelta el hecho de que alguien más se la follaba, que podía estar conmigo en ese momento pero que iba a tener que callármelo por el bien de todos, por más que se corriera y se corriera cuando le comía el coño. Era casi como si el presente fuera tan improbable que apenas dejar de estar desnudo con ella, iba a ser inexistente.
-¿Es igual que con tu novio, eh? ¿Te folla igual que yo? dios, qué bien se siente... debería ser sólo mío. No tenía la menor intención de hacerla sentir culpable por que para el caso yo iba a sentirme exactamente igual, pero quería sentir sus ganas, su enojo si es lo que le provocaba lo que decía. Era cierto, en ese instante deseaba ser el único en follarla y sentirla para siempre, aunque fuera más complicado que eso.
Besé su cuello tanto como pude, pensando que iba a preguntarle cómo quería que la follara pero si había estado tomando el control hasta el momento y ella se dejaba hacer, pensé que sería mejor seguir así. Pensaba que quería verla desde todos los ángulos, follarla de todas las maneras posibles hasta que me diera un infarto y dejara de ser físicamente imposible seguir excitado, pero al final lo único que quise fue mirarla a los ojos, mirar sus hermosas tetas y tenerla acostada y rendida para mi. Le di la vuelta, sin saber si ella era ligera o la excitación me había dado esas ansias de dominio. El frenesí, claro, no me hacía olvidar que teníamos qué usar protección, y tuve que levantarme hasta el librero donde, medio ocultos, había algunos preservativos. Tomé varios sólo por las ansias de volver a donde estaba ella y los dejé sobre la mesa de noche, poniéndome uno mientras estaba sentado en la cama.
La volví a besar mientras separaba un poco sus piernas y busqué el ángulo ideal para penetrarla. Un gemido grave indicaba que al fin la sentía, ni siquiera pude seguir mirándola y mis ojos se cerraron, mi mente perdiéndose en cualquier lugar. Sostenía que me daba absolutamente igual el pasado o futuro sexual de las chicas con las que estaba, pero la ansiedad que me provocaba estar dentro de ella cambiaba todo, me traía de vuelta el hecho de que alguien más se la follaba, que podía estar conmigo en ese momento pero que iba a tener que callármelo por el bien de todos, por más que se corriera y se corriera cuando le comía el coño. Era casi como si el presente fuera tan improbable que apenas dejar de estar desnudo con ella, iba a ser inexistente.
-¿Es igual que con tu novio, eh? ¿Te folla igual que yo? dios, qué bien se siente... debería ser sólo mío. No tenía la menor intención de hacerla sentir culpable por que para el caso yo iba a sentirme exactamente igual, pero quería sentir sus ganas, su enojo si es lo que le provocaba lo que decía. Era cierto, en ese instante deseaba ser el único en follarla y sentirla para siempre, aunque fuera más complicado que eso.
Karim Malik- Mensajes : 257
Fecha de inscripción : 10/09/2012
Re: The Lions Den
De nuevo tuvo un escalofrío al sentir su espalda contra él, los besos en su cuello, sin que ella pudiera hacer nada ni mirarlo directamente a los ojos, solo estirar la mano para acariciar su cabello de salvaje, parte de su cara. Se mordió los labios sin quejarse cuando parecía querer que le doliera un poco, pero sin que eso fuera realmente molesto. Hubiera podido estar así mucho rato, solo sintiendo su boca sobre su cuello, pero sentir que seguía firme, tan pegado a ella, le provocaba que sus ansias aumentaran.
Ella se sentía ligera y en cierta forma le gustaba que él llevara el control, al menos por el momento. Lo esperó, sabiendo lo que iba a hacer, y agradeciendo en silencio que lo hiciera sin que ella tuviera que recordárselo o decirle nada, pero de nuevo la espera para tenerlo cerca otra vez se le hacía eterna.
Sabía que estaba en un momento decisivo, pero no lo detuvo, ni se puso a reconsiderar cosas, o a plantearse en huir de ahí antes de que todo eso siguiera sucediendo, simplemente dejó que pasara. Volvió a aferrarse a la cama al sentirlo entrar, por fin. Y sí, la espera había valido la pena.
Ella si mantuvo los ojos abiertos, atenta a sus expresiones, estirando la mano para tocarlo. Y a diferencia de él, no estaba pensando, y trataría por todos los medios de no hacerlo, de pensar en si ponía las mismas caras cuando se follaba a Milena, si le decía las mismas cosas, si la besaba con las mismas ganas. Sería torturarse innecesariamente. O eso pensaba.
De nuevo, intuitivamente, movió la cadera hacia él, buscándolo, llenándose de él. Cerró los ojos un momento, con una mano apoyada en uno de sus brazos ejerciendo presión, ayudándola a cualquier impulso. Al escucharlo, de todos modos, no puedo evitar fruncir el ceño, enojarse primero y desviar la mirada. No quería pensar en eso, no quería pensar en Joe, en las maneras en que él se la follaba, ni en lo diferente que se sentía con él. Eso lo complicaba todo, Malik se lo estaba complicando todo. Volvió a mirarlo, sintiendo que apretaba más sus brazos por consecuencia natural de su furia, también de la excitación irremediable que le provocaba escucharlo, de lo bien que se sentía tenerlo dentro, era una combinación tan explosiva que asustaba.
-Cállate, cállate, no quiero escucharte.
Lo tomó por el cuello y lo atrajo hacia ella para besarlo, para morderle los labios, todavía enojada pero deseándolo más. Su otra mano lo empujó por la espalda baja, como si quisiera castigarlo, irónicamente, dándole más de ella a pesar de que sabía perfectamente que los dos iban a volver a otra cosa, que eso estaba jodidamente mal y él se lo recordaba por alguna maliciosa razón.
Ella se sentía ligera y en cierta forma le gustaba que él llevara el control, al menos por el momento. Lo esperó, sabiendo lo que iba a hacer, y agradeciendo en silencio que lo hiciera sin que ella tuviera que recordárselo o decirle nada, pero de nuevo la espera para tenerlo cerca otra vez se le hacía eterna.
Sabía que estaba en un momento decisivo, pero no lo detuvo, ni se puso a reconsiderar cosas, o a plantearse en huir de ahí antes de que todo eso siguiera sucediendo, simplemente dejó que pasara. Volvió a aferrarse a la cama al sentirlo entrar, por fin. Y sí, la espera había valido la pena.
Ella si mantuvo los ojos abiertos, atenta a sus expresiones, estirando la mano para tocarlo. Y a diferencia de él, no estaba pensando, y trataría por todos los medios de no hacerlo, de pensar en si ponía las mismas caras cuando se follaba a Milena, si le decía las mismas cosas, si la besaba con las mismas ganas. Sería torturarse innecesariamente. O eso pensaba.
De nuevo, intuitivamente, movió la cadera hacia él, buscándolo, llenándose de él. Cerró los ojos un momento, con una mano apoyada en uno de sus brazos ejerciendo presión, ayudándola a cualquier impulso. Al escucharlo, de todos modos, no puedo evitar fruncir el ceño, enojarse primero y desviar la mirada. No quería pensar en eso, no quería pensar en Joe, en las maneras en que él se la follaba, ni en lo diferente que se sentía con él. Eso lo complicaba todo, Malik se lo estaba complicando todo. Volvió a mirarlo, sintiendo que apretaba más sus brazos por consecuencia natural de su furia, también de la excitación irremediable que le provocaba escucharlo, de lo bien que se sentía tenerlo dentro, era una combinación tan explosiva que asustaba.
-Cállate, cállate, no quiero escucharte.
Lo tomó por el cuello y lo atrajo hacia ella para besarlo, para morderle los labios, todavía enojada pero deseándolo más. Su otra mano lo empujó por la espalda baja, como si quisiera castigarlo, irónicamente, dándole más de ella a pesar de que sabía perfectamente que los dos iban a volver a otra cosa, que eso estaba jodidamente mal y él se lo recordaba por alguna maliciosa razón.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: The Lions Den
Si era una putada hacerlo, también lo era decirlo, pero todo en ese momento era para efectos sexuales, quería que se pusiera furiosa y me follara con todo ese enojo, no iba a decir que haber mencionado esas cosas eran un accidente, lo buscaba, buscaba esa reacción que sentí cuando desvió la mirada y presionaba la piel de mis brazos, yo también me había sentido aún más excitado al sentirla furiosa y me sentía también enojado, loco de celos, capaz de matar a cualquiera que también tuviera el sagrado derecho de follársela. Le sonreí con malicia y emití un quejido cuando la sentía morderme sin piedad, sin la reserva que habíamos puesto hasta ese momento aunque ya con mis caricias había querido hacerla sentir un poco, sólo un poco, de dolor.
Hasta fruncí el ceño por la presión de sus dientes que sólo me hizo sentirme más excitado y penetrarla con más fuerza, escuchando el choque de su cadera contra mi vientre, mis piernas. Era como si no se pudiera ser suficientemente intenso, como si no alcanzara todo lo que quería sentir y la persiguiera sin piedad. Estaba follándola con demasiada agresividad, pero la sentía excitada y eso me decía que no la estaba lastimando, a menos que lo notara o me lo hiciera saber, con gestos o palabras. Cuando sentía que me incitaba a seguir haciéndolo supe que no, que no estaba desviando el camino de lo que era agradable, aunque fuera así de violento.
-Ah... me duele... hazlo de nuevo
O sea, que me mordiera de nuevo. Me acerqué como para besarla pero me aparté al momento, con una mano libre toqué de nuevo su coño para que pudiera sentir más. La miraba, no dejaba de mirarla, los labios entreabiertos, compartiendo mi respiración con la suya, acercándome a sus labios para que volviera a morderme, a llevar las sensaciones a ese peligroso extremo donde lo agradable estaba a punto de convertirse en doloroso, en esa fina linea donde la perfección era posible.
-Fóllame, Pearl, haz que me corra. Quiero llenarte toda de mi.
La tomé por las caderas para que se pusiera encima de mi, intentando besarla de nuevo pero sin hacerlo, sólo para molestarla, para que lo hiciera con fuerza,c asi con enojo. Llevé una mano a sus tetas, la presioné un poco, alcancé a besarla mientras la llevaba a que se pusiera encima de mi, presionándola con los dedos, ya sabía a qué extremo la quería llevar, siempre procurando no exagerar. Ahí estaba mucho de lo interesante de ser agresivo, que había que controlarse demasiado o todo podría ir a mal. La seguí mirando como si le repitiera lo que quería que hiciera, que me follara, que me usara sin reparos para correrse, quería ser su juguete, su pretexto para estar excitada, para gustarse a sí misma, para que alcanzara a mirar su propio reflejo en un pequeño espejo que había frente a la cama y viera lo hermosa que estaba encima de mi.
Hasta fruncí el ceño por la presión de sus dientes que sólo me hizo sentirme más excitado y penetrarla con más fuerza, escuchando el choque de su cadera contra mi vientre, mis piernas. Era como si no se pudiera ser suficientemente intenso, como si no alcanzara todo lo que quería sentir y la persiguiera sin piedad. Estaba follándola con demasiada agresividad, pero la sentía excitada y eso me decía que no la estaba lastimando, a menos que lo notara o me lo hiciera saber, con gestos o palabras. Cuando sentía que me incitaba a seguir haciéndolo supe que no, que no estaba desviando el camino de lo que era agradable, aunque fuera así de violento.
-Ah... me duele... hazlo de nuevo
O sea, que me mordiera de nuevo. Me acerqué como para besarla pero me aparté al momento, con una mano libre toqué de nuevo su coño para que pudiera sentir más. La miraba, no dejaba de mirarla, los labios entreabiertos, compartiendo mi respiración con la suya, acercándome a sus labios para que volviera a morderme, a llevar las sensaciones a ese peligroso extremo donde lo agradable estaba a punto de convertirse en doloroso, en esa fina linea donde la perfección era posible.
-Fóllame, Pearl, haz que me corra. Quiero llenarte toda de mi.
La tomé por las caderas para que se pusiera encima de mi, intentando besarla de nuevo pero sin hacerlo, sólo para molestarla, para que lo hiciera con fuerza,c asi con enojo. Llevé una mano a sus tetas, la presioné un poco, alcancé a besarla mientras la llevaba a que se pusiera encima de mi, presionándola con los dedos, ya sabía a qué extremo la quería llevar, siempre procurando no exagerar. Ahí estaba mucho de lo interesante de ser agresivo, que había que controlarse demasiado o todo podría ir a mal. La seguí mirando como si le repitiera lo que quería que hiciera, que me follara, que me usara sin reparos para correrse, quería ser su juguete, su pretexto para estar excitada, para gustarse a sí misma, para que alcanzara a mirar su propio reflejo en un pequeño espejo que había frente a la cama y viera lo hermosa que estaba encima de mi.
Karim Malik- Mensajes : 257
Fecha de inscripción : 10/09/2012
Página 2 de 4. • 1, 2, 3, 4
Página 2 de 4.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Lun Jul 15, 2013 1:57 pm por Gerhard Immëndorff
» PANGEA RPG - !UN FORO DIFERENTE! Ven y conócenos.
Sáb Abr 06, 2013 5:04 pm por Morten J. Harket
» Anybody home?
Sáb Abr 06, 2013 4:57 pm por Morten J. Harket
» Morsmorde Era Tom Riddle {Elite} No es cualquier rpg de Hp
Sáb Mar 30, 2013 11:41 am por Invitado
» Morrigan's Mental Asylum FORO NUEVO DE JULIA MCREARY
Lun Mar 25, 2013 2:28 am por Julia McCreary
» San Valentín
Sáb Mar 16, 2013 12:17 am por Aldrich Burroughs
» Necronomicon [Normal]
Vie Mar 08, 2013 1:37 pm por Invitado
» Inferio RPG ~ Afiliación Elite {Nuevos Botones y Nuevo Dominio}
Jue Mar 07, 2013 5:49 pm por Invitado
» Partis Temporus [elite]
Lun Mar 04, 2013 5:04 pm por Invitado
» Into the darkness {Afiliacion Normal}
Lun Feb 25, 2013 6:34 pm por Invitado