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The Lions Den
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Re: The Lions Den
Seguía enojada, incluso su sonrisa maliciosa le había molestado. Estaba loco, la estaba torturando otra vez y al parecer lo hacía con todo el gusto del mundo, ¿y qué? Él no podía decir nada, también estaba con alguien –no “alguien”, con su amiga, que era todavía peor- tampoco era como si tuviera exclusividad con ella. Al fin y al cabo ninguno de los dos tenía derecho de nada, pero pensar en eso la enojaba. Sintió que en algún punto la penetraba demasiado fuerte, tanto que la hacía ahogar un gemido de dolor, pero cada vez que él aumentaba la fuerza, ella le correspondía con más de lo mismo, como si ya no quisiera seguir jugando ese papel de estar completamente dominada por él porque la había molestado.
Quiso atrapar sus labios para besarlo otra vez, pero se apartaba de ella, enojándola más por estar jugando a hacer de su boca una presa inalcanzable. Y mientras seguía debajo de él sintió que de solo presionar su piel contra las yemas de sus dedos, tímida, ahora su toque se convertía casi en aferrarse a su carne sin tregua. Ni siquiera se detenía a pensar si eso iba a dejar marcas, aunque fuera enrojecimientos, tampoco lo estaba haciendo sin estar muy consciente de ello, ni mucho menos. Carecía de su malicia, eso era un hecho.
Volvió a dejarse cambiar de posición, de nuevo pudo besarlo ahora que era ella quien estaba encima de él. Primero lo hizo todavía con ese dejo de furia pero no hizo más que acariciar su lengua con la de ella, hacerlo profundo, luego volvió a buscar sus labios, a mordérselo como quería, jalando un poco, presionándolo entre sus dientes, sintiendo que todo eso hacía el movimiento de su cuerpo más frenético, más rápido, más intencionado.
Pasó la lengua por su cuello, mordisqueó el lóbulo de su oreja, y recorría lo que podía de su cuerpo sin delicadeza, hundiendo ligeramente las uñas en la carne de sus brazos. Estaba como cegada, con la mente nublada, el cuerpo hirviendo. Quería que se corriera, ser la única causa de eso; ella y nada más, cada vez más excitada, cada vez más egoísta y todavía con algo de cólera por la mención de Joe, por su descaro, enojada hasta con ella misma por saberse incapaz de contenerse ante él, ante todo eso.
Se apartó de él con un último beso echando el cuerpo ligeramente hacia atrás, apoyando las palmas de las manos sobre la cama, impulsándose por eso, como si quisiera hacerlo llegar más adentro, todavía más, aunque pareciera imposible. La sensación cambió inmediatamente, gimió más, cerró los ojos y sí que se encontró con su reflejo, pero no se reconoció a ella misma. Volvió a mirarlo, sintiendo un temblor extraño en todo su cuerpo, deseando que la devolviera la mirada fija, era tremendamente fácil mirarlo a los ojos. Arqueó las cejas, como si lo retara, casi parecía que estaba alentándolo a que siguiera haciéndola rabiar.
Quiso atrapar sus labios para besarlo otra vez, pero se apartaba de ella, enojándola más por estar jugando a hacer de su boca una presa inalcanzable. Y mientras seguía debajo de él sintió que de solo presionar su piel contra las yemas de sus dedos, tímida, ahora su toque se convertía casi en aferrarse a su carne sin tregua. Ni siquiera se detenía a pensar si eso iba a dejar marcas, aunque fuera enrojecimientos, tampoco lo estaba haciendo sin estar muy consciente de ello, ni mucho menos. Carecía de su malicia, eso era un hecho.
Volvió a dejarse cambiar de posición, de nuevo pudo besarlo ahora que era ella quien estaba encima de él. Primero lo hizo todavía con ese dejo de furia pero no hizo más que acariciar su lengua con la de ella, hacerlo profundo, luego volvió a buscar sus labios, a mordérselo como quería, jalando un poco, presionándolo entre sus dientes, sintiendo que todo eso hacía el movimiento de su cuerpo más frenético, más rápido, más intencionado.
Pasó la lengua por su cuello, mordisqueó el lóbulo de su oreja, y recorría lo que podía de su cuerpo sin delicadeza, hundiendo ligeramente las uñas en la carne de sus brazos. Estaba como cegada, con la mente nublada, el cuerpo hirviendo. Quería que se corriera, ser la única causa de eso; ella y nada más, cada vez más excitada, cada vez más egoísta y todavía con algo de cólera por la mención de Joe, por su descaro, enojada hasta con ella misma por saberse incapaz de contenerse ante él, ante todo eso.
Se apartó de él con un último beso echando el cuerpo ligeramente hacia atrás, apoyando las palmas de las manos sobre la cama, impulsándose por eso, como si quisiera hacerlo llegar más adentro, todavía más, aunque pareciera imposible. La sensación cambió inmediatamente, gimió más, cerró los ojos y sí que se encontró con su reflejo, pero no se reconoció a ella misma. Volvió a mirarlo, sintiendo un temblor extraño en todo su cuerpo, deseando que la devolviera la mirada fija, era tremendamente fácil mirarlo a los ojos. Arqueó las cejas, como si lo retara, casi parecía que estaba alentándolo a que siguiera haciéndola rabiar.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: The Lions Den
Era mejor que estuviera encima de mi, de otro modo ese gemido demasiado entrecortado que alcancé a escucharle iba a repetirse. No había sido grave pero sabía cuando una chica se quejaba y cuando gemía. Sentí que la había puesto furiosa, era un hecho, la manera en que me besaba no se parecía ni un poco a esos primeros besos que nos habíamos dado, y me gustaba sentir ese cambio por que sabía que era un momento, que no significaba que iba a querer siempre besarla así, sino que el enojo estaba siendo traducido a la manera en que follábamos, duplicaba su intensidad. Las cosas que ocurrían desnudos sobre una cama no iban a ser las mismas que fuera, definitivamente. Era un universo paralelo.
También me gustaba que me besara, que buscara cualquier punto de mi cuerpo que encontrara deseable, todo aumentaba las sensaciones, desde sus besos en el cuello hasta la oreja, la manera en que clavaba sus uñas en mi piel, por supuesto que dolía, pero seguía ganando ese placentero calor que crecía en el centro de nuestros cuerpos, esa fricción que de un momento a otro iba a desconectarme la razón, si es que no estaba ya bastante descolocada.
Levanté la mirada al ver cómo se echaba hacia atrás y su vientre se aplanaba, su piel parecía más despierda y en definitiva sus sensaciones cambiaban pues sus gemidos eran otros. Seguí acariciándola entre las piernas, pasé una mano por su abdomen, por su ombligo, estaba contrayendo el abdomen cada vez más, moviendo las caderas hacia ella, empecé a sonreír a medida que sentía que estaba cerca de correrme y tuve que incorporarme para besarla de nuevo, con avidez, también besando sus mejillas, su cuello, cualquier cosa que pudiera ser besada.
-Voy a venirme... voy a venirme dentro de ti.
Mis gemidos se habían vuelto más intensos y ahogados, cuando le hablé lo hice de manera entrecortada, apenas pudiendo articular completas las palabras. La miraba directo a los ojos, tomé su rostro con una mano y pasé la lengua por sus labios antes de besarla de nuevo, lo único que fue capaz de interrumpir ese beso fue sentir que estaba a punto de hacerlo pero podía contenerme un poco más hasta saber que ella terminaba, que su cuerpo sobre el mío empezaba a temblar.
-¿Y tú, preciosa, estás cerca? Dime que te gusta, más que con ninguno. No, no me sabía mal volver a decirlo así, lo único que quería era sentir toda su intensidad, y si el enojo la llevaba a eso, la iba a provocar de nuevo, casi deseando que me soltara una bofetada si le daba la gana, pero que no dejara de follarme.
También me gustaba que me besara, que buscara cualquier punto de mi cuerpo que encontrara deseable, todo aumentaba las sensaciones, desde sus besos en el cuello hasta la oreja, la manera en que clavaba sus uñas en mi piel, por supuesto que dolía, pero seguía ganando ese placentero calor que crecía en el centro de nuestros cuerpos, esa fricción que de un momento a otro iba a desconectarme la razón, si es que no estaba ya bastante descolocada.
Levanté la mirada al ver cómo se echaba hacia atrás y su vientre se aplanaba, su piel parecía más despierda y en definitiva sus sensaciones cambiaban pues sus gemidos eran otros. Seguí acariciándola entre las piernas, pasé una mano por su abdomen, por su ombligo, estaba contrayendo el abdomen cada vez más, moviendo las caderas hacia ella, empecé a sonreír a medida que sentía que estaba cerca de correrme y tuve que incorporarme para besarla de nuevo, con avidez, también besando sus mejillas, su cuello, cualquier cosa que pudiera ser besada.
-Voy a venirme... voy a venirme dentro de ti.
Mis gemidos se habían vuelto más intensos y ahogados, cuando le hablé lo hice de manera entrecortada, apenas pudiendo articular completas las palabras. La miraba directo a los ojos, tomé su rostro con una mano y pasé la lengua por sus labios antes de besarla de nuevo, lo único que fue capaz de interrumpir ese beso fue sentir que estaba a punto de hacerlo pero podía contenerme un poco más hasta saber que ella terminaba, que su cuerpo sobre el mío empezaba a temblar.
-¿Y tú, preciosa, estás cerca? Dime que te gusta, más que con ninguno. No, no me sabía mal volver a decirlo así, lo único que quería era sentir toda su intensidad, y si el enojo la llevaba a eso, la iba a provocar de nuevo, casi deseando que me soltara una bofetada si le daba la gana, pero que no dejara de follarme.
Karim Malik- Mensajes : 257
Fecha de inscripción : 10/09/2012
Re: The Lions Den
Lo rodeó con los brazos cuando se incorporó, correspondió a sus besos casi olvidando que se había enojado con él solo para concentrarse en los movimientos de su cuerpo, en la presión de su cadera, en lo mucho que quería mantenerlo dentro de ella hasta no poder más. Quería que se corriera dentro de ella, escucharlo terminar, saber que era por causa suya y nada más.
De nuevo sus palabras ejercían un influjo poderoso. Era como la música, sabía perfecto qué poner, cuándo ponerlo. Lo mismo con la manera en que la provocaba, sabiendo exactamente qué decir para hacerlo. Apretó su cuerpo contra él de él, sin detener los movimientos de su cuerpo, con sus músculos cada vez más tensos, con la piel cada vez más sensible. Le gustaba escucharlo gemir, tanto como le gustaba escucharlo hablar.
Asintió cuando le preguntó si estaba cerca, solo porque se sentía incapaz de decir gran cosa, solo gemir, solo concentrarse en respirar, o intentar hacerlo. Negó con la cabeza, pero fue por inercia, por no querer decir nada, absolutamente nada de eso, volviendo a enojarse con él por hacer que esos sentimientos de culpa se arremolinaran en su cabeza y reaccionaran en su cuerpo.
-Cállate, cállate ya.
Le repitió, cerrando los ojos, todavía en ese estado de negación rotunda. No se iba a poner en ese papel, y sobretodo, no le iba a dar el gusto, porque no y ya. Y por supuesto que le dio una bofetada, ni siquiera lo midió, ni lo pensó. Simplemente le enojaba que la pusiera en ese límite, que la orillara a esas cosas, que se esforzara por hacerla rabiar aunque técnicamente ella misma se lo había pedido. Luego lo volvió a besar, con toda la culpa, todo el enojo, todas las ganas que tenía de él y que suponía que no se iban a perder en la nada. Se aferró más a su cuerpo, tensionó las piernas.
-Ya…ya…estoy ahí…
Lo sentía, poderoso como siempre, contundente como pocas cosas que podía experimentar en el cuerpo. Olvidó que por un momento lo había odiado un poco por hacerle eso, olvidó también todo el enojo, se desvaneció en la nada, en medio de un orgasmo, provocado por él, por todo. Aunque terminó no se detuvo, aunque sí se sintió más lánguida, más ligera. Empujó el cuerpo hacia él, exigente, quería sentirlo completamente, dentro de ella, para ella.
De nuevo sus palabras ejercían un influjo poderoso. Era como la música, sabía perfecto qué poner, cuándo ponerlo. Lo mismo con la manera en que la provocaba, sabiendo exactamente qué decir para hacerlo. Apretó su cuerpo contra él de él, sin detener los movimientos de su cuerpo, con sus músculos cada vez más tensos, con la piel cada vez más sensible. Le gustaba escucharlo gemir, tanto como le gustaba escucharlo hablar.
Asintió cuando le preguntó si estaba cerca, solo porque se sentía incapaz de decir gran cosa, solo gemir, solo concentrarse en respirar, o intentar hacerlo. Negó con la cabeza, pero fue por inercia, por no querer decir nada, absolutamente nada de eso, volviendo a enojarse con él por hacer que esos sentimientos de culpa se arremolinaran en su cabeza y reaccionaran en su cuerpo.
-Cállate, cállate ya.
Le repitió, cerrando los ojos, todavía en ese estado de negación rotunda. No se iba a poner en ese papel, y sobretodo, no le iba a dar el gusto, porque no y ya. Y por supuesto que le dio una bofetada, ni siquiera lo midió, ni lo pensó. Simplemente le enojaba que la pusiera en ese límite, que la orillara a esas cosas, que se esforzara por hacerla rabiar aunque técnicamente ella misma se lo había pedido. Luego lo volvió a besar, con toda la culpa, todo el enojo, todas las ganas que tenía de él y que suponía que no se iban a perder en la nada. Se aferró más a su cuerpo, tensionó las piernas.
-Ya…ya…estoy ahí…
Lo sentía, poderoso como siempre, contundente como pocas cosas que podía experimentar en el cuerpo. Olvidó que por un momento lo había odiado un poco por hacerle eso, olvidó también todo el enojo, se desvaneció en la nada, en medio de un orgasmo, provocado por él, por todo. Aunque terminó no se detuvo, aunque sí se sintió más lánguida, más ligera. Empujó el cuerpo hacia él, exigente, quería sentirlo completamente, dentro de ella, para ella.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: The Lions Den
Lo único que me hizo sentir algo culpable fue haberla hecho rabiar aunque el ardor en mi rostro a causa de su bofetada lo valía, me sentía todavía más excitado, más por que después volvíamos sólo al movimiento, a sentirnos, a que me dijera que estaba a punto de venirse. Le sonreí, no con la malicia con que lo había hecho antes, sólo por que nada me hacía más felíz que provocarle ese placer y sentirla dejarse ir, quitándole toda la tensión acumulada a sus músculos. Quité el cabello de su rostro aunque no dejé de moverme, también estaba a punto de hacerlo, dejé ir mis gemidos aunque nunca había sido un tipo muy ruidoso. Aún así quería que supiera que ella y nadie más estaba haciendo que me corriera.
No pude articular más palabras, sólo repetí un ya está, ya está como si fuera un mantra callado y cerré los ojos, tal vez por primera vez desde que la había tenido desnuda en mi cama. En esa situación uno no cerraba los ojos y ya. Recargué la cabeza en su pecho y embestí con un poco más de fuerza en un movimiento final. Sonreí un poco, el gemido fue casi una risa sutil y levanté la mirada para besarla con toda la suavidad que había faltado antes, por que así debía ser, claro.
La empujé un poco para que quedara recostada de nuevo en la cama y no tuve prisas por salir de ella, volví a acariciar su rostro como saliendo ya de toda esa locura que había sido terminar follando en el día menos esperado, con la persona menos esperada por más que lo hubiera deseado sin aceptarlo una sola vez, ni siquiera para mis adentros. Estaba noqueado, sintiendo todavía la intensidad de ese movimiento final, la contracción despiadada con la que sentía que casi estaba por tener un infarto.
-Mejor que los goles de Henderson... ¿O qué opinas? Me tengo que esforzar más
No estaba siendo presumido con mi desempeño, más bien la estaba halagando. Había estado demasiado bien, tan bien que ni siquiera tenía fuerzas suficientes para abrir los ojos y seguía recargado en su pecho, acariciando desinteresadamente su cuello y sintiendo cómo mi respiración se normalizaba, aunque seguía dentro de ella por el puro gusto de hacerlo, de alargar ese momento aunque ambos hubiéramos terminado. Qué suerte, no siempre ocurría.
-Ojalá mañana siga oliendo a ti
No pude articular más palabras, sólo repetí un ya está, ya está como si fuera un mantra callado y cerré los ojos, tal vez por primera vez desde que la había tenido desnuda en mi cama. En esa situación uno no cerraba los ojos y ya. Recargué la cabeza en su pecho y embestí con un poco más de fuerza en un movimiento final. Sonreí un poco, el gemido fue casi una risa sutil y levanté la mirada para besarla con toda la suavidad que había faltado antes, por que así debía ser, claro.
La empujé un poco para que quedara recostada de nuevo en la cama y no tuve prisas por salir de ella, volví a acariciar su rostro como saliendo ya de toda esa locura que había sido terminar follando en el día menos esperado, con la persona menos esperada por más que lo hubiera deseado sin aceptarlo una sola vez, ni siquiera para mis adentros. Estaba noqueado, sintiendo todavía la intensidad de ese movimiento final, la contracción despiadada con la que sentía que casi estaba por tener un infarto.
-Mejor que los goles de Henderson... ¿O qué opinas? Me tengo que esforzar más
No estaba siendo presumido con mi desempeño, más bien la estaba halagando. Había estado demasiado bien, tan bien que ni siquiera tenía fuerzas suficientes para abrir los ojos y seguía recargado en su pecho, acariciando desinteresadamente su cuello y sintiendo cómo mi respiración se normalizaba, aunque seguía dentro de ella por el puro gusto de hacerlo, de alargar ese momento aunque ambos hubiéramos terminado. Qué suerte, no siempre ocurría.
-Ojalá mañana siga oliendo a ti
Karim Malik- Mensajes : 257
Fecha de inscripción : 10/09/2012
Re: The Lions Den
Se dejó recostar de nuevo en la cama, totalmente exhausta, con una expresión distinta en el rostro que no incluía ceños fruncidos, ni gestos caprichosos. Le había gustado sentir como se corría, siendo y sabiéndose única dueña de eso. Le sonrió también, aunque todavía le quedaba en el cuerpo todo eso de las dudas y las culpas que él mismo le había desatado, fueran un aliciente o no. Intentó alejar todo eso de su cabeza y solo lo abrazó. Se sentía totalmente cansada y solo en ese momento se acordó de que no había comido, le dio risa porque casi le reclamaba que no la había alimentado, pero todavía seguía sintiendo que ese solo estar era cálido y reconfortante, tal vez demasiado para lo que era sano, considerando las circunstancias de los dos. Ella tampoco quería que se separara todavía.
-Justo te iba a decir que había sido como una súper anotación de Henderson, pero sí. Mejor, mucho mejor.
Le volvió a acariciar el cabello, sintiéndolo contra su pecho, pensando que no podía haber mejor lugar para él y eso también estaba pero pésimo. Le sonrió, en ese momento en el que acababa de correrse y lo había sentido también a él, le daban ganas de decirle que esperaba que oliera a ella todos los días, pero eso ya era exagerar, ponerse en una posición que no iba a ser fácil para ambos. De por sí se estaba aguantando las ganas de decirle las ridiculeces que le decía siempre solo porque sabía que el contexto lo haría sonar demasiado rotundo.
No quería preguntarle “¿y ahora qué?” para poner todo eso incómodo, pero necesitaba hacerlo, era inevitable. De pronto le había dado un miedo auténtico de que la profecía horrible de que no podían seguir siendo amigos como antes se cumpliera de todos modos, o peor, que se cumpliera con ese peso encima además. No estaba esperando que le hiciera promesas de amor eterno, ni nada de eso, no iba a ejercer ese tipo de presión aunque al otro día se despertara sintiendo que era una fácil total. De todos modos acarició la piel de su espalda, lo torneado de sus brazos, cerró los ojos y casi se quedó dormida antes de volver a reaccionar.
-Malik…no me vas a dejar, verdad? Quiero seguir viéndote, estar contigo, ir al fútbol, que me enseñes películas…no me hagas entrar en pánico. Y acércate que quiero besarte otra vez por si acaso, digas lo que digas.
Ni siquiera estaba pensando con total claridad, todavía cansada. Seguía como en otra parte del mundo o algo así, pero de todos modos se esforzó en respirar y hacerle ese cuestionamiento, le era vital.
-Justo te iba a decir que había sido como una súper anotación de Henderson, pero sí. Mejor, mucho mejor.
Le volvió a acariciar el cabello, sintiéndolo contra su pecho, pensando que no podía haber mejor lugar para él y eso también estaba pero pésimo. Le sonrió, en ese momento en el que acababa de correrse y lo había sentido también a él, le daban ganas de decirle que esperaba que oliera a ella todos los días, pero eso ya era exagerar, ponerse en una posición que no iba a ser fácil para ambos. De por sí se estaba aguantando las ganas de decirle las ridiculeces que le decía siempre solo porque sabía que el contexto lo haría sonar demasiado rotundo.
No quería preguntarle “¿y ahora qué?” para poner todo eso incómodo, pero necesitaba hacerlo, era inevitable. De pronto le había dado un miedo auténtico de que la profecía horrible de que no podían seguir siendo amigos como antes se cumpliera de todos modos, o peor, que se cumpliera con ese peso encima además. No estaba esperando que le hiciera promesas de amor eterno, ni nada de eso, no iba a ejercer ese tipo de presión aunque al otro día se despertara sintiendo que era una fácil total. De todos modos acarició la piel de su espalda, lo torneado de sus brazos, cerró los ojos y casi se quedó dormida antes de volver a reaccionar.
-Malik…no me vas a dejar, verdad? Quiero seguir viéndote, estar contigo, ir al fútbol, que me enseñes películas…no me hagas entrar en pánico. Y acércate que quiero besarte otra vez por si acaso, digas lo que digas.
Ni siquiera estaba pensando con total claridad, todavía cansada. Seguía como en otra parte del mundo o algo así, pero de todos modos se esforzó en respirar y hacerle ese cuestionamiento, le era vital.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: The Lions Den
Sonreí un poco cuando me acariciaba el cabello pensando que podría estar horas así, y también sentí que estaba a nada de quedarme dormido. La abracé con un poco más de ganas sin abrir los ojos, sólo sintiendo el olor de su piel. Yo también estuve a nada de decir un montón de donterías que en definitiva no vendrían al caso por esa poderosa dósis de realidad que ya empezaba a llegarnos. Era como después de darse un golpe, apenas la herida se enfriaba el dolor empezaba a hacerse presente. Desée volver a follar sólo para no pensar en lo que seguía, aunque seguía disfrutando su cercanía sin más, sin culpas. Al menos no todavía.
Me desperté con un sobresalto dándome cuenta que seguía dentro de ella. Era curioso que justo cuando decía que quería seguirme viendo me decidiera a quitarme de encima, lamentando alejarme por el engorroso proceso de quitarme el preservativo y tal. Volví a su lado en nada, mirando el reloj que apenas marcaba las ocho de la noche y le sonreí un poco, acaricié su cabello para apartarlo de su cara y le di un beso delicado, casi como si termiera lastimarla, con la mano en su cuello antes de buscar enlazarla con la suya.
-¿Cuál pánico, Pearl? Pearl, mírame. Soy tuyo, preciosa...
Pues no, tampoco yo estaba pensando con claridad, pero esa no era la clase de cosa que decía a la ligera. Era bien cierto, habernos follado así, casi con odio, no había sido en absoluto el final de algo que había empezado con un beso inocente. Era un principio, me dolió saberlo pero a la vez sentí que me sentía ciertamente aliviado de que me pidiera seguir viéndonos, que no la dejara; primero pensé que eso había sido sólo una extraña cuota como para que se nos fueran las ganas pero cuando decía que me besaría de nuevo, imaginé que no sería exactamente eso. Si ella exponía sus inseguridades, pensé que era momento de hacer lo mismo con las mías y preguntarle si me había deseado tanto como yo a ella, pero era estúpido preguntarlo. Recorrí con la mano su vientre desnudo, acaricié con inusitada delicadeza sus tetas tan hermosas como la primera vez que las había visto sin ese maldito sostén.
-Yo también quiero estar contigo. Y me encantó follarte, y comerte, lo haría todo el tiempo. Bésame.
Ahora era una petición, pero no esperé a que lo hiciera, lo hice yo y volví a sonreír antes de medio recostarme a su lado, sin querer pensar demasiado en lo que decía a pesar de que fuera una gran verdad. Si eso había ocurrido era, antes que nada, por que lo pasaba demasiado bien con ella, por que nos entendíamos, mucho antes de que se volviera físico. Parecían hasta dos vidas distintas, el día en que habíamos estado drogados por Londres y ese momento, cuando estaba desnuda en mi cama y tenía su olor por todo el cuerpo. Ambos eran perfectos a su manera, aunque se hubieran vuelto ya uno mismo.
Me desperté con un sobresalto dándome cuenta que seguía dentro de ella. Era curioso que justo cuando decía que quería seguirme viendo me decidiera a quitarme de encima, lamentando alejarme por el engorroso proceso de quitarme el preservativo y tal. Volví a su lado en nada, mirando el reloj que apenas marcaba las ocho de la noche y le sonreí un poco, acaricié su cabello para apartarlo de su cara y le di un beso delicado, casi como si termiera lastimarla, con la mano en su cuello antes de buscar enlazarla con la suya.
-¿Cuál pánico, Pearl? Pearl, mírame. Soy tuyo, preciosa...
Pues no, tampoco yo estaba pensando con claridad, pero esa no era la clase de cosa que decía a la ligera. Era bien cierto, habernos follado así, casi con odio, no había sido en absoluto el final de algo que había empezado con un beso inocente. Era un principio, me dolió saberlo pero a la vez sentí que me sentía ciertamente aliviado de que me pidiera seguir viéndonos, que no la dejara; primero pensé que eso había sido sólo una extraña cuota como para que se nos fueran las ganas pero cuando decía que me besaría de nuevo, imaginé que no sería exactamente eso. Si ella exponía sus inseguridades, pensé que era momento de hacer lo mismo con las mías y preguntarle si me había deseado tanto como yo a ella, pero era estúpido preguntarlo. Recorrí con la mano su vientre desnudo, acaricié con inusitada delicadeza sus tetas tan hermosas como la primera vez que las había visto sin ese maldito sostén.
-Yo también quiero estar contigo. Y me encantó follarte, y comerte, lo haría todo el tiempo. Bésame.
Ahora era una petición, pero no esperé a que lo hiciera, lo hice yo y volví a sonreír antes de medio recostarme a su lado, sin querer pensar demasiado en lo que decía a pesar de que fuera una gran verdad. Si eso había ocurrido era, antes que nada, por que lo pasaba demasiado bien con ella, por que nos entendíamos, mucho antes de que se volviera físico. Parecían hasta dos vidas distintas, el día en que habíamos estado drogados por Londres y ese momento, cuando estaba desnuda en mi cama y tenía su olor por todo el cuerpo. Ambos eran perfectos a su manera, aunque se hubieran vuelto ya uno mismo.
Karim Malik- Mensajes : 257
Fecha de inscripción : 10/09/2012
Re: The Lions Den
Que la besara así y le tomara la mano le dio todavía más pánico que cualquier otra cosa. Pero también le hizo sentir alivio, de que no la dejaría, de que esa locura no significaba el fin de lo que tenían, que por muy ridícula que sonara, para ella significaba mucho más. Por un momento le dieron ganas de decirle que no, que no era cierto que era suyo y que no le mintiera pero no pudo. En vez de eso cerró los ojos mientras sentía sus manos y jaló aire como si apenas se diera cuenta de que le hacía falta con todo el esfuerzo. Hubiera querido que lo fuera, completamente, o tal vez simplemente no alcanzaba todavía a definir el concepto en su totalidad y lo estaba solo mirando en lo superficial.
Sabía que eso de estar ahí, acariciándose, no hacía nada sencillo para nadie. ¿Qué iba a hacer ahora? De verdad no quería preguntárselo pero no paraba de pasársele por la cabeza, excepto cuando lo besaba, porque volvía a nublarse un poco, sentir que iban a encontrar formas, siempre o más bien, que ni siquiera había que encontrar nada, porque ya estaba ahí.
-Y a mi me encantó que lo hicieras, en serio.
Ni se lo tenía que asegurar, él lo habría notado perfectamente. Sin importar la bofetada, el resentimiento, los celos que por supuesto había sentido en algún momento y que temía, muchísimo, sentir a futuro, todo eso tan intenso y tan distinto, tan condenadamente extraño y nuevo. Solo por eso lo abrazó más, mucho más, muy fuerte, diciéndole todo eso sin abrir la boca en realidad, solo lo hizo para besarlo, sin prisas, sonriéndole después.
Volvió a cerrar los ojos, a dejarse embriagar por el cansancio, por toda la adrenalina liberada que se había acumulado desde el partido hasta ese momento, aunque sentía que todavía su cuerpo no descansaba, que pedía más. Y total, que volvió a abrir los ojos y desperezarse solo para volver a acariciar su espalda, apenas pasándole un poco por encima las uñas sobre la piel, sin hacerle ni un ápice de daño, ni ponerle mucha fuerza al gesto.
-¿Qué vamos a hacer?
Se lo tuvo que preguntar, por fin, luego de darle muchas inseguras vueltas en su cabeza. Antes de que le respondiera cualquier cosa volvió a besarlo, como si eso fuera suficiente para cuadrarse aunque realmente fuera todo lo contrario, solo servía para perder más el piso. Y demoró el beso, todo lo que pudo, como si ella misma quisiera borrar su propia pregunta del mapa. Sabía perfectamente que luego de eso no iba a ser la misma.
Sabía que eso de estar ahí, acariciándose, no hacía nada sencillo para nadie. ¿Qué iba a hacer ahora? De verdad no quería preguntárselo pero no paraba de pasársele por la cabeza, excepto cuando lo besaba, porque volvía a nublarse un poco, sentir que iban a encontrar formas, siempre o más bien, que ni siquiera había que encontrar nada, porque ya estaba ahí.
-Y a mi me encantó que lo hicieras, en serio.
Ni se lo tenía que asegurar, él lo habría notado perfectamente. Sin importar la bofetada, el resentimiento, los celos que por supuesto había sentido en algún momento y que temía, muchísimo, sentir a futuro, todo eso tan intenso y tan distinto, tan condenadamente extraño y nuevo. Solo por eso lo abrazó más, mucho más, muy fuerte, diciéndole todo eso sin abrir la boca en realidad, solo lo hizo para besarlo, sin prisas, sonriéndole después.
Volvió a cerrar los ojos, a dejarse embriagar por el cansancio, por toda la adrenalina liberada que se había acumulado desde el partido hasta ese momento, aunque sentía que todavía su cuerpo no descansaba, que pedía más. Y total, que volvió a abrir los ojos y desperezarse solo para volver a acariciar su espalda, apenas pasándole un poco por encima las uñas sobre la piel, sin hacerle ni un ápice de daño, ni ponerle mucha fuerza al gesto.
-¿Qué vamos a hacer?
Se lo tuvo que preguntar, por fin, luego de darle muchas inseguras vueltas en su cabeza. Antes de que le respondiera cualquier cosa volvió a besarlo, como si eso fuera suficiente para cuadrarse aunque realmente fuera todo lo contrario, solo servía para perder más el piso. Y demoró el beso, todo lo que pudo, como si ella misma quisiera borrar su propia pregunta del mapa. Sabía perfectamente que luego de eso no iba a ser la misma.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: The Lions Den
Me gustó escucharlo, me hizo sonreír una vez más y acariciar su rostro, su cabello, tampoco me importaba todo lo que le había dicho antes para hacer que me follara con enojo y el doble de intensidad, eran jugarretas que sólo tenían validez cuando había sexo de por medio, pero tampoco iba a engañarme pensando que no iba, en adelante, a enloquecer de celos sabiendo que no era el único que podía tenerla así com la tenía en ese momento, desnuda, sonriente, oliendo a mi, todavía con ganas suficientes se seguir besándome.
¿Qué íbamos a hacer? Pues no lo sabía. Me acosté en paralelo a ella y miré el techo, aunque no había soltado su mano. No era como si estuviera matrimoniada, o yo lo estuviera, pero había un montón de cosas que no queríamos echar a perder y no supe si estábamos siendo egoístas al dejarnos llevar en secreto engañándonos con la idea de que así no lastimábamos a nadie, o si estábamos siendo demasiado considerados con las demás cosas. Me sentí capaz de mandar a todos al diablo menos a ella y andar por la vida tomado de su mano exactamente como la tenía en ese momento, pero había años de amistad de por medio, por ambas partes. No sabía si estábamos dispuestos a convertirnos en parias deshonestos para todo el mundo y lo que teníamos bastaría para sobrellevarlo. Definitivamente no sabía qué íbamos a hacer.
-¿Qué quieres tú que hagamos?
Me puse un poco ruin pensando que ella ni siquiera había pensado en terminar con Joe, y que, para hacer el cuento corto, eso no me incumbia y no tenía por qué cuestionarselo, pues yo tampoco le había puesto ninguna frase parecida a "Me olvidaré de Milena, te quiero a ti" ¿A qué estábamos jugando, a querer tenerlo todo sin consecuencias? Pues no, tampoco era tan así. Lo que sentía era que iba a joder mucho a Milena si eso salía a la luz, aunque ya lo estaba haciendo aunque fuera en secreto. Me odiaba a mi mismo por meterme en una situación donde decir es complicado parecía ser buena definición.
-Dime ¿Qué quieres que hagamos?... no quiero joderle la vida a nadie, Pearl, nadie lo merece. Aunque ya lo hicimos, de todas maneras. Dios, y ahora sólo pienso en cuando pueda volver a follarte. Qué hijoputismo, no me puedo creer.
¿Qué íbamos a hacer? Pues no lo sabía. Me acosté en paralelo a ella y miré el techo, aunque no había soltado su mano. No era como si estuviera matrimoniada, o yo lo estuviera, pero había un montón de cosas que no queríamos echar a perder y no supe si estábamos siendo egoístas al dejarnos llevar en secreto engañándonos con la idea de que así no lastimábamos a nadie, o si estábamos siendo demasiado considerados con las demás cosas. Me sentí capaz de mandar a todos al diablo menos a ella y andar por la vida tomado de su mano exactamente como la tenía en ese momento, pero había años de amistad de por medio, por ambas partes. No sabía si estábamos dispuestos a convertirnos en parias deshonestos para todo el mundo y lo que teníamos bastaría para sobrellevarlo. Definitivamente no sabía qué íbamos a hacer.
-¿Qué quieres tú que hagamos?
Me puse un poco ruin pensando que ella ni siquiera había pensado en terminar con Joe, y que, para hacer el cuento corto, eso no me incumbia y no tenía por qué cuestionarselo, pues yo tampoco le había puesto ninguna frase parecida a "Me olvidaré de Milena, te quiero a ti" ¿A qué estábamos jugando, a querer tenerlo todo sin consecuencias? Pues no, tampoco era tan así. Lo que sentía era que iba a joder mucho a Milena si eso salía a la luz, aunque ya lo estaba haciendo aunque fuera en secreto. Me odiaba a mi mismo por meterme en una situación donde decir es complicado parecía ser buena definición.
-Dime ¿Qué quieres que hagamos?... no quiero joderle la vida a nadie, Pearl, nadie lo merece. Aunque ya lo hicimos, de todas maneras. Dios, y ahora sólo pienso en cuando pueda volver a follarte. Qué hijoputismo, no me puedo creer.
Karim Malik- Mensajes : 257
Fecha de inscripción : 10/09/2012
Re: The Lions Den
Se mordió los labios como maniática y pensó que necesitaba mucho fumar, pero no se lo dijo, en primera porque no quería que se levantara y que la soltara, por más tonto que fuera. No le respondió a la primera así que cuando llegó todo lo demás solamente pudo soltar un suspiro. Siguió sin contestar inmediatamente y se recargó en un costado para poder mirarlo, recargando su cabeza en una mano, mientras con la otra acariciaba su pecho, formando dibujos en él.
-Es que no sé. Yo tampoco quiero joder a nadie. Y…Milena es mi amiga y lo que estoy haciendo está pésimo. Y Joe…
Pues las cosas no eran tan fáciles, no quería herirlo, no quería decepcionarlo y no quería saber su reacción y ya habían pasado demasiado como para joderlo así. Desvió la vista. Se dio cuenta de que cualquier decisión que tomaran iba a ser pésima no solo para ellos, sino para las personas con las que compartían cosas. Y tan solo de pensar en Milena le daba como un terrible dolor de cuello, porque sabía que estaba siendo la peor de las amigas, que si se enteraba de eso la perdería para siempre. Qué egoísta podía llegar a ser con todo eso.
En realidad no pudo responder nada, porque no sabía qué hacer. Lo volvió a besar en lugar de eso, acariciándolo más, alargando todo eso sin necesidad de una decisión concreta.
-Yo tampoco quiero arruinar nada. Debí besarte cuando ganaste esa peluca para mi.
La rosa, rarísima, del travestido, esa que todavía guardaba en su baúl. Pero ni ahí hubiera sido tan fácil, porque él ya salía con Milena. Ningún momento parecía haber sido el adecuado y de todos modos había pasado y ya, inesperadamente, gestándose de a poco. Para eso tendría que haberlo besado desde que Aldrich lo había invitado, random, a beber con ellos en el bosque. Y no habría tenido nada de sentido. Ahora todo estaba en su lugar de algún modo, pero mal, no sabía explicarlo.
-¿Tienes idea de lo que voy a sentir sabiendo que esto que haces conmigo lo vas a hacer con alguien más? Justo aquí.
Le dijo poniendo la palma completa de su mano sobre el vientre de Malik, ejerciendo presión, haciendo alusión a esa sensación horrible de los celos que quemaban las entrañas.
-Es que no sé. Yo tampoco quiero joder a nadie. Y…Milena es mi amiga y lo que estoy haciendo está pésimo. Y Joe…
Pues las cosas no eran tan fáciles, no quería herirlo, no quería decepcionarlo y no quería saber su reacción y ya habían pasado demasiado como para joderlo así. Desvió la vista. Se dio cuenta de que cualquier decisión que tomaran iba a ser pésima no solo para ellos, sino para las personas con las que compartían cosas. Y tan solo de pensar en Milena le daba como un terrible dolor de cuello, porque sabía que estaba siendo la peor de las amigas, que si se enteraba de eso la perdería para siempre. Qué egoísta podía llegar a ser con todo eso.
En realidad no pudo responder nada, porque no sabía qué hacer. Lo volvió a besar en lugar de eso, acariciándolo más, alargando todo eso sin necesidad de una decisión concreta.
-Yo tampoco quiero arruinar nada. Debí besarte cuando ganaste esa peluca para mi.
La rosa, rarísima, del travestido, esa que todavía guardaba en su baúl. Pero ni ahí hubiera sido tan fácil, porque él ya salía con Milena. Ningún momento parecía haber sido el adecuado y de todos modos había pasado y ya, inesperadamente, gestándose de a poco. Para eso tendría que haberlo besado desde que Aldrich lo había invitado, random, a beber con ellos en el bosque. Y no habría tenido nada de sentido. Ahora todo estaba en su lugar de algún modo, pero mal, no sabía explicarlo.
-¿Tienes idea de lo que voy a sentir sabiendo que esto que haces conmigo lo vas a hacer con alguien más? Justo aquí.
Le dijo poniendo la palma completa de su mano sobre el vientre de Malik, ejerciendo presión, haciendo alusión a esa sensación horrible de los celos que quemaban las entrañas.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: The Lions Den
Hablar de eso me iba a provocar una migraña asquerosa, de esas que me daban de vez en cuando. No sabía por qué Pearl había querido hablar de eso si después de todo no íbamos a resolver nada. Le había dado vueltas también y pensé igual que ella, que nada había sido adecuado aunque no sabía si nos estábamos preocupando demasiado por todo el mundo menos por nosotros, o si simplemente, de la peor manera, no queríamos arriesgar las cosas seguras por algo alocado e incierto. Para mi no era incierto saber que la quería por que la quería desde ese día de las películas y la comida china, aunque no hubiera tenido nada que ver con quererla y querer follármela. Ahora todo se había mezclado, estábamos hasta el cuello con otras personas y además ocurría que esas personas eran amigos mutuos, no de un momento, de muchos años.
-Entonces qué ¿Sin decir nada quedamos libres de toda culpa?
Sabía que no, y el reclamo no era para ella, sino para mi, o para ambos, carajo, no íbamos a jugar a que el destino nos maltrataba. Todo era mejor cuando sólo nos besábamos y nuestros cuerpos se encargaban de bloquearnos los pensamientos. Me parecía una estupidez hacer lo que estábamos haciendo y lo peor era que lo decía en presente continuo, como haciéndome ya a la idea de que esa no sería la última vez que ocurría. Seguía mirando el techo hasta que me tocaba, hablando de lo que se sentían los celos. La miré por un segundo y me lancé a besarla de nuevo.
-Lo que hago contigo lo hago sólo contigo. No hablo sólo de cómo te follé.
Y no estaba mintiendo. Si ya estaba siendo infiel con Milena no iba a decirle tonterías huecas a Pearl además de todo. Una cosa era lo que hacía con ella, y otra con Milena, y eso no tenía nada de honroso pero era cierto, no iba a decirles las mismas cosas, no sentía las mismas cosas, no hablábamos de lo mismo, nada era lo mismo, y no lo pensaba en un afán comparativo. Sólo distinto. Era demasiado poder tener dos cosas, sabía que estábamos tentando al destino y todo me sonaba ya muy bíblico, muy del fruto prohibido o algo así. Me callé la boca antes de querer reclamarle nada, decirle que no dijera nada por que ella iba a seguir con Joe y todas las tonterías de cegado de amor que hacía por ella, que seguro la hacían sentir halagadísima. Sería un miserable si se lo dijera, pero tuve ganas, y eso me hizo sentir fatal. A cambio sólo la besé, poniéndome un poco encima de ella una vez más.
-Entonces qué ¿Sin decir nada quedamos libres de toda culpa?
Sabía que no, y el reclamo no era para ella, sino para mi, o para ambos, carajo, no íbamos a jugar a que el destino nos maltrataba. Todo era mejor cuando sólo nos besábamos y nuestros cuerpos se encargaban de bloquearnos los pensamientos. Me parecía una estupidez hacer lo que estábamos haciendo y lo peor era que lo decía en presente continuo, como haciéndome ya a la idea de que esa no sería la última vez que ocurría. Seguía mirando el techo hasta que me tocaba, hablando de lo que se sentían los celos. La miré por un segundo y me lancé a besarla de nuevo.
-Lo que hago contigo lo hago sólo contigo. No hablo sólo de cómo te follé.
Y no estaba mintiendo. Si ya estaba siendo infiel con Milena no iba a decirle tonterías huecas a Pearl además de todo. Una cosa era lo que hacía con ella, y otra con Milena, y eso no tenía nada de honroso pero era cierto, no iba a decirles las mismas cosas, no sentía las mismas cosas, no hablábamos de lo mismo, nada era lo mismo, y no lo pensaba en un afán comparativo. Sólo distinto. Era demasiado poder tener dos cosas, sabía que estábamos tentando al destino y todo me sonaba ya muy bíblico, muy del fruto prohibido o algo así. Me callé la boca antes de querer reclamarle nada, decirle que no dijera nada por que ella iba a seguir con Joe y todas las tonterías de cegado de amor que hacía por ella, que seguro la hacían sentir halagadísima. Sería un miserable si se lo dijera, pero tuve ganas, y eso me hizo sentir fatal. A cambio sólo la besé, poniéndome un poco encima de ella una vez más.
Karim Malik- Mensajes : 257
Fecha de inscripción : 10/09/2012
Re: The Lions Den
Frunció el ceño porque no, no iban a quedar libres de ninguna culpa en ningún momento. Y sabía que no tenía mucho caso haber sacado el tema a colación porque al fin y al cabo no iba a tener una solución que dejara a nadie bien parado, mucho menos a ellos dos. Tan solo de pensar en el panorama que implicaría ser honestos y admitirle a Joe que había sido infiel le daba un escalofrío espantoso. No lo haría. Y tan solo de pensar en todo lo que tenía con Milena le daba más dolor. No podían definitivamente no podían, por más horrible que sonara, y todavía más horrible que de todos modos no tuviera el valor para decirle a Malik que terminaran con eso ya.
Lo abrazó por enésima vez cuando le decía eso, pero a pesar de saberlo y de creerlo, porque no dudaba de él para nada, eso no significaba que lo que le había dicho antes no fuera menos cierto, que sobrellevar eso no iba a ser fácil. Sentía que estaban quedando en el aire miles de cosas por decir, que incluso había reclamos de por medio, de ambas partes, pero ella tampoco dijo nada y rodeó su cuello con el brazo para atraerlo más. Acarició su espalda de nuevo y removió un poco su propio cuerpo porque tenerlo tan cerca le provocaba muchas ansias.
Estaba hasta el fondo de eso, enlodadísima en el pantano. Adiós a la flor inmaculada, perfecta y confiable, se sentía todo menos eso y aun así no podía dejar de besarlo y de olvidar eso cuando era correspondida. No quería pensar en nada aunque lo hacía; su cabeza estaba convertida en un panal de abejas que no dejaban de zumbar. Lo besó más profundo, también buscó su cuello y terminó tocándolo con más necesidad de lo que hubiera pretendido en un principio, como reacción natural a tenerlo un poco encima.
-Ya es tardísimo y no he comido nada, ¡prometiste que me alimentarías!
Se iba a desmayar. O bueno no, y en realidad no tenía tanta hambre por estar más preocupada por besarlo, tocarlo y callar las locuras de su cabeza al mismo tiempo. Sonrió de nuevo, todo parecía más fácil con el peso de su cuerpo encima, con sus manos recorriéndolo y sus labios al alcance.
-Dime cuánto deseabas tenerme así, quiero escucharte.
Lo abrazó por enésima vez cuando le decía eso, pero a pesar de saberlo y de creerlo, porque no dudaba de él para nada, eso no significaba que lo que le había dicho antes no fuera menos cierto, que sobrellevar eso no iba a ser fácil. Sentía que estaban quedando en el aire miles de cosas por decir, que incluso había reclamos de por medio, de ambas partes, pero ella tampoco dijo nada y rodeó su cuello con el brazo para atraerlo más. Acarició su espalda de nuevo y removió un poco su propio cuerpo porque tenerlo tan cerca le provocaba muchas ansias.
Estaba hasta el fondo de eso, enlodadísima en el pantano. Adiós a la flor inmaculada, perfecta y confiable, se sentía todo menos eso y aun así no podía dejar de besarlo y de olvidar eso cuando era correspondida. No quería pensar en nada aunque lo hacía; su cabeza estaba convertida en un panal de abejas que no dejaban de zumbar. Lo besó más profundo, también buscó su cuello y terminó tocándolo con más necesidad de lo que hubiera pretendido en un principio, como reacción natural a tenerlo un poco encima.
-Ya es tardísimo y no he comido nada, ¡prometiste que me alimentarías!
Se iba a desmayar. O bueno no, y en realidad no tenía tanta hambre por estar más preocupada por besarlo, tocarlo y callar las locuras de su cabeza al mismo tiempo. Sonrió de nuevo, todo parecía más fácil con el peso de su cuerpo encima, con sus manos recorriéndolo y sus labios al alcance.
-Dime cuánto deseabas tenerme así, quiero escucharte.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: The Lions Den
Sí, estábamos hasta el fondo en todo, en lo que teníamos con otros, en lo que teníamos juntos y en lo que íbamos a hacer para hacer como que no pasaba nada. Hasta se me pasó por la cabeza la mala idea de lo que ocurriría si Angus se enterara, y el drama que seguramente haría diciéndome que qué demonios me pasaba por la cabeza al follarme a Pearl, después de toda la historia con Joe de la que yo mismo había visto pasar como testigo directo. Dios, había estado ahí el día de su cumpleaños, en esa medio reunión de los tres con nuestras respectivas novias, y sólo nos había faltado fumar un habano.
Yo también moría de habmbre, había pasado mucho tiempo desde lo que me había comido afuera del estadio cuando no se me pasaba por la cabeza aún que horas después iba a tener a Pearl desnuda sobre mi cama, cama en la que por cierto tenía al menos un par de meses sin dormir. Acaricié su cabello de nuevo y besé su cuello, bajando de nuevo el recorrido de los besos, dibujando círculos sobre sus senos con la yema de mi dedo índice, antes de que hablara. La miré y me reí un poco.
-A ti te encanta tener a algún tipo babeando el suelo que pisas ¿Verdad? ¿Verdad pequeña presumida?
Empecé a atacarla a cosquillas, por supuesto que había deseado tenerla así, tal vez por más tiempo del que había aceptado, pero no se lo iba a decir así, por que era justo lo que quería escuchar, y algo me decía que a pesar de que todo el mundo cumpliera la voluntad de Pearl, sobre todo los hombres, lo que le venía bien era que por una vez no le dijeran justo lo que quería escuchar. Dejé que el jueguito se volviera a transformar en besos, y mirándola a los ojos, pasé la lengua por mis propios dedos antes de volver a acariciarla entre las piernas.
-Mejor me vas a decir tú cuánto deseabas que te tuviera así.
Yo también moría de habmbre, había pasado mucho tiempo desde lo que me había comido afuera del estadio cuando no se me pasaba por la cabeza aún que horas después iba a tener a Pearl desnuda sobre mi cama, cama en la que por cierto tenía al menos un par de meses sin dormir. Acaricié su cabello de nuevo y besé su cuello, bajando de nuevo el recorrido de los besos, dibujando círculos sobre sus senos con la yema de mi dedo índice, antes de que hablara. La miré y me reí un poco.
-A ti te encanta tener a algún tipo babeando el suelo que pisas ¿Verdad? ¿Verdad pequeña presumida?
Empecé a atacarla a cosquillas, por supuesto que había deseado tenerla así, tal vez por más tiempo del que había aceptado, pero no se lo iba a decir así, por que era justo lo que quería escuchar, y algo me decía que a pesar de que todo el mundo cumpliera la voluntad de Pearl, sobre todo los hombres, lo que le venía bien era que por una vez no le dijeran justo lo que quería escuchar. Dejé que el jueguito se volviera a transformar en besos, y mirándola a los ojos, pasé la lengua por mis propios dedos antes de volver a acariciarla entre las piernas.
-Mejor me vas a decir tú cuánto deseabas que te tuviera así.
Karim Malik- Mensajes : 257
Fecha de inscripción : 10/09/2012
Re: The Lions Den
Sus besos y sus caricias comenzaban a hacerla sentir muy perezosa, como si fuera capaz de quedarse largas horas siendo mimada y nada más, tanto que se estiró muchísimo antes de volver a abrazarlo esperando su respuesta poniendo cara de falsa ofendida cuando le soltaba eso que no era para nada lo que se esperaba. Abrió la boca y lo miró como diciéndole “¿cómo te atreves?, ¿De qué estás hablando?” antes de soltar una risa escandalosa por las cosquillas que le hacía, que se le calmó solo cuando volvía a besarla, haciéndola soltar un suspiro al volver a sentir sus dedos entre sus piernas.
-No, no, no te voy a decir nada.
Estiró más las piernas y pensó en todos esos momentos que había tenido con él, todos los que habían fungido como escenario perfecto para cualquier cosa, sin embargo se habían quedado solo en lo que habían pretendido que fuera. Pensó en la oscuridad de la sala de cine, en los colores del lugar donde se habían metido a bailar, en el miedo que había sentido bajo la cobija a pesar de estar viendo una ternura como Mi vecino Totoro; en todos esos instantes que hubieran servido como marco para decirle que quería estar con él. Pero no había sido así, ese había sido el momento, y nada más.
Y de nuevo, poco a poco, volvía a ponérsele la mente en blanco y dejaba de pensar en todo eso que la molestaba tanto y la ponía tan intranquila. Era cosa de él, de que pareciera saber siempre qué hacer, en qué momento. Tuvo que besarlo otra vez, comenzando a temer que esas ganas de querer besarlo a cada segundo fueran las delatoras de todo.
-Todo el tiempo.
Le dijo al final, siendo ambigua a propósito, abriendo las posibilidades a un montón y mirándolo fijo mientras le sonreía, estrechando más el abrazo y echando el cuerpo hacia delante buscándolo otra vez.
-No, no, no te voy a decir nada.
Estiró más las piernas y pensó en todos esos momentos que había tenido con él, todos los que habían fungido como escenario perfecto para cualquier cosa, sin embargo se habían quedado solo en lo que habían pretendido que fuera. Pensó en la oscuridad de la sala de cine, en los colores del lugar donde se habían metido a bailar, en el miedo que había sentido bajo la cobija a pesar de estar viendo una ternura como Mi vecino Totoro; en todos esos instantes que hubieran servido como marco para decirle que quería estar con él. Pero no había sido así, ese había sido el momento, y nada más.
Y de nuevo, poco a poco, volvía a ponérsele la mente en blanco y dejaba de pensar en todo eso que la molestaba tanto y la ponía tan intranquila. Era cosa de él, de que pareciera saber siempre qué hacer, en qué momento. Tuvo que besarlo otra vez, comenzando a temer que esas ganas de querer besarlo a cada segundo fueran las delatoras de todo.
-Todo el tiempo.
Le dijo al final, siendo ambigua a propósito, abriendo las posibilidades a un montón y mirándolo fijo mientras le sonreía, estrechando más el abrazo y echando el cuerpo hacia delante buscándolo otra vez.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: The Lions Den
-¿No me vas a decir nada, no me vas a decir nada?
Aún acariciándola y deseando volver a sentirla mojada como antes, me las ingenié para intentar que se riera de nuevo, haciéndole cosquillas hasta antes de que me besara de nuevo. Hice lo mismo, la besé, hice como que introducía un dedo en su coño de nuevo pero no lo hice del todo, siempre había tiempo para ir más despacio. La besé con más ganas cuando me decía ese todo el tiempo que me sonaba a lo más hermoso que podía escuchar además de sus gemidos cuando se corría.
No quise pensar si era bien cierto que todo el tiempo lo había pensado y eso me la puso dura de inmediato, aunque la perfección de esos momentos que habíamos pasado seguiría siendo igual, teníamos eso y lo tendríamos siempre, hiciéramos lo que hiciéramos ahora. Ahora era yo el que tenía todo el ego potenciado cuando lo decía, fuera cierto o no. Parecía que Pearl estaba aprendiendo el juego de decir cosas arriesgadas en el momento adecuado. Le sonreí y la besé de nuevo, antes de hacer que doblara sus rodillas. Me recosté un momento en su bajo vientre y la miré hacia arriba
-Ojalá pienses en esto cuando tengas que estar concentrada en tus clases, o en tus carreras de hipogrifos.
Volví a pasar la lengua por su coño, no mentía diciéndole que podía hacerlo todo el tiempo, que se corriera un millón de veces gracias a mi. Volví a ponerle empeño, aunque de cierta forma no era como esa ansiosa primera vez en la que era capaz de decirle cualquier cosa con tal de volverla loca. Ahora era un poco más hedonista de mi parte, disfrutaba su sabor, su olor, la textura de su creciente humedad, no tenía prisas ni ansias por escucharla gemir aunque igual quería que lo hiciera. Seguía pensando que era una visión celestial, y nada me hacía más felíz que hacerlo de nuevo.
El tiempo se estaba yendo demasiado rápido aunque fuera relativamente temprano, ya habíamos estado horas ahí, desde el partido hasta la primera impresión que se llevaba de esa casa de locos y el vistazo por mi habitación de la adolescendia, y de la infancia de paso. Habíamos pensado lo peor, también lo habíamos olvidado y lo único que se me ocurría pensar era que teníamos muchas horas por delante, y que había que sacarles provecho, pues en adelante no sería fácil poder estar juntos y hacer lo que nos diera la gana. Al parecer habíamos acordado que íbamos a fingir que todo seguía siendo como antes.
Aún acariciándola y deseando volver a sentirla mojada como antes, me las ingenié para intentar que se riera de nuevo, haciéndole cosquillas hasta antes de que me besara de nuevo. Hice lo mismo, la besé, hice como que introducía un dedo en su coño de nuevo pero no lo hice del todo, siempre había tiempo para ir más despacio. La besé con más ganas cuando me decía ese todo el tiempo que me sonaba a lo más hermoso que podía escuchar además de sus gemidos cuando se corría.
No quise pensar si era bien cierto que todo el tiempo lo había pensado y eso me la puso dura de inmediato, aunque la perfección de esos momentos que habíamos pasado seguiría siendo igual, teníamos eso y lo tendríamos siempre, hiciéramos lo que hiciéramos ahora. Ahora era yo el que tenía todo el ego potenciado cuando lo decía, fuera cierto o no. Parecía que Pearl estaba aprendiendo el juego de decir cosas arriesgadas en el momento adecuado. Le sonreí y la besé de nuevo, antes de hacer que doblara sus rodillas. Me recosté un momento en su bajo vientre y la miré hacia arriba
-Ojalá pienses en esto cuando tengas que estar concentrada en tus clases, o en tus carreras de hipogrifos.
Volví a pasar la lengua por su coño, no mentía diciéndole que podía hacerlo todo el tiempo, que se corriera un millón de veces gracias a mi. Volví a ponerle empeño, aunque de cierta forma no era como esa ansiosa primera vez en la que era capaz de decirle cualquier cosa con tal de volverla loca. Ahora era un poco más hedonista de mi parte, disfrutaba su sabor, su olor, la textura de su creciente humedad, no tenía prisas ni ansias por escucharla gemir aunque igual quería que lo hiciera. Seguía pensando que era una visión celestial, y nada me hacía más felíz que hacerlo de nuevo.
El tiempo se estaba yendo demasiado rápido aunque fuera relativamente temprano, ya habíamos estado horas ahí, desde el partido hasta la primera impresión que se llevaba de esa casa de locos y el vistazo por mi habitación de la adolescendia, y de la infancia de paso. Habíamos pensado lo peor, también lo habíamos olvidado y lo único que se me ocurría pensar era que teníamos muchas horas por delante, y que había que sacarles provecho, pues en adelante no sería fácil poder estar juntos y hacer lo que nos diera la gana. Al parecer habíamos acordado que íbamos a fingir que todo seguía siendo como antes.
Karim Malik- Mensajes : 257
Fecha de inscripción : 10/09/2012
Re: The Lions Den
Sonrió mucho, pensando que era un descaro que le dijera tal cosa pero sabiendo que le gustaba también esa faceta de él, una que no se había imaginado y que a partir de ese momento jugaría como un arma de doble filo porque sí iba a pensar en él, pero también le iba a llegar, eventualmente, la espina de los celos. De todos modos no pudo dejar de sonreír y solo se le borró el gesto al sentir su lengua otra vez directamente sobre ella. No le quedaba más que pensar que era afortunada en esa dedicación, que quisiera hacerle eso una vez más.
Miraba por el triángulo hacia el exterior, ya no pasaba luz por él lo que significaba que era bastante tarde, ¿qué explicaciones iba a dar de no llegar a Brigantia? Aunque fuera fin de semana, eso solo significaba que con las nuevas reglas iban a tener que tomar el traslador muy temprano, porque no creía que fueran a estar ahí antes de las 11:30, eso o tendrían que estarlo, sí o sí. Empezar con ese juego tan terrible de no levantar sospechas, de mentir. Sabía que antes habían salido muchísimo sin que nadie pensara nada malo, el propio Joe sabía que pasaba mucho tiempo con Malik sin que eso fuera para él, milagrosamente, algo que le molestara, precisamente debía ser, seguro, porque se conocían casi desde siempre. Ahora la paranoia, seguramente, los llevaría a sobrepensar las cosas.
De todos modos le gustaba la sensación de mirar hacia afuera, ver que estaba oscuro y saber que estaba haciendo algo indebido. Conforme sentía el recorrido de su lengua otra vez esa sensación parecía convertirse en un estímulo que la excitaba de más a un dolor de cabeza como hacía un rato. No se iba a resolver nada así, pero qué más daba, en ese momento nada le podía quitar de la cabeza la sensación de ese cosquilleo entre sus piernas, saber que estaba ahí para ella, que le gustaba lo que hacía.
-Me gusta muchísimo, no quiero que te detengas nunca.
Le dijo entre susurros entrecortados, sin abrir los ojos, ladeando ligeramente la cabeza para ver al lado contrario del triángulo de la ventana, sintiendo que contraía el abdomen como acto reflejo, que iba respirando cada vez más irregular.Abrió los ojos de nuevo solo para pasearlos por toda su habitación pero sin ponerle verdadera atención a nada, sintiendo que por sus piernas corrían todos esos estímulos; esos impulsos, cada vez más fuertes. Estiró la mano para volver a meter los dedos en su cabello, porque lo tenía demasiado cerca, a tientas, sin abrir los ojos, dejando que sus gemidos delataran lo bien que se sentía aunque ya se lo hubiera dicho con todas las letras. No estaba esperando el momento exacto en el que terminara corriéndose de nuevo, pero iba a suceder, y todo lo demás podía esperar mientras tanto.
Miraba por el triángulo hacia el exterior, ya no pasaba luz por él lo que significaba que era bastante tarde, ¿qué explicaciones iba a dar de no llegar a Brigantia? Aunque fuera fin de semana, eso solo significaba que con las nuevas reglas iban a tener que tomar el traslador muy temprano, porque no creía que fueran a estar ahí antes de las 11:30, eso o tendrían que estarlo, sí o sí. Empezar con ese juego tan terrible de no levantar sospechas, de mentir. Sabía que antes habían salido muchísimo sin que nadie pensara nada malo, el propio Joe sabía que pasaba mucho tiempo con Malik sin que eso fuera para él, milagrosamente, algo que le molestara, precisamente debía ser, seguro, porque se conocían casi desde siempre. Ahora la paranoia, seguramente, los llevaría a sobrepensar las cosas.
De todos modos le gustaba la sensación de mirar hacia afuera, ver que estaba oscuro y saber que estaba haciendo algo indebido. Conforme sentía el recorrido de su lengua otra vez esa sensación parecía convertirse en un estímulo que la excitaba de más a un dolor de cabeza como hacía un rato. No se iba a resolver nada así, pero qué más daba, en ese momento nada le podía quitar de la cabeza la sensación de ese cosquilleo entre sus piernas, saber que estaba ahí para ella, que le gustaba lo que hacía.
-Me gusta muchísimo, no quiero que te detengas nunca.
Le dijo entre susurros entrecortados, sin abrir los ojos, ladeando ligeramente la cabeza para ver al lado contrario del triángulo de la ventana, sintiendo que contraía el abdomen como acto reflejo, que iba respirando cada vez más irregular.Abrió los ojos de nuevo solo para pasearlos por toda su habitación pero sin ponerle verdadera atención a nada, sintiendo que por sus piernas corrían todos esos estímulos; esos impulsos, cada vez más fuertes. Estiró la mano para volver a meter los dedos en su cabello, porque lo tenía demasiado cerca, a tientas, sin abrir los ojos, dejando que sus gemidos delataran lo bien que se sentía aunque ya se lo hubiera dicho con todas las letras. No estaba esperando el momento exacto en el que terminara corriéndose de nuevo, pero iba a suceder, y todo lo demás podía esperar mientras tanto.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: The Lions Den
Qué mejor manera que quitarse los malos pensamientos de la cabeza. Ya había dicho, en reiteradas ocasiones, que eso no lo hacía menos grave, que estábamos no sólo jodiéndonos la vida sino a otros que no lo merecían y tal, tenerlo claro no nos disuadía, quizás era la peor parte. A pesar de que el asunto ya estuviera muy bíblico con los pecados y las prohibiciones, sostenía que me encantaba hacerla gemir, mucho más si tocaba mi cabello y me decía que le gustaba, que no me detuviera. Esta vez introduje dos dedos dentro de ella sin dejar de mover la lengua, deseando escucharla de nuevo, me encantaba, sobre todo al levantar la mirada y verla con los ojos cerrados, o abiertos mirando a cualquier parte, pensando en lo que le diera la gana, en mi, con algo de suerte.
No me iba a detener, si se lo decía iba a contradecirme, así que sólo seguí, acariciándola con la lengua, succionando, tocándola con mis dedos hasta que llegara, nadie tenía suficiente de venirse y venirse, aunque después de eso íbamos a estar oficialmente agotados. Subí mi otra mano a su pecho, la acaricié levantando la vista, disfrutando una vez más de ese ángulo perfecto en que muy pocos tenían el privilegio de mirarla.
Por supuesto que tenía muchas cosas que pensar al respecto, y me di cuenta que estaba ya en el camino de ser deshonesto no sólo con Milena y con Joe sino conmigo mismo, haciéndome creer que podía estar con dos chicas, quererlas y follarlas con toda la dedicación que podía encontrar y no salir ileso, yo o ellas, o todo el mundo. Por cierto, lo que todo el mundo, con todas sus palabras, fuera a opinar de mi me daba igual aunque mantener lo que hacía con Pearl oculto tuviera ya una buena dósis de peligro de ser descubiertos y convertirme inmediatamente en un paria hijo de puta en el que nadie podría confiar. No tenía tiempo de evaluar si valía la pena por que ya había probado su cuerpo, su compañía que hasta el momento no despertaba sospechas en nadie. Era como esnifar cocaína y jurar que sería la primera y única vez que lo haría. Sí, claro.
Me levanté hacia ella y la besé con intensidad, alargando torpemente la mano a la mesa de noche para buscar un preservativo y tomarme algunos segundos para estar en terreno seguro, antes de volverla a penetrar sin siquiera preguntarle si quería follar de nuevo o si su cuerpo no podía más de cansancio. Era yo el que no podía contenerme, y si cada que la viera íbamos a recapacitar sobre nuestros actos, más valía volver a sentirla si acaso nos dejábamos de tonterías y no volvíamos a tocarnos nunca. Era esa posibilidad la que me hacía entrar en ella sin mucha delicadeza y tomarla por el cabello, no tenía nada ya de esa malicia de querer hacerla enfadar, era sólo un deseo casi enfermizo por tenerla, como si de antemano me hubiera dicho que sería la última vez.
Ni siquiera dije nada, seguramente podía notarlo, por que yo era de los ponían importancia en las palabras a la hora de follar (o era adicto al dirty talk, en pocas palabras) pero no, no podía hacer nada más que follarla, gemir con más intensidad que la primera vez, buscarla con ansias de adicto y besarla de nuevo, cuantas veces pudiera seguir haciéndolo.
No me iba a detener, si se lo decía iba a contradecirme, así que sólo seguí, acariciándola con la lengua, succionando, tocándola con mis dedos hasta que llegara, nadie tenía suficiente de venirse y venirse, aunque después de eso íbamos a estar oficialmente agotados. Subí mi otra mano a su pecho, la acaricié levantando la vista, disfrutando una vez más de ese ángulo perfecto en que muy pocos tenían el privilegio de mirarla.
Por supuesto que tenía muchas cosas que pensar al respecto, y me di cuenta que estaba ya en el camino de ser deshonesto no sólo con Milena y con Joe sino conmigo mismo, haciéndome creer que podía estar con dos chicas, quererlas y follarlas con toda la dedicación que podía encontrar y no salir ileso, yo o ellas, o todo el mundo. Por cierto, lo que todo el mundo, con todas sus palabras, fuera a opinar de mi me daba igual aunque mantener lo que hacía con Pearl oculto tuviera ya una buena dósis de peligro de ser descubiertos y convertirme inmediatamente en un paria hijo de puta en el que nadie podría confiar. No tenía tiempo de evaluar si valía la pena por que ya había probado su cuerpo, su compañía que hasta el momento no despertaba sospechas en nadie. Era como esnifar cocaína y jurar que sería la primera y única vez que lo haría. Sí, claro.
Me levanté hacia ella y la besé con intensidad, alargando torpemente la mano a la mesa de noche para buscar un preservativo y tomarme algunos segundos para estar en terreno seguro, antes de volverla a penetrar sin siquiera preguntarle si quería follar de nuevo o si su cuerpo no podía más de cansancio. Era yo el que no podía contenerme, y si cada que la viera íbamos a recapacitar sobre nuestros actos, más valía volver a sentirla si acaso nos dejábamos de tonterías y no volvíamos a tocarnos nunca. Era esa posibilidad la que me hacía entrar en ella sin mucha delicadeza y tomarla por el cabello, no tenía nada ya de esa malicia de querer hacerla enfadar, era sólo un deseo casi enfermizo por tenerla, como si de antemano me hubiera dicho que sería la última vez.
Ni siquiera dije nada, seguramente podía notarlo, por que yo era de los ponían importancia en las palabras a la hora de follar (o era adicto al dirty talk, en pocas palabras) pero no, no podía hacer nada más que follarla, gemir con más intensidad que la primera vez, buscarla con ansias de adicto y besarla de nuevo, cuantas veces pudiera seguir haciéndolo.
Karim Malik- Mensajes : 257
Fecha de inscripción : 10/09/2012
Re: The Lions Den
Cuando volvió a besarlo, apreciando su propio sabor en sus labios, se sentía completamente rendida. De nuevo estaba como en esa nube de completo confort, algo de pereza, la sensación de estar siendo consentida hasta el cansancio ya llenándola por completo. De todos modos al sentir sus labios tuvo las ganas para corresponderle con intensidad y sí que quería volver a sentirlo, de nuevo en ese estado total de negación, de mente nublada, donde no quedaba más que sus deseos, él y esa habitación, porque ya qué más daba.
Lo más sabio hubiera sido no repetirlo pero en el instante en que se había quedado abrazándolo, pidiéndole que no la dejara, diciéndole que quería estar con él, había de algún modo puesto sobre la mesa que todavía no se cansaba de eso. Y seguramente no se iba a cansar pronto, por más terrible que sonara por la situación, e iba a seguir siendo egoísta en todo eso, había tomado ya esa decisión.
Volvió a aguantar la respiración al sentirlo entrar en ella, estaba menos nerviosa pero no dejaban de temblarle las manos otra vez ahora que lo sentía dentro, por cualquier motivo. Se las arreglaba aferrándose a su piel, abrazándose a él, rodeándolo no solo con los brazos sino con las piernas, como si lo quisiera suyo, solamente, por más que eso fuera a convertirse en algo imposible e ineludible en el futuro. Frunció el ceño al sentir que le tomaba el cabello sin delicadeza, pero tampoco le dijo nada, solo le buscó la mirada, retándolo sin hablar, sin lastimarlo, retándolo a que de verdad fuera la última vez, a que intentara no volver a tocarla, a besarla. Ella ya sabía que no iba a poder, estaba debilitándose cada vez más con esa situación.
Empujó la cadera hacia él, lo apretó más contra su cuerpo con los brazos, con las piernas. Lo besó sin detenerse, sintiendo que los besos también marcaban un ritmo en el resto de su cuerpo, que también la despertaban. De pronto ya no se sentía tan cansada, solo dispuesta, y ahora quería más complacerlo a él que encontrar solamente su propio placer.
Quería sentir su mirada guiándola, sus manos guiándola, su cuerpo marcándole el paso, los movimientos, que le dijera lo que le gustaba, cómo le gustaba. Pero no era capaz de decir una sola cosa, solo apretaba los labios cuando no lo besaba y de vez en cuando, dejaba escapar unos cuantos gemidos en cuanto sentía que estaba entrando en ella más y más profundo. Quería volver a sentir ese punto entre ese placer sin descanso y ese ligero dolor que había sentido antes. Apretó más el agarre con sus piernas, trabajó todos los músculos. Y lo único que quería sentir entre ellos era ese placer conjunto, nada más.
Lo más sabio hubiera sido no repetirlo pero en el instante en que se había quedado abrazándolo, pidiéndole que no la dejara, diciéndole que quería estar con él, había de algún modo puesto sobre la mesa que todavía no se cansaba de eso. Y seguramente no se iba a cansar pronto, por más terrible que sonara por la situación, e iba a seguir siendo egoísta en todo eso, había tomado ya esa decisión.
Volvió a aguantar la respiración al sentirlo entrar en ella, estaba menos nerviosa pero no dejaban de temblarle las manos otra vez ahora que lo sentía dentro, por cualquier motivo. Se las arreglaba aferrándose a su piel, abrazándose a él, rodeándolo no solo con los brazos sino con las piernas, como si lo quisiera suyo, solamente, por más que eso fuera a convertirse en algo imposible e ineludible en el futuro. Frunció el ceño al sentir que le tomaba el cabello sin delicadeza, pero tampoco le dijo nada, solo le buscó la mirada, retándolo sin hablar, sin lastimarlo, retándolo a que de verdad fuera la última vez, a que intentara no volver a tocarla, a besarla. Ella ya sabía que no iba a poder, estaba debilitándose cada vez más con esa situación.
Empujó la cadera hacia él, lo apretó más contra su cuerpo con los brazos, con las piernas. Lo besó sin detenerse, sintiendo que los besos también marcaban un ritmo en el resto de su cuerpo, que también la despertaban. De pronto ya no se sentía tan cansada, solo dispuesta, y ahora quería más complacerlo a él que encontrar solamente su propio placer.
Quería sentir su mirada guiándola, sus manos guiándola, su cuerpo marcándole el paso, los movimientos, que le dijera lo que le gustaba, cómo le gustaba. Pero no era capaz de decir una sola cosa, solo apretaba los labios cuando no lo besaba y de vez en cuando, dejaba escapar unos cuantos gemidos en cuanto sentía que estaba entrando en ella más y más profundo. Quería volver a sentir ese punto entre ese placer sin descanso y ese ligero dolor que había sentido antes. Apretó más el agarre con sus piernas, trabajó todos los músculos. Y lo único que quería sentir entre ellos era ese placer conjunto, nada más.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: The Lions Den
Iba a terminar más rápido que antes, sólo quería llegar, seguír buscándola, mirarla a los ojos y sentir cómo también se movía hacia mi, me reclamaba. La besé ya perdiendo la cuenta de cuántas veces lo hacía, si desviaba el recorrido a su cuello, si tiraba un poco más de su cabello o presionaba con mis dedos la redondez de sus tetas moviéndose al mismo ritmo que tenía su cadera, no podía dejar de mirarla aunque me costaba no cerrar los ojos cuando sensaciones más y más intensas empezaban a invadirme. La penetré con las fuerza a medida que me acercaba, siendo egoísta como antes no había sido, y ya podía intuír que iba a terminar primero que ella, pero en ese preciso instante ni siquiera ser considerado estaba ya en mi control.
-Date la vuelta.
Parecía una tortura cambiar de posición en ese momento, pero lo desée absolutamente, girándola como había hecho antes y volviendo a entrar en ella, repartiendo besos en su espalda, recorriéndola con la mano y después tomándola por el pecho para continuar follándola, aunque no iba a durar demasiado, sentir la piel de sus tetas en mis manos con esa acción gravitatoria que me hacía sentirlas aún más, no iba a tener la resistencia como para contenerme mucho más, ni qué decir de la visión de su culo. Con un gemido ronco y prolongado lo hice, terminé, abrazándome a ella, dejando mi pecho sobre su espalda y mi cabeza recargada en la misma, sin saber si escuchaba sus latidos agitados o los míos. Me moví una vez más, terminando por completo, sin prisa por querer salir de ella, nunca la tenía. Me aparté el cabello del rostro antes de volver a dejarlo descansar sobre su espalda.
Sólo por no estar incómodos, volví a recostarme, absolutamente rendido, sin fuerzas para mantener los ojos abiertos, todavía con la respiración agitada y el sudor humedeciendo mi rostro. Le sonreí sin abrir los ojos y sin saber que me miraba, hasta que lo hice sólo para abrazarla y y juntar de nuevo mi pecho contra su espalda, aunque en una intención muy distinta. Acaricié sus brazos, le di un beso en el cabello y no dije nada, me sentía incapaz todavía de decir nada después de haberme venido de esa manera, lo único que quería era sentirla cerca todavía, temiendo por el final de ese momento, por todas las cosas a las que les habíamos dado vueltas antes.
-Estoy oficialmente exhausto. Creo que me disloqué la mandíbula también.
En alusión a que le había comido el coño cuantas veces me había dado la gana, sin considerar descansos ni pausas, apenas habían pasado unos veinte minutos después de terminar cuando ya estaba tocándola de nuevo. Estábamos imposibilitados físicamente en ese momento, era un hecho. Claro que si fuera a pasar toda la noche conmigo, habría manera de reestablecer energías. Qué hambre me empezaba a dar, hambre normal, de comida, dejaríamos las metáforas carnales descansar, al menos por un rato.
-Date la vuelta.
Parecía una tortura cambiar de posición en ese momento, pero lo desée absolutamente, girándola como había hecho antes y volviendo a entrar en ella, repartiendo besos en su espalda, recorriéndola con la mano y después tomándola por el pecho para continuar follándola, aunque no iba a durar demasiado, sentir la piel de sus tetas en mis manos con esa acción gravitatoria que me hacía sentirlas aún más, no iba a tener la resistencia como para contenerme mucho más, ni qué decir de la visión de su culo. Con un gemido ronco y prolongado lo hice, terminé, abrazándome a ella, dejando mi pecho sobre su espalda y mi cabeza recargada en la misma, sin saber si escuchaba sus latidos agitados o los míos. Me moví una vez más, terminando por completo, sin prisa por querer salir de ella, nunca la tenía. Me aparté el cabello del rostro antes de volver a dejarlo descansar sobre su espalda.
Sólo por no estar incómodos, volví a recostarme, absolutamente rendido, sin fuerzas para mantener los ojos abiertos, todavía con la respiración agitada y el sudor humedeciendo mi rostro. Le sonreí sin abrir los ojos y sin saber que me miraba, hasta que lo hice sólo para abrazarla y y juntar de nuevo mi pecho contra su espalda, aunque en una intención muy distinta. Acaricié sus brazos, le di un beso en el cabello y no dije nada, me sentía incapaz todavía de decir nada después de haberme venido de esa manera, lo único que quería era sentirla cerca todavía, temiendo por el final de ese momento, por todas las cosas a las que les habíamos dado vueltas antes.
-Estoy oficialmente exhausto. Creo que me disloqué la mandíbula también.
En alusión a que le había comido el coño cuantas veces me había dado la gana, sin considerar descansos ni pausas, apenas habían pasado unos veinte minutos después de terminar cuando ya estaba tocándola de nuevo. Estábamos imposibilitados físicamente en ese momento, era un hecho. Claro que si fuera a pasar toda la noche conmigo, habría manera de reestablecer energías. Qué hambre me empezaba a dar, hambre normal, de comida, dejaríamos las metáforas carnales descansar, al menos por un rato.
Karim Malik- Mensajes : 257
Fecha de inscripción : 10/09/2012
Re: The Lions Den
Le gustaba la visión de tenerlo encima y saber que era la dueña de sus expresiones, de su frenesí y de ese deseo que al menos por ese momento no parecía tener fin. Ponía cara como de estar molesta cuando lo sentía penetrarla más profundo y más fuerte, pero no le molestaba en lo absoluto, por el contrario, menos en ese momento en el que solamente importaba él, que él se corriera, que a él le gustara. No quería más que complacerlo, por eso se dio la vuelta o más bien, se dejó dar la vuelta sin protestar, sin decir nada, mordiéndose los labios porque esa sensación también era fuertísima y en esa posición no pudo evitar gemir más fuerte, sobretodo cuando sentía sus manos llenándose de sus pechos, los golpes de su cuerpo contra el de ella. Lo sintió terminar pero no pudo ni siquiera sonreír con suficiencia. Le temblaban las piernas de cansancio y también los brazos, de modo que aunque fue reconfortante sentirlo recargarse contra su espalda, fue un alivio poder volverse a acostar de nuevo.
Cerró los ojos y se pegó a él cuando la abrazaba, le acarició los brazos también y se sintió, otra vez, capaz de quedarse absurdamente dormida ahí, desnuda sobre su cama, con él abrazándola y sintiéndose la más ridícula del planeta tierra. Quiso decirle que lo quería, como lo había hecho antes, pero le dio muchísimo miedo y terminó solo por apretar un poco sus brazos y buscar una de sus manos para darle un beso y juntarla cerca de su pecho. Se rió muchísimo cuando le dijo que se había dislocado la mandíbula, y se hubiera carcajeado de no ser porque estaba muy cansada para ese gasto de energía.
-Aaaah pero fue por una buena causa.
Dijo con un hilo de voz, removiendo un poco las piernas por el fantasma de la sensación de haberse corrido tanto de esa manera. En un momento lo soltó y se giró como pudo para quedar frente a él. Le cerró los ojos con las yemas de los dedos, le pasó el índice por la boca y le dio un beso fugaz, casi tímido. Al final terminó decidiendo que sí, que lo haría, que si él le decía que era suyo, entonces a ella también le tocaba ser honesta aunque costara por todas las circunstancias.
-Mira, escúchame bien lo que te voy a decir ¿eh?. Te quiero, y no lo digo por las drogas y las pelucas, y no lo digo por estar en un malviaje social en el observatorio, no lo digo por Elliott Smith, aunque pensándolo bien tiene mucho que ver, no lo digo por lo que acabamos de hacer y porque estoy cegada de los restos de placer, ¿escuchas?…te quiero, totalmente.
Fue rara la sensación, no se liberaba, sino que sentía que echaba más peso sobre sus hombros. Lo besó otra vez, ya sin importarle lo que pudiera pasar y lo abrazó momentáneamente con una de sus piernas, tampoco buscando nada más que mantenerse en ese calor.
-…también quiero comida.
Le sacó la lengua y escondió la cara en su cuello, ya qué más daba, estaba dicho todo.
Cerró los ojos y se pegó a él cuando la abrazaba, le acarició los brazos también y se sintió, otra vez, capaz de quedarse absurdamente dormida ahí, desnuda sobre su cama, con él abrazándola y sintiéndose la más ridícula del planeta tierra. Quiso decirle que lo quería, como lo había hecho antes, pero le dio muchísimo miedo y terminó solo por apretar un poco sus brazos y buscar una de sus manos para darle un beso y juntarla cerca de su pecho. Se rió muchísimo cuando le dijo que se había dislocado la mandíbula, y se hubiera carcajeado de no ser porque estaba muy cansada para ese gasto de energía.
-Aaaah pero fue por una buena causa.
Dijo con un hilo de voz, removiendo un poco las piernas por el fantasma de la sensación de haberse corrido tanto de esa manera. En un momento lo soltó y se giró como pudo para quedar frente a él. Le cerró los ojos con las yemas de los dedos, le pasó el índice por la boca y le dio un beso fugaz, casi tímido. Al final terminó decidiendo que sí, que lo haría, que si él le decía que era suyo, entonces a ella también le tocaba ser honesta aunque costara por todas las circunstancias.
-Mira, escúchame bien lo que te voy a decir ¿eh?. Te quiero, y no lo digo por las drogas y las pelucas, y no lo digo por estar en un malviaje social en el observatorio, no lo digo por Elliott Smith, aunque pensándolo bien tiene mucho que ver, no lo digo por lo que acabamos de hacer y porque estoy cegada de los restos de placer, ¿escuchas?…te quiero, totalmente.
Fue rara la sensación, no se liberaba, sino que sentía que echaba más peso sobre sus hombros. Lo besó otra vez, ya sin importarle lo que pudiera pasar y lo abrazó momentáneamente con una de sus piernas, tampoco buscando nada más que mantenerse en ese calor.
-…también quiero comida.
Le sacó la lengua y escondió la cara en su cuello, ya qué más daba, estaba dicho todo.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: The Lions Den
Tenía la mente en blanco, el cuerpo aún sensible y agotado, y el olor de la piel de Pearl cerca de mi, sobre mi, era todo lo que quería. Sentí que le gustaba mi abrazo así que la estreché un poco más cuando buscaba mi mano y la besaba, poniéndosela cerca del pecho. Eso hizo que pegara un poco más el cuerpo al suyo y le diera un beso en la nuca, sin abrir los ojos. No había necesidad de nada más que de estar abrazado a ella y recuperar lentamente la energía para estar lúcido de nuevo. Sólo sonreí con su respuesta a lo de mi falsa lesión por por exceso de cunnilingus. Bueno, nunca podía haber un exceso de eso, aunque mis límites físicos me pudieran en ese instante.
Sólo abrí los ojos cuando ella quedaba frente a mi aunque volví a cerrarlos por que ella así lo hacía, y no me molestaba, aunque de verdad estaba a nada de quedarme dormido y así empezó a ocurrir luego de su beso; la escuché con los ojos cerrados sin saber si era real lo que escuchaba o era el delirio orgásmico del cansancio lo que me hacía escucharle decir que me quería. Sonreí y busqué su mano con los ojos cerrados, esta vez siendo yo quien la besaba.
-Yo también te quiero, preciosa. Soy tuyo, cuando te de la gana.
Cuando le diera la gana verme para follar de nuevo, o para ir por ahí, para ver películas o robarle la comida chatarra a Finnerty. Se lo había dicho drogado pero no por eso era una mentira, pensaba que era una chica genial y la quería, me seguía sorprendiendo que me gustara tanto, y ahora que la tenía desndua a mi lado esa fascinación sólo había aumentado. Lo peor es que ya estaba pensando en la vileza de decirle algo como cuando te de la gana mientras Mila no sospeche nada. Abrí los ojos sólo para ver que estaba ocultando el rostro en mi cuello y le acaricié el cabello, me reí un poco.
-Te follé demasiado duro ¿Verdad? si algo no te gusta sólo tienes que decirlo, ya sé que soy un animal. No se lo estaba diciendo con culpa, ni como si estuviera pidiendo perdón, pero a veces ocurría con algunas chicas que con tal de no hacer las cosas mal no exigían las cosas que más les gustaban, y quería asegurarme de que Pearl no era una de esas chicas. -Y no pienso moverme de esta cama hasta que me digas qué quieres comer, yo también muero de hambre. Después anotaremos un gol en The Den, y quizás quiera follarte de nuevo ¿Qué dices, te agrada el plan?.
Sólo abrí los ojos cuando ella quedaba frente a mi aunque volví a cerrarlos por que ella así lo hacía, y no me molestaba, aunque de verdad estaba a nada de quedarme dormido y así empezó a ocurrir luego de su beso; la escuché con los ojos cerrados sin saber si era real lo que escuchaba o era el delirio orgásmico del cansancio lo que me hacía escucharle decir que me quería. Sonreí y busqué su mano con los ojos cerrados, esta vez siendo yo quien la besaba.
-Yo también te quiero, preciosa. Soy tuyo, cuando te de la gana.
Cuando le diera la gana verme para follar de nuevo, o para ir por ahí, para ver películas o robarle la comida chatarra a Finnerty. Se lo había dicho drogado pero no por eso era una mentira, pensaba que era una chica genial y la quería, me seguía sorprendiendo que me gustara tanto, y ahora que la tenía desndua a mi lado esa fascinación sólo había aumentado. Lo peor es que ya estaba pensando en la vileza de decirle algo como cuando te de la gana mientras Mila no sospeche nada. Abrí los ojos sólo para ver que estaba ocultando el rostro en mi cuello y le acaricié el cabello, me reí un poco.
-Te follé demasiado duro ¿Verdad? si algo no te gusta sólo tienes que decirlo, ya sé que soy un animal. No se lo estaba diciendo con culpa, ni como si estuviera pidiendo perdón, pero a veces ocurría con algunas chicas que con tal de no hacer las cosas mal no exigían las cosas que más les gustaban, y quería asegurarme de que Pearl no era una de esas chicas. -Y no pienso moverme de esta cama hasta que me digas qué quieres comer, yo también muero de hambre. Después anotaremos un gol en The Den, y quizás quiera follarte de nuevo ¿Qué dices, te agrada el plan?.
Karim Malik- Mensajes : 257
Fecha de inscripción : 10/09/2012
Re: The Lions Den
Pues no, no iba a ser suyo cuando le diera la gana pero no tenía sentido decir eso y enrarecer el ambiente recordando lo que era obvio. Su respiración se acompasó por fin, tranquila, casi como la de alguien que duerme, pausada. Mantuvo el rostro ahí sintiendo como le acariciaba el cabello y le hizo un par de caricias con la punta de la nariz, solamente saliendo de ese escondrijo para mirarlo y reírse cuando le decía que era un animal.
-No, me gustó. Todavía estoy descubriendo lo que me gusta y lo que no. Me gusta cuando hablas, todo lo que dices, haces que mi cuerpo se caliente, completo.
Lo besó otra vez, acariciándole la cara y pensando que era hora de ponerse aunque fuera las bragas para ya no estar con tentaciones espantosas, aunque también pensaba que le importaba poco la comida y que mejor se quedaba a dormir ahí hasta el otro día y ya. Solo la perspectiva de anotar un gol en The Den le hizo sonreír de nuevo y abrir los ojos para mirarlo con entusiasmo.
-Me encanta el plan. Quiero que me folles en la cancha, luego de meter un gol, más bien.
Alzó las cejas y terminó por reírse y luego soltar un largo suspiro de cansancio y satisfacción. Lo besó en ambas mejillas y con mucha fuerza de voluntad se separó de él, lentamente, volviendo a inclinarse para besarlo de nuevo cuando sentía que estaba demasiado lejos de él, aunque simplemente hubiera dejado de abrazarlo. Buscó su ropa interior en la habitación, aunque ponérsela no significara que iba a dejar de tener ganas de estar con él otra vez justo como habían estado.
-Quiero comer carne, carne, carne, siento que necesito recuperación. Un corte gigante, enorme, como para Finnerty. ¡Ah! ¡no! Aquila me contó de un restaurante de comida exótica de Tailandia o algo así. ¿Eso? ¿puede ser?
Le preguntó terminando de ponerse las bragas de una vez por todas, aunque tuviera ganas de volver a echarse un lado suyo sin nada que les supusiera un obstáculo. También le ganaba el hambre, muchísimo. Todavía sentía débiles las piernas.
-Anda, anda, anda, levántate o me voy a desmayar.
-No, me gustó. Todavía estoy descubriendo lo que me gusta y lo que no. Me gusta cuando hablas, todo lo que dices, haces que mi cuerpo se caliente, completo.
Lo besó otra vez, acariciándole la cara y pensando que era hora de ponerse aunque fuera las bragas para ya no estar con tentaciones espantosas, aunque también pensaba que le importaba poco la comida y que mejor se quedaba a dormir ahí hasta el otro día y ya. Solo la perspectiva de anotar un gol en The Den le hizo sonreír de nuevo y abrir los ojos para mirarlo con entusiasmo.
-Me encanta el plan. Quiero que me folles en la cancha, luego de meter un gol, más bien.
Alzó las cejas y terminó por reírse y luego soltar un largo suspiro de cansancio y satisfacción. Lo besó en ambas mejillas y con mucha fuerza de voluntad se separó de él, lentamente, volviendo a inclinarse para besarlo de nuevo cuando sentía que estaba demasiado lejos de él, aunque simplemente hubiera dejado de abrazarlo. Buscó su ropa interior en la habitación, aunque ponérsela no significara que iba a dejar de tener ganas de estar con él otra vez justo como habían estado.
-Quiero comer carne, carne, carne, siento que necesito recuperación. Un corte gigante, enorme, como para Finnerty. ¡Ah! ¡no! Aquila me contó de un restaurante de comida exótica de Tailandia o algo así. ¿Eso? ¿puede ser?
Le preguntó terminando de ponerse las bragas de una vez por todas, aunque tuviera ganas de volver a echarse un lado suyo sin nada que les supusiera un obstáculo. También le ganaba el hambre, muchísimo. Todavía sentía débiles las piernas.
-Anda, anda, anda, levántate o me voy a desmayar.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: The Lions Den
Con algunas chicas funcionaba, con otras no. No se podía saber hasta no probar si a alguna le gustaba escuchar lo mucho que me gustaba comerles el coño, lo mojadas que estaban, esa clase de cosas evidentes que para muchas no era necesario escuchar, pero para efectos del sexo otras se sentían doblemente excitadas al oírlo. Me alegraba que a ella le gustara escuchar, por que a mi me gustaba hablar, y si no me decía que había hecho algo que no le gustara, entonces supuse que iba por buen camino. Sonreí al escuchar que provocaba que su cuerpo se calentara y la besé, al mismo tiempo que ella me besaba, deseando no estar tan cansado para volver a follar de cualquier otra manera, enseñarle otras cosas, que supiera que no había manera de conocerlo todo ni ser un experto, siempre había una manera nueva de sentir a alguien.
Me reí con ganas al escuchar que quería que la follara en la cancha, pensando que horas antes jamás se me hubiera ocurrido que Pearl fuera capaz de decir una cosa así, de decirme una cosa así. Me estiré un poco cuando la vi levantarse y buscar su ropa, recorgando que quería robarle las bragas. Yo siempre quería robarles las bragas a las mujeres. Me sentí y abracé su vientre, recargándome en él y desperezándome, haciendo un poco a un lado su ropa interior.
-Todo lo que quiero comer está aquí...
Pero lo único que hice fue quedarme con su olor en los dedos y al fin ponerme de pie, para besarla luego de estirarme y sentirme estúpidamente felíz como cualquiera después de follar, deliberadamente sin pensar que eso además de una sacudida de cama como pocas, había sido una infidelidad por parte de ambos.
-Regálame esas bragas, anda, quítatelas. ¡No es un truco! Te llevaré a comer en este instante, pero regálame tus bragas. ¿Nunca has andado por la vida sin ropa interior? Es fácil, si quieres te acompaño en el estilo para que no te sientas desnuda.
Me carcajee con mis propias tonterías y busqué mis pantalones, poniéndomelos sin ropa interior como le dije que haría, riéndome de mi tontería y pasándole su sostén y su camiseta con una sola mano. Le repetí que se quitara las bragas y fui hasta ella para hacerle cosquillas de nuevo, abrazándola por detrás.
-Carne o thai, decídete. Dame tus bragas
Me reí con ganas al escuchar que quería que la follara en la cancha, pensando que horas antes jamás se me hubiera ocurrido que Pearl fuera capaz de decir una cosa así, de decirme una cosa así. Me estiré un poco cuando la vi levantarse y buscar su ropa, recorgando que quería robarle las bragas. Yo siempre quería robarles las bragas a las mujeres. Me sentí y abracé su vientre, recargándome en él y desperezándome, haciendo un poco a un lado su ropa interior.
-Todo lo que quiero comer está aquí...
Pero lo único que hice fue quedarme con su olor en los dedos y al fin ponerme de pie, para besarla luego de estirarme y sentirme estúpidamente felíz como cualquiera después de follar, deliberadamente sin pensar que eso además de una sacudida de cama como pocas, había sido una infidelidad por parte de ambos.
-Regálame esas bragas, anda, quítatelas. ¡No es un truco! Te llevaré a comer en este instante, pero regálame tus bragas. ¿Nunca has andado por la vida sin ropa interior? Es fácil, si quieres te acompaño en el estilo para que no te sientas desnuda.
Me carcajee con mis propias tonterías y busqué mis pantalones, poniéndomelos sin ropa interior como le dije que haría, riéndome de mi tontería y pasándole su sostén y su camiseta con una sola mano. Le repetí que se quitara las bragas y fui hasta ella para hacerle cosquillas de nuevo, abrazándola por detrás.
-Carne o thai, decídete. Dame tus bragas
Karim Malik- Mensajes : 257
Fecha de inscripción : 10/09/2012
Re: The Lions Den
Sonrió pero luego hizo amago de pegarle a Malik por hacer a un lado su ropa interior. Y se rió pensando que no decía en serio lo de regalarle las bragas y que se las quitara, negando la cabeza cuando le preguntaba si nunca había andado por la vida sin su ropa interior. ¡Pues claro que no!, además era muy rara la vez que usaba otra cosa que no fueran faldas, ese día llevar un pantalón había sido cosa de pura practicidad, saber que no iba a estar cómoda en un estadio, sin tener un palco como el que tenían para los partidos del Puddlemere.
-¡No te voy a regalar mis bragas, estás demente!
Le dijo riéndose negando con la cabeza de verdad sin plantearse la posibilidad de regalárselas. Además, ¿no iba a ser incomodísimo? Claro que sí, mucho, especialmente con el pantalón. Lo bueno que el pantalón no era prestado, solo la camiseta y los tennis, Y ese pensamiento significaba que lo estaba considerando, especialmente al carcajearse porque de verdad se pusiera los pantalones sin ropa interior. Negó con la cabeza cuando le decía que se quitara las bragas mientras se ponía el sostén y también la camiseta de Gianna, comenzaba a sentirse más rara con ropa ajena que estando desnuda en su cama.
-¡Thai! ¡Thai! Eso quiero. ¡Suéltame, suéltame, no te las voy a dar!.
Estaba loco, ¿las coleccionaría? En vez de anotar el nombre de sus conquistas en una libreta o algo, coleccionaba sus bragas. Se imaginó que las tendría en un cajón completamente lleno, de muchos tipos. A ella le gustaban esas, eran bonitas. Y no se las había puesto porque pensara que se la iba a follar ese día, por supuesto, tampoco eran nada sensuales, solamente le gustaban porque tenían lunares rosas.
Se giró para detenerle las muñecas y que no le siguiera haciendo cosquillas. Lo miró con los ojos entrecerrados sin preguntarle en voz alta si era un pervertido o qué, pero su gesto eso quería decir. Le guió las manos debajo de su camiseta para que la abrazara por la cintura.
-Ya lo pensé bien. Mejor carne. Y te las doy, pero quítamelas tú.
No le preguntó si las coleccionaba, ya lo haría más tarde.
-¡No te voy a regalar mis bragas, estás demente!
Le dijo riéndose negando con la cabeza de verdad sin plantearse la posibilidad de regalárselas. Además, ¿no iba a ser incomodísimo? Claro que sí, mucho, especialmente con el pantalón. Lo bueno que el pantalón no era prestado, solo la camiseta y los tennis, Y ese pensamiento significaba que lo estaba considerando, especialmente al carcajearse porque de verdad se pusiera los pantalones sin ropa interior. Negó con la cabeza cuando le decía que se quitara las bragas mientras se ponía el sostén y también la camiseta de Gianna, comenzaba a sentirse más rara con ropa ajena que estando desnuda en su cama.
-¡Thai! ¡Thai! Eso quiero. ¡Suéltame, suéltame, no te las voy a dar!.
Estaba loco, ¿las coleccionaría? En vez de anotar el nombre de sus conquistas en una libreta o algo, coleccionaba sus bragas. Se imaginó que las tendría en un cajón completamente lleno, de muchos tipos. A ella le gustaban esas, eran bonitas. Y no se las había puesto porque pensara que se la iba a follar ese día, por supuesto, tampoco eran nada sensuales, solamente le gustaban porque tenían lunares rosas.
Se giró para detenerle las muñecas y que no le siguiera haciendo cosquillas. Lo miró con los ojos entrecerrados sin preguntarle en voz alta si era un pervertido o qué, pero su gesto eso quería decir. Le guió las manos debajo de su camiseta para que la abrazara por la cintura.
-Ya lo pensé bien. Mejor carne. Y te las doy, pero quítamelas tú.
No le preguntó si las coleccionaba, ya lo haría más tarde.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
Re: The Lions Den
Me había entrado una risa estúpida por el asunto de las bragas. No era precisamente habitual que lo hiciera, pero siempre me daban ganas y tenía en mi haber unas tres o cuatro a lo más, aunque no tenían ni una repisa especial ni una etiqueta o algo así de pervertido. Por lo general se quedaban arrumbadas en algún lugar improbable, o me olvidaba de su existencia hasta que volvía a encontrarlas por casualidad y me sacaban una sonrisa. Ni siquiera había reparado en cómo eran hasta que medio jugué a quitárselas hasta que Pearl se oponía al juego de las cosquillas tomándome por las muñecas, lo único hizo que me detuviera, aunque me seguía riendo.
-Steak house entonces. Hay una cerca de la estación de metro, te prometo que no es un basurero. Ahora dame esas bragas.
Por un instante había pensado que tendríamos que ir hasta Chelsea por que no conocía buenos sitios de carnes cerca de Hounslow, pero me había vuelto a la memoria uno, y cuando comí ahí no había estado mal, aunque había ido con Tahira, por ende pasé toda la noche comiendo como salvaje mientras ella sólo picoteaba una ensalada por su vegetarianismo y el pecado mortal que era entrar a una Steak House aunque no consumiera ningún producto animal.
La abracé por la cintura justo como me había guiado las manos y bajé hacia sus caderas, introduciendo los dedos entre la tela y su piel para deslizar con pasmosa lentitud esas bragas de lunares rosas a las que antes no hubiera puesto la menor atención. Seguí con la mirada el recorrido de la prenda hasta que tuvo que alzar los pies para librarse de ellas por completo. Me mordí el labio inferior, triunfante por mi logro, las levanté un poco en mi puño como si fueran la copa de la Championship y me las guardé en el bolsillo, naturalmente no pensaba dejarlas ahí en esa habitación donde no existía el concepto real de privacidad. La besé con paciencia, poniendo toda la dedicación posible a ese beso como si fuera el primero, acaricié su lengua con la mía, atrapé suavemente su labio inferior y acaricié su rostro antes de separarme de ella, sonriéndole un poco.
-Las bragas de la suerte. Si fuera jugador de quidditch las traería conmigo en los partidos importantes, o de fútbol, también aplica. Ahora vamos por esa carne antes de que me arrepienta de no follarte de nuevo.
Después de que se vistiera la tomé de la mano para bajar por esas escalerillas mortales que devolvían al pasillo principal de la casa, donde como siempre se escuchaba ruido. Procuré soltar su mano al echar a andar escaleras abajo y por la estancia. Si habíamos decidido que íbamos a mantener todo a puerta cerrada, entonces la coartada tenía que ser consistente desde el principio. Antes de salir de la habitación había tomado una sudadera sin distintivo alguno salvo que era negra y estaba muy gastada y ya fuera, se la di a Pearl, hacía frío y no había visto que trajera nada. Aunque había gente alrededor no hizo falta despedirse de nadie, así funcionaban las cosas ahí.
-Ah, y será carne en todas las leyes musulmanas, te importe o no. Es la zona, y estamos muy lejos del centro...
-Steak house entonces. Hay una cerca de la estación de metro, te prometo que no es un basurero. Ahora dame esas bragas.
Por un instante había pensado que tendríamos que ir hasta Chelsea por que no conocía buenos sitios de carnes cerca de Hounslow, pero me había vuelto a la memoria uno, y cuando comí ahí no había estado mal, aunque había ido con Tahira, por ende pasé toda la noche comiendo como salvaje mientras ella sólo picoteaba una ensalada por su vegetarianismo y el pecado mortal que era entrar a una Steak House aunque no consumiera ningún producto animal.
La abracé por la cintura justo como me había guiado las manos y bajé hacia sus caderas, introduciendo los dedos entre la tela y su piel para deslizar con pasmosa lentitud esas bragas de lunares rosas a las que antes no hubiera puesto la menor atención. Seguí con la mirada el recorrido de la prenda hasta que tuvo que alzar los pies para librarse de ellas por completo. Me mordí el labio inferior, triunfante por mi logro, las levanté un poco en mi puño como si fueran la copa de la Championship y me las guardé en el bolsillo, naturalmente no pensaba dejarlas ahí en esa habitación donde no existía el concepto real de privacidad. La besé con paciencia, poniendo toda la dedicación posible a ese beso como si fuera el primero, acaricié su lengua con la mía, atrapé suavemente su labio inferior y acaricié su rostro antes de separarme de ella, sonriéndole un poco.
-Las bragas de la suerte. Si fuera jugador de quidditch las traería conmigo en los partidos importantes, o de fútbol, también aplica. Ahora vamos por esa carne antes de que me arrepienta de no follarte de nuevo.
Después de que se vistiera la tomé de la mano para bajar por esas escalerillas mortales que devolvían al pasillo principal de la casa, donde como siempre se escuchaba ruido. Procuré soltar su mano al echar a andar escaleras abajo y por la estancia. Si habíamos decidido que íbamos a mantener todo a puerta cerrada, entonces la coartada tenía que ser consistente desde el principio. Antes de salir de la habitación había tomado una sudadera sin distintivo alguno salvo que era negra y estaba muy gastada y ya fuera, se la di a Pearl, hacía frío y no había visto que trajera nada. Aunque había gente alrededor no hizo falta despedirse de nadie, así funcionaban las cosas ahí.
-Ah, y será carne en todas las leyes musulmanas, te importe o no. Es la zona, y estamos muy lejos del centro...
Karim Malik- Mensajes : 257
Fecha de inscripción : 10/09/2012
Re: The Lions Den
Se volvió a reír con lo del basurero, solamente porque no podía vincular qué tenía que ver una estación del metro con que fuera un potencial basurero el asunto. Y ya entrados, no pensaba que Malik fuera capaz de llevarla a un basurero. Ese lugar agreste espantoso donde estaba el estadio no contaba. Intento aguantarse la risa y también las ganas de volverlo a besar mientras le deslizaba las bragas y luego se recargó sobre sus hombros para terminar de quitárselas sin matarse en el intento.
Puso los ojos en blanco y negó con la cabeza como si estuviera ante un loco clínico cuando alzó sus bragas triunfante y lo miró con la ceja arqueada cuando se las guardaba en el bolsillo. Le dijo que tuviera cuidado con eso, aunque no creía que Malik era de los que cometían errores y en todo caso, seguro ya tendría algo con lo que salir del paso, pero por si acaso. Igual no era como si todo Brigantia pudiera identificar sus bragas o algo así, solo estaba alucinando.
Y se le olvidaron esas tonterías cuando la besaba así, provocando que de nuevo sintiera un escalofrío en todo el cuerpo, pero uno que se sentía capaz de guardar para no terminar pidiéndole que se la follara de nuevo porque de verdad moría de hambre, y claro que también tenía ganas de ir a la cancha de nuevo. Le dio risa que dijera de sus bragas que las llevaría con él si fuera jugador de quidditch, o futbolista.
-Si bueno, ya las probaremos en un rato, a ver si sí son de la suerte. Bueno, no, olvídalo, SON de la suerte sin duda. Me besaste y así.
No le molestó que no saliera de la habitación con ella como un colegial perdidamente enamorado haciéndole mimos y tomándola de la mano, pero era escalofriante tomar eso de esa manera, con ese acuerdo tácito de que ninguno de los dos iba a llevar eso a terrenos potencialmente peligrosos, que lo que tenían se lo quedaban para ellos. No sabía si de verdad ella tenía potencial para soportar algo parecido.
Ya afuera se puso la sudadera y sintió que ahora sí de verdad estaba hecha una fachosa, que si la playera de Gianna la hacía sentir rara, ahora la sudadera lo hacía todo peor. Se volvió a amarrar el cabello que había quedado todo mal luego de toda esa locura y alzó las cejas esperando a que la guiara, no sin antes acariciar mil horas a uno de los gatos del jardín que se había dejado. Tenía don con los felinos.
-Ah, me voy a llevar a esa cosita, ¿Crees que a Pazuzu le caería bien?
Dijo sobre un gato chico color negro. Pues claro que no, porque ya había demostrado Pazuzu ser un animalejo territorial, vaya cosa. Solo se llevaba bien con los perretes de Aquila, pero parecía no querer cerca de ninguna otra mascota de Cerridwen.
-¿Y en la calle sí te puedo tomar de la mano o nos va a atrapar la policía muggle por eso?
Pareció reproche y se autocastigó por eso, así que solo lo empujó un poco con el hombro y metió las manos inmediatamente en los bolsillos de la sudadera, a ver si encontraba algo, como para indicarle que era broma.
Puso los ojos en blanco y negó con la cabeza como si estuviera ante un loco clínico cuando alzó sus bragas triunfante y lo miró con la ceja arqueada cuando se las guardaba en el bolsillo. Le dijo que tuviera cuidado con eso, aunque no creía que Malik era de los que cometían errores y en todo caso, seguro ya tendría algo con lo que salir del paso, pero por si acaso. Igual no era como si todo Brigantia pudiera identificar sus bragas o algo así, solo estaba alucinando.
Y se le olvidaron esas tonterías cuando la besaba así, provocando que de nuevo sintiera un escalofrío en todo el cuerpo, pero uno que se sentía capaz de guardar para no terminar pidiéndole que se la follara de nuevo porque de verdad moría de hambre, y claro que también tenía ganas de ir a la cancha de nuevo. Le dio risa que dijera de sus bragas que las llevaría con él si fuera jugador de quidditch, o futbolista.
-Si bueno, ya las probaremos en un rato, a ver si sí son de la suerte. Bueno, no, olvídalo, SON de la suerte sin duda. Me besaste y así.
No le molestó que no saliera de la habitación con ella como un colegial perdidamente enamorado haciéndole mimos y tomándola de la mano, pero era escalofriante tomar eso de esa manera, con ese acuerdo tácito de que ninguno de los dos iba a llevar eso a terrenos potencialmente peligrosos, que lo que tenían se lo quedaban para ellos. No sabía si de verdad ella tenía potencial para soportar algo parecido.
Ya afuera se puso la sudadera y sintió que ahora sí de verdad estaba hecha una fachosa, que si la playera de Gianna la hacía sentir rara, ahora la sudadera lo hacía todo peor. Se volvió a amarrar el cabello que había quedado todo mal luego de toda esa locura y alzó las cejas esperando a que la guiara, no sin antes acariciar mil horas a uno de los gatos del jardín que se había dejado. Tenía don con los felinos.
-Ah, me voy a llevar a esa cosita, ¿Crees que a Pazuzu le caería bien?
Dijo sobre un gato chico color negro. Pues claro que no, porque ya había demostrado Pazuzu ser un animalejo territorial, vaya cosa. Solo se llevaba bien con los perretes de Aquila, pero parecía no querer cerca de ninguna otra mascota de Cerridwen.
-¿Y en la calle sí te puedo tomar de la mano o nos va a atrapar la policía muggle por eso?
Pareció reproche y se autocastigó por eso, así que solo lo empujó un poco con el hombro y metió las manos inmediatamente en los bolsillos de la sudadera, a ver si encontraba algo, como para indicarle que era broma.
Pearlie F. Burroughs- Mensajes : 638
Fecha de inscripción : 07/09/2012
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