Empezando bien la semana

Toda su paz y tranquilidad se fue un tanto lejos al saber que no había ido con su primo, y ver que ella evitaba decirle con quien, si quisiera ya podría haberlo hecho ¿no? Vamos, según él había tenido tiempo más que de sobra para hacerlo y además él ya le había dado más de una oportunidad de hacerlo, le había preguntado disimuladamente ya dos veces seguidas y ella solamente daba largas. ¿Qué demonios pasaba? ¿Por qué no se lo decía? Confiaba en ella, si, pero si parecía guardarle un secreto el poder confiar se hacía un tantito más difícil.

Aún a pesar de ello hizo todo aquello, mimándola, dándole cariño, besos. Todo. Esperaba que tarde o temprano la chica por si misma soltara su “secreto”, que confiara en él igual que él hacía en ella, que le dijera, pero nada. Había esquivado el tema y parecía tan tranquila. ¿Es que no se daba cuenta de que aquello estaba poniéndole de los nervios? Quería una respuesta y la quería en ese momento, no le valía alargarlo para más tarde ni le valía que le dijera que fue sola, porque ya la conocía y ella sola no sale, ella, cuando está sola, estudia o adelanta trabajo.

-Rang… me haces feliz… pero no me respondes… – suspiró dejándola sentada en la cama, habiéndose apartado más de lo que en un principio pensó hacer, simplemente se sentó, mirándola de medio lejos, con gesto apenado, sabía lo jodidamente posesivo y celoso que era, él era consciente de sus fallos y su personalidad, y sabía que debía contenerse, esperar y escuchar antes de enfadarse, pero ella no decía nada, le molestaba mucho – no me cuentas con quien fuiste, no me dices que has hecho estos días. Supuse que solo querías estar tonteando un rato para después charlar, pero me pone muy celoso pensar que saliste con alguien que no soy yo y que no me lo quieras contar solo lo empeora.

Lo soltó tal cual, queriendo evitar una pelea aún peor de lo que sería en caso de callarse todo eso y estallar de pronto, igual si ella sabía que se ponía tan mal por aquello quizás hasta le contaba todo.

Las explicaciones ansiosas y nerviosas de la chica le hicieron pensar que seguramente se había pasado con aquella reacción, se sintió bastante culpable. ¿Qué coño le pasaba en la cabeza para ponerse así incluso con ella? Estaba enfermo, desde luego. Hacer llorar a su novia por ignorarla y cuando al fin la hacía sentir bien, disculpándose por su mal comportamiento la hacía sentir mal de nuevo.

Negó con la cabeza y le cogió el rostro por el mentón, obligándole a mirarle, había apartado la vista y el rostro de él y eso lo hizo sentir aún peor.

-¿Entonces eran dulces hechos en Londres? Nadie lo diría… aquí la gente no sabe hacer dulces en condiciones… la comida londinense apesta – dijo aquello intentando remediar en cierto modo la metedura de pata que había tenido antes, no quería hacer sentir mal a la chica y ya, por cómo había hablado, sabía que lo había logrado – a veces soy un poco idiota, pero tendrás que aprender a controlarme – le pasó el brazo por los hombros, obviamente le ponía muy celoso saber que había estado con un chico. Ya había oído de él a través de la chica, y se ponía bastante celoso de él por saber que era buen amigo de la asiática, pero qué demonios, no había necesidad real de ello y eso lo sabía muy bien – me alegro de que te distrajeras, no me agradaba no saber qué pasaba, que hacías, pero de verdad, yo me alegro muchísimo de que te hayas podido distraer…

Le achuchó, ni sabía ahora que hacer o que decir, ya había metido la pata y ella le había hecho reaccionar, si, pero tarde…

Oyó ahora también los detalles de aquella salida, como el chico fue quien le habló sobre a donde ir y todo lo demás, y como la tienda al parecer le había gustado y estaba bien ambientada o algo. Él no conocía ninguna así, o también la habría llevado, era obvio. Se ofuscó un poquito consigo mismo por no poder hacer ese tipo de planes para su chica, al parecer no pensaba tanto en sus gustos y aficiones como había pensado siempre que hacía.

-¿Una cocina en la facultad para los estudiantes? Pues la verdad es que si que lo veo muy útil, ya te digo que la comida de aquí no me agrada mucho, así podríamos hacernos lo que quisiéramos, quien sabe, igual la ponen, y estaría encantado de poder comer tus dulcecitos siempre que se pueda.

Se había distraído en un principio pensando en otras cosas pero ese comentario le devolvió al cauce de la conversación, o quizás simplemente hizo que dejara de pensar en aficiones y pensara en comida.

-No se que podríamos hacer, ya te dije que la mejor opción es que estemos aquí juntos, mientras podamos estar solos. Me apetece quedarme todo el tiempo besándote… sin más.

Lo dijo en un tono muy bajo, acercándose a la chica con todo su cariño posible, cogiéndola de la cintura para pegarla a él, y entonces se oyó como la puerta se abría de pronto, el sonido de los pasos. Las voces, las risas. Maldita fueran todas las putas oportunas que tenía Rang por como compañeras.
Maldijo en voz baja mientras la soltaba y se ponía en pie, mirando a la chica y disculpándose tan solo moviendo los labios, estaba claro que no iba a seguir con aquello con tres chicas más mirándoles, ni aunque cerraran las cortinas, él no era así, no podía con gente delante o alguna cosa similar.

-Entonces… supongo que nos vemos mañana – le sonrió cálidamente, el silencio había llenado el pasillo y la habitación cuando las chicas irrumpieron en la misma – o si quieres, en la cena, compartimos mesa.

Le hizo un gesto suave, acariciándole la cabeza, con mimo. Una despedida muy de él y entonces se marchó de allí, mirando mal a las demás. Joder, tenían que llegar a interrumpir en el mejor momento del día.